Hoy Reina cumple 15 años de edad. Así que nos hemos hecho la foto de cada año, al igual que nos la hacemos cuando cumplo yo años. Esas fotos las he compartido en esta bitácora algunos años (por aquí la de 2016, por ejemplo o la de 2019, o mi cumpleaños este 2020, entre otros), otras veces ha sido por mis redes sociales, pero otros tantos simplemente me las he guardado para mi propio uso. De hecho algunas de las fotos están en papel fotosensible, las de sus primeros años de edad. De Reina he hablado mucho en Noticias de un espía en el bar, desde el mismísimo 2006 (hay que recordar que este espacio empezó al final de 2005, año en el que ella nació en mayo), por cierto que ese 2006 os enseñé una foto que le hizo mi madre y le publicaron en la revista Pelo, pico, pata. En 2018 la mostré sobre mi cama en el Día del Gato. He hablado de Reina muchas veces en muchos medios, y también a amistades y conocidos en persona y en cartas. No me cansé de ello todos estos quince años. En esta bitácora no sólo he hablado de ella con fotos, también en artículos que no tenían fotos. Me acuerdo en 2015, cuando regresé de un viaje y ella se dormía, tenía sueños molestos y se despertaba conmigo a su lado mirándola y se quedaba tranquila, mi madre me contó que lloró mucho los días que estuve fuera. Lo conté aquello en la Noticia 1508ª. No hace mucho, durante el confinamiento por el estado de alarma ante la Covid-19, hubo una tormenta con truenos y relámpagos una noche en Alcalá de Henares que hizo hasta temblar las ventanas de mi dormitorio. Reina dormía conmigo en mi cama, a la altura de mi pecho, cerca su cabeza de la almohada, como siempre, y recuerdo que nos despertamos con el trueno y ella levantó la cabeza con miedo, si hubiera sido más pequeña se hubiera ido corriendo a esconderse debajo de la cama, pero en lugar de eso se dejó cobijar más en mi brazo que le hizo de regazo y le acaricié la cabeza, cuando dejé la mano quieta siguiendo la forma de regazo del brazo ella sola buscó cobijo de la cara tapándola con mi mano. Y tan a gusto se dejó dormir conmigo, y así seguimos. Se sentía segura, protegida.
Reina nació en mayo de 2005 y más o menos por indicaciones de su dueña original y por llamada de teléfono que le hicimos unas semanas más tarde, llegamos a la idea de que debió ser en la primera semana de mayo, y le otorgamos el día que fue traída a nuestra familia dos meses después. Así pues ella toda su vida queda como nacida en 8 de mayo de 2005. Fue destetada en exceso pronto, porque su dueña original tenía muchos animales en casa y ya no podía mantener la camada completa de gatos que tuvo la madre. Había nacido en Meco y buscaba gente que los quisiera. Yo la acepté para regalo de cumpleaños de mi madre, que quería un gato porque recordaba una gata que tuvo de joven, llamado Pitusa. En fin, circunstancias familiares que ahora no procede contar en esta bitácora para esa historia, la gata vino a casa el 5 de julio de 2005, mi madre cumpliría años el 29 de julio. El nombre de la gata lo recibió de mi madre, pues en el primer día, con su miedo de estar en otra casa, sin su madre, sin su padre y sin sus hermanos (la trajeron junto a otra gata y un gato hermanos suyos para otras familias), se escondió detrás de un gran y pesado mueble del salón de casa. Fue imposible hacerla salir y mi madre me pidió que comenzara a descargar y mover el mueble. Eran muchos objetos, y el mueble pesaba mucho. Ella no podía hacer esfuerzos, así que estaba yo solo para hacerlo. Según movía el mueble, que pesaba realmente mucho, ella iba retrocediendo y se sentaba tranquila a mirar mi esfuerzo, mi madre pudo verla cuando hubo un hueco por el que ella podía mirar y dijo: "mírala, está como una reina", y se rió... Así que la dejó con ese nombre, Reina. Han pasado ya quince años de aquello. Y parecía ayer cuando me lamía el brazo camino de casa, cuando la sujetaba yo para sus vacunas o cuando me tumbara donde me tumbara, suelo o sofá, ella venía detrás y se tumbaba en mi cuello o en mi pecho cuando apenas cabía en una mano.
