sábado, agosto 15, 2020

NOTICIA 1986ª DESDE EL BAR: ÍDOLOS. MIRADAS MILENARIAS

A comienzos de esta semana, aprovechando el único día libre que tenía entre que acababa mi anterior trabajo y comenzaba el nuevo el miércoles, fui a la nueva exposición gratuita del Museo Arqueológico Regional de Madrid, llamada Ídolos. Miradas milenarias. Por las normativas creadas a causa de la pandemia de la Covid-19 no te dan la habitual entrada de papel al entrar, aunque otros museos sí te la dan. Tampoco te dan el tríptico informativo presentando lo que vas a ver, lo han creado en formato digital en pdf y debes usar Internet para verlo, es este. La cosa es que les ha dado una fiebre total por lo tecnológico y aunque hay paneles explicativos generales para los diversos grupos de piezas que han montado con carácter pedagógico, lo cierto es que cada pieza individual tiene una cartela indicando estrictamente el nombre de lo que es, su datación y dónde se encontró arqueológicamente, pero no da ninguna explicación, ni contexto, en su lugar han puesto numerosos códigos que puedes leer con tu teléfono mediante Internet, si tienes la aplicación... ¡y un móvil con esa capacidad!, porque lo cierto es que... ¡nadie tiene la obligación ni de tener teléfono móvil, ni de tenerlo con capacidades más allá de las básicas! Mediante esos códigos se suministra la información que físicamente no se da. En fin, al menos la información de los paneles generales es bastante suficiente para hacerse una idea general. Esos códigos se han generalizado por todas partes, sobre todo en bares y restaurantes y lo que ha ocurrido es que se han dado de bruces con la realidad, no sólo la gente no tiene esas aplicaciones, ni quiere ponerlas, sino que han encontrado clientes que no tienen móviles con esas capacidades o que simplemente no entienden cómo funciona o cómo funciona Internet, por lo que se han visto obligados a volver a lo tradicional de toda la vida: escribir sus menús y precios en pizarras y carteles ante la prohibición de poner hojas de menú en las mesas. No lo olvidemos, las tecnológicas harán presión para decir que sus soluciones son las únicas viables, pero no lo son, y tampoco lo olvidemos, hay asesores políticos que tienen unas vidas tan alejadas de las vidas comunes que creen que todo el mundo tiene las mismas capacidades, intereses y conocimientos que ellos, y no es así. Todo esto podría comenzar a tener remedio si frenáramos algo que hace años que comenzó: que todos y cada uno de nosotros comenzáramos a fomentar la idea que nos inculcan de que lo más moderno es lo mejor es falsa o bien no es cierta necesariamente en todos los casos.


Volvamos al asunto de la exposición. "Ídolos. Miradas milenarias" es una exposición temporal gratuita que se inauguró el pasado 28 de julio y durará hasta el 10 de enero de 2021. Recoge piezas arqueológicas de la Península Ibérica, tanto de España como de Portugal, procedentes del Museo Arqueológico Nacional (de España), del Museo Nacional de Arqueología (de Portugal), de los museos arqueológicos de Sevilla, Jaén, Cádiz y otras ciudades de Andalucía, así como del Levante peninsular. Se trata de piezas tanto de grabados en láminas de piedra, como esculturas figurativas en cilindro que teóricamente representan caras humanas tatuadas o pintadas, que personalmente siempre me recordaron búhos, hay otras piezas tipo báculos y maquetas, así como videos. Los ídolos son de fechas que oscilan del 4000 antes de Cristo al 1500 antes de Cristo, aunque predominan las datadas en torno al 2000 antes de Cristo. La comisaria de exposición, por otro lado, es una catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá, Primitiva, que no me llegó a dar clases a mí en los años 2000, pero sí su esposo, Balbín.


La exposición peca de lo mismo que han pecado otras exposiciones temporales en el Museo Arqueológico Regional de Madrid, sus explicaciones son taxativas, más que presentarlo como teorías lo presentan todo como hechos innegables. La cosa es que tampoco te explican porqué llegan a esas conclusiones, dando por hecho además que el visitante tiene amplios y grandes conocimientos tanto arqueológicos como prehistóricos e históricos. Así por ejemplo, se dice que las figuras cilíndricas representan humanos y que los círculos son tatuajes en torno a los ojos, los cuales intoxicaron a un grupo de mujeres que debieron tener dolores, visiones y a la larga la muerte, dado que lo que usaron para crear la pintura era polvo de un metal muy tóxico. No niego que esa teoría pueda ser la más plausible, o que el hecho de ese grupo de mujeres se intoxicara a la larga de su vida, pero como no se explica el porqué de todas esas afirmaciones, porqué no puedes pensar que no sean humanos, o que sean pinturas y no tatuajes, o incluso trajes, queda cojo y deja un sabor de boca un tanto inconformista, aún a sabiendas (como historiador) de algunos de los porqués de esas afirmaciones de sus paneles que la exposición no dice. 


