Pues hoy no nieva. Me he levantado... ¿me he levantado? En realidad sí, me he levantado en cuanto que anteriormente estaba tumbado en la cama, aunque despierto llevaba unas horitas. A lo que vamos, me he levantado muy temprano en la mañana. Toda la casa a oscuras, no se había levantado ni mi abuela senil a sentarse a oscuras en el salón de la parte vieja de la casa. Eso sí, he empezado a oir arañazos en mi puerta. La abro y sale disparada mi gata a saltar sobre mi cama y de ahí al armario. Ya ni buenos días a lametones, ni vinagre en salsa. Le digo que se baje, y la gata: que si quieres arroz catalina. En fin, es madrugada y decido ducharme. La gata detrás. Se pone al pie de la ducha a observarme... no tenemos secretos mi mascota y yo... Termino de ducharme. Abro la ventana. No nieva. Bueno, ya lo hizo el día anterior, ¿no? Ni puñetera idea de qué hacer. Se me había acabado toda mi tarea del día hasta la hora de comer. En fin, he decidido dar un paseo matutino, recoger el periódico, e ir a mi facultad para consultar gratuítamente mi correo electrónico. Pues nada, había un mensaje. Lo leo. Me tranquiliza. Ahora, ¿qué más puedo hacer? Pues supongo que de momento volver a casa, a tocarme el nabo... o a escuchar música, no lo tengo claro. Eso sí: el día ha mejorado en cuanto a mis circunstancias sentimentales... ¿o no? No sé, supongo que sí, ya se verá al final del día. Joder que día... a ver si al menos me encuentro una revista de pasatiempos.
1 comentario:
¿Para qué coño tienes la mano derecha?
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