Quince años para un gato es el equivalente de los 76 a los 79 años humanos. Está considerada ya una edad de ancianidad avanzada. Sin embargo, quien vea a Reina verá que se mantiene joven y vital. Pega saltos, se mueve ágil, tiene reflejos... Ya no juega como cuando era cachorra, pero juega, aunque ya prefiere más los momentos de tranquilidad, de mimos, de estar a tu lado. Yo creo que parte de su agilidad se debe a que desde el primer momento le pusimos su comida, la de siempre, no la que era un extra esporádico, encima de un mueble de mi cocina, con tal de que si quiere comer, debe saltar. Del mismo modo, desde hace años mi madre la acostumbró a beber agua del grifo, ya no quiere agua si no se la doy yo de su grifo, de su grifo exacto. Me llama por la noche incluso para que le dé el agua, sin embargo, si me voy a trabajar le dejo una jarra de agua y bebe de ella, baja el volumen. Cuando murió mi madre el 10 de mayo de 2017, dos días después del 12º cumpleaños de Reina (que por cierto también celebramos y le dimos su regalo, mi madre le compró un juguete y comida especial), yo comencé a reforzar de manera más seguida en tiempo algo que ya venía haciendo yo mismo desde bastantes meses atrás que mi madre empezó a tener muchas dolencias, la limpieza de su arenero, hasta entonces tarea compartida por ambos, ella y yo.
Reina recibió el año pasado un regalo de cumpleaños de una amiga, que le hizo un cojín para ella sola, ya en otra ocasión le había regalado un juguete con el que le gusta jugar hoy día aún, aunque tiene numerosas pelotas, este otro juguete, que no es una pelota, le gusta y le parece fácil jugar con él. De hecho, con estos dos meses de confinamiento, tantas horas juntos, más de las habituales, y mira que solemos estar mucho tiempo juntos, he notado que ha recuperado algunas actitudes de cuando era cachorra. Del mismo modo, ella y yo nos entendemos con determinadas palabras, tonos, frases, gestos, horarios, movimientos, sonidos... Sí, es verdad, nos entendemos. Siempre me sorprenderá que sin enseñarle nadie, ella sola aprendió a llamarme para cerrar el grifo del agua, cosa que hace desde hace años. Tiene un maullido para eso. Pues estos dos meses he visto que ha ampliado su forma de comunicarse conmigo, y ahora tenemos más "léxico" para comunicarnos. Cosa que me ha sorprendido mucho. Ha ampliado el lenguaje gata-humano, y algunas cosas las ha sacado ella sola, supongo que observando mis hábitos ha sabido ver como transmitirme alguna cosa interfiriendo en ellos en el momento adecuado. Lo de estos meses ha sido algo sorprendente.
