Francisco de Goya ha regresado a Alcalá de Henares otra vez de forma gratuita para todo aquel que quiera ver su obra. Lo ha hecho con la serie de grabados La Tauromaquia. El lector se preguntará porqué habré puesto este grabado de hombres volando en lugar de un grabado de tauromaquia. Ni siquiera está en la exposición actual de Alcalá de Henares. La cuestión es que en el origen de su creación este era el grabado que cerraba esa serie de grabados.
Francisco de Goya fue uno de los objetos de mis investigaciones universitarias en su día. Casi me valió una matrícula de honor en el periodo de docencia del tercer ciclo universitario, o sea, de la obtención del doctorado, si no fuera porque en ese periodo las matrículas de honor quedaban excluidas de otorgarse. Basé mi investigación y análisis sobre el autor en sus conexiones con el mundo obrero y cómo evolucionó la manera de reflejarlo y pensarlo en su obra. Tal investigación la compartí en esta bitácora en las Noticias 362ª, 363ª, 364ª y 365ª, publicadas entre noviembre y diciembre de 2007. Luego, en julio de 2011, trajeron a Alcalá de Henares de forma gratuita la serie de grabados sobre Los Desastres de la Guerra, que fueron expuestos temporalmente en la Sala de Exposiciones de Santa María la Rica. En la Noticia 957ª expliqué esta serie de grabados, tanto en qué consiste la técnica de grabado (que no es un dibujo directo sobre papel), como también las particularidades de esta serie, la cual no fue hecha pública hasta 1863, cerca de la Revolución Gloriosa de 1868, muchas décadas después de haber muerto Goya. Me remito a esas explicaciones de nuevo, pues nos van a ser muy útiles para entender y completar las que voy a dar para entender la serie de grabados sobre la tauromaquia. Es fundamental conocer los porqués de Los Desastres de la Guerra para entender La Tauromaquia, a pesar de que en principio parecieran dos motivaciones totalmente alejadas entre sí. Falso.
Empezaré diciendo que por supuesto como toda obra de Arte está sujeta a las interpretaciones de cada uno al enfrentarse a ella. Las explicaciones que yo daré simplemente son para contextualizar desde el punto de vista de Goya, sus razones y su tiempo. Creo que puede ser interesante para el visitante conocer esto, más si no sabe mucho de claves de Arte, pero le gusta ir a ver Arte o este tipo de Arte tan llamativo por la fama de su autor. Normalmente La Tauromaquia es enfocada desde un punto de vista extrictamente de eso mismo: de tauromaquia, casi como si Goya olvidara de repente toda su forma de crear obras pictóricas para hacer sólo dibujos de toreros. Me parece una visión, por parte del que quiera fomentar sólo eso, o muy ciega o muy interesada en crear una sola corriente de percepción frente a una obra que en sí misma ocultaba una gran cantidad de reivindicaciones políticas a modo de alegorías taurinas. De hecho, en la actual exposición de Alcalá de Henares, la Red Itiner de la Comunidad de Madrid explica en su folleto únicamente precisamente eso, y también en las cartelas que acompañan a los grabados colgados en las paredes. Explica que Goya en esta serie festeja las corridas de toros porque era muy aficionado, que aparece una gran sensación de movimiento, tragedia, comedia... y que está dividida en tres partes: una de repaso histórico, otra de toreros famosos del siglo XVIII de las escuelas andaluzas y navarro-aragonesas, y otra sobre lances trágicos. Es innegable que todo eso está en la serie, pero explicar sólo eso es dejar astigmático a quien no tiene todas las claves de Goya, y lo peor es dejarle astigmático existiendo operaciones de ojos con rayos láser hoy día. No aspiro yo a tener la última palabra, ni a decir que mi palabra es misa, insisto, cada visitante tendrá su visión, pero sí creo necesario dar todas las claves sobre la obra y no sólo la que le pueda interesar al comisario de exposición acerca de un punto de vista en torno a la tauromaquia estrictamente. Es dentro de esto que se explica porqué el grabado llamado "Modo de volar" no es de tauromaquia, pero en su origen estuvo dentro de esa serie. No lo busquéis en la exposición temporal de la que vamos a hablar. No está incluido.
Remitiéndome de nuevo a las explicaciones de Los Desastres de la Guerra, cuando en mayo de 1814 la devolución al trono español a Fernando VII se transformó en una evidente represión física y política contra todos los afrancesados y contra todos los constitucionalistas liberales, Goya, con setenta años, descartó del todo publicar esa serie de grabados, pero se lanzó a crear otra serie que aparentemente fuera inocente y en absoluto comprometida con la política, La Tauromaquia, de la que efectivamente era admirador. Francisco de Goya era un afrancesado, y a falta de franceses, fue un liberal que apoyaba la Constitución de 1812.
