(La Biblia, Apocalipsis, 8: 7-12, San Juan, alrededor del año 95 después de Cristo).
Hace ya varias semanas que el gobierno de Putin día sí y día también hacen declaraciones culpando de la guerra en Ucrania a los países aliados de la OTAN e incluso avisan de que era la OTAN la que quería invadir los territorios rusos, refiriéndose en realidad a los territorios de Ucrania que desde 2014 tienen abierta una guerra civil entre ucranianos prorrusos y ucranianos que desean seguir siendo ucranianos. El discurso del 9 de mayo fue bastante significativo al transformarse en una especie de justificación llena de argumentos que funcionan con la población rusa, pero que son medias verdades y, algunas cosas, directamente irreales, o quizá falsas percepciones. En toda guerra hay propaganda y en esto se mide también el ritmo de la guerra. La cuestión es que en la presente guerra de Ucrania hay demasiadas implicaciones internacionales que podrían llevarnos a la tercera guerra mundial. No nos engañemos, estamos en los momentos más críticos y graves para la Humanidad desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962.
En todas estas informaciones, aparte de la propaganda y las medias verdades de ambos bandos, recordemos que ha sido esta semana cuando Televisión Española ha informado por primera vez de los crímenes de guerra cometidos también por los ucranianos contra los rusos, a pesar de que El Salto lleva hablando de ellos desde el inicio del conflicto, ocurre que también hay un exceso de intereses empresariales de toda índole que en el caso de los informativos hace que muchos noticiarios abunden en el sensacionalismo y el alarmismo con la idea de tener más espectadores, oyentes o lectores y así poder vender sus noticias, o sea su publicidad, o sea hacer más dinero. En ese sentido recordemos que España lleva varios años seguidos cayendo en las listas de países con prensa fiable o de calidad, este año ha caído al puesto treinta y cinco y se ha dicho que se debe a que nuestros espacios informativos en general tienden a crear estados de opinión y no tanto a informar de manera fidedigna y fiable. Tenemos en el caso español el canal de televisión La Sexta, que prácticamente está haciendo una cobertura casi a todas las horas del día llena de debates y falsas últimas horas informativas que por cada cosa que aportan hay el doble o triple que no sirven más que para alimentar un monstruo. Tienen relativa utilidad, pero hay que saber verlos de manera muy crítica, porque también usan un lenguaje y un argumentario muy claramente partidario, impidiendo un juicio amplio de las cosas que van ocurriendo. En ese sentido Televisión Española sí está haciendo una cobertura un poco más sensata, y los textos de El País y El Salto son más fiables si se leen enteros, no solo los titulares, y si se lee tanto la información como el análisis. Aunque lo cierto es que creo que se deben completar con The Guardian y con The New York Times, que están publicando una serie de análisis y noticias que no llegan a España y que están más certeramente apuntados hacia el fondo de los acontecimientos.
Ocurre que en el caso de los informativos rusos hemos sabido a comienzos de esta semana que tienen diversas cadenas televisivas que están cubriendo con informativos a modo debates casi a tiempo completo, desde que un ruso se levanta hasta que se acuesta, muy parecido a La Sexta en España. Esos informativos están copados por periodistas y otras profesiones totalmente partidarios de Putin. Evitan que vuelva a aparecer una periodista como aquella que en marzo decidió denunciar que estaban contando propaganda política y manipulando a los rusos. En esos debate, se nos ha dicho en los informativos españoles, parece ser que día sí y día también en las últimas semanas hablan sobre si los países de la OTAN y la Unión Europea le están haciendo la guerra a Rusia a través de la economía y de la ayuda a Ucrania. Evidentemente hacen el análisis de Putin sobre si es Occidente el agresor, en lugar de Rusia en su expansión por Ucrania. En esos debates se suele hablar del lanzamiento de bombas nucleares y, por lo que nos han contado, no hay invitados que defiendan que no se lancen, que defiendan que se evite una guerra nuclear a toda costa, ni que defiendan la paz. Las diferencias en el debate es sobre si han de soltar una grande sobre Reino Unido, una sobre Alemania o varias enviadas a cada país de la Unión Europea. La jefa de informativos llegó a afirmar que si Rusia era derrotada había que lanzarlas porque ya no tendría sentido nada. Puro delirio como el de Hitler dando órdenes de destruir París ante la derrota, orden que fue desobedecida. Delirio que, por otra parte, era la lógica de lo que se llamó en los años 1950 destrucción total garantizada, ya que tanto Estados Unidos como por entonces la URSS llegaron a la conclusión prepotente de que si uno de los dos era derrotado ya no merecía la pena el mundo. Por ello nació la OTAN y por ello nació el Pacto de Varsovia, habiendo desaparecido el segundo, el primero no lo hizo ni se reformó y readaptó tras 2001 atrayendo a Rusia, más aún, intentando colocar escudos antimisiles en Polonia que irritaban a los rusos por estar apuntando a sus ciudades, en el fondo es sobre lo que va todo este conflicto derivado del pasado siglo XX.
Desde 1947 Finlandia y Suecia han sido países neutrales, países No Alineados, que se llamó en la Guerra Fría, y mantuvieron ese estatus incluso más allá de la caída de la URSS en 1991. Aquellos pactos de 1947 creaba esos países tapón que siendo neutrales garantizaban tanto al bando de la OTAN como al del Pacto de Varsovia no cometer invasiones o no ubicar armas ni tropas en las mismas fronteras del otro. Estados Unidos fue el primero en intentar romper eso cuando por accidente se descubrió que estaba intentando instalar misiles nucleares en España, por lo que la URSS hizo lo propio en Cuba en 1962. Nunca se había estado más cerca de una guerra nuclear hasta ese momento. Sin explicar estos hechos más allá, Cuba y España, pasaron a ser países más o menos no alineados, aunque evidentemente simpatizantes de parte. Como sea, en el caso de Finlandia y Suecia, siempre les ha ido bien su neutralidad. Rusia lo ha respetado. Sea porque los conservadores se están volviendo cada vez más radicales o por lo que sea, Finlandia ante la actual invasión a Ucrania, y también Suecia, han decidido romper la neutralidad y meterse en la OTAN. Se nos explica esto como algo lógico, porque Rusia es vista como amenaza tras lo de Ucrania, pero lo cierto es que Rusia no parece que tuviera ninguna intención real de atacar estos países, por más que Putin lo que quiere es recuperar el antiguo espacio del Imperio Ruso, véase también la URSS, y sabe que esos países tienen que ver más con Europa Occidental que con Rusia, por más que Finlandia tiene una Historia ligada a Rusia y también allí hay eslavos, pueblo del que los rusos se consideran, como eslavos mismos que son, que ellos son sus defensores y custodios de sus esencias. Rusia se considera a sí misma la protectora de los pueblos eslavos. La amenaza a ellos a comienzos de la guerra de Ucrania se produjo justo después de que los gobiernos de estos países pusieran sobre la mesa romper su neutralidad. A Putin le podemos acusar de muchas cosas, pero igual que la OTAN o la Unión Europea no desean un acercamiento de las fronteras rusas a las suyas, los rusos no desean un acercamiento de la OTAN a las suyas, menos cuando son de mil quinientos a dos mil kilómetros de frontera en la península escandinava más el Mar Báltico. Pero también es cierto que en los últimos años los aviones rusos han trasgredido los espacios aéreos de estos países con una frecuencia inusitada, y esto provoca miedo a finlandeses y suecos.
Lo que ha funcionado desde 1947 parece ser que ya no quieren que funcione unos y otros, menos cuando el propio Estados Unidos ha declarado que desea que Rusia salga debilitada de esta guerra, y eso supone forzar que se prolongue guerra y conflicto, de paso supongo que le viene bien que la propia Unión Europea quede entretenida con políticas y gastos en defensa y así nuestra economía deje de comerse el espacio que la propia Estados Unidos va perdiendo cada vez más.
Que los televidentes rusos no paren de escuchar mensajes sobre lanzar bombas nucleares no es buena cosa, pero en todo caso, a nivel político, lo cierto es que la respuesta de Rusia a la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN no sea que invadan estos países, porque saben, y aquí está lo maquiavélico de todo esto, que invadir cualquiera de estos países no tendrá las mismas consecuencias internacionales que Ucrania. O en otras palabras, en 1936 nadie quiso entrar en guerra mundial por España cuando Alemania e Italia ayudaron a Franco, pero en 1939 sí entraron en guerra por Polonia, invadida doblemente por Alemania y por la URSS. La respuesta rusa a ver como de repente armas, misiles y tropas de la OTAN estén a sus mismas puertas y muy cerca de San Petersburgo y de Moscú, será desplazar sus tropas, misiles y armas a esa misma frontera, en su lado respectivo. No es gran cosa, porque la verdad es que dados los misiles modernos, da un tanto igual que los tengan cien kilómetros adentro, que diez kilómetros cerca. La problemática no es dónde ubiquen los misiles, menos teniendo misiles supersónicos, sino la rapidez con la que se podría producir una invasión militar convencional, o sea: desplazar vehículos, militares y efectivos, sin embargo, esa situación ya se vivió en Europa de 1945 a 1989 en la Alemania dividida, especialmente en Berlín. No tendría que ser especialmente diferente, si bien un retroceso como este en la paz y la convivencia transforma y hace inquietante al futuro en un abanico de posibilidades muy peligrosas. Volveremos al miedo a la guerra nuclear que reinó durante la segunda mitad del siglo XX, y no ayuda actualmente la guerra en Ucrania, ni la guerra económica que apunta a gravísimos problemas de todo tipo desde el próximo invierno, ni la escalada desenfrenada de mensajes belicistas en los medios de comunicación de todas las partes implicadas de un modo u otro.
