NOTICIA 196ª DESDE EL BAR: BOICOT

Este locutorio me boicotea. Dos veces que estaba escribiendo un post, dos veces que el ordenador se apagó sólo... y no sólo es que me fastidió los post, es que el contador no se apagó, corre y eso es dinero a pagar. ¿Viven de este negocio y no instalan antivirus potentes en sus equipos? Qué carajo. Iba a comentar mi noche esteparia de ayer, sin Chico Gris, pues se fue con la "Shoni" a un concierto, pero paso. Me voy de este locutorio, no quiero que esto se apagué una tercera vez y me deje con cara de supertonto.

Cansancio vital. Noche entretenida, eso sí. Ni me molesto en escribir una tercera vez lo que escribí dos. La primera usé un tono divertido, la segunda un intento de repetir lo fundamental de lo que dije, en esta tercera lo mando al carajo. No lo vuelvo a escribir.

Encontré una biografía que me pareció la más cojonuda de las biografías de las que hasta ahora he encontrado. Me gusta conocer gente y gente extraña... ya lo sabéis y ya comenté sobre algunos, no todos, los que he encontrado en este camino de blogger, por bares, calles, archivos, en mi vida diaria, de carne y hueso, o bien a través de libros, revistas, blogs o canciones... Los de carne y hueso, los que conozco en persona, me dan muchas satisfacciones, me estimula conocer mundos. Pero desde luego la biografía más intereante que conocí hace poco es una biografía que encontré en un reportaje de una revista de historia.

Se trata del gato Oskar, el gato que viajaba en la Segunda Guerra Mundial en el acorazado NAZI Bismarck. Creo que era en el Bismarck. El acorazado fue hundido en el Atlántico, quizá en el Mar Caribe. El gato fue uno de los supervivientes, al encontrar un resto del barco que flotaba. El barco inglés (¿o era norteamericano?) que lo rescato fue torpedeado por un submarino NAZI y también se hundió. El gato se las apañó para salvarse de nuevo flotando en las aguas. Le rescataron nuevamente y también fue hundido por otro barco el barco que le rescató... y Oskar volvió a ser un náufrago. El lindo gatito gastó sus siete vidas entre unas cosas y otras, pero el último barco en el que viajó le llevó a Gran Bretaña, donde los gatos no tienen siete vidas, si no nueve. Vivió con la familia de un alto rango militar, y dijeron que el gato eliminó sus actitudes alemanas y se volvió plenamente "británico al servicio de su Graciosa Majestad". Me gustó esta biografía.

En fin, hoy me siento en uno de esos días de vacío existencial o de cansancio vital, no lo tengo claro. Tal vez mejore esta noche. En principio me voy a casa a escuchar a Bob Dylan aquella canción que decía: "estoy bien, mamá, sólo estoy sangrando".