Tal como bromeaban por Facebook y Twitter algunas personas con un texto múltiples veces compartido por varias personas, qué virus tan listo es este de la Covid-19, el SARS-Cov-2, lo vas a encontrar en todos los saraos, fiestas y reuniones de amigos y familiares donde hay cachondeo, pero no parece que asome la nariz por centros de trabajo y medios de transporte públicos que lleven al trabajo. Quizá la solución está en ponernos todos a trabajar al ritmo normal y corriente de siempre o más a lo loco, sin derechos laborales de descanso, todo sea por la salud. No obstante, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Ayuso, del PP, de su propia voz defendió que lo de la cartilla Covid que ella quiere implantar para diferenciar quien ha pasado la enfermedad y quien no, y lo de recoger datos de ciudadanos puede ser
útil en el futuro: "para conseguir empleos". Obviamente en esta
declaración hay algo evidente: Ayuso se arroga poderes que no tiene,
una presidente de Comunidad Autónoma no puede regular el derecho
laboral. Aparte de que su declaración es tan polémica que tan rápido como la ha dicho fue
descartada, pero como vivimos tiempos raros, nunca se sabe por dónde se
quedará sonando la campanilla que ha agitado. Es evidente que lo que ha
dicho, hoy por hoy, no se hará, pero ahí ha dejado la idea... y
pirómanos tiene el mundo...
El presidente de su partido, Casado, salió por la tarde de aquel día, y ella también, arremetiendo contra los medios de comunicación, una vez más diciendo que donde dijeron "digo", dijeron "Diego", su táctica habitual. ¿La culpa? Según ellos, los medios de comunicación y la izquierda, que todo lo tergiversan. Esa fue su defensa ramplona y simplona. Claro que, días antes, Casado había recriminado al presidente del gobierno, Sánchez (PSOE), que todos los logros que obtuvo en Europa en lo económico se los debía a la gente del Partido Popular Europeo, que para Casado era lo mismo que decir el PP que lidera él, sin embargo, en el mismo discurso en el Parlamento donde dijo eso, también dijo que Sánchez sólo había logrado de Europa un endeudamiento y un rescate encubierto. Ante tal incoherencia de argumentos, toda defensa de Casado sobre lo de Ayuso es tan fiable como intentar meter la cubitera dentro de un horno y encenderlo con la idea de hacer cubitos de hielo.
Pero la idea lanzada es razón suficiente por la que hay que
negarse a entregar datos, porque en nombre de la salud se atropellan
otros derechos democráticos ganados. ¿Qué pretende Ayuso? ¿Ciudadanos de
primera y ciudadanos de segunda, con y
sin derechos? Vienen tiempos en los que habrá que reforzar los
sindicatos y las calles. Ya veis el plan: obtener datos de los
ciudadanos por el Covid en principio en salones comedores (al principio
declaró en bares en general, pero rectificó al día siguiente en el
BOCM), pero en realidad ella ya está planeando algo que el PP ha
mencionado alguna vez ya en tiempos de Aznar, si no recuerdo mal, lo de
controlar los antecedentes de la salud para tener o no tener trabajo,
siendo la realidad que hay un sector del empresariado que considera más o
menos productivos personas sin enfermedades presentes o pasadas. Lucha hace muchas décadas ganada, evitando la discriminación que se hacía en su día de gente, por ejemplo, con el SIDA o con algo que no es una enfermedad pero sí tiene las mismas pegas (problemas) a la hora de contratar, el Síndrome de Down.
Por supuesto, no faltó quien alegó que ya había trabajadores y empresarios que confeccionaban y aceptaban curriculum vitae (CV) donde se especifica si se ha pasado o no la enfermedad, pero una cosa es
que tú en tu CV pongas lo que te venga en gana, y otra que exista un
registro reglado y una práctica normatizada, peor aún si fuese
legislada. Desde luego, que en la actualidad haya trabajadores y
empleadores que pongan sobre la mesa la
salud, salvo excepcionales casos de puestos de trabajo muy determinados y
mínimos que lo requieren por necesidad, pues es algo tan cuestionable
como poco acorde a valores democráticos y humanos, mucho menos a los derechos laborales largamente luchados en los últimos doscientos años.
