Nos vamos a encontrar a Corto Maltés asistiendo en la primera página a un acto dentro de un teatro donde la gente parece muy exaltada y acorde con un orador que no es otro que Adolf Hitler. El futuro führer alemán que llevará a Europa a la Segunda Guerra Mundial y al genocidio en 1939 había sido un bajo oficial del ejército alemán y héroe de guerra en la Primera Guerra Mundial. Nunca aceptó la derrota como algo evidente, sino como culpa del socialismo comunista. Por ello mismo sus ideas se fueron radicalizando en la extrema derecha anticomunista, antisemita y ultranacionalista que representaba el Partido Nacional Socialista Alemán (el partido nazi), el cual pasó a liderar en 1921. En 1923 intentaron un golpe de Estado contra la República Alemana instaurada en Weimar y la cual había represaliado con dureza a los miembros del Partido Comunista Alemán y la Liga Espartaquista de gente como Rosa Luxemburgo, aunque en nombre de la democacia permitieron a los partidos de izquierdas, cosa que no gustaba a los nazis. Hitler fue condenado a cinco años de cárcel, pero a los ocho meses fue amnistiado y salió a la calle en 1924, momento desde el cual supo crear cada vez más adeptos al partido nazi y crear una conciencia social mayoritaria en Alemania de acuerdo con los ideales de su partido, los cuales plasmó en un libro que escribió durante su estancia en la cárcel, Mi lucha, que se transformó en uno de los libros más leídos. A partir de ese momento la República Alemana va a sufrir numerosos episodios de disturbios, altercados, asesinatos políticos, violencia en las calles... normalmente protagonizados por seguidores nazis. La convivencia se irá enrareciendo hasta el punto de que Hitler ganará las elecciones de 1933 y como presidente liquidará la República para fundar un nuevo imperio alemán que en 1939 desembocará en la Segunda Guerra Mundial. Es justo en el momento en el que Hitler es liberado y habla en público, en el comienzo del agrandamiento del partido nazi en 1924, que comienza el relato. Como se ha dicho, Corto está en ese teatro donde Hitler habla desde el escenario al público.
A Corto Maltés le acompaña un amigo que le hace de guía sobre los cambios de los últimos tiempos en la sociedad alemana desde el final de la guerra, se trata de un personaje real, Joseph Roth, un periodista judío austriaco que creyó tanto en la extrema derecha como en los comunistas, para terminar no creyendo en nada, solo en las personas. La evidente evolución política de Alemania y su condición judía harán de este personaje un periodista interesante, pero de vida trágica. Se hizo alcohólico, fue ello lo que le mató. A lo largo de esta historia también aparecerán Gustav Meyrink, el escritor judío que escribió la novela de El Golem que en aquellas épocas fue llevada a cine mudo, el presidente alemán Friedrich Ebert, el boxeador Max Schmeling y la actriz aún no famosa Marlene Dietrich que guiará a Corto durante una parte del relato. Junto a estos personajes reales también estarán viejos conocidos del protagonista como Levi Columbia y Steiner. Y es que precisamente la historia parte a raiz de que en un ambiente violentado por las ideas nazis, Corto encuentra el anuncio del asesinato de un desconocido en las calles de Berlín, Steiner, y esto hace que nuestro héroe acuda a la comisaría a identificar el cadáver. Lo que no sabe es que en la comisaría existe corrupción y tramas secretas con los grupos de ultraderecha, y que el asesinato de su amigo tiene que ver con esas tramas y con una ideología antisemita en auge. De este modo, una vez más, sin pretenderlo, Corto Maltés se ve envuelto en una de sus historias clásicas más descarnadas y duras, pues no obstante, en esta ocasión, también le lleva a actuar un pasional impulso de venganza que contrasta con su habitual carácter romántico más llevado por la aventura. Regresa el Corto Maltés más oscuro desde sus orígenes con Pratt en Balada del Mar Salado, tal vez en justa y merecida respuesta de Díaz Canales y Pellejero al Corto de Martin Quenehen y Bastien Vivès, que pretendía esto mismo pero trastocado de época. No obstante, es de anotar un guiño de un cómic a otro: una escena de sexo explícito (que no llega a verse), lo nunca visto en manos de Pratt, aunque sí intuido en los relatos.
Otro elemento de morbo supone que sepamos desde las épocas de Pratt que Corto Maltés desaparecerá durante la guerra civil española, cosa que se desliza en los guiones tanto de las aventuras de Corto, como de otros personajes de Pratt que se cruzan en su vida, como puedan ser los de los militares de la Segunda Guerra Mundial de Los Escorpiones del Desierto, como los de Ana de la Jungla que salen por allí. Pratt quiso dejar para el misterio su desaparición, pues nunca llegó a crear esa historia, aunque se rumoreó sobre si llegó a esbozar algo e incluso de si se produjo durante el intento de ayudar a unos anarquistas de la CNT a exiliarse cruzando el mar en dirección de España a la África Francesa. Solo son conjeturas, aunque sabemos que, pese a que a la altura de la primera mitad de los años 1940 los personajes que le conocieron y siguen su vida en la Segunda Guerra Mundial hablan de su desaparición, esta no se produjo por muerte, pues en la década de 1960, en una carta en la página inicial de Balada del Mar Salado, se dice que vive anciano en el jardín de una de las mujeres de su vida mirando el horizonte en mutismo. La cuestión del morbo en esta aventura yo la encuentro en un acercamiento tan directo de enfrentamiento entre nazis y Corto en 1924, cosa que también se vio ya contra los fascistas italianos en Fábula de Venecia, pero que aquí queda reflejado ya como un compromiso personal con la libertad de Corto frente a aquellos que quieren acabar con esa libertad.
Una historia, por otra parte, escrita en un 2022 en el que el ascenso de las ideas totalitarias está presente en nuestra vida, y una nueva guerra en suelo europeo pone de manifiesto que la amenaza de la guerra europea nunca desapareció del todo.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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