Muerte Romana (4 de 7)
Si bien es cierto que cada individuo pagaba el monumento
funerario que podía permitirse, estos revelan cierta jerarquía en la muerte. No
hay comparación entre un mausoleo y un hoyo con una piedra encima. Para el caso
del norte español, el esquema que Tomás Mañanes Pérez considera para este orden
de importancia en los enterramientos en
Astorga), podría ser aplicable a la provincia marginal que tratamos en
este trabajo. Viene a ser:
1- Sacerdotes y
cargos.
2- Militares.
3- Docentes (eran
cives, o sea: ciudadanos), libertos y esclavos.
4- Inmigrantes
de Hispania.
5- Indígenas (tanto
con nombres autóctonos, como griegos y romanos).
6- Emigrantes
muertos y enterrados en la provincia o fuera de ella.
No deja de ser curioso que libertos y esclavos estén por encima
de los inmigrantes, indígenas y emigrantes. Pero teniendo en cuenta que es un
orden de acuerdo a los monumentos funerarios, es posible que los libertos y
esclavos estuvieran más concienciados de las ideas religiosas y funerarias
romanas, incluso de norma social se podría decir, al vivir más en contacto
con el mundo romano. Por ello estarían más
dispuestos a tener un monumento tras su muerte, superando con ello a los indígenas,
que quizá prefirieran aún sus propias formas funerarias en general. El caso de
los inmigrantes podría ser porque pocos volverían, o pocos podrían hacer volver
sus restos a su lugar de origen. Y en cuanto a los emigrantes que fueron a esa
región, tal vez, simplemente, eran mayoritariamente los más pobres y, sumidos
en sus propias creencias (aunque quizá algo aculturados), preferirían hacer
gastos más adecuados a la vida terrenal que a la del Más Allá, o simplemente no
tenían dinero para costearlo, en general, ya que algunos monumentos hay. Pero
todo esto son especulaciones a comprobar por otros terrenos que son los de la
arqueología y las posibles fuentes literarias, o de otra índole, que nos puedan
aclarar algo al respecto.
El primer grupo de sacerdotes y cargos son lápidas de
ciudadanos romanos, directamente de algún lugar de Italia, o bien de alguien al
que le ha sido concedida la ciudadanía romana. Aquí se denota que el control de
los territorios no podía quedar menos que en manos romanas, aunque estas manos
hubieran de ser hechas ciudadano romano previamente. Este nuevo ciudadano
quedaba así agradecido y debía lealtad a Roma. Sólo los más fieles a Roma, para
evitar riesgos, recibirían estos honores. Y, sin duda, debían ser, a la vez,
gente influyente entre su pueblo, para un mayor control. Pongamos el ejemplo de
una de estas lápidas donde se lee el nombre de un convertido a la ciudadanía
romana:
"L(ucius) VALERIUS L(ucii) L(ibertus) / AUCTUS / AVIUM INSPEX
/ BLAESUS, A(nnorum) / LVI, S(it) T(ibi)
T(erra) L(evis) / FELICIO FRATER".
["Lucio Valerio, liberto de Lucio Aucto, inspector de aves, tartamudo, [muerto] a los 56 años de edad, [honrado] por su hermano Felice, que la tierra te sea leve."]
Fue
encontrada al cavar una vía férrea de Astorga. Este monumento fue erigido por
su hermano Felicio. Nos dice que Lucio Valerio era el liberto de otro Lucio (del
que cogió su nombre, sin duda), que murió a los cincuenta y seis años, edad
avanzada por entonces, que había sido tartamudo característica bastante notable
en él, dado el aumentativo Blaesus, por lo que aquello pudo ser su cognomen, y
había desempeñado en su vida el trabajo de inspector de aves, lo que quiere
decir que predecía el futuro mediante estas. La predicción del futuro en los
signos como el vuelo o las entrañas de las aves era algo muy valorado por los
romanos, los cuales no solían realizar grandes empresas sin su consulta, y
siempre que esta le fuese benévola. Esto podría ser religión, superstición o
costumbre social, pero lo cierto es que es posible que a Lucio Valerio le fuese
bien en su oficio, pues no sólo adquirió su libertad, sino que su hermano le
pudo levantar un monumento notable y él figura entre uno de los cargos
sacerdotales, el de inspector de aves. Aparte de que, por su nombre, había sido
adoptado, muy probablemente y adquirido la ciudadanía romana. Y a juzgar por su
monumento funerario pudo hasta alcanzar una pequeña fortuna:
Claro que,
en esta clase social, las inscripciones en las lápidas con frecuencia ocultan
una doble intención más allá de honrar al muerto, como pudiera ser cierto
reconocimiento social, escalar puestos u obtener favores. Veamos el ejemplo de
otra tumba de Astorga.
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