"Cuanto mayor es la dificultad, mayor es la gloria", dice mi calendario en este mes de noviembre que eso lo dijo Marco Tulio Cicerón, el filósofo, el orador y político de la antigua República de Roma. La anécdota más conocida de Cicerón está en el nombre que le ha señalado a lo largo de la Historia, era un apodo. Si traducimos del latín Cicerón, o mejor dicho cicero, tenemos por resultado: Garbancito o directamente sin el diminutivo: Garbanzo. Cicerón, uno de los oradores más acertados de la Historia, tanto es así que dos mil años después de su muerte sus discursos y razonamientos se siguen estudiando para saber defender argumentos y tener valores, era en origen tartamudo. Ha trascendido que corrigió aquello con la constancia de meterse piedrecitas en la boca para hablar, con la idea de que su estorbo y peligro de tragárselas o romperse los dientes, le frenara el habla y le ayudara a corregirse a sí mismo. En otras versiones se dice que lo que se metía en la boca eran garbanzos crudos, de ahí el apodo. Otros dicen que el apodo le vino por ser bajito, regordete y calvo. Como sea, a Marco Tulio siempre le reconoceremos como Garbancito, porque o nos dicen Cicerón o no sabemos de quien nos hablan cuando nos hablen de Marco Tulio.
Este año todos los meses os he escrito la frase famosa que alguien dijo y que me anota a cada mes mi calendario, y en respuesta a un comentario de Forges sobre la desaparición de los humoristas gráficos, os he dado una viñeta de humor pintada por mí. No comparto ni creo en lo que dijo Forges. Creo en la falta de oportunidades de la gente que se dedica a hacer lo que sea que haga y que no encuentra quien les dé altavoz. Dinero, eso es lo que pasa, que unos lo quieren mucho y otros lo necesitan más.
Quien se enfrenta a grandes dificultades y las vence, mayor gloria alcanza... aunque si leemos bien, Cicerón nunca dijo que se venza a la dificultad, sólo que quien se enfrente a ella alcanza mayor gloria... si se vence o no, es secundario... y yo añado que incluso relativo.
Pongamos por caso los días 26 al 30 de agosto de 1914, en la Prusia Oriental del Segundo Imperio Alemán, en pleno comienzo de la Primera Guerra Mundial. El potente Imperio Ruso era conocido como el "rodillo ruso". Su enorme cantidad de efectivos humanos en sus cuerpos de ejército hacían pensar que por muchas bajas que tuvieran podrían acabar con los alemanes de manera rápida y llegar a Berlín, siendo entonces una guerra corta que acabaría para el invierno, combinado aquello con los movimientos de tropas inglesas y francesas. Efectivamente los alemanes tenían muchísimos menos soldados, con diferencia, y muchísimas menos unidades preparadas para luchar, pero estaban mejor organizados, mejor equipados, con mayor espíritu de lucha por muchos motivos, y tenían la más moderna tecnología de guerra. Se enfrentaron en Tannenberg.
La batalla de Tannenberg pudo cambiar el rumbo de la Historia evitando millones de muertes futuras en otros frentes de combate. Los alemanes, con grandes desventajas frente a los rusos, vencieron aniquilando a gran parte del ejército ruso. En los días siguientes, en otras batallas, aniquilaron al resto. El Imperio Ruso desde entonces luchó en retirada y a la defensiva, mientras las tropas se desmoralizaban y se iba preparando las condiciones para la revolución rusa de 1917. En cierto modo Tannenberg cambió la Historia en muchos rumbos muy diferentes y a largo plazo. Aún vivimos de sus consecuencias. Para los alemanes la dificultad de vencer a los rusos era algo evidente. Todo apuntaba según la creencia militar menos especializada de la época que iban a ser barridos del mapa. Pero lograron un triunfo, y he ahí la gloria de aquellas tropas alemanas, fuese cual fuese sus motivos de guerra y su injusticia invasora. Para las tropas rusas parecía que sería fácil, pero los altos mandos del Imperio sabían que iban a tener grandes cantidades de muertos, pues su tecnología militar y sus técnicas llevaban un retraso considerable frente al de los contrincantes. También para los altos mandos rusos, y para los soldados rasos, aquella batalla era una gran dificultad. No vencieron. ¿Gloria? No podríamos hablar de gloria en el sentido de que ni siquiera el Imperio Ruso sobreviviese, podríamos interpretar otro tipo de gloria en ellos, en los que combatieron pese a saber que lo más seguro era morir despedazados o ametrallados por los cañones y ametralladoras alemanas en cuanto dieran siquiera dos pasos adelante. Murieron, sí, fueron mutilados sí, fracasaron, sí, perdieron la batalla, sí, se derrumbó el Imperio, sí, pero no deja de ser glorioso en esa batalla su entrega a una muerte segura por la idea de salvaguardar a otros rusos.
Pero si admitimos también que en la guerra no hay gloria, pensemos entonces por ejemplo en la primera circunnavegación del mundo, en el siglo XVI. Ha pasado a la Historia que fue una expedición española muy menguada por la muerte la que la completó a las órdenes de Juan Sebastián Elcano, sin embargo la expedición fue a cargo de Fernando de Magallanes. Fue con este comandante que nació la idea y el propósito de encontrar un desconocido paso de mar entre el océano Atlántico y el Pacífico navegando desde España por América hacia el sur. Con grandes esfuerzos y tragedias, Magallanes lo logró, casi perdiendo los dedos buena parte de la tripulación doblando el Cabo de Hornos. Magallanes llegó hasta las Filipinas, y fue allí donde murió asesinado por la población filipina. Los caciques tagalos de la isla a la que llegaron les invitaron a una cena a los marinos españoles. La invitación era una trampa donde los caciques trataron de matar a los expedicionarios, cosa que lograron, ya que los asistentes iban con galas de fiesta y no disponían de armas de defensa útiles. Fuese cuáles fuesen los detalles de la muerte de Magallanes y algunos de los suyos, que no lograra dar la vuelta al mundo él en persona, empresa difícil en sí misma, no le resta gloria, aunque su segundo de a bordo, Elcano, fuese el que completase esa navegación huyendo de los portugueses al pasar por África.
En ambos casos tenemos que la gran gloria que da enfrentarse a grandes dificultades puede ser por el triunfo o por el intento, pues puede haber fracaso. La cuestión no es el triunfo o el fracaso, Cicerón en esa frase sacada de su contexto, sólo menciona el enfrentarse a una gran dificultad, el resultado no lo menciona.
Marco Tulio no quería ser tartamudo, y hay que reconocer que en el siglo I antes de Cristo la ciencia médica no estaba muy avanzada en logopedia. Con constancia se enfrentó a su gran dificultad con aquellas piedrecitas. Dejó de ser tartamudo. Ahora es Cicerón. Esa es su gloria más íntima y personal.
En los últimas décadas muchos occidentales nos hemos acostumbrado a no enfrentarnos a grandes retos personales. Peter Pan dijo "morir será una gran aventura", cuando pasó desde ser inmortal a humano mortal, pero no dijo nada sobre que su intención fuese morirse al hacer aquella empresa tan difícil por amor a Wendy. Yo sólo os digo una cosa, a veces estamparse contra una pared también merece la pena, machacarse contra ella es ya lo suicida. Lo bonito sería encontrar puertas en la pared, humo que la suavice y desapareciese al acercarse, sin machacarse uno en ella. Y a veces, ocurre.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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