Siguiendo con la publicación por entregas de las aportaciones que di en noviembre pasado en el XV encuentro de historiadores del Valle del Henares, ampliando junto al resto de colegas el conocimiento de la Historia de Alcalá de Henares, comienzo a publicar hoy la tercera y última investigación que publicité en ese encuentro, que se puede encontrar en papel en su libro de actas. Se trata del asunto de la depuración de los maestros de Alcalá de Henares por parte de la dictadura del general Franco. Depuración que en esta ciudad se dio en los primeros años de dicha dictadura entre 1939 y 1941, aunque algunos casos apelaron y prorrogaron su examen hasta 1945-1947 y un poco más allá.
Esta investigación la comencé por cuenta propia en 2006-2007 en el Archivo General de la Administración (AGA) como investigador, mientras a la par investigaba un encargo que me hizo Julián Vadillo sobre Mauro Bajatierra y el asesinato de Eduardo Dato, y más tarde sobre el polvorín de Alcalá de Henares y su explosión de 1947. Pudiera ser en realidad 2005, pero estaría por decir que lo de Dato lo estuve investigando en 2006 (puedo equivocarme en un año), fue así como en los tiempos muertos empecé a investigar sobre la depuración de maestros alcalaínos por mí mismo. Yo seguí con mis trabajos, de diversa índole, con mi desempleo, con mis investigaciones ayudando a amigos, con mis escritos... luego a profesionalizarme como archivero... y en fin, el asunto de los maestros lo seguí desarrollando entre tanto. En 2006-2007 estaba menos tratado archivísticamente que ahora, que está perfectamente bien tratado para tenerlo de inmediato en la mesa de investigación. El AGA ha dejado muy bien dispuestos los expedientes de depuración y de censura que conserva del franquismo. Por entonces comenzaban a consultarse con abundancia, pero el tema era muy desconocido para los españoles en general, aunque nos toca de cerca en nuestra Historia. Cuando yo empecé con este tema el AGA no tenía aún su reforma arquitectónica y la sala de investigadores era una pequeña sala en el piso superior, mal iluminada y algo mal pensada, nada que ver con la gran sala llena de luz y de ventajas de la actualidad. Avancé tanto y reflexioné tanto sobre este asunto que terminé creando un libro de cerca de doscientas páginas en DIN-A4, por lo que en edición de libro podrían ser fácilmente cuatrocientas, ya que ni siquiera estaba a doble espacio, sino a espacio simple. La primera redacción tenía mucho de divulgación y falta de neutralidad, a drede. Aún así lo ofrecí a una editorial local que, interesándole y recomendándome "lijar", el texto estaba interesada en publicarlo. Sin embargo, el libro quedó estancado dos años. No había decisión firme ni dinero suficiente para realizar el proyecto. Yo, eso sí, "lijé" el texto, lo volví más profesional, más neutral, sin abandonar el compromiso del historiador, que es reunir todos los datos posibles, crear su tesis, sus antítesis y su síntesis teórica y dar a conocer las conclusiones que cree el historiador más acertadas de lo sucedido, sin falsear ni ocultar ninguno de los datos obtenidos, simplemente dándoles su relación y su reflexión.
El libro estaba sin editor. Yo volví a trabajarlo un poco más, ya que algunos colegas historiadores, en especial Urbano Brihuega y Julián Vadillo, realizaron investigaciones con nuevas aportaciones sobre la Historia alcalaína que afectaban a mi propia investigación sobre lo ocurrido con los maestros. Revaloré los sucesos, los datos, sumé, cambié perspectivas... en fin, seguí mejorando la investigación para aproximarla más a las posibles razones de lo acaecido. Volví a ofrecerlo a otra editorial interesada en la Historia del eje Alcalá de Henares-Guadalajara, pero jamás obtuve respuesta positiva o negativa, aunque dijeron que me contestarían. La espera paralizó un año más el texto. Desesperado porque mientras tanto veía que otros colegas lograban obtener atención sobre otros asuntos cercanos y porque cada vez más aparecían investigaciones, documentales, textos periodísticos y hasta películas sobre la depuración de maestros de la República, veía que la suerte de los maestros de Alcalá de Henares no interesaba para ser difundida. Ni siquiera a la prensa local del momento. Desmantelé el libro.
Con la parte más explicativa de legislación franquista, educación y contexto político de la represión franquista hice un especial en varias partes de la Historia reciente de España a ese respecto para esta misma bitácora, "Noticias de un espía en el bar", que no recibió especial atención en los lectores hasta varios años después de publicado. El resto de la investigación, que era el grueso de la depuración de los maestros de Alcalá, que no había salido en la parte publicada, quedó en mis propios archivos personales y en la impresión en papel para mi sólo uso y para regalo a Julián Vadillo. Así de triste, así de real cuando nadie te da medios y tú no los tienes. En esta ciudad, por otra parte, para que alguien se interese por estos temas hay que tratarlos creando circo y espectáculo, muy triste leer en redes sociales y escuchar en emisoras locales las alabanzas para "aprender Historia" leyendo cómics o viendo películas y hablando de ellas como grandes difusoras de la Historia "que no cuentan los historiadores". Los historiadores sí las contamos, me temo que son los lectores los que no leen... salvo si les dan pan y circo. Me pongo un tanto Larra en este punto, pero es que desde las primeras décadas del siglo XIX no parece que España haya cambiado en algunos aspectos. No hace falta que usted escriba sobre el asunto de interés, decía Larra en "La polémica literaria", basta con que hable de si el autor es un tal o cual o de si lo que se escribe más que informar da pie a los lectores para cuchichear. Haga reir o disfrutar al lector y habrá ganado toda la razón y será tenido por erudito en el tema, independientemente de sus conocimientos sobre el asunto, decía Larra.