Los grabados de La Tauromaquia los realizó fundamentalmente entre 1814 y 1816. En octubre de 1816 el Diario de Madrid anunció su publicación y venta por primera vez. Muchos de los clientes y amigos de Goya de antes de la guerra habían muerto o estaban exiliados. Además el pintor de Corte fue sustituído en la práctica por Vicente López. El viejo y famoso creador necesitaba ingresar dinero. Recordaré que incluso cuando se exilie en la década de 1820, Goya siempre reclamará por necesidad sueldos y pensiones que le adeudaba la Corona Española.
Las motivaciones de ilustraciones de tauromaquia se habían puesto de moda en los primeros años del siglo XIX. No sólo en dibujos y pinturas, sino también en muebles y pequeñas decoraciones del hogar. Aquel entretenimiento servía para distraer a mucha gente de los graves problemas políticos del país tanto en la guerra contra los franceses de 1808-1814, como en la etapa fernandina de represión y absolutismo en 1814-1820. Pero no sólamente eran un éxito en España. Internacionalmente (salvo en Francia) los grabados y dibujos de toreros toreando se hicieron muy populares por aquello del valor español, que dejaba de ser propio de una Leyenda Negra, para ser propio de una idea romántica de héroes populares debido a que España fue la primera en derrotar a los franceses de Napoleón con un nuevo método de guerra: la guerrilla de milicianos. El artista con más éxito internacional en este sentido fue Antonio Carnicero, con su obra Colección de las principales suertes de una corrida de toros, publicada en 1790. Esa obra contenía grabados coloreados. Como se podrá comprender, en este contexto, los toreros y los toros eran algo más que toreros y toros.
Goya quiso imitar el éxito de Carnicero para ver si conseguía ingresos de dinero, pero no sólo por eso, al tener que ocultar Los Desastres de la Guerra, encontró en La Tauromaquia un modo alegórico de mostrar públicamente sus ideas acerca de lo que había ocurrido en España y estaba ocurriendo. Sabía que muy pocos entenderían el transfondo real de la obra, pues la gran mayoría sólo verían toreros y corridas de toros, un tema muy español. En otras palabras, cuando el sabio señala la Luna, el necio sólo mira el dedo, que diría un dicho español extraído de la cultura popular china. Eso es lo que buscaba Goya.
Hay que anotar que la exposición temporal actual en Alcalá está montada según la numeración que puso Goya en cada lámina, pero que en realidad no tenía porqué corresponder con su ubicación final dentro de la colección una vez acabada. De hecho cuando se publicó en 1816 no obtuvo el orden corrido de la numeración. Goya puso otro. La Real Academia de Bellas Artes trabajó posteriormente varias veces en recolocar los grabados cómo creyó mejor, actualmente, según esta exposición, se han acogido a la numeración corrida de las treinta y tres láminas que componen la serie (las últimas recibieron letras y no números en su numeración). Así que el orden real es relativo. Se puede observar muy bien por ejemplo en la serie dedicada al lance que mató al célebre torero Pepe Illo. Son unas cuatro láminas que debieran ir en orden secuencial, pero que Goya numeró distanciadas entre sí porque no las creó ni grabó una detrás de otra. Al romper el orden secuencial de esos cuatro grabados, se rompe también la narración de Goya en el resultado final. Esto son ya valoraciones a tener en cuenta y a valorar, a favor o en contra o de otro modo, por todo aquel que se acerque a estos grabados.
Goya no vendió demasiados ejemplares. El blanco y negro y su particular estilo no gustó tanto como el estilo coloreado de Carnicero. Es verdad que hay mucho movimiento en la obra de Goya, que se fija en los personajes principales y desdibuja o descuida los secundarios, que apenas aparece el público y apenas lo detalla, que ya no satura al máximo la escena, como había hecho en Los Caprichos o en Los Desastres de la Guerra, que no nos da demasiados detalles del cerrado de las plazas de los pueblos para las corridas de toros, que no crea paisajes, que a veces los personajes parecen flotar, pues sólo le importa la acción y no el contexto, lo que es innovador, y que tiene un enorme estudio de la luz tratada mezclando diversas técnicas en una sola plancha. Así por ejemplo, para mostrar sombras, luces y penumbras combina tanto la técnica de bruñir, como la de arañar con el buril el metal del grabado, comer con ácidos, usar las aguatintas y las aguafuertes, etcétera. El fin de la guerra le ha dotado de mayor posibilidad de adquirir más y mejor papel, mejores herramientas, mejores láminas de metal, etcétera. Todo eso se nota en la obra respecto a la serie de grabados anterior.
La primera parte de los grabados es un conjunto histórico desde los íberos hasta el siglo XVIII. Lo basó imaginativamente en una serie de ideas románticas que tuvo él sobre un libro de Historia de la tauromaquia que le habían regalado hacía tiempo. Son muy discutibles las ideas de ambientación histórica y de realidad histórica, aunque puedan dar datos del siglo XVIII y del XIX. No voy a entrar a valorar las tres partes de la serie ya mencionadas antes. Tan sólo lanzaré como idea básica que Goya retrató la metáfora de la vida y de la muerte a través de la luz y de la sombra. Nótese que los toreros caídos por una cogida de toros están yacendo siempre bajo la sombra del toro o cualquier otra, mientras que los vivos siempre están en zonas de luz. Del mismo modo, los toros que son estocados tienen la zona del estoque en negro, mientras que el resto del cuerpo está blanco, observemos también la oscuridad de la escena de conjunto donde un toro arrolla a unos picadores, o el juego de la luz y la sombra (imposible en las piernas del torero) en "Pedro Romero matando a toro parado".
Goya introdujo como último de los grabados el 34, el llamado "Modo de volar", que aquí os enseño a través de una reproducción original de 1895 que se encontró en la Masia Cabanyes de Vilanova i la Geltrú, que nos expone Anna Jorba Ricart en su bitácora. En esa misma bitácora se podrá ver que fue encontrado hace relativamente pocos años junto a otros grabados que pertenecian a la siguiente serie de grabados, Los Disparates, que Goya creó entre 1819 y 1820. Estos otros grabados no se publicarían por primera vez hasta 1864. Dentro de esa serie, "Modo de volar" tenía el número 13. No estaba numerado por Goya, sino por los editores de 1864, los cuáles al encontrar este grabado consideraron que aunque se había grabado en 1815, o sea dentro del periodo de La Tauromaquia, su temática debía estar dentro de Los Disparates. Además, Goya había excluído este grabado de la edición de La Tauromaquia de 1816. No obstante, sabemos que Goya lo había creado para La Tauromaquia, pues él lo numeró en su original con el último número corrido de esa serie. Se puede leer por ejemplo en la investigación de Sigrun Paas-Zeidler realizada en 1978. En el último momento, Goya descartó en 1816 que ese grabado cerrara La Tauromaquia. Es probable que pensara que esa imagen hacía excesivamente evidente la intencionalidad total de la serie que en principio tenía que pasar por algo inocuo y poco peligroso por comprometido políticamente. Pensemos que Goya siempre tuvo miedo al dolor y a la muerte a causa de sus padecimientos por enfermedad y que en esos años Fernando VII práctico todo tipo de torturas y ejecuciones contra sus contrarios políticos. Los hombres que aquí vuelan, son hombres que vuelan por su ingenio científico y no por artes de magia y brujería, como él mismo había representado en otras obras anteriores. Se basó en la noticia real de unos belgas que intentaron inventar máquinas voladoras como las que se ven, parecidas. Del mismo modo que el ser humano lograría volar con su atrevimiento, valor e ingenio, los españoles se habían enfrentado a un enemigo poderoso sólo con valor, atrevimiento e ingenio. Donde los mejores militares de Europa habían fracasado con las armas más modernas, los españoles más simples habían triunfado con navajas. Con este grabado se entendía mucho mejor el mensaje alegórico de toda la serie de La Tauromaquia.