La verdad es que la gata no ha estado sola en la gran mayoría de su vida. Cuando llegó a casa en 2005 siempre había alguien de la familia, pues la abuela Antonia vivía con nosotros y ella no salía de casa por su avanzada edad, así que como mínimo siempre estaba la abuela. Ella murió en 2007, pero yo tenía extensas etapas de desempleo, y además no viajábamos, así que siempre había alguien en casa, desde esa etapa, como mínimo mi madre. Luego llegó uno de mis tíos a casa, en 2016, y como este tampoco se movía muy bien todo 2016 y hasta 2019 como mínimo siempre tenía la presencia del tío. Así que ya veis, desde 2005 a 2019 nunca le ha faltado compañía humana, de los mismos humanos, o al menos de la misma familia humana. Luego de que el tío ya no estuviera por acá, siempre ha estado igualmente acompañada, salvo los horarios que hay que trabajar o algunos tiempos de ocio fuera de casa, pero no se ha quedado sola en el sentido de dejarla al cuidado de alguien, por viajes u otras causas, ni se ha quedado sola un tiempo excesivo. Además, cuando ella llegó tenía por amigo un pájaro canario que teníamos que murió al poco, Rocky, y luego otro que mató ella por accidente, Dylan, en los tiempos en los que cuidé al perro de una amiga un par de semanas y que tuvimos que separar con un mueble cama en un pasillo. Años después la propia gata me avisó de la presencia de un viejo canario al que llamé Pío, le recuperé su salud y durante un año le mejoramos la vida, tal vez la prolongamos, pero que murió en 2016, si no recuerdo mal el año, cuando yo tuve un trabajo más continuo de horas y le pedí a mi madre que estuviera atenta a la comida y agua del pájaro, que cuidaba yo, ella, con sus cosas, se olvidó darle agua y quitarle del sol un día (literalmente se olvidó, era evidente cuando encontré muerto al pájaro en la jaula), pero ella aseguraba que el pájaro estaba cantando "hasta hacía un ratito". Como sea, Reina tuvo a estos pájaros como "amigos", se acercaba a sus jaulas con curiosidad, se había criado con uno. Nunca los atacó, de hecho al primero le espantaba los pájaros de la calle que iban a quitarle la comida. Pero ellos no se fiaban de ella, salvo Pío, que le toleraba estar tumbada al lado, eso sí, Pío en el palo opuesto al lado más cercano a la gata.
Reina de joven estaba acostumbrada a grupos de gente y visitas a mí o a mi madre, y estaba acostumbrada a la música, de hecho le tranquiliza los Beatles, que los oye desde cachorra. Ronronea.
Echó de menos a mi madre cuando murió. Durante el resto de 2017 no paraba de tirar pelo fuera de lo normal y de vomitar en exceso. Sea como sea, ahora en 2020, estos dos meses de confinamiento, he observado algo que llevaba unos pocos meses antes viendo. Reina empieza a preferir hacer sus saltos no de una vez para alcanzar la altura que necesita, sino que prefiere hacer dos o tres saltos alcanzando varias alturas sobre las que posarse alternativamente hasta alcanzar la que necesita. No es que no pueda alcanzar la altura de X lugar de una vez, pues para bajar lo logra y si se empeña lo hace para subir, pero ahora ya prefiere ir a una silla, si puede luego a otra altura, como una mesa, y luego a la altura que desea. Piensa más el salto antes de darlo. A veces maúlla o me mira como diciéndome, "vaya, si yo esto lo hacía a la primera antes". Y sigue haciéndolo a la primera y muy bien casi siempre, solo que ahora es otro ritmo y otras estrategias gatunas, a veces el equilibrio le ha hecho resbalarse de algunas superficies, pero bueno, en realidad esto ya le ocurría de cachorra, un día cayó de la barandilla de mi terraza a la calle (desde un primero) y tuve que ir rápido a por ella, que se quedó esperándome, nunca más volvió a subirse a la barandilla, como nunca más volvió a morder un cable el día que el de mi ordenador le dio un calambrazo hace años. Claro que para equilibrio el que usaba cuando era una gata joven durante bastantes años para ponerse en mi hombro como un loro y viajar así conmigo allá donde andara en la casa, ahora simplemente me llama espera a que me ponga a su lado y camina al mismo paso que yo en el pasillo para llevarme donde ella quiere. También he visto que ahora se tumba un poco dejando caer su peso cuando está ya casi tumbada. Pero de verdad, os aseguro, que en realidad está realmente muy, muy, muy joven y ágil para la edad que tiene, si la viérais, pero esto es lo único que creo haber observado estas semanas sobre esos 15 años que cumple. Y creo que mientras pueda hacer ejercicio, mejor para su salud. De hecho, acorde con los consejos veterinarios, hace ya muchos meses que yo le doy comida adecuada para ella, en los horarios que debería (aunque suele tener su cuenco siempre con comida no lo lleno bien hasta que no es su hora) y, cuando le doy algo especial, siempre sin abusar de ello a lo largo de la semana, por una cuestión de salud para ella, más que nada, aunque tiene algún capricho sano, recomendado y adecuado, ya por el cariño y los años juntos, y porque ya tiene una edad como para decirle, "bueno, venga, va".