En todo caso, haciendo numerosos cortes, simplificaciones, eliminaciones, etcétera, pudiendo reducir el texto a treinta páginas, lo pude exponer y publicar en el libro de actas de unas jornadas que celebró la Diputación de Guadalajara, no Alcalá de Henares, que nunca quiso el texto, acerca de la educación en la Historia de España. Eso fue en 2014, pero el libro de actas no se editó en papel, sólo en cibernético... y en 2015, a pesar de que anunciaron en principio que se publicaría en papel, cosa que animaba a pagar la tasa. En este país los investigadores de Historia y otros temas humanísticos pagan por dar a conocer lo que han investigado. Larra tendría mucho material para reírse y criticar en pleno siglo XXI. Bastante desesperante el panorama por cuanto yo ya sentía casi como un deber moral su publicación en papel para ayuda y conservación de la memoria histórica de la ciudad y el respeto debido a estas personas, especialmente los represaliados. Aunque se fundó una asociación de memoria histórica en Alcalá de Henares, tampoco tuve contacto con ellos en este sentido. Eso a pesar de que en 2014 hice referencia a esa investigación en esta bitácora y hablé de ese encuentro haciendo un resumen de las conferencias a las que asistí en un especial de varias entregas que enfoqué sobre la mujer, la educación y la Historia en España; así como en 2015 hice la pertinente referencia en esta bitácora a la publicación cibernética del libro de actas. En algún momento llegué a comentar a uno de sus miembros la posibilidad de darles una separata para su bilbioteca de memoria histórica, cosa que comenté a nivel personal, no formal, pero me dijo que no tenían tal biblioteca... así que no doné nada, no había lugar al que donar.
En 2016 volví a retomar el texto para menguarlo más todavía, en veinte páginas, y a doble espacio. El texto resultante respecto al original es exiguo y con una redacción horrible e insufrible, mutilada y deforme, ferozmente aburrida. ¿Por qué lo hice? Porque al celebrarse el XV encuentro de historiadores del Valle del Henares quise presentarlo para que se pudiera publicar en papel en su libro de actas y así conservar la memoria y ampliar el conocimiento de este aspecto de la Historia alcalaína. Las normas de presentación de investigaciones de estos encuentros piden que sean de un máximo de veinte páginas a doble espacio. O sea, presenté un texto que si no estuviera a doble espacio ocuparía en DIN-A4 quince páginas (las veinte páginas a doble espacio son en formato libre en torno a treinta o cuarenta páginas). Quince páginas de las doscientas que fueron en origen. Como uno podrá comprender la investigación inicial, a la que tanto esfuerzo dediqué, era casi una sombra meningítica; aunque no tan meningítica, su redacción ha quedado en algo horrible, pero logré mantener en ella, al menos, los datos fundamentales y novedosos de las personas afectadas y suerte que tuvieron estas personas. Pese a las mutilaciones, al menos logré esto. Presenté el tema en un comunicado en el encuentro que se celebró en Guadalajara, y no en Alcalá de Henares, eso fue coincidencia, y se publicó en papel en el libro de actas en noviembre de 2016. Doné un ejemplar al Archivo Obrero y las separatas al Archivo Municipal, que cuenta con su propio ejemplar del libro de actas, creo; si aún no lo tiene, lo tendrá. Puesto que los dos libros de actas donde se encuentran tienen ISBN, también se guardará copia en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Joaquín Leguina.
Por otro lado, aunque he tenido una gran preocupación y dedicación a que esta memoria de estas personas no se perdiera, y cuando lo titulé "maestros" me refería al genérico "hombres y mujeres", Pilar Lledó, presidenta del Instituto de Estudios Complutenses, decidió contar con las gemelas Lara esta primavera para que dieran una conferencia sobre la depuración de las maestras de Alcalá de Henares, con motivo de crear una serie de conferencias en torno a la mujer en la Historia en Alcalá de Henares, en las fechas que arropan semanas por delante y por detrás al Día de la Mujer. Según Pilar Lledó, se lo sugirió un colega historiador de la institución. Es curioso, porque llama poderosamente mi atención que una de las hermanas eligiera el tema de la depuración de maestras, cuando nadie se había interesado en esta ciudad por el tema de la depuración de la enseñanza (ni yo a ella le conocía interés por este tema en su trayectoria profesional), y la otra hermana Lara eligió el tema de la persecución de brujas en Alcalá por la Inquisición, tema no investigado con seriedad antes de que otro colega que también participó del XV encuentro de historiadores en 2016 lo hiciera y lo publicara en el mismo libro de actas. Es cuando menos llamativo y curiosa la coincidencia sorprendente y portentosa. Igualmente me parece llamativo que tras tanto esfuerzo y trabajo, y habiendo pagado dinero el año pasado para esa publicación y su comunicado, no se contase con nosotros o no se nos dijera al menos para asistir de público en cuanto a este asunto de las maestras y otros. Me enteré por la prensa local en el mes de marzo, en el Puerta de Madrid. Como sea, las coincidencias, coincidencias son, ¿no? Yo no tengo la última palabra de nada, eso es algo que siempre he dicho y lo mantengo, porque es así, y menos en Historia. Bien está que cada uno haga sus progresos y aportaciones. No sé qué progreso se logró en unos cuatro meses algo que me costó diez años, ni cómo algo que no logró la atención en diez años ha logrado tenerla hasta de la prensa local y de la radio local en unos pocos meses. Dieron las conferencias en junio. Por los asuntos de la muerte de mi madre y los de mi casa, no pude asistir, aunque quería asistir, las televisivas hermanas Lara fueron compañeras de carrera y de grupo/aula cuando cursamos la licenciatura entre 1999 y 2004. Personalmente creo que en el asunto depurativo alcalaíno el enfoque sexual no es el más fidedigno a los hechos ocurridos, pero es desde luego un enfoque más.
Sea como sea, coincidencia de coincidencias, para más coincidencia, en diciembre del año pasado el primer editor al que le presenté el libro por primera vez hace años, se acordó del mismmo y ahora, que sí tiene capacidad de publicar, me preguntó por el mismo para publicarlo. Caminos graciosos los de la vida. Le dije que ya publiqué su grueso en artículos de Historia en encuentros de historiadores, pero aún así sigue interesado en publicarlo y me volvió a lanzar la oferta tras saber él mismo lo de las hermanas Lara esta primavera. Sabiendo él que yo lo había estudiado antes hace años, me ha hablado varias veces animándome a reescribirlo. Se lo comenté a Julián Vadillo para hacer algo conjunto, pero mi amigo y colega me anima a que lo vuelva a rehacer y lo publique este 2017, aunque ahora se me dice que en realidad la fecha sería en 2018. Probablemente revise el escrito, le incluya las últimas novedades al respecto, lo amplíe, lo corrija, y, tal vez, es probable, lo entregue de nuevo a ese editor. Pero ahora mismo, cumpliendo fielmente con esta bitácora y sus lectores, quiero mantener la fidelidad con publicar aquel comunicado del 2016 aquí, en tres partes, hoy el primero. Aquí, con total seguridad, tendrá al menos mi atención y mi difusión.
DEPURACIÓN DE MAESTROS EN ALCALÁ DE HENARES 1939-1941 (parte 1 de 3)
Daniel López-Serrano Páez
Licenciado en Historia
Resumen: Las depuraciones de
funcionarios, entre ellos los maestros, se realizaron amparándose en
una extensa red de leyes que el bando del general Franco elaboró desde
el comienzo de la guerra civil en 1936. Alcalá de Henares, con una
población elevada, tuvo una pertenencia, lucha y resistencia republicana
en la guerra civil. La entrada de tropas franquistas en la ciudad al
final de la guerra en 1939 conlleva un peculiar caso de depuración de
maestros públicos, al abundar escuelas y maestros, donde tenemos un
abanico representativo de casos dados en todo el panorama social.
Palabras clave: Dictadura, depuración, Franco, maestros, enseñanza, siglo XX, España, Alcalá de Henares, fascismo, socialismo
Abstract: Purges of
officials, including teachers, were conducted under cover of an
extensive network of laws that the side of General Franco develop from
the beginning of the civil war in 1936. Alcalá de Henares, with a large
population, has a membership, republican struggle and resistance in the
civil war. The entry of the Franco's troops in the city at the end of
the war in 1939 carries a peculiar case of cleansing public teachers,
schools and teachers abound, where we have a representative in all cases
given the state panorama range.
Key words: Dictatorship, purge, Franco, teachers, teaching, twentieth century, Spain, Alcalá de Henares, fascism, socialism
Depuración de maestros en Alcalá de Henares (1939-1941)
La
dictadura de Franco depuró a los maestros elaborando un desarrollo legal
partiendo de
Los veintisiete puntos programáticos de Falange (octubre de
1934), sobre su idea de cómo organizar la nueva Españ
a [1]. Con
ese espíritu se redacta la
Ley de Depuración de la Enseñanza [2]
(7 de diciembre de 1936). Su preámbulo tenía un carácter punitivo y
preventivo a la vez. Consideraba a maestros y catedráticos sostenedores y
propagadores de las ideas del Frente Popular. Dice de los maestros que son: “
envenenadores
del alma popular primeros y mayores responsables de todos los crímenes y
destrucciones que sobrecogen al mundo y han sembrado el duelo en la mayoría de
los hogares honrados de España”. Les considera “
inductores”, como
tales desde 1939 debían ser juzgados por los tribunales constituidos por la
Ley
de Responsabilidades Políticas, ya que estos podían incluso aplicarles la
pena de muerte, de cárcel, de multa, destierro, etcétera. Antes de 1939
directamente los juzgaba unos tribunales ni aclarados ni estipulados, es de
creer que eran los militares quienes decidían los casos. Antes debían ser
depurados como maestros según esta otra ley para conocer su grado de culpabilidad
o inocencia para poder apartarles de sus puestos de maestros o confirmarlos. De
acuerdo a una orden del 10 de Noviembre, los maestros podían ser absueltos por
no haber intervenido en ninguno de los cargos posibles (había que demostrar la
inocencia y no la culpabilidad), o bien se podía ser trasladado si se era
profesor simpatizante de nacionalismos regionales pero no intervino a favor de
ellos, o separado definitivamente de sus cargos de enseñanza si se participó de
las ideas contrarias al Movimiento. También debían ser perseguidos aquellos que
sin haber tomado parte de la contienda no colaborasen con la persecución de los
que se considerasen culpables. La acción y toma de partido contra al
Movimiento, como la omisión de acción o adhesión a favor del mismo eran
castigados. La norma se creó según el preámbulo en honor “
al heroísmo de
nuestros oficiales, soldados y voluntarios que en las líneas de fuego desafían
a la muerte soñando con una España mejor”. La depuración del profesorado
para conservar sólo a maestros proclives a Franco era “
para la gloria de la
Cristiandad, de la civilización y de España.” Como dato curioso a la hora
de legislar, quien firmaba el documento era el Presidente de la Comisión de
Cultura y Enseñanza, el poeta José María Pemán, un intelectual.
La
Ley
de Responsabilidades Políticas [3]
(9 de febrero de 1939) reforzaba la anterior ley, si bien no sólo
culpabilizaba a maestros, profesores y
catedráticos
[4].
Esta Ley consideraba el comienzo de la guerra y exigió responsabilidades políticas
desde los sucesos de octubre de 1934. Se consideró que la deslealtad al
gobierno y a España fue precisamente del propio gobierno en 1936, contrario a
las ideas de los alzados en lo que se llamó
el Movimiento. Se aplicarían
sanciones en todo tipo de grados, desde lo económico a la ejecución, según los
casos. Las responsabilidades políticas serían juzgadas según un arbitrio
judicial no bien definido en sus límites, ya que este sería
"tan grande como
lo exige la complejidad de los actos y omisiones que han de juzgarse"
[5].
Tras estas leyes las
autoridades franquistas se veían en la necesidad de ir cubriendo una gran
cantidad de puestos vacantes y con mayor celeridad. Nuevas leyes del 8 y del 10
de febrero de ese 1939
[6] decían
cosas tales como: “
Es deseo del Gobierno llevar a cabo esta depuración con
la máxima rapidez y dentro de normas flexibles que permiten reintegrarse
rápidamente a sus puestos a aquellos funcionarios que lo merecen por sus
antecedentes y conducta, y, al mismo tiempo, imponer sanciones adecuadas, según
los casos, a los que incumpliendo sus deberes contribuyeran a la subversión y
prestaciones asistencia no excusable a quienes por la violencia se apoderaron,
fuera de toda norma legal, de los puestos de mando de la Administración”. Cada
expediente reunía una gran cantidad de documentación a completar, interrogatorios
y testimonios a veces complicados de conseguir al momento o en poco tiempo. Se
dedicó un gran esfuerzo y personal para lograr las depuraciones de forma
exhaustiva, pese a todo. Y ya que la educación privada, que era
mayoritariamente religiosa, no estaba sujeta a la depuración, se pasó desde
entonces a depurar también a este profesorado, por temor a que maestros de la
enseñanza pública se hubiesen pasado a esta educación para evadirse de su
proceso depurador. Como novedad, las personas depuradas podían presentar en
ocho días diversas propuestas que verificasen su buen comportamiento hacia el
Movimiento, por lo que el Tribunal, tras examinarlas, podía optar por: “
a)
Admisión sin imposición de sanción. b) Incoación de expediente para imponer la
sanción que proceda.” Las sanciones podían derivar en: “
Traslado
forzoso, con prohibición de solicitar cargos
vacantes durante un periodo de uno a cinco años. Postergación, desde uno
a cinco años. Inhabilitación para el desempeño de puesto de mando o de
confianza, y Separación definitiva del servicio. Las tres primeras sanciones
podrán imponerse aislada o conjuntamente según las circunstancias de cada caso”.
En caso de que las acusaciones fueran muy graves, como haber sido miembro
activo del Frente Popular, de la milicia, de una prisión política extrajudicial
(
cheka), haber delatado a gente del Movimiento, etcétera, el caso pasaba
posteriormente a otros tribunales, los de responsabilidades políticas, que
podían hacerle pasar torturas, penas largas de cárcel, o incluso la condena a
muerte. Se podía incurrir en las sanciones depuradoras por las siguientes
causas: “
Con carácter enunciativo y no limitativo, podrán considerarse como
causas suficientes para la imposición de sanciones, las siguientes: a) Todos
los hechos que hubieren dado lugar a la imposición de penas por los Tribunales
Militares o a la exigencia de responsabilidades políticas, con arreglo a la Ley
de este nombre. b) La aceptación de ascensos que no fueran consecuencia del
movimiento natural de las escalas y al desempeño de cargos y prestación de
servicios ajenas a la categoría y funciones propias del Cuerpo a que se
perteneciera. c) La pasividad evidente de quienes pudiendo haber cooperado al
triunfo del Movimiento Nacional no lo hubieran hecho, y d) Las acciones u
omisiones, que sin estar comprendidas expresamente en los apartados anteriores,
implicaran una significación antipatriótica y contraria al Movimiento Nacional.”
Estas leyes se completaron el 10 de Marzo con una ratificación legislativa más
donde se insistía en la necesidad de que todo cargo público lo ejercieran
personas con una moral netamente propia del Movimiento, asentada en Dios, patria
y Franco, luego cada familia añadiría sus asertos ideológicos particulares,
carlistas, alfonsinos proclives a don Juan de Borbón, falangistas,
ultracatólicos, etcétera
[7].
El
Archivo General de la Administración (AGA) conserva diecinueve expedientes de
depuración de profesores alcalaínos depurados entre 1939 y 1941. De los cuales
siete son hombres y doce son mujeres. Cabe citar la ausencia del expediente del
maestro
Pedro Martínez Magro como maestro en Alcalá de Henares.
Había sido condenado al ostracismo en su
depuración como maestro de Guadalajara
[8] y
posteriormente encausado en el proceso abierto en 1947 contra los presuntos
autores de la explosión del polvorín militar de Alcalá de Henares en Septiembre
de ese año. En 1948 fue fusilado junto a otras siete personas inocentes,
mientras unos ochenta encausados más eran encarcelados
[9]. Otro
caso particular es el del maestro y propietario de un pequeño colegio privado
llamado “El Porvenir de la Infancia”,
Francisco Pardina. No fue depurado
ya que al entrar las tropas franquistas en la ciudad, al ser el suyo un colegio
privado aún no se había creado la reforma legal ya citada por la cual los
maestros de la educación privada también se debían depurar
[10]. Otro
caso es el de
José García Gómez, del cual por dos veces en 1940 se pidió
su expediente por parte de la Comisión Depuradora del Magisterio de Madrid al
párroco de Alcalá de Henares, al Juez Militar y a otras instituciones de la
ciudad, sin que fuera entregado
[11]. Otras
destituciones que no cuentan con los expedientes en el AGA como expedientes de
depuración de maestros con plaza en Alcalá de Henares, aunque fueron maestros
de la ciudad, son los casos de
Fidela Ruíz Martínez, destituida en
octubre de 1940, el de
Ángela González Fernández, destituida en enero de
1941, o el de
Félix Herrero, también destituido en enero de 1941.
Tampoco aparece el expediente de
Juana Sánchez García,
maestra que sí figura entre los seis nombres
de los maestros que se encontraban en Alcalá de Henares antes de 1936 según el
escrito presentado por el alcalde de Alcalá de Henares ante la petición de la
Inspección de Primera Enseñanza
[12].
Los
diecinueve maestros depurados en Alcalá de Henares son: Ángel García Gómez (del
Partido Socialista Obrero Español, PSOE, y de la Federación de Trabajadores de
la Enseñanza
[13],
FETE), Moisés Calabuig Nieto (se afilió a la Confederación Nacional del
Trabajo, CNT, y tras 1939 a Falange Española Tradicionalista y de las JONS, FET
y de las JONS), Mariana Pelegrina Restroy (se afilió a CNT, tras 1939 fue de
FET y de las JONS), Flora Olmo García (sin filiación política o sindical
conocida), Griselda Velarde Hidalgo (sin filiación política o sindical
conocida), Julio López Carreño (FETE), Tomás Fernández Bayona (FETE), Enriqueta
de la Hoz Rojas (FETE, PSOE y Grupo Antifascista de Trabajadores de la Enseñanza,
GATE), Rafael Martín Merino (FETE), Beatriz Aquileta Pérez (sin filiación
política o sindical conocida), Anunciación Ruíz Guilarte (sin filiación
política o sindical conocida), Eugenio
Alonso Leonor (CNT, según el informe, y a la par del batallón de milicianos
de la FETE), Jesús González Martínez (adherido a la causa franquista),
Concepción Alonso Caballero (del Sindicato Único de Enseñanza, adherido a CNT),
Teresa Carmen Sánchez García (FETE), Enriqueta Bonet Muñoz (perteneció a la
Federación Universitaria Escolar, FUE), Ramona Gómez Reino (no se la interroga,
la avala La Falange), Antonia Natividad Altares Urquizo (FETE) y María del
Perpetuo Socorro Ruíz (sin filiación política ni sindical se declara adicta al
Movimiento Nacional de Franco, avalada por el comandante de artillería Gómez
Lucía, entre otros)
[14].
Los expedientes de depuración básicamente informaban
de los datos personales de los maestros a
depurar, de su ejercicio como maestro, los servicios que hubiera podido
prestar al Movimiento Nacional durante el inicio de la guerra, o en su defecto
si apoyó al Frente Popular o cualquier otra organización
de izquierdas, si bien omitió cualquier tipo
de acción en uno u otro sentido, sobre todo en cuanto a ayudar al Movimiento
Nacional, los emolumentos recibidos, los emolumentos extras y los premios
recibidos también durante la guerra y el porqué de ellos, las cotizaciones,
donaciones o ayudas voluntarias o forzadas que realizó, partidos políticos y
sindicatos a los que perteneció o simpatizó, si colaboró con Socorro Rojo,
Amigos de Rusia y otras organizaciones
“sovietizantes”, si había
pertenecido a la Masonería o por el contrario si había sido buen cristiano,
petición de declarar qué compañero de trabajo pudo estar implicado con
cualquiera de los posibles cargos condenatorios por la Ley de Responsabilidades
Políticas, avales de testigos e incluso si procedía un testimonio propio
escrito. Algunos expedientes se completan con otros documentos, según el caso,
aunque todos se suelen acompañar de una hoja con acusaciones e investigaciones
al sujeto realizadas días después de esas declaraciones. Posteriormente, y tras
un periodo de tiempo en que se estudió tal expediente, procede la hoja donde se
dictamina si se restaura el cargo, si se le aparta, si se le sanciona o si bien
pasa a otras instancias, tales como por ejemplo un Tribunal Militar para
someter al depurado a una Auditoria de Guerra, como fue el caso del maestro
Ángel García
[15].
De las depuraciones de Alcalá de Henares se encargó
en la misma ciudad la Comisión Depuradora del Magisterio de Madrid número 1. En
ella prácticamente ejercían mandos militares y de Falange. Aunque casi todos
los maestros de Alcalá de Henares salieron airosos gracias a determinados
testimonios de vecinos simpatizantes de los vencedores de la guerra, y que tal
vez testificaran a favor de sus vecinos por precisamente un sentido de
vecindad, hubo sancionados y un condenado a muerte. Los avales que recibieron
estos maestros solían corresponder en casi todos los casos a los del sacerdote Manuel Cervantes (que tenía cargos
religiosos en la iglesia Santa María la Mayor), José Utrera (sacerdote) y Lucas
del Campo (juez municipal). En algunos casos aparecen otros avales, como los de
guardia civiles, inspectores de zona de segunda enseñanza, otros sacerdotes,
obispos, algún cargo municipal determinado, e incluso en un caso particular la
madre del general Francisco Franco.
Las depuraciones de los maestros, como en el caso de
otras depuraciones de la época, fue tan maniática que incluso se realizó sobre
personas que ya estaban muertas. Hay tres casos: Griselda Velarde Hidalgo [16],
Rafael Martín Merino y Beatriz Aquileta Pérez. Destacaré los dos últimos casos.
Rafael Martín Merino y Beatriz Aquileta Pérez eran un matrimonio
de maestros. Ambos fueron confirmados en sus cargos en Noviembre de 1940, ellos
habían muerto en 1938. Él murió en Enero con 63 años, ella en octubre con 67.
Aunque él estaba afiliado a la FETE, el sacerdote Utrera declaró en su favor
alegando que su afiliación se debió al final de su vida para evitar
represalias, quizá quería exculparle, y no sólo piadosamente por estar ya
muerto, sino también porque Beatriz, que no estaba afiliada a la FETE, era
católica practicante. Los juzgó de derechas en su alegación avalándoles. Rafael
tenía una escuela propia que en ese mismo año de 1940 fue entregada a un
profesor nuevo, recién nombrado por el gobierno franquista, Andrés Avelino
Bonilla Aguilar, excombatiente franquista.
De entre los depurados vivos se depuraron a los que
no estuvieron en Alcalá de Henares durante la guerra, aunque eran maestros con
plaza vigente en la ciudad. Fueron siete casos: Jesús González Martínez
[17],
Eugenio Alonso Leonor, Antonia Natividad Altarez Urquizo
[18],
María Perpetuo Socorro Ruiz
[19],
Concepción Alonso Caballero
[20] y
Enriqueta Bonet Muñoz
[21]. Destacaré
el caso de
Eugenio Alonso Leonor. Joven y soltero, hizo prácticas de
profesor de septiembre de 1935 a Junio de 1936 en Alcalá de Henares. Vivía en
Madrid, donde le sorprendió la guerra. Ejerció de profesor al servicio de la
República, pero no en Alcalá. En Febrero de 1937 se afilió a la CNT. Había
intentado entrar en las milicias de la FETE, pero le declararon inútil. En Julio
le llamaron a quintas, no llegó a combatir. El 10 de agosto de 1937 era
detenido en San Lorenzo del Escorial por las tropas franquistas. Reconoció ser
de la CNT, pero hizo tal alarde de ideas de extrema derecha, usando su
filiación anarquista como una excusa para no sufrir represalia, que fue puesto
en libertad. Llegó a ejercer de sanitario en las tropas franquistas. Confirmado
y avalado en 1939 por varias autoridades de Falange, en 1940 fue confirmado
como maestro. Entre sus méritos de conducta se encuentran dos delaciones sobre
dos compañeros de Alcalá de Henares: contra el maestro Ángel García, del que
dice era presidente de la Casa del Pueblo de Alcalá, y contra Francisco
Navarro, por denunciar a un maestro de Falange, según su testimonio. Sin embargo,
él no había estado en Alcalá de Henares durante la guerra.
[1]
Los 27 puntos de Falange, norma programática del Estado, I
Consejo Nacional De Falange Española y de las JONS, octubre de 1934.
Consultable en: http://www.heraldicahispanica.com/XXVIpuntos.htm.
En su punto 23 se decía: “Es misión esencial del Estado, mediante una
disciplina rigurosa de la educación, conseguir un espíritu nacional fuerte y
unido e instalar en el alma de las futuras generaciones la alegría y el orgullo
de la Patria. Todos los hombres recibirán una educación premilitar que les
prepare para el honor de incorporarse en el Ejército nacional y popular de
España”. Este punto se completaba con el punto 24, donde se leía que se
dotaría de medios económicos para la cultura y educación de aquellos que “lo
merezcan” para tener “fácil acceso incluso a los estudios superiores”.
[2] Boletin Oficial del Estado, “Circular
de la Comisión de Cultura y Enseñanza. Depuración de la Enseñanza”, Burgos, 10
de diciembre de 1936.
[3] Boletín Oficial del Estado, 13 de febrero de 1939; publicado en:
María del Carmen GARCÍA NIETO, y Javier María DONEZAR, Bases documentales de
la España Contemporánea. La guerra de España (1936-1939), tomo X,
ed. Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1875, pp.: 396-402.
[4] La Ley de Responsabilidades Políticas señala culpables a todos los
miembros de partidos políticos, sindicatos, asociaciones o agrupaciones de
izquierdas, a quienes apoyaron de cualquier forma al Frente Popular en las
elecciones de Febrero de 1936, a los que entorpecieron el triunfo inmediato del
que llaman el Movimiento en Julio de ese año, a los que ayudaron, se
adhirieron, auxiliaron, provocaron, etcétera, a los contrarios al Movimiento, a
los que tuvieron cargos públicos con el gobierno del Frente Popular, a los que
estando fuera de España el 18 de Julio de 1936 no regresaron a la misma en dos
meses para ayudar al Movimiento, a los que, desde esa fecha, se cambiaron de
nacionalidad, y a una larga lista de enumeraciones que por acción u omisión
implicaba no haber hecho algo que favoreciera al alzamiento que desembocó en la
guerra. Al crearse la ley con carácter retroactivo desde 1934, legitimaba todas
las represiones que los franquistas realizaron
desde 1936, ya fuese de forma controlada o descontrolada.
[5] Quien fue encausado no tuvo garantías
legales de defensa alguna o de neutralidad del tribunal que les juzgase, a
pesar de que la ley afirmaba que sí. Los tribunales eran compuestos por
miembros del Ejército, de la Magistratura y de Falange Española Tradicionalista
y de las JONS. Se tenía sentencia en muchos casos antes incluso de que se celebrara
el proceso. Normalmente ese proceso apenas ocupaba unos minutos y era común
celebrarlo de forma sumaria sobre conjuntos de personas en general.
[7] Para este apartado: John LYNCH (dir.),
Charles S. ESDAILE y Anthony BEEVOR, El fin de la Monarquía. República y
Guerra Civil, tomo XVIII, ed. Centro editor PDA, Madrid, 2007; Javier
PAREDES (coord.), Historia Contemporánea de España (siglo XX), ed.
Ariel, Barcelona, 1998; y Hugh THOMAS, Historia de la Guerra Civil,
tomos I y II, ed. Ruedo Ibérico, París-Valencia-Barcelona, 1976.
[8] Pedro Martínez Magro era alcalaíno, pero
obtuvo su título profesional de maestro para Guadalajara, por lo que no figura
como maestro de Alcalá de Henares. Antes de ejercer su primer cargo de profesor
estalló la guerra, fue movilizado por el ejército de la República, llegando a
ser oficial e incluso Secretario General del Partido Comunista Español (PCE) de
Alcalá de Henares. Fue encarcelado tras la guerra y destituido como maestro
tras ser depurado. Al ser liberado trabajó en la fábrica Forjas de Alcalá,
donde coincidió con el trágico accidente del polvorín, del que fue uno de
los acusados. La acusación era falsa, ya
que la explosión se debió a un accidente, como las investigaciones militares
del momento ocultaron.
[9] Julián VADILLO MUÑOZ y Alejandro REMESEIRO, La explosión del polvorín
de Alcalá de Henares (1947), ed. Foro del Henares, Alcalá de Henares, 2009;
también en Urbano BRIHUEGA MORENO, Nacarino (historias de la guerra, de las
cárceles, de Alcalá…), Alcalá de Henares, 2007.
[10] Pardinas fue perseguido y represaliado,
estaba señalado por la prensa y ciudadanos de la ciudad desde la primera década
del siglo XX a costa de la laicidad de su escuela. Murió sin poder ejercer de
maestro de nuevo el resto de su vida, aunque lo hizo de forma encubierta en su
casa. Prácticamente se podría decir que acabó en la miseria. Le salvó de males
mayores tener un hijo falangista
[11] El problema estaba en que José García Gómez
fue incapaz de presentar su título de maestro, por lo que definitivamente no se
le pudo depurar al no figurar como maestro, fue sustituido por Feliciano
Barquero Sánchez tras el mes de abril para atender a sus alumnos. Las
circunstancias de la guerra habían hecho desaparecer sus créditos oficiales de
su profesión, lo que hizo que tras la guerra no pudiera ejercer, ni tampoco ser
depurado como maestro.
[12] Urbano BRIHUEGA MORENO, La instrucción pública en Alcalá de Henares.
El periodo entre Repúblicas 1873-1939, ed. Fundación Colegio del Rey,
Alcalá de Henares, 2005. En esta misma referencia, aparte del nombre de Juana
Sánchez García, aparecen los nombres de Moisés Calabuig, Mariana Pelegrina,
Julio López Carreño, Flora del Olmo y Jesús González.
[13] La FETE es una federación estatal sectorial
de la Unión General de Trabajadores (UGT).
[14] Todos los documentos con estos casos se encuentran en el Archivo General
de la Administración (AGA) con la SIGNAGA topográfica: 05.001.030 en las ubicaciones con signatura respectiva de los profesores
por orden de mención en el párrafo de esta investigación: 32/13107, legajo 455,
expediente 9; 32/13107, legajo 455, expediente
53; 32/13107, legajo 455, expediente 52; 32/13107, legajo 455, expediente 46;
32/13107, legajo 455, expediente 50; 32/13106, legajo 454, expediente 56;
32/13112, legajo 459, expediente 20; 32/13112, legajo 459, expediente: 26;
32/13112, legajo 459, expediente: 56; 32/13112, legajo 459, expediente: 54;
32/13113, legajo 460, expediente: 3; 32/13112, legajo 453, expediente: 23;
32/13130, legajo 473, expediente: 22; 32/13136, legajo 477, expediente: 8;
32/13137, legajo 478, expediente: 24, 32/13142, legajo 481, expediente: 29;
32/13144, legajo 482, expediente: 48; 32/13150, legajo 488, expediente: 30.
[15] Los procesos de depuración incluían
cuestionarios a modo de interrogatorio llevado a cabo por la autoridad del
lugar, normalmente militar o falangista. Indagaban en la vida profesional, los
emolumentos, las afinidades ideológicas y religiosas, las filiaciones y la vida
particular privada y pública de la persona a depurar. El depurado podía
presentar avales de buena conducta en un plazo de ocho días, estos debían ser
corroborados por testimonios de testigos o bien de avales de alguna autoridad
del Movimiento, como los sacerdotes de la localidad donde vivía tal persona.
Algunos casos podían ser revisados, lo que hacía que se prolongaran los
procesos depuradores. El cuerpo de maestros de Primera y de Segunda Enseñanza
ya estaba prácticamente depurado en su totalidad hacia 1944, pese a que se
encuentran aún casos incluso en los últimos años de la dictadura sobre los años
1970 e incluso nuevos apuntes legislativos sobre lo mismo.
[16] Griselda Velarde Hidalgo fue una
mujer joven que había sido profesora interina en Alcalá desde mayo de 1936. En
Junio fue graduada maestra número 1. Al comienzo de las vacaciones de verano,
en Julio, que coincidió con el estallido de la guerra, aprovechó para irse a
Castuela (en Badajoz), estaba enferma y allí tenía a su familia. Supuestamente
murió entonces, aunque cuando se le abrió el expediente de depuración el 11 de
mayo de 1940 no se podía confirmar con total seguridad. En Junio de 1939 se
la juzgó de buena conducta. El 30 de
septiembre de 1940 se la confirmaba en su cargo de maestra.
[17] Jesús González Martínez era maestro
de Alcalá hasta el 12 de Julio de 1936 (de 1927 a 1934 lo había sido en Burgo
de Osma). En esa fecha se había marchado a Burgos de vacaciones, donde le
sorprendió la guerra el 18 de Julio. Pertenecía a la ideología de la extrema
derecha según su expediente, aunque no estaba afiliado ni a partido político ni
a sindicato. Fue secretario de la Junta Local de Subsidio al Combatiente y
maestro en Covarrubias. Le avalaron curas y obispos. Confirmado en 1940 como
maestro.
