Alcine sigue su curso y los cortometrajes españoles y europeos a concurso entran este domingo en sus últimas proyecciones. El primer bloque de cortometrajes europeos los hicieron coincidir con la primera película de largometraje a concurso de nuevos realizadores. Cuando ocurren estas cosas le doy preferencia al largometraje. No asistí a la fuerza al primer bloque de cortometrajes. Ejercí de jurado del público en pantalla abierta, aunque no pude votar hasta el día siguiente. Insisten por segundo año en que tengas la aplicación del dichoso código en tu teléfono, como si todo el mundo tuviera que tener teléfono móvil, que este además sea un modelo moderno con Internet, o de tenerlo tuviera que tener Internet contratado en él y de tenerlo, además, tuviera X capacidades. Probablemente una mayoría lo tenga, pero un concurso de carácter público debería pensar en todo el mundo, y no todo el mundo opta por ello, por no hablar de los que no pueden costearse determinados móviles o tener Internet, casos extremos hoy día, pero no inexistentes. Sea como sea, voté al día siguiente en el ordenador de mi casa. Me costó bastante encontrar la dirección web para votar, pero lo logré.
El segundo bloque de cortometrajes europeos fue después del largometraje que vi, pero el largometraje que vi volvía a tender al dramón para inaugurar el festival, sinceramente, no tenía el día para más dramones, aparte de que el dramón de la película me pareció impostado y una deformación de la realidad social como si de un esperpento se tratara. Hubo a quien le gustó, le pareció real, a mí me pareció impostura.
Al día siguiente suficientes preocupaciones tenía yo y dado el comienzo del festival y que no juzgué los dos primeros bloques, aunque podía haber ido al resto, opté por no ir. No quise jugar la carta de arriesgar a más trascendentalismos y afectaciones metafísicas de otros años. Pareciera que el festival de los últimos años solo pensara en esa clave. No sé exactamente en qué piensan el conjunto de personas que seleccionan, podría haber más variedad.
Y habiendo dejado escapar viernes y sábado, me planto en este domingo y, aunque quisiera ver algo no podría. Por un lado porque el primer bloque de hoy no lo puedo ver porque he de estar en casa a esa hora, más o menos, por un asunto personal, pero sobre todo porque hoy me pidió el favor Domiduca de echarle una mano en la librería, y en esto estoy ocupando el domingo.
A lo que sí pienso asistir al completo es a los largometrajes de Pantalla Abierta y al concierto de cierre del próximo domingo. He de decir que cuando me dieron las entradas de jurado se les olvidó incluir una de las películas y debo pedirlo de nuevo. Como sea, mañana lunes voy a mi trabajo mientras intento sacar adelante un nuevo libro con mi propio esfuerzo. El martes es fiesta en la capital madrileña. Y en estas estoy mientras pienso que si no te acercas a los teatros que proyeccionan no pareciera que hubiera Alcine. Más de una persona me he encontrado que no sabe ni que ya ha empezado este año. Quizá en este mal llamado cincuenta aniversario de lo que más se tendrían haber preocupado es de hacerse preguntas de cuál y cómo es la repercusión en la ciudad, si llega a la gente, si los alcalaínos lo valoran, si lo conocen, si participan o al menos saben de su valor cultural en el cine. A veces no hay que mirar tanto los dorados del cartel oficial y si otras cosas menos vistosas que el dorado. Aún con todo hacen buen trabajo. A mí me parece que en estos cincuenta y un años se hace un buen trabajo, pero también creo que necesitan un año al menos de autocrítica y repensado sobre qué es, para quién es y cómo se hacen las cosas para que sea como se desea que sea.
Sea como sea, que la cerveza os acompañe.
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