Es bonito ver cuánta ternura hay en esta fotografía donde los protagonistas no son humanos. Una tigresa de Bengala traslada con mimo y cuidado a su tigre cachorro con la misma dedicación y cariño como el que tienen casi todas las madres humanas. Obviamente esa voluntad maternal no es algo exclusivo de los humanos. Quedan en el mundo unos 1.500 tigres censados, prácticamente todos en La India. Su extinción es alarmante, tanto que la población india se escandaliza en gran medida cuando reciben noticias de matanzas de tigres a manos de cazadores furtivos. Hace poco el gobierno indio abrió diez nuevos parques nacionales con la idea de salvaguardar a esta especie y tratar de recuperarla. No hay que olvidar que ya se han extinguido varias especies de tigres a lo largo del siglo XX por culpa de los cazadores.
Desde 1972-1973 se puso en marcha el Proyecto Tigre, que recoge una serie de normas y medidas para intentar salvar a estos animales. Sin embargo la tala de selva india los va acorralando a la par que desprotege a las crías, que no pueden ser ocultadas por sus madres de los machos más violentos. Los cazadores furtivos occidentales, normalmente ricos empresarios, cometen con su estupidez matanzas para poder tener "trofeos" en sus casas que eran en realidad seres vivos como los de esta fotografía que Michael Nichols hizo para la revista National Geographic. Pero también hay cazadores furtivos chinos, o que trabajan para un mercado negro chino, que los matan a causa de sus supersticiones que hablan de poderes médicos en los colmillos y huesos molidos de estos felinos. Incluso el aumento del nivel del mar ya ha creado problemas en algunas comunidades de tigres en islas indias.
La expresión de la mirada de esta tigresa nos dice mucho a los que la observamos. Protege a un cachorro desprotegido sabiendas de que eso es lo que debe hacer. Pero en parte también me recuerda a mi gata, aunque poco tenga que ver con el peligro de extinción de los tigres de Bengala. Hace unos meses la enseñé, por hacer la gracia, que le sería más cómodo beber de un chorro flojo de agua del grifo que de su cuenco. Lo aprendió bien, ahora maúlla pidiendo que le abra el grifo a determinadas horas de la mañana y de la tarde. Lo curioso es que ha aprendido algo que yo no le he enseñado: lleva semanas que ella bebe del grifo, yo entre tanto me dedico a otras tareas, y cuando acaba me maúlla de nuevo para que cierre el grifo del agua. No se lo he enseñado, imagino que lo ha aprendido sola viendo que cuando acababa de beber yo cerraba el grifo. Curiosamente viendo la fotografía de la tigresa me ha dado por recordar este pequeño acontecimiento diario de mi gata y el agua en mi casa. Supongo que se trata de una cierta aureola de empatía que nos, o que me, provoca. Supongo que en parte nos hace ver y sentir que la vida que compartimos en este planeta tiene sus puntos comunes.
Me repugna la existencia de cazadores furtivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario