martes, octubre 31, 2023

NOTICIA 2265ª DESDE EL BAR: TODOS LOS MARES LLENOS DE OSTRAS, de AVRAM DAVIDSON

 

El octavo capítulo de mi serial anual de un relato clásico de terror en la Noche de Todos los Santos (o Halloween). En esta serie de un sólo capítulo al año, este año: Todos los mares llenos de ostras, escrito en 1958 por el estadounidense Avram Davidson (1923-1993), que escribía ciencia ficción y fantasía. Este relato tiene en sí un escarceo en el terror que os cuento y reinterpreto. Espero que los disfrutéis. 

Capítulos anteriores del serial de la Noche de Todos los Santos (o Halloween):

2014: Noche de espanto, de Anton Chejov en 1884.
2016: El Horla, de Guy de Maupassant en 1888.
2017: La verdad sobre el caso del señor Valdemar, de Edgar Allan Poe en 1845.
2018: El gnomo, de Gustavo Adolfo Bécquer en 1863.
2019: La última risa, de D. H. Lawrence en 1924.
2020: El hombre de arena, de E.T.A. Hoffman en 1817.
2021: La familia Vurdalak, de Aleksèi Konstantinovich Tolstói en 1863.
2022, La orquidea indecisa, de Arthur C. Clarke, 1956.

miércoles, octubre 25, 2023

NOTICIA 2264ª DESDE EL BAR: POLVORÓN

 Hoy he visto en un ultramarino regentado por un chino que se vendían polvorones sueltos. Si ya es sorprendente que cada vez más unos y otros pretenden adelantar la sensación comercial de la Navidad de diciembre a, parecer ser ahora, octubre (Loterias del Estado lo hace a julio), no paró de sorprenderme esa capacidad adaptativa de los comerciantes chinos para sacar el máximo beneficio de dónde pudiera haber negocio. En España tradicionalmente los polvorones se venden en cajas, o sea: se venden juntos una cantidad determinada de ellos. De algún modo esta persona ha llegado a la conclusión de que alguien puede querer comer polvorones, pero no comprar cajas de ellos. No es la primera vez que lo veo. En el que hay debajo de mi casa veo vender de manera individual pastillas de caldo de una conocida marca que en realidad las vende en paquete. Así con otro tipo de productos que lo habitual es venderlo en paquete. Supongo que abren los paquetes, calculan el precio individual y un beneficio y a venderlo. 

No se me entienda mal. No me disgustó el asunto, lo cierto es que viviendo solo hasta me parece de cierta utilidad práctica. En el caso de los polvorones me parece de lo mejor. Si estas Navidades que vendrán me apetece un polvorón, no tengo porqué comprarme cajas que normalmente se piensan para comerlas por grupos familiares, no es el caso. Con uno me basta, y para eso o confío en bares que los den en desayunos o de broma con cerveza de noche, pero de estos ya prácticamente no hay ninguno, no como antes, o bien me entrego a estos ultramarinos que los vendan por unidad y comprarme uno cuando me apetezca. Me sobran todos los que puedan caber en una caja. Sólo el detalle, si me apetece, no el atracón. No obstante, desde hace unos pocos años, en otros ultramarinos regentados por chinos se venden roscones de Reyes individuales.

La cosa es, repito, quedo sorprendido (es retórico, no lo estoy) de la capacidad que se va adquiriendo para adaptarse a hacer beneficios hasta intentando hacer este a base del más mínimo ingreso. A la vez se cambia un poco los usos y costumbres habituales, pero aunque se haga por la iniciativa de ganar dinero por parte de los empresarios, este ha comprendido algo que la sociedad en general sigue sin querer comprender: vive mucha gente sola y se lanzan costumbres de consumo grupal que les excluye.

La soledad indeseada afecta cada vez más a gente de mediana edad y joven, ya no sólo anciana. Y esto afecta en todos los aspectos de la vida de una persona. Y esto lo ha comprendido el comerciante, no sólo por el aspecto económico, puede que ese polvorón tenga más connotaciones que las económicas.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

sábado, octubre 21, 2023

NOTICIA 2263ª DESDE EL BAR: HACKNEY DIAMONDS

Ya puedo decir que fui una de esas personas que compraron un disco de los Rolling Stones el mismo día de su lanzamiento, que lo anoté en mi calendario y que ayer, que fue el día, tras salir del trabajo en lugar de ir a casa a comer fui a comprarlo. Sólo llevaba una mañana en las estanterías de los comercios. De acuerdo, yo nací en 1979 y los Rolling Stones se fundaron en 1962, pude haber comprado más álbumes de ellos en el día de su lanzamiento, pero eso no ocurrió. El único álbum sacado en el mismo año de su lanzamiento de los Rolling Stones que tengo antes de este es Rock and Roll Circus, el cual fue un regalo de Navidad que me hizo mi madre en 1996. Lo habían sacado precisamente para que tuvieran muchas ventas en esas fechas. Fue mi primer disco de ellos. Luego, con el tiempo fue comprando otros hasta que un poco antes del confinamiento por la pandemia de 2020 completé absolutamente todos sus álbumes de estudio y algunos conciertos. Así que fue emocionante comprarse ayer Hackney Diamonds. La cosa es que en torno a primavera o comienzos de verano ellos mismos pusieron la miel en los labios cuando dejaron caer que los Rolling y los Beatles que quedaban iban a aparecer juntos en un álbum. Siendo también un apasionado de los Beatles era algo totalmente tentador. Una rareza digna. 

El disco en realidad estaba siendo preparado por los Rolling Stones desde 2019, o eso se rumoreaba, porque querían celebrar con un álbum sus sesenta años de carrera musical ininterrumpida, siempre con material nuevo cada vez que sacaban álbum de estudio. En 2020, con la pandemia y el confinamiento, se rumoreó que habían tenido que parar todo, pero que seguían tocando juntos, de hecho se hizo popular una canción que grabaron tocando cada uno desde su casa y montando una pantalla de pantallas mostrándoles. Sonaba muy bien y más de uno creímos que eso era parte del nuevo álbum que preparaban. La canción era "Living in a ghost town", pero esa canción se quedó en apenas un video y un single, no está en el nuevo álbum, al menos que vayan a sacar más adelante alguna versión especial que la meta de bonus track. El año 2020 acabó y preparaban una gira mundial para 2021-2022, sin embargo, el baterista Charlie Watts, fundador del grupo, murió en agosto de 2021 y todo parecía volver a pararse o a ralentizarse. Era dudoso que sacaran ese disco por el sesenta aniversario en este 2022... y sin embargo anunciaron que habría gira con un baterista que el propio Watts les recomendó como sucesor, Steve Jordan. Sin embargo, este toca con ellos, pero no figura como Rolling Stone oficial, igual que le pasa al bajista Darryl Jones, que sustituye a otro Rolling Stone fundador desde 1993, Bill Wyman. La cosa es que aunque se pueden considerar Rolling Stones, oficialmente el resto de la banda no les da el título por aquello de no repartirles todos los beneficios que se llevan los Rolling Stones más veteranos. En septiembre de este 2022 sacaron el single "Angry", con videoclip incluido y entrevista en el programa de televisión nocturno más visto en Estados Unidos de América. Anunciaban así que el 20 de octubre sacaban ese nuevo disco con nuevo material.

Hackney Diamonds hace referencia a un barrio londinense que conocían bien los miembros de los Rolling de jóvenes, Hackney, que en aquella época era objeto de una expresión en jerga, en argot, que era "diamantes de Hackney", que era como llamaban por las mañanas a los cristales rotos en el suelo que se podían ver de los parabrisas y las ventanas rotas de los coches que robaban por la noche. A la vez es un juego de palabras, pues como la carpeta muestra, se refieren a un diamante literal que está siendo roto, siendo que los diamantes, en principio, no se pueden romper. Metafóricamente hacen referencia a la muerte de Charlie Watts, siendo el diamante el grupo y sus amistades y su muerte la rotura. Pero están más fuertes que nunca. Hay que reconocerlo, el disco es un buen disco. Muy buen disco.   

Charlie Watts aparece en el disco mediante dos canciones que llegaron a grabar con él. también aparece su hijo Andrew Watt, que es el productor musical pero que también hace alguna aparición en alguna canción. Steve Jordan está en casi todas las canciones en la batería. No es un álbum cualquiera, ha sido invitado a tocar con ellos otro de los fundadores originales, Bill Wyman, que opta por tocar el bajo en uno de los temas que toca Watts. Sin embargo, el bajista Darryl Jones, aunque participó de las sesiones de grabación, no aparece en el álbum, algo que no deja de llamar la atención y hace que nos podamos hacer preguntas de qué está pasando dentro de los Rolling Stones.

Otro de los desaparecidos, un invitado anunciado, es Ringo Starr, de los Beatles. Si llegaron a grabar algo con él, no está en el disco, lo que junto a la canción de 2020 nos hace pensar una vez más si no habrán guardado material para sacarlo como rarezas más adelante, a fin de cuentas, como grupo han cumplido sesenta años y ellos son octogenarios, y no parece que quieran parar, como decía una de sus canciones. El Beatle que sí aparece es Paul McCartney, eso ya es un bombazo. Se limita a tocar el bajo de una forma muy potente, pero sorprendentemente potente, como si le hubiera regresado el espíritu de "Helter Skelter". Lo hace en la canción "Bite my head off"

No es el único invitado, también está Elton John al piano en varias canciones, Stevie Wonder, y Lady Gaga, que es la única que no es anunciada solamente en los créditos de la carpeta interior, sino que también lo hace en la contraportada del álbum. Lady Gaga cambia aquí su registro propio y se vuelve un poco del mundo Stone, imitando y tal vez en homenaje que le quiso hacer Jagger a Tina Turner en sus años más rockeros de la década de 1970, cuando ella tocaba en las giras de ellos. Es el tema más largo del álbum y el que más recuerda a un rock de la década de 1970 con toques de los tiempos actuales, "Sweet sounds of Heaven".  

Uno de los puntos a favor de los Rolling Stones en todas sus épocas es que nunca se encerraron en un sólo estilo. Siempre se adaptaron a los tiempos que vivían. En este álbum no hay excepción. Tiene un sonido y un estilo plenamente del rock que se hace en esta década de 2020. Un rock anglosajón, británico. Quizá sea el álbum donde más se nota el acento británico en toda su carrera. Sin dejar de tener su propio sonido Stone, están a la altura de todos aquellos grupos de este siglo XXI que se os puedan ocurrir. Tiene bastantes baladas, eso es así, pero también tiene muchas canciones que son pura adrenalina. Algo bastante insólito para la edad que tienen, está claro que son los rockeros de siempre. Ahora bien, las letras parecen invitarnos a la paz los unos con los otros, la reconciliación, el bienestar de uno mismo reconociendo al otro. Y nos hacen pensar sobre el mundo actual y las relaciones que tenemos en él.

La última canción rompe con todo esto. Es "Rolling stone blues", compuesta y grabada por el bluesman Muddy Waters en 1950, la canción que inspiró a Bob Dylan y que les dio nombre a ellos como banda en 1962. La tocan y cantan en estricto sonido blues de los 1950. No le ponen aditivos. Es casi un homenaje no sólo a Muddy Waters y el blues, también a su anterior álbum, Blue and Lonesome, publicado en 2016. La canción, ubicada la última, es todo un guiño justo al comienzo de toda su carrera musical sesenta años atrás. ¿Habrá más discos? ¿Será verdad que se han guardado rarezas para sacarlas más tarde, otro año? ¿O será el último por causa mayor y esa canción será el broche?

Yo estoy disfrutando del nuevo disco. A mí me ha merecido la pena comprarlo. Saludos y que la cerveza os acompañe.  

martes, octubre 17, 2023

NOTICIA 2262ª DESDE EL BAR: DOS PROGRAMAS DE RADIO Y PRESENTO LIBRO EN LIBRERIA DIÓGENES ESTE VIERNES 20 DE OCTUBRE

 

El pasado sábado 14 de este mes de octubre fui invitado por Zia Mei y Maribel Domínguez para inaugurar la quinta temporada de su programa Ola de entretiempo, en Radio Creactividad. El programa dura una hora y fui colaborador de ellas, que dedicaron el programa a las moscas. En torno a los veinte o quince últimos minutos me entrevistaron con motivo de la presentación de mi libro Superman, Batman y Franco. La censura en tiempos de Franco este viernes 20 a las 19:30 en la Librería Diógenes de Alcalá de Henares, en la calle Ramón y Cajal, número 4. 
 

Igualmente, la periodista Paloma Garaboa me ofreció una entrevista con el mismo motivo para su programa Más de uno, en la cadena de radio Onda Cero Alcalá, la cual se realizó por teléfono ante la imposibilidad de estar yo físicamente en el estudio por haber iniciado un nuevo trabajo el martes 17 de octubre. 


Y os dejo el cartel de la Librería Diógenes para recordaros la fecha de esa presentación, donde se podrán comprar libros, tenerlos firmados y hablar del tema. 
 
Saludos y que la cerveza os acompañe.

miércoles, octubre 11, 2023

NOTICIA 2261ª DESDE EL BAR: SIETE PELÍCULAS

 Dicen los meteorólogos que después de este fin de semana que viene vendrá al fin el descenso de temperaturas y las lluvias que son más propios del otoño, que ya este largo verano acabaría. A ver si es verdad, porque estas temperaturas es algo totalmente anómalo y muy perjudicial. Hay que acabar con ayudar a potenciar el cambio climático. Como sea, en este largo verano yo me lo he pasado trabajando, hasta que a finales de septiembre se acabó el proyecto para el que me contrataron y por tanto mi contrato. Llevo octubre en paro, sin demasiada posibilidad de hacer cualquier cosa (todo es dinero), pero uno de mis antiguos jefes ha contado conmigo para tener un nuevo trabajo de dos meses que empezaré esa misma semana que viene, cuando al fin llegue el otoño, luego, justo en la puerta de Navidad, volveré al desempleo. Sea como sea, puesto que en verano prácticamente fue trabajar y andar por casa (a pesar de que cuando he salido ha sido muy sonado y hay quien cree que he estado saliendo todos los días, no es así, es el año que menos capacidad de movimiento -de vida- he tenido), a petición de un par de lectores por vía la red social Facebook, hoy: siete películas no obvias que vi en televisión en verano que creo que merecen la pena. Y la cosa es que no las había visto nunca antes, aunque tienen un tiempo ya. Me hubiese gustado ir al cine a un par de estrenos, pero por la precariedad económica y la inestabilidad laboral tan extrema, sumados a una grave avería que me llevó a cambiar todas las cañerías de mi casa dejando mi situación en una malísima cuerda floja en la que sigo, pues fue un quiero, pero mejor no arriesgarse a ir, no fui. Comento las siete películas por orden cronológico de sus estrenos, no tanto por el orden en que las vi.

