lunes, mayo 21, 2012

NOTICIA 1088ª DESDE EL BAR: CENTRAL ELÉCTRICA, ESA NOVELA TAN ACTUAL Y RECOMENDABLE

"Querido profesor y alcalde:

'Tuvimos trato, aunque en pocas y a veces arriesgadas ocasiones, en los años sesenta. En el 68 me marché a Canadá como profesor de una universidad, donde, establecido con mi familia, sigo enseñando.

'El objeto de mi carta es bastante insólito. Debo darte algunos antecedentes: justo aquel año 68, durante las fiestas de San Isidro, fui invitado a dar un recital de mi poesía al pie de una estatua del Paseo del Prado. El recital fue prohibido en el último momento: agentes policiales de paisano llegados en dos coches me impusieron la prohibición en presencia del público. El desagradable incidente (del que creo sólo la prensa y la televisión italianas, allí presentes, informaron) no hizo sino reforzar mi doloroso y difícil propósito de marcharme de una España y un Madrid duros y hostiles.

'Han pasado muchos años. Han cambiado muchas cosas... tantas que Enrique Tierno Galván puede ser alcalde electo de Madrid. (...)"

(Carta de Jesús López Pacheco a Enrique Tierno Galván, en Madrid a 6 de agosto de 1983). 


Jesús López Pacheco fue un escritor español que tuvo que partir al exilio en 1968 a costa de la dictadura de Franco. Se fue a Canadá, a la población de London, en Quebec. Aunque él había sido Premio Nadal de literatura en 1958. Claro que un poco antes, en 1956, con 26 años de edad, había sido uno de los creadores y participantes del Congreso Universitario de Escritores Jóvenes, el cual fue cerrado abruptamente por las autoridades porque este fue un primer choque claro entre los universitarios e intelectuales españoles (entre ellos el profesor Tierno Galván) que no estaban exiliados y la dictadura. Hubo una gran represión y hasta marcó la vida del ministro Joaquín Ruiz Jiménez, al que Franco forzó a dimitir por querer crear una apertura intelectual a las izquierdas exiliadas y prohibidas (Jiménez haría un viraje progresivo en sus ideas que le llevarían al exilio, ya que sería quien comenzó a crear una opción democrática desde la derecha política, pero democrática al estilo europeo de partidos democristianos). 

 Pacheco, de ideas comunistas, escribió numerosos cuentos y dos novelas, aunque él parece ser que sentía mayor facilidad para escribir poesía, escribió varios libros de poesía y muchas de ellas sirvieron como letras de canciones a cantautores de la década de 1970'. Se considera que él es el máximo exponente de la corriente literaria del "Realismo Socialista", que en realidad algunos críticos no creen que exista, afirman que en realidad se trata de la corriente del "Realismo Social" denigrada o engrandecida con el nombre de "Socialista" por según qué críticos literarios de la época y sus ideas políticas, hasta el punto que los más proclives a la dictadura nacionalcatólica llamaron a los escritores realistas que trataban los problemas sociales desde ópticas y temáticas no burguesas "la Generación de la Berza", por aquello de que normalmente sus historias se desarrollaban en medios rurales, y porque en el comienzo de "Central Eléctrica", el libro más importante de Pacheco, una familia comía berzas. Lo cierto es que Pacheco pertenece a la Generación de 1950, para ser más asépticos. Esa es la generación de Camilo José Cela, Miguel Delibes, Caballero Bonald, Jorge Guillén, Juan Goytisolo, Blas de Otero... 

De Pacheco y lo que me une a él, muy intima y directamente además, ya hablé en la Noticia 1056ª. Tal conexión e intimidad encontré con él que ya escribí por entonces que busqué libros suyos, los cuáles se encuentran descatalogados desde 2002, aunque estoy plenamente convencido que se le volverá a catalogar pronto, más que nada porque no deja de ser uno de los escritores importantes de nuestra literatura del siglo XX, por más que dentro de los grandes nombres él esté sentado en una segunda fila, por así decirlo. Uno de esos libros que compré es "Central Eléctrica", en la edición de 1982 que editó Ediciones Destino. Una edición cuyas notas explicativas y reflexiones que añadió el autor yo ya las había leído en sus cartas originales enviadas a su editor, con algunas variaciones. El libro fue tratado por Isabel en "Tú Siempre Existes Dondequiera", aunque con algun error. Ella fecha el desarrollo de la acción durante la dictadura de Franco, entre 1939 y 1975, probablemente pensando en la multitud de presas de agua para crear centrales eléctricas en la década de 1950' en la que el libro fue escrito. Yo pensé lo mismo, sobre todo porque el padre de Pacheco era un ingeniero que se dedicaba precisamente a esto. Sin embago, el propio Pacheco nos dice en esas notas que, aunque nunca dice la fecha de la historia que cuenta, había introducido algunos pasajes que podrían ayudar a situarla. Decía que sólo el catedrático de la lengua Ignacio Soldevila había logrado acertar, y ese periodo son los tiempos previos a la Guerra Civil Española de 1936. Sinceramente, pese a esta aclaración, yo sigo convencido de que le cuadra mejor la época de la dictadura en la década de 1950.

