Este es un blog de un escritor cervecero que pretende hablar de él, de Historia, de sus ídolos, de sus paranoias propias, mostrar sus escritos... pero en definitiva son informes de un espia en el bar.
domingo, septiembre 27, 2020
NOTICIA 1996ª DESDE EL BAR: NO SÓC JO, ETS TU
martes, septiembre 22, 2020
NOTICIA 1995ª DESDE EL BAR: HIEL
jueves, septiembre 17, 2020
NOTICIA 1994ª DESDE EL BAR: HURACÁN
Acabo de escribir este relato breve y en homenaje uso los apellidos del primer hijo o hija que está a punto de nacer de mi amigo más antiguo, y varios de los nombres de los presentadores del programa de humor Zapeando, que por las tardes, a lo largo de los años me ha hecho compañía bastantes veces, aunque me tome etapas de descanso para dedicarme a escribir, oír música o ver otras cosas, me hace gracia. Últmamente por cuestones de mis horarios de trabajo o solo veo el último cuarto de hora o no llego a verlo, pero sigo por redes a algunos de los humoristas y Alverú, crítico de cine además, me parece un genio, aunque hay otros fichajes esta temporada también bastante geniales, aunque no salgan nombrados en este relato. No sé si este relato será la precuela breve de una novela nueva que tengo en mente, veinte años más tarde y con otros personajes principales, primero debo ir terminando la novela que está casi al completo que escribí en el confinamiento, pero los horarios del trabajo y la vida social de bar, entre otras cosas, me retienen. Como ejercicio para no flojear la prosa, creo que este relato me sirve. Sin depurar, tal cual lo he escrito, os lo regalo para su lectura, espero que os guste y si no, ¿qué le vamos a hacer? Siempre queda la cerveza. Que la cerveza os acompañe.
HURACÁN
Había nacido muerto treinta y tres años atrás. Totalmente inane entre las piernas de su madre. La comadrona, una mulata entrada en carnes que servía en la casa desde niña, no escatimó en todo tipo de azotes cada vez más fuertes, como cuando el padre de la parturienta, el señor del potrero, azotaba con su vara a su hijo chico cuando se rezagaba en las tareas que él, como amo, le mandaba. Azotaba bien fuerte y con ganas por la supervivencia del que era el primer hijo de la señorita, a la que ella misma había criado. Bien fuerte y seca, pero el niño no lloró y por ello no abría los pulmones al aire que le habría de mantener vivo. Pasado un rato, ante los gritos agónicos de la señorita, dejó el pequeño cadáver sobre una mesa dispuesta con unos paños blancos bien manchados ahora de sangre y placenta. La comadrona se lavaba las manos en una palangana mientras los señores trataban de consolar a su desconsolada hija y el padre de la difunta criatura salía apresurado y feroz de la casa, capaz de pagar en carnes ajenas el dolor del día. Fue entonces, en medio del drama, que el niño, sin recibir azotes ni estar en brazos, hizo como una extraña tos y comenzó a gemir, que fue un lloro. Lloró y comenzó su vida, por ello le llamaron Lázaro.
Ahora Lázaro, envuelto en un lienzo de tela, reposaba dentro de unas pocas tablas ensambladas con demasiada rapidez y le metían en un agujero cavado en el barro de las inmediaciones de La Habana. Sobre el agujero pusieron una cruz de madera con su nombre, a la espera de sacarle en cuanto se pudiera para poderle llevar a una tumba pétrea del cementerio de San Diego de los Baños. A sus treinta y tres años Lázaro ya no podría volver a respirar.
Santiago Alverú, al que llamaban “el catalán”, aunque era de Asturias, conoció a Lázaro cuando llegó a La Habana seis años atrás. Fue la primera persona que le dio a probar el ron de la isla. Habían forjado una buena amistad a pesar de la diferencia de edad entre ellos. Alverú, con su media melena y su barba bien negra, aventajaba a Lázaro en diez años de edad, pero su jovialidad hacía de él un aspecto parecido al de la edad de Lázaro. No era tanto lo físico como la actitud lo que hacía de Alverú joven. Juntos habían iniciado un negocio que si bien no les hacía ricos, les permitía vivir. Básicamente habían iniciado un comercio peculiar donde ellos compraban tabaco de un amigo de la familia de Lázaro que vivía en Pinar del Río y lo revendían a algunos hombres de negocios de los Estados Unidos en La Habana. A menudo se trataba de trueques por productos estadounidenses que luego ellos revendían encarecidos en las tiendas de los hacendados y en los sitieros. Eso requería que estuvieran en viaje por la isla con cierta frecuencia, siendo sus mejores clientes los de Santa Clara y los de Matanzas. A Sancti Spíritus solían acercarse, pero ir más al oriente les hacía perder demasiado tiempo para regresar en el momento adecuado a La Habana, teniendo siempre en sus mentes que su proveedor de tabaco era de Pinar del Río. Así pues conocían bien la Cuba occidental y se movían por ella con soltura, pero Lázaro ya no se movería más.
Murió en la bahía de La Habana, donde ahora yacían innumerables barcos destrozados como si hubieran sido juguetes en las fauces de una bestia. Habían pasado diez días desde el huracán y en aquel octubre aún aparecían cadáveres y restos por todas partes. Habían pasado dos años desde el huracán de San Francisco de Asís, ahora el de San Francisco de Borja se había llevado lo que el anterior no se llevó. Lázaro fue tragado por el mar. Un enorme brazo de agua asaltó el malecón y se llevó al hombre junto a otros tantos desdichados que trataban de asirse a los árboles perdiendo las uñas clavadas en los troncos. Fue devuelto por las aguas días después en las playas a los pies de aquel lugar donde le enterraban adentrados en tierra.
Alverú pensaba en una muerte que a pesar de todo no le horrorizaba. Antes de llegar a Cuba había combatido con el general Pablo Sanz, él estuvo cuando se intentó tomar Oviedo. Había deambulado por toda España con balas de cañón partiendo cuerpos y disparos sesgando vidas. Había, en definitiva, visto médulas y cerebros fuera de sus cuerpos mucho antes de aquel año 1846. La brutalidad humana, consciente y racional, elegida, no le iba a la zaga de la brutalidad con la que la Naturaleza hacía cuentas con la humanidad en ese lugar del mundo cada cierto tiempo.
Dos años más tarde Alverú vivía en Santiago de Cuba, apenas iba ya a la parte occidental de la isla, todo lo más que llegaba era a Júcaro y no era lo normal. No era lo normal que se alejara demasiado de Santiago de Cuba, si acaso a donde más viajaba era a Bayamo. Pese a su edad había conocido a una joven de origen francés llamada Maya. Su familia había huido de Haití en tiempo de la revolución, mucho antes de que ella naciera, cuando su padre aún era el hijo de su abuelo y su madre apenas la hija de otra familia expatriada. Comenzaron a cultivar una pequeña parcela con el dinero que se habían llevado en su salida tumultuosa, con apenas ganancias agrandaron la finca y contrataron jornaleros que les resultaba más baratos que la mano de obra esclava. Ahorraban la manutención de aquellos y obraban a la contra de como se hacían las cosas en el Caribe y de como muchos otros franceses huidos habían fomentado en el oriente cubano al modo de como llevaban sus negocios en aquella Haití, ahora de gobierno negro.
Alverú de ese modo vivía más o menos de algunos negocios breves que se le ocurrían, pero era ampliamente conocido que el dinero de la familia de Maya les permitía vivir con ligeras comodidades.
Maya pintaba cuadros extraños como afición y tenía extraños gustos que sorprendían a quien la conocía. Así por ejemplo, esbelta y de piel brillantemente blanca, nadie en principio la imaginaba apasionaba por el boxeo. Antes la imaginaban con trajes claros y caros en paseos de jardín, pero nunca en aquellas aglomeraciones donde la gente vociferaba a dos púgiles que a puño descubierto se golpeaban salpicando de sangre sus cuerpos, abriendo las carnes de sus ojos inflamados. Alverú la llevaba allí y a los bohíos donde al atardecer los negros cantaban y bailaban. Llevaban consigo un par de botellas de ron y pasaban horas hasta que extasiados volvían al hogar en medio de los rumores de todo su vecindario.
