"Dani, aquí mi 'obra maestra' para ti, y gracias por unos debates sobre el tema que de verdad enriquecieron el trabajo. Me alegra tanto que esté hecho. Un beso muy fuerte desde Alemania. Katrin. Ratisbona, 24 de julio de 2011"
Con esta dedicatoria tan sencilla, tan bonita por cuanto expresa de satisfacción personal sincera por parte de quien la ha escrito, he estado ojeando este libro de 125 páginas que me ha llegado por correo esta mañana. Me lo ha enviado Katrin Stockinger, una joven alemana bávara que conocí hace dos años en España, en mi ciudad, en Alcalá de Henares. Me la presentó un amigo portugués llamado David Rodrigues y se entabló una amistad. Ella era una estudiante y una trabajadora que estaba interesada en los asuntos de la Unión Europea relacionados con Hispanoamérica a través de las relaciones con España. En el último año nos hemos visto poco, ya que regresó a Baviera, aunque pasó una temporada de vacaciones por Alcalá. No obstante nunca hemos cortado contacto gracias a Internet, y parece ser que ahora por correspondencia ordinaria, lo que es muy de agradecer y agradable en estos tiempos de lo inmediato. A veces hablábamos de su tema de tesis de Magister Artium, largas conversaciones sobre España y Cuba, en su pasado, su presente y su futuro, sobre Miguel Ángel Moratinos, sobre la Unión Europea y su necesidad de España para hablar con Iberoamérica en muchos casos, en fin sobre estos temas que le interesaban particularmente, y para mí muy llamativamene siendo ella alemana y estos otros temas más bien tan puntuales en los asuntos de España. Sea como sea llegué a regalarla algunos ejemplares del periódico Granma que tenía por casa, cosa que parece ser la ilusionó porque en Alemania no podía acceder a ellos.
Katrin escribía su tesis doctoral mientras hablábamos de esas cosas y ella se saturaba de mi español de pronunciación rápida y vocabulario difícil, según decía; es la construcción de mi discurso, añade ella cuando hablamos, muy compleja de entender, lo que dicho por alguien que tiene por compatriota a Immanuel Kant es casi una especie de alago. Como ha sido alagador que me mande este libro y me diga que nuestras conversaciones le han ayudado y alumbrado mucho para darle una dirección y un enfoque. Ya antes yo aparecía mencionado y en agradecimientos en siete libros de otros autores, seis de ellos los referencié en la Noticia 863ª, y el séptimo en la Noticia 897ª. Ahora, parece ser, flotan mis conversaciones como orientación en el primer libro de Katrin Stockinger que tantos años le ha costado investigar y elaborar. El libro es su tesis de Magister Artium supervisada por los catedráticos y doctores expertos Stephan Bierling y Reinhard Meier-Walser. El libro se llama "Die Kubapolitik Spaniens seit 1986. Magisterarbeit" (que según el traductor de Google es algo parecido a esto: "La política de España hacia Cuba desde 1986. Tésis de Magister Artium". Ha sido presentada y publicada en y por la Facultad de Filosofía I (Filosofía, Arte y Ciencias Sociales), de la Universidad de Ratisbona (en alemán: Regensburg). Sobreentiendo por nuestro trato y por lo que he traducido con muy útil herramienta de google para traducir, aunque con serias deficiencias aún, trata específicamente de lo que el título índica siempe en relación a la Unión Europea, y en concreto al periodo de la presidencia española de la Unión en 2009.
Tendré que leerlo con paciencia, pues no sé alemán y este idioma tampoco me da las facilidades de cualquier otro nacido, como el español, del latín. Usaré el traductor de google, aunque tarde un año en lograr acabarlo. Qué gran herramienta esta. Hoy en día hay quien dice que las películas, los libros, los poemas, las canciones, todo, debe estar en su idioma original, alegando que así aprenderíamos idiomas y seríamos más cultos. Es un error. Aprenderíamos idiomas, tal vez, cultos no lo seríamos necesariamente. Aprender idiomas es importante, incluso deseable, ahora bien, la cultura y la riqueza cultural no se expandió jamás respetando los idiomas originales. En la edad Antigua la gente culta realizaba o encargaba traducciones al griego de aquellos textos que estaban en hitita, egipcio u otros idiomas, del mismo modo que para un público menos culto se le hacia la traducción al latín. En la Edad Media, los musulmanes con los judíos en la Escuela de Traductores de Toledo precisamente hacían eso: traducir lo que estaba en griego, árabe u otros idiomas al latín, y poder gozar así todos de manera general de un enriqucimiento cultural. También lo hizo hacer así Carlomagno. Y en el Renacimiento la gran revolución cultural de la imprenta nunca hubiera llegado a nada si los textos, ya generalizado su precio a ser accesibles a todas las clases sociales, no hubieran sido traducidos a las lenguas vulgares de cada país. Así convivían ediciones cultas en latín para los intelectuales, y ediciones en lenguas populares. De ese modo, no de otro, se hizo comprensible la Biblia para mucha gente, por ejemplo, o se pudo expandir El Quijote, del que ahora nos vanagloriamos en el Museo Casa Natal de Cervantes de mostrar ediciones traducidas del siglo XVII, esas traducciones son por esto, no por coquetería del editor de turno. En el siglo XVIII, la Ilustración expandió sus ideas democráticas, igualadoras y pedagógicas a base de traducir textos a otros idiomas, esa era parte de la revolución cultural de ese siglo que expandió la educación. Los pensamientos de los franceses no se quedaban en francés sempiternamente, se traducian al inglés, al español, al italiano y al idioma del lugar allá donde llegaban esos textos. Y así, sólo así, la gente adquiría mayores conocimientos y conocía las ideas más bulliciosas de la época. Y eso se continúo en el siglo XIX y en buena parte del XX. Saber idiomas está muy bien, pero traducir está bastante bien también, porque no todo el mundo tiene facilidades de aprendizaje, ni de comunicación, ni de asimilación. Los traductores de idiomas que han surgido en Internet en la última década, como el de google, son un gran invento revolucionario del conocimiento y del saber, por perfeccionar, sí, pero es una gran idea. Ahora cualquiera puede traducir lo que desee y no esperar hallar la traducción en algún lugar o desesperar de no tener traducción alguna. Yo mismo, cuando hasta ayer trabajaba con el fondo documental de los exiliados socialistas de París, he usado de ella para saber qué decían algunos textos en francés... porque los de inglés más o menos los entendía, por supuesto los que estaban en español no hay problema alguno, pero los textos en francés o en alemán (que también había), sólo pude decir y archivar lo que eran gracias a estas herramientas, y un poco de francés, a costa de leer y consultar el traductor, sí he aprendido. Muy escaso, pero algo. Pero a lo que vengo a decir es que no hay que despreciar ni hablar en contra de las traducciones, cuando han sido estas las que han movido el mundo culturalmente y no el respeto al idioma original, que sí, que hay que intentar aprender, y conocer, y que es deseable saber idiomas... pero ni yo conozco japonés, ruso, inglés, francés, bereber, alemán, swahili, griego, chino, polaco, thailandés, latín, portugués, árabe, bemba, zulú y vasco a la vez, por poner un ejemplo, y seguro que en esas lenguas hay cosas muy interesantes para prestarles atención. Traducir, como conocer idiomas, no es malo. No lo ataquemos. En este sentido, si Internet dicen que es la mayor revolución de la cultura escrita (y visual, cultural en general) desde la invención de la imprenta en el siglo XV, yo creo que son sus traductores automáticos, sobre todo cuando se perfeccionen, los que completen esa revolución como lo hicieron las traducciones coetaneas a las ediciones de las imprentas (que a veces contrataban traductores).
En fin, que en estas semanas donde mi vida sentimental me ha dado un bofetón mucho antes de poder haber llegado si quiera a darse a la luz, y he de convivir penosamente con su resultado actual; donde he perdido mi fuente de ingresos trabajando como becario en el archivo por finalización de la beca; donde noto que una mella en mi ser se ha transformado en grieta; me ha alegrado mucho recibir este libro de Katrin, a la que espero y deseo el mejor y más feliz de los futuros.
Que la cerveza os acompañe.
Con esta dedicatoria tan sencilla, tan bonita por cuanto expresa de satisfacción personal sincera por parte de quien la ha escrito, he estado ojeando este libro de 125 páginas que me ha llegado por correo esta mañana. Me lo ha enviado Katrin Stockinger, una joven alemana bávara que conocí hace dos años en España, en mi ciudad, en Alcalá de Henares. Me la presentó un amigo portugués llamado David Rodrigues y se entabló una amistad. Ella era una estudiante y una trabajadora que estaba interesada en los asuntos de la Unión Europea relacionados con Hispanoamérica a través de las relaciones con España. En el último año nos hemos visto poco, ya que regresó a Baviera, aunque pasó una temporada de vacaciones por Alcalá. No obstante nunca hemos cortado contacto gracias a Internet, y parece ser que ahora por correspondencia ordinaria, lo que es muy de agradecer y agradable en estos tiempos de lo inmediato. A veces hablábamos de su tema de tesis de Magister Artium, largas conversaciones sobre España y Cuba, en su pasado, su presente y su futuro, sobre Miguel Ángel Moratinos, sobre la Unión Europea y su necesidad de España para hablar con Iberoamérica en muchos casos, en fin sobre estos temas que le interesaban particularmente, y para mí muy llamativamene siendo ella alemana y estos otros temas más bien tan puntuales en los asuntos de España. Sea como sea llegué a regalarla algunos ejemplares del periódico Granma que tenía por casa, cosa que parece ser la ilusionó porque en Alemania no podía acceder a ellos.
Katrin escribía su tesis doctoral mientras hablábamos de esas cosas y ella se saturaba de mi español de pronunciación rápida y vocabulario difícil, según decía; es la construcción de mi discurso, añade ella cuando hablamos, muy compleja de entender, lo que dicho por alguien que tiene por compatriota a Immanuel Kant es casi una especie de alago. Como ha sido alagador que me mande este libro y me diga que nuestras conversaciones le han ayudado y alumbrado mucho para darle una dirección y un enfoque. Ya antes yo aparecía mencionado y en agradecimientos en siete libros de otros autores, seis de ellos los referencié en la Noticia 863ª, y el séptimo en la Noticia 897ª. Ahora, parece ser, flotan mis conversaciones como orientación en el primer libro de Katrin Stockinger que tantos años le ha costado investigar y elaborar. El libro es su tesis de Magister Artium supervisada por los catedráticos y doctores expertos Stephan Bierling y Reinhard Meier-Walser. El libro se llama "Die Kubapolitik Spaniens seit 1986. Magisterarbeit" (que según el traductor de Google es algo parecido a esto: "La política de España hacia Cuba desde 1986. Tésis de Magister Artium". Ha sido presentada y publicada en y por la Facultad de Filosofía I (Filosofía, Arte y Ciencias Sociales), de la Universidad de Ratisbona (en alemán: Regensburg). Sobreentiendo por nuestro trato y por lo que he traducido con muy útil herramienta de google para traducir, aunque con serias deficiencias aún, trata específicamente de lo que el título índica siempe en relación a la Unión Europea, y en concreto al periodo de la presidencia española de la Unión en 2009.
Tendré que leerlo con paciencia, pues no sé alemán y este idioma tampoco me da las facilidades de cualquier otro nacido, como el español, del latín. Usaré el traductor de google, aunque tarde un año en lograr acabarlo. Qué gran herramienta esta. Hoy en día hay quien dice que las películas, los libros, los poemas, las canciones, todo, debe estar en su idioma original, alegando que así aprenderíamos idiomas y seríamos más cultos. Es un error. Aprenderíamos idiomas, tal vez, cultos no lo seríamos necesariamente. Aprender idiomas es importante, incluso deseable, ahora bien, la cultura y la riqueza cultural no se expandió jamás respetando los idiomas originales. En la edad Antigua la gente culta realizaba o encargaba traducciones al griego de aquellos textos que estaban en hitita, egipcio u otros idiomas, del mismo modo que para un público menos culto se le hacia la traducción al latín. En la Edad Media, los musulmanes con los judíos en la Escuela de Traductores de Toledo precisamente hacían eso: traducir lo que estaba en griego, árabe u otros idiomas al latín, y poder gozar así todos de manera general de un enriqucimiento cultural. También lo hizo hacer así Carlomagno. Y en el Renacimiento la gran revolución cultural de la imprenta nunca hubiera llegado a nada si los textos, ya generalizado su precio a ser accesibles a todas las clases sociales, no hubieran sido traducidos a las lenguas vulgares de cada país. Así convivían ediciones cultas en latín para los intelectuales, y ediciones en lenguas populares. De ese modo, no de otro, se hizo comprensible la Biblia para mucha gente, por ejemplo, o se pudo expandir El Quijote, del que ahora nos vanagloriamos en el Museo Casa Natal de Cervantes de mostrar ediciones traducidas del siglo XVII, esas traducciones son por esto, no por coquetería del editor de turno. En el siglo XVIII, la Ilustración expandió sus ideas democráticas, igualadoras y pedagógicas a base de traducir textos a otros idiomas, esa era parte de la revolución cultural de ese siglo que expandió la educación. Los pensamientos de los franceses no se quedaban en francés sempiternamente, se traducian al inglés, al español, al italiano y al idioma del lugar allá donde llegaban esos textos. Y así, sólo así, la gente adquiría mayores conocimientos y conocía las ideas más bulliciosas de la época. Y eso se continúo en el siglo XIX y en buena parte del XX. Saber idiomas está muy bien, pero traducir está bastante bien también, porque no todo el mundo tiene facilidades de aprendizaje, ni de comunicación, ni de asimilación. Los traductores de idiomas que han surgido en Internet en la última década, como el de google, son un gran invento revolucionario del conocimiento y del saber, por perfeccionar, sí, pero es una gran idea. Ahora cualquiera puede traducir lo que desee y no esperar hallar la traducción en algún lugar o desesperar de no tener traducción alguna. Yo mismo, cuando hasta ayer trabajaba con el fondo documental de los exiliados socialistas de París, he usado de ella para saber qué decían algunos textos en francés... porque los de inglés más o menos los entendía, por supuesto los que estaban en español no hay problema alguno, pero los textos en francés o en alemán (que también había), sólo pude decir y archivar lo que eran gracias a estas herramientas, y un poco de francés, a costa de leer y consultar el traductor, sí he aprendido. Muy escaso, pero algo. Pero a lo que vengo a decir es que no hay que despreciar ni hablar en contra de las traducciones, cuando han sido estas las que han movido el mundo culturalmente y no el respeto al idioma original, que sí, que hay que intentar aprender, y conocer, y que es deseable saber idiomas... pero ni yo conozco japonés, ruso, inglés, francés, bereber, alemán, swahili, griego, chino, polaco, thailandés, latín, portugués, árabe, bemba, zulú y vasco a la vez, por poner un ejemplo, y seguro que en esas lenguas hay cosas muy interesantes para prestarles atención. Traducir, como conocer idiomas, no es malo. No lo ataquemos. En este sentido, si Internet dicen que es la mayor revolución de la cultura escrita (y visual, cultural en general) desde la invención de la imprenta en el siglo XV, yo creo que son sus traductores automáticos, sobre todo cuando se perfeccionen, los que completen esa revolución como lo hicieron las traducciones coetaneas a las ediciones de las imprentas (que a veces contrataban traductores).
En fin, que en estas semanas donde mi vida sentimental me ha dado un bofetón mucho antes de poder haber llegado si quiera a darse a la luz, y he de convivir penosamente con su resultado actual; donde he perdido mi fuente de ingresos trabajando como becario en el archivo por finalización de la beca; donde noto que una mella en mi ser se ha transformado en grieta; me ha alegrado mucho recibir este libro de Katrin, a la que espero y deseo el mejor y más feliz de los futuros.
Que la cerveza os acompañe.