lunes, marzo 25, 2024

NOTICIA 2304ª DESDE EL BAR: LA SEMANA SANTA DE SALUSTIANO GARCÍA

 Llevo bastantes años que en Semana Santa aprovecho para poner alguna obra de Arte y explicar algún aspecto de ella, o de su autor o de su corriente. Este año me ha parecido bien aproximar a los lectores interesados a un Arte poco valorado en España, aunque en las últimas dos décadas, más o menos, cada vez más salas de exposiciones lo están poniendo en valor. Me refiero al cartelismo. y en el caso que os propongo también se combina además con otro Arte más, la fotografía. Me ha apetecido acercar el cartelismo o cartelería al lector a raíz de la polémica habida con el primer cartel que se diseñó para la Semana Santa de Sevilla de este año 2024. Un cartel con una fotografía de un Cristo resucitado mostrando de frente la llaga de la lanza de Longinos en su costado, obra de Salustiano García, que usó a su propio hijo como modelo. El Cristo era extraordinariamente atlético y semidesnudo, como prácticamente casi todos los Cristos de la Pasión en el Arte, aunque cubría con un lienzo atado a su cintura las partes corporales más sexuales. Sin embargo, este Cristo, con un fondo rojo muy vivo propio de esa pasión religiosa y letras doradas acordes a la corona que figura el halo de su cabeza, tenía una barba muy arreglada y un pelo estupendamente peinado, mientras se le notaba además algo de pintura de ojos, rimel, para marcar su mirada, lo que ha hecho parecer a mucha gente algo de ofensivo por considerar todas estas características como un punto de cierto grado de insinuación homosexual. Sinceramente, eso está más en el ojo del que mira. aunque tópicamente algunas de estas cosas se puedan relacionar desde ese tópico a la homosexualidad, no tiene porqué. Del mismo modo se podría relacionar este cuerpo con una apariencia muy etnocéntrica desde una visión europea. Cierto es que tampoco hay restos reales de tortura, demacración y sufrimiento que nos había acostumbrado el Arte desde el Barroco. Sin embargo, el asunto de la belleza y la perfección física de Cristo no debiera ser motivo de polémica, si uno se fija en varios Cristos del Renacimiento y en casi todos los del Neoclásico, siguen las mismas ideas estéticas que esta fotografía. No les interesa mostrar tanto ese Cristo torturado como el Cristo de perfección. Invito a ver el Cristo que pintó Goya, por ejemplo, para entrar en la Real Academia de San Fernando. Más aún, aunque los valores estéticos nos distancian mucho, me atrevería a decir que, aunque vestidos, más de un Cristo medieval también se les ve como Cristos vivos más o menos saludables a pesar de estar teórica y corporalmente muertos en la cruz.

En cuanto al desnudo, que en realidad es un semidesnudo, es más una cuestión de cómo se entiende el Arte y la religión que en realidad un elemento provocador. Es muy conocido que la primera versión de los frescos de la Capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel Buonarroti en la primera mitad del siglo XVI estaban inicialmente desnudos al completo. Fue por indicación del Papa del momento que Miguel Ángel los tapó con túnicas. La idea del desnudo completo en el Renacimiento se debía por un lado a la influencia de las esculturas y pinturas que en esos mismos momentos se estaban descubriendo de entre las ruinas y restos de la antigua Roma, pero también se le unía un asesoramiento de una parte de la teología que defendía la pureza a través de la estética del desnudo en el Arte religioso, en el sentido de que la propia Biblia hablaba de la desnudez en el Paraíso o la desnudez en el juicio final, siendo que Adán y Eva sólo se cubren sus zonas sexuales cuando sienten vergüenza al ser expulsados del Paraíso y han contraído el pecado original, por lo que ya no son totalmente puros, pero no se tapan por indicación de Dios, si no por su propia vergüenza ante el pecado. Evidentemente este tipo de obras no estaban exentas de controversia, no obstante, el Papa le pidió a Miguel Ángel que tapara los desnudos, pero no todas las obras del Renacimiento con desnudos fueron tapados. Si pensamos en el Adán y Eva de Alberto Durero es casi un desnudo integral, porque los elementos que les tapan son excesivamente mínimos. Lo mismo diríamos del Nacimiento de Venus Afrodita de Botticelli. Si comparamos estos pocos casos citados con el cartel de Salustiano García, este Cristo, por muy escandaloso que haya sido para una parte de los sevillanos, es un Cristo muy tapado, aunque parezca mentira. Por cierto, si buscáis el autorretrato frontal de Alberto Durero, la caracterización del hijo de Salustiano García como Cristo tiene algo de él.