Un día se corrió la voz que iba a boxear De Jesús Díaz cerca de una de las plantaciones más conocidas. De Jesús Díaz era un joven blanco con diversos combates ganados, una rareza entre todos los púgiles negros y mulatos de la isla. Despertaba tanta admiración como repudio entre la gente de su raza, aunque en realidad De Jesús Díaz era un blanco de alma negra. Con la nariz ya rota desde chico, sus combates le hacían ganar allá por donde pasaba todo aquel dinero que necesitaba él y su apoderado, Enrique Peinado, conocido como “el negro Quique Peinado”. El blanco luchaba para el negro y el negro recogía el dinero que el blanco ganaba con la fuerza de sus brazos. A ojos vistas de los hacendados aquello era un espectáculo aborrecible, a la par que era un espectáculo espléndido ver a un púgil blanco victorioso de entre los negros. Más de un buen nombre social hubiera acabado aquello de un balazo en honor al orden si no fuera porque aquello les hubiera arrebatado el dinero de sus apuestas. Toda carne era dinero.
Maya insistió a Alverú en ir a ver el combate de De Jesús Díaz. Alquilaron un carro y con él se fueron más allá de la campiña hacia donde una gran multitud formaba ya corro en torno a un tablado que habían levantado los organizadores fuera del bohío. El joven blanco era ancho de espaldas y, aunque de nariz aplastada, tenía una cara angulosa como de un joven de aquellos de las estatuas romanas. No muy alto, pelo rizado y negro. Mirada más allá de a donde llegaba cualquier otra mirada. Así le vio por primera vez Maya al bajar del carro. Hicieron sus apuestas por él cuando apareció el contrincante, un negro enorme, de cabeza rapada, digno de decirse de él que hubiera podido derribar la columna de un templo. Brillaba al sol, diríase que le habían untado cera por su pecho y sus brazos.
Los primeros golpes del combate fueron bastante violentos en medio del vocerío. Alverú apostaba más dinero a favor de De Jesús Díaz cada vez que este golpeaba impulsando todo el peso de su cuerpo al lanzar puñetazos con la izquierda. No tardó mucho en abrirse una brecha en una de sus cejas ante uno de los contraataques del negro. Maya recibió la salpicadura sobre su vestido y lejos de escandalizarse sintió la sangre como un regalo que la incitaba a animar con más fuerza como uno más de la multitud. No había prácticamente descanso. Era un combate anómalo. No parecía que intentaran reservar sus fuerzas para el momento más adecuado. Era como si los dos púgiles tuvieran prisa en acabar aquello. Exultantes de juventud, los dos combatían por algo más que por un combate. No trataban de cansar al otro, ni siquiera de resistir a la espera del momento, con ferocidad inexplicable ambos querían acabar aquello ya, de una vez, como si fuera posible. El negro cobró nombre. Daniel Mateo, así nombrado por sus padres educados en el Evangelio por los que fueron sus amos antes de manumitirles a la hora en que ellos, amos ya ancianos, fueron ascendidos a una gloria no exactamente concretada con sus obras en el mundo terrenal.
Daniel Mateo recibió una brecha en su pómulo derecho cuando trataba de lanzar un ataque fallido. Ya a esa hora Maya había recibido más sangre de De Jesús Díaz y ahora se confundía con la de Dani Mateo. Alverú gritaba animando al blanco, carne vapuleada y vapuleadora, huesos duros. Combatían como en un baile de condenados en medio de los caníbales que les hacían bailar. Entregaban su sangre al aire en cada golpe, atontaban sus cabezas, que no paraban de pensar en medio de un ardor como una fiebre, y un zumbido provocado por cada segundo que resistían la violencia. Nada debía hacer que se entregaran al suelo. Se golpeaban una y otra vez en un tiempo que les parecía eterno.