De repente los musulmanes toreando a un toro que les embestía pasaban a ser invasores del pueblo español que se defendía, o bien una de las raíces de la raza española contra el enemigo que les embestía, depende de quien observe. Igualmente las imágenes de los íberos, la del Cid toreando o la del emperador Carlos I de España y V de Alemania, que son dos de los personajes históricos que conforman el imaginario español de defensa de lo español y del catolicismo (no olvidemos que la Guerra de Independencia tuvo un aporte ideológico en mucha gente que creía que era una lucha entre los valores cristianos contra otros ateos o satánicos representados por los valores democráticos franceses). Cobra también nuevo valor la acrobacia de Martincho toreando con los pies atrapados en unos grilletes. O el toro que aparece embistiendo al público al que pisoteaba y mataba tras saltarse la grada, toro que no en vano está volteando con sus cuernos al alcalde de Torrejón de Ardoz y no a un carpintero o un campesino cualquiera. Fue un hecho real, por otra parte, pero en Goya cobra otro sentido a sabiendas del doble sentido que pretendía darle a la obra. Cobra nuevo sentido el recortador que agarra el toro por los cuernos, o el que le engaña desde un caballo o el que lo hace saltando con pértiga. La Pajuelera de Zaragoza, una rareza femenina en la tauromaquia, se transforma así en Agustina de Aragón, una rareza militar en el sitio de Zaragoza. Los burros que embiste un toro vuelven a cobrar el valor metafórico de Los Caprichos y vuelven a ser la Nobleza absolutista y la Iglesia, con lo que el toro aquí pasa a ser los liberales de la Constitución de 1812, acosado por unos toreros que son musulmanes, o sea: el invasor francés. El estudiante Falces embozado puede ser perfectamente un guerrillero en su necesidad de ocultarse para combatir al toro, al francés. La costumbre del público de matar al toro con lanzas y medias lunas, público al que Goya llama "la canalla", costumbre porque el toro derribe a un torero, puede pasar por ser la misma idea que su cuadro El 2 de Mayo de 1808 en Madrid, también conocido como La carga de los mamelucos. Pero también hay otros grabados que nos recuerdan Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808. El toro en todo caso, unas veces es alegoría de los españoles y otras de las fuerzas francesas.
Todo esto podría poder haber pasado alegóricamente sin demasiados problemas, pero resultaba que hay otros grabados que hablan de que la Guerra de Independencia había sido también una guerra civil a tres bandas entre afrancesados y fernandinos, y dentro de los fernandinos entre liberales y absolutistas. Peor aún, había mensajes también de la represión política de Fernando VII al ser restaurado en el trono. Goya tenía ya problemas con la Inquisición por La Maja Desnuda, quizá eso ayudó a eliminar la enorme pista de interpretación que hubiera sido "Modo de volar". El grabado donde se ve al recortador y rejoneador Ceballos montando un toro negro contra un toro blanco era toda una declaración de la lucha de las dos Españas, una contra otra. En "Echan ierros al toro" se ve como un toro es atacado por una jauría de perros que ha soltado un hombre a caballo con ropas que, si bien eran propias de esa parte de la tauromaquia, nos recuerdan a las de un noble del siglo XVIII, o sea, una referencia a Fernando VII que represaliaba a aquellos españoles que habían combatido por él siendo liberales. La idea es similar al grabado donde se presenta al rejoneador Fernando del Toro intentando presionar al toro desde un caballo para que entre directo a su garrocha, o pica, para matarle, estando el toro totalmente manso ante él en esta escena. Nótese que aunque Fernando del Toro existió, su nombre se asemeja al de Fernando de Borbón. La secuencia de la cogida y muerte de Pepe Illo por el toro también se ubicaría en este sentido de injusticia del monarca sobre los que actuaron a su favor sin ser absolutistas, sobre todo por su ubicación hacia el final de la serie. Ya en Los Desastres de la Guerra habían aparecido algunos grabados finales que expresaban esta idea y que contenía toros y animales defendiéndose de jaurías, e incluso una mujer resplandeciente que moría y resucitaba a la que Goya llamo La Libertad. En aquella ocasión La Libertad era el foco de luz de escenas en total oscuridad que envolvía a los personajes, en La Tauromaquia el cuerpo de Pepe Illo es el foco de luz incluso dentro de la sombra.
Goya le entregó a Ceán Bermúdez La Tauromaquia sin "Modo de volar" en 1816 para publicarla y así nos ha llegado a nosotros en 2015. Espero que con este repaso se comprenda algo de lo que hay detrás de cada grabado de la serie, que es algo más que un acto de amor a la tauromaquia y admiración a los toreros por parte de Goya.
Paro aquí el análisis, pues creo que el lector interesado en visitar la exposición gratuita ya tiene pistas suficientes para contemplar la obra de Goya más allá de una lectura estrictamente del mundo de la tauromaquia. Estos grabados de La Tauromaquia eran algo más que eso. Aunque la Red Itiner expone en Alcalá de Henares en la Sala de Exposiciones de Santa María la Rica, en esta ocasión lo hace en la Casa de la Entrevista, ubicada entre la Plaza de los Santos Niños y el Palacio Arzobispal, en la calle San Juan. Abre todos los días por las mañanas y por las tardes, menos lunes y domingo por la tarde, creo. La exposición comenzó el pasado día 23 de febrero, como anunció las instituciones y la prensa local y madrileña, y acabará el próximo 16 de marzo. Tras pasar por Soto del Real y esta ciudad, pisará Valdemoro, Villaviciosa de Odón, Galapagar, Las Rozas, Getafe, Collado Mediano, Villa del Prado y Navalafuente.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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