martes, octubre 27, 2015

NOTICIA 1534ª DESDE EL BAR: LOS LIBROS, COMENTADOS, QUE LEÍ EN 1979-1993 (3 de 3, último)

Pues en esta entrega llegamos a la tercera y última parte sobre los libros que leí en mi infancia y preadolescencia. En esta ocasión, sumándolos a todos los libros que escribí en las otras entregas, puedo escribir los libros que leí entre 1990 y 1993, de los 11 a los 14 años, de manera precisa en el año en el que lo leí, ya que están anotados en mis diarios personales de aquellos años. Pues sumados a los anteriores citados, estos son:

1990: 11 años (libros que sí puedo fijar en su año exacto de lectura):

Robinson Crussoe (Daniel Deffoe, 1719): A este le destaqué en la Noticia 204ª. Fue el primer libro "adulto" que me regaló mi padre. Era una edición de Susaeta adaptada para jóvenes e ilustrada. me remito a lo que dije en aquella ocasión. Esta historia la he revisitado muchas veces después desde diferentes medios. La he podido apreciar desde diferentes visiones y diferentes edades. Desde la visión de un superviviente con una vida llena de aventuras e inventos, a la visión de entenderlo como un libro de viajes, otra visión como un libro etnocéntrista, etcétera. Pero la historia, limpia de malicias que se pueda pensar sobre ella, es hija de su época, el siglo XVIII, donde había aún mundos desconocidos. Precisamente la transformación del mundo y el choque de mundos es quizá la parte más interesante de este relato. La vez más reciente que volví a esta historia fue viendo la película que le dedicó Luis Buñuel.

La isla misteriosa (Julio Verne, 1874): En cierto modo es la misma idea que el anterior, sólo que aquí es un grupo de personas los perdidos en una isla aparentemente desierta. Como dije en la entrega anterior, este libro sólo se entiende si se ha leído 20.000 leguas de viaje submarino. La serie de televisión Perdidos coge toda su idea y trama central de esta vieja novela de Verne. En este caso la transformación del mundo que les rodea viene por la asociación del trabajo en equipo y la ayuda extraña ayuda de fenómenos extraños en la isla en la que han naufragado, y no por el acto solitario de un sólo hombre y su ingenio, como pasaba en Robinson Crussoe.

Fábulas (La Fontaine, a lo largo de mediado el siglo XVII): También leí cuentos recopilados por los hermanos Grimm y cuentos de Perrault, entre otros, pero estos en concreto los teníamos en un sólo volumen. Son cuentos clásicos, propios de la infancia, aunque su origen era algo más abierto a públicos adultos.

Magallanes, Elcano, audacias sin medios (Isidoro Castaño, 1988): Se trata de un libro biográfico para jóvenes de la Editorial Punto Juvenil. Se sigue editando. De esta colección también leí ese año Hernán Cortés. Y ambos los releí en 1993. Fue toda una aproximación seria a la Historia española en América, y quizá una de las semillas a mi pasión por la Historia y por saber.

1991-1992: 12 a 13 años (libros que leí en uno de estos dos años, sin poderlos fijar en cuál de los dos, aunque es probable que fueran de 1991):

Las minas del rey Salomón (Ridder Haggard, 1885): Yo había visto la película de J. Lee Thompson de 1985. Era otra especie de Indiana Jones, de hecho mi padre nos dijo a mi hermano y a mí que teníamos que ver esa película porque era como Indiana Jones, que Indiana Jones era en realidad Allan Quatermain. No se equivocaba, la historia y el personaje nos dejó tan cautivados como Indiana Jones. El explorador y aventurero era imitado en nuestros juegos, hasta le pintábamos. No hay que despreciar las historias más antiguas por las historias más nuevas. Nunca se sabe donde puede estar la historia que te haga vivir con pasión. Además descubres conexiones con el pasado que los grandes medios de comunicación te tapan. Así por ejemplo, antes de existir las televisiones privadas, la televisión pública no tenía reparos en poner películas de los años 1930 y 1940, o de otras décadas, ahora no las ponen, todas buscan las películas más recientes, cuyos guiones son a menudo muy malos. se basan en la idea de que lo moderno es lo bueno, y se equivocan en muchas ocasiones, pero a la vez privan a las nuevas generaciones de conocer el modo de hacer las cosas antes, así como historias que son excelentes.

El Lazarillo de Tormes (anónimo,  1554): Este libro lo releí más tarde una segunda vez, e incluso algunos fragmentos. Igualmente vi la película y serie antiguas, donde sale Fernando Fernán Gómez. La historia picaresca en sí a mí me hizo gracia. A pesar de sus quinientos años sigue produciendo humor. Lo leí en una edición íntegra no adaptada a jóvenes, lo que creo que es otro acierto. Me hice una idea de la España del siglo XVI, la menos gloriosa que alimentaba el Imperio. Además interioricé el humor negro español, y me sentí orgulloso de ese humor. Más de una vez lo dejo reflejar en mi propia obra.