[18] Antonia Natividad Altarez Urquizo era
maestra desde 1910. Se había ido a Navarra en Julio de 1936, donde le
sorprendió la guerra. Ejerció de profesora allí, en zona republicana. En marzo
de 1937 se había afiliado a la FETE. En algún momento debió ser integrada en la
zona de los alzados. Su comportamiento dentro de la España franquista debió ser
intachable, ya que recibió varios avales religiosos y ni siquiera llegó a ser
interrogada. Sin embargo no fue rehabilitada como maestra hasta 1941.
[19] María Perpetuo Socorro Ruiz era
profesora en prácticas desde Julio de 1936, aunque estuvo dando clases en el
curso 1935-1936. Su ideología política y social era de derechas según su
expediente. En octubre de 1937 alegó una enfermedad hepática para poder ser
trasladada a Madrid. No se sindicó en ningún sindicato ni se afilió a partido
alguno. Sólo cumplió con las entidades de la República a las que se veía más
obligada. Pero no declaró ser obligada en un primer interrogatorio, sí lo hizo
en otro días después. Eso se sumó a una confusión acerca de la ubicación de su
domicilio, no coincidía entre su primera declaración y la segunda. Generó dudas
entre sus interrogadores. Es llamativo que no delatara en nada a Ángel García
ni a Enriqueta de la Hoz en un primer momento, a los cuales todos los maestros
declarados de derechas les habían marcado ya, lo hizo en el segundo
interrogatorio unos días después. El sacerdote Utrera y otras autoridades
alcalaínas franquistas no la avalaron, alegando que no la conocían por haberse
ido a Madrid. Lo cierto es que no ejerció de profesora desde 1938 y que un
comandante de artillería y varias profesoras sí la avalaron. Fue confirmada
como maestra en 1941. A falta de pruebas en uno u otro sentido se la terminó
juzgando “de buen comportamiento”.
[20] Concepción Alonso Caballero tenía 24
años en 1936. Había sido profesora desde 1934 y cesante de Junio de 1936 a
Junio de 1938. Pasó la guerra en Zaragoza, donde le sorprendió, tal vez también
estuvo en Madrid. La llamaron para ejercer de maestra en Corpa, no se presentó,
lo hizo en la misma Zaragoza. Fue llamada para ser profesora en Caspe, no lo
aceptó. Definitivamente la llamaron de Alcalá de Henares en mayo de 1938.
Aceptó el cargo y tomó posesión de la escuela que le correspondía. Se afilió a
CNT en Julio de 1938, en el Sindicato Único de Enseñanza (SUE), sólo por tres
meses, ella declaró que fue expulsada por no propagar sus ideas en la escuela y
declaró ser religiosa. Podría ser un truco para librarse de la represión
franquista. Comentó ideas ambiguas entre la derecha y la izquierda a juicio de
algunos vecinos de Alcalá que sí eran de derechas, no hay que olvidar que ella
tenía algunas ideas religiosas. Abandonó la escuela, según sus interrogadores,
aunque la verdad es que se entregó en Madrid el 4 de abril, tres días después
del final oficial de la contienda. Aún con todo, los rumores de la ambigüedad
de aquellos comentarios le valieron ser confirmada como maestra en 1940. Hubo
dudas.
[21] Enriqueta Bonet Muñoz era joven y soltera. Su expediente afirma
en 1940 que tenía 23 años, pero posiblemente sea un error de mecanografía y se
refiera a 32 años, lo que la pondría con 28 años en 1936, ya que ella aprobó
las oposiciones a profesora en 1932. Se sabe que ejercía de profesora en Alcalá
de Henares al menos en el curso 1935-1936. Pero no se reintegró a él tras
estallar la guerra. Ella afirmó que su título de profesora pertenecía a Madrid
y no a Alcalá. Estaba en El Escorial, donde firmó adhesiones a la República, según
ella para salir del paso. Afirmó repugnar a sus compañeros de trabajo en
Alcalá. Había intentado irse al extranjero, no lo logró. Sus problemas con la
República, según sus declaraciones de 1940, comenzaron al solicitar traslados, al
negarse a dar donativos o haberes a la República y cuando su novio belga se
alistó a favor de Franco. Había tejido jerséis para milicianos, según ella para
salir del paso una vez más. La petición de las excedencias médicas las hacía
para evitar los donativos al gobierno, aunque afirmó que le descontaron dinero “los
rojos”. Afirmaba ser perseguida por la policía republicana. La excedencia
médica, aún con todo sí se le concedió, en Junio de 1938, se enteró en Valencia,
donde se había marchado en octubre de 1937, lugar por excelencia de muchos
republicanos que huían de los principales lugares de batalla y bombardeo. Vivió
en Villamarcha. Desde allí ayudó a evacuar niños y a organizar colonias
infantiles. Todo esto no hacía más que levantar sospechas entre los
depuradores, pese a sus palabras que la dibujaban a si misma como franquista.
Peor aún fue cuando se descubrió que había pertenecido a la Federación
Universitaria Escolar (FUE), una de las organizaciones que durante la República
habían llevado la cultura a los pueblos de España, haciendo uso de los programas
de la izquierda para llevar a cabo misiones pedagógicas. Se la acusó de ser de
la farándula (los actores y artistas estaban considerados también responsables
de la guerra). Ella negó rotundamente ser de la FUE ni haber actuado jamás en
la farándula. El sacerdote Utrera no la confirmó, decía no conocerla. Un
telegrafista y un arquitecto sí la confirmaron en su intento de irse al
extranjero. Se alegó una discusión pública que tuvo con una tía suya que era
una conocida comunista entre sus vecinos. Aunque no delató a nadie y existían
dudas, su versión fue aceptada definitivamente, por lo que fue confirmada en su
cargo de maestra en 1940.