El cerebro de un billón de dólares (Ken Russell, 1967): El canal de televisión Telemadrid cambió su clásica película del Oeste de las tardes por películas clásicas entre el cine de aventuras, el de acción y el de misterio antiguas. Toda una novedad que me permitió ver películas antiguas que para sorpresa para mí no sólo no había visto aún, sino que además tampoco conocía, pero me parecieron a tener en cuenta algunas de ellas. Una de ellas es este largometraje británico de Ken Russell en pleno año del apogeo de la psicodelia y los movimientos pacifistas, pero también de las películas de espías de James Bond. La película ha tenido en general malas críticas, según busqué luego, pero creo que con el paso del tiempo son injustificadas, porque es una película con un sutil sentido del humor en su argumento muy propio justo de esa extraña mezcla de cultura psicodélica, pacifismo, cultura pop y además, aunque parezca mentira, la acción de las películas de espías en plena guerra fría con malos imposibles que amenazan a todo el planeta. Esta película es digna de culto psicodélico aunque no sea psicodelia. Además, cuando se rodó en su día la productora debió ver muy claro que tenía algo porque tiene un poco de superproducción y cuenta con actores como Michael Kaine de joven o Karl Malden, no era un producto de Serie B. Se la tomaron muy en serio. Básicamente el espía británico Harry Palmer ha dejado su profesión para ser detective privado, pero el gobierno le vuelve a meter en el servicio para capturar a un multimillonario que cuenta con un potente ordenador y un ejército privado que viste cascos que recuerdan a los nazis y pretende atacar la URSS con una flota para provocar una guerra mundial que acabe con el comunismo, por lo que paradójicamente para 1967, año de la película, los comunistas también son "los buenos", igual que el espía. Una maravilla que insisto que no deja de tener un sutil sentido del humor, porque además hay por medio el robo de unos huevos Fabergé que, para colmo, terminan siendo un chiste dentro del chiste... y la cosa es que la película no es exactamente una comedia. Pero Russell sabía lo que tenía entre manos cuando mete en el metraje un encuentro entre el espía y el director del MI6 que no es que recuerde, es que exactamente igual que los que aparecen en las películas de 007 de aquella época. Planos coloridos que le dan además una estética pop muy golosa. 

Seis balas... una venganza... una oración (Gianfranco Parolini, 1976): Esta es una película italiana del Oeste, un espagueti western, Aunque ahora tiene el nombre de Seis balas... una venganza... una oración, su nombre italiano original fue Diamante Lobo... pero su nombre para el mercado internacional era God's gun (La pistola de Dios). Ya empieza la cosa fina, también. Esta película sí es de Serie B, posiblemente para los cines de barrio de mediados de la década de 1970, en un momento en el que el género de pistoleros estaba muy venido a menos, siendo que las nuevas generaciones les gustaba ahora las películas de mafiosos, las de la guerra de Vietnam y en breve las aventuras galácticas. Contaba de protagonista con Lee Van Cleef, que en estos momentos estaba venido a menos, aunque había tenido momentos de gloria precisamente con el cine del Oeste de Sergio Leone. Aún tendría el actor otros éxitos, pero en ese 1976 no eran sus mejores épocas y aceptaba trabajos como este para poder ganar dinero y a la vez no caer en el olvido. Interpretaba dos papeles, pues hacía de dos hermanos gemelos. La película también tenía a otro actor venido a menos, Jack Palance, célebre en el pasado también por películas del Oeste, y otro más, Richard Boone. No es un peliculón, pero es una curiosidad por la rareza de cómo Parolini mezcló géneros para crear este Western y eso es lo que me hace ponerla en valor: su rareza, su extravagancia. Básicamente unos bandidos asaltan un banco de un pueblo pequeño del Oeste, cuando el cura de allí se les enfrenta sin violencia. Ellos le matan. Nadie en el pueblo sabe que tiene un hermano gemelo, excepto una persona que manda a un niño a otro pueblo a avisar a ese hermano. El tal hermano vive como granjero, aunque en el pasado ha sido un peligroso pistolero a sueldo. Evidentemente decide ir a vengar a su hermano a aquel pueblo, donde se han instalado los bandidos sin que nadie del pueblo se atreva a hacerles algo, recordando esto a Infierno de cobardes, la película dirigida y protagonizada por Clint Eastwood en 1973, tres años antes. Hasta aquí podríamos pensar que es una película del Oeste más o menos normal, tirando a los tiempos de decadencia del género e intentando imitar la película de Eastwood, la cual sí tuvo mucho éxito. La cosa se vuelve especialmente una delicatessen cuando de repente Parolini le da un giro a todo y mezcla el género de Western con el de terror. Además con una historia de fantasmas narrada como se narraban en el siglo XIX, propia de Edgar Allan Poe. No da miedo, pero le da el ambiente de historia de terror decimonónica... y las historias de Western son precisamente de ese siglo. Cleef, aprovechando que nadie sabe que él es un hermano gemelo, decide aparecerse a unos y otros como si fuera el muerto y los va eliminando medio como un fantasma, medio como un pistolero. Esto fue otra maravilla de ver. La película no deja de ser de Serie B, pero esta idea no está mal planteada, sólo que ambos géneros estaban ya desfasados en su época y posteriormente ni esta historia de pistoleros son lo que se va a rodar a partir de la década de 1990, cuando resurge, ni se van a entender las historias de fantasmas clásicas propias de Poe como algo para adultos. De verdad que sabe bien Parolini crear ese ambiente romántico de las historias góticas del siglo XIX en pleno Western. 

Muerte en el Nilo (John Guillermin, 1978): Otra película británica. Con motivo del estreno en el cine de una nueva película del detective Hércules Poirot, hubo varios canales que recuperaron las películas que se rodaron en la década de 1970, que son las mismas que se están rehaciendo ahora. Aunque parezca mentira, esta aún no la había visto yo. Evidentemente esta película sí se rodó para ser una superproducción con una gran cantidad de actores conocidos, que si bien tuvieron mejores épocas, con esta película volvieron a estar en lo más alto, como Peter Ustinov, Bette Davis, Mia Farrow, David Niven y otros. Más aún, Guillermin apostó por poner música de Nino Rota, que era el compositor más solicitado desde que hacía poco había hecho la banda sonora de El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972). Basada en la novela de Agatha Christie, Poirot viaja por el Nilo en un barco de turistas y viajeros ocasionales de origen europeo, con tripulación egipcia, cuando se produce un asesinato de una joven millonaria. El capitán del barco le pide al Poirot que resuelva el crimen antes de llegar a destino, pues al ser un barco en un río, el asesino está entre ellos y no puede irse sin ser visto, por lo que su escapatoria sólo puede ser cuando desembarquen. Una correcta historia de detectives al estilo antiguo que van dando pistas para que el espectador pueda jugar también a ser detective. La metáfora del viaje mientras se investiga, a la vez que sirve de cronómetro como en un juego de mesa, no es la primera vez que aparece en las historias de Poirot. Logra mantener el interés del espectador y en comparación con la actual de 2022 me parece mejor montada, mejor pensada y creo que Poirot es un personaje bien entendido por el actor y por el director. A mí esta clásica de 1978 me parece más respetable.

El profesional (Georges Lautner, 1981): Esta fue una de las que puso Telemadrid. Todo un hallazgo para mí este largometraje francés. La protagoniza Jean-Paul Belmondo. Contesta al cine de espías que estaba haciendo Reino Unido con James Bond desde la década de 1960 y que seguía estando en muy buen momento a pesar de los años, por lo que había sido un cine imitado por Estados Unidos, y que mezclaba el espionaje con aventuras cada vez más curiosas y alejadas de la realidad geopolítica del tiempo en el que se rodaron. Lautner toma el espíritu del cine de espías tipo Bond, pero le quita todo ese bagaje de cine de aventuras que había ido cogiendo 007 con Roger Moore de protagonista. Devuelve al género a un cine de espías en plena Guerra Fría con un argumento serio de geoestrategia. Belmondo de repente es un espía muy creíble al que encomiendan el asesinato de un presidente de un país africano producto del proceso de descolonización francés que ha resultado ser un problema para Francia en sus intereses económicos y políticos con su antigua colonia. De pronto vemos al espía en su papel de asesino a sueldo, cosa que no se veía en James Bond, así como se verá los intereses de Estado y la guerra sucia, las operaciones encubiertas y una no alabanza a las acciones secretas del propio Estado. Eso se verá en las película de 007, pero no será hasta la década de 1990 y, mucho más, desde la de 2000. Así que Lautner se adelanta en 1981 a crear una devolución del género a un planteamiento adulto que no renuncia a la acción propia de estas películas. El nudo viene cuando en medio de la misión los intereses franceses cambian y el gobierno ordena no asesinar al presidente africano, que ahora era un intermediario necesario. Abandonan a su suerte al Belmondo, que es Joss Beaumont, y este es capturado y torturado por las autoridades africanas durante dos años. Logra escapar y decide vengarse de sus superiores a la vez que terminar la misión encomendada que había sido abortada. Evidentemente él se transforma en el objetivo a eliminar tanto por Francia como por el presidente africano, pero él quiere, además, destapar la guerra sucia encubierta de su país. Tiene un planteamiento y unas escenas mucho más atrevidas que varias de las películas de 007 de la época. Es una película a tener en cuenta y mucho.

Beltenebros (Pilar Miró, 1991): Yo conocía de esta película desde que la estrenaron, tenía 12 años. Recuerdo que me llamó la atención pero no la vi. No es que mis padres no me dejaran, eran muy liberales en eso, de hecho yo sí vi El crimen de Cuenca, de Pilar Miró también, de 1980, la cual era muy cruda. Pasaron los años y seguí sin verla, tampoco es que sea una película que la hayan repuesto en televisión de manera abundante. Cuando al fin he visto esta película en La 2, en el espacio que reservan al cine español un día a la semana por la noche, me pareció una película imprescindible como película de ficción para componer una filmografía que cuente el siglo XX español en adelante. Yo tengo varias en DVD con este fin y esta no me importaría incorporarla si la encontrara. Se basa en una novela de Antonio Muñoz Molina. Se ubica la historia en 1962. El Partido Comunista de España en el exilio decide eliminar físicamente a un dirigente del partido clandestino en la España de Franco, porque creen que es un topo infiltrado de los franquistas para delatar a sus militantes, ya que varios líderes menores han sido capturados y ejecutados o asesinados sin que hubiera habido posibilidad de haber sido descubiertos sin previa traición. Para ello contactan con uno de sus miembros exiliado en Reino Unido llamado Darman, el cual ahora mismo es inglés, pero que durante la guerra civil española fue un capitán de la República por el Partido Comunista. Darman se halla retirado de la actividad después de que años atrás hubiera participado de una misión parecida donde se sintió utilizado para matar en realidad a un inocente sólo por interés particular de los líderes en el exilio. Como sea, acepta el trabajo, se infiltra en España y contacta con una prostituta, Rebeca, que es a la vez la amante que esconde al dirigente que busca. A ella le oculta sus intenciones reales, pero ella duda, sospecha. Es otra película de conspiraciones casi de espías donde también se muestra la actividad de la policía político social del franquismo que va tras Darman sabiendo todo lo concerniente de su presencia en España. Es un relato narrado perfectamente con voz de cine negro, entre de espías y mafiosos, lo único que lo malogra para mi gusto es la forma de finalizar esa especie de duelo final, una forma muy a la española que es la que a partir de la década de 2000 varios directores huyen. Pero la película es una película que cuenta con muchas cuestiones técnicas y narrativas que nos puede llegar hacer pensar en una comparativa con un cine europeo que en esos momentos sólo un par de directores hacían en España, entre ellos Pilar Miró.

La voz de su amo (Emilio Martínez-Lázaro, 2001): Otra película que explica una parte de la Historia actual de España que creo que debe estar en mi colección de DVD si la encontrara. No la conocía hasta que me la encontré en La 2. Se ubica en Bilbao en 1980. Oliveira es un empresario portugués multimillonario que vive en el País Vasco y cuyos negocios en buena parte no son claros y levantan sospechas de todo tipo. Para más problema para él, la banda terrorista ETA le extorsiona para que pague el impuesto revolucionario, el cual se niega a pagar. Necesita un guardaespaldas que le evite ser víctima de un atentado. Cuenta por ello con un chófer, hombre de confianza y guardaespaldas llamado Charli. Charli vive dedicado por completo a la protección de Oliveira y de sus negocios. Un despido masivo en las empresas de Oliveira provocan una huelga indefinida en la que algunos obreros amenazan la vida del empresario. A la vez, otros empresarios que están a punto de ser absorbidos por Oliveira parecen amenazarle de muerte también ellos. En un ambiente así, Oliveira le encarga a Charli que cuide a su hija Marta, casi menor de edad, la cual está enamorada de Charli y desea tener sexo con él, aunque el padre no lo sabe y Charli lo quiere evitar a toda costa para no entrar en conflicto con su jefe. Todos los aspectos de esta historia se desbordan cada uno por su borde, hasta el punto que Oliveira es secuestrado por ETA. La trama es una trama de acción que de fondo nos narra en cine por primera vez la denuncia de algo poco hablado en el cine español: la connivencia de parte de los empresarios vascos con la banda terrorista ETA mediante el pago del llamado impuesto revolucionario. Una parte de la Historia de España reciente. Esto narrado como película de acción. Junto a otra película que narró en su día otro aspecto poco narrado en el cine español, El caso Almería (Pedro Costa, 1984), donde se cuenta el caso real del asesinato de unos jóvenes por parte de la guardia civil en 1981 al ser confundidos con miembros de ETA, ya alguna otra excepción del cine español sobre este tema y temas similares, creo que son buen material para explicar de manera lúdica, dentro de la seriedad del tema, cómo era esa parte de la Historia de la España más oscura y que menos se quiere tocar porque, a fin de cuentas, ETA era ETA.

Hitchcock (Sacha Gervasi, 2012): Es un biopic estadounidense que tuvo mucho reconocimiento en 2012 y que en ese momento no me llamó la atención lo suficiente. Narra el momento en el que el director de cine Alfred Hitchcock, que era uno de los más aclamados en el cine de suspense y terror, quiere dar un giro a este tipo de películas innovando en el modo de narrar la historia de un asesinato en la película que se llamará Psicosis (1960). Sus productores desconfían totalmente de una trama tan extraña, así como de las ocurrencias del director nunca antes realizadas a la hora de rodar. Le ceden un equipo de cámaras propias de televisión y no de cine. Para colmo, el director tiene problemas en su matrimonio, siendo que su esposa era una parte importante en la creación de sus películas, pues también trabajaba y colaboraba con él aportando equilibrio a varias de sus historias a la hora de montarlas. El problema viene porque Hitchcock es un mujeriego nada afortunado que se enamora y se desengaña de las actrices jóvenes y otras mujeres del cine que trabajan con él, pero que él a ellas no les gusta más allá de lo profesional y encuentran cierto pánico cuando su amistad con el director se vuelve en otra cosa cuando este se obsesiona con ellas y ellas quieren estar con otros hombres. El biopic de Hitchcock transforma al director en el psicópata obseso que él mismo rodaba en sus películas. Un enfoque muy interesante que hace de la película una especie de obra propia de él. Es más, el principio y el final hace un guiño a las intervenciones del director en lo que fue su serie televisiva de crímenes, haciendo así la broma de que cada metraje era como otro crimen. Pero Hitchcock es Hirtchcock y la reconciliación con el personaje viene con la reproducción de la anécdota real en la que en la reconciliación con su esposa este le dice que la quiere, ella contesta que ha esperado muchos años a oírle esa frase, y él responde que por algo le llaman el maestro del suspense. Hace esa escena de comentario de que todo lo mostrado en el biopic es sólo otra representación teatral dentro de una realidad más amable. 


sábado, octubre 07, 2023

NOTICIA 2260ª DESDE EL BAR: EL ARDUO CAMINO A LA AMNISTÍA

 Llevamos muchos meses en España con un debate sobre la mesa: la amnistía política para los delitos cometidos en los días de la consulta independentista en Cataluña en octubre de 2017. A niveles políticos, jurídicos y periodísticos parece que este debate se ha establecido en un "sí" o un "no" sin caminos intermedios o sin que parezca que haya alguien que no tenga su "sí" o su "no" claro. Se han escrito y dicho con razonamientos jurídicos y políticos la posibilidad y la imposibilidad de la amnistía, diciéndose cosas que incluso son contradictorias interpretando cada uno la Constitución sobre si tiene cabida legal o no. Lo cierto es que incluso el Tribunal Constitucional ha dicho el pasado 4 de octubre que hay veintidós sentencias de la actual monarquía parlamentaria que respaldan las amnistías como algo perfectamente legal. La Constitución no prohíbe crear amnistías, de hecho el Partido Popular (PP) durante el gobierno de Mariano Rajoy ya creó una amnistía por delitos fiscales en 2012, sin que por entonces tuviera los reparos que ahora tiene y sin que alegase que se rompería España. La propia monarquía parlamentaria actual es posible gracias a la piedra angular de la Transición: la amnistía política de 1977 para todas aquellas personas, partidos y sindicatos que en su día fueron inculpadas por leyes condenatorias por defender la legalidad republicana, así como los que posteriormente se opusieron a Franco durante la dictadura. El presidente Adolfo Suárez creó hasta dos amnistías para lograrlo, una en 1976 y otra en 1977, la segunda incluso benefició a una parte de miembros de la banda terrorista ETA, muy activa por entonces. Más allá de las amnistías, también han habido innumerables indultos, cuyo carácter legal apunta más al delito, no tanto a lo político. De hecho desde que tiene la presidencia de gobierno el PSOE con Pedro Sánchez, desde 2018, se han producido diversos indultos a participantes del referéndum ilegal del proceso independentista catalán, dando por resultado una tranquilización social en Cataluña. 

Han habido amnistías políticas en otros países recientemente, como Canadá o Francia, las cuales son democracias (algunos alegaron falsamente las amnistías eran cosa de dictaduras y absolutismos). Las amnistías no han supuesto una ruptura de ellos mismos ni una confrontación entre sus gentes, todo lo contrario, ha ayudado a encauzar la convivencia entre los que se veían en conflicto. 

Sea como sea, tampoco significa la amnistía la ruptura del régimen. Los ejemplos citados son una muestra, pero las mismas amnistías españolas de 1976 y de 1977 no rompieron España, sino que ayudaron a retomar la democracia y la convivencia. Previamente la dictadura franquista había otorgado cinco amnistías entre 1936 y 1975, a las que se unían algunas leyes exculpatorias, especialmente para descargar responsabilidades a los que se unieron a los alzados contra la República en 1936, y unos trece indultos generales. Por cierto, hasta tres de sus amnistías fueron dedicadas a delitos monetarios y fiscales. 

Se alega que la imposibilidad de la amnistía que se plantea ahora se debe a que en ella están implicados en pactar sus términos los propios inculpados. Bueno, en las amnistías de Adolfo Suárez de 1976 y 1977 también lo estaban. Son más que conocidos sus contactos con partidos y políticos de izquierdas, así como con sindicalistas, antes de legalizarlos precisamente para tratar el tema de su legalización y de su encaje en la nueva monarquía parlamentaria. Sobra citar la más que famosa entrevista que tuvo con Santiago Carrillo, por ejemplo, líder del Partido Comunista de España.  Si nos vamos más atrás, habría que anular la amnistía que el franquismo se dio a sí mismo el 13 de septiembre de 1936 para perdonar a todos los militares que se unieron en julio a la rebelión militar encabezada por Mola, Goded, Franco y otros generales. En realidad eran rebeldes contra la República, dentro de la zona alzada eran considerados leales a España, con esta ley de amnistía lo que se hacía era poner legalidad desde la zona golpista que buscaba ganar la guerra y a la vez crear un nuevo régimen político. Pensemos que en un principio la dictadura militar no era una monarquía, era una república hasta que Franco la pasó a monarquía sin rey por ley en 1947, designando como heredero de la corona cuando él, Franco, muriera, a Juan Carlos de Borbón en 1969. Y también habría que anular otra amnistía que el franquismo se dio a sí mismo el 23 de septiembre de 1939, la llamada "autoamnistía", por la cual se perdonaba todos los delitos políticos y todo tipo de crímenes cometidos durante la guerra siempre y cuando hubiesen sido cometidos para sumarse o ayudar al llamado Movimiento nacional, o sea: al franquismo. Aunque en esta amnistía hubo algún caso anecdótico de personas comunes republicanas que se pudieron beneficiar, era algo extraño y testimonial. Así pues, es difícilmente aceptable rechazar la validez o no de la amnistía que se presenta ahora porque se alegue que intervienen personas que se pueden beneficiar, sin que a la vez se rechacen esas amnistía de 1936, 1939, 1976 y 1977 que, unas de una manera que nos gusta más y otras menos, son la que conformaron la posibilidad de esa convivencia de la que ahora gozamos, aún a pesar de que en las de 1936 y 1939 había altas dosis de injusticia para aquellos que defendiendo la legalidad republicana en esas fechas eran ejecutados, encarcelados, exiliados o debían callar y/o recibir otros tipos de represiones más o menos graves.

