Me entero por la prensa digital de hoy, en El País, que ha muerto Mac. Probablemente escribir esto le sea indiferente a una inmensa gran mayoría de personas. Y sin embargo, de algún modo todos debemos algo de nuestra cultura popular y nuestra formación transversal como personas a Mac. Todos conocemos algo de la obra de Mac, aunque la gran mayoría lo ignore. Mi conexión con Mac, por otro lado, fue trabajar con su obra gráfica para ponerla correctamente descrita, conservada y a disposición de los ciudadanos en los archivos. Yo ya había hablado de Mac en esta bitácora en 2012, con motivo, por ejemplo de la película Skyfall, de 007.
Mac es el nombre artístico con el que firmaba Macario Gómez, un pintor que se dedicó a crear carteles de cine. El cartelismo es una de las artes pictóricas que ha sido más infravalorada a lo largo del tiempo, aunque normalmente recogen una serie de elementos propios de sus épocas artísticas y mezclados con una intuición de lo popular que ayude a lanzar el mensaje, ya sea este cultural, políticos, artísticos, religioso, etcétera. Sólo hacia el último cuarto del siglo XX el mundo del arte se dio cuenta que esta modalidad a caballo entre la pintura, la fotografía, el montaje, la infografía y lo popular era algo digno de valorar y con unas dotes estéticas y de mensaje altamente valorables, sobre todo por su influjo en la sociedad y su capacidad para permanecer en la cultura de las sociedades. El problema era que al igual que otros artes que han sido valorados hace relativamente poco, como el cómic, estas artes eran infravaloradas en sus épocas y sus artistas no eran reconocidos más allá que como trabajadores de una industria de la promoción, mal pagados. Sin embargo, a pesar de que en principio esto era así, muchos de estos autores firmaban sus obras, gente como Mac, Jano y otros. Esto ocurría en todo el mundo occidental, no era exclusivo de España. Es paradójico, ya que actualmente los diseñadores que crean los mejores carteles tienen cierto prestigio y son requeridos al más alto nivel, sin embargo ellos no suelen firmar sus obras. El mundo al revés.
Mac estaba especializado en carteles de cine y programas de mano. Ideaba y pintaba toda aquella cartelería que luego se podía ver en las grandes falladas de la Gran Vía de Madrid, en Barcelona y en otros lugares, incluido New York. No es una exageración. Macario Gómez tuvo sus mejores momentos entre los años 1950 y 1960, la década de 1970 todavía vio algunas de sus grandes obras, pero ya hacia los 1980, aunque seguía trabajando, había cambiado tanto el negocio que sus obras son algo menores, jugando ya con la fotografía. En aquellas décadas, sobre todo en la de 1960, se prodigaron por España los cineastas norteamericanos rodando sus producciones, eso les puso en contacto con varias personas del mundo del cine español. De este modo conocieron los grandes carteles de Mac en Madrid y fue el cartelista que trascendió fronteras. Suyos son los carteles y portadas que se eligieron desde Hollywood para sus promociones mundiales, como La muerte tenía un precio, alguna de 007, La pantera rosa, El Cid, La millonaria, Los siete magníficos, Los diez mandamientos... etcétera. En España abunda en otras tantas, quizá la más conocida aquella donde proyecta el nombre de El verdugo, sobre su sombra.
Quizá algunas de sus ideas nos resulten hoy cosas normales, pero en sus épocas era un innovador que rompía todos los moldes. Combinaba una idea artística y estética con lo que sería la promoción de la película, con lo que enriquecía el producto en su promoción. Puede que la portada de La muerte tenía un precio nos resulte hoy una portada sencilla, pero lo cierto es que en aquel cartel puso de protagonista al malo de la película, no mostraba su cara y para remate le hacía recoger el revólver del suelo de un hombre muerto, nada que ver con el resto de carteles del Oeste que se hacían en ese momento. Nada glorioso para un héroe. Rompía todo un lenguaje comunicativo con el futuro espectador, pero a la vez llenaba a la escena de una épica bajo colores que mostraban calor como para mostrar un momento tenso que invitaba a querer ver aquello, fuera lo que fuera. Mi primer contacto con este cartel lo tuve a través de un cassette con la música de varias películas del Oeste, era de mi padre. Pero cuando trabajé durante un año en el archivo gráfico de la Filmoteca Española no sólo trabajé el archivo personal de Luis Buñuel, durante un tiempo me pusieron a archivar programas de mano originales de diversos autores, y algún cartel, y allí estaba esta imagen y otras muy famosas. Y allí estaba Mac. Mi jefa me regaló un libro que la propia Filmoteca había editado con un catálogo de la obra de Mac con motivo de una exposición temporal que se hizo unos años atrás.
En cierto modo he participado de la obra de Mac durante su vida trabajando su obra gráfica para conservarla para la posteridad. Y por ello, al saber su muerte hoy, no puedo menos que dedicarle estas lineas y desearle que la tierra le sea leve.