Al fin como un caimán llegó un vientre al suelo. Dani Mateo se apartó para dejar espacio a De Jesús Díaz, pero no bien se creía en posesión de la victoria, cuando De Jesús Díaz levantó y como si no hubiera pasado nada, con un contrincante sin tiempo a reaccionar, asestó un golpe por debajo de la oreja, allá donde la mandíbula acaba, seguido de un gancho desde abajo con el otro puño, que derribó a Dani Mateo de manera ya irremediable. Respiró hondo y satisfecha Maya.
Alverú se apresuró a reclamar su dinero al negro Quique. De Jesús Díaz miró a Maya, se dio cuenta de ella y de su sangre en ella. La sonrió y Maya le sonrió, él también estaba manchado de sangre. Ambos manchados por la misma sangre, mantuvieron un huracán.
Todos los barcos a punto de ser astillados vociferaban en busca de su dinero en torno al negro Quique. Santiago Alverú tomó sus ganancias y se volvió satisfecho buscando a Maya para enseñarle los billetes levantándolos. Ella le miró sin haber perdido aún la mirada de su huracán. Manchada de sangre se dejó llevar por él de vuelta al carro. De Jesús Díaz le lanzó una última mirada mientras el negro Quique le limpiaba el sudor, la sangre manaba de él. Ella le miró. Alverú arreó al caballo para emprender el viaje de vuelta. Ella sabía que la sangre que llevaba era del púgil.
Aquella noche Alverú soñó con Lázaro. Como regresado de entre los muertos le mostró La Habana silencioso. Al día siguiente, inexplicablemente sintió el enorme deseo de regresar a aquella ciudad. Su sangre no estaba arraigada en Santiago de Cuba y su dinero siempre estuvo en los negocios.
Por Daniel L.-Serrano “Canichu”
martes, septiembre 15, 2020
NOTICIA 1993ª DESDE EL BAR: TARDES CON CANICHU
La semana pasada quedé con la poeta de Guadalajara Mamen Solanas en la librería Notting Hill de Alcalá de Henares, en la Plaza de los Santos Niños. Tenía que tratar temas de poesía y de paso tuvimos una larga conversación sobre cosas que ella estaba componiendo ahora. Como sea, la esperaba yo en la puerta de la librería cuando Luis, el dueño, me asaltó para pedirme un favor que, luego, hablamos junto a Vanessa, la dueña, y que rematamos al día siguiente tomando algo en la mañana del sábado en la terraza del bar que hay frente a su librería. Necesitan una ayuda, me dijeron, pues la crisis de la Covid-19 les ha hecho mucha mella en las ventas y no terminan de volver esas ventas, con un futuro incierto y teniendo en cuenta que estaban acostumbrados a ofrecer una agenda cultural a la ciudad antes de la Covid-19, llena de recitales, cuenta cuentos, algún concierto acústico, o presentaciones de libros, me pedían el favor de colaborar con ellos haciendo algo. Quedamos en que una vez al mes, los miércoles a las 20:00 horas, durante una hora, más o menos, podría tener un encuentro con lectores y clientes. No se trata de hacer un recital de poesía, no pretendo esto, porque además quien me sigue sabe que los he paralizado desde 2017 y que volveré a hacerlos en un momento muy determinado ya elegido, a pesar de que desde 2018 he aparecido en colaboración o invitado en recitales y actos de otras personas en ocasiones muy puntuales. No. No se trata de recitales. Además, no me gusta en absoluto estar programado de manera puntual y seriada en el calendario, siempre actúo de tarde en tarde y sin estar dentro de calendarios estrictos. Se trata simplemente de mantener una especie de tertulia con quien se quiera acercar. Tengo la temática abierta y la posibilidad de traer invitados. En todo caso me ofrecí gratuitamente a ayudarles con esta colaboración que me pedían hasta que la librería levante cabeza o bien si encuentran actos que atraigan más clientes y lectores de lo que yo pueda, pues la actividad puede no cuajar, o bien si me surge algo diferente que me requiera.
Estoy dentro de una serie de actos a lo largo de la semana y del mes. Recitales, talleres, cuenta cuentos... Os podéis informar de su calendario de actividades en la librería o en sus redes sociales. En todo caso, mi primera tertulia es mañana, 16 de septiembre, miércoles, a las 20:00 y espero que hasta las 21:00 o poco más allá, porque lo cierto es que me levanto a las 5:45 horas cada día para ir a trabajar al archivo. La puntualidad se agradece.
En este primer encuentro no tengo muy claro de qué hablaremos, aunque pienso que tal vez estaría bien hablar de George Orwell más allá de los tópicos conocidos. Ya veremos. Pero eso sí, por asunto de las medidas contra la Covid-19, el acto solo admite un tope de diez personas, tal como manda la ley y la normativa creadas en España y en la Comunidad de Madrid. Si alguien quiere ir o bien va a la librería a probar suerte, o bien contacta con ellos para reservar su sitio asegurado. Así pues, mi tarde mensual (esta primera más bien es un experimento para ver si se consolida mensualmente, pues la idea es atraer gente ante las necesidades de la librería de no caer) se transforma por medio de las normativas anti-Covid-19 en algo bastante reservado, recogido e íntimo.
Saludos y que la cerveza os acompañe. Yo ya os he contado esta reapertura cultural de la segunda mitad de 2020 de Notting Hill, aunque la de la primera mitad fue prácticamente mínima y testimonial por fuerza.
sábado, septiembre 12, 2020
NOTICIA 1992ª DESDE EL BAR: EL PARÉNTESIS DE LO QUE SE HA DE HACER
Este año 2020 que en algunos textos comienza a ser llamado el Año de la Pandemia se ha llevado por delante muchas cuestiones, algunas de las cuales comienzan a sacar la cabeza apuntando hacia el final de este verano que nunca desaparecieron y siempre estuvieron ahí y ahí siguen.
Para esta entrada voy a centrarlo todo en esos aniversarios redondos de la Historia que sirven a menudo para que los historiadores podamos fomentar y divulgar un poco el conocimiento de la Historia, mientras que de paso hay productores de cine o televisión que aprovechan para crear nuevas producciones, museos que exponen nuevas exposiciones más o menos exitosas, escritores e historietistas que aprovechan para crear nuevas obras en busca de la venta alimentada por los fastos, o por los o políticos que aprovechan para animar y exaltar ideas que les interesan. En concreto voy a recordar que algunas instituciones museísticas españolas y alguna que otra editorial se habían fijado en que se cumplían doscientos años del Trienio Liberal, del golpe de Riego en 1820. Ese breve periodo democrático que duró hasta 1823 puso en funcionamiento de nuevo la Constitución de 1812, lo que supone para España uno de sus mitos constitucionales tan en boga en los últimos y revueltos años de nuestros gobiernos actuales. El Museo del Romanticismo, el Museo del Prado y alguno otro apuntaban a hacer algo con esto, pero la cosa quedó o interrumpida o deslucida. Pero dentro de esas celebraciones no se podía desligar otras derivadas forzosamente y emparentadas con aniversarios por toda la América hispana, pues 1820 supuso para la gran mayoría de los países americanos su independencia efectiva, la pragmática y real, pues España reconocería las independencias de manera muy tardía incluso años o décadas después de perdidas cada guerra con los respectivos países que nacieron en aquellas fechas. También esas celebraciones han quedado en nada al otro lado del Océano Atlántico.
La primera intentona independentista se produjo de hecho con la Guerra de Independencia Española aún en marcha, se produjo en 1811 en Venezuela, tras formarse una Junta de Gobierno en 1810 al estilo de las que se formaron en España contra José I. Aquella intentona fracasó, pero a partir de esa fecha comenzaron otros intentos en diferentes lugares de la América Española, especialmente tras acabar la Guerra de Independencia Española en 1814. Si uno acude a las cronologías de los países americanos verá que muchos de estos marcan su fecha de independencia en el año en el que ellos como sublevados redactaron sus respectivas actas de independencia, sin embargo la realidad es que aún no eran independientes en la totalidad. Esas fechas abren una serie de guerras civiles entre la población que se declaró independiente contra la población que no deseaba esa independencia, toda vez que los leales recibieron refuerzos de la península Ibérica. La independencia de cada nuevo país se puede dar por hecha solo justo cuando se acaban esas guerras con la derrota española y son ellos ya en su totalidad lo que se hacen cargo absoluto de todo el gobierno y administración de sus territorios, a pesar de que incluso así se abrieron nuevas guerras civiles y golpes de Estado que les atañe ya a su historia independiente de España, y a pesar de que en la teoría España firmó el reconocimiento de todas esas nuevas naciones bastantes años más tarde, repito: incluso décadas, de que muy evidentemente eran naciones independientes.
