Luis
Abad y un servidor llegamos al quinto capítulo con ilustración de Chicha "Excelentísimo Chechu", El circo de Chicha. Mientras Ramón Sánchez y Zia Mei trabajan en sus ilustraciones de los siguientes capítulos, hoy estamos en casa del asesino. Que la cerveza os acompañe.
UN MAL BUEN INICIO
Capítulo V
-Bien,
repasémoslo una vez más –Helena se frotaba el tobillo entumecido de los días
encadenada y respiraba nerviosamente cada vez que oía que se cruzaban con otro
coche.
¿Cuán fuerte tendría que gritar para que la oyeran? Pero él la iba a soltar. O eso le había jurado. ¿Por qué le iba a hacer memorizar un mensaje si estaba muerta para darlo? Ni siquiera la había tocado. Durante los primeros días esperaba que alguien sudoroso entrara en la caseta y abusara de ella o algo peor. Su mente había divagado por ideas realmente terríficas. Pero él siempre había sido educado, respetuoso, o al menos todo lo respetuoso que se puede esperar de un secuestrador.
¿Cuán fuerte tendría que gritar para que la oyeran? Pero él la iba a soltar. O eso le había jurado. ¿Por qué le iba a hacer memorizar un mensaje si estaba muerta para darlo? Ni siquiera la había tocado. Durante los primeros días esperaba que alguien sudoroso entrara en la caseta y abusara de ella o algo peor. Su mente había divagado por ideas realmente terríficas. Pero él siempre había sido educado, respetuoso, o al menos todo lo respetuoso que se puede esperar de un secuestrador.
-Una
última vez, cariño.
-Vale,
me dejarás en el parking del pabellón Caja Madrid. Entonces tengo que ir a la
policía y entregarme. Tengo que solicitar hablar con quién esté al cargo de la
investigación. Y entonces contarle lo de Jennifer y lo de Olga. Después cuando
me llame la prensa tengo que explicárselo todo llevando el escapulario
trinitario de manera bien visible.
-Perfecto
–Giró suavemente a la derecha y paró el coche-. Pues ya hemos llegado.
Recuérdalo bien, sobre todo la cruz, ¿De acuerdo? Antes de que bajes quiero
volver a pedirte perdón. Te has visto involucrada en todo esto sin tener nada
que ver. Solo espero que pronto puedas olvidarlo todo y seguir adelante.
-¿Sabes?
Hay una cosa que no entiendo –Según habló se arrepintió, “por qué no sales por
patas antes de que cambie de opinión” se gritó a si misma en silencio-. Déjalo,
da igual…
-No,
pregunta lo que quieras. De verdad.
-Te
he visto la cara…
-¿Y?
-Que
me pedirán que te describa.
-Oh,
no te preocupes. Les puedes decir como soy. No hay problema. Bueno si quieres ser
algo vaga te lo agradecería, pero no creo que tenga derecho a pedirte nada en
realidad.
-¿Puedo
quitarme el pasamontañas ya?
-Baja
del coche, cierra la puerta y cuenta un minuto. Después puedes quitarte el
pasamontañas.
Bajó
del coche a tientas, cerró la puerta y comenzó a contar. Sin poder controlarse
comenzó a llorar. Perdió la cuenta y
estuvo un buen rato temblando, cuando le pareció que había pasado suficiente tiempo
se quitó lentamente la capucha. La luz la cegó por un instante, cuando puedo
enfocar vio que estaba en el pabellón Caja Madrid. Cayó de rodillas y siguió
llorando un rato. Se levantó, se limpió los ojos con las manos y se colocó el
pelo en un acto reflejo. Según entraba por la comisaría agarraba con fuerza la
figurita de barro con dos puntos negros y el escapulario con la cruz patada. De
repente se sentía totalmente agotada y el stress y la tensión acumulada
rompieron el dique. Se desvaneció antes de llegar al mostrador.
… ... ...
La
lluvia repicaba en el techo de uralita. Por las diversas goteras se filtraba el
agua y la luz de los relámpagos intermitentes. Los canalones desbordados tenían
fugas diversas. El olor a tierra mojada inundaba todo de frescura. Cerró el
libro y lo dejo sobre la mesa del patio, se estiró y apagó la radio. Entró en
la casa y rebusco en un armario. El joven muchacho de cinco años que estaba en
el sofá le miró pasar.
-No
quiero. Me quiero ir.
-No
te puedo dejar ir- Dijo con tono cansado, mientras cogía unas tijeras.
-Gritaré.
-Grita
todo lo que quieras
-Te
odio.
-El
odio no es un mal sentimiento Juan, es una de las mejores motivaciones. Solo
hay que saber administrarlo. Y ahora acabemos con esto –le cogió en volandas y
se lo llevó mientras pataleaba y le mordía–. ¡Basta o me enfadaré!
Cuando
terminó con el muchacho parecía tan poca cosa. Ya no se quejaba. Entró en la
cocina y preparó un bocadillo de atún con el pan que le había sobrado de la
comida. Volvió al patio y se lo tendió al muchacho.
-¿Sabes?
Neymar lleva el pelo cortado así. Cómetelo todo o tu madre nos echará la bronca
otra vez.
-¡¡¡Pero
es que yo soy del Madrid!!!
-Nadie
es perfecto.
-Ja
ja ja -dijo en tono irónico el muchacho. Una bocina de moto sonó en la calle.
Juan se despidió y salió corriendo entre la lluvia. Su padre le esperaba en una
Scooter en la puerta de la calle.
-Gracias
por todo Capitán -gritó el padre de Juan-. No sé qué haríamos sin usted.
-Hasta
mañana.
Entró
de nuevo en la casa, volvió a encender la radio. Barrió los pelos de Juan y los
tiro en el cubo de la basura grande. También vació la pequeña papelera de la
caseta, recogió las sábanas y las puso en la lavadora. Se sentó y continuó
leyendo.
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