lunes, noviembre 27, 2023

NOTICIA 2274ª DESDE EL BAR: NAPOLEÓN

El sábado pasado fui a ver la nueva película sobre Napoleón, a fin de cuentas, desde que se inventó el cine a finales del siglo XIX el personaje ha aparecido en torno a ciento cincuenta y doscientas películas, dijeron el otro día en la televisión, y temas relacionados con él o sus guerras se multiplican por muchísimo más. Por cierto, en películas relacionadas destacaría varias, como Los duelistas (Ridley Scott, 1977), Master and Commander: Al otro lado del mundo (Peter Weir, 2003), o la ambientada en la Guerra de la Independencia Española, y protagonizada por Frank Sinatra, Orgullo y pasión (Stanley Kramer, 1957). Las películas donde se le nombra, aunque sean comedias de humor del siglo XX, son innumerables. Entre las películas que aparece él o que es el protagonista, la película insuperable, clásico del cine que hizo Historia además porque introdujo varias innovaciones que hoy día son algo común a la hora de rodar, es el experimental largometraje Napoleón de Abel Gance, película muda de 1927 que duraba ni más ni menos que unas cuatro horas y diez minutos. Es una referencia del cine y de su Historia. Gance rehízo la película en 1935 para hacerla sonora y en 1981 fue restaurada para introducirle una nueva banda sonora. Gance volvería a Napoleón varias veces en su producción cinematográfica, destacando ya en su ancianidad Austerlitz (1960). Otra película destacable y muy conocida de Napoleón, aunque fue un fiasco en la taquilla porque no logró recuperar el dinero de la superproducción épica que se hizo ni satisfizo al público como se esperaba, fue Waterloo (1970) de Sergei Bondarchuk, la cual, como la tengo en casa en DVD, me dediqué a verla la noche anterior a ir a ver la nueva película, así que pude comparar... De hecho, se hace evidente que la nueva película coge cosas de manera muy clara de las películas de Abel Gance y de esta otra de Bondarchuk, sólo que quiere ponerlas en un lenguaje de cine del siglo XXI donde prima más el espectáculo de la acción y la violencia.

La nueva película es Napoleón, de Ridley Scott, aunque una vez vista creo que hubiera sido mejor llamarla Napoleón y Josefina, Josefina y Napoleón o Napo, picha brava. La historia se supone que desea contar la biografía de Napoleón desde la Revolución Francesa hasta su muerte en la isla de Santa Elena, que por cierto, me sorprendió mucho y me hizo gracia la gran cantidad de personas un poco más jóvenes que yo que tras decirles anoche que venía de ver la película me pedían, sin estar de broma, que no les contara el final. Gracioso a la par que preocupante. En realidad la historia se centra muchísimo en la historia de amor y desamor de Napoleón y Josefina, por ello quizá hubiera sido mejor plantearla de ese modo y no como de Napoleón y las guerras napoleónicas, que es lo que se ha hecho en la promoción. Una promoción donde un historiador le señaló que la película tenía fallos de Historia y Scott le contestó que se comprara una vida, mientras que en otra entrevista declaraba que a la gente le aburre la Historia y no va a cine a ver Historia, por lo que le da igual si su película cumple o no con la Historia. No hace falte que lo jure. Desde el minuto cero comete errores y no hay minuto sin error de todos sus ciento cincuenta y ocho minutos. 

La cosa es que si alguien rueda una película sobre Napoleón, su público potencial es gente que trabaja con la Historia o que le gusta la Historia, más gente que espera ver cine bélico, no sólo tendrá ese público, pero potencialmente es el que más probablemente irá. La película, errores al margen, no es una película exactamente de Historia, aunque es su eje vertebrador. La vida de Napoleón y la Historia de Francia y Europa es sólo la excusa para presentar una historia de amor y también de lo que sería violencia de género. Una pareja en cierto punto de relaciones tóxicas, tal como se entienden estas hoy día, pero de amor en el fondo. Tampoco es una película bélica. Aparecen un par de batallas, no muchas más, de manera breve y con planos espectaculares. Lo hacen además con la puntualidad de un cronómetro, en el momento justo para que el espectador que iba con esas expectativas no se pregunte por qué está en la sala viendo un romance. Según avanzaba el metraje yo mismo pensé que seguro que cuando quedase una hora empezaría la acción... y efectivamente, a la hora empieza la batalla de Austerlitz, que no dura mucho y que está rodada a modo de confusión, metiendo la cámara en medio de los combatientes y luego con planos aéreos para los bombardeos. Pero dura poco y de vuelta al conflicto amoroso y sexual de Napoleón y Josefina. Pensé que volvería la acción en la última media hora... y así fue, empezó la batalla de Waterloo... que por otro lado copia mucho de la película de 1970 pero con un lenguaje de acción más de ahora. Sin embargo, si uno ve la película de 1970 y la actual de 2023 encontrará que las razones de Napoleón en una y otra no son sólo diferentes, es que son contrarias. ¿Quién lleva razón? La de 1970. 

A ver, para explicarlo bien, no es que tenga pequeños fallos de Historia o alguna anacronía, es que todo el planteamiento que hace de la Historia Ridley Scott está totalmente equivocado. Si fuera un examen de Historia hubiera suspendido de manera clamorosa. Ya te pone sobre aviso el empiece de la película con un cartel que nos ubica en el inicio de la revolución francesa en 1789, cosa que es así, pero te muestra este con el guillotinamiento de la reina María Antonieta... que se produjo en realidad en 1793 precisamente por la evolución que va tomando la revolución, cosa que a los revolucionarios más cercanos a las clases altas burguesas les horroriza, como Napoleón, que venía de una familia de la baja nobleza local y su padre era abogado. Presentarle luego biográficamente como un inculto, obseso, sin pensamientos políticos, ambicioso, maltratador, que no le hace ascos a toda violencia y cita a Maquiavelo, que parece que se le quiere presentar con una tara sexual, etcétera... es otro error. Napoleón era una persona muy leída, de hecho él tenía por modelo político y militar a Julio César, al que llegó a comentar. Es uno de los grandes estrategas militares, pero también es una persona con un pensamiento político muy desarrollado. No era un tonto. España en la película no existe, ni los españoles, ni nada que haya ocurrido en España... a pesar de que fue aquí donde se le derrotó por primera vez y donde Reino Unido empezó el contraataque, mientras Francia declaraba la guerra a Rusia. Aparece uno de los hermanos de Napoleón (tenía cuatro hermanos y tres hermanas). No aparecen más, estuve muy atento toda la película por escuchar el nombre.. pero no se dice. No hay un sólo momento de la película que se diga el nombre del hermano que aparece. No sé si era José, Luis, Luciano o Jerónimo. A Scott le da igual, con que sirva para presentar a los dos hermanos como unos burros que ahora viven en palacios, le vale. De hecho, según Scott, todas las guerras napoleónicas en realidad son un problema personal con el zar de Rusia, Alejandro I. La película es una peleílla entre Napoleón y Alejandro. La realidad europea era más compleja que eso. Los cambios democráticos de la revolución francesa había alterado todo el orden del antiguo régimen, y eso es lo que realmente puso en guerra a toda Europa desde el mismo momento que Robespierre mandó guillotinar en 1793 al rey Luis XVI. Uno de los principales combatientes contra Napoleón será Reino Unido, pero Scott dice que es Rusia... A Reino Unido se le menciona como que está de fondo, pero no le da importancia hasta la batalla de Waterloo. Aparece Austriahungría, pero también la minusvalora. De hecho según Scott, todo este tinglado de guerras napoleónicas eran resultado de los celos amoroso de Napoléon por Josefina. Incluso abandona Egipto por ella, según Scott. Por otro lado, es conocido que el Papado condenó a los revolucionarios franceses y consideraba a Napoleón como el demonio. No es baladí que el Papa en su coronación como emperador no le coronó porque se coronó a sí mismo, pero esto, aunque se ve en la película, no se explica en sus porqués. Pero aquí le presentan como una persona acorde a la Iglesia. En fin, si conoces la Historia, aunque sea de las clases de cuando íbamos al colegio, no hace falta que seas historiador, te darás cuenta que la película no es que tenga algún fallo o alguna cosita, es que toda ella está desacertada. Lo gracioso es que el remate es que al final hay otro cartel donde tratan de poner todo los muertos habidos en las batalla de Napoleón... y las reduce a cuatro o cinco.

Entiendo que Scott viniera con Joaquin Phoenix a promocionar el estreno en España, a fin de cuentas somos el país del mundo que más cine estadounidense consume después de Estados Unidos, dicen. Lo que me parece de cara a España es que se podía haber ahorrado hacerlo en el Museo del Prado junto a los cuadros de Goya de la Guerra de Independencia, mientras Phoenix declaraba que los españoles hicimos un buen trabajo. Se lo podía haber ahorrado porque Scott sabía perfectamente que España no existe en su película y que todo lo que los españoles hicimos es como si no hubiera pasado tampoco.

Como escribió Kahlo, de Dadanoias, en sus redes sociales, a la película le falta contexto histórico para que puedan entender las personas que menos fresco tengan el conocimiento de aquel tiempo, o que o lo conozcan, puedan entenderlo. No es ni medio normal que se presente a Napoleón como una persona que pretende una Europa en paz y todos parece que el quieren declarar la guerra porque sí, porque les apetece o porque le consideran un matón (esto se dice en la película literalmente en la escena en la que le sugieren hacerse rey). A Kahlo la película la dejó sin que le fuera algo que la hubiera motivado, dijo, y no debió ser la única, en la sesión a la que yo fui dos personas abandonaron la sala antes de llegar a media proyección, mientras que al acabar un grupo de jóvenes que tenía detrás y debían haber estudiado todo esto recientemente comentaban la jugada de que no aparecía nada de lo que les habían explicado en clase de Historia. A mí me dejó indiferente. 

Lo mejor de la película, coincido con Kahlo, es el vestuario. El vestuario, la ambientación, la caracterización de varios personajes y algunas escenas. Quizá necesite verla de nuevo con un pensamiento diferente, que no espere ni ver un buen biopic ni nada de las guerras napoleónicas, si no un conflicto humano en las relaciones de pareja de una persona con complejos y tormento que lo puede conquistar todo menos el amor de ella. Porque quizá va de eso la película, de que toda la grandeza del mundo no vale nada si por dentro eres incapaz de conseguir estar a bien. 

Tiene su punto los guiños a otras películas, como las ya citadas sobre el propio Napoleón, pero también a alguna cosa de Stanley Kubrik en ese palacio donde la élite celebra sexo, y de otras historias memorables de parejas míticas, como aquella de un Robin Hood ya viejo al reencuentro con Marion cuando se ve obligado a guerrear por estar con ella.

En fin, lo dicho, quizá hay que volver a ver la película desde un punto de vista diferente al de la primera visión ahora que se conoce el contenido, para poder entenderla o valorarla de otra forma mejor. Dicho esto, si has leído esto y quieres verla, piensa en ello, úsalo de herramienta para tener un buen rato en el cine. Saludos y que la cerveza os acompañe.

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