Por otra parte, como un jurista recordaba en Cadena SER días atrás, recibir los beneficios de una amnistía pone en blanco lo hecho hasta ese momento, pero eso no impide que si después incurre otra vez en lo mismo y eso mismo sigue siendo delito, sea de nuevo objeto de detención, procesamiento judicial y condena. De ahí que los catalanes independentistas busquen atar la posible amnistía con un proceso de referéndum de autodeterminación pactado con el Estado. Aunque ambas cosas parecen inseparables, la cosa es que son cosas diferentes. La conveniencia de la amnistía parece evidente para normalizar la vida en Cataluña, más allá de los grandes nombres de la política, para hacer tabla rasa con aquellas personas anónimas que en esos días fueron inculpados de diversas cosas por sus actos en aquellos hechos. Tal como ocurriera en 1976 y 1977, la amnistía puede ayudar al reencuentro democrático. El asunto del referéndum se puede tratar o no, y se puede estar a favor o en contra, pero no debe entenderse como algo atado sin poderse separar de la amnistía. Aunque parezcan algo íntimamente unido, no es así. Se puede abrir un diálogo sobre su conveniencia o no, pero ese diálogo es otro. De lo que se trata ahora mismo es de hablar de la amnistía, y no como algo para que Sánchez gobierne sin más, como sostiene la derecha, sino como algo para normalizar la vida y la convivencia en España y en concreto en Cataluña.

Fuera de los razonamientos jurídicos que tan finamente se desarrollan estos días, en algunos casos de manera gruesa, quepa la utilidad política social que puede ofrecer la amnistía. En un viejo dicho chino, gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones. O siguiendo el pensamiento político europeo, en voz de Maquiavelo en el siglo XVI, lo importante es la finalidad del acto político, en este caso, el regreso a la normalidad democrática. La paz social en Cataluña en aquellos sectores donde aún no termina de llegar. 

Ya expliqué el pasado mes de abril los sucesos de 1934, los de la huelga revolucionaria de octubre, que llevaron al gobierno de derechas de la República en aquel año, de Lerroux, a prohibir a todos los partidos y sindicatos de izquierdas y encarcelar a sus líderes, lo que creaba una anormalidad democrática en Europa  que hacía que se cuestionase internacionalmente la validez de las elecciones previstas para inicios de 1936. Tras fuertes debates, Lerroux tomó la iniciativa de crear una amnistía en enero de 1935. Ayudó a encauzar la situación, a pesar de que la extrema derecha y determinados sectores de la alta burguesía y la Iglesia no terminaron de aceptar ni la amnistía ni que los partidos de izquierda hicieran la coalición política Frente Popular, que ganó electoralmente en febrero de 1936. No obstante, la Ley de Responsabilidades Políticas, creada por Franco, aparte de culpar de la guerra a los republicanos y no los propios militares alzados contra el gobierno, fijaba el comienzo de la guerra en octubre de 1934, y no cuando realmente fue, en el levantamiento militar de julio de 1936. Fuese como fuese, el propio Lerroux comprendió en los meses finales de 1934 que la normalidad democrática sólo residía en la legalidad del rival político y el goce de sus derechos y libertades al igual que el de quien no era rival político. Sobre todo esto ya hablé más extenso en la Noticia 2218ª.

Más aún, en el mismísimo 10 de octubre de 2017 yo mismo en esta bitácora, en la Noticia 1744ª, analizaba los acontecimientos, que se estaban dando al mismo tiempo, y con la reflexión de historiador yo ya entonces dije que la solución futura pasaría por una amnistía, que erróneamente yo creí que se daría en 2018, pero no se dio entonces. Como ya se ha dicho, PSOE y Unidas Podemos en coalición concedieron algunos indultos que han tenido una utilidad social de apaciguamiento indudable, a la vez que ha ayudado a poder ejercer el gobierno en el Congreso estos últimos cuatro años gracias a los votos de Ezquerra Republicana per Catalunya (ERC), un gobierno que ha sacado numerosa legislación social, de derechos y el aumento del salario mínimo, por ejemplo. Ahora se plantea la amnistía en 2023, o al menos acordarla en este año, si bien el máximo reparo que se le pueda objetar sea que pareciera que se hace con el objetivo de mantener a la coalición PSOE-Sumar en el gobierno, más que a la normalización democrática de la sociedad. Sea como sea, gato, blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones. 

Otra objeción que se puede hacer es cuánto pide el nacionalismo catalán para constituir ese gobierno, si es proporcionado o no, aceptable o no, ya que van más allá de la amnistía o del reconocimiento de las lenguas cooficiales en el Congreso. Pero en lo que es la amnistía, era evidente que tarde o temprano se debía dar y, a pesar de lo que dice el PP, incluso ellos algún día debían abordarlo si alcanzaban gobierno, aunque con Vox de aliado eso era imposible. 

El siglo XIX español está lleno de amnistías innumerables, fueron muy útiles para apaciguar la convivencia por ejemplo tras las guerras carlistas, o entre liberales y conservadores tras las graves represalias de Fernando VII contra los liberales, no obstante en sus últimos años de vida comprendió que su hija Isabel sólo podría ser reina con el apoyo de los liberales, a los que siempre había perseguido.

Pero a la vez los amnistiados futuros necesitan hacer su parte de los deberes, con un compromiso de diálogo y paz social, como ha ocurrido en toda amnistía. Pensemos que si se formara gobierno PSOE-Sumar sacar adelante cuatro años de gobierno puede ser algo difícil o imposible si no hay colaboración de la mayoría de los diputados del Congreso, sean del partido que sean.

El arduo camino a la amnistía. 

Saludos y que la cerveza os acompañe.

lunes, octubre 02, 2023

NOTICIA 2259ª DESDE EL BAR: EL VIEJO ESCRITOR

El poema era francamente malo. Quizá fue lo peor que había escrito Pablo Winchester. Allí lo tenía ante él, en un  pequeño papelito con algunos tachones realizados con bolígrafo azul. La fecha anotada en la esquina superior derecha indicaba 10 de septiembre de 2023, al otro extremo, en mayúsculas, se leía “En un lugar”, otra lamentable decisión con una pretenciosa referencia a uno de los escritores más influyentes de la humanidad. Tal vez quiso que aquella anotación fuera el título. Un desbarajuste. Aquello, en todo caso, no era asunto suyo, ni siquiera era algo que terminara de comprender. Volvió a leer el papel escrito abusivamente por las dos caras con una letra que denotaba un momento de inspiración desafortunado para escribir cualquier cosa.

Me hago pequeño
como un ovillo,
me hago cobijo
en mi agujero,
me arrebujo
en mis recuerdos
y no lloro sólo
porque estoy solo
y en la soledad
las mesas te acompañan,
las mesas cuya madera
habitaron los bosques
en altos árboles llenos de vida
donde yo mismo a su sombra
pensé un futuro
que no ha pasado,
las mesas sólo
en la soledad
donde como, 
las mesas cuya madera
surcaron los mares
montadas en barcos,
las mesas donde no hay nada
mientras me apretujo
a mi mano enroscado
tumbado en el sofá,
donde me siento solo
y el futuro
no está.
Entre las sombras,
la hiedra
y la piedra
tirada al río
donde el agua pasa
y tú no pasas.
Barca llena de enredaderas
e insectos
como en la estatua vieja
que en otro tiempo fue montaña
o la mano cortada
de bronce que llama a la puerta,
pero sólo reposa sobre madera
que en otra época
lo hizo todo como olmo
para alzarse verde
y casa del gorrión en medio de la dehesa,
ahora guarda un lugar donde unos y otros pasan,
y yo,
yo como un ovillo,
pienso en la nada que ahora soy.
Me reencarno cada noche en alcohol.

 En todo caso, Pablo Winchester había muerto treinta y cinco años atrás. Sus libros tenían buenas ventas. Él cuidaba de su obra y los beneficios de la misma. Ahora tenía aquellos pequeños poemitas que podían ser editados en un pequeño recopilatorio póstumo. Al principio consideró no agruparlos, pero ahora, ante la demanda de material nuevo, los sacaría a la luz. A fin de cuentas era su testaferro póstumo. Desde que fue enterrado se dedicó plenamente a lo último que le había encargado: cuidar de su obra y cuidarse con lo que de ella pudiera obtener.

 Habían pasado treinta y cinco años, pero recordaba bien aquellos últimos momentos. Cuidadosamente escogió la caja de madera donde debía introducirse el cuerpo de Pablo Winchester después de que aquel cuerpo hubiera recibido visitas de amistades y admiradores que aún quisieran observarle una última vez. Luego hizo que metieran el ataúd en un nicho de una pared llena de nichos y que lo cubrieran de flores y cintas con palabras dedicadas a él y que se repetían con mensajes idénticos en las cintas de los otros nichos. Una vez realizado aquello y tras despedir a las personas que más se destacaron en sus lloros que abandonaban el cementerio, se dirigió a la casa donde habían vivido juntos para ponerse a estudiar el orden de los papeles, notas, libros de papel y textos informáticos de su despacho. Minuciosamente debía comenzar así la tarea encomendada en los últimos momentos de vida de aquel.

 “Y no empieces antes de mi fin”, le había dicho. Así lo hizo.   

 Durante treinta y cinco años había logrado recuperar los derechos de autor y publicación de todas las obras que hasta la fecha de su muerte había logrado publicar Pablo Winchester. Con todo recuperado reinvirtió todo el dinero con el que contaba en crear un sello editorial propio en el cual volvió a imprimir esas mismas obras empezando por la más exitosa. Más de la mitad del dinero lo usó en campañas de difusión de la obra lo más extensas posibles, con todo tipo de métodos y en todo tipo de medios. Fue un absoluto éxito. Junto al diseño visual de las cubiertas y bajando la expectativa de los beneficios logró mucho más beneficios de los que hasta esos momentos había logrado nunca. Luego vinieron las obras inéditas y las recopilaciones. Un par de editoriales mayores se interesaron cuando encontraron en sus mercados que sus ventas se veían perjudicadas por la publicación de estos libros, si bien en las redes sociales se habían viralizado varios fragmentos de las obras y se habían realizado exitosos trucajes de humor con fotos y frases de Pablo Winchester. Fue entonces cuando los medios de comunicación audiovisuales empezaron a hablar de él de manera extensa, y más aún cuando encontraron en su ser el testaferro del difunto autor. Por ello las grandes editoriales llegaron a acuerdos para crear ediciones mayores cuyo mayor peso estaba en campañas publicitarias mayores, Fue un éxito. La obra de Pablo Winchester era bien conocida y apreciada, hasta con un par de películas, mientras que a la vez sus beneficios permitían que pudiera cuidarse a sí y a su labor. Cumplía con lo que le había encargado.

 Más o menos sabía qué escritos podían tener mayor aceptación. No todas las aceptaciones eran iguales, era algo que sopesaba. Había que medir los tiempos. Eso era lo importante, los tiempos. Su propia figura era ya algo ligado a Pablo Winchester. Había hasta ropa con ellos. Ahora le habían pedido publicar aquello que había sido descartado por ambos. Pensó que era el momento. Tomó otro de los papelitos breves, uno ya de los más antiguos. Leyó.

 “O’Donell, Espartero y Narváez dejaron de ser centinelas de las patrias de su hogar, acaso una habitación de cama caliente compartida. Se sentaron juntos en la terraza del bar del parque con nombre del primero de ellos y actuaron de Rodríguez confiando que en Verano nadie le pediría cuentas de su fidelidad y rectitud. Compartiendo trozos de una pizza que encargaron con permiso ajeno. Acaso bastaron unos minutos para ser denunciados, localizados y colocados, de nuevo, en sus respectivos pedestales. Aquellos que les dieron la pizza, los que se la cocinaron, lamentaron tener que volver a tirar lo que no pudieron compartir. ¿Tirar desperdicios?”

  Un texto desfasado y descuidado totalmente fuera de época, olvidado entre los papeles de juventud que más hubiera valido que el propio autor hubiera eliminado en su día, aquel en el que lo concibió en un momento más que probable de divagaciones durante sus estudios universitarios. Pero esto quería la editorial, rarezas póstumas inéditas de las que con una oportuna campaña de difusión podrían lograr venderlas con un análisis académico que le encargarían a alguna joven promesa de la filología de la que, en el futuro, podrían crear libros sesudos referentes de los estudios que se escribirían de la Literatura los próximos años. Se trataba de darle material vendible por el nombre del autor con el que pudieran dar a conocer al estudioso que habría de darles grandes obras. De esto sabía el testaferro, pero su encargo era difundir y cuidar la obra de manera que le pudiera mantener. Así cumplía bien. Nada se había dicho de cuánta cantidad de la obra o de la calidad de la obra.

 La primera vez que vio a Pablo Winchester fue diez años antes de su muerte. Fue precisamente en la casa de él, aunque él le contó que se habían visto antes, no mucho antes, pero ya habían hablado. No recordaba ese encuentro, con el tiempo deseó poder haberlo recordado, pero su primer recuerdo fue en la casa de él. Había pasado cerca de medio siglo a falta de cinco años.

 Aquella primera conversación le hizo pensar que se entendían muy bien. Lo cierto es que se cayeron muy bien el uno al otro. Eso hizo que su colaboración fructificara de manera notable. Había un afecto emocional que fue profundizándose gracias al estímulo que les provocaba una visión muy completa de la actividad el uno del otro. Vivieron juntos todo aquel tiempo. Claro está que el trabajo suyo era precisamente cuidarle. Cuidarlo en lo emocional. Esa era su misión. Un trabajo que trascendió a una relación tan estable como desconocida, a pesar de que se les vio ir a diversos lugares juntos. Con él había ido descubriendo la ciudad en la que vivían, pero también había visto el mar y los horizontes desde una montaña y los viejos edificios de cuando las personas no contaban con máquinas automáticas, con sus intrincadas nervaduras de piedra labrada salidas de las cabezas de gente muerta más de mil años atrás. Muertas como había muerto él treinta y cinco años antes de aquel pensamiento de recuerdo.

 Pablo Winchester vivía en soledad, junto a abundante alcohol y numerosos escritos. Tenía una extensa vida social, especialmente por las noches de local en local. No le llevó a ninguno hasta bastante tiempo después de conocerse, cuando su relación laboral trascendió a un sentimiento amistoso y empático. En el fondo su trabajo debía tener como consecuencia lógica esa conexión e ir más allá, generar una confianza en él que, con el tiempo, reconstruyera su autoestima e hiciera que su vida pudiera establecer nuevos puentes de relación con otras personas. Recobrar una vida llena de nuevo de ilusiones que le relanzaran a proyectos que le hicieran sentir vivo y se dedicara de pleno a la vida. Bien es cierto que buena parte de sus escritos más exitosos huían de aquel espacio, pero el terapeuta que les puso en contacto había sido tajante, era necesario reconstruir su interior. Podía escribir otras cosas de éxito con otros enfoques, pero su interior estaba seriamente dañado y eso podía provocar un camino irrevocable, le había dicho. Allí, en ese espacio, entró él. Y había funcionado muy bien la relación. Fueron diez años viviendo juntos. Diez estupendos años donde también él había crecido emocionalmente mientras Pablo Winchester se reconstruía.

 Cuando Pablo Winchester murió sujetaba su mano. Él le besó en la boca. Pablo Winchester le dijo: “No podría haber estado con nadie mejor que contigo en toda mi vida”, y añadió: “Me voy en paz, sé que podrás seguir sin mí. No me preocupa eso, pero quiero, quisiera, que tú también abras puentes cuidando tu interior como has cuidado el mío. Te quiero”. Se miraron a los ojos, eso había sido así, y se volvieron a besar.

 Durante varios años Pablo Winchester había mejorado mucho. Algunos de sus escritos lo reflejaron de manera notable. Se podía decir que había varias épocas en la obra del autor. Ahora querían sacar a la luz aquello que se desechó. Tuvo dudas de si debía hacerlo, pero el encargo final había sido claro, cuidar su obra y cuidarse con ella. Era, le había dicho, el principio con el que podía empezar a cuidarse, porque siempre es difícil cuidarse, pero más aún cuando existe el desamparo material en la vida.

 Había sido compañero de Pablo Winchester. Al comienzo le daba compañía y le ayudaba con las tareas de su hogar. Con la confianza y sabiendo que ambos se entendían bien, él le dejó ayudarle con sus notas y trabajos más intelectuales. Era una especie de secretario y mayordomo que poco a poco se transformó en un amigo, en un compañero. Un compañero imprescindible que le recogía cuando aparecía dormido en el suelo o que le reconstituía cuando tenía algún arrebato. Establecieron un vínculo tan fuerte que fueron aquellos compañeros que se presentaban juntos sin levantar sospechas de su relación profundizada en un día a día donde compartían cada día en los más mínimos detalles. Se había transformado, si aquello era posible, en su amante. Algo más, en su amor. Los puentes emocionales de Pablo Winchester quedaban evidentemente reconfortados y restituidos. Puede que por ello durante los últimos años de su vida no le importó nada tenerle presente en sus círculos más próximos o llevarle a los actos con más miradas. No había para él otro posible. Su trabajo con él había pasado a ser algo más, algo parte de la vida de él. Haberle faltado hubiera podido destruir lo logrado, aquello no era parte de su encargo inicial.

 Hacía tiempo que la gente sabía quien era él. La discreción hacía que muchos le aceptaran con total normalidad, aunque siempre hubo indiscretos. En buena parte sabía que el morbo que despertó como su testaferro aquellos treinta y cinco años era precisamente su naturaleza. Puede que por ello el robot femenino de acompañamiento 000134sv, gama especial, le pidiera aquella mañana que entregó los papeles en la editorial que a partir de entonces la trataran como la viuda de Pablo Winchester. Aquello resultó tan impactante como jugoso para los directivos, pero, le dijeron, sería mejor que tuviera algún nombre que no fuera una referencia. “Sandra Deetz”, contestó ella rápida. “¿Así te llamaba?”, le preguntaron. “No. Me llamaba ‘amor’, pero al principio, durante varios años, hablamos de un personaje llamado Sandra Deetz para una de sus obras”. “Entendemos”, dijeron, “¿Y esa obra también está en el lote de las obras inéditas? Queremos saber si es una nueva novela de sus épocas buenas, antes de todos estos recortes y apuntes. Si existiese un personaje llamado Sandra Deetz podrá ser una gran exclusiva si tú también anuncias que tú te llamas Sandra Deetz, claro que la gente querrá saber cuál de los dos fue antes, pero todo, con una buena campaña, bien enfocado… podríamos dirigirles correctamente a nuestros intereses, que por supuesto tú...”. Sandra Deetz, que con los beneficios había ido mejorando sus componentes y la calidad del tacto de su piel sintética, les miró con sus profundos ojos negros que un día miraron a Pablo Winchester el día que murió, e interrumpiendo al que por ellos hablaba en grupo dijo: “No hay ninguna Sandra Deetz, sólo yo soy Sandra Deetz”. Ellos dejaron expresar su decepción con apenas unas pequeñas arrugas en torno a sus ojos casi inapreciables, salvo para Sandra Deetz. “¿Vendría bien que hubiera otra Sandra Deetz?”, dijo ella. “Claro”, dijeron ellos, y de pronto, como iluminado con los mismos ojos que cuando por primera vez firmó el primer gran contrato editorial de textos de Pablo Winchester cuando ella se los presentó, dijo el más ávido de todos: “Por supuesto que si hubiera otra Sandra Deetz, en una novela de Pablo Winchester, aunque fueras tú quien la escribiera… bueno, si quieres, incluso añadiendo tu nombre junto al suyo, entonces…”. Fue interrumpido, “no”, dijo ella, “no hay una novela con Sandra Deetz, habrá otra Sandra Deetz. En nueve meses nacerá un bebé Sandra Deetz”. Todos quedaron estupefactos e incrédulos en la sala, pero ella contenía conservado en su interior material de él capaz de generar vida convenientemente empleado.

 Es lo que tenían aquellos primeros robots de compañía, que fueron el comienzo del final de las soledades. 

 

Por Daniel L. - Serrano "Canichu".

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