Las fiestas de Alcalá terminaron ayer y lo hicieron con un largo lanzamiento de fuegos artificiales cuyo colofón fue la traca más atronadora que se haya escuchado en tiempos. Quizá fue el guiño sonoro o el deseo sugerido a modo de "grito" que era cada pertadazo para que acabara de una vez la pandemia Covid-19 y toda su normativa que tanto nos corta y coarta en nuestras vidas comunes. O quizá el "grito" del "ya está bien" a tanta norma de no hagas esto, no hagas lo otro, no hagas lo de más allá. No digo que no sean necesarias las normas contra la pandemia, o al menos buena parte de ellas en los momentos más difíciles de la Covid-19, pero es innegable que hay un cansancio cada vez mayor que aumenta a la vez que aumentan los vacunados. Va un año y medio, o alrededor, de todo esto y sigo diciendo que un país, un continente, el planeta entero, no es un hospital. En España hemos sido en general muy disciplinados contra la pandemia, a pesar del negativismo de los telediarios y periódicos, pero un año y medio es mucho año y la Historia lo que nos enseña en los momentos más crudos es que cuando estos se prolongan al final la gente se revuelve contra ello, porque al fin y al cabo a todos nos gusta disfrutar de la vida con sus libertades cotidianas, hasta las más mínimas, esas que no se valoran hasta que se pierden. Yo creo temerario tachar de negacionistas a todos los que no cumplen normas. No creo que la inmensa mayoría sean negacionistas. Es simplemente la evolución lógica de nuestros anhelos. Es temerario también culpar a los jóvenes de las grandes concentraciones de gentes sin máscaras o distancia social, ¿por qué ningún telediario nos habla y muestra las imágenes de cualquier bar de barrio atiborrado de gente mayor en idénticas condiciones a la hora del aperitivo tanto en fines de semana como entre semana. Si yo lo veo, estoy seguro que todo el mundo lo ve. Eso por no hablar de cómo van los medios de transporte público. Ayer por la noche, en los fuegos artificiales montones de grupos de gente, incluidas familias completas con todas sus generaciones juntas, formábamos un único grupo-masa de gente en torno a las murallas medievales para ver los fuegos artificiales, sin distancia social y una gran mayoría sin mascarilla, observados por un cordón policial que simplemente vigilaba que no hubiera accidentes pirotécnicos, pero nada más que tuviera que ver con pandemia alguna. Y yo no me quejo, la verdad, pero lo dejo aquí anotado para reflejar que es evidente que en toda la sociedad hay ya un afán de superar y dejar todo esto ya. Las sociedades al completo y las calles y lugares por los que la sociedad se desarrolla no son hospitales.
Si bien una situación excepcional se puede mantener por un tiempo, la prolongación interminable de una circunstancia restrictiva con la sociedad y sus derechos y deberes adquiridos, máxime si esas restricciones son cercanas a un tiempo sin ellas, acaba provocando una revuelta social contra esas restricciones y contra quienes deseen y traten de mantenerlas a todas costa. Esa revuelta puede ser silenciosa, con pequeñas insumisiones en la vida individual, a veces imperceptibles o poco perceptibles, o ruidosa, que suele acabar en la prensa. O en otras palabras, ¿estamos totalmente seguros de que lo categórico del periodismo y los políticos españoles sobre gente o grupos de gente que han cumplido las normas y otros que no lo han hecho es algo cierto? ¿De verdad es creíble que en este año y medio hay personas que no se han saltado en algún momento ni bajo ninguna circunstancia alguna o algunas de las normas anti Covid-19 que se han ido sucediendo?
Me temo que hasta el más prudente español en un año y medio alguna vez no ha cumplido alguna de las innumerables y volubles normas creadas. Y no es negacionista. Es simplemente algo normal. Hay que señalar menos con el dedo y tratar de entender más. Empatizar más. Comprender al otro y a nosotros mismos. Pero hay pandemia aún, evidentemente, así que todavía nos queda seguir con el esfuerzo de cumplir algunas normas anti Covid-19, del mismo modo que hay que empezar a comprender que tarde o temprano hay que regresar a un punto de vida normal. Las normas contra la gripe española no fueron para siempre, y eso hay que comprenderlo y asumirlo. En algún momento la Covid-19 será una enfermedad más, pero no una pandemia, y tenemos que entender que habrá que volver al punto inicial, aunque las circunstancias hayan cambiado porque hay un virus nuevo que afecte a los humanos. Al final será una enfermedad más, pero hay que superar la pandemia. Dejarla atrás, como a otras pandemias que afectaron a la humanidad..
Hay que entender también que hay politización que busca réditos sobre todo lo que viene sucediendo, incluso los jueces parecen haber entrado últimamente en ese juego. Y hay que pensar que también hay mercantilización, y no solo por parte de empresas que fabrican tal o cual produzco que, si meten miedo, pueden vender más, sino porque los medios de comunicación también juegan a vender su producto: la información, o al menos a que entres en sus sitios cibernéticos o compres sus periódicos, veas sus telediarios, escuches sus radios, leas o no, escuches o no, veas o no. Lo que ellos venden a ellos se lo pagan los anunciantes por cada espectador que se acerca (sea el medio que sea, llamémosle así, espectador). No importa que el espectador reciba la información, es otra cosa. A veces me pregunto cuántos hipocondriácos y personas con el síndrome de Transtorno Impulsivo Compulsivo (TOC) han creado la sobreinformación periodística y en clave catastrofista desde el inicio de la pandemia.
Pero yo venía a escribir hoy que han acabado las fiestas en Alcalá con una espectacular traca de fuegos artificiales costeada por empresas privadas que operan en Alcalá, lo que alivia algo las arcas del ayuntamiento. Y con esos fuegos artificiales normalmente para los alcalaínos es como si fuera el fin del verano, cosa que en realidad no será hasta el 22 de septiembre, pero a nosotros nos suena a fin de verano, y empezamos a planear ya la vida de regreso, incluso como si fuera un nuevo año. Yo incluso abandonaré el desempleo. Tras un mes de paro tengo la llamada de mi último jefe. Le gustó como trabajo y quería contar conmigo para un nuevo proyectro de tres meses, como técnico de archivo y coordinador de mi equipo. Empezaré el 6 de septiembre, el próximo lunes. Esta vez voy al Archivo de Educación de la Comunidad de Madrid, donde ya trabajé una vez en el pasado con otra empresa. Bueno, al menos tengo cubierto lo que queda del año con algún ingreso. Esta semana, después de los fuegos artificiales, es mi última semana de paro por esta ocasión. Cambio de ciclo tras los fuegos artificiales.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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