El prisionero de Zenda (Anthony Hope, 1884): Otra novela de aventuras escrita en el siglo XIX. Peleas a espada y a tiros. También tiene película, aunque hoy día es menos conocida. Este tipo de historias nos gustaban mucho. Los héroes y héroes antihéroes, los villanos, los ideales, el arrojo... Muy recomendables siempre.

Matilda (Roal Dahl, 1988): Por primera vez conocí a este autor gracias al colegio, pero aún no tenía claro quién era este importante escritor de la literatura anglosajona más actual. El personaje de Matilda sería mucho más conocido pocos años después, gracias al cine y la televisión. A mí esta historia me pareció curiosa, entre la magia y la infancia.

Crimen en Marsella (no recuerdo autor): Este libro me lo regalaron en un juego escolar de amigo invisible. Con los años lo regalaría a la vez a las niñas vecinas mías a las que ayudaba con sus deberes. Un libro de misterio y mafia para jóvenes. No me dejó mucha impresión.

1992: 13 años (libros que sí puedo fijar en su año exacto de lectura):

Uti-Tanka, Pequeño Bisonte (1974) y Azules contra grises (1984), ambos de William Camus. Estos libros eran de Barco de Vapor. En realidad en su día los vendían como una trilogía, junto a Aquel formidable Far-West, y luego como una tetralogía con El fabricante de lluvia. Luego este autor indio americano de Canadá siguió sumando algunos libros más. Se trata de libros juveniles de Oeste norteamericano del siglo XIX, historias de aventuras donde se trata de enseñar más o menos le mundo de oportunidades que era ese mundo. Sobre todo trata de enseñar también el mundo indio como algo que no era de malos, si no de personas. Mis padres intentaron hacerme esta trilogía, cuando aún se vendía como trilogía, pero sólo llegaron a comprarme dos. Estos dos. Fueron parte de mis libros favoritos, los sigo teniendo mucho cariño. Me transportaron al Oeste, que es un lugar que me fascina, no obstante, en días de disfraces, ha sido mi disfraz más recurrente, el de cualquier personaje del Oeste. Habré visto una gran mayoría de películas de este género. Leer estas historias me introdujo como uno más en ellas.

Miedo en un puñado de polvo (John Ives, 1980): Este era un libro adulto de la biblioteca de mi padre. Una historia de espionaje, terroristas internacionales y esas cosas. En un principio era una novela de las del tipo "Las más vendidas", No estuvo mal.

Manaos (Alberto Vázquez-Figueroa, 1973): Con este libro completo en esta tercera entrega los cuatro libros que destaqué de esa etapa 1985 - 1993 en la Noticia 204ª. Me remito a lo que dije. Es mi primera novela de este autor. Era también de la biblioteca de mi padre. Una historia de trasfondo histórico de aventuras. En el Amanzonas y con colectores de caucho en esclavitud por una mafia en el comienzo del siglo XX. Fue una manera de descubrir que las novelas de aventuras al viejo estilo también podían ser en el siglo XX más avanzado, con toques de modernidad en el modo de contarse los hechos. Me gustó tanto que siempre mencioné este obra y este mismo año, en una librería de viejo de Madrid, me compré mi propio ejemplar, igual al que tenía mi padre, igual al que leí.

1993: 14 años (libros que sí puedo fijar en su año exacto de lectura):

Mr. Ges y el carabo del castañar (Carlos Reviejo, 1984): Este libro lo gané en un concurso literario escolar sobre 1990 ó 1991, pero lo leí en este momento. Fue gracias a mi cuento "Don Federico... y el torneo", un primer escrito muy infantil y principiante, pero que gustó. Era un concurso para conmemorar a Miguel de Cervantes. Era de la editorial Vicens Vives. Una historia de detectives, un carabo y algo de humor. Aprendí lo que es un carabo, hasta entonces para mí todo eran búhos. Lo guardo con cariño, mi primer premio literario.

Daniéle en la isla (Eve Desarre, 1988): Me lo mandaron leer en el colegio, de la editorial SM Gran Angular. Hace poco me dijo alguien que le gustaba el nombre de Daniel, que le parecía el más bonito de todos, bueno, se dicen muchas cosas. Yo con este libro supe que Daniel en otros países vale tanto para chicos como para chicas. Por lo demás, un libro de amor adolescente en una isla del Caribe. No me dejó mucha marca.

Matias I rey (Janusz Korczak, 1988): Este era de la colección Austral. Era de la biblioteca que hicimos entre compañeros en el aula de mi colegio donde yo daba clases. La historia de un joven en un país de Centroeuropa que entraba en guerra, en concreto me recordaba la Primera Guerra Mundial. Este tipo de historias me gustaban. Era un poco de aventuras y de conspiraciones. Había una segunda parte, pero nunca la encontré.

Renco y el tesoro (Emili Teixidor, 1991): Un libro de Barco de Vapor. Se supone que sería un buen libro donde se busca un tesoro, pero no recuerdo que me marcara especialmente. Siempre se agradecían estos libros de esta colección, de todos modos.

El anillo verde (Alberto Vázquez-Figueroa, 1992): Un curioso libro de este autor donde si no recuerdo mal había algo de épica y ecología a la vez. Comenzaba a