El jueves pasado reciente, yendo a visitar a un amigo con una larga trayectoria trabajando detrás de barras de bar, me comentaba con acierto el intento de acabar con la noche madrileña en tiempos de Ruiz-Gallardón (PP) cuando fue Presidente de la Comunidad de Madrid entre 1999 y 2003, alegando aquella historia particular donde él libraba una guerra personal contra las drogas, lo que prácticamente era poner al ocio nocturno en el equivalente de que todo el que lo tenía se drogaba. Él no logró acabar con esa vida nocturna, aunque lugares como la Plaza del Dos de Mayo de Madrid capital quedaron muy mermados, así como otros lugares de la Comunidad de Madrid. En el caso alcalaíno hay bastantes más causas, algunas de carácter local, pero está claro que en esas fechas hay un antes y un después de la vida nocturna de El Boisán y de la conocida como "La Zona". Según su razonamiento, que no creo del todo errado, de hecho no lo veo errado, pero sí matizable, la idea de Ayuso de pedir el documento nacional de identidad (posteriormente limitado a salones de comidas y solo de manera voluntaria), pedir el teléfono y nombres a los clientes (lo que también quedó limitado, pues podía vulnerar numerosos derechos, principalmente de protección de datos) y lo de forzar la mascarilla en todo momento en bares y restaurantes, la distancia de un metro y medio entre personas, todos sentados y cerrar a la 1:30 horas (1:30 am), respondería a la misma idea de Ruiz-Gallardón, pues ya en aquella época, en aquel momento en nombre de la lucha contra las drogas y en la actual en nombre de la salud, lo que se quería era igualar los horarios nocturnos madrileños (como antesala para toda España) a los europeos. Se quería un ocio nocturno reducido en horarios y en formas de disfrutarlo con la idea de tener personas más despiertas (literalmente en algunos casos) al día siguiente de salir por la noche, con la idea de que de ir a un bar lo hicieran por las mañanas, mientras practican turismo y entran en tiendas cercanas a comprar, reduciendo el ocio de bar a la consumición con tapa de comida que abunde en el turismo gastronómico, sin borrachera excesiva, que contribuya a la compra compulsiva en comercios cercanos y que de paso te quite de en medio a una clientela nocturna de bares de música que hacen socializar mucho más de lo que algunos sectores conservadores desean, y en el caso de los bares de rock alimentan grupos sociales que potencialmente no suelen ser afines a los conservadores, a la llamada derecha, aunque lo cierto es que, más o menos cantidad, de todas las ideas hay según qué bares de qué músicas.
Es innegable que la pandemia existe. Eso es real. Sin embargo, quien quiera creer que sobre la mesa de mucha gente, con y sin poder, no hay ya muchos otros intereses cruzados, probablemente se engaña. ¿Debe ser sólo lo sanitario la medida de todas las cosas se pase por donde se pase? Evidentemente, no. Se debe dar gran importancia a lo sanitario para superar la pandemia, eso por supuesto, SÍ en mayúscula, pero la vulneración de derechos, la destrucción de toda economía y con ella de vidas de personas y familias, la manipulación política, la mediática, etcétera, es otra historia y hay quien aplica el mal entendido dicho chino que afirma que crisis significa oportunidad.
En cierto modo la asociación de los pequeños y medianos empresarios (CEPYME) ya confrontó durante lo más duro del confinamiento con la de los grandes empresarios (CEOE) porque las medidas que se adoptaban y el alarmismo que se fomentaba en modo miedo a salir a la calle facilitaban la apertura de las grandes superficies comerciales, en detrimento de los pequeños y medianos empresarios. La gente comenzó a consumir por Internet todo tipo de artículos pedidos a grandes superficies, como El Corte Inglés, La Casa del Libro o Amazon, por ejemplo, o bien Día, Ahorramás o Mercadona, siendo esos artículos llevados a la puerta de su casa y provocando que se perpetuara el cierre y la ruina de los pequeños comercios de barrio. No obstante, un porcentaje alto del desempleo habido en la primera mitad del año se ha producido por esta causa, por el cierre definitivo del pequeño y mediano comercio y de la pequeña y mediana empresa, tipo talleres. Por supuesto, en todo esto hay política de por medio, aunque pareciera que CEPYME y CEOE fueran lo mismo en sus simpatías políticas, hay que decir: sí, pero no exactamente, y por tanto es un "sí, pero no exactamente" también en el modelo de sociedad que persiguen una y otra asociación de empresarios. De los sindicatos ya ni hablamos, porque creo que aparte de que es un tema ligado, pero diferente, es evidente todo el montón de puertas abiertas que abriríamos ahí. Todo es más complejo que la simple idea de que la salud es lo primero. Sí, la salud es lo primero, efectivamente, pero en nombre de la salud no se puede hacer enfermar y matar a otros aspectos de la sociedad constituida, de la democracia, de nuestras vidas individuales y comunes. La pandemia es la pandemia, repito, eso es innegable, hay que combatirla, pero cuidado, porque en nombre de la salud pueden colarte ideas que no responden exactamente a la salud, aunque se afirme que se toman por ella y si hablas contra ellas, estás contra la salud o eres un borrego negacionista.
Volviendo al tema de los bares y la broma de las redes sociales que ponen en valor que solo se informa mayoritariamente de todo aquello que pone el punto de mira de manera negativa sobre ellos como focos de infección. Si la idea de Ayuso es poner las medidas mencionadas en la hostelería por ser lugares cerrados donde se juntan grupos de personas a menudo desconocidas entre sí, ¿por qué no pedir
entonces todos esos datos que ella quería pedir en cualquier lugar cerrado público? Que los recojan
todos los panaderos, todos los carniceros, todos los fruteros, todos los
pescaderos, todos los mercados, todos los supermercados, todos los
centros religiosos, todas las
comisarias, todas las administraciones públicas con ventanilla de
servicio al ciudadano, todas las librerías, todas las peluquerías, todos
los autobuses, todos los trenes, todos los metros, todos... los
espacios públicos cerrados, incluidos todos los centros de trabajo tipo oficinas, fábricas, tahonas, talleres, almacenes y demás. Pero puesto que sobre estos sitios, incluidas también todas las casas privadas donde se juntan las familias, no han sido señalados con el dedo, no tiene razón de justificación. ¿Por qué un razonamiento es válido para unos, pero no para otros? Pues porque ese razonamiento encubre otros que quizá se hayan podido señalar o rozar en estas reflexiones que os comparto.
Si nos lo lleváramos al turismo internacional, ¿creéis de verdad que es casual que el Reino Unido vea un gran peligro veranear en las playas españolas, por el riesgo de contagio de Covid-19, y recomiende no viajar a España a sus ciudadanos, pero a la vez hoy veamos en los telediarios imágenes de las playas de Bristol abarrotadas de gente sin que el gobierno británico haya puesto reparos a eso? Y eso sin que se os vaya de la cabeza el run-run de la máquina que nos habla de las grandes pérdidas económicas de todos los países y que todos los países quieren frenar lo máximo posible.
Estamos ya en varios valores que se entrecruzan más allá de lo sanitario. No tengo certezas absolutas, siempre soy partidario de la reflexión continua, pero en ese mismo sentido, niego que todas las respuestas sean de corte único.
En fin, reflexión, es todo lo que resumiría esta entrada de hoy. Saludos y que la cerveza os acompañe (o el agua fresca, que estamos en todo el calor del verano).
1 comentario:
Hoy he desayunado en una cafetería de la calle Ferraz de Madrid, cerca de la esquina con Paseo de Moret, donde había hasta trece policías desayunando sin mascarillas y sin un metro y medio de distancia. La cosa es que ellos no es ya que deban transmitir ejemplaridad, si no que son los que luego amonestan y multan a la gente que obran como ellos estaban obrando. Pero estas cosas no salen en telediarios ni periódicos.
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