Recuerdo otra anécdota que ya conté por aquí hace años. Una vecina amiga de mi madre compró un gato egipcio, estos que no tienen pelo. Mi madre quería verlo y un día mi vecina lo bajó a mi casa. Llamó a la puerta y le enseñó el gato a mi madre. Mi madre llamó a Reina, porque quería ver su reacción y recuerdo la gracia que nos hizo (yo también lo vi) ver a la gata quedarse con los ojos abiertos como platos mirando al gato egipcio, encorvar el lomo con el rabo en posición de susto y lentamente ir retirándose andando hacia atrás sin perder de vista al gato egipcio y resbalando sus patas como cuando bailaba Michael Jackson.
Le he puesto arena nueva hoy... ¡al fin de su marca de siempre! Con el estado de alarma la gente agotó esa marca y tuve que comprar otra, ella lo notó y se quejó las primeras semanas. La cosa es que han estado agotando esa marca todo este tiempo y no la he recuperado hasta que no han vuelto a abrir su tienda mis vecinos chinos. Ha sido lo primero que ha estado disfrutando esta mañana. También le he regalado una lata especial que le compré hace unas semanas para este cumpleaños, justo de la comida que sé que más le gusta, y lo ha disfrutado mucho también. Y supongo que en breve va a recibir una llamada de teléfono de la amistad que en los últimos años le regala cosas. Le puse en el teléfono la voz grabada de mi madre y escuchó atentamente con los oídos enfocados y estiró la patita para tocar el teléfono. Luego nos hicimos la foto de siempre. El otro día, acabo de recordar, me llegó una carta y fui a abrirla y la gata, curiosa, quería ver qué había en el sobre y con su patita, lentamente, me bajó la mano que estaba abriendo el sobre para ver mejor lo que había. Tiene cosas estos días de confinamiento realmente curiosas y graciosas, sorprendentes, inteligentes.
Algo que hace años me sorprende y que creía que era autosugestión mía hasta que un día mi madre sorprendida me dijo que si había oído de la gata hacer lo que os voy a contar, es escuchar a la gata maullar que parece que quiere vocalizar algunas palabras humanas con las que está muy familiarizada y sabe lo que significan, como "agua", "mamá" o "Daniel", entre otras. No lo hace siempre, sólo de vez en cuando... y la cosa es que hay un par de personas ajenas a nosotros que, incluso a fecha de hoy, también aseguran haberles parecido (y hecho gracia) intentar decir algo con maullidos, pidiendo algo y sabiendo a quién o a qué le dirige ese maullido. Pero una de las cosas más bonitas que tiene desde hace más de medio año es que me reclama a determinada hora para que me siente en mi sofá a determinada hora, como me ha visto viendo un programa de televisión diario o una película, para acercarse y acurrucarse a mi lado y... ¡me reclama la caricia en la tripa que le hago desde cachorra! Como cuando me reclama a menudo, no siempre, que la acaricie para comer y si no lo hago mientras come, llora. Aunque también me hace gracia cuando estoy en el sofá escribiendo un rato largo y ella se levanta de mi lado, va a la puerta del salón maúlla y me mira en dirección a la cocina como para pedirme agua, me levanto y, cuando llego a su lado, corre, da un brinco para subir al sofá y se sienta en mi sitio, y ya no la quitas de ahí. Claro que hubo una época que aprendió a "cazar" sus bolsas de comida, esta etapa le duró unos meses solo. Conoce sus bolsas de comida, y le dio por subir a donde están, derribarlas al suelo, saltar al suelo, buscar la foto de la comida y rasgar el plástico... no una sino varias veces la encontré a ella comiendo o bien con la comida "despanzurrada". Me hizo gracia, pero era un problema. Le puse los medios para evitarlo, pero es lista. No le duró mucho esa etapa. Era gracioso. Claro que otras veces ha "cazado" pelotas que me ha traído a mi dormitorio o bien algún insecto que, a modo regalo, me lo ha dejado a los pies de mi cama. Cuando era cachorra le daba por apropiarse de mis zapatillas o a lo largo de toda su vida por tumbarse en toda mi ropa planchada.
Creo que os he hablado mucho hoy de Reina, me despido por hoy. Ella, siempre atenta a qué hago o digo, está ahora tan gusto moviendo el rabo a la fresca de la habitación, mientras por la ventana está la persiana a medio echar cayéndole todo el sol con una temperatura casi veraniega.
Feliz cumpleaños, Reina.
Reina de joven estaba acostumbrada a grupos de gente y visitas a mí o a mi madre, y estaba acostumbrada a la música, de hecho le tranquiliza los Beatles, que los oye desde cachorra. Ronronea.
Echó de menos a mi madre cuando murió. Durante el resto de 2017 no paraba de tirar pelo fuera de lo normal y de vomitar en exceso. Sea como sea, ahora en 2020, estos dos meses de confinamiento, he observado algo que llevaba unos pocos meses antes viendo. Reina empieza a preferir hacer sus saltos no de una vez para alcanzar la altura que necesita, sino que prefiere hacer dos o tres saltos alcanzando varias alturas sobre las que posarse alternativamente hasta alcanzar la que necesita. No es que no pueda alcanzar la altura de X lugar de una vez, pues para bajar lo logra y si se empeña lo hace para subir, pero ahora ya prefiere ir a una silla, si puede luego a otra altura, como una mesa, y luego a la altura que desea. Piensa más el salto antes de darlo. A veces maúlla o me mira como diciéndome, "vaya, si yo esto lo hacía a la primera antes". Y sigue haciéndolo a la primera y muy bien casi siempre, solo que ahora es otro ritmo y otras estrategias gatunas, a veces el equilibrio le ha hecho resbalarse de algunas superficies, pero bueno, en realidad esto ya le ocurría de cachorra, un día cayó de la barandilla de mi terraza a la calle (desde un primero) y tuve que ir rápido a por ella, que se quedó esperándome, nunca más volvió a subirse a la barandilla, como nunca más volvió a morder un cable el día que el de mi ordenador le dio un calambrazo hace años. Claro que para equilibrio el que usaba cuando era una gata joven durante bastantes años para ponerse en mi hombro como un loro y viajar así conmigo allá donde andara en la casa, ahora simplemente me llama espera a que me ponga a su lado y camina al mismo paso que yo en el pasillo para llevarme donde ella quiere. También he visto que ahora se tumba un poco dejando caer su peso cuando está ya casi tumbada. Pero de verdad, os aseguro, que en realidad está realmente muy, muy, muy joven y ágil para la edad que tiene, si la viérais, pero esto es lo único que creo haber observado estas semanas sobre esos 15 años que cumple. Y creo que mientras pueda hacer ejercicio, mejor para su salud. De hecho, acorde con los consejos veterinarios, hace ya muchos meses que yo le doy comida adecuada para ella, en los horarios que debería (aunque suele tener su cuenco siempre con comida no lo lleno bien hasta que no es su hora) y, cuando le doy algo especial, siempre sin abusar de ello a lo largo de la semana, por una cuestión de salud para ella, más que nada, aunque tiene algún capricho sano, recomendado y adecuado, ya por el cariño y los años juntos, y porque ya tiene una edad como para decirle, "bueno, venga, va".
Recuerdo otra anécdota que ya conté por aquí hace años. Una vecina amiga de mi madre compró un gato egipcio, estos que no tienen pelo. Mi madre quería verlo y un día mi vecina lo bajó a mi casa. Llamó a la puerta y le enseñó el gato a mi madre. Mi madre llamó a Reina, porque quería ver su reacción y recuerdo la gracia que nos hizo (yo también lo vi) ver a la gata quedarse con los ojos abiertos como platos mirando al gato egipcio, encorvar el lomo con el rabo en posición de susto y lentamente ir retirándose andando hacia atrás sin perder de vista al gato egipcio y resbalando sus patas como cuando bailaba Michael Jackson.
