Museo Arqueológico Regional de Madrid (MAR), en Alcalá de Henares, exposición temporal "La cuna de la Humanidad", ilustración de Mauricio Antón representando "El rastro de pisadas de Laetoli", siguiendo las fuentes documentales de Manuel Domínguez-Rodrigo y Enrique Baquedano.
Después de seis años de obras de remodelación volverá a abrir sus puertas el Museo Arqueológico Nacional (MAN), en Madrid capital. Será este martes 1 de abril. La espera ha sido más bien larga desde aquel 2008. A lo largo de estos años yo mismo he acumulado una larga lista de amistades que me han pedido que vaya con ellos para que les haga un poco de guía explicativo e interpretativo de las piezas expuestas. Las dos primeras semanas la entrada será gratuíta para todo el mundo, aunque para los parados será siempre, como el resto de museos públicos, gratuíta. Yo estoy en ese grupo de parados y aunque es tentador ir tanto por deformación profesional, como por gusto, como por curiosidad, como por esa gratuidad, lo cierto es que para los parados sin ingresos nos es ciertamente reticente el precio de ida y vuelta del transporte público desde, en este caso, Alcalá de Henares a Madrid. El coste del transporte público es altamente abusivo, sobre todo teniendo en cuenta sus deficiencias jamás resueltas. Estamos hablando de un viaje por un motivo por gusto, pero el problema grande viene cuando aparece una entrevista de trabajo en la capital que, por otra parte, tiene más posibilidades de que no te cojan de que sí lo hagan, y un porcentaje elevado de posibilidades de que, además, no te traten con todo el respeto y comprensión que personas sin empleo, cualquiera de nosotros, se merecen en su esfuerzo sobreelevado de gastar un dinero necesario para otras cosas más vitales que en ese transporte entre ciudades para esa entrevista que, probablemente, no te dará el empleo.
Como sea, el museo, tantas veces visitado por uno en el pasado, y por tantas personas desde el siglo XIX, tenía antes de su remodelación una concepción muy del siglo XIX, precisamente, a pesar de que la última vez que lo pusieron al día fue en la década de 1970. Durante la carrera universitaria de Historia (entre 1999 y 2004) varios profesores nos llevaron al museo en innumerables ocasiones por diferentes cuestiones, todos coincidían siempre en lo mismo: las cartelas de las piezas expuestas estaban en su mayoría equivocadas, desfasadas o acordes con teorías historiográficas en las que ya casi no se creía en su certeza entre la comunidad científica de aquellos que nos dedicamos a esto. A mí me gustaba mucho la sala dedicada a la egiptología y la dedicada a los pueblos íberos. Tenía el museo en su entrada una torre funeraria de la Edad Antigua que estaba, además, mal reconstruida dentro del edificio, ya que la censura franquista hizo que los arqueólogos y museólogos al cargo tuvieran que ubicar un relieve en piedra de carácter erótico en un lugar poco visible de aquella, todos los profesores se recreaban siempre en esta anécdota que, tras la muerte de Franco, jamás se corrigió. Me pregunto si lo habrán hecho ahora, si es que la torre sigue estando en el museo. Sería un detalle. El responsable de la remodelación nos dice en entrevistas a la prensa que han querido hacer un museo del siglo XXI. Por lo que ha dejado filtrar antes de su apertura las salas se centrarán en interpretar las grandes culturas internacionales de la Edad Antigua, lo que hace que me pregunte a mí mismo porqué habrán mantenido entonces el término de "Nacional" en el nombre del museo, pero antes de reflexionar nada sobre esto hay que verlo y ver su nueva estructura museológica, no sólo arquitectónica. No debiéramos criticar a ciegas, por mucho que otra de las cosas que ha dejado saber este hombre es que han querido que sea más un museo de conceptos que de piezas... lo que me pone en un primer momento en guardia. Habrá que verlo antes de juzgar, insisto.
En estos años muchas de las piezas del Museo Arqueológico Nacional han estado distribuidas en exposicones temporales por otros museos arqueológicos de España, de los que quizá para mi gusto tiene un lugar destacado e impecable el Museo Arqueológico de Sevilla (MAS) y el Museo Nacional de Arte Romano (MNAR), en Mérida, o bien en almacenes amplios como los del Museo del Traje, de los que disfruté ampliamente como un niño que se siente Indiana Jones durante un trabajo de transportista de obras de Arte que tuve en 2008, el año que cerraron por obras el Museo Arqueológico Nacional. Uno de los museos que más ha disfrutado de innumerables piezas itinerantes de este museo en exposiciones temporales ha sido el Museo Arqueológico Regional de Madrid (MAR), en Alcalá de Henares, aunque con discreción y a la chita callando de su procedencia, muchas veces sólo conocida por aquellos que habíamos pisado mucho el museo de la capital. Precisamente el pasado lunes 10 de febrero se inauguró una de esas exposiciones temporales en el Museo Arqueológico Regional de Madrid. Una amistad apreciada me pasó una invitación para asisitir y eso hice. No comenté nada por la bitácora entre otras cosas porque estaba publicando por capítulos el relato "El frío que nos acoge mientras los robots caminan entre los humanos".
A pesar de la abundante presencia de políticos y afiliados a partidos más interesados por ver qué políticos del gobierno de la Comunidad de Madrid iban llegando al acto, en lugar de ver las piezas y cartelas expuestas, aquella inauguración tuvo una gran cantidad de gente del mundo arqueológico, investigador, universitario, historiador y periodístico. Una pena que los del primer grupo, los pendientes de los políticos y las fotos con ellos, literalmente, aquel día se empeñaran en atascar los pasillos de los paneles expositivos y no dejaran avanzar, ni disfrutar de la muestra expositiva, al resto.
La exposición, montada en el patio cubierto del edificio, está muy bien montada y planificada. Está altamente actualizada y cuenta con piezas que salen del Museo Nacional de Tanzania por primera vez. Entre los que intervinieron inaugurando aquello estaba de hecho una personalidad de allí, creo que el director del museo citado, si me equivocara sería el embajador, pero creo que era el director del Museo Nacional de Tanzania. La exposición trata de mostrar explicativamente al visitante los orígenes y evolución de la Humanidad, lo que nos lleva a varios milenios de la Prehistoria, pero en sus etapas líticas, no en sus etapas de los metales. Para ello cuenta con piezas líticas y óseas originales y reproducidas, algunas tan míticas como el esqueleto de Lucy, la austrolopithecus que se encontró por primera vez en 1967, aunque Tanzania sólo nos ha prestado una reproducción altamente fidedigna y valiosa. También hay tablas cronológicas, cartelas con explicaciones comprensibles para todo público y con los datos y teorías más modernos, y grandes ilustraciones que nos ubican visualmente mejor en el mundo material de cada tramo expositivo, como la que ilustraba la invitación privada a la inauguración, la cual os reproduzco en el comienzo de esta entrada.
Como nos tiene acostumbrados el Museo Arqueológico Regional de Madrid, prima la calidad y la pedagogia. Si el planteamiento de esta exposición es un preludio del nuevo planteamiento del Museo Arqueológico Nacional, será un buen camino. Si no...
Sea como sea, os invito a ir a ambos museos. La exposición "La cuna de la Humanidad" es gratuita, y, al menos que la prorroguen, creo que durará hasta el verano.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
Cabeza de bóvido prehistórico, en la exposición temporal "La cuna de la Humanidad" del Museo Arqueológico Regional de Madrid.
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