Pese a esas cuestiones de fechación, y aunque el libro se puede leer como una crítrica social a las grandes diferencias sociales y la represión que se vivía, que trajo y mantuvo la dictadura, llevaba razón Pacheco cuando en la introducción de 1982 decía que el libro transciende el hecho de la dictadura y es un libro muy actual. Era actual cuando se escribió en 1958, era actual en su reedición de 1982, y es actual hoy, en 2012, porque la temática en el fondo transciende el hecho del régimen político. Nunca se menciona que exista una dictadura, sino que los habitantes de una aldea ficticia que algunos han situado en Cantabria, otros en Andalucía, Aldeaseca, ven alteradas sus vidas cuando una gran empresa llega a su municipio para anunciarles que quedará anegado por las aguas de un pantano que van a crear con la construcción de una presa para poder poner allí una central eléctrica. La empresa les saca de su vida ligada al campo y lo tradiccional para darles un empleo como obreros de la construcción de la misma presa y central eléctrica que ha de arrebatarles sus vidas, tanto en cómo y dónde se habían desarrollado, como, en el caso de unos cien personajes, literalmente por medio de accidentes de trabajo. La presa y la central cobran vida metafórica: la historia nos habla de la presión que las grandes empresas ejerce sobre la vida de los trabajadores y del trato paternalista que hace que la gente viva además ayudando a estar cada vez más arraigada y más fuerte esa empresa y sus ejecutivos, que les han cambiado sus vidas para llenarlas de agobios y penurias económicas con la falsa promesa de que eso es bueno para ellos mismos, a pesar de que antes de que se engatusaran con las promesas de progreso de los directivos de la central eléctrica ellos vivían con menos de una forma menos asfixiante. Es por tanto una novela muy actual en este 2012 aún. Quizá una novela atemporal pese a que se la relacione con la crítica social a la dictadura. Son las relaciones económicas y laborales, y la sociedad de consumo que se apropia la gran empresa, los ejes de una novela que en realidad habla de lo que las personas pierden de libertad cuando ya no trabajan para vivir sino para ser esclavos de las deudas que les impone el consumo que alimentan al aceptar todas las premisas de la gran empresa para la que trabajan.

La novela, lo dice Pacheco, tiene un titulo siguiendo las premisas del escritor ruso Chejov: algo breve que indique a modo general la temática estructural sobre la que se mueva la narración. También sigue los ritmos de La Iliada, de Homero, porque, también lo dice el autor, toda la novela está estructurada de forma vanguardista sin que haya un protagonista claro, aunque destaquen unos personajes determinados, donde todos a lo largo de la novela hacen algo destacable que el autor narra a modo de algo épico, a pesar de que en este caso no hay más épica que la de las preocupaciones cotidianas de unos trabajadores que pierden su pueblo, sus tradiciones, su tiempo y sus vidas. Pero sobre todo hay mucho de la novela La Colmena, que Camilo José Cela publicó en Buenos Aires (Argentina) en 1951 y que no se pudo leer en España hasta 1963, cinco años después que Central Eléctrica, de Pacheco. Pacheco se carteó brevemente con Cela, al que admiraba, e incluso cuando ejerció de profesor de español y literatura en una universidad canadiense no paró de impartir la lectura y el análisis del libro de Cela en sus clases. Contaba en su bilbioteca personal con numerosas ediciones (todas anotadas y subrayadas) de La Colmena. No pude saber si alguna de esas ediciones era la edición de 1951, aunque yo creo recordar que no había ediciones de Cela anteriores a 1963 en lo que yo vi con mis ojos, pero no pude comprobarlo. Por lo que no sé si le influyó mucho esa novela para la suya propia, pero sí que es cierto que su estructura e ideas son muy parecidas, con la diferencia de que Pacheco se centra en los puntos de vista de los obreros más llanos del campo llevados a la fábrica (la central electrica), y Cela más en lo urbano y los ambientes de los trabajos liberales y burgueses que se dan la mano en los cafés. Pacheco tuvo problemas con la censura y con las autoridades. Obviamente se exilió en 1968, pero su libro pudo leerse en 1958. Cela no tuvo que exiliarse, pero su libro tardó doce años en poderse publicar en España. Pienso que eso se deba a que la dictadura pudo creer que el tema de Pacheco tratara de un problema laboral y social, y el de Cela de un problema político, y que con el tiempo se dieran cuenta de que era al revés, o de que era más tolerable un Cela que no dejaba de ser de ideas conservadoras que un Pacheco que en el fondo era comunista. Sea como sea, las similitudes en la estructura de ambos libros es bastante grande.

Es muy llamativo también que algunas reflexiones de las notas introductorias que metieron en sus diferentes ediciones de sus obras Pacheco y Cela coinciden en varios puntos de vista. La defensa del Realismo, la utilidad de la Literatura para cambiar mentalidades sociales de lo injusto de un sistema social como el que se vivía en los años de la década de 1950, o aportar al cambio (aunque Cela y Pacheco ponen el enfoque en diferentes cuestiones, Cela apunta a la política y la dictadura pero desde la actitud de las personas, Pacheco apunta al capitalismo desde la actitud de las personas). La Literatura para ambos es Arte, pero también es herramienta para la libertad de la persona, del lector; no una guía política, pero sí una invitación a la reflexión para que el lector se desarrolle intelectualmente como persona libre dentro de las posibilidades que le permita el sistema social del momento.

También es interesante lo que Pacheco escribía sobre los críticos literarios, pues creo que es algo bien vigente todavía. Él detectó un cambio de actitud entre unos críticos literarios previos a la década de 1950 y otros posteriores más al servicio de cuestiones económicas y políticas, quizá porque él sufrió la censura varias veces. Decía: 

"(...) La 'hora del crítico' es una época en la que el crítico paso a ser, de experto en lectura, 'experto en escritura', y el escritor en lugar de escribir para los lectores, pasó a escribir, principal, y a veces casi exclusivamente, para los críticos, para los 'nuevos críticos'. (...) Muchos de los 'nuevos críticos', en lugar de limitarse a analizar lo escrito desde sus mismos presupuestos y en relación con el contexto literario, cultural e histórico, lo que hacían era superponer a su lectura juicios previos, es decir prejuicios y falsillas sobre cómo había que escribir y sobre qué había que escribir, pero también -lo que es más importante- sobre cómo no había que escribir y sobré qué no había que escribir. (...)

'¿En qué consistió al menos inicialmente este aggiornamento? Consistió en una consideración apresurada y superficial del estructuralismo y el formalismo, con frecuencia filtrados por la llamada 'Nueva Crítica' norteamericana. Para estar más 'al día', muchos neófitos y conversos estruturalistas y formalistas se transformaron en lo que sólo con un chiste verbal puedo expresar con rapidez y eficacia: 'estructuralistos' y 'formalistos' que consideraban tontos a los que no compartían sus esquemas ideológicos. (...)"

 (Jesús López Pacheco, "Cuatro notas a modo de epílogo para el curioso lector", en Central Eléctrica, Barcelona, ed. Destino, 1982).

 Este libro es fácil de localizar en las bibliotecas públicas. Todavía se puede comprar en librerias de viejo, tiendas de segunda mano y ferias del libro antiguo y de ocasión, aunque yo insisto en que creo, por el carácter importante del escritor muerto en 1997 y porque con este se cumplen diez años de su descatalogación, se le volverá editar en breve su obra en general. Sea como sea, su lectura, aunque desde esquemas propios de la década de 1950 española, es bastante actual. Muy recomendable en estos tiempos de crisis de 2008 y de tantas conciencias críticas con la actual situación que adora el mercado e ignora a las personas para encontrar soluciones a esa misma crisis logrando sólo empeorarla. Hay que volver a la persona.

Que la cerveza os acompañe.

2 comentarios:

Paola L. dijo...

espero de encontrar el libro en alguna libreria de lo contrario tengo dos opciones o ir ala biblioteca o esperar a que salga una nueva ediciòn;leyendo el post has despertado mi curiosidad sobre èste autor asi que el libro me lo leo cueste lo que cueste.Paola L.

Canichu, el espía del bar dijo...

Bueno, es de ese estilo realista de los años 1950 españoles muy seco, si te gusta el género te gustará. Aunque por supuesto tiene también esa denuncia social de la que hablo. Si estás decicida y lo encunetras espero que te guste.