Para haceros una idea, cuando yo entré en la sala había un grupo de unas cuatro personas las cuales por su conversación eran arqueólogas o catedráticas de Prehistoria que habían venido a Alcalá para ver en concreto esta exposición. Las valoraciones que os he comentado más arriba también las tenían ellos, solo que se lo tomaban con más humor. Ahora bien, hay que anotar un nuevo tirón de orejas tanto al museo como a este grupo de gente. A pesar de que por la Covid-19 el museo casi no tenía gente, no hay que hacer como ellos, ni tampoco hacer la vista tan gorda como hicieron los guardas y ujieres o vigilantes de sala del museo. Hablaban tan alto que estuvieras donde estuvieras les oías. Su conversación de grupo de amigos, risas incluidas, bromas, protestas entre ellos, me invitaba a llevarles unas aceitunas. Creo que si se las hubiera llevado junto a unos vinitos podrían haber estado aún más a gusto, huesos de aceitunas tirados al suelo mediante, solo habría que tirar serrín al suelo, y ya si eso encender los fogones para llenar la sala de ese olorcillo de brasa y grasa reconcentrada en buena bodega con salida de humos en mal estado. 


La exposición resulta repetitiva, pero es verdad que tiene piezas que nunca antes se habían juntado para valorarlas en conjunto. Se trata de posibles figuraciones o de dioses, o de semidioses, aunque la probabilidad más aceptada en los circuitos arqueológicos es que se trata de la representación de líderes, reyezuelos, héroes o hechiceros, ya que muchas se han encontrado en torno a enterramientos que pudieran ser de linajes importantes dentro de los poblados por las características de cómo fueron enterrados. Hay más misterios que certezas en torno a los porqués de estas figuras. Hay otras teorías también muy plausibles sobre que pudiera ser una adaptación de Astarté o alguna otra diosa fenicia que los íberos conocieran desde Andalucía y Levante por la llegada de los fenicios primero, luego de griegos y de cartagineses muy posteriormente. De hecho, la abundancia de estas en Andalucía, junto a otras evidencias arqueológicas y citas de textos de la época, aunque la exposición no lo cita porque quizá Primitiva no lo apoye, es lo que hace que muchos prehistoriadores e historiadores crean que era el reino de Tartesos o Tarsis, pero solo es una teoría. Son piezas importantes, eso sí que es cierto, que nos ayudan a indagar cada vez más en el pasado prehistórico y protohistórico de la península. En los últimos años se han potenciado mucho las excavaciones en torno al pasado ibérico y el Museo Arqueológico Regional suele fijarse mucho en ellas.

 

En una de las zonas de la exposición hay dibujados en el suelo, en la moqueta, una serie de esqueletos amontonados entre sí. Un panel te explica que esa era la disposición en los que fueron encontrados una serie de restos humanos en una de las tumbas íberas que aportan hasta dos cráneos trepanados a la exposición. Me ubiqué al lado del dibujo como si estuviera en la tumba tratando de elaborar mis hipótesis de porqué algunos cadáveres parecían disponer de una posición más cuidada que otros que parecían simplemente lanzados a la tumba. Por un momento la luz del panel de detrás mía hizo reflejar en el interior de mis gafas lo que figuraba ser la pared de la tumba, mientras que delante tenía una pared oscura, lo que por un momento daba sensación de estar dentro de la tumba comunal. Fue un efecto casual, pura chiripa al intervenir el cristal de mis gafas. Esa visión de cómo lo veía yo fue una sensación que se sumó a la visita y me hizo sentir que fue una buena visita, aunque creo que el museo ha tenido exposiciones mucho mejores que esta, pero esta, quizá sea por la ausencia de viajes vacacionales de la gente a causa de la Covid-19, es una exposición que ha levantado mucho interés entre los alcalaínos en general. Conozco ya a mucha gente que me dice querer ir.


Saludos y que la cerveza os acompañe.



No hay comentarios: