Diversidad Diacrítica, ya sabéis ese blog donde unas 20 personas compartimos visiones del mundo y la vida a través de fotografías, realizó el I Encuentro de sus miembros en Madrid, en Noviembre del año pasado, después de muchos meses (quizá un año, no recuerdo) de no conocernos muchos de los componentes en persona. No pude ir, ya que coincidió con la muerte de mi abuela paterna, Eugenia. Ahora se realizará el II Encuentro de Diversidad Diacrítica en Barcelona, los días 1 y 2 de Marzo. Su principal impulsora es Lena, en ambos encuentros. Hará acto de presencia hasta una de las dos componentes americanas del grupo, Liliana, que viene desde Argentina. Yo acudo a la cita, pero como el lobo estepario que más de una vez he sido y soy, me adelanto y salgo de Alcalá de Henares mañana. Mañana en la madrugada habré partido a Cataluña, donde los días previos al encuentro me dedicaré a conocer a ciertas personas que han colaborado con La Botella Vacía y a saciar por un tiempo algunas cuentas pendientes conmigo mismo como si fuera un personaje de road movie. No descarto pasar en algún momento por el blog, pero en principio no regreso hasta el día 3 como mínimo (salvo que, como digo, pase en algún momento por estas páginas). Un saludo y que la cerveza os acompañe.
Este es un blog de un escritor cervecero que pretende hablar de él, de Historia, de sus ídolos, de sus paranoias propias, mostrar sus escritos... pero en definitiva son informes de un espia en el bar.
lunes, febrero 25, 2008
sábado, febrero 23, 2008
NOTICIA 411ª DESDE EL BAR: NO, JE NE REGRETTE RIEN
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Ni del bien que me han hecho, ni del mal
Todo eso me da lo mismo
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Está pagado, barrido, olvidado
Me da lo mismo el pasado.
Con mis recuerdos
Yo prendí el fuego
Mis tristezas, mis placeres
Ya no tengo necesidad de ellos
Barridos mis amores
con sus trémolos
barridos para siempre
Vuelvo a partir de cero.
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Ni del bien que me han hecho, ni del mal
Todo eso me da lo mismo
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Pues mi vida
mis alegrías
hoy
comienzan contigo...
EDITH PIAF ("No, je ne regrette rien", 1961, Edith Piaf en el Olympia)
No, no me arrepiento de nada
Ni del bien que me han hecho, ni del mal
Todo eso me da lo mismo
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Está pagado, barrido, olvidado
Me da lo mismo el pasado.
Con mis recuerdos
Yo prendí el fuego
Mis tristezas, mis placeres
Ya no tengo necesidad de ellos
Barridos mis amores
con sus trémolos
barridos para siempre
Vuelvo a partir de cero.
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Ni del bien que me han hecho, ni del mal
Todo eso me da lo mismo
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Pues mi vida
mis alegrías
hoy
comienzan contigo...
EDITH PIAF ("No, je ne regrette rien", 1961, Edith Piaf en el Olympia)
Tremenda canción, con una idea parecida a la de Sinatra, "My way". En mi casa no tengo la canción original de Piaf, sino una versión en concierto muy ajustada a la original, cantada por Cassia Eller, la cual fue una cantante y rockera brasileña bisexual que murió muy joven a causa de sus excesos con drogas y alcohol, y por un medicamento que tomaba desde los 20 años que le malformó el corazón hasta producirle tres paros cardiacos el día de su muerte.
Puede que esta canción sea una de las canciones de la banda sonora de mi vida. De uno de sus capítulos más delicados. Tal vez en voz de Eller más que en la de Piaf. Ayer la recordé al ver La Môme en la XII Muestra de Cine y Música. Luego, ineludible, sonaría My Way de Sinatra. Sí, sonaría rock y cosas así en esa banda sonora, pero hay capítulos que siempre tienen su música más precisa para explicarlos.
Encontré la traducción en el blog Sigo Siendo el Mismo.
miércoles, febrero 20, 2008
NOTICIA 410ª DESDE EL BAR: OTRO PREMIO PARA LA SERIE DE LOS '30
Hace unos días Fle me daba un premio por el recientemente publicado en este blog el relato largo "Los '30" (o "mini mini novela o mínima novela", que diría el escritor Emilio Sola), en 10 capítulos desde la Noticia 397ª a 406ª. Tal premio lo recogí en este blog en la Noticia 407ª. Ahora, Liliana, desde Argentina, me concede otro premio con el homenaje que me hace desde su blog de cinematografía, Kinephilos. Doy gracias a las dos y gracias a los lectores. No esperaba la acogida que ha tenido, pero bienvenida sea. Me siento reconfortado y creo que hasta me ha crecido más pelo desde que he escrito ese relato por entregas. Un saludo y que la cerveza os acompañe.
martes, febrero 19, 2008
NOTICIA 409ª DESDE EL BAR: VIVA LA LIBERTAD (2 post encadenados)
1:
Hace unos días llamaron a mi puerta preguntando por mi nombre. Cuando me identifiqué me dijeron que abriera porque era la policía. Bueno, el no tener sexo con pareja en bastante tiempo implica que no estuve con ninguna menor de edad sin saberlo. Trabajar en la Vaca Flaca cubriendo los turnos de Vaho (hasta la semana pasada, vuelvo a ser libre los fines de semana) implican que no tuve tremendas juergas... bueno esa noche pasada sí, en el amanecer en el Kahuna. No recuerdo portar armas en los últimos tiempos y, en fin... la policía subía las escaleras el pasado Sábado hacia mi puerta. Parece ser que me tocó ser primer suplente de mesa electoral de una serie de bloques de vecinos de mi barrio para las elecciones generales del 9 de marzo. Bueno, un día de trabajo, mal pagado eso sí; 60 euros sólo si llegado el día tengo que ejercer de presidente por ausencia del citado presidente... que dividido entre el cerro de horas que supone el día electoral, y según cálculos de chico gris, toca a unos 3 euros con algo la hora, ya que son un promedio de 16 a 17 horas de trabajo electoral.
Bueno, un trabajo de un día malpagado, es como trabajar para una Empresa de Empleo Temporal, o como una buena metáfora de los últimos 10 ó 12 años del aumento de ese empleo en nuestro Estado. Aunque no me importa ejercer de tal, simpatizo con el anarquismo pero desde la opción del "maurinismo" o el "garcíaoliverismo" compatible con la idea de la necesidad de un partido obrero para el cambio de la sociedad, sí que me siento incómodo con la idea de colaborar con una monarquía, aunque sea parlamentaria, me sentiría mejor con una República. En todo caso, iré, sobre todo porque me lo tomo como un trabajo, y necesito dinero, y también porque al menos no es una monarquía parlamentaria tipo Alfonso XIII. Pero es cierto que, teniendo en cuenta que en España está legalizado ser republicano, anarquista, anarcosindicalista o hasta fascista, carlista o nacionalista independentista, miré si existía la objección de conciencia para ejercer tales cargos electorales. Vaya, encontré otra mentira de nuestra tan proclamada "libertad española". Aunque puedes ser de las opciones anteriormente citadas, debes colaborar por obligación con la monarquía parlamentaria de la rama de Juan Carlos de Borbón, ya que de otro modo tienes de 15 a 30 días de privación de libertad (entiendo que es cárcel o arresto domiciliario, hay un vecino de unos 40 años que me contó que hace muchos años él no se presentó y estuvo tres días en el calabozo) más multa de 2 a 12 meses. No hay posibilidad de objección de conciencia. Y a eso es a lo que llaman un gobierno de libertad.
2:
Claro que un gobierno donde hay menos libertad de manera abismal en comparación con España es la dictadura de Fidel Castro en Cuba, que parece ser hoy nos anuncian va llegando a su fin. Castro, desde su vejez más convaleciente, dice en Granma que ya no será más presidente de Cuba ni nada de nada, que se jubila... Yo más bien creo que se está muriendo y que cada vez es más una copia del final de Franco en España. Es cierto que al comienzo de su gobierno, cuando no gobernaba, Cuba padecía una dictadura conservadora de manos de Batista, apoyada por Estados Unidos, y que venía de otros gobiernos que incluso habían intentado la eugenesia de la raza negra (esterilizar a los negros), por ejemplo. Castro y su guerrilla, muy apoyada en su momento, acabó con aquello. Es cierto que Castro al principio no sabía si ser comunista o democracia al estilo occidental. Es cierto que el primer año de revolución (1959 -1960) el presidente de Cuba ni siquiera fue él, y que era de transición. Pero es cierto también que Estados Unidos intentó matar a Castro, que Castro giró al comunismo soviético. Que se instauró una dictadura que incluso le enemisto con "Che " Guevara. Que intentó instalar misiles nucleares en la isla. Y que, si bien la revolución cubana tuvo algunos logros, como en el campo de la medicina o la educación, y que estos se han mermado mucho con el bloqueo americano a la isla, lo cierto es que su dictadura no deja de ser una dictadura que ha ejecutado, torturado y encarcelado a disidentes políticos (tanto de derechas como de izquierdas), gente que sólo quería salir del país, intelectuales que cuestionaron el castrismo, homosexuales, y demás, aparte de ser uno de los principales refugios de grupos terroristas que simpatizan con Castro, entre ellos ETA (la triste realidad es que varios etarras escaparon a la extradición gracias al amparo cubano). ¿Y lo que venga después de Castro? No será violento. Castro lleva tanto tiempo agonizando que la sociedad cubana no encontrará su final como un impacto, lo tomarán con relativa calma, aunque pueda haber episodios violentos, igual que en España. Lo único que realmente pudiera violentarlo todo podría ser una previsible invasión norteamericana (a juzgar por la ley Helms-Burton de bloqueo), que quizá ocurra de volver a ganar los conservadores las elecciones de este año. Si ganan los demócratas en la Casa Blanca, y sólo si estos se encabezan por Obama, hay muchas posibilidades que sea como otro Carter, y no tienda ejércitos sino puentes de amistad.
Se va Castro... pues que se vaya.
domingo, febrero 17, 2008
NOTICIA 408ª DESDE EL BAR: XII MUESTRA DE CINE Y MÚSICA
Pues sí, ya comienza la XII Muestra de Cine y Música de Alcalá de Henares, y como todos los años desde que existe garantizo mi presencia en algunas de las proyecciones. Sobre las Muestras X y XI ya hablé en este blog, pero no los voy a linkear, asíque os invito a recurrir al historial de meses de los link de la columna derecha de la pantalla y así, los más interesados, os enterías un poco de su historia, y lo que han venido proyectando hasta ahora. En estos momentos, y tras un fin de semana entre el trabajo y el etilismo festivo de una despedida (viernes en el Kahuna), y un cumpleaños (sábado en el Flamingo y Vaca Flaca), sólo me dispongo a decir los datos técnicos (por cierto, por si hay alguno que lo piense, asisto a cine y esporádicamente a teatro o conciertos, de forma más habitual de lo que alguien podría pensar leyendo el blog, sólo que prácticamente no comento nada sobre ello en los posts).
Veámos. La XII Muestra se hará un año más en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares. Al ser una Muestra de Cine la entrada general es de 3 euros, y los socios del Cine Club alcalaíno: 1 euro. Organiza El ayuntamiento de Alcalá de Henares, Fundación Colegio del Rey y la Universidad de Alcalá de Henares. Las proyecciones son en versión original, con subtítulo la que lo necesite. Este año la Muestra vuelve a dejar fuera a películas antiguas documentales o conciertos de rock. Digo yo que, aunque la ciudad hace otras muestras y el festival de cine, al ser año a año les daría tiempo a localizar, solicitar y reservar los films de los clásicos, o cuando menos a alquilar un proyector de cine de los modernos, esos que proyectan cd's. (Y me falta rock) Sea como sea esto es lo que habrá:
Miércoles 20 de Febrero, 18:30 h: Media Luna (Niwemang), [Irán , Irak, Austria Y Francia], 2006. Sobre el concierto de unos exiliados irakíes que obtienen permiso para tocar en el Kurdistán.
Miércoles 20 de Febrero, 21:00 h: Cuatro Minutos (Vier Minuten), [Alemania], 2006. Una profesora de piano en una cárcel descubre el talento de una joven presa.
Jueves 21 de Febrero, 18:30 h: La Última Nota (La Tourneuse de Pages), [Francia], 2006. Una niña superdotada fracasa en un examen de piano cuando su examinadora, famosa, no la presta atención. Abandona la música y años después debe ejercer de ayudante de bufete del marido de aquella famosa.
Jueves 21 de Febrero, 21:00 h: ONCE [Irlanda], 2006. Sobre un joven músico ambulante.
Viernes 22 de Febrero, 18:30 h: El Silencio antes de Bach (Die Stille vor Bach), [España], 2007. Aproximación a Bach.
Viernes 22 de Febrero, 21:00 h: La Vida en Rosa: Edith Piaf (La Môme) [Francia, República Checa y Reino Unido], 2007. Garantizo como mínimo mi presencia en esta. Sobre la vida de la cantante Edith Piaf. Biopic.
Sábado 23 de Febrero, 18:30 h: Fados [Portugal y España], 2007. Documental sobre el nacimiento del fado.
Sábado 23 de Febrero, 21:00 h: Hairspray [USA], 2007. Una bailarina enorme desea bailar sobre todas las cosas, aunque sólo la ofrecen puestos en grupos de moda, lo que le crea conflictos relacionados con el proteccionismo materno que sufre.
Domingo 24 de Febrero, 18:30 h: Last Days [USA], 2005. Un artista introspectivo sufre ser famoso. Durante un paseo por el bosque encuentra un manantial cuya agua transforma mágicamente su vida al día siguiente, donde tiene que vivir sus últimas horas de vida.
Domingo 24 de Febrero, 21:00 h: Leonard Cohen: I'm your Man [USA], 2005. Documental sobre este gran músico. Posiblemente también garantice mi asistencia a esta.
viernes, febrero 15, 2008
NOTICIA 407ª DESDE EL BAR: EL FIN DE LA SERIE DE LOS '30
Pues con la publicación de los episodios de Chico Gris, Pilar M. Clares y Juan Cosaco se acaba la mininovela serial sobre los años 1930', a partir de personajes que los lectores habituales solicitaron ser en dos o tres líneas que me escribieron para que los desarrollara. Gracias a los que colaboraron. Ahí os dejo esas tres historias para el fin de semana. Si alguien que la haya leído al completo quiere darme su opinión o preguntarme en plan periodista este es el post.
Por cierto, la serie recibió el premio de la izquierda de manos de Fle. Yo se lo paso al Doctor Spwalding, por regresar a la blogosfera tras estar mucho tiempo desde las sombras.
Un saludo y que la cerveza os acompañe.
NOTICIA 406ª DESDE EL BAR: LOS '30 DE PILAR M. CLARES Y JUAN COSACO
1 de Agosto de 1979
Querida Quiros:
Con esta carta creo contestar toda aquella información que me pediste para tu libro. De todos modos nos veremos dentro de un mes, como cada año. Creo que para esa fecha habrá nacido ya tu pequeño, así que iré yo a veros y no vosotros a mí. Déjame hacerlo así, porque estarás recién parida y yo no voy a aceptar otra forma. Hablé por teléfono con Eric hace unos días y él sabe qué iré yo, él también cree que es lo mejor. Tal vez pueda contestarte en persona todo aquello que te siga interesando para tu libro. Aunque me consta que no soy tu única fuente de información. Sería muy pretencioso serlo, y muy egoísta, y ya soy muy viejo para ser ambas cosas, aunque algunos otros viejos lo sean.
Hoy te mando una fotografía que he conservado muchos años conmigo. Me la dieron en Enero de 1939. Lo recuerdo muy bien, porque fue cuando abandoné España para jamás poder regresar hasta 37 años después. Me la dio una maestra sevillana de Instrucción Primaria. Sólo la conocí unos cinco o diez minutos y jamás he olvidado nuestro encuentro. Se llamaba Pilar M. Clares.
La Batalla del Ebro, la más sangrienta de todas las batallas libradas en nuestro suelo, ocurrió en Noviembre de 1938. La República estaba sola ya prácticamente frente a los fascistas. Había alguna ayuda soviética, sí, pero aquella gran apuesta donde se jugaba el todo o nada no resultó bien. El Ebro se llenó de cadáveres en putrefacción y de gente que bebía sus aguas. Los campos no eran un mejor espectáculo. Todo lo perdimos en el Ebro. Cuando perdimos aquella batalla hasta los soviéticos comenzaron a marcharse, por entonces no sabíamos que Stalin pactaba con Hitler no agredirse entre ellos, aunque los que habíamos sufrido la represión comunista siendo también defensores de la República y la revolución sólo fue una confirmación de lo que esperábamos… No creo que Stalin quisiera una revolución en España, quería otra cosa, tiempo para sí, para la URSS, quizá ventajas estratégicas si se lograba la victoria, pero nada más. Si hubiera puesto el mismo énfasis en aquella batalla del Ebro que el que puso en eliminar a los milicianos no comunistas… El presidente Negrín, del PSOE, desde aquel fracaso sabía que España estaba perdida, su única apuesta era precipitar la guerra mundial y causarla por la guerra en España, pero no logró ninguna intervención del resto de países, que sin embargo en septiembre de 1939, a cuatro meses de la fecha oficial del final de aquella guerra sin final, entraban en guerra por la invasión de Polonia por los alemanes. Nuestros militares estaban desmoralizados, pero las milicias seguían combatiendo.
En pocos días los franquistas llegaron al Mediterráneo. El desplome del frente había sido total. España estaba dividida en dos zonas. Madrid estaba más incomunicada que antes sin la conexión con Barcelona, y Barcelona igualmente sin la conexión con Madrid. Sin embargo las tropas republicanas lograron evitar que los franquistas avanzaran a Valencia, donde estaba el gobierno, ni hacia Madrid. Por ello, los franquistas avanzaron hacia Barcelona, que es quizá la ciudad más moderna de España desde siempre. Como una segunda capital. El triunfo moral que les supondría entrar allí iba a darles a los golpistas mucha fuerza si lo lograban. Y lo lograron. Yo estaba en esa zona de Cataluña. Los soldados no eran capaces de parar el avance de los golpistas, los milicianos estaban desilusionados ante las represiones sufridas de manos de los comunistas y muchos ya no combatían, no sentían propia la causa republicana. La gente civil huía hacia Francia.
Llamaba al diario cada mañana. Pero no había nadie en “El Amanecer”. La redacción de mi diario, querida Quiros, fue bombardeada en Madrid en los primeros días de Enero de 1939, con lo que yo mismo estaba más incomunicado que nunca. No encontré a nadie. Me quedé en Barcelona el tiempo que pude montando barricadas mientras intentaba localizar desde allí a alguien del periódico en Madrid. Las comunicaciones se cortaron y un día comenzaron a llegar montones de soldados en desbandada yendo hacia Francia. Abandonaban el frente desobedeciendo órdenes, pronto llegarían los que lo hacían obedeciéndolas. La gente lloraba y saturaba todos los camiones y coches que encontraban. Era el final y todos temían una represión como la de Málaga, que por su resistencia en los primeros momentos de la guerra había sufrido unas tres mil ejecuciones cuando entraron los golpistas. No obstante en Barcelona se daban cita varios de los más odiados enemigos que tenía Franco, nacionalistas catalanes, anarquistas, trostskistas, comunistas, intelectuales, y parte del gobierno republicano, pese a que principalmente este estuviera en Valencia. Barcelona cayó en manos de Franco el 26 de Enero, el miedo y el horror se la entregó casi sin lucha, la gente huía hacia Francia. Yo también.
El Invierno era muy frío y la gente avanzaba en cualquier tipo de transporte en largas filas hacia los Pirineos. Aunque había mucha gente que iba andando, con lo poco que pudo salvar de sus pertenencias o sin ellas. Algunos no tenían buen calzado para aquella marcha, ni mucho menos para el frío invernal de esas montañas. De vez en cuando aparecían aviones golpistas y disparaban sus ametralladoras contra la gente que intentaba escapar de la barbarie que se presentía venir. Franco negó años más tarde que fueran órdenes suyas, se lo achacó a los NAZIS, era fácil hacerlo cuando Hitler perdía la guerra y sobre todo cuando se suicidó en Berlín, pero era Franco la máxima autoridad militar en España. Los militares republicanos que iban en esa columna humana a veces trataban de ganar tiempo y se retenían a disparar contra el avance de los golpistas, pero era batalla perdida. Muchos hombres llevaban sus armas consigo con la idea de embarcarse en Francia hacia Valencia e ir a Madrid a proseguir la lucha. Pero no sabían que los guardias franceses de la frontera impedían entrar armas y exigían su entrega, para no devolverlas jamás al gobierno legítimo de Negrín. Tampoco sabíamos que acabaríamos en campos de concentración, donde murió mucha gente por las malas condiciones que nos dieron, y en parte también por el trato, ya que varios de los encargados franceses de esos campos eran simpatizantes de Hitler que acabarían colaborando con él unos meses después entregándole Francia y a sus compatriotas que no simpatizaban con los alemanes.
Durante aquella marcha tan dura oí los lloros de una mujer recostada en un lado del grupo de gente. Yo iba caminando casi al final de la columna. Nadie la hacía caso, todos querían llegar a Francia cuanto antes. Me paré a ayudarla a continuar andando. Pero me pidió que continuara. Ella era Pilar M. Clares, aquella profesora de Instrucción Primaria, querida Quiros. Su calzado debía haberse roto hacia tiempo y se había envuelto los pies en trapos. No lo hizo muy bien y tenía los dos pies sangrando. Estaba muy cansada y lo peor es que su moral de salvación había desaparecido. Quise montarla a mis espaldas, era una locura, pero no quería dejarla allí, donde podría morir de frío o por los lobos. Ella misma sabía que moriríamos los dos si lo hacía. Insistió en que no lo hiciera, no quería abandonar su hatillo, por otra parte. Cargué con ella y el hatillo unos metros, pero era ciertamente costoso y tuve que parar mientras se alejaba de nosotros el final de la columna de gente que huía. Lloró un rato y secándose las lágrimas me pidió que sacara una caja de madera del hatillo. La saqué y se la di. De ella sacó esta foto que te mando. Se la dio en Sevilla hacia mucho tiempo un fotógrafo extranjero. Eran unos niños jugando entre unas ruinas, uno de ellos cojo. Me dijo que esa es la España que dejaba atrás y me pidió que la conservara por ella, porque esa foto significaba mucho en su vida. Le cogí la foto comprendiendo que aquello era una despedida en lo que realmente me pedía era salvarme yo y dejarla a su suerte a ella, quizá esperando que los golpistas la encontraran y así intentar salvarse de algún modo. Guardaba la foto en uno de mis bolsillos cuando de repente oí un disparo. De aquella caja de madera había sacado un pequeño revólver y había disparado contra su cabeza. Pilar M. Clares ocultaba aquel arma como aquel Larra que guardaba con la que se suicidó él en otra caja igual. La sangre inocente de aquella mujer manchaba la nieve y se expandía. Todo estaba siendo una locura. Lo comprendí entonces. Era una locura, querida Quiros. Una locura.
Intenté alcanzar a la columna de gente lo más rápido que pude, cuando me torcí un tobillo. Estuve un tiempo intentando recuperarme, el frío no ayudaba. Avancé mal y torpe por un tiempo. Me caía y debía parar. Me torcí el tobillo una segunda vez. Estaba solo. Me invadió el horror y la desesperación cuando comencé a oír el “Cara al Sol” de lejos, según las ráfagas del viento. “Cara al sol con la camisa nueva…” Y aún a veces también se oía un tétrico “al fin llegó la vendimia…” Intenté levantarme como pude, y avanzar todo lo que pude, cuando sufrí una caída por un desnivel del terreno. Mi terror me había hecho perder todo tipo de precaución. Subí el terraplén y cuando estaba arriba me di cuenta que no tenía conmigo pistola “Star” al comprobar que aún tenía la foto. Debía estar allí abajo. Estuve parado un poco de tiempo pensando si volver a por ella o continuar rápidamente hacia Francia. Cuando me decidí por seguir hacia Francia oí detrás mía un claro “date la vuelta”.
Tenía a un joven carlista de unos 22 ó 23 años apuntándome con un fusil. Yo me había dado la vuelta y levantado ligeramente las manos. Aquel chico era la avanzadilla del resto de su tropa, un explorador. Sacó con su mano izquierda una pistola con la que me apuntó mientras se colgaba el fusil al hombro. Me palpó registrándome por si llevaba armas. Fue un alivio no llevar la “Star”, no sé cómo hubiera reaccionado él. Aunque no podía evitar pensar que llevaba conmigo papeles muy comprometedores para mi vida. Afortunadamente no vació mis bolsillos, aunque yo estaba lleno de angustia.
Me preguntó mi nombre y se lo dije. Sacó un cigarrillo y me lo ofreció. Se lo cogí. Me dio fuego y se encendió otro. Él se llamaba Juan Santamaría, aunque me confesó que en realidad se llamaba Juan Cosaco. Se había cambiado el apellido cuando comenzó “la cruzada”, decía. Era navarro, de Sartaguda, hijo del herrero del pueblo. Me preguntó a que me dedicaba yo, al no tener armas no pensó que hubiera estado en las milicias o tal vez lo pasó por alto, le contesté que era periodista. “¿Un intelectual?”, me dijo. Asentí con la cabeza. Decía que él sólo aprendió a leer y escribir ya que tenía que ayudar a su padre, aunque el oficio de él le pusiera en mejor posición que algunos de sus vecinos, los cuales llevaban años de pleitos por cosas de tierras. Deseaba trabajar de herrero cuando acabase la guerra.
El chico hacía tiempo, me preguntaba de dónde era yo, como era Alcalá, por la gente que había conocido en mi trabajo… sobre todo políticos, lo que me hacía contestar con mucho recelo. Parecía muy interesado y eso era peligroso. Trataba de eludir todo lo que pudiera ser comprometedor para mi vida en esos momentos. Fue entonces cuando me sorprendió uno de sus comentarios, “a mí me hubiera gustado conocer a Azaña”. Hubo un silencio intenso y una mirada de tristeza en sus ojos. Entonces me dijo que él no era carlista. Estaba en las tropas carlistas porque había logrado escapar de la Bandera General Sanjurjo. Un día, al comienzo de la guerra, cuando él tenía 20 años, llegó a su pueblo las tropas del coronel Peñarredonda. Alistaron a todos los jóvenes al Tercio Sanjurjo y se los llevaron a Zaragoza. El comandante Amado Loriga les dijo al llegar que nadie más iba a preguntar nunca por sus ideas o su pasado, que ahora pertenecerían al futuro de una nueva España. Que debían olvidar el pasado. Pero en su pueblo todos los jóvenes era gente socialdemócrata o republicana. Él mismo había simpatizado con el Frente Popular.
Fueron enviados a Almudevar para combatir. Una noche, antes siquiera de entrar en combate, había planeado toda aquella tropa pasarse en pleno a la República. De algún modo los oficiales se enteraron y fueron montados en camiones de vuelta a Zaragoza. Al día siguiente eran encerrados en sus barracones y unos días más tarde eran fusiladas unas quinientas personas que componían aquella Bandera. Algunos oficiales y suboficiales se hicieron cargo de algunos de aquellos chicos, entre ellos él. Se cambió el apellido y se alistó en un regimiento carlista para evitar el fusilamiento estando en edad de luchar.
Yo no conocía aquello. Era difícil saber algunas cosas del otro lado de la línea de frente. Decía que ahora llamaban a Sartaguda el Pueblo de las Viudas, porque también se extendió la represión a sus padres, mientras quitaban las propiedades a sus madres. “La nueva España”, dijo lacónico. Hubo otro silencio y dijo “vete… vete, no te alcanzaran”.
Me fui sin decir nada más, querida Quiros. Pude alcanzar la frontera unas horas después. Los franceses me metieron en aquel campo de concentración de Argelès-Sur-Mer, pero había salvado la vida. La guerra es algo difícil de comprender. Compleja. No todo es blanco o negro, aunque normalmente todo se traduzca a eso cuando la violencia está ahí. Creo que aquel chico me contó aquello porque quería que yo lo contara, o quizá por desahogo, o por hartazgo de taparlo. Pero creo realmente que quería que se supiese. Espero que lo escribas, Quiros.
Me despido ya por hoy. Nos veremos dentro de poco. Para entonces me gustará ver como has avanzado tu libro. Espero que todas estas historias te hayan sido útiles, de todos modos, cuando nos veamos, podrás completarlas. Guardar la memoria querida Quiros, es importante. No todo el mundo lo comprende, menos cuando envejecen. Sigue siendo siempre como eres. Te mando un cariñoso abrazo y mi beso.
DLP.
[Lo histórico: Los sucesos de Sartaguda son reales. Los suicidios ante el avance golpista también.
Los carlistas era una opción conservadora monárquica nacida en 1833, cuando la heredera al trono Borbón era Isabel II, lo que chocaba con la Ley Sálica de los Borbones que impedía gobernar a una mujer y la cual fue rechazada a su muerte por Fernando VII. Los partidarios de su hermano Carlos no reconocieron la legitimidad de Isabel, y proclamaron a Carlos como Carlos V. Eso produjo una guerra civil llamada I Guerra Carlista. Los isabelinos se reconocieron con los liberales por aceptar una carta otorgada y después diversas constituciones, aunque hubo luchas entre conservadores y liberales isabelinos. Los carlistas se identificaron con los viejos fueros, el ultramontanismo -extremo catolicismo papal- y los antecedentes de la extrema derecha monárquica. Hubo tres guerras carlistas a lo largo del siglo XIX. A principios del siglo XX seguían existiendo con una base muy tradicionalista. Tuvieron importancia durante la dictadira de Primo de Rivera. Eran contrarios a la República. Durante la guerra civil se sumaron a la causa de los golpistas, apoyando al general Mola en Navarra y a Sanjurjo. Aceptaron la jefatura de los ejércitos de parte de Franco por pragmatismo, pero esto los aunó con los falangistas, lo que no llegó a convencer a los carlistas más viejos, ya que los falangistas no eran monárquicos, y muchos ni siquiera especialmente católicos. Entre falangistas y carlistas se crearon por ello los términos camisas viejas y camisas nuevas. El dirigente carlista Fal Conde, protestó a Franco y este le envió a Italia amenazando con ejecutarle si regresaba a España con idea de restaurar a un carlista en el trono. Al acabar la guerra los carlistas tuvieron que competir con las otras familias políticas de apoyo a Franco para tener algunas cuotas de poder. Cuando Franco designó España como monarquía sin Rey en 1947 los carlistas compitieron con la rama de los descendientes de Alfonso XIII, descartado don Juan, intentaron prevalecer sobre Juan Carlos. Sin embargo, durante los años 1960’ los carlistas se dividieron en dos. Por un lado los carlistas que seguían siendo tradicionalistas y de valores muy conservadores, y por otro lado carlistas en torno al más joven descendiente de esa rama que abogaba desde Francia abiertamente por crear una monarquía democratizada. Eso ayudó a Franco a nombrar a Juan Carlos de Borbón como heredero al trono en 1967. No sabía que tras su muerte en 1975, Juan Carlos I sería una de las partes de la sociedad española que daría paso a una monarquía parlamentaria y constitucional con valores democráticos que daban por cerrada la dictadura y que hoy día la condena.
La foto fue hecha en Sevilla en 1933 por Henri Cartier-Bresson, quien junto a otros fotoperiodistas, como Capa, fundó la agencia Mágnum en los años 1940’.
Sobre Cartier-Bresson aquí. Sobre la agencia Mágnum aquí. Sobre España en la República aquí. Sobre Sartaguda aquí. Sobre Navarra en 1936 aquí. Sobre la Bandera General Sanjurjo aquí.]
Querida Quiros:
Con esta carta creo contestar toda aquella información que me pediste para tu libro. De todos modos nos veremos dentro de un mes, como cada año. Creo que para esa fecha habrá nacido ya tu pequeño, así que iré yo a veros y no vosotros a mí. Déjame hacerlo así, porque estarás recién parida y yo no voy a aceptar otra forma. Hablé por teléfono con Eric hace unos días y él sabe qué iré yo, él también cree que es lo mejor. Tal vez pueda contestarte en persona todo aquello que te siga interesando para tu libro. Aunque me consta que no soy tu única fuente de información. Sería muy pretencioso serlo, y muy egoísta, y ya soy muy viejo para ser ambas cosas, aunque algunos otros viejos lo sean.
Hoy te mando una fotografía que he conservado muchos años conmigo. Me la dieron en Enero de 1939. Lo recuerdo muy bien, porque fue cuando abandoné España para jamás poder regresar hasta 37 años después. Me la dio una maestra sevillana de Instrucción Primaria. Sólo la conocí unos cinco o diez minutos y jamás he olvidado nuestro encuentro. Se llamaba Pilar M. Clares.
La Batalla del Ebro, la más sangrienta de todas las batallas libradas en nuestro suelo, ocurrió en Noviembre de 1938. La República estaba sola ya prácticamente frente a los fascistas. Había alguna ayuda soviética, sí, pero aquella gran apuesta donde se jugaba el todo o nada no resultó bien. El Ebro se llenó de cadáveres en putrefacción y de gente que bebía sus aguas. Los campos no eran un mejor espectáculo. Todo lo perdimos en el Ebro. Cuando perdimos aquella batalla hasta los soviéticos comenzaron a marcharse, por entonces no sabíamos que Stalin pactaba con Hitler no agredirse entre ellos, aunque los que habíamos sufrido la represión comunista siendo también defensores de la República y la revolución sólo fue una confirmación de lo que esperábamos… No creo que Stalin quisiera una revolución en España, quería otra cosa, tiempo para sí, para la URSS, quizá ventajas estratégicas si se lograba la victoria, pero nada más. Si hubiera puesto el mismo énfasis en aquella batalla del Ebro que el que puso en eliminar a los milicianos no comunistas… El presidente Negrín, del PSOE, desde aquel fracaso sabía que España estaba perdida, su única apuesta era precipitar la guerra mundial y causarla por la guerra en España, pero no logró ninguna intervención del resto de países, que sin embargo en septiembre de 1939, a cuatro meses de la fecha oficial del final de aquella guerra sin final, entraban en guerra por la invasión de Polonia por los alemanes. Nuestros militares estaban desmoralizados, pero las milicias seguían combatiendo.
En pocos días los franquistas llegaron al Mediterráneo. El desplome del frente había sido total. España estaba dividida en dos zonas. Madrid estaba más incomunicada que antes sin la conexión con Barcelona, y Barcelona igualmente sin la conexión con Madrid. Sin embargo las tropas republicanas lograron evitar que los franquistas avanzaran a Valencia, donde estaba el gobierno, ni hacia Madrid. Por ello, los franquistas avanzaron hacia Barcelona, que es quizá la ciudad más moderna de España desde siempre. Como una segunda capital. El triunfo moral que les supondría entrar allí iba a darles a los golpistas mucha fuerza si lo lograban. Y lo lograron. Yo estaba en esa zona de Cataluña. Los soldados no eran capaces de parar el avance de los golpistas, los milicianos estaban desilusionados ante las represiones sufridas de manos de los comunistas y muchos ya no combatían, no sentían propia la causa republicana. La gente civil huía hacia Francia.
Llamaba al diario cada mañana. Pero no había nadie en “El Amanecer”. La redacción de mi diario, querida Quiros, fue bombardeada en Madrid en los primeros días de Enero de 1939, con lo que yo mismo estaba más incomunicado que nunca. No encontré a nadie. Me quedé en Barcelona el tiempo que pude montando barricadas mientras intentaba localizar desde allí a alguien del periódico en Madrid. Las comunicaciones se cortaron y un día comenzaron a llegar montones de soldados en desbandada yendo hacia Francia. Abandonaban el frente desobedeciendo órdenes, pronto llegarían los que lo hacían obedeciéndolas. La gente lloraba y saturaba todos los camiones y coches que encontraban. Era el final y todos temían una represión como la de Málaga, que por su resistencia en los primeros momentos de la guerra había sufrido unas tres mil ejecuciones cuando entraron los golpistas. No obstante en Barcelona se daban cita varios de los más odiados enemigos que tenía Franco, nacionalistas catalanes, anarquistas, trostskistas, comunistas, intelectuales, y parte del gobierno republicano, pese a que principalmente este estuviera en Valencia. Barcelona cayó en manos de Franco el 26 de Enero, el miedo y el horror se la entregó casi sin lucha, la gente huía hacia Francia. Yo también.
El Invierno era muy frío y la gente avanzaba en cualquier tipo de transporte en largas filas hacia los Pirineos. Aunque había mucha gente que iba andando, con lo poco que pudo salvar de sus pertenencias o sin ellas. Algunos no tenían buen calzado para aquella marcha, ni mucho menos para el frío invernal de esas montañas. De vez en cuando aparecían aviones golpistas y disparaban sus ametralladoras contra la gente que intentaba escapar de la barbarie que se presentía venir. Franco negó años más tarde que fueran órdenes suyas, se lo achacó a los NAZIS, era fácil hacerlo cuando Hitler perdía la guerra y sobre todo cuando se suicidó en Berlín, pero era Franco la máxima autoridad militar en España. Los militares republicanos que iban en esa columna humana a veces trataban de ganar tiempo y se retenían a disparar contra el avance de los golpistas, pero era batalla perdida. Muchos hombres llevaban sus armas consigo con la idea de embarcarse en Francia hacia Valencia e ir a Madrid a proseguir la lucha. Pero no sabían que los guardias franceses de la frontera impedían entrar armas y exigían su entrega, para no devolverlas jamás al gobierno legítimo de Negrín. Tampoco sabíamos que acabaríamos en campos de concentración, donde murió mucha gente por las malas condiciones que nos dieron, y en parte también por el trato, ya que varios de los encargados franceses de esos campos eran simpatizantes de Hitler que acabarían colaborando con él unos meses después entregándole Francia y a sus compatriotas que no simpatizaban con los alemanes.
Durante aquella marcha tan dura oí los lloros de una mujer recostada en un lado del grupo de gente. Yo iba caminando casi al final de la columna. Nadie la hacía caso, todos querían llegar a Francia cuanto antes. Me paré a ayudarla a continuar andando. Pero me pidió que continuara. Ella era Pilar M. Clares, aquella profesora de Instrucción Primaria, querida Quiros. Su calzado debía haberse roto hacia tiempo y se había envuelto los pies en trapos. No lo hizo muy bien y tenía los dos pies sangrando. Estaba muy cansada y lo peor es que su moral de salvación había desaparecido. Quise montarla a mis espaldas, era una locura, pero no quería dejarla allí, donde podría morir de frío o por los lobos. Ella misma sabía que moriríamos los dos si lo hacía. Insistió en que no lo hiciera, no quería abandonar su hatillo, por otra parte. Cargué con ella y el hatillo unos metros, pero era ciertamente costoso y tuve que parar mientras se alejaba de nosotros el final de la columna de gente que huía. Lloró un rato y secándose las lágrimas me pidió que sacara una caja de madera del hatillo. La saqué y se la di. De ella sacó esta foto que te mando. Se la dio en Sevilla hacia mucho tiempo un fotógrafo extranjero. Eran unos niños jugando entre unas ruinas, uno de ellos cojo. Me dijo que esa es la España que dejaba atrás y me pidió que la conservara por ella, porque esa foto significaba mucho en su vida. Le cogí la foto comprendiendo que aquello era una despedida en lo que realmente me pedía era salvarme yo y dejarla a su suerte a ella, quizá esperando que los golpistas la encontraran y así intentar salvarse de algún modo. Guardaba la foto en uno de mis bolsillos cuando de repente oí un disparo. De aquella caja de madera había sacado un pequeño revólver y había disparado contra su cabeza. Pilar M. Clares ocultaba aquel arma como aquel Larra que guardaba con la que se suicidó él en otra caja igual. La sangre inocente de aquella mujer manchaba la nieve y se expandía. Todo estaba siendo una locura. Lo comprendí entonces. Era una locura, querida Quiros. Una locura.
Intenté alcanzar a la columna de gente lo más rápido que pude, cuando me torcí un tobillo. Estuve un tiempo intentando recuperarme, el frío no ayudaba. Avancé mal y torpe por un tiempo. Me caía y debía parar. Me torcí el tobillo una segunda vez. Estaba solo. Me invadió el horror y la desesperación cuando comencé a oír el “Cara al Sol” de lejos, según las ráfagas del viento. “Cara al sol con la camisa nueva…” Y aún a veces también se oía un tétrico “al fin llegó la vendimia…” Intenté levantarme como pude, y avanzar todo lo que pude, cuando sufrí una caída por un desnivel del terreno. Mi terror me había hecho perder todo tipo de precaución. Subí el terraplén y cuando estaba arriba me di cuenta que no tenía conmigo pistola “Star” al comprobar que aún tenía la foto. Debía estar allí abajo. Estuve parado un poco de tiempo pensando si volver a por ella o continuar rápidamente hacia Francia. Cuando me decidí por seguir hacia Francia oí detrás mía un claro “date la vuelta”.
Tenía a un joven carlista de unos 22 ó 23 años apuntándome con un fusil. Yo me había dado la vuelta y levantado ligeramente las manos. Aquel chico era la avanzadilla del resto de su tropa, un explorador. Sacó con su mano izquierda una pistola con la que me apuntó mientras se colgaba el fusil al hombro. Me palpó registrándome por si llevaba armas. Fue un alivio no llevar la “Star”, no sé cómo hubiera reaccionado él. Aunque no podía evitar pensar que llevaba conmigo papeles muy comprometedores para mi vida. Afortunadamente no vació mis bolsillos, aunque yo estaba lleno de angustia.
Me preguntó mi nombre y se lo dije. Sacó un cigarrillo y me lo ofreció. Se lo cogí. Me dio fuego y se encendió otro. Él se llamaba Juan Santamaría, aunque me confesó que en realidad se llamaba Juan Cosaco. Se había cambiado el apellido cuando comenzó “la cruzada”, decía. Era navarro, de Sartaguda, hijo del herrero del pueblo. Me preguntó a que me dedicaba yo, al no tener armas no pensó que hubiera estado en las milicias o tal vez lo pasó por alto, le contesté que era periodista. “¿Un intelectual?”, me dijo. Asentí con la cabeza. Decía que él sólo aprendió a leer y escribir ya que tenía que ayudar a su padre, aunque el oficio de él le pusiera en mejor posición que algunos de sus vecinos, los cuales llevaban años de pleitos por cosas de tierras. Deseaba trabajar de herrero cuando acabase la guerra.
El chico hacía tiempo, me preguntaba de dónde era yo, como era Alcalá, por la gente que había conocido en mi trabajo… sobre todo políticos, lo que me hacía contestar con mucho recelo. Parecía muy interesado y eso era peligroso. Trataba de eludir todo lo que pudiera ser comprometedor para mi vida en esos momentos. Fue entonces cuando me sorprendió uno de sus comentarios, “a mí me hubiera gustado conocer a Azaña”. Hubo un silencio intenso y una mirada de tristeza en sus ojos. Entonces me dijo que él no era carlista. Estaba en las tropas carlistas porque había logrado escapar de la Bandera General Sanjurjo. Un día, al comienzo de la guerra, cuando él tenía 20 años, llegó a su pueblo las tropas del coronel Peñarredonda. Alistaron a todos los jóvenes al Tercio Sanjurjo y se los llevaron a Zaragoza. El comandante Amado Loriga les dijo al llegar que nadie más iba a preguntar nunca por sus ideas o su pasado, que ahora pertenecerían al futuro de una nueva España. Que debían olvidar el pasado. Pero en su pueblo todos los jóvenes era gente socialdemócrata o republicana. Él mismo había simpatizado con el Frente Popular.
Fueron enviados a Almudevar para combatir. Una noche, antes siquiera de entrar en combate, había planeado toda aquella tropa pasarse en pleno a la República. De algún modo los oficiales se enteraron y fueron montados en camiones de vuelta a Zaragoza. Al día siguiente eran encerrados en sus barracones y unos días más tarde eran fusiladas unas quinientas personas que componían aquella Bandera. Algunos oficiales y suboficiales se hicieron cargo de algunos de aquellos chicos, entre ellos él. Se cambió el apellido y se alistó en un regimiento carlista para evitar el fusilamiento estando en edad de luchar.
Yo no conocía aquello. Era difícil saber algunas cosas del otro lado de la línea de frente. Decía que ahora llamaban a Sartaguda el Pueblo de las Viudas, porque también se extendió la represión a sus padres, mientras quitaban las propiedades a sus madres. “La nueva España”, dijo lacónico. Hubo otro silencio y dijo “vete… vete, no te alcanzaran”.
Me fui sin decir nada más, querida Quiros. Pude alcanzar la frontera unas horas después. Los franceses me metieron en aquel campo de concentración de Argelès-Sur-Mer, pero había salvado la vida. La guerra es algo difícil de comprender. Compleja. No todo es blanco o negro, aunque normalmente todo se traduzca a eso cuando la violencia está ahí. Creo que aquel chico me contó aquello porque quería que yo lo contara, o quizá por desahogo, o por hartazgo de taparlo. Pero creo realmente que quería que se supiese. Espero que lo escribas, Quiros.
Me despido ya por hoy. Nos veremos dentro de poco. Para entonces me gustará ver como has avanzado tu libro. Espero que todas estas historias te hayan sido útiles, de todos modos, cuando nos veamos, podrás completarlas. Guardar la memoria querida Quiros, es importante. No todo el mundo lo comprende, menos cuando envejecen. Sigue siendo siempre como eres. Te mando un cariñoso abrazo y mi beso.
DLP.
[Lo histórico: Los sucesos de Sartaguda son reales. Los suicidios ante el avance golpista también.
Los carlistas era una opción conservadora monárquica nacida en 1833, cuando la heredera al trono Borbón era Isabel II, lo que chocaba con la Ley Sálica de los Borbones que impedía gobernar a una mujer y la cual fue rechazada a su muerte por Fernando VII. Los partidarios de su hermano Carlos no reconocieron la legitimidad de Isabel, y proclamaron a Carlos como Carlos V. Eso produjo una guerra civil llamada I Guerra Carlista. Los isabelinos se reconocieron con los liberales por aceptar una carta otorgada y después diversas constituciones, aunque hubo luchas entre conservadores y liberales isabelinos. Los carlistas se identificaron con los viejos fueros, el ultramontanismo -extremo catolicismo papal- y los antecedentes de la extrema derecha monárquica. Hubo tres guerras carlistas a lo largo del siglo XIX. A principios del siglo XX seguían existiendo con una base muy tradicionalista. Tuvieron importancia durante la dictadira de Primo de Rivera. Eran contrarios a la República. Durante la guerra civil se sumaron a la causa de los golpistas, apoyando al general Mola en Navarra y a Sanjurjo. Aceptaron la jefatura de los ejércitos de parte de Franco por pragmatismo, pero esto los aunó con los falangistas, lo que no llegó a convencer a los carlistas más viejos, ya que los falangistas no eran monárquicos, y muchos ni siquiera especialmente católicos. Entre falangistas y carlistas se crearon por ello los términos camisas viejas y camisas nuevas. El dirigente carlista Fal Conde, protestó a Franco y este le envió a Italia amenazando con ejecutarle si regresaba a España con idea de restaurar a un carlista en el trono. Al acabar la guerra los carlistas tuvieron que competir con las otras familias políticas de apoyo a Franco para tener algunas cuotas de poder. Cuando Franco designó España como monarquía sin Rey en 1947 los carlistas compitieron con la rama de los descendientes de Alfonso XIII, descartado don Juan, intentaron prevalecer sobre Juan Carlos. Sin embargo, durante los años 1960’ los carlistas se dividieron en dos. Por un lado los carlistas que seguían siendo tradicionalistas y de valores muy conservadores, y por otro lado carlistas en torno al más joven descendiente de esa rama que abogaba desde Francia abiertamente por crear una monarquía democratizada. Eso ayudó a Franco a nombrar a Juan Carlos de Borbón como heredero al trono en 1967. No sabía que tras su muerte en 1975, Juan Carlos I sería una de las partes de la sociedad española que daría paso a una monarquía parlamentaria y constitucional con valores democráticos que daban por cerrada la dictadura y que hoy día la condena.
La foto fue hecha en Sevilla en 1933 por Henri Cartier-Bresson, quien junto a otros fotoperiodistas, como Capa, fundó la agencia Mágnum en los años 1940’.
Sobre Cartier-Bresson aquí. Sobre la agencia Mágnum aquí. Sobre España en la República aquí. Sobre Sartaguda aquí. Sobre Navarra en 1936 aquí. Sobre la Bandera General Sanjurjo aquí.]
jueves, febrero 14, 2008
NOTICIA 405ª DESDE EL BAR: LOS '30 DEL CHICO GRIS
24 de Julio de 1979
Querida Quiros:
Hace poco me llamó por teléfono Frank Mayall contándome que ya os habíais puesto en contacto. Me alegra. Mayall podrá darte muchas historias para tu libro. Ya te hablé de él en otra carta, de cuando lo conocí en Chicago. Entonces creo recordar que te dije que él, que era muy joven, decidió venir a España cuando estalló la guerra civil. Por un lado tenía ciertas ideas arraigadas de la libertad, a la que quería defender del fascismo. Por otro lado quería dar un salto como periodista y dejar de escribir columnas locales de Chicago para escribir las grandes crónicas que esos días estaban escribiendo los libros de Historia. Aún más, estaba obsesionado con escribir “la gran novela americana”, aunque en esas fechas me parece a mí que se le adelantó Hemingway en intenciones y en lograrlo. Vino por su cuenta a España y se alistó a las Brigadas Internacionales, que principalmente estaban siendo formadas por los comunistas, aunque hubo brigadas donde hubo gente que no eran comunistas. Norteamérica quería mantenerse al margen de los asuntos de Europa en 1936, pese a que sus grandes empresarios dieran ventajas a Franco, y sus intelectuales y gente obrera aportaran todo lo que podían a la República. Frank Mayall por entonces quería vivir la gran aventura de su vida, ¿qué mejor que defendiendo un mundo libre, justo e igualitario para todos? Claro, que a veces, en algunos combates que le vi, tenía algo oscuro, algo casi suicida, debía ser su pasado. Era un chico gris.
Los primeros meses de la guerra habían sido un descontrol absoluto en las dos zonas que se dividió España. Las matanzas y los saqueos se habían generalizado hasta el esperpento. Antes crecía la sangre en la calle que el polvo levantado por el viento. Sólo hacia finales de 1936 se logró con relativo éxito poner un poco de orden y control para evitar tantos desmanes. Fue un Ministro anarquista el que atajó en buena parte que la gente se tomara la justicia por su cuenta de forma aleatoria. Pero eran días difíciles. La defensa de Madrid estaba costando mucho. Además, algunos de los primeros milicianos se tomaban la guerra como un asunto de fin de semana. Los había que cogían una escopeta de caza, se montaban en uno de los camiones hacia Toledo, disparaban contra los muros del alcázar y volvían por las tardes con sus familias. Todo eso había que organizarlo de otro modo par ser más eficaces. Enfrente el enemigo era un enemigo fundamentalmente militarizado profesionalmente, mientras que la República se defendía con un ejército del pueblo que se profesionalizó sólo con la práctica diaria de combatir. La situación era aún peor. Si la guerra civil española era una antesala de la segunda guerra mundial mal pintaba para el mundo libre, ya que en esos primeros meses la República sólo recibió unas pocas armas de Francia y un barco soviético cargado de leche condensada, mientras que Franco había recibido baterías antiaéreas y aviones alemanes, tropas italianas y miles de voluntarios portugueses. El Comité de No Intervención era papel mojado en los campos de batalla y peleas de colegio en los órganos internacionales. Por eso fue una gran alegría cuando por primera vez se vio sobre el cielo de Madrid aviones que no venían a bombardear la ciudad, sino a derribar a los aviones NAZIS. Eran aviones venido de la Unión Soviética. Los observábamos como si fuera una atracción de circo aéreo. Gritábamos alborozados cada vez que caía un alemán. Nos dábamos abrazos y coreábamos “¡No pasarán, no pasarán!” Qué ilusionados estábamos y qué ilusos fuimos.
Madrid resistía. La defensa de la República y de su capital por gente del pueblo levantó el entusiasmo del mundo libre y empezó a llegar a España numerosas personas voluntarias para combatir al fascismo, ya que sus gobiernos no hacían nada. Al principio venían por su propia iniciativa y se alistaban en las milicias, como Orwell, que estuvo en una milicia del POUM a las órdenes de Rovira. La URSS comenzó a comprender la importancia de España de cara a una posible guerra mundial que estaba a punto de estallar. Y comprendía que Alemania e Italia se saltaban la No Intervención. La URSS hizo lo mismo y también mandó material de guerra y altos oficiales y agentes. Pero antes realizó otra clase de ayuda, la organización de un organismo de voluntariado para combatir en España. Se basaba en que Portugal había mandado voluntarios a Franco, lo que en la legalidad internacional era posible gracias a un vacío legal en cuanto a eso en el Comité de No Intervención. En Octubre de 1936 llegaron los primeros Brigadas Internacionales reclutados entre las clases trabajadoras e intelectuales de gran multitud de países. Eran formados en Albacete mal que bien a cargo de André Marty… En Noviembre ya estaban combatiendo en Madrid, defendiendo la capital y su entorno. Algunos pasaron por Alcalá de Henares. Como periodista de “El Amanecer” y “agente miliciano” a ratos pude ver sus acciones sobre el Puente de los Franceses, impidiendo el avance de los golpistas. Habían recibido tan poca instrucción que morían en gran cantidad, pero su entrega y valor lograron defender aquel puente.
En Febrero de 1937 fui testigo de otra batalla protagonizada por ellos. Exactamente por la XV Brigada Internacional, formada por ingleses, rusos, irlandeses y norteamericanos. Fue en el valle del río Jarama, al sur de Madrid. Los fascistas habían tomado Málaga hacía poco tiempo y habían creado una gran matanza allí. El terror de las noticias alcanzó la retaguardia republicana, mientras la euforia del triunfo envalentonó a Franco para intentar otro ataque sobre Madrid, esta vez intentando rodear la capital para asfixiarla. Lanzó un ataque sobre Ciempozuelos y San Martín de la Vega que fue retenido como se pudo por la República a la altura del río Jarama. Aunque ellos cruzaron el río al final, fueron frenados y se estabilizó el frente a costa de un mes de continua batalla y miles de vidas sembrando los campos, que esperaban las flores de Primavera y no aquellas otras flores que se habrían de pudrir al sol. Las tropas marroquíes de Franco habían llegado a San Martín de la Vega de noche y habían degollado en silencio a los centinelas, que eran brigadas internacionales. Tomaron el pueblo con poco esfuerzo. Repitieron la táctica una segunda vez en otro lugar de aquel frente abierto. La histeria colectiva que creó entre nosotros el conocimiento de los hechos no era lo mejor para frenarles. Los versos que escribió tiempo después el irlandés Charles Donnelly en su poema “Río de Sangre Roja” no podían ser más acertados:
“Hay un valle en España llamado Jarama,
es un lugar que todos conocemos muy bien,
porque en él destrozamos nuestra juventud
y nuestra edad madura en gran parte también”.
Con la batalla durando ya varios días la República mandó de refuerzo a la XV Brigada Internacional, la cual se acababa de formar y apenas había recibido media instrucción militar, mientras llegaba y no llegaban las tropas del comunista general Líster. Yo me encontraba en una trinchera descansando mientras tomaba nota de algunas cosas para redactar más tarde una noticia que mandar a “El Amanecer”. Entonces oí la peor entonación en español del himno de las brigadas que he oído nunca. Con un marcado acento neoyorkino distinguí “…libre España de castas opresoras, nuevo ritmo el alma batirá…” La voz era la de aquel chico gris. No pude menos de gritar “Frank Mayall”, aquella voz mal cantante calló y enseguida vi alzarse la cabeza de Mayall entre la de otros brigadas y avanzar hacia mí con una sonrisa sorprendida. Estábamos contentos de habernos reencontrado y pronto estábamos cantando el estribillo de una canción de jazz de una de nuestras noches en Chicago… tan lejanas de aquellas balas. Venía junto al brigada más exótico que haya conocido nunca, un japonés llamado Jack Shirai. Conocerle me valió para la noticia de aquel día para mi diario. Aparte de la llegada del Batallón Lincoln, que pertenecía a la XV Brigada, pude entregar una pequeña entrevista sobre ese extraño personaje. Claro que mi diario no publicó exactamente lo que yo escribí y dio a entender a los lectores que los japoneses en general estaban con la República, cuando la realidad es que en general se aliarían con los NAZIS y los italianos en la Segunda Guerra Mundial. Aún escribí una segunda vez sobre él, ya que Shirai murió pocos meses después, en la batalla de Brunete. Aunque no era el único elemento exótico de esta brigada, querida Quiros. Había numerosos negros norteamericanos que se habían alistado voluntariamente para combatir a los NAZIS y su racismo. En España no se veían apenas negros y su llegada llamó mucho la atención allá por donde pasaban.
Mayall era muy joven, pero el resto de norteamericanos del Batallón Lincoln no estaban muy lejos de su edad. Su propio jefe, Robert Merriman, tenía 28 años. Casi todos eran estudiantes universitarios, el otro grupo más numeroso era el de los marineros, y los había de otros oficios (intelectuales en su mayoría), pero casi todos eran universitarios, querida Quiros. Eran en general muy inocentes. No habían vivido dictaduras ni persecuciones, como los brigadas rusos, polacos, alemanes, italianos, ni habían visto sus ciudades destrozadas por las guerras pasadas ni tenían familiares muertos por la misma causa, como los franceses, los belgas o los británicos. Eran idealistas y estaban allí, en aquella trinchera, a miles de kilómetros de sus casas y sin saber qué era exactamente una guerra. Aunque Mayall, aquel chico gris, sí conocía la muerte de antes.
El día 17 pasamos al contraataque. El coronel “Gal”, que coordinaba a los brigadistas, comenzó a mover a sus tropas a partir del día 23 hacia Pingarrón y San Martín de la Vega. Los combates fueron terribles y duros. Duraron unos cinco días. Lo peor es que aquel coronel ruso era tan desconsiderado con las vidas humanas, de tan mal humor, tan obtuso, que mandó a la muerte a miles de jóvenes mal dirigidos y mal coordinados para no ganar ni un palmo de terreno. Sólo logró un despilfarro de vidas en tierra que los poetas llamaron heroico mientras nosotros lo llamamos estúpido. Sólo los aviones y tanques rusos que apoyaban a las tropas de tierra lograron evitar una desgracia mayor, pues de otro modo los aviones NAZIS hubieran podido completar fácilmente la aniquilación total de la XV Brigada. El general Miaja no entendía las tácticas del general Líster. No se coordinaban tampoco entre ellos en tierra. Aquello fue en gran medida una tragedia por incompetencia. Los que no morían entre los olivares a merced de las ametralladoras enemigas, eran retirados por serias heridas de combate, y los que no, acabaron enfermos por las malas condiciones del lugar de batalla.
Una noche Mayall me propuso una apuesta infantil. Tras una discusión acerca de la relación entre la heroicidad y el deber. Él apostó que atravesaría el campo de batalla, y traería consigo cualquier emblema fascista que tuviera el centinela de enfrente nuestra. No acepté la apuesta, pero él insistió en que era capaz de hacerlo. Estaba con nosotros un irlandés llamado Frank Ryan, que sí le vio la apuesta. Sin embargo decía que ni siquiera llegaría a arrastrarse a la mitad del campo. La discusión se prolongó y los dos salieron tripa en tierra rumbo a la línea enemiga, Mayall para capturar un emblema, Ryan para ver si pasaba como mínimo la mitad del campo. Obviamente estaban desobedeciendo órdenes y a la vez cometiendo una majadería. Pero Mayall era mi amigo. Insultándolo para mi interior salí detrás de ellos para ayudarles a regresar enteros a nuestra trinchera.
Nos habíamos arrastrado más de la mitad del campo y oíamos voces marroquíes, italianas, españolas e inglesas al otro lado. Estaba claro que la hazaña era imposible ante la multitud de voces que se oían frente a los tres que éramos. Estábamos realmente cerca y tras otra discusión entre nosotros, allí tumbados panza abajo y en susurros, al final la cordura se impuso para regresar a nuestro lado, aunque bajo el costo de considerar un empate técnico entre Mayall y Ryan. Eran dos locos. Dos suicidas. Fue entonces cuando se oyó un claro silencio seguido de una pregunta de santo y seña. Los tres, quietos, casi sin respirar, callamos. Se volvió a oír otra vez la pregunta de santo y seña seguida de otra voz, con acento inglés esta vez, preguntando quién estaba ahí. Mayall no pudo resistir gritarles un claro “¡vuestra puta madre!”, que había aprendido muy bien a pronunciar. Dos disparos dieron con sus balas a un metro de nosotros. No sabían muy bien donde estábamos y disparaban por donde creían haber oído la voz. Yo temía que lanzaran una bengala para iluminar el campo, peor aún, que los nuestros respondieran y nos viéramos envueltos en un suicida fuego cruzado. Disparé mi pistola “Star” y Mayall iba a hacer lo mismo cuando Ryan nos bajó los cañones con la mano. Gritó algo en irlandés y los disparos del otro lado cesaron. Tras un breve silencio donde me latía el corazón con una fuerza como nunca antes, del otro lado se oyó una contestación también en irlandés. Ryan dio la réplica y del otro lado se oyó: “yo soy de Ulster”. Ryan canturreó una canción y al poco, del otro lado, se oyó el acompañamiento de los últimos versos mientras se oían leves risas españolas acompañadas de continuos “¡hay que joderse!” de tono desenfadado, aunque fastidiado de no poder acabar el tiroteo. Ryan acabó aquello con un “¡Viva Irlanda!” Retrocedimos como avanzamos, arrastrándonos panza abajo.
Cuando llegamos a nuestra trinchera, sin haber llamado la atención entre los nuestros, Ryan nos explicó que había identificado el acento irlandés de las voces del que nos había parecido con acento inglés. Había hecho una apuesta arriesgada apostando por los sentimientos compatriotas del hombre del otro lado. Había descubierto que ambos pertenecían a una misma organización en su país de origen, aunque ahora estuvieran en trincheras contrarias en España. Fuese como fuese, probablemente habíamos salvado la vida.
Aquel frente, pese al goteo de vidas, se estancó y yo me trasladé al frente de Aragón, con las milicias de allí. Aunque tuve que acudir con urgencia a Barcelona, donde compartí azotea con Orwell cuando el asunto de la Telefónica que tantas veces te conté en México, querida Quiros. No fui depurado porque encontré amparo y refugio en otras organizaciones. De ese modo proseguí mi labor en la guerra, aunque las depuraciones que hicieron los comunistas aquel año habían matado más que las balas fascistas, pues lo que mató fue la predisposición de muchos milicianos. Desencantó a muchos luchadores por la libertad. ¿Quién me iba a decir a mí que yo mismo cubriría algunas noticias sobre una brigada internacional, la 129, formada en Abril de aquel 1937, compuesta por gente venida del POUM, de CNT y los restos de otras brigadas internacionales destruidas? Luego la dura batalla del Ebro en el ’38, y el Levante, y el Invierno… Pero para entonces los brigadistas ya se habían ido. La comunidad internacional decidió que debían irse por incumplir la No Intervención, mientras permitían la permanencia de alemanes, italianos, portugueses y marroquíes en la zona de los fascistas. Ni siquiera Stalin defendió su permanencia, queriendo lanzar señales amistosas a Gran Bretaña y Francia de cara a la futura guerra mundial y a su secreto pacto de no agresión con Hitler. Se fueron en Octubre de 1938, yo estuve en su desfile de despedida en Barcelona. Allí vi a Mayall por última vez hasta que no nos reencontramos diez años después. Nos despedimos conteniéndonos, pues sabíamos que realmente aquella podría ser la última despedida, mientras el ejército de Franco avanzaba hacia el Mediterráneo y en breve estaría avanzando hacia Barcelona.
Se perdió mucho, querida Quiros. Pero con tu libro espero que no se pierda la memoria. Te mando un cariñoso abrazo.
DLP.
[Personaje históricos: Jack Shirai, André Marty, Orwell, Hemingway, el coronel “Gal”, Robert Merriman… fueron algunos de los nombres históricos que vinieron a España voluntariamente a apoyar la causa republicana. Frank Ryan era un irlandés militante histórico del IRA. Los irlandeses no contaron con batallón propio dentro de las brigadas internacionales y fueron agrupados con mucho tacto, y pensando mucho donde encajar cada nombre de ellos, entre los batallones ingleses y norteamericanos. Ryan estuvo en el batallón Lincoln, que era uno de los dos batallones de fuerte componente norteamericano. En la batalla del Jarama, primera donde este batallón entró en combate bajo la XV brigada internacional, se enfrentaron a un ejército de Franco compuesto también por múltiples elementos extranjeros, entre ellos otro grupo de voluntarios irlandeses comandados por O’Duffy, otro militante del IRA que, a diferencia de Ryan, admiraba a Mussolini y a Franco. La guerra civil española supuso para el IRA, curiosamente, cierta división interna en cuanto a qué valores defendían fuera de Irlanda, en otras palabras en qué modelo de Irlanda querían, si una basada en los valores católicos o una basada en los valores de la libertad sobre todo. La batalla del Jarama fue una paradoja donde irlandeses del IRA combatieron contra irlandeses del IRA, aunque no hay pruebas de que supieran en el momento que eso estaba sucediendo. En todo caso, los hombres de O’Duffy fueron destinados en esa batalla a mantener uno de los pueblos conquistados por los golpistas, Ciempozuelos, sobre la semana de los días 10 de Febrero, ya que una confusión hizo que O’Duffy mandara disparar contra gente de su propio bando confundiéndolos con brigadas internacionales.
Sobre la historia de las Brigadas Internacionales ya se dan bastantes datos en el relato, aunque para una información más completa me remito a los enlaces que hago a continuación. Hay numerosas publicaciones al respecto.
Sobre las brigadas internacionales aquí y también aquí. Sobre el batallón Lincoln aquí. Sobre la asociación Amigos de las Brigadas Internacionales aquí.]
Querida Quiros:
Hace poco me llamó por teléfono Frank Mayall contándome que ya os habíais puesto en contacto. Me alegra. Mayall podrá darte muchas historias para tu libro. Ya te hablé de él en otra carta, de cuando lo conocí en Chicago. Entonces creo recordar que te dije que él, que era muy joven, decidió venir a España cuando estalló la guerra civil. Por un lado tenía ciertas ideas arraigadas de la libertad, a la que quería defender del fascismo. Por otro lado quería dar un salto como periodista y dejar de escribir columnas locales de Chicago para escribir las grandes crónicas que esos días estaban escribiendo los libros de Historia. Aún más, estaba obsesionado con escribir “la gran novela americana”, aunque en esas fechas me parece a mí que se le adelantó Hemingway en intenciones y en lograrlo. Vino por su cuenta a España y se alistó a las Brigadas Internacionales, que principalmente estaban siendo formadas por los comunistas, aunque hubo brigadas donde hubo gente que no eran comunistas. Norteamérica quería mantenerse al margen de los asuntos de Europa en 1936, pese a que sus grandes empresarios dieran ventajas a Franco, y sus intelectuales y gente obrera aportaran todo lo que podían a la República. Frank Mayall por entonces quería vivir la gran aventura de su vida, ¿qué mejor que defendiendo un mundo libre, justo e igualitario para todos? Claro, que a veces, en algunos combates que le vi, tenía algo oscuro, algo casi suicida, debía ser su pasado. Era un chico gris.
Los primeros meses de la guerra habían sido un descontrol absoluto en las dos zonas que se dividió España. Las matanzas y los saqueos se habían generalizado hasta el esperpento. Antes crecía la sangre en la calle que el polvo levantado por el viento. Sólo hacia finales de 1936 se logró con relativo éxito poner un poco de orden y control para evitar tantos desmanes. Fue un Ministro anarquista el que atajó en buena parte que la gente se tomara la justicia por su cuenta de forma aleatoria. Pero eran días difíciles. La defensa de Madrid estaba costando mucho. Además, algunos de los primeros milicianos se tomaban la guerra como un asunto de fin de semana. Los había que cogían una escopeta de caza, se montaban en uno de los camiones hacia Toledo, disparaban contra los muros del alcázar y volvían por las tardes con sus familias. Todo eso había que organizarlo de otro modo par ser más eficaces. Enfrente el enemigo era un enemigo fundamentalmente militarizado profesionalmente, mientras que la República se defendía con un ejército del pueblo que se profesionalizó sólo con la práctica diaria de combatir. La situación era aún peor. Si la guerra civil española era una antesala de la segunda guerra mundial mal pintaba para el mundo libre, ya que en esos primeros meses la República sólo recibió unas pocas armas de Francia y un barco soviético cargado de leche condensada, mientras que Franco había recibido baterías antiaéreas y aviones alemanes, tropas italianas y miles de voluntarios portugueses. El Comité de No Intervención era papel mojado en los campos de batalla y peleas de colegio en los órganos internacionales. Por eso fue una gran alegría cuando por primera vez se vio sobre el cielo de Madrid aviones que no venían a bombardear la ciudad, sino a derribar a los aviones NAZIS. Eran aviones venido de la Unión Soviética. Los observábamos como si fuera una atracción de circo aéreo. Gritábamos alborozados cada vez que caía un alemán. Nos dábamos abrazos y coreábamos “¡No pasarán, no pasarán!” Qué ilusionados estábamos y qué ilusos fuimos.
Madrid resistía. La defensa de la República y de su capital por gente del pueblo levantó el entusiasmo del mundo libre y empezó a llegar a España numerosas personas voluntarias para combatir al fascismo, ya que sus gobiernos no hacían nada. Al principio venían por su propia iniciativa y se alistaban en las milicias, como Orwell, que estuvo en una milicia del POUM a las órdenes de Rovira. La URSS comenzó a comprender la importancia de España de cara a una posible guerra mundial que estaba a punto de estallar. Y comprendía que Alemania e Italia se saltaban la No Intervención. La URSS hizo lo mismo y también mandó material de guerra y altos oficiales y agentes. Pero antes realizó otra clase de ayuda, la organización de un organismo de voluntariado para combatir en España. Se basaba en que Portugal había mandado voluntarios a Franco, lo que en la legalidad internacional era posible gracias a un vacío legal en cuanto a eso en el Comité de No Intervención. En Octubre de 1936 llegaron los primeros Brigadas Internacionales reclutados entre las clases trabajadoras e intelectuales de gran multitud de países. Eran formados en Albacete mal que bien a cargo de André Marty… En Noviembre ya estaban combatiendo en Madrid, defendiendo la capital y su entorno. Algunos pasaron por Alcalá de Henares. Como periodista de “El Amanecer” y “agente miliciano” a ratos pude ver sus acciones sobre el Puente de los Franceses, impidiendo el avance de los golpistas. Habían recibido tan poca instrucción que morían en gran cantidad, pero su entrega y valor lograron defender aquel puente.
En Febrero de 1937 fui testigo de otra batalla protagonizada por ellos. Exactamente por la XV Brigada Internacional, formada por ingleses, rusos, irlandeses y norteamericanos. Fue en el valle del río Jarama, al sur de Madrid. Los fascistas habían tomado Málaga hacía poco tiempo y habían creado una gran matanza allí. El terror de las noticias alcanzó la retaguardia republicana, mientras la euforia del triunfo envalentonó a Franco para intentar otro ataque sobre Madrid, esta vez intentando rodear la capital para asfixiarla. Lanzó un ataque sobre Ciempozuelos y San Martín de la Vega que fue retenido como se pudo por la República a la altura del río Jarama. Aunque ellos cruzaron el río al final, fueron frenados y se estabilizó el frente a costa de un mes de continua batalla y miles de vidas sembrando los campos, que esperaban las flores de Primavera y no aquellas otras flores que se habrían de pudrir al sol. Las tropas marroquíes de Franco habían llegado a San Martín de la Vega de noche y habían degollado en silencio a los centinelas, que eran brigadas internacionales. Tomaron el pueblo con poco esfuerzo. Repitieron la táctica una segunda vez en otro lugar de aquel frente abierto. La histeria colectiva que creó entre nosotros el conocimiento de los hechos no era lo mejor para frenarles. Los versos que escribió tiempo después el irlandés Charles Donnelly en su poema “Río de Sangre Roja” no podían ser más acertados:
“Hay un valle en España llamado Jarama,
es un lugar que todos conocemos muy bien,
porque en él destrozamos nuestra juventud
y nuestra edad madura en gran parte también”.
Con la batalla durando ya varios días la República mandó de refuerzo a la XV Brigada Internacional, la cual se acababa de formar y apenas había recibido media instrucción militar, mientras llegaba y no llegaban las tropas del comunista general Líster. Yo me encontraba en una trinchera descansando mientras tomaba nota de algunas cosas para redactar más tarde una noticia que mandar a “El Amanecer”. Entonces oí la peor entonación en español del himno de las brigadas que he oído nunca. Con un marcado acento neoyorkino distinguí “…libre España de castas opresoras, nuevo ritmo el alma batirá…” La voz era la de aquel chico gris. No pude menos de gritar “Frank Mayall”, aquella voz mal cantante calló y enseguida vi alzarse la cabeza de Mayall entre la de otros brigadas y avanzar hacia mí con una sonrisa sorprendida. Estábamos contentos de habernos reencontrado y pronto estábamos cantando el estribillo de una canción de jazz de una de nuestras noches en Chicago… tan lejanas de aquellas balas. Venía junto al brigada más exótico que haya conocido nunca, un japonés llamado Jack Shirai. Conocerle me valió para la noticia de aquel día para mi diario. Aparte de la llegada del Batallón Lincoln, que pertenecía a la XV Brigada, pude entregar una pequeña entrevista sobre ese extraño personaje. Claro que mi diario no publicó exactamente lo que yo escribí y dio a entender a los lectores que los japoneses en general estaban con la República, cuando la realidad es que en general se aliarían con los NAZIS y los italianos en la Segunda Guerra Mundial. Aún escribí una segunda vez sobre él, ya que Shirai murió pocos meses después, en la batalla de Brunete. Aunque no era el único elemento exótico de esta brigada, querida Quiros. Había numerosos negros norteamericanos que se habían alistado voluntariamente para combatir a los NAZIS y su racismo. En España no se veían apenas negros y su llegada llamó mucho la atención allá por donde pasaban.
Mayall era muy joven, pero el resto de norteamericanos del Batallón Lincoln no estaban muy lejos de su edad. Su propio jefe, Robert Merriman, tenía 28 años. Casi todos eran estudiantes universitarios, el otro grupo más numeroso era el de los marineros, y los había de otros oficios (intelectuales en su mayoría), pero casi todos eran universitarios, querida Quiros. Eran en general muy inocentes. No habían vivido dictaduras ni persecuciones, como los brigadas rusos, polacos, alemanes, italianos, ni habían visto sus ciudades destrozadas por las guerras pasadas ni tenían familiares muertos por la misma causa, como los franceses, los belgas o los británicos. Eran idealistas y estaban allí, en aquella trinchera, a miles de kilómetros de sus casas y sin saber qué era exactamente una guerra. Aunque Mayall, aquel chico gris, sí conocía la muerte de antes.
El día 17 pasamos al contraataque. El coronel “Gal”, que coordinaba a los brigadistas, comenzó a mover a sus tropas a partir del día 23 hacia Pingarrón y San Martín de la Vega. Los combates fueron terribles y duros. Duraron unos cinco días. Lo peor es que aquel coronel ruso era tan desconsiderado con las vidas humanas, de tan mal humor, tan obtuso, que mandó a la muerte a miles de jóvenes mal dirigidos y mal coordinados para no ganar ni un palmo de terreno. Sólo logró un despilfarro de vidas en tierra que los poetas llamaron heroico mientras nosotros lo llamamos estúpido. Sólo los aviones y tanques rusos que apoyaban a las tropas de tierra lograron evitar una desgracia mayor, pues de otro modo los aviones NAZIS hubieran podido completar fácilmente la aniquilación total de la XV Brigada. El general Miaja no entendía las tácticas del general Líster. No se coordinaban tampoco entre ellos en tierra. Aquello fue en gran medida una tragedia por incompetencia. Los que no morían entre los olivares a merced de las ametralladoras enemigas, eran retirados por serias heridas de combate, y los que no, acabaron enfermos por las malas condiciones del lugar de batalla.
Una noche Mayall me propuso una apuesta infantil. Tras una discusión acerca de la relación entre la heroicidad y el deber. Él apostó que atravesaría el campo de batalla, y traería consigo cualquier emblema fascista que tuviera el centinela de enfrente nuestra. No acepté la apuesta, pero él insistió en que era capaz de hacerlo. Estaba con nosotros un irlandés llamado Frank Ryan, que sí le vio la apuesta. Sin embargo decía que ni siquiera llegaría a arrastrarse a la mitad del campo. La discusión se prolongó y los dos salieron tripa en tierra rumbo a la línea enemiga, Mayall para capturar un emblema, Ryan para ver si pasaba como mínimo la mitad del campo. Obviamente estaban desobedeciendo órdenes y a la vez cometiendo una majadería. Pero Mayall era mi amigo. Insultándolo para mi interior salí detrás de ellos para ayudarles a regresar enteros a nuestra trinchera.
Nos habíamos arrastrado más de la mitad del campo y oíamos voces marroquíes, italianas, españolas e inglesas al otro lado. Estaba claro que la hazaña era imposible ante la multitud de voces que se oían frente a los tres que éramos. Estábamos realmente cerca y tras otra discusión entre nosotros, allí tumbados panza abajo y en susurros, al final la cordura se impuso para regresar a nuestro lado, aunque bajo el costo de considerar un empate técnico entre Mayall y Ryan. Eran dos locos. Dos suicidas. Fue entonces cuando se oyó un claro silencio seguido de una pregunta de santo y seña. Los tres, quietos, casi sin respirar, callamos. Se volvió a oír otra vez la pregunta de santo y seña seguida de otra voz, con acento inglés esta vez, preguntando quién estaba ahí. Mayall no pudo resistir gritarles un claro “¡vuestra puta madre!”, que había aprendido muy bien a pronunciar. Dos disparos dieron con sus balas a un metro de nosotros. No sabían muy bien donde estábamos y disparaban por donde creían haber oído la voz. Yo temía que lanzaran una bengala para iluminar el campo, peor aún, que los nuestros respondieran y nos viéramos envueltos en un suicida fuego cruzado. Disparé mi pistola “Star” y Mayall iba a hacer lo mismo cuando Ryan nos bajó los cañones con la mano. Gritó algo en irlandés y los disparos del otro lado cesaron. Tras un breve silencio donde me latía el corazón con una fuerza como nunca antes, del otro lado se oyó una contestación también en irlandés. Ryan dio la réplica y del otro lado se oyó: “yo soy de Ulster”. Ryan canturreó una canción y al poco, del otro lado, se oyó el acompañamiento de los últimos versos mientras se oían leves risas españolas acompañadas de continuos “¡hay que joderse!” de tono desenfadado, aunque fastidiado de no poder acabar el tiroteo. Ryan acabó aquello con un “¡Viva Irlanda!” Retrocedimos como avanzamos, arrastrándonos panza abajo.
Cuando llegamos a nuestra trinchera, sin haber llamado la atención entre los nuestros, Ryan nos explicó que había identificado el acento irlandés de las voces del que nos había parecido con acento inglés. Había hecho una apuesta arriesgada apostando por los sentimientos compatriotas del hombre del otro lado. Había descubierto que ambos pertenecían a una misma organización en su país de origen, aunque ahora estuvieran en trincheras contrarias en España. Fuese como fuese, probablemente habíamos salvado la vida.
Aquel frente, pese al goteo de vidas, se estancó y yo me trasladé al frente de Aragón, con las milicias de allí. Aunque tuve que acudir con urgencia a Barcelona, donde compartí azotea con Orwell cuando el asunto de la Telefónica que tantas veces te conté en México, querida Quiros. No fui depurado porque encontré amparo y refugio en otras organizaciones. De ese modo proseguí mi labor en la guerra, aunque las depuraciones que hicieron los comunistas aquel año habían matado más que las balas fascistas, pues lo que mató fue la predisposición de muchos milicianos. Desencantó a muchos luchadores por la libertad. ¿Quién me iba a decir a mí que yo mismo cubriría algunas noticias sobre una brigada internacional, la 129, formada en Abril de aquel 1937, compuesta por gente venida del POUM, de CNT y los restos de otras brigadas internacionales destruidas? Luego la dura batalla del Ebro en el ’38, y el Levante, y el Invierno… Pero para entonces los brigadistas ya se habían ido. La comunidad internacional decidió que debían irse por incumplir la No Intervención, mientras permitían la permanencia de alemanes, italianos, portugueses y marroquíes en la zona de los fascistas. Ni siquiera Stalin defendió su permanencia, queriendo lanzar señales amistosas a Gran Bretaña y Francia de cara a la futura guerra mundial y a su secreto pacto de no agresión con Hitler. Se fueron en Octubre de 1938, yo estuve en su desfile de despedida en Barcelona. Allí vi a Mayall por última vez hasta que no nos reencontramos diez años después. Nos despedimos conteniéndonos, pues sabíamos que realmente aquella podría ser la última despedida, mientras el ejército de Franco avanzaba hacia el Mediterráneo y en breve estaría avanzando hacia Barcelona.
Se perdió mucho, querida Quiros. Pero con tu libro espero que no se pierda la memoria. Te mando un cariñoso abrazo.
DLP.
[Personaje históricos: Jack Shirai, André Marty, Orwell, Hemingway, el coronel “Gal”, Robert Merriman… fueron algunos de los nombres históricos que vinieron a España voluntariamente a apoyar la causa republicana. Frank Ryan era un irlandés militante histórico del IRA. Los irlandeses no contaron con batallón propio dentro de las brigadas internacionales y fueron agrupados con mucho tacto, y pensando mucho donde encajar cada nombre de ellos, entre los batallones ingleses y norteamericanos. Ryan estuvo en el batallón Lincoln, que era uno de los dos batallones de fuerte componente norteamericano. En la batalla del Jarama, primera donde este batallón entró en combate bajo la XV brigada internacional, se enfrentaron a un ejército de Franco compuesto también por múltiples elementos extranjeros, entre ellos otro grupo de voluntarios irlandeses comandados por O’Duffy, otro militante del IRA que, a diferencia de Ryan, admiraba a Mussolini y a Franco. La guerra civil española supuso para el IRA, curiosamente, cierta división interna en cuanto a qué valores defendían fuera de Irlanda, en otras palabras en qué modelo de Irlanda querían, si una basada en los valores católicos o una basada en los valores de la libertad sobre todo. La batalla del Jarama fue una paradoja donde irlandeses del IRA combatieron contra irlandeses del IRA, aunque no hay pruebas de que supieran en el momento que eso estaba sucediendo. En todo caso, los hombres de O’Duffy fueron destinados en esa batalla a mantener uno de los pueblos conquistados por los golpistas, Ciempozuelos, sobre la semana de los días 10 de Febrero, ya que una confusión hizo que O’Duffy mandara disparar contra gente de su propio bando confundiéndolos con brigadas internacionales.
Sobre la historia de las Brigadas Internacionales ya se dan bastantes datos en el relato, aunque para una información más completa me remito a los enlaces que hago a continuación. Hay numerosas publicaciones al respecto.
Sobre las brigadas internacionales aquí y también aquí. Sobre el batallón Lincoln aquí. Sobre la asociación Amigos de las Brigadas Internacionales aquí.]
martes, febrero 12, 2008
NOTICIA 404ª DESDE EL BAR: LOS '30 DE MAURICIO
18 de Julio de 1979
Querida Quiros:
Creo que deberá ser un capítulo fundamental en tu libro las historias de la guerra que te pueda contar. Los españoles que se quedaron en España, y muchos de los que se fueron, no saben mucho sobre su pasado, cuando no nada. Ahora, con los nuevos aires que ha traído Juan Carlos I, se publican más cosas sobre el asunto, pero aún se habla muy poco y con miedo. Nadie quiere recordar de verdad. ¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que la gente quiera recuperar la memoria? Quizá por eso he reservado varias de tus últimas preguntas para las últimas cartas que te enviaré sobre este asunto que me solicitaste. Hay muchas heridas abiertas, aunque nadie se queja del dolor que le producen. Incluso siguen llamando “nacionales” al bando ganador de aquella guerra civil, el de la dictadura, el del fascismo nacionalcatólico, cuando en realidad no eran más que rebeldes e insurrectos, golpistas, contra el gobierno legal y democráticamente constituido de la República. Puede que a Franco le rindieran honores de Estado a su muerte el 20 de Noviembre de 1975, pero ese mismo año, en Octubre, yo estuve en otro entierro multitudinario en París que no necesitaba de honores de Estado para recoger el reconocimiento y estima de miles de españoles y de no españoles, el del anarquista Cipriano Mera. Allí, en silencio, acompañando su ataúd.
Cipriano Mera fue un gran líder de las milicias anarquistas en la defensa de Madrid, cuando en el fondo había sido toda su vida un simple albañil. Un hombre del pueblo. El primer día de la guerra le había sorprendido en la cárcel por participar en una huelga de la construcción, al segundo día le liberaban y le daban un fúsil. De ahí hasta el final de la guerra su ascenso como líder fue meteórico, incluso se le dio el rango de teniente coronel. Una de sus primeras acciones fue ir a asegurar Guadalajara y Cuenca como leales al orden republicano, cuando aún en Madrid había barricadas por la confusión política propia de toda guerra civil. En su trayecto pasó por Alcalá de Henares, única ciudad importante de la provincia de Madrid después de la capital. Alcalá fue vital en la defensa de Madrid durante la guerra. Lo pagó muy caro. Al final de la guerra era un montón de escombros por culpa en buena parte de la aviación de los golpistas. Yo estaba en Alcalá de Henares al comienzo de la guerra.
Había regresado a España en Abril de 1935 y había colaborado con el Frente Popular para las elecciones de Febrero de 1936, desde un grupo político de débil fuerza en Madrid. Fue durante esas elecciones que me enteré de la muerte del “Mastín”. El “Mastín” era un amigo de mi infancia en Alcalá de Henares. Éramos de la misma quinta. Trabajaba en el campo cuando podía, pero habitualmente estaba desempleado. Quizá por eso se involucró en las huelgas que se realizaron en Alcalá por la construcción de un manicomio. Parece ser que durante la huelga general complutense de Febrero de 1934, el “Mastín”, a quien muchos le llamaron el “Caniche”, recibió un fuerte golpe en la cabeza del culatazo del rifle de uno de los guardias civiles que entraron cargando a caballo. Yo entonces no supe nada. El “Mastín” tuvo fuertes hemorragias en prisión que le dejaron dormido por varios meses, hasta que murió en Octubre de 1934, justo el primer día de la huelga revolucionaria. No me había decidido ir a mi ciudad natal a visitar su tumba y dar mis condolencias hasta Julio de aquel verano del ‘36. Lo había estado rehuyendo consciente e inconscientemente. Aunque por otra parte, Madrid estaba llena de noticias esos días, desde el atentado fallido contra el presidente Azaña, a los asesinatos del teniente Castillo y el diputado Calvo Sotelo.
El día 17 el ejército de Marruecos se levantó contra el gobierno. El día 18 la guerra se generalizó a toda España, que intentaba situarse a uno u otro lado desatando todas sus tensiones e iras mal contenidas durante décadas en un derroche de sangre y vidas imperdonable. No fue posible la paz.
En Alcalá, antes de los días 18, 19 y 20, hubo un incidente en la calle Mayor que había cortado posibilidades a la gente proclive a los golpistas, aunque es de decir que la ciudad siempre fue netamente de izquierdas. El general Miaja y el presidente Azaña ya habían cambiado de destino a algunos altos mandos de los que desconfiaban y habían colocado a otros. Has de tener en cuenta que por esas fechas la ciudad contaba con el aeródromo más moderno de España, que tanto socorro le dio a Madrid al transformarse en una de las principales bases aéreas en su defensa con todos aquellos aviones rusos. La cuestión es que, aparte de aquellas destituciones en los destacamentos alcalaínos, dos jornaleros adolescentes habían llamado fascistas a dos soldados rasos que paseaban por el centro de la ciudad. Aquello se transformó en una pelea que sesgó la vida de uno de aquellos chicos y malhirió a su compañero. Uno de los soldados había usado su arma. Por esa razón se dio orden de que los militares no pasearan por la ciudad con uniforme y armas, así como se tuvo especial control sobre los grupos organizados de derechas en el municipio. La ciudad estaba bastante caliente ya días antes de aquel día 18.
Al estallar la guerra el batallón de zapadores y el batallón ciclista, establecidos en la ciudad, permanecieron fieles a la República, mandados por Monterde y por Azcárate. Pero cuatro pilotos del aeródromo intentaron el triunfo de los golpistas sin resultado. Fueron arrestados de inmediato. Sin embargo, en el cercano pueblo de Meco sí había triunfado la insurrección, por lo que parte de las tropas alcalaínas fueron allí mientras otra parte iba a ayudar en Madrid, lo que dio alas a varias personas de la derecha complutense para intentar el golpe en Alcalá. Fue la gente del pueblo, la milicia, la que se enzarzó con ellos en diversos tiroteos intentando controlar la ciudad. Yo mismo me hice con un fusil que me entregó un hombre del Sindicato de Oficios Varios de la CNT de Alcalá de Henares. Se llamaba Mauricio.
A Mauricio le había encontrado la guerra en la capital de modo casual, pero allí no tardó en movilizarse y participar de las barricadas. En cuanto pudo intentó regresar a Alcalá para ayudarla y comprobar si su familia estaba bien. De ese modo, y siendo anarquista, se unió a la improvisada columna de Mera, la cual sin entretenerse en Madrid salía con urgencia hacia Guadalajara, por lo que pasaría por la ciudad complutense. Junto a esa columna iba otra del militar republicano Ildefonso Puigdéngola.
Yo les vi entrar en Alcalá. Me encontraba con otros milicianos en la Puerta de Madrid, por donde inevitablemente debían pasar los coches y camiones que se dirigieran de Madrid a Guadalajara, y al contrario, ya que la carretera pasaba por debajo de su arco. Estábamos defendiendo ese punto vital de las comunicaciones en un momento tan delicado donde todas las fuerzas de uno y otro bando intentaban ubicarse. Alguien había pintado las siglas de la Federación Anarquista Ibérica sobre la vieja puerta del siglo XVIII, indicando con ello la seña de identidad de quien controlaba la puerta, a la par que un acto pletórico de revolución y cambio social. Algunos seguimos a los camiones llenos de milicianos y militares hasta la cercana plaza de los Santos Niños. En la Iglesia Magistral se habían hecho fuertes varias personas golpistas creyendo que no entraríamos disparando. Así pues, había disparos desde dentro afuera y de afuera a adentro, sin que hubiera avance alguno que diera ventaja a ninguno de las dos partes. Tenía pinta de prolongarse el asunto. Otros edificios emblemáticos sufrían idéntica suerte. Mauricio me dio un fusil, como ya te he escrito y nos ubicamos juntos desde un punto donde poder disparar estando relativamente a cubierto. Junto a nosotros estaba otro hombre llamado Félix Páez. La Iglesia Magistral, algún día tienes que verla querida Quiros, es un edificio imponente del siglo XV sin casi ventanas y muros enormes. Su campanario es altísimo, aunque perdió sus campanas durante la guerra, cuando se necesitaba con qué hacer balas y bombas contra el fascismo. Tanto es así que hasta el propio general Orlov, de la NKVD soviética, la usó como una de sus bases cuando llegó a España.
Los tiroteos proseguían por horas y los rebeldes no se rendían pese a que ya no tenían nada que hacer ante el número de milicianos y tropa que nos encontrábamos alrededor. Pero tampoco había tiempo que perder para ir a Guadalajara y Cuenca. El tiempo era en esos primeros momentos de la guerra algo vital. Se decidió obligarles a salir ya que no querían hacerlo por su propio pie. Prendimos fuego a la iglesia y salieron. El fuego fue apagado, pero justo cuando ardía regresaban a la ciudad algunos de los habitantes, que habían huido al campo para protegerse y que regresaban cuando habían dejado de oír tantos disparos. Creo que esa visión de ver como ardía uno de los edificios que daban identidad a la ciudad hizo que al acabar la guerra se levantaran muchos falsos testimonios contra algunos de los que entonces defendimos la libertad. Como por ejemplo contra el profesor Ángel García, al que acusaron de quemar la iglesia de Santa María la Rica, cuando la quemaron tres saqueadores, no milicianos, o contra el poeta Marcos Ana, al que acusaron de matar a un sacerdote al que nunca mató, o contra Fernando Nacarino, que en 1947 le acusaron de poner una bomba en el polvorín de Alcalá, yo firmé en mi exilio varias de las cartas para la ONU que se mandaron por su indulto y el del resto… lástima de aquellos ocho fusilados… O incluso lo que se dijo de aquel Mauricio, al que acusaron de liderar la explotación obrera de la “colectividad agrícola Isabelo Romero”, que se ubicó durante la guerra en la caseta que existía en la propia Puerta de Madrid, junto a las murallas medievales, de la cual sí participó, pero desde la que desde luego no ejerció de comisario para decidir cortarle los alimentos a la gente de derechas de la ciudad.
Mauricio, con el cual tuve algún contacto posterior a aquel día, tenía un gran corazón. Se le acusó de muchas cosas después de la guerra, y tristemente algunos de sus acusadores fue gente que él mismo salvó la vida en alguna ocasión. Sólo algún testimonio favorable de alguien de aquella derecha complutense pudo salvarle la vida y evitar su fusilamiento en 1939, aunque ignoro quien pudo ser. Traté de buscarle cuando regresé a España en 1976, como a tantos otros con los que perdí el contacto. Lo poco que logré saber de él es que tras pasar varios juicios sumarísimos se lo habían llevado a realizar trabajos forzosos en el Valle de los Caídos, construyendo ese mastodóntico mausoleo para la muerte de Franco. Investigué mucho sobre su paradero actual. Pero todas las pistas y testimonios desaparecen allí. Creo, tengo el triste pensamiento, de que en algún momento fue ejecutado y descansa en alguna fosa común sin marcar y desconocida.
De Félix Páez sé que estuvo combatiendo en Madrid y Guadalajara, pero perdí también su pista. Alguien me dijo que le vio una vez en Madrid, de albañil en los almacenes “El Corte Inglés” de la plaza de Callao. Pero nunca le he vuelto a encontrar.
En fin, querida Quiros, no eran tiempos fáciles ni bonitos. Aquellos primeros días fueron terribles. La muerte estaba en cualquier lugar y ubicarse era difícil. Ya te seguiré contando sobre la guerra en mi próxima carta. Por hoy te dejo. Recordar me ha fatigado mucho. Te mando un cariñoso abrazo.
DLP
[Personajes históricos: sobre la República y la guerra civil en Alcalá de Henares hay poco escrito, menos aún sobre el periodo de la dictadura y la represión. Uno de los historiadores que más ha publicado sobre el asunto hasta la fecha es Julián Vadillo, cuya juventud augura un futuro en el que los complutenses podremos reencontrarnos con nuestro pasado en el siglo XX, lejos ya de aquel Miguel de Cervantes. Existen, eso sí, unos pocos libros y artículos que llegan a tratar el tema, como una especie de memorias sobre Fernando Nacarino, menciones en las memorias de Marcos Ana, menciones en otras investigaciones generales de la guerra o de la época republicana, y recopilaciones de fotografías, así como artículos de la historiadora Pilar Lledó, quien publicó un libro hoy día descatalogado, lamentablemente, por ser una edición de corta tirada, “Alcalá en Guerra”.
Cipriano Mera llegó a controlar a todas las milicias de Madrid capital en los últimos momentos de la guerra, cuando el gobierno estaba a punto de abandonar España por Valencia. Cuando se produjo el llamado “golpe de Casado” en la historiografía, Mera participó de él. El general republicano Casado, junto al líder de la UGT Wenceslao Carrillo, padre de Santiago, y el socialdemócrata Julián Besteiro (del PSOE), decidió negociar la rendición con el ejército de Franco cortando así un goteo de muertes ante lo inevitable que resultaba ya la derrota y lo inútil de la resistencia y el morir por algo ya perdido. No contó en sus reuniones con Mera, pero Mera al saber de la rendición del ejército por parte de Casado, comprendió que se había llegado al punto de la imposibilidad de toda defensa. Decidió dar la orden de rendición a sus milicias. Alcalá de Henares resistió un poco más que Madrid capital, pero se trataba sobre todo de dar tiempo a la gente de llegar a Valencia para que pudieran huir por barco. Aún con todo, cuando se acabaron los barcos en Valencia hubo gran cantidad de suicidios por la desesperación de ser atrapados por las tropas franquistas.
Félix Páez era mi abuelo materno, murió en 1985.
Sobre Cipriano Mera aquí. Sobre Puigdéngola aquí. Sobre la CNT aquí. Sobre la guerra civil española aquí. Sobre Félix Páez aquí. Sobre Alcalá de Henares 1900-1950 aquí.]
Querida Quiros:
Creo que deberá ser un capítulo fundamental en tu libro las historias de la guerra que te pueda contar. Los españoles que se quedaron en España, y muchos de los que se fueron, no saben mucho sobre su pasado, cuando no nada. Ahora, con los nuevos aires que ha traído Juan Carlos I, se publican más cosas sobre el asunto, pero aún se habla muy poco y con miedo. Nadie quiere recordar de verdad. ¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que la gente quiera recuperar la memoria? Quizá por eso he reservado varias de tus últimas preguntas para las últimas cartas que te enviaré sobre este asunto que me solicitaste. Hay muchas heridas abiertas, aunque nadie se queja del dolor que le producen. Incluso siguen llamando “nacionales” al bando ganador de aquella guerra civil, el de la dictadura, el del fascismo nacionalcatólico, cuando en realidad no eran más que rebeldes e insurrectos, golpistas, contra el gobierno legal y democráticamente constituido de la República. Puede que a Franco le rindieran honores de Estado a su muerte el 20 de Noviembre de 1975, pero ese mismo año, en Octubre, yo estuve en otro entierro multitudinario en París que no necesitaba de honores de Estado para recoger el reconocimiento y estima de miles de españoles y de no españoles, el del anarquista Cipriano Mera. Allí, en silencio, acompañando su ataúd.
Cipriano Mera fue un gran líder de las milicias anarquistas en la defensa de Madrid, cuando en el fondo había sido toda su vida un simple albañil. Un hombre del pueblo. El primer día de la guerra le había sorprendido en la cárcel por participar en una huelga de la construcción, al segundo día le liberaban y le daban un fúsil. De ahí hasta el final de la guerra su ascenso como líder fue meteórico, incluso se le dio el rango de teniente coronel. Una de sus primeras acciones fue ir a asegurar Guadalajara y Cuenca como leales al orden republicano, cuando aún en Madrid había barricadas por la confusión política propia de toda guerra civil. En su trayecto pasó por Alcalá de Henares, única ciudad importante de la provincia de Madrid después de la capital. Alcalá fue vital en la defensa de Madrid durante la guerra. Lo pagó muy caro. Al final de la guerra era un montón de escombros por culpa en buena parte de la aviación de los golpistas. Yo estaba en Alcalá de Henares al comienzo de la guerra.
Había regresado a España en Abril de 1935 y había colaborado con el Frente Popular para las elecciones de Febrero de 1936, desde un grupo político de débil fuerza en Madrid. Fue durante esas elecciones que me enteré de la muerte del “Mastín”. El “Mastín” era un amigo de mi infancia en Alcalá de Henares. Éramos de la misma quinta. Trabajaba en el campo cuando podía, pero habitualmente estaba desempleado. Quizá por eso se involucró en las huelgas que se realizaron en Alcalá por la construcción de un manicomio. Parece ser que durante la huelga general complutense de Febrero de 1934, el “Mastín”, a quien muchos le llamaron el “Caniche”, recibió un fuerte golpe en la cabeza del culatazo del rifle de uno de los guardias civiles que entraron cargando a caballo. Yo entonces no supe nada. El “Mastín” tuvo fuertes hemorragias en prisión que le dejaron dormido por varios meses, hasta que murió en Octubre de 1934, justo el primer día de la huelga revolucionaria. No me había decidido ir a mi ciudad natal a visitar su tumba y dar mis condolencias hasta Julio de aquel verano del ‘36. Lo había estado rehuyendo consciente e inconscientemente. Aunque por otra parte, Madrid estaba llena de noticias esos días, desde el atentado fallido contra el presidente Azaña, a los asesinatos del teniente Castillo y el diputado Calvo Sotelo.
El día 17 el ejército de Marruecos se levantó contra el gobierno. El día 18 la guerra se generalizó a toda España, que intentaba situarse a uno u otro lado desatando todas sus tensiones e iras mal contenidas durante décadas en un derroche de sangre y vidas imperdonable. No fue posible la paz.
En Alcalá, antes de los días 18, 19 y 20, hubo un incidente en la calle Mayor que había cortado posibilidades a la gente proclive a los golpistas, aunque es de decir que la ciudad siempre fue netamente de izquierdas. El general Miaja y el presidente Azaña ya habían cambiado de destino a algunos altos mandos de los que desconfiaban y habían colocado a otros. Has de tener en cuenta que por esas fechas la ciudad contaba con el aeródromo más moderno de España, que tanto socorro le dio a Madrid al transformarse en una de las principales bases aéreas en su defensa con todos aquellos aviones rusos. La cuestión es que, aparte de aquellas destituciones en los destacamentos alcalaínos, dos jornaleros adolescentes habían llamado fascistas a dos soldados rasos que paseaban por el centro de la ciudad. Aquello se transformó en una pelea que sesgó la vida de uno de aquellos chicos y malhirió a su compañero. Uno de los soldados había usado su arma. Por esa razón se dio orden de que los militares no pasearan por la ciudad con uniforme y armas, así como se tuvo especial control sobre los grupos organizados de derechas en el municipio. La ciudad estaba bastante caliente ya días antes de aquel día 18.
Al estallar la guerra el batallón de zapadores y el batallón ciclista, establecidos en la ciudad, permanecieron fieles a la República, mandados por Monterde y por Azcárate. Pero cuatro pilotos del aeródromo intentaron el triunfo de los golpistas sin resultado. Fueron arrestados de inmediato. Sin embargo, en el cercano pueblo de Meco sí había triunfado la insurrección, por lo que parte de las tropas alcalaínas fueron allí mientras otra parte iba a ayudar en Madrid, lo que dio alas a varias personas de la derecha complutense para intentar el golpe en Alcalá. Fue la gente del pueblo, la milicia, la que se enzarzó con ellos en diversos tiroteos intentando controlar la ciudad. Yo mismo me hice con un fusil que me entregó un hombre del Sindicato de Oficios Varios de la CNT de Alcalá de Henares. Se llamaba Mauricio.
A Mauricio le había encontrado la guerra en la capital de modo casual, pero allí no tardó en movilizarse y participar de las barricadas. En cuanto pudo intentó regresar a Alcalá para ayudarla y comprobar si su familia estaba bien. De ese modo, y siendo anarquista, se unió a la improvisada columna de Mera, la cual sin entretenerse en Madrid salía con urgencia hacia Guadalajara, por lo que pasaría por la ciudad complutense. Junto a esa columna iba otra del militar republicano Ildefonso Puigdéngola.
Yo les vi entrar en Alcalá. Me encontraba con otros milicianos en la Puerta de Madrid, por donde inevitablemente debían pasar los coches y camiones que se dirigieran de Madrid a Guadalajara, y al contrario, ya que la carretera pasaba por debajo de su arco. Estábamos defendiendo ese punto vital de las comunicaciones en un momento tan delicado donde todas las fuerzas de uno y otro bando intentaban ubicarse. Alguien había pintado las siglas de la Federación Anarquista Ibérica sobre la vieja puerta del siglo XVIII, indicando con ello la seña de identidad de quien controlaba la puerta, a la par que un acto pletórico de revolución y cambio social. Algunos seguimos a los camiones llenos de milicianos y militares hasta la cercana plaza de los Santos Niños. En la Iglesia Magistral se habían hecho fuertes varias personas golpistas creyendo que no entraríamos disparando. Así pues, había disparos desde dentro afuera y de afuera a adentro, sin que hubiera avance alguno que diera ventaja a ninguno de las dos partes. Tenía pinta de prolongarse el asunto. Otros edificios emblemáticos sufrían idéntica suerte. Mauricio me dio un fusil, como ya te he escrito y nos ubicamos juntos desde un punto donde poder disparar estando relativamente a cubierto. Junto a nosotros estaba otro hombre llamado Félix Páez. La Iglesia Magistral, algún día tienes que verla querida Quiros, es un edificio imponente del siglo XV sin casi ventanas y muros enormes. Su campanario es altísimo, aunque perdió sus campanas durante la guerra, cuando se necesitaba con qué hacer balas y bombas contra el fascismo. Tanto es así que hasta el propio general Orlov, de la NKVD soviética, la usó como una de sus bases cuando llegó a España.
Los tiroteos proseguían por horas y los rebeldes no se rendían pese a que ya no tenían nada que hacer ante el número de milicianos y tropa que nos encontrábamos alrededor. Pero tampoco había tiempo que perder para ir a Guadalajara y Cuenca. El tiempo era en esos primeros momentos de la guerra algo vital. Se decidió obligarles a salir ya que no querían hacerlo por su propio pie. Prendimos fuego a la iglesia y salieron. El fuego fue apagado, pero justo cuando ardía regresaban a la ciudad algunos de los habitantes, que habían huido al campo para protegerse y que regresaban cuando habían dejado de oír tantos disparos. Creo que esa visión de ver como ardía uno de los edificios que daban identidad a la ciudad hizo que al acabar la guerra se levantaran muchos falsos testimonios contra algunos de los que entonces defendimos la libertad. Como por ejemplo contra el profesor Ángel García, al que acusaron de quemar la iglesia de Santa María la Rica, cuando la quemaron tres saqueadores, no milicianos, o contra el poeta Marcos Ana, al que acusaron de matar a un sacerdote al que nunca mató, o contra Fernando Nacarino, que en 1947 le acusaron de poner una bomba en el polvorín de Alcalá, yo firmé en mi exilio varias de las cartas para la ONU que se mandaron por su indulto y el del resto… lástima de aquellos ocho fusilados… O incluso lo que se dijo de aquel Mauricio, al que acusaron de liderar la explotación obrera de la “colectividad agrícola Isabelo Romero”, que se ubicó durante la guerra en la caseta que existía en la propia Puerta de Madrid, junto a las murallas medievales, de la cual sí participó, pero desde la que desde luego no ejerció de comisario para decidir cortarle los alimentos a la gente de derechas de la ciudad.
Mauricio, con el cual tuve algún contacto posterior a aquel día, tenía un gran corazón. Se le acusó de muchas cosas después de la guerra, y tristemente algunos de sus acusadores fue gente que él mismo salvó la vida en alguna ocasión. Sólo algún testimonio favorable de alguien de aquella derecha complutense pudo salvarle la vida y evitar su fusilamiento en 1939, aunque ignoro quien pudo ser. Traté de buscarle cuando regresé a España en 1976, como a tantos otros con los que perdí el contacto. Lo poco que logré saber de él es que tras pasar varios juicios sumarísimos se lo habían llevado a realizar trabajos forzosos en el Valle de los Caídos, construyendo ese mastodóntico mausoleo para la muerte de Franco. Investigué mucho sobre su paradero actual. Pero todas las pistas y testimonios desaparecen allí. Creo, tengo el triste pensamiento, de que en algún momento fue ejecutado y descansa en alguna fosa común sin marcar y desconocida.
De Félix Páez sé que estuvo combatiendo en Madrid y Guadalajara, pero perdí también su pista. Alguien me dijo que le vio una vez en Madrid, de albañil en los almacenes “El Corte Inglés” de la plaza de Callao. Pero nunca le he vuelto a encontrar.
En fin, querida Quiros, no eran tiempos fáciles ni bonitos. Aquellos primeros días fueron terribles. La muerte estaba en cualquier lugar y ubicarse era difícil. Ya te seguiré contando sobre la guerra en mi próxima carta. Por hoy te dejo. Recordar me ha fatigado mucho. Te mando un cariñoso abrazo.
DLP
[Personajes históricos: sobre la República y la guerra civil en Alcalá de Henares hay poco escrito, menos aún sobre el periodo de la dictadura y la represión. Uno de los historiadores que más ha publicado sobre el asunto hasta la fecha es Julián Vadillo, cuya juventud augura un futuro en el que los complutenses podremos reencontrarnos con nuestro pasado en el siglo XX, lejos ya de aquel Miguel de Cervantes. Existen, eso sí, unos pocos libros y artículos que llegan a tratar el tema, como una especie de memorias sobre Fernando Nacarino, menciones en las memorias de Marcos Ana, menciones en otras investigaciones generales de la guerra o de la época republicana, y recopilaciones de fotografías, así como artículos de la historiadora Pilar Lledó, quien publicó un libro hoy día descatalogado, lamentablemente, por ser una edición de corta tirada, “Alcalá en Guerra”.
Cipriano Mera llegó a controlar a todas las milicias de Madrid capital en los últimos momentos de la guerra, cuando el gobierno estaba a punto de abandonar España por Valencia. Cuando se produjo el llamado “golpe de Casado” en la historiografía, Mera participó de él. El general republicano Casado, junto al líder de la UGT Wenceslao Carrillo, padre de Santiago, y el socialdemócrata Julián Besteiro (del PSOE), decidió negociar la rendición con el ejército de Franco cortando así un goteo de muertes ante lo inevitable que resultaba ya la derrota y lo inútil de la resistencia y el morir por algo ya perdido. No contó en sus reuniones con Mera, pero Mera al saber de la rendición del ejército por parte de Casado, comprendió que se había llegado al punto de la imposibilidad de toda defensa. Decidió dar la orden de rendición a sus milicias. Alcalá de Henares resistió un poco más que Madrid capital, pero se trataba sobre todo de dar tiempo a la gente de llegar a Valencia para que pudieran huir por barco. Aún con todo, cuando se acabaron los barcos en Valencia hubo gran cantidad de suicidios por la desesperación de ser atrapados por las tropas franquistas.
Félix Páez era mi abuelo materno, murió en 1985.
Sobre Cipriano Mera aquí. Sobre Puigdéngola aquí. Sobre la CNT aquí. Sobre la guerra civil española aquí. Sobre Félix Páez aquí. Sobre Alcalá de Henares 1900-1950 aquí.]
lunes, febrero 11, 2008
NOTICIA 403ª DESDE EL BAR: LOS '30 DE ANNA
12 de Julio de 1979
Querida Quiros:
Siento haber tardado tanto tiempo en volver a escribirte. Acabo de regresar de Bangla Desh. No te enfades conmigo por haberlo hecho. Ya sé que no te gusta que haga viajes tan largos a mi edad, menos cuando nunca lo hago como turista. Me hago cargo de tu afectiva regañina y me excuso diciéndote de antemano que me acompañó uno de mis sobrinos. Me resultaba ineludible el ir. Fui al funeral de una vieja amiga. Se llamaba Karuna, aunque yo la solía llamar cariñosamente Anna. Su familia me avisó hace un mes de su muerte. Quería ir a los funerales para tener nuestra última despedida. Desde que la conocí hasta que sus cenizas fueron echadas al Ganges habíamos mantenido cierto contacto, aunque es cierto que excesivamente de mucho tiempo en mucho tiempo.
Karuna tenía quince años la primera vez que nos vimos y se había casado ya hacía dos años, También conocí entonces a su esposo y a su primer hijo, un recién nacido. Quizá la cogí simpatía por ser parte de mi primer viaje fuera de España en el que ejercí como reportero, pese a que no estaba generalizado aún los reporteros internacionales, ni los “free lance”. De hecho, viajé a La India como pude, no con demasiado dinero, escribí una novelita del género de viajes y un reportaje que vendí a unos cuantos periódicos españoles a mi regreso, entre ellos “El Amanecer”, que acabó contratándome. Era 1930 y yo no sabía la suerte que tuve ese año en elegir La India como destino para inspirarme un libro.
La India por entonces era parte del Imperio Británico, y no sólo era el territorio que hoy se llama República Federal India, sino que también abarcaba Pakistán y Bangla Desh, que como sabes se acaba de independizar de Pakistán hace siete años. Todo el Indostán llevaba tiempo en un proceso proindependentista que los británicos habían sabido mantener a raya incluso sorteando sus promesas de libertad durante la Primera Guerra Mundial. El mayor protagonista de todo aquello era Gandhi, quien hoy día es alabado y admirado por lograr la independencia usando sólo medios pacíficos. Claro que no obtuvo ese resultado hasta 1947 y previa partición en dos Estados. Yo a Gandhi no le supe valorar en su justa medida durante mucho tiempo. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial hablando con otro amigo mío en Londres, cuyo nombre sí conocerás, George Orwell, llegué a compartir con él la idea de que Gandhi podía perjudicar los intereses aliados a costa de intereses personales de lograr él la independencia de su país,. Sospechábamos paranoicamente si no estaría planteándose entrar en contacto con los NAZIS y de la noche a la mañana los indios les dejasen las puertas abiertas desprotegiendo a los británicos. Rebuscábamos hasta las noticias más nimias de la colonia y creíamos leer entre líneas cosas que nos hacían decir un: “esto se ve venir” de lo más equivocado, como ha demostrado la Historia. Claro que Orwell y yo teníamos un pasado reciente que nos llevaba a desconfiar de los grandes líderes. Me equivoqué con Gandhi por mucho tiempo. Me di cuenta al acabar la guerra mundial, y me llamé idiota en 1947. Su asesinato a manos de un hindú como él me conmovió, por injusto, por incomprensible. ¿Por qué matar, recurriendo a la violencia, al que todo lo intentó resolver mediante la paz?
Karuna era una chica dulce. Una hindú convencida y seguidora de Gandhi. Él se había retirado de la vida pública hacía unos años, pero los abusos impositivos sobre la sal hizo que en aquel 1930 Gandhi volviera a movilizar a miles de personas en La India iniciando una campaña de desobediencia civil. Organizó una larga marcha por el país durante la que se le fueron uniendo miles de personas. Se dirigían al mar, iban a recoger agua y a evaporarla para conseguir sal sin pagar nada, en protesta contra sus dominadores y ante el desconcierto de los mismos. Karuna vivía en Delhi, pero se unió a aquella “marcha de la sal”. Yo me encontré en medio de todo aquello sin saber que aquello iba a ocurrir. Lo cierto es que Gandhi, pese a ser nominado un pacifista hindú radical, pretendía reformar en parte el hinduismo para adaptarlo a un posible futuro Estado independiente. Así por ejemplo estaba en contra de las castas, sistema por el cual los miembros de una casta no podían tomar contacto con los de otra, dando pie realmente a una segregación entre los más favorecidos y los menos favorecidos por la vida desde nacimiento, en otras palabras el gran conflicto entre pobres y ricos traducido en lenguaje religioso en lugar de económico y político. Las castas eran un gran impedimento para prosperar o mejorar las deficiencias de la sociedad. Sobre todo porque los propios hindúes tenían arraigadas esas creencias religiosas en sus mentes y las seguían al pie de la letra como el orden natural y sagrado del mundo, fuesen de la casta que fuesen. Claro está que existían voces discrepantes, como la de Gandhi, pero desde luego esa reforma, de carácter humano y social, no fue bien admitida por un gran número de hindúes, entre ellos la propia Karuna, que creía que Gandhi se equivocaba en eso. Gandhi en realidad era un gran estatista actuando para el mundo de fabricante de telas. De hecho aceptó que la independencia de La India viniera, de manos de Nerhu, con la división del país en dos Estados, uno musulmán, Pakistán, y otro laico con férreo fundamento hindú, India. Eso fue la gota que colmó el vaso para sus detractores, por eso le asesinó otro hindú. Sin embargo, pese a todo, hasta el propio Gandhi cuando visitó a la Reina de Inglaterra admitió que ésta se pusiera guantes para darle la mano con vistas al asesoramiento que le hicieron a ella acerca de la prohibición religiosa del contacto físico entre castas, siendo ella Reina y él no siendo noble en absoluto. Quizá los pobres asesores de la monarquía, obsesionados siempre con formas protocolarias más que por el fondo del mismo protocolo, no se dieron cuenta que Gandhi les visitó vestido con las ropas propias del más pobre habitante de India, lo que de hecho ya era saltarse los preceptos sobre las castas, ya que él no era de esa clase social, del mismo modo que, siendo de una clase que le permitió ser licenciado universitario con dinero, no le correspondía según el hinduismo tejer ropa en telares manuales.
Yo y mi inicial recelo sobre las verdaderas intenciones de Gandhi me hicieron tener largas discusiones con aquella jovencita Karuna. Fue ella quien me descubrió todo un mundo nuevo abierto, y no cerrado. Gracias a ella, años después, lo pude comprender todo perfectamente. Los grandes políticos europeos se habían reído de Gandhi y su revolución pacífica, pero Gandhi había sido la gota de agua que horadó la piedra. Tras él el pacifismo cobró una gran fuerza, desde Luther King a los hippies y las marchas contra la guerra en Vietnam.
Karuna hacía uno de los mejores tés que he bebido en mi vida. Tuvo una enorme descendencia, lo pude ver en sus funerales. Había sido una pacifista convencida desde muy joven, cuando le sacaba sal al mar imitando al Mahatma. Los años de la guerra mundial tuvo algunos problemas, acabó trasladándose a Dhaka. Aceptó con estoicismo hindú, pero con gran dolor, que llegada la hora de la independencia ella tuviera que vivir en un territorio que pertenecería a Pakistán. Luego, cuando más tarde llegó la hora de la independencia de Bangla Desh, siendo así un nuevo Estado hindú, lamentó la violencia inaugural, las diferentes dictaduras que desde el inicio soportaron y la hambruna. Pero últimamente era muy feliz. Tengo la sensación de que murió feliz. En paz y sin miedo alguno a una muerte que para ella era una renovación.
Me despido ya, querida Quiros, pronto te mandaré otra carta para contestarte las pocas preguntas que me van quedando por responderte para tu libro. Acaso nos ocupen tres o cuatro cartas más, aunque sé que nos veremos dentro de unos meses, como cada año. Te mando un cariñoso abrazo.
DLP
[Personajes históricos: Gandhi era un joven abogado en Bombay en 1893 cuando decidió viajar a otro lugar del Imperio Británico, Sudáfrica. Allí conoció la segregación racial entre blancos y negros, la cual le creó un gran disgusto por cuanto comprendía que la población blanca sometía a la población negra, siendo esta la que siempre había vivido en África y no la blanca. Inició allí, como abogado en Durban para una compañía india, sus dos primeras campañas pacifistas en contra de todo aquello, basadas en la no cooperación y la resistencia pacífica. Logró en parte sus objetivos allí, al menos en cuanto a lo que los indios residentes en Sudáfrica tocaba, y regresó a su país en 1914. Su actuación, que había salido en algún periódico, le llevó a fundar en 1915 el Congreso Nacional Indio, que buscaba la independencia de la India por vías pacíficas. A partir de 1920, siendo ignorados por los británicos, inició las campañas de resistencia pacífica y desobediencia civil, boicoteando los productos británicos. Ganó miles de seguidores en su lucha pacífica. Pero también hubo seguidores de sus ideas que usaron la violencia. Sobre todo cuando sus pretensiones independentistas eran defendidas con normas de comportamiento de pacifismo hindú, lo cual chocó con la sociedad musulmana de India, que se veía amenazada en un hipotético Estado independiente hindú. Hubo disturbios. Gandhi dimitió y fue encarcelado en 1922. Lo liberaron en 1924 por presión internacional. Su lucha se había hecho famosa. Sin embargo se retiró de la vida pública, hasta que en 1930 le saturó la indignación por los abusos impositivos de los británicos sobre la sociedad india. En concreto se fijó en las tasas sobre la sal. Por ello reapareció iniciando una marcha hacia el mar para coger la sal de sus aguas. De nuevo su ejemplo pacifista volvió a tener miles de seguidores, y de nuevo se provocaron disturbios. En 1934 abandonó la política dejando como sucesor a Nerhu. Él se dedicó a predicar la no violencia y a defender a los intocables, que era la casta de los mendigos y desfavorecidos. Regresó a la vida política en 1939. Durante la guerra mundial Gandhi sólo defendía los intereses indios de independencia, considerando que aquella guerra no tenía nada que ver con ellos, salvo que eran colonia británica. Sin embargo apoyaron a los británicos, previa petición de una declaración de intenciones británicas sobre la India, su papel y su futuro durante y tras la guerra. Esa posición considerada ambigua le valió ser recluido en 1942, aunque le liberaron en 1944 por motivos de salud, aunque en realidad probablemente fuera porque Alemania estaba ya perdiendo la guerra. La India obtuvo la independencia partida en dos Estados en 1947, uno musulmán y otro de fundamento hindú, aunque laico. Provocó disturbios enormes, lo que hizo que iniciara una huelga de hambre histórica. Fue asesinado en Enero de 1948 por un fundamentalista hindú. Pakistán y India han tenido diversos enfrentamientos a lo largo de su historia por el territorio de Cachemira, en suelo indio. En 1971 Bangla Desh, de mayoría hindú pero en manos pakistaníes, inició una serie de revueltas armadas que provocaron una gran hambruna. El exbeatle George Harrison dio aquel año un macroconcierto para conseguir fondos para la población de Bangla Desh, considerado el primero de la Historia por una causa solidaria. La independencia de Bangla Desh se produjo en 1972, pero sufrió varias dictaduras hasta las primeras elecciones de 1978.
Los recelos del escritor y periodista George Orwell hacia Gandhi se recogen en sus diarios personales publicados hoy día como “diarios de guerra, 1940-1941”. Orwell es uno de los grandes nombres del género literario distópico. Él mismo, de joven, había vivido en La India, nació allí, y había llegado a ser policía colonial durante la I Guerra mundial. Abandonó su cargo para ir a Francia en los años 1920’, donde tuvo trabajos de poca monta y casi fue un vagabundo. Se hizo periodista en Gran Bretaña. Estuvo en la guerra civil española desde 1936, a la cual vino como voluntario antes de que se organizasen las Brigadas Internacionales. Se alistó como miliciano en las filas del POUM, que era un grupo mezcla de anarquistas y trotskistas. Estuvo en el frente de Aragón. En mayo de 1937, a causa de la recuperación por una grave herida de guerra, estuvo en Barcelona, donde fue movilizado por su partido para combatir en la ciudad de los ataques del Partido Comunista. La resistencia del anarquismo representado por la CNT de entregar el edificio de la Telefónica, por miedo a ser espiados por el propio gobierno de la Generalitat, provocó una jugada del PCE, con ayuda de la URSS, para intentar eliminarlos. El POUM defendió a la CNT. De ese modo se inició una guerra civil pequeña dentro de la guerra civil española en las calles de Barcelona. Se levantaron barricadas y hubo francotiradores. Los edificios que controlaba cada facción se transformaron en búnkeres. El gobierno de la República desvió un barco de guerra desde Valencia a Barcelona para mandar guardias de asalto como refuerzos a las tropas del ejército regular en Barcelona. Entretanto el PCE había detenido y arrestado a numerosos líderes del POUM, llegando a asesinar a Andreu Nin en Alcalá de Henares, ante el escándalo del propio gobierno, que veía como el PCE y la URSS hacían y dehacían sin control. Al no poder eliminar los comunistas a la CNT, por la abundancia de anarquistas en España, eliminaron al POUM. Las milicias fueron disueltas y sus milicianos o bien presos o bien reintegrados en el ejército regular, o bien militaron desde la clandestinidad refugiados en la CNT, que les admitió para protegerles. Se inició una falsa campaña desde el PCE para presentar a los poumistas como fascistas. Se apartó del gobierno por influjo de la URSS a los socialdemócratas del PSOE más proclives a la moderación entre los diversos grupos republicanos, y a los ministros anarquistas de la CNT, en su lugar se colocó a gente del PCE y gente del PSOE más próxima al PCE. El descontento que provocó la situación hizo que muchos milicianos se desmovilizaran y no continuaran la lucha, la cual consideraban ya perdida, a pesar de que otros muchos siguieron combatiendo. Muchos historiadores y personas de la época consideran que ahí se comenzó a perder la guerra civil. Orwell regresó a Gran Bretaña por desencanto hacia finales de 1937 o comienzos de 1938. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue periodista en Londres y también miembro de los cuerpos dedicados a proteger a la población de los ataques aéreos NAZIS. Fue uno de los principales acusadores de los crímenes y el totalitarismo de Stalin, a la vez que un antifascista, desde la propia izquierda. Por ello, después de la guerra mundial, le ofrecieron delatar a comunistas, cosa que posiblemente rehusó. Murió en 1949.
Sobre Gandhi aquí. Sobre la marcha de la sal aquí.]
Querida Quiros:
Siento haber tardado tanto tiempo en volver a escribirte. Acabo de regresar de Bangla Desh. No te enfades conmigo por haberlo hecho. Ya sé que no te gusta que haga viajes tan largos a mi edad, menos cuando nunca lo hago como turista. Me hago cargo de tu afectiva regañina y me excuso diciéndote de antemano que me acompañó uno de mis sobrinos. Me resultaba ineludible el ir. Fui al funeral de una vieja amiga. Se llamaba Karuna, aunque yo la solía llamar cariñosamente Anna. Su familia me avisó hace un mes de su muerte. Quería ir a los funerales para tener nuestra última despedida. Desde que la conocí hasta que sus cenizas fueron echadas al Ganges habíamos mantenido cierto contacto, aunque es cierto que excesivamente de mucho tiempo en mucho tiempo.
Karuna tenía quince años la primera vez que nos vimos y se había casado ya hacía dos años, También conocí entonces a su esposo y a su primer hijo, un recién nacido. Quizá la cogí simpatía por ser parte de mi primer viaje fuera de España en el que ejercí como reportero, pese a que no estaba generalizado aún los reporteros internacionales, ni los “free lance”. De hecho, viajé a La India como pude, no con demasiado dinero, escribí una novelita del género de viajes y un reportaje que vendí a unos cuantos periódicos españoles a mi regreso, entre ellos “El Amanecer”, que acabó contratándome. Era 1930 y yo no sabía la suerte que tuve ese año en elegir La India como destino para inspirarme un libro.
La India por entonces era parte del Imperio Británico, y no sólo era el territorio que hoy se llama República Federal India, sino que también abarcaba Pakistán y Bangla Desh, que como sabes se acaba de independizar de Pakistán hace siete años. Todo el Indostán llevaba tiempo en un proceso proindependentista que los británicos habían sabido mantener a raya incluso sorteando sus promesas de libertad durante la Primera Guerra Mundial. El mayor protagonista de todo aquello era Gandhi, quien hoy día es alabado y admirado por lograr la independencia usando sólo medios pacíficos. Claro que no obtuvo ese resultado hasta 1947 y previa partición en dos Estados. Yo a Gandhi no le supe valorar en su justa medida durante mucho tiempo. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial hablando con otro amigo mío en Londres, cuyo nombre sí conocerás, George Orwell, llegué a compartir con él la idea de que Gandhi podía perjudicar los intereses aliados a costa de intereses personales de lograr él la independencia de su país,. Sospechábamos paranoicamente si no estaría planteándose entrar en contacto con los NAZIS y de la noche a la mañana los indios les dejasen las puertas abiertas desprotegiendo a los británicos. Rebuscábamos hasta las noticias más nimias de la colonia y creíamos leer entre líneas cosas que nos hacían decir un: “esto se ve venir” de lo más equivocado, como ha demostrado la Historia. Claro que Orwell y yo teníamos un pasado reciente que nos llevaba a desconfiar de los grandes líderes. Me equivoqué con Gandhi por mucho tiempo. Me di cuenta al acabar la guerra mundial, y me llamé idiota en 1947. Su asesinato a manos de un hindú como él me conmovió, por injusto, por incomprensible. ¿Por qué matar, recurriendo a la violencia, al que todo lo intentó resolver mediante la paz?
Karuna era una chica dulce. Una hindú convencida y seguidora de Gandhi. Él se había retirado de la vida pública hacía unos años, pero los abusos impositivos sobre la sal hizo que en aquel 1930 Gandhi volviera a movilizar a miles de personas en La India iniciando una campaña de desobediencia civil. Organizó una larga marcha por el país durante la que se le fueron uniendo miles de personas. Se dirigían al mar, iban a recoger agua y a evaporarla para conseguir sal sin pagar nada, en protesta contra sus dominadores y ante el desconcierto de los mismos. Karuna vivía en Delhi, pero se unió a aquella “marcha de la sal”. Yo me encontré en medio de todo aquello sin saber que aquello iba a ocurrir. Lo cierto es que Gandhi, pese a ser nominado un pacifista hindú radical, pretendía reformar en parte el hinduismo para adaptarlo a un posible futuro Estado independiente. Así por ejemplo estaba en contra de las castas, sistema por el cual los miembros de una casta no podían tomar contacto con los de otra, dando pie realmente a una segregación entre los más favorecidos y los menos favorecidos por la vida desde nacimiento, en otras palabras el gran conflicto entre pobres y ricos traducido en lenguaje religioso en lugar de económico y político. Las castas eran un gran impedimento para prosperar o mejorar las deficiencias de la sociedad. Sobre todo porque los propios hindúes tenían arraigadas esas creencias religiosas en sus mentes y las seguían al pie de la letra como el orden natural y sagrado del mundo, fuesen de la casta que fuesen. Claro está que existían voces discrepantes, como la de Gandhi, pero desde luego esa reforma, de carácter humano y social, no fue bien admitida por un gran número de hindúes, entre ellos la propia Karuna, que creía que Gandhi se equivocaba en eso. Gandhi en realidad era un gran estatista actuando para el mundo de fabricante de telas. De hecho aceptó que la independencia de La India viniera, de manos de Nerhu, con la división del país en dos Estados, uno musulmán, Pakistán, y otro laico con férreo fundamento hindú, India. Eso fue la gota que colmó el vaso para sus detractores, por eso le asesinó otro hindú. Sin embargo, pese a todo, hasta el propio Gandhi cuando visitó a la Reina de Inglaterra admitió que ésta se pusiera guantes para darle la mano con vistas al asesoramiento que le hicieron a ella acerca de la prohibición religiosa del contacto físico entre castas, siendo ella Reina y él no siendo noble en absoluto. Quizá los pobres asesores de la monarquía, obsesionados siempre con formas protocolarias más que por el fondo del mismo protocolo, no se dieron cuenta que Gandhi les visitó vestido con las ropas propias del más pobre habitante de India, lo que de hecho ya era saltarse los preceptos sobre las castas, ya que él no era de esa clase social, del mismo modo que, siendo de una clase que le permitió ser licenciado universitario con dinero, no le correspondía según el hinduismo tejer ropa en telares manuales.
Yo y mi inicial recelo sobre las verdaderas intenciones de Gandhi me hicieron tener largas discusiones con aquella jovencita Karuna. Fue ella quien me descubrió todo un mundo nuevo abierto, y no cerrado. Gracias a ella, años después, lo pude comprender todo perfectamente. Los grandes políticos europeos se habían reído de Gandhi y su revolución pacífica, pero Gandhi había sido la gota de agua que horadó la piedra. Tras él el pacifismo cobró una gran fuerza, desde Luther King a los hippies y las marchas contra la guerra en Vietnam.
Karuna hacía uno de los mejores tés que he bebido en mi vida. Tuvo una enorme descendencia, lo pude ver en sus funerales. Había sido una pacifista convencida desde muy joven, cuando le sacaba sal al mar imitando al Mahatma. Los años de la guerra mundial tuvo algunos problemas, acabó trasladándose a Dhaka. Aceptó con estoicismo hindú, pero con gran dolor, que llegada la hora de la independencia ella tuviera que vivir en un territorio que pertenecería a Pakistán. Luego, cuando más tarde llegó la hora de la independencia de Bangla Desh, siendo así un nuevo Estado hindú, lamentó la violencia inaugural, las diferentes dictaduras que desde el inicio soportaron y la hambruna. Pero últimamente era muy feliz. Tengo la sensación de que murió feliz. En paz y sin miedo alguno a una muerte que para ella era una renovación.
Me despido ya, querida Quiros, pronto te mandaré otra carta para contestarte las pocas preguntas que me van quedando por responderte para tu libro. Acaso nos ocupen tres o cuatro cartas más, aunque sé que nos veremos dentro de unos meses, como cada año. Te mando un cariñoso abrazo.
DLP
[Personajes históricos: Gandhi era un joven abogado en Bombay en 1893 cuando decidió viajar a otro lugar del Imperio Británico, Sudáfrica. Allí conoció la segregación racial entre blancos y negros, la cual le creó un gran disgusto por cuanto comprendía que la población blanca sometía a la población negra, siendo esta la que siempre había vivido en África y no la blanca. Inició allí, como abogado en Durban para una compañía india, sus dos primeras campañas pacifistas en contra de todo aquello, basadas en la no cooperación y la resistencia pacífica. Logró en parte sus objetivos allí, al menos en cuanto a lo que los indios residentes en Sudáfrica tocaba, y regresó a su país en 1914. Su actuación, que había salido en algún periódico, le llevó a fundar en 1915 el Congreso Nacional Indio, que buscaba la independencia de la India por vías pacíficas. A partir de 1920, siendo ignorados por los británicos, inició las campañas de resistencia pacífica y desobediencia civil, boicoteando los productos británicos. Ganó miles de seguidores en su lucha pacífica. Pero también hubo seguidores de sus ideas que usaron la violencia. Sobre todo cuando sus pretensiones independentistas eran defendidas con normas de comportamiento de pacifismo hindú, lo cual chocó con la sociedad musulmana de India, que se veía amenazada en un hipotético Estado independiente hindú. Hubo disturbios. Gandhi dimitió y fue encarcelado en 1922. Lo liberaron en 1924 por presión internacional. Su lucha se había hecho famosa. Sin embargo se retiró de la vida pública, hasta que en 1930 le saturó la indignación por los abusos impositivos de los británicos sobre la sociedad india. En concreto se fijó en las tasas sobre la sal. Por ello reapareció iniciando una marcha hacia el mar para coger la sal de sus aguas. De nuevo su ejemplo pacifista volvió a tener miles de seguidores, y de nuevo se provocaron disturbios. En 1934 abandonó la política dejando como sucesor a Nerhu. Él se dedicó a predicar la no violencia y a defender a los intocables, que era la casta de los mendigos y desfavorecidos. Regresó a la vida política en 1939. Durante la guerra mundial Gandhi sólo defendía los intereses indios de independencia, considerando que aquella guerra no tenía nada que ver con ellos, salvo que eran colonia británica. Sin embargo apoyaron a los británicos, previa petición de una declaración de intenciones británicas sobre la India, su papel y su futuro durante y tras la guerra. Esa posición considerada ambigua le valió ser recluido en 1942, aunque le liberaron en 1944 por motivos de salud, aunque en realidad probablemente fuera porque Alemania estaba ya perdiendo la guerra. La India obtuvo la independencia partida en dos Estados en 1947, uno musulmán y otro de fundamento hindú, aunque laico. Provocó disturbios enormes, lo que hizo que iniciara una huelga de hambre histórica. Fue asesinado en Enero de 1948 por un fundamentalista hindú. Pakistán y India han tenido diversos enfrentamientos a lo largo de su historia por el territorio de Cachemira, en suelo indio. En 1971 Bangla Desh, de mayoría hindú pero en manos pakistaníes, inició una serie de revueltas armadas que provocaron una gran hambruna. El exbeatle George Harrison dio aquel año un macroconcierto para conseguir fondos para la población de Bangla Desh, considerado el primero de la Historia por una causa solidaria. La independencia de Bangla Desh se produjo en 1972, pero sufrió varias dictaduras hasta las primeras elecciones de 1978.
Los recelos del escritor y periodista George Orwell hacia Gandhi se recogen en sus diarios personales publicados hoy día como “diarios de guerra, 1940-1941”. Orwell es uno de los grandes nombres del género literario distópico. Él mismo, de joven, había vivido en La India, nació allí, y había llegado a ser policía colonial durante la I Guerra mundial. Abandonó su cargo para ir a Francia en los años 1920’, donde tuvo trabajos de poca monta y casi fue un vagabundo. Se hizo periodista en Gran Bretaña. Estuvo en la guerra civil española desde 1936, a la cual vino como voluntario antes de que se organizasen las Brigadas Internacionales. Se alistó como miliciano en las filas del POUM, que era un grupo mezcla de anarquistas y trotskistas. Estuvo en el frente de Aragón. En mayo de 1937, a causa de la recuperación por una grave herida de guerra, estuvo en Barcelona, donde fue movilizado por su partido para combatir en la ciudad de los ataques del Partido Comunista. La resistencia del anarquismo representado por la CNT de entregar el edificio de la Telefónica, por miedo a ser espiados por el propio gobierno de la Generalitat, provocó una jugada del PCE, con ayuda de la URSS, para intentar eliminarlos. El POUM defendió a la CNT. De ese modo se inició una guerra civil pequeña dentro de la guerra civil española en las calles de Barcelona. Se levantaron barricadas y hubo francotiradores. Los edificios que controlaba cada facción se transformaron en búnkeres. El gobierno de la República desvió un barco de guerra desde Valencia a Barcelona para mandar guardias de asalto como refuerzos a las tropas del ejército regular en Barcelona. Entretanto el PCE había detenido y arrestado a numerosos líderes del POUM, llegando a asesinar a Andreu Nin en Alcalá de Henares, ante el escándalo del propio gobierno, que veía como el PCE y la URSS hacían y dehacían sin control. Al no poder eliminar los comunistas a la CNT, por la abundancia de anarquistas en España, eliminaron al POUM. Las milicias fueron disueltas y sus milicianos o bien presos o bien reintegrados en el ejército regular, o bien militaron desde la clandestinidad refugiados en la CNT, que les admitió para protegerles. Se inició una falsa campaña desde el PCE para presentar a los poumistas como fascistas. Se apartó del gobierno por influjo de la URSS a los socialdemócratas del PSOE más proclives a la moderación entre los diversos grupos republicanos, y a los ministros anarquistas de la CNT, en su lugar se colocó a gente del PCE y gente del PSOE más próxima al PCE. El descontento que provocó la situación hizo que muchos milicianos se desmovilizaran y no continuaran la lucha, la cual consideraban ya perdida, a pesar de que otros muchos siguieron combatiendo. Muchos historiadores y personas de la época consideran que ahí se comenzó a perder la guerra civil. Orwell regresó a Gran Bretaña por desencanto hacia finales de 1937 o comienzos de 1938. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue periodista en Londres y también miembro de los cuerpos dedicados a proteger a la población de los ataques aéreos NAZIS. Fue uno de los principales acusadores de los crímenes y el totalitarismo de Stalin, a la vez que un antifascista, desde la propia izquierda. Por ello, después de la guerra mundial, le ofrecieron delatar a comunistas, cosa que posiblemente rehusó. Murió en 1949.
Sobre Gandhi aquí. Sobre la marcha de la sal aquí.]
viernes, febrero 08, 2008
NOTICIA 402ª DESDE EL BAR: LOS '30 DE LILIANA Y TXINGURRI
22 de Mayo de 1979
Querida Quiros:
Me parece recordar que en mi última carta te hablaba del Hollywood que yo conocí. Como te contaba entonces, tras mi primera visita a Los Ángeles en la Navidad de 1934 me fui a México. Tenía todavía unos pocos días de mis vacaciones y aunque sabía que se iban a acabar antes de estar de vuelta en Chicago, pretendía no sólo continuar los días de locura, sino también conseguir alguna historia para “El Amanecer” que justificara mi presencia en México. Sin embargo estuve más tiempo del que esperaba estar, y aunque regresé a California en Enero de 1935 no había conseguido algo para mi diario, aunque te aseguro que mi primer contacto con México no estaba falto de historias para escribir. Fue entonces, en mi regreso a California en Enero, cuando escribí sobre Earhart, como te contaba tiempo atrás, aprovechando que acababa de venir de Hawaii en el primer vuelo que ella misma protagonizó con esa distancia. No pudo ser más a tiempo para redactar la noticia que esperaba.
México acababa de salir de la parte más agitada de su revolución. Quizá todo el mundo hoy día crea que Zapata fue la revolución. La verdad es que el cine ha hecho mucho por crear esa imagen. Pero Zapata sólo fue su parte más activa. México no se había definido bien políticamente desde el mismo día de su independencia el primer cuarto del siglo XIX. Desde luego la dictadura de Santana y las guerras con Estados Unidos que le hicieron perder territorios e identidad no le hicieron ningún bien para encontrar su camino. A finales del siglo XIX se había iniciado una dictadura presidencial a cargo de Díaz, aquel viejo parecía haber firmado un trato con el Diablo y no moría nunca. De tal manera que su gobierno aún duraba a comienzos del siglo XX. Un gobierno basado en latifundistas, religión y clases conservadoras. Pero el germen revolucionario, igualitario y democrático de izquierdas estaba presente desde los padres independentistas Morelos e Hidalgo, lo estaba desde el republicano Juárez, y desde luego perduraba en las clases más desfavorecidas. Pero en los 1900’ y en los 1910’ yo era muy joven, un niño, parte de ellos. Te confieso que nací con el siglo. No debería ser un secreto para ti, querida Quiros, pero nunca me preguntaste por mi edad, ni cuando nos conocimos en mi exilio, ni siquiera el tiempo que vivimos juntos. Quizá tu juventud no quiso avergonzarme al mezclarse con nuestro pasado amor. Aquel año fue inolvidable en mi memoria, y perdóname que te lo confiese, pues te lo confieso con todo mi respeto a Eric y al hijo que en breve tendréis los dos. El mismo respeto que siempre nos hemos tenido en tantos años de esta bonita amistad tan íntima que hemos podido salvar y perdurar. Yo no sé si te aporté algo, querida Quiros, en ese tiempo, pero tú a mí me aportaste todo un nuevo mundo sin el cual quizá no hubiera podido entender aquellos últimos años de los cincuenta, ni mucho menos los sesenta… Aunque esos recientes sesenta, la verdad, eran intendibles sin ese rock, sin esa marihuana. Los jóvenes de ahora, que no hablan bien de esos años del amor, no lo comprenden, pero hay quien admira al viejo nihilista y anarquista de Sartre en aquella sentada de 1968, o a aquel Burroughs viejo y drogado escribiendo libros increíbles. Mi memoria no ha ahondado como la de ellos, pero como ellos, yo voy con el siglo.
A Zapata lo mataron en 1919. A Villa en 1923. Y a tantos otros en otras fechas. Fueron muchos los revolucionarios, muchas las facciones. México era un mundo complejo, pero estaba imbuido en una revolución larga que pasaba etapas. Tras ellos la revolución entró en una fase de líderes constitucionalistas, mientras ellos habían representado sectores más populares. El propio Zapata actuaba casi como un anarquista. Creaba comunas, daba la decisión a los afectados a tal o cual asunto, no tenía criterios capitalistas… pero no era un anarquista, aunque tuvo fluidas relaciones con ellos. Los zapatistas recibieron gran apoyo de los anarquistas mexicanos, aunque no de modo abierto, pues estos recriminaban la religiosidad de los zapatistas, entre otras cosas. La revolución mexicana no culminaría hasta los años cincuenta, con la nacionalización de su petróleo, lástima que luego sus gobernantes actuaran de espaldas a su gente y provocaran situaciones como las matanzas de estudiantes en el año 1968.
Cuando yo llegué a México entre la semana final de 1934 y la primera de 1935, Lázaro Cárdenas, el principal impulsor del México con la revolución institucionalizada, llevaba en la presidencia apenas desde el 1 de Diciembre. Desde Los Angeles a la frontera había tardado dos días en llegar, pese a su cercanía. La borrachera permanente con Thea Von Loritz nos había obligado a paradas y desvíos innumerables e incomprensibles, pero para el 28 de Diciembre logré llegar a Chihuahua algo más sobrio. Aquel México de los años treinta era el del pintor Siqueiros, el de los grandes murales con Lenin y Zapata presentes, el de Diego Rivera, el que creó adhesiones a Frida Kahlo y a Jack London. Era un México que producía películas al estilo de Hollywood mientras que a la vez las hacía con la mirada en la Unión Soviética. Y no es un dato baladí, pues en Chihuahua se intentaba rodar una película.
Al igual que los soviéticos, los mexicanos creían que el arte debía estar al servicio de la sociedad y la revolución, y no tanto a otros valores. Las relaciones con la URSS eran fluidas, pero no subordinadas, lo que se demostró bastante bien cuando Cárdenas alojó en su exilio a Trotski, que fue asesinado por los servicios secretos rusos en el propio México. Pero eso sería años más tarde. Sin embargo, aunque no se trataba de idénticas revoluciones era evidente que se admiraban los líderes y elites de ambos Estados. Por esa admiración y trasiego entre ellos, estaba allí Dovchenko, aunque no el director de cine, sino un ayudante de dirección nacido en Kursk. Los mexicanos que trabajaban con él no pronunciaban bien su nombre ruso y le apodaron con un sobrenombre vasco, “Txingurri”, que era invención de uno de los cámaras, un español de Bilbao, al que todo el mundo apreciaba por sus bromas. Dovchenko había llegado a México con Eisenstein para rodar “¡Viva México!”, aunque ya antes había colaborado con él de forma indirecta en la creación de “Octubre”. Sin embargo, cuando Eisenstein dio por imposible poder acabar la película, Dovchenko no quiso regresar a la Unión Soviética. Yo le conocí accidentalmente.
Querida Quiros, todo ocurrió de un modo extraño. Ni yo sé muy bien cómo acabé en la cárcel. Cuando aparqué el coche que alquilé en California en una de las calles de Chihuahua pronto lo rodearon numerosos críos. No me di cuenta que uno de los que llaman “pelaos” desafiante se montó en él de un salto cuando yo salí, delante mía. Había aprovechado que era descapotable y pretendía robármelo sin más, aunque no tenía manera de arrancarlo. Le di un buen puñetazo y saltó del coche para lanzarse contra mí mientras me sujetaban otros “pelaos”. No fue entonces cuando conocí a Dovchenko. Dovchenko no era un hombre de acción, o eso me pareció. A quien conocí fue a Liliana. Lo primero que conocí de ella fue el sonido de su escopeta, un tremendo arma más madera vieja que arma de fuego, pero que en esos momentos era la mayor de las fuerzas presentes. Los “pelaos” se fueron afirmando que lo hacían porque querían, y no por la descarga, cosa que me daba igual mientras me dejasen libre. Liliana me habló en inglés creyendo que era norteamericano, pero pareció perpleja cuando descubrió que era español. Fue ella quien me dijo que había otro español en Chihuahua en esos momentos, y fue ella quien me presentó a la gente que pretendía rodar una película llamada “El ejército de Zapata”. Liliana era en realidad otra periodista, y se encontraba en Chihuahua precisamente cubriendo las noticias que pudiera generar Dovchenko y su equipo, ya que aquel “Txingurri” quería rodar su primera película como director. Esa tarea ocupaba apenas un párrafo cada muchos días en su periódico, pero era suficiente para una mujer que para ser periodista en su país había tenido que luchar mucho y escandalizar en ocasiones a una parte de la sociedad. Con esto que te cuento, más otras cosas que te he contado en otras ocasiones, querida Quiros, no quiero darte la sensación de que todas las mujeres gozaban de las libertades de hoy día, más bien piensa que era una época donde los grandes sacrificios de algunas mujeres eran los que abrían las puertas a las mujeres que vendríais después. Aunque en cuestiones laborales fue la Segunda Guerra Mundial la que os revalorizó al tener que ocupar los trabajos de los maridos e hijos, que iban a los frentes de combate a morir o mutilarse. Aunque es la pasada década, y la presente, en la que sin duda habéis materializado la igualdad en gran parte del mundo. Pero no es de feminismo de lo que trata esta carta que te escribo, sino de historias para tu libro.
Sí que añado a lo dicho que en mi vida he conocido a muchas mujeres muy activas de su vida, y no pasivas, quizá, en cierto modo, por atracción. Recuerdo que la propia Liliana conocía a una de esas mujeres que yo conocí años después. Se trataba de Tina Modotti, una mujer que probablemente ha sido de todo en la vida. En 1929 fue amante del revolucionario cubano Mella, pero la acusaron de su asesinato, cosa de la que fue absuelta. Liliana no la conocía de eso, sino de ser amiga suya al ser ambas afiliadas al Partido Comunista de México. En 1930 Modotti tuvo que salir de aquel país, había sido acusada de complicidad en el intento de asesinato del presidente Pascual Ortiz. Fue deportada a Alemania. Liliana sostenía que fue una infamia y que nunca creyó las acusaciones. Cuando yo conocí a Modotti nunca se lo pregunté, no dio tiempo a intimar. Nos caían bombas en el Ebro. No la conocí hasta 1938, y aquellos comentarios de Liliana quedaban muy lejos, en 1934.
La cuestión es que Dovchenko era trotskista, razón por la cual no quería regresar a la Unión Soviética. Sabía que la NKVD, posterior KGB, se había enterado pese a que siempre trató de ser ambiguo y brindar a la salud del “Padre” Stalin. Se creía a salvo de Siberia en México. No era así. Una noche trataron de asesinarle con veneno. No pudo ser ya que esa noche estuvo conmigo hablándome de lo que quería mostrar realmente con “El ejército de Zapata” más allá de lo que narrase. Su comida fue demasiada tentación para su director de sonido. Murió casi de inmediato, lo que levantó sospechas entre los presentes de lo ocurrido, los cuales habían visto como diez minutos antes Dovchenko le cedió su plato, cuando habitualmente era un hombre de costumbres fijas casi imposibles de mover, entre ellas el respeto por el trabajo ajeno, por lo que toda comida que le hacía un cocinero se la comía, menos ese día, claro está. Dovchenko fue inmediatamente buscado y arrestado por las autoridades, junto a mí, que me encontraba con él.
Pasamos tres días en prisión. En una de aquellas prisiones mexicanas de principios de siglo. Un calabozo con rejas y ratas. Liliana hacía lo imposible por aclarar lo ocurrido con las autoridades, intentando hacerles ver que era Dovchenko el objetivo del veneno y no aquel hombre que murió por él. Creía en nuestra inocencia como creía en la de Modotti. Sin embargo, paradójicamente, habíamos logrado para ella relanzar su carrera, ya que ahora pudo obtener hasta un par de primeras páginas en su periódico.
Compartía la celda con nosotros un viejo “magonista”. Había combatido brazo con brazo junto a Ricardo Flores Magón. Los hermanos Magón, querida Quiros, eran anarquistas durante la etapa más dura de la revolución mexicana. No son muy conocidos, quizá porque su opción no defendía un Estado. Llegaron a controlar la Baja California y a fundar sindicatos. Combatieron al gobierno mexicano, pero también discreparon con los hombres de Pancho Villa, de Emiliano Zapata, de Huerta y otros. Consideraban que esta gente hacía populismo, y no revolución social. Sin embargo, cuando pudieron fundar sindicatos anarquistas con Carranza como presidente, con ayuda de exiliados de la Confederación Nacional del Trabajo española, se dividieron. Por un lado hubo anarquistas mexicanos que defendieron la constitucionalidad de Carranza ya que les había apoyado en la creación de sindicatos, pese a que no soportaba a los anarquistas… lo que demostró cuando los traicionó. Por otro lado muchos anarquistas se pasaron a las filas de Zapata, pese a la religiosidad de este grupo, ya que Zapata actuaba de modo parecido a la ideología anarquista. Por otro, muchos siguieron fieles a los hermanos Magón, aunque Ricardo estuviera preso en Estados Unidos. Y aún hubo quienes fundaron nuevos sindicatos creyentes de la necesidad de intervenir en lo constitucional del Estado sin abandonar su anarquismo. Por unos y por otros, sufrieron traiciones y persecuciones que casi los diezmaron al completo por medio de las armas, la cárcel y el exilio, pero los anarquistas que se unieron a Zapata lograron influenciar a los zapatistas en el modo de hacer las cosas. Zapata era Zapata. No era comunista ni anarquista, pero posiblemente, pese a que en los murales mexicanos se le pinte junto a Lenin, tenía más de anarquista que de comunista marxista, y menos de comunista marxista leninista. No obstante, querida Quiros, los propios Magón, anarquistas totalmente, tuvieron contactos con Zapata.
Aquellas luchas quedaban ya lejos, pese a que México las estuviese ensalzando y apropiándose desde el Estado de ellas. Quedaron lejos el día que se asesinó a lo mejor de sus líderes revolucionarios. Aquel viejo “magonista” preso con nosotros estaba preso por sus actos del pasado, ya que era un irredento que, a diferencia de muchos de sus compañeros de revolución, nunca aceptó el estatismo. Lo había seguido combatiendo de modo estéril y condenado a ser acusado de diversos crímenes con las leyes del gobierno. Sus constantes críticas a todos los líderes mexicanos, incluidos los revolucionarios muertos, salvo los Magón, hicieron que Dovchenko le cogiera simpatía. Hablaban mucho entre ellos. Así pasaba las horas oyendo criticar revolucionarios mexicanos o rusos según hablaba uno u otro. Aquello desde luego no podía beneficiarnos a oídos de nuestros guardianes.
El “magonista” fue ahorcado justo el día que Liliana logró sacarnos de la cárcel. Pasamos por delante de su patíbulo cuando aún colgaba con un saco en la cabeza. Ella había logrado pruebas de que el veneno suministrado en la comida no podía ser de ninguno de los dos. Las autoridades las aceptaron no muy convencidas. Si bien habían llegado a la convicción de que yo me encontraba con Dovchenko casualmente cuando fuimos detenidos, aceptaron a desgana la inocencia de él. Yo regresé a California libremente, él fue deportado a la Unión Soviética. Jamás se rodó aquella “El ejército de Zapata”. Nunca más supe de él.
No sé si te he fatigado con una carta tan extensa, querida Quiros, pero al rememorar mi primer encuentro con México no he podido resistir rememorar extensamente la sociedad que encontré. Como sabes México fue el lugar donde estuvimos juntos un tiempo, y como sabes fue el lugar donde más tiempo ubiqué mi residencia durante el exilio. Qué diferente era México cuando volví a él por segunda vez. Los logros de la revolución lo habían modernizado y transformado en uno de los países más potentes de América Latina. Y sobre todo… cuántos españoles encontré en aquel nuevo México. Me despido, querida Quiros, con un afectuoso abrazo.
DLP
[Personajes históricos: ante la extensión de esta carta, prácticamente las referencias históricas las remito a los enlaces que cuelgo. Básicamente anoto Que Tina Modotti fue una mujer que trabajó en fábricas, fue actriz muda, artista plástica, comunista en México, fotógrafa para periódicos, activista política de la Cruz Roja Internacional de la URSS, (Socorro Rojo) al comenzar los años 1930’, reportera en la guerra civil española, exiliada en México al final de su vida, donde siguió su activismo. Murió de un aparente paro cardiaco.
La compleja revolución mexicana llegó a su fase institucionalizadota con Lázaro Cárdenas, quien logró normalizar el país y eliminar los conflictos y estallidos de violencia. Ayudó a la República Española en la guerra civil y fue el principal salvador de españoles en 1939 al admitir más allá de lo que podía a miles de exiliados, salvándoles así de una muerte a manos de Franco o de Hitler. México nunca ha reconocido la legitimidad de Franco en el gobierno, a diferencia del resto de la comunidad internacional.
El anarquismo mexicano tuvo su peso durante la época del zapatismo, pero sus divisiones y problemas lo diluyeron dentro de ese movimiento y, fuera de él, en la ionstitucionalización del anarcosindicalismo, el cual derivó a sindicatos socialistas no expresamente anarquistas pero tampoco comunistas, sino un producto heterogéneo. Al estilo del POUM español con el trotskismo y el anarquismo.
México también asiló trotskistas, aunque la URSS intentó eliminarlos también allí. Stalin, junto con Hitler, es uno de los mayores asesinos de la historia del siglo XX, con millones de muertes a cuestas y de castigos indecibles. 1937 fue el año de mayores purgas soviéticas. Su represión política no se limitó a los soviéticos, sino que se extendió a todo el planeta a cualquiera que se considerara de izquierdas. Precisamente en 1937, por ejemplo, instigaron a eliminar política y físicamente a anarquistas y poumistas en la España de la guerra civil. El trotskismo, entre otros postulados, permitía el cuestionamiento de las decisiones del líder del partido o del partido, a diferencia del marxismo leninismo y del stalinismo. Le valió la total represalia por parte de Stalin, sobre todo a partir de 1937, cuando se fundó la IV Internacional de manos de Trotski.
El cine soviético fue experimental, puesto en marcha y creado en pro del arte pero sobre todo de la sociedad y la educación. Montones de artistas soviéticos, de cualquier campo del arte, se replantearon aquello cuando chocó con las otras intenciones por las cuales se había creado el arte durante toda la Historia. Cientos fueron purgados o perseguidos de diferentes modos.
Eisenstein es uno de los mejores directores de cine del siglo XX.
Sobre Tina Modotti aquí. Sobre cine soviético aquí. Sobre cine mexicano aquí. Sobre Cárdenas y México aquí. Sobre el anarquismo y la revolución en México aquí. Sobre la URSS aquí. Sobre el trotskismo aquí. Sobre la criminalidad mexicana en los años treinta aquí.]
Querida Quiros:
Me parece recordar que en mi última carta te hablaba del Hollywood que yo conocí. Como te contaba entonces, tras mi primera visita a Los Ángeles en la Navidad de 1934 me fui a México. Tenía todavía unos pocos días de mis vacaciones y aunque sabía que se iban a acabar antes de estar de vuelta en Chicago, pretendía no sólo continuar los días de locura, sino también conseguir alguna historia para “El Amanecer” que justificara mi presencia en México. Sin embargo estuve más tiempo del que esperaba estar, y aunque regresé a California en Enero de 1935 no había conseguido algo para mi diario, aunque te aseguro que mi primer contacto con México no estaba falto de historias para escribir. Fue entonces, en mi regreso a California en Enero, cuando escribí sobre Earhart, como te contaba tiempo atrás, aprovechando que acababa de venir de Hawaii en el primer vuelo que ella misma protagonizó con esa distancia. No pudo ser más a tiempo para redactar la noticia que esperaba.
México acababa de salir de la parte más agitada de su revolución. Quizá todo el mundo hoy día crea que Zapata fue la revolución. La verdad es que el cine ha hecho mucho por crear esa imagen. Pero Zapata sólo fue su parte más activa. México no se había definido bien políticamente desde el mismo día de su independencia el primer cuarto del siglo XIX. Desde luego la dictadura de Santana y las guerras con Estados Unidos que le hicieron perder territorios e identidad no le hicieron ningún bien para encontrar su camino. A finales del siglo XIX se había iniciado una dictadura presidencial a cargo de Díaz, aquel viejo parecía haber firmado un trato con el Diablo y no moría nunca. De tal manera que su gobierno aún duraba a comienzos del siglo XX. Un gobierno basado en latifundistas, religión y clases conservadoras. Pero el germen revolucionario, igualitario y democrático de izquierdas estaba presente desde los padres independentistas Morelos e Hidalgo, lo estaba desde el republicano Juárez, y desde luego perduraba en las clases más desfavorecidas. Pero en los 1900’ y en los 1910’ yo era muy joven, un niño, parte de ellos. Te confieso que nací con el siglo. No debería ser un secreto para ti, querida Quiros, pero nunca me preguntaste por mi edad, ni cuando nos conocimos en mi exilio, ni siquiera el tiempo que vivimos juntos. Quizá tu juventud no quiso avergonzarme al mezclarse con nuestro pasado amor. Aquel año fue inolvidable en mi memoria, y perdóname que te lo confiese, pues te lo confieso con todo mi respeto a Eric y al hijo que en breve tendréis los dos. El mismo respeto que siempre nos hemos tenido en tantos años de esta bonita amistad tan íntima que hemos podido salvar y perdurar. Yo no sé si te aporté algo, querida Quiros, en ese tiempo, pero tú a mí me aportaste todo un nuevo mundo sin el cual quizá no hubiera podido entender aquellos últimos años de los cincuenta, ni mucho menos los sesenta… Aunque esos recientes sesenta, la verdad, eran intendibles sin ese rock, sin esa marihuana. Los jóvenes de ahora, que no hablan bien de esos años del amor, no lo comprenden, pero hay quien admira al viejo nihilista y anarquista de Sartre en aquella sentada de 1968, o a aquel Burroughs viejo y drogado escribiendo libros increíbles. Mi memoria no ha ahondado como la de ellos, pero como ellos, yo voy con el siglo.
A Zapata lo mataron en 1919. A Villa en 1923. Y a tantos otros en otras fechas. Fueron muchos los revolucionarios, muchas las facciones. México era un mundo complejo, pero estaba imbuido en una revolución larga que pasaba etapas. Tras ellos la revolución entró en una fase de líderes constitucionalistas, mientras ellos habían representado sectores más populares. El propio Zapata actuaba casi como un anarquista. Creaba comunas, daba la decisión a los afectados a tal o cual asunto, no tenía criterios capitalistas… pero no era un anarquista, aunque tuvo fluidas relaciones con ellos. Los zapatistas recibieron gran apoyo de los anarquistas mexicanos, aunque no de modo abierto, pues estos recriminaban la religiosidad de los zapatistas, entre otras cosas. La revolución mexicana no culminaría hasta los años cincuenta, con la nacionalización de su petróleo, lástima que luego sus gobernantes actuaran de espaldas a su gente y provocaran situaciones como las matanzas de estudiantes en el año 1968.
Cuando yo llegué a México entre la semana final de 1934 y la primera de 1935, Lázaro Cárdenas, el principal impulsor del México con la revolución institucionalizada, llevaba en la presidencia apenas desde el 1 de Diciembre. Desde Los Angeles a la frontera había tardado dos días en llegar, pese a su cercanía. La borrachera permanente con Thea Von Loritz nos había obligado a paradas y desvíos innumerables e incomprensibles, pero para el 28 de Diciembre logré llegar a Chihuahua algo más sobrio. Aquel México de los años treinta era el del pintor Siqueiros, el de los grandes murales con Lenin y Zapata presentes, el de Diego Rivera, el que creó adhesiones a Frida Kahlo y a Jack London. Era un México que producía películas al estilo de Hollywood mientras que a la vez las hacía con la mirada en la Unión Soviética. Y no es un dato baladí, pues en Chihuahua se intentaba rodar una película.
Al igual que los soviéticos, los mexicanos creían que el arte debía estar al servicio de la sociedad y la revolución, y no tanto a otros valores. Las relaciones con la URSS eran fluidas, pero no subordinadas, lo que se demostró bastante bien cuando Cárdenas alojó en su exilio a Trotski, que fue asesinado por los servicios secretos rusos en el propio México. Pero eso sería años más tarde. Sin embargo, aunque no se trataba de idénticas revoluciones era evidente que se admiraban los líderes y elites de ambos Estados. Por esa admiración y trasiego entre ellos, estaba allí Dovchenko, aunque no el director de cine, sino un ayudante de dirección nacido en Kursk. Los mexicanos que trabajaban con él no pronunciaban bien su nombre ruso y le apodaron con un sobrenombre vasco, “Txingurri”, que era invención de uno de los cámaras, un español de Bilbao, al que todo el mundo apreciaba por sus bromas. Dovchenko había llegado a México con Eisenstein para rodar “¡Viva México!”, aunque ya antes había colaborado con él de forma indirecta en la creación de “Octubre”. Sin embargo, cuando Eisenstein dio por imposible poder acabar la película, Dovchenko no quiso regresar a la Unión Soviética. Yo le conocí accidentalmente.
Querida Quiros, todo ocurrió de un modo extraño. Ni yo sé muy bien cómo acabé en la cárcel. Cuando aparqué el coche que alquilé en California en una de las calles de Chihuahua pronto lo rodearon numerosos críos. No me di cuenta que uno de los que llaman “pelaos” desafiante se montó en él de un salto cuando yo salí, delante mía. Había aprovechado que era descapotable y pretendía robármelo sin más, aunque no tenía manera de arrancarlo. Le di un buen puñetazo y saltó del coche para lanzarse contra mí mientras me sujetaban otros “pelaos”. No fue entonces cuando conocí a Dovchenko. Dovchenko no era un hombre de acción, o eso me pareció. A quien conocí fue a Liliana. Lo primero que conocí de ella fue el sonido de su escopeta, un tremendo arma más madera vieja que arma de fuego, pero que en esos momentos era la mayor de las fuerzas presentes. Los “pelaos” se fueron afirmando que lo hacían porque querían, y no por la descarga, cosa que me daba igual mientras me dejasen libre. Liliana me habló en inglés creyendo que era norteamericano, pero pareció perpleja cuando descubrió que era español. Fue ella quien me dijo que había otro español en Chihuahua en esos momentos, y fue ella quien me presentó a la gente que pretendía rodar una película llamada “El ejército de Zapata”. Liliana era en realidad otra periodista, y se encontraba en Chihuahua precisamente cubriendo las noticias que pudiera generar Dovchenko y su equipo, ya que aquel “Txingurri” quería rodar su primera película como director. Esa tarea ocupaba apenas un párrafo cada muchos días en su periódico, pero era suficiente para una mujer que para ser periodista en su país había tenido que luchar mucho y escandalizar en ocasiones a una parte de la sociedad. Con esto que te cuento, más otras cosas que te he contado en otras ocasiones, querida Quiros, no quiero darte la sensación de que todas las mujeres gozaban de las libertades de hoy día, más bien piensa que era una época donde los grandes sacrificios de algunas mujeres eran los que abrían las puertas a las mujeres que vendríais después. Aunque en cuestiones laborales fue la Segunda Guerra Mundial la que os revalorizó al tener que ocupar los trabajos de los maridos e hijos, que iban a los frentes de combate a morir o mutilarse. Aunque es la pasada década, y la presente, en la que sin duda habéis materializado la igualdad en gran parte del mundo. Pero no es de feminismo de lo que trata esta carta que te escribo, sino de historias para tu libro.
Sí que añado a lo dicho que en mi vida he conocido a muchas mujeres muy activas de su vida, y no pasivas, quizá, en cierto modo, por atracción. Recuerdo que la propia Liliana conocía a una de esas mujeres que yo conocí años después. Se trataba de Tina Modotti, una mujer que probablemente ha sido de todo en la vida. En 1929 fue amante del revolucionario cubano Mella, pero la acusaron de su asesinato, cosa de la que fue absuelta. Liliana no la conocía de eso, sino de ser amiga suya al ser ambas afiliadas al Partido Comunista de México. En 1930 Modotti tuvo que salir de aquel país, había sido acusada de complicidad en el intento de asesinato del presidente Pascual Ortiz. Fue deportada a Alemania. Liliana sostenía que fue una infamia y que nunca creyó las acusaciones. Cuando yo conocí a Modotti nunca se lo pregunté, no dio tiempo a intimar. Nos caían bombas en el Ebro. No la conocí hasta 1938, y aquellos comentarios de Liliana quedaban muy lejos, en 1934.
La cuestión es que Dovchenko era trotskista, razón por la cual no quería regresar a la Unión Soviética. Sabía que la NKVD, posterior KGB, se había enterado pese a que siempre trató de ser ambiguo y brindar a la salud del “Padre” Stalin. Se creía a salvo de Siberia en México. No era así. Una noche trataron de asesinarle con veneno. No pudo ser ya que esa noche estuvo conmigo hablándome de lo que quería mostrar realmente con “El ejército de Zapata” más allá de lo que narrase. Su comida fue demasiada tentación para su director de sonido. Murió casi de inmediato, lo que levantó sospechas entre los presentes de lo ocurrido, los cuales habían visto como diez minutos antes Dovchenko le cedió su plato, cuando habitualmente era un hombre de costumbres fijas casi imposibles de mover, entre ellas el respeto por el trabajo ajeno, por lo que toda comida que le hacía un cocinero se la comía, menos ese día, claro está. Dovchenko fue inmediatamente buscado y arrestado por las autoridades, junto a mí, que me encontraba con él.
Pasamos tres días en prisión. En una de aquellas prisiones mexicanas de principios de siglo. Un calabozo con rejas y ratas. Liliana hacía lo imposible por aclarar lo ocurrido con las autoridades, intentando hacerles ver que era Dovchenko el objetivo del veneno y no aquel hombre que murió por él. Creía en nuestra inocencia como creía en la de Modotti. Sin embargo, paradójicamente, habíamos logrado para ella relanzar su carrera, ya que ahora pudo obtener hasta un par de primeras páginas en su periódico.
Compartía la celda con nosotros un viejo “magonista”. Había combatido brazo con brazo junto a Ricardo Flores Magón. Los hermanos Magón, querida Quiros, eran anarquistas durante la etapa más dura de la revolución mexicana. No son muy conocidos, quizá porque su opción no defendía un Estado. Llegaron a controlar la Baja California y a fundar sindicatos. Combatieron al gobierno mexicano, pero también discreparon con los hombres de Pancho Villa, de Emiliano Zapata, de Huerta y otros. Consideraban que esta gente hacía populismo, y no revolución social. Sin embargo, cuando pudieron fundar sindicatos anarquistas con Carranza como presidente, con ayuda de exiliados de la Confederación Nacional del Trabajo española, se dividieron. Por un lado hubo anarquistas mexicanos que defendieron la constitucionalidad de Carranza ya que les había apoyado en la creación de sindicatos, pese a que no soportaba a los anarquistas… lo que demostró cuando los traicionó. Por otro lado muchos anarquistas se pasaron a las filas de Zapata, pese a la religiosidad de este grupo, ya que Zapata actuaba de modo parecido a la ideología anarquista. Por otro, muchos siguieron fieles a los hermanos Magón, aunque Ricardo estuviera preso en Estados Unidos. Y aún hubo quienes fundaron nuevos sindicatos creyentes de la necesidad de intervenir en lo constitucional del Estado sin abandonar su anarquismo. Por unos y por otros, sufrieron traiciones y persecuciones que casi los diezmaron al completo por medio de las armas, la cárcel y el exilio, pero los anarquistas que se unieron a Zapata lograron influenciar a los zapatistas en el modo de hacer las cosas. Zapata era Zapata. No era comunista ni anarquista, pero posiblemente, pese a que en los murales mexicanos se le pinte junto a Lenin, tenía más de anarquista que de comunista marxista, y menos de comunista marxista leninista. No obstante, querida Quiros, los propios Magón, anarquistas totalmente, tuvieron contactos con Zapata.
Aquellas luchas quedaban ya lejos, pese a que México las estuviese ensalzando y apropiándose desde el Estado de ellas. Quedaron lejos el día que se asesinó a lo mejor de sus líderes revolucionarios. Aquel viejo “magonista” preso con nosotros estaba preso por sus actos del pasado, ya que era un irredento que, a diferencia de muchos de sus compañeros de revolución, nunca aceptó el estatismo. Lo había seguido combatiendo de modo estéril y condenado a ser acusado de diversos crímenes con las leyes del gobierno. Sus constantes críticas a todos los líderes mexicanos, incluidos los revolucionarios muertos, salvo los Magón, hicieron que Dovchenko le cogiera simpatía. Hablaban mucho entre ellos. Así pasaba las horas oyendo criticar revolucionarios mexicanos o rusos según hablaba uno u otro. Aquello desde luego no podía beneficiarnos a oídos de nuestros guardianes.
El “magonista” fue ahorcado justo el día que Liliana logró sacarnos de la cárcel. Pasamos por delante de su patíbulo cuando aún colgaba con un saco en la cabeza. Ella había logrado pruebas de que el veneno suministrado en la comida no podía ser de ninguno de los dos. Las autoridades las aceptaron no muy convencidas. Si bien habían llegado a la convicción de que yo me encontraba con Dovchenko casualmente cuando fuimos detenidos, aceptaron a desgana la inocencia de él. Yo regresé a California libremente, él fue deportado a la Unión Soviética. Jamás se rodó aquella “El ejército de Zapata”. Nunca más supe de él.
No sé si te he fatigado con una carta tan extensa, querida Quiros, pero al rememorar mi primer encuentro con México no he podido resistir rememorar extensamente la sociedad que encontré. Como sabes México fue el lugar donde estuvimos juntos un tiempo, y como sabes fue el lugar donde más tiempo ubiqué mi residencia durante el exilio. Qué diferente era México cuando volví a él por segunda vez. Los logros de la revolución lo habían modernizado y transformado en uno de los países más potentes de América Latina. Y sobre todo… cuántos españoles encontré en aquel nuevo México. Me despido, querida Quiros, con un afectuoso abrazo.
DLP
[Personajes históricos: ante la extensión de esta carta, prácticamente las referencias históricas las remito a los enlaces que cuelgo. Básicamente anoto Que Tina Modotti fue una mujer que trabajó en fábricas, fue actriz muda, artista plástica, comunista en México, fotógrafa para periódicos, activista política de la Cruz Roja Internacional de la URSS, (Socorro Rojo) al comenzar los años 1930’, reportera en la guerra civil española, exiliada en México al final de su vida, donde siguió su activismo. Murió de un aparente paro cardiaco.
La compleja revolución mexicana llegó a su fase institucionalizadota con Lázaro Cárdenas, quien logró normalizar el país y eliminar los conflictos y estallidos de violencia. Ayudó a la República Española en la guerra civil y fue el principal salvador de españoles en 1939 al admitir más allá de lo que podía a miles de exiliados, salvándoles así de una muerte a manos de Franco o de Hitler. México nunca ha reconocido la legitimidad de Franco en el gobierno, a diferencia del resto de la comunidad internacional.
El anarquismo mexicano tuvo su peso durante la época del zapatismo, pero sus divisiones y problemas lo diluyeron dentro de ese movimiento y, fuera de él, en la ionstitucionalización del anarcosindicalismo, el cual derivó a sindicatos socialistas no expresamente anarquistas pero tampoco comunistas, sino un producto heterogéneo. Al estilo del POUM español con el trotskismo y el anarquismo.
México también asiló trotskistas, aunque la URSS intentó eliminarlos también allí. Stalin, junto con Hitler, es uno de los mayores asesinos de la historia del siglo XX, con millones de muertes a cuestas y de castigos indecibles. 1937 fue el año de mayores purgas soviéticas. Su represión política no se limitó a los soviéticos, sino que se extendió a todo el planeta a cualquiera que se considerara de izquierdas. Precisamente en 1937, por ejemplo, instigaron a eliminar política y físicamente a anarquistas y poumistas en la España de la guerra civil. El trotskismo, entre otros postulados, permitía el cuestionamiento de las decisiones del líder del partido o del partido, a diferencia del marxismo leninismo y del stalinismo. Le valió la total represalia por parte de Stalin, sobre todo a partir de 1937, cuando se fundó la IV Internacional de manos de Trotski.
El cine soviético fue experimental, puesto en marcha y creado en pro del arte pero sobre todo de la sociedad y la educación. Montones de artistas soviéticos, de cualquier campo del arte, se replantearon aquello cuando chocó con las otras intenciones por las cuales se había creado el arte durante toda la Historia. Cientos fueron purgados o perseguidos de diferentes modos.
Eisenstein es uno de los mejores directores de cine del siglo XX.
Sobre Tina Modotti aquí. Sobre cine soviético aquí. Sobre cine mexicano aquí. Sobre Cárdenas y México aquí. Sobre el anarquismo y la revolución en México aquí. Sobre la URSS aquí. Sobre el trotskismo aquí. Sobre la criminalidad mexicana en los años treinta aquí.]
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