miércoles, junio 08, 2022

NOTICIA 2144ª DESDE EL BAR: TRASTEANDO

En uno de mis trabajos como archivero en el pasado, no relativamente lejano y que pertenecía a un mismo proyecto donde ya he estado en dos ocasiones y como técnico de archivo jefe de equipo, me topé con el expediente académico como estudiante del San Isidro de Madrid con un apellido que me fue imposible pasar por alto.

El San Isidro de Madrid es hoy día un instituto segunda enseñanza de carácter público que tiene por particularidad que es uno de los centros de enseñanza en activo más antiguos de España, con permiso del Brianda de Mendoza de Guadalajara, que tan bien conozco por estar en su tejado el estudio de Radio Arrebato, del que fui locutor varios años seguidos. Ambos datan su origen en el siglo XIX, si bien el San Isidro de Madrid probablemente es incluso más antiguo. En el caso del madrileño han salido de sus aulas muchas personas posteriormente famosas o conocidas, y mucha persona pionera en varios campos, por más que incluso por tiempo breve Antonio Machado dio alguna clase en sus aulas, pues este centro acogía enseñanzas de Primaria, Secundaria, Bachillerato, exámenes de acceso a la Universidad Central (la de Madrid o Complutense), etcétera de otro tipo de estudios y formaciones. Yo hice el traslado de una parte considerable de su documentación al Archivo Regional de Madrid y tanto en esa ocasión como en otra posterior, trabajé archivándola y describiéndola para dejarla con uso útil para el ciudadano, ya que prácticamente es al completo documentación histórica.

No negaré que mucho nombre conocido pasó por mis manos y yo mismo he creado herramientas para que sean fácilmente localizados sin necesidad de mirar ficha por ficha de todo el conjunto de fichas de alumnado, si es que un investigador desea bucear en la biografía de alguien célebre concreto que estudiase allí. Hubo bastantes que me llamaron la atención, pero hoy quiero hablar de ese nombre que no pude pasar por alto.

Se trataba de un alumno que había sido mandado a estudiar a Madrid desde el pueblo de Herencia, en Ciudad Real, en la actual Castilla-La Mancha. Ya de entrada el origen me hizo pararme a mirar la ficha en papel, pues Herencia es el pueblo de origen de mi familia paterna, a pesar de que la materna, con origen andaluz, se asentó por Alcalá de Henares desde la década de 1930 y posteriormente en Madrid hasta el regreso a Alcalá en 1975, aunque hubo núcleos no directos que se quedaron por acá todo aquel tiempo. La cuestión es que el nombre correspondía a José García-Escribano Fernández-Cañada. Ese segundo apellido es el que no pude pasar por alto, pues el segundo apellido de mi abuelo paterno era precisamente ese.

Teniendo en cuenta que en aquellos años finales de la década de 1920 y la década de 1930 no había mucha población en Herencia, que aunque fuera un pueblo grande en su zona, seguía siendo pequeño, se me evidenciaba que algún tipo de familiaridad debía tener, aunque mi abuelo Rufino, a quien visitaba de vez en cuando a su residencia, ya no tenía la cabeza para contestarme nada sobre ese nombre. Siguiendo mi protocolo de trabajo en el archivo, todos los nombres eran comprobados por si aparte de archivar su expediente para dejarlo útil para consulta hubiera que resaltarlo como persona ilustre o destacada por algún hecho notable (para bien o para mal, que de todo hubo en esas aulas). En principio no esperaba encontrar nada, pero resultó que en una mera búsqueda sencilla en Internet, sin necesidad de demasiada complicación, hallé una página católica que le tenía registrado como ejecutado por la República durante la guerra civil por haber cursado estudios en un seminario para ordenarse sacerdote, motivo por el cual, parece ser, alguien le había propuesto en los últimos años para su beatificación.

Mi familia, en líneas generales, tanto la paterna como la materna, estuvieron con la República y la defendieron, pero es cierto que aquello me hizo recordar una historia que contaba mi abuela paterna acerca de que unos milicianos habían matado a un primo suyo porque quería ser cura, pero que, aunque él se había preparado, ya no quería serlo, y ella lo achacaba a envidias del pueblo y peleas antiguas, porque, como he dicho, prácticamente la familia al completo estaba con la República. Pero resulta que el apellido de aquel hombre no era ninguno de los de ella, ni era González, ni era Corrales. En recuerdo de aquellas historias, recuerdo el abuelo muchas veces la corregía y se metían en rabietas muy graciosas de viejo matrimonio de décadas juntos. No he investigado más sobre ese hombre cuya ficha académica tuve en mis manos y yo mismo archivé, pero pienso si aquel hombre no estaría emparentado de algún modo y grado con el abuelo y con la abuela, cosa que, dado que era un pueblo pequeño, en aquella época, como hoy día en los pueblos pequeños, no sería raro. Eso daría un cierto giro a la Historia familiar, pues, que yo sepa, nunca nadie ha contado nada sobre algún nexo en el grado de familiaridad que sea entre las familias de abuela y abuelo. En principio no consta, pero como digo, tampoco sería raro en un pueblo pequeño de aquellos años.

La cosa es que hoy, desde otro archivo y con otros asuntos, este hombre me ha vuelto a salir en el listado publicado en Internet por alguien que desconozco sobre gente ejecutada en los años de la guerra por partidarios de la República, y a veces condenados por la República, pueblo por pueblo de la provincia de Ciudad Real. El listado de Herencia es algo más amplio que otros lugares de aquellas tierras, aunque bien es cierto que a estos listados hay que completarlos con los de los ejecutados y represaliados por la posterior dictadura de Franco. Como sea, este hombre volvía a aparecer, evidentemente, y dado que tenía la lista miré si había gente con los apellidos de la abuela. Encontrar González fue fácil, es un apellido muy común, nada garantiza que alguno fuera su primo, aunque tal vez alguno lo fuera. Sí encontré dos hermanos Corrales, Gregorio y Salvador Corrales Fernández. Pensé que tal vez uno de ellos era la persona de la historia de la abuela, pero entonces, ¿por qué mencionar solo a uno y no a los dos? Por parte del abuelo no había ningún López-Serrano, y sí estaba el Fernández-Cañada ya citado.

Todo esto ha sido algo casual, por lo que no he hecho indagaciones profundas, pero me sirve como hipótesis cuadrando las historias de los abuelos, en las que, evidentemente, solo cuadra en cuanto a lo del ejecutado Fernández-Cañada que, de ser así, algo me descuadra, pues por apellido en principio no sería primo de mi abuela, al menos que haya alguna familiaridad en un grado no directo que desconozco.

La cosa es que ya puestos, me puse a mirar PARES, el Portal de Archivos Españoles, consultable públicamente desde cualquier hogar, en busca de expedientes o fichas de mis abuelos en el Centro de Documentación de la Memoria Histórica, el de Salamanca. De las abuelas, materna y paterna, evidentemente, como suponía, no encontré nada. Del abuelo paterno tampoco. Lo cierto es que él, aunque tuvo sus ideas, fue reclutado por ley en 1938 en lo que se llamó quinta del chupete, por ser recién cumplida la mayoría de edad. Aunque estuvo en la Quinta División de la República, tan politizada por Enrique Líster y por “el Campesino”, a quien el abuelo admiró, y pese a que en la retirada del Ebro, dirigiéndose al Levante para cortar el avance de Franco sin éxito fue hecho prisionero y llevado a un campo de concentración en Aranda del Duero, y pese a que a punto estuvo de ser fusilado en una saca de presos, cosa que evitó según él porque le bajaron del camión para quitarle una chaqueta nueva que le habían traído, fue juzgado en bloque junto a otros tantos soldados de leva, cosa que no era rara en la época, y se consideró que quedaban exentos de responsabilidad porque habían sido reclutados forzosamente y no eran voluntarios, aunque el abuelo contaba la anécdota de uno que allí se regodeó de los que había matado, cosa que le hizo ser fusilado. En fin, el abuelo paterno, tras acabar la guerra, fue enviado al Rif español para hacer el servicio militar de nuevo, pues se consideró nulo su servicio durante la guerra con la República. Fue desmilitarizado tras acabar la Segunda Guerra Mundial, pero eso es otra historia. La cosa es que es evidente que en el archivo de Salamanca no hay expediente ni ficha de él, aunque tal vez en ese archivo o en otro de los archivos militares generales pueda que figure dentro de un bloque de nombres de soldados de leva en aquel juicio sumarísimo que se les hizo, y eso hace que sea muy difícil localizarle individualmente. Tal vez algún archivo conserve algo de los presos en los campos de concentración, lo que le haría figurar también, pero tengo la sospecha que esa documentación fue convenientemente destruida en su día, o tal vez sea clasificada y salga a la luz el día que cambie la ley de secretos oficiales. Ya se verá, tal vez.

Sin embargo sí encontré en el archivo de Salamanca algo del abuelo materno. Lo cierto es que años atrás yo ya había localizado la copia de una condena contra él tras la guerra civil, en los primeros días de la dictadura, que le condenaba a arresto domiciliario en su casa de Madrid capital de aquel momento por haber tomado parte activa por la República. O en otras palabras, por haberse demostrado que voluntariamente defendió la República. Por un lado sabemos que tuvo un pasado miliciano, que simpatizaba con los anarcosindicalistas, no sabemos si militó, y posteriormente pasó al ejército regular. Sabemos que participó de la Batalla de Guadalajara y de la defensa de Alcalá, que en algún momento estuvo en Catarrojas, en Valencia, para casarse por lo civil con la abuela, y que en algún momento regresó a Madrid para su defensa y que tras la guerra se volvió a casar con la abuela, ahora por lo religioso, porque se quemó el archivo de Catarrojas, por dar una imagen más suave de cara al nuevo régimen y porque, se dijo en la familia, destruyó buena parte de sus documentos para evitar acusaciones, aunque tras su muerte en 1985 fueron apareciendo papeles ocultos suyos en los colchones y lugares recónditos de la casa durante años. Que yo descubriera por otro lado que tuvo arresto domiciliario en los primeros tiempos implica que de vez en cuando recibirían visitas y registros de la policía político social en la casa sin previo aviso y de aquella manera, al menos en estos primeros momentos, sin que tíos ni madre guardasen memoria ya por excesivamente pequeños, ya porque aún no habían nacido.

Ahora he podido encontrar dos fichas suyas en los fondos de la Delegación Nacional de los Servicios de Documentación, que es la evolución en 1958 de las brigadas de lo político social para la represión del comunismo y la masonería. En estos fondos encontramos documentación que se incautó a todo tipo de asociaciones de izquierdas con la idea de reunir documentación para la represión y el control de toda la gente de izquierdas. Reunieron dos millones y pico de documentos, casi tres millones. Los conservaron para poder controlar a todos aquellos y en bastantes casos para su represión. Eliminaron solo la documentación referente a personas que no habían sido activas en su pertenencia a esas organizaciones. Así que encontrar hasta dos fichas del abuelo allí, más las de sus hermanos Manuel y José, me parece un posible avance más en arrojar alguna pista, pues creo que puede que allí se recoja qué acusación o acusaciones concretas se le hicieron para decretarle arresto domiciliario. Él se hizo albañil y siguió su vida. Veo que el Portal de Archivos no permite la consulta directa de estas fichas, por lo que hay que solicitarlas por correo privado. Tal vez haga la consulta. Tal vez sepa algo más del pasado del abuelo materno.

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