Le he puesto arena nueva hoy... ¡al fin de su marca de siempre! Con el estado de alarma la gente agotó esa marca y tuve que comprar otra, ella lo notó y se quejó las primeras semanas. La cosa es que han estado agotando esa marca todo este tiempo y no la he recuperado hasta que no han vuelto a abrir su tienda mis vecinos chinos. Ha sido lo primero que ha estado disfrutando esta mañana. También le he regalado una lata especial que le compré hace unas semanas para este cumpleaños, justo de la comida que sé que más le gusta, y lo ha disfrutado mucho también. Y supongo que en breve va a recibir una llamada de teléfono de la amistad que en los últimos años le regala cosas. Le puse en el teléfono la voz grabada de mi madre y escuchó atentamente con los oídos enfocados y estiró la patita para tocar el teléfono. Luego nos hicimos la foto de siempre. El otro día, acabo de recordar, me llegó una carta y fui a abrirla y la gata, curiosa, quería ver qué había en el sobre y con su patita, lentamente, me bajó la mano que estaba abriendo el sobre para ver mejor lo que había. Tiene cosas estos días de confinamiento realmente curiosas y graciosas, sorprendentes, inteligentes.
Algo que hace años me sorprende y que creía que era autosugestión mía hasta que un día mi madre sorprendida me dijo que si había oído de la gata hacer lo que os voy a contar, es escuchar a la gata maullar que parece que quiere vocalizar algunas palabras humanas con las que está muy familiarizada y sabe lo que significan, como "agua", "mamá" o "Daniel", entre otras. No lo hace siempre, sólo de vez en cuando... y la cosa es que hay un par de personas ajenas a nosotros que, incluso a fecha de hoy, también aseguran haberles parecido (y hecho gracia) intentar decir algo con maullidos, pidiendo algo y sabiendo a quién o a qué le dirige ese maullido. Pero una de las cosas más bonitas que tiene desde hace más de medio año es que me reclama a determinada hora para que me siente en mi sofá a determinada hora, como me ha visto viendo un programa de televisión diario o una película, para acercarse y acurrucarse a mi lado y... ¡me reclama la caricia en la tripa que le hago desde cachorra! Como cuando me reclama a menudo, no siempre, que la acaricie para comer y si no lo hago mientras come, llora. Aunque también me hace gracia cuando estoy en el sofá escribiendo un rato largo y ella se levanta de mi lado, va a la puerta del salón maúlla y me mira en dirección a la cocina como para pedirme agua, me levanto y, cuando llego a su lado, corre, da un brinco para subir al sofá y se sienta en mi sitio, y ya no la quitas de ahí. Claro que hubo una época que aprendió a "cazar" sus bolsas de comida, esta etapa le duró unos meses solo. Conoce sus bolsas de comida, y le dio por subir a donde están, derribarlas al suelo, saltar al suelo, buscar la foto de la comida y rasgar el plástico... no una sino varias veces la encontré a ella comiendo o bien con la comida "despanzurrada". Me hizo gracia, pero era un problema. Le puse los medios para evitarlo, pero es lista. No le duró mucho esa etapa. Era gracioso. Claro que otras veces ha "cazado" pelotas que me ha traído a mi dormitorio o bien algún insecto que, a modo regalo, me lo ha dejado a los pies de mi cama. Cuando era cachorra le daba por apropiarse de mis zapatillas o a lo largo de toda su vida por tumbarse en toda mi ropa planchada.
Creo que os he hablado mucho hoy de Reina, me despido por hoy. Ella, siempre atenta a qué hago o digo, está ahora tan gusto moviendo el rabo a la fresca de la habitación, mientras por la ventana está la persiana a medio echar cayéndole todo el sol con una temperatura casi veraniega.
Feliz cumpleaños, Reina.
1 comentario:
Recuerda que Friskies, Breskeis y Whiskas son nutricionalmente malo y además contienen varias cosas que son perjudiciales para su salud. Son más baratos en relación calidad/precio y más famosos, pero no son los mejores con distancia. Advance, Royal Canin, One, Ultima o Taste of the Wild son muchísimo mejores para su salud, aunque sean más caros.
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