En los tiempos de la Guerra Fría en el siglo XX se sabía que cuando las cosas se tensaban más de la cuenta, a pesar de las escaladas dialécticas acompañadas de tal o cual acto político o militar, había que destensar. Solo así afortunadamente no hubo una catástrofe. Y sí, no os engañéis, cuando se destensaba se producían profundas injusticias en alguna parte del mundo. De hecho en la década de 1970 se acuñó el término de distensión política y coexistencia pacífica, eso no evitó que ocurrieran conflictos en Oriente Próximo, en Centroamérica, siguiera la guerra en Vietnam y se extendiera a Camboya y Laos, para, como colofón, la URSS interviniera en Afganistán en 1979 y también en ese año diera comienzo tanto el derrocamiento del Sha de Persia como la consecuente guerra Irak-Irán que serán guerras que presidirán la década de 1980. Todo esto mientras en la llamada coexistencia pacífica y la distensión se creaban acuerdos comerciales, tratados y otras cuestiones. El problema actual está en que desde que comenzó el conflicto en Ucrania cada vez vamos aportando más a la tensión, a la escalada del conflicto, y no está aportando nada ninguna de las dos partes para la distensión y para la coexistencia pacífica. No es buena idea la ruptura de la neutralidad de Suecia y Finlandia, como no es buena idea el corte del gas de Rusia a Europa y el corte de tratos comerciales y económicos.
Rusia se queja de la ruptura de acuerdos no escritos tras 1991 sobre que la OTAN no se expandiría por los antiguos países del Pacto de Varsovia, cosa que Estados Unidos se ha ido saltando especialmente con George W. Bush y con Trump. También se queja ahora de que Finlandia y Suecia no respeten su estado de neutralidad firmado en 1947. Olvida Putin que fue Rusia la que se saltó sus pactos con los países de la antigua URSS, como Georgia o Ucrania, que desde la desaparición de la propia URSS en 1991 garantizaba que la Federación Rusa no invadiría las antiguas repúblicas soviéticas que habiendo tenido un arsenal de misiles nucleares de tiempos de la URSS los entregasen a Rusia o los desmantelasen. Se comprometieron a ello y se deshicieron de aquellas armas, pero Rusia invadió Ucrania en base de eliminar un supuesto gobierno nazi y proteger a los rusos y prorrusos que viven allí. Asíque hay más desconfianzas que confianzas para comenzar un entendimiento que, hoy por hoy, parece imposible, aunque deseable.
Macron, presidente de Francia, ha resucitado esta semana la idea de Miterrand de finales de la década de 1980 en la que hablaba de crear una Confederación de Estados Europeos con la idea de superar la idea de la Comunidad Económica Europea, posterior Unión Europea, y que trascendiera las diferencias políticas de la época entre Occidente y Europa Oriental, para crear realmente un espacio político y económico de toda Europa. Tras la caída de la URSS en 1991 la idea seguía en el aire, y se planteaba integrar a Rusia porque también es parte de Europa, de sus cultura y de su Historia, pero fueron los antiguos países del Pacto de Varsovia los que se negaron a que Rusia pudiera entrar en ningún organismo europeo, mientras ellos a la vez ingresaban en la Unión Europea y tonteaban con entrar en la OTAN o bien, en el caso de Polonia, ofrecer su suelo a Estados Unidos para escudos antimisiles que apuntaban a Rusia. Reconozcámoslos, tampoco nosotros hemos hecho las cosas bien para la tranquilidad de ellos, la misma que nosotros les pedimos para nosotros. La idea de Miterrand era buena idea, el rescate de Macron en 2022 creo que no cuenta con Rusia, al menos en la actualidad, tal vez en el futuro, pero parece tan agua mojada como la anterior vez. Aunque totalmente fracasado hasta el momento, hay que reconocer que Francia a través de Macron está haciendo una gran cantidad de iniciativas en busca de esa distensión tan necesitada.
El texto de San Juan escrito alrededor del año 95 y conocido como libro del Apocalipsis dentro del Nuevo Testamento, en La Biblia, contiene partes que si bien su motivación es evidentemente otra y su lenguaje oscila entre lo metafórico y lo poético, describe más o menos lo que supondría una guerra nuclear. Y hasta Magneto, el malo adversario de la Patrulla X está en contra de eso.
Sea como sea, prevalezca y venga la paz, aunque de momento lo que parece que va a venir es un invierno impredecible y muy duro que nos dejará en herencia un 2023 que ya veremos en qué desemboca o en qué se encarrila. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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