Puede entenderse que tenga algo de sexualización el cartel, aunque la sexualización en otras obras de arte religioso a lo largo de la Historia, aunque sea difícil de creer, no es algo inusual, pues las percepciones de otras épocas y las actuales no son las mismas ante ciertas partes del cuerpo, actitudes o alegorías. Sin embargo, es un Cristo de vida, no de muerte. Salustiano García no ha centrado su cartel en la crucifixión y el sufrimiento para redimir los pecados de la humanidad, sino en la resurrección y el anuncio de la buena nueva de la otra vida ultraterrena el mensaje de salvación. Sólo eso explica la lozanía de este Cristo y el señalamiento de la llaga del lanzazo que le ayudó a morir físicamente ante, una herida que es prácticamente nula en la imagen, pese a que teóricamente debería ser algo grande. Aquí es apenas una cicatriz, y habríamos de pensar que la señala porque se la está mostrando a Santo Tomás, el apóstol que no terminaba de creer que fuera él resucitado hasta que Cristo le enseña sus llagas y le invita a tocar la del costado. A lo que Cristo le hace ver lo afortunado que es por creer por poder ver y tocar, porque el resto habrá de creer sin que esto ocurra, sólo con fe. Santo Tomás, una y no más.

Es un Cristo joven cuyo refuerzo de ser un Cristo de vida lo trae ese rojo de la pasión del fondo, que aquí nos manda casi un mensaje de vida y alegría. Un Cristo joven que nos ha de recordar que murió con 33 años. Si bien en el siglo I la treintena de años no era una edad precisamente joven, pues el promedio estaba en la cuarentena, a pesar de que hemos encontrado restos y sabemos por escritos de casos de hombres de clase alta que llegaban a la sesentena y algunos más (hoy día también los de más dinero y trabajos menos físicos viven más que los de menos dinero y trabajos muy físicos). Hoy día 33 años es una persona joven, bastante joven, adulta, pero joven, por lo que el cartel se pone al día en el siglo XXI y prácticamente es un llamamiento a la juventud y a los deseos de vida de esta, en lugar de acercarnos a esa idea de muerte y sufrimiento. Además, es también una obra muy del siglo XXI porque la Semana Santa no sólo es ya un fenómeno de vivencia religiosa, llena de tradición. Desde algún momento de la segunda mitad del siglo XX la Semana Santa de los países mediterráneos esto ha ido mutando a un fenómeno no sólo religioso, sino también vacacional, y desde el último cuarto del siglo XX ese fenómeno vacacional empezó a transformarse también en una fiesta gastronómica, y luego también a un festejo donde la tradición pasó a ser un fenómeno de acto festivo como quien va a una cabalgata de fiestas populares, un momento donde ejercitar la fotografía más o menos artística o costumbrista y así, poco a poco, hasta llegar a este momento donde a todo eso se suma una aceptación de que estas fiestas son precisamente eso: una fiesta donde lo religioso en muchos casos o queda diluido o sirve de excusa, siendo relativo el número real de personas que lo viven con devoción, y de entre los que lo viven con devoción es una devoción diferente, donde no es tanto no comer carne, ir a todas las procesiones, rezar, ofrendar, etcétera, sino participar de algo de esto, incluido ver una película religiosa en televisión, pero a la vez montarse una fiesta, cada uno cómo ve mejor: una comida con la familia, irse a hacer turismo a una localidad con procesiones a las que hacer fotos, no participar pero ir de bares, participar e ir de bares también, ser de una cofradía y, paradójicamente, tras cargar con el Cristo, irte a emborrachar con el resto de cofrades cuando acabas... Todo cabe en el siglo XXI. Y en cierto modo esto queda recogido en este Cristo que yo creo que es un Cristo de vida, y muy respetuoso, bastante más si lo comparamos con algunas de las actitudes festivas comentadas. Pensemos además que este Cristo no se nos aparece alegre y de fiesta, nada más lejos, pero verle sí nos invita a tener un optimismo.

Y no está mal que sea un Cristo de vida, porque a fin de cuentas eso es la anunciación de la resurrección, un anuncio de vida. 

Por otro lado hay que entender el Arte de la cartelería, no es como el de los cuadros. El cartel puede tener su potencial artístico y su intención artística, que hay aquí se refuerza con el lenguaje fotográfico, pero debe cumplir además con una función anunciadora de algo, en este caso el comienzo de la Semana Santa en Sevilla. Y esta Semana Santa sevillana no sólo es un evento netamente religioso, a nadie se le escapa las fiestas de todo tipo y las celebraciones que rozan y caen en lo pagano creyendo los participantes a menudo que sus actitudes son sólo de gran pasión devoto. Es un cartel que está ahí, y sinceramente, a mí me da la sensación de que es un cartel muy respetuoso y que toda irreverencia está en el ojo que mira, aún pudiendo haber un poco de intención provocadora que, tampoco nos engañemos, lo ha tenido y lo tiene todo artista que merezca la pena en todas las épocas. Para empezar, una de las cuestiones más provocadoras creo que es la de ser un Cristo de vida y no uno de sufrimiento y muerte. Es un Cristo alejado del Barroco, ni siquiera es aleccionador como el Renacentista, tiene algo de estético del Neoclásico, no quiere ser historicista como el Romántico, y desde luego no es experimental como en el siglo XX, pensemos en aquel Cristo en la cruz que asciende a los cielos crucificado en un cuadro de Salvador Dalí... un Cristo que asciende muerto y crucificado, si eso no es provocador que me lo expliquen, y es un buen cuadro. Es un Cristo, el de Salustiano García, muy propio del Arte del siglo XXI, que tiende a lo mediático y a la juventud... así es casi todo el siglo XXI, un canto a la juventud y su modo de vida. Un canto a la vida.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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