Siguiendo este argumentario tenemos que el golpe de Riego en enero de 1820 provoca que esas derrotas definitivas se fueran produciendo a partir de ese momento en los diferentes territorios que, a lo largo de los meses y años siguientes, expulsaron de gobierno y administración totalmente a los leales. Así por ejemplo, Guayaquil se independizaba en octubre de 1820, se perdía el control en Venezuela y de Argentina, en diciembre se perdía Perú, Centroamérica y México se irían independizando en 1821 y así poco a poco hasta mediada la década de 1820 y en algún lugar hasta cerca del año 1830, pero lo cierto es que para 1825 prácticamente España había perdido casi todos sus territorios americanos.
La cosa es que Pablo Morillo, el general español que dirigió todos los ejércitos leales contra los diferentes generales independentistas (salvo los de México, que tenían otro adversario), esperaba unos refuerzos masivos de tropa en 1820 que debían embarcar a comienzos de año. Fueron esas tropas las que Riego sublevó y usó para sumar otras tropa en España que en marzo lograron hacer triunfar ese breve gobierno democrático llamado Trienio Liberal. Así pues, Morillo nunca recibió esos refuerzos y en los años siguientes esas mismas tropas se usaron tanto para mantener el gobierno frente a una contrarrevolución, como para combatir a los Cien Mil Hijos de San Luís en 1823, como posteriormente Fernando VII las mantuvo para sostener su gobierno y ejercer la represión interrumpida que ya iniciara en 1814 y que el golpe de Riego paralizó. Morillo hizo lo que pudo y resistió mucho más de lo esperado, por lo que fue admirado y alabado por uno de sus mayores contrincantes, Simón Bolívar.
De hecho, el gobierno liberal español de 1820-1823 tenía cuentas a deber a los independentistas americanos, pues hoy día sabemos por documentación de la época que varios agentes secretos al servicio de Simón Bolívar habían estado trabajando en España precisamente para torpedear todo lo posible ese envío de refuerzos. Entre sus actividades estaba el sabotaje de barcos, pero cuando comenzaron los rumores de un posible alzamiento liberal, ellos, infiltrados entre la tropa española que debía embarcar, difundieron rumores falsos sobre el mal estado de los barcos a la vez que fomentaban la animadversión contra Fernando VII y alimentaban los ideales liberales. Llegados a este punto Riego tenía ya una parte del trabajo hecho sin saberlo para lograr que la tropa le siguiera en su alzamiento democrático.
De todos estos hechos, tan importantes para todo el mundo con cultura hispana en general, la Covid-19 ha hecho que se pase por encima o que directamente no se pase. La cosa es que pareciera que nada de lo previo a la Covid-19 siguiera su curso, pero sí lo sigue. El paréntesis es una falsa sensación de paréntesis y todo lo que tenía un curso sigue su curso, ya sean aniversarios históricos o cosas que sabemos que se tienen que hacer, se harán y ya están llamando a la puerta para ser hechas. Pensemos, por ejemplo, que el freno democrático que supuso 1823 no recuperó el absolutismo para siempre, que quería Fernando VII, sino que hasta Fernando VII tuvo que aceptar al final de sus días en 1833 que el liberalismo y la democracia estaban pendientes de hacerse, se debían hacer y las hizo posibles sin cortapisas, toda vez que de ello, se dio cuenta, dependía su propia existencia (entendida esta en una idea general de linaje Borbón personificada en la que sería Isabel II, su hija). Cosas que sabemos que se tienen que hacer, se harán y ya están llamando a la puerta para ser hechas.
sábado, septiembre 05, 2020
NOTICIA 1991ª DESDE EL BAR: PORQUÉ CONFUNDES UCRONÍA CON DISTOPÍA
Una utopía es un mundo ideal que sigue unas normas éticas, morales y de organización, administración y a veces de jerarquía. Las utopías no tienen porqué llegar a realizarse, ni siquiera intentarse, pero se proponen con la idea de que pueden llegar a ser reales, factibles. Mucha gente confunde mundos utópicos con utopías, así meten en el mismo saco fantasías mitológicas y religiosas o idealizaciones de una especie de paraíso a alcanzar en un mundo ultraterreno o incluso de dimensión alternativa. Sin embargo, la utopía, tal como la conocemos hoy día, implica un planteamiento de ella misma que aspira a una realidad posible. En la Edad Antigua se crearon gran cantidad de utopías, de hecho los griegos lanzaron montones de utopías al organizar sus ciudades-Estado. La más conocida de las utopías, una vez que la política de cada ciudad no les había conducido donde la teoría indicaba, es la que planteaba Platón a modo de República. Una República muy peculiar y que le fallaba contar con todas las consecuencias del principal motor de su utopía: el factor humano. Como sea, dando un gran salto de siglos, milenio mediante, es Tomás Moro (Thomas Moore) quien en el siglo XVI escribe su Utopía y asienta las nociones básicas contemporáneas de qué entendemos por utopía. Por supuesto, Moro le puso connotaciones religiosas cristianas, pero, cristiano o no, otros utopistas metieron nociones religiosas en otras tantas utopías que propusieron y que en algunos casos trataron de ensayar en Estados Unidos de América, Francia, Reino Unido o testimonialmente en España en el siglo XIX. Lo cierto es que la llegada de los teóricos anarquistas o de otras corrientes socialistas al planteamiento de ideales de organización social hizo que muchas utopías descontasen la religión de entre bastantes de las utopías que se plantearon. Esa noción de religión fue relevada por otras nociones que la fagocitaron con peor o mejor acierto, porque la religión en sí, más allá de un Ser Supremos creador y protector, introduce en el comportamiento social e individual componentes de comportamiento y orden de actuación ética y moral que todo aspirante a gobierno jerarquizado desea. Le es útil.
Parando en esta reflexión, hay que anotar cómo transcurre el tiempo. El tiempo, sin entrar en complejos análisis de Ciencias Puras en torno al relativismo, las dimensiones, su elasticidad o en el extraño asunto de su existencia y su inexistencia, solemos comprenderlo de tres formas básicas entre historiadores y escritores: diacrónico, sincrónico y ucrónico.
Nosotros hoy por hoy vivimos en una diacronía, o al menos nuestro principal conocimiento de cómo funciona el tiempo en nuestra vida a fecha de hoy es diacrónico. La diacronía es lo que llamaríamos el tiempo como una línea (sin entrar en la relatividad y la elasticidad del tiempo según las Ciencias Puras, insisto). Para lo pragmático de nuestras vidas y para lo pragmático de entender nuestro pasado, presente y futuro, nosotros vivimos una diacronía. Diacronía es pues la sucesión lógica del paso del tiempo hacia delante. La sucesión de hechos de forma lineal creando los respectivos espacios pasado, presente y futuro.
Ahora bien, podemos hablar de los acontecimientos acotándolos a algo concreto. Ese algo concreto puede ser tu vida, tu vida familiar, tu vida en tu ciudad, el país, el continente, el planeta, el sistema solar, la galaxia... Tu vida en la oficina y los acontecimientos que mientras pasan en tu hogar, tu vida en tu país y a la vez lo que ocurre en África. Los acontecimientos de la actualidad del mundo y a la vez lo que ocurre en la galaxia Andrómeda. Etcétera. Así que cuando queremos hablar de acontecimientos que ocurren en espacios de tiempo a la vez hablamos de sincronía. Podemos hablar del gobierno de los Reyes Católicos en el siglo XV y a la vez de lo que ocurría en el Impero Azteca en esas mismas fechas aunque no se conocían entre sí los sujetos propuestos. Con sincronía y con simultaneidad existieron a la vez. La sincronía puede implicar que lo sincronizado sea simultáneo o no, o bien que se afecten los sincronizados entre sí o no, o que se conozcan entre sí o no, o que sepan de su existencia mutua o no. Podemos hablar del comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y a la vez del gran avance de las artes del cine en Estados Unidos con el color y el sonido de la película "Lo que el viento se llevó" en ese mismo espacio de tiempo, aunque en espacios diferentes.
Por último tenemos la ucronía. La ucronía es una alteración en el acontecer del tiempo diacrónico. Es algo que nunca ocurrió pero nace a partir de algo que sí ha ocurrido. No estamos hablando de dimensiones alternativas ni paralelas necesariamente. La gran mayoría de ucronías que hemos creado son ficciones y ciencias ficciones. A partir de un acontecimiento imaginamos resultados de acontecimientos posteriores diferentes a los que se dieron en la realidad, acontecimientos que pudieran haber sido factibles o verosímiles si en lugar de haber ocurrido X cosa hubiera ocurrido X otra. Mucha gente confunde la ucronía con la ciencia ficción, y aunque pueden estar relacionados en algunas ocasiones, son cosas plenamente diferentes y que por necesidad no necesitan el uno del otro para desarrollarse al plantear esos mundos o hechos alternativos.
Más allá, mucha gente confunde actualmente la distopía con la ucronía. La distopía es un término que viene de antiguo desde el mundo anglosajón, como expliqué al comenzar esta bitácora en 2005. Pocos éramos los que conocíamos y usábamos el término en España. Tal término lo acogió el castellano como propio no hace muchos años de manera formal en el diccionario como parte de nuestra lengua. La distopía tiene precedentes en el siglo XIX, pero nace plenamente en la década de 1920 a través del autor Zamiatin, cuyo guante recogen en un primer momento Orwell, Huxley o Çapeck entre otros. Se trata de utopías que al ser llevadas a cabo se han aplicado tan estrictamente o tan deformadamente, o bien han tenido efectos secundarios indeseados, que han creado mundos contrarios a lo que una utopía plantea. Una distopía contiene en sí la semilla de la utopía, pero en realidad es un mundo asfixiante, nada ideal, nada deseable o positivo. Por esto mismo mucha gente confunde distopía con historias que en realidad no pasan de ser ciencia ficción, pues esas historias de ciencia ficción no plantean dentro de sí ninguna crítica a un orden social utópico que contenga unos riesgos que la distopía saca a flote al plantearse. La ciencia ficción es ciencia ficción y la distopía es la distopía. Pueden mezclarse entre sí en alguna ocasión, pero cada una tiene su razón de ser. Del mismo modo, como he dicho, mucha gente confunde distopía con ucronía. A menudo he escuchado a gente hablar de relatos de ficción que plantean la hipótesis de si los nazis alemanes hubieran ganado la guerra mundial, confundiendo esto con distopías, no lo son, eso es una ucronía. De acuerdo que los nazis plantean un mundo ideal, una utopía, que tratan de llevar a cabo a través de imposiciones, guerras, exterminios y represiones, todo lo cual no les sirvió y afortunadamente fracasaron en sus ideales, pero la diferencia entre lo que sería una distopía o una ucronía en un caso como este juzgo que estaría en torno a lo que le dieras más peso a la hora de construir esa ficción. Si le das peso a los aspectos de utopía fracasada o imposible o maligna, es una distopía, si simplemente le das peso a ese mundo alternativo y a ver cómo sería, como hubiera evolucionado o a acontecimientos de una historia que se desarrolla en un mundo así, entonces es una ucronía. La linea en este caso es delgada, es fina, pero hay otros casos donde ucronía y distopía se diferencian bien aunque haya gente que, quizá por desconocimiento o falta de reflexión, las confunde y a todo le llama distopía, sin orden ni concierto ni base teórica firme al lanzar sus opiniones y razonamientos.
Saludos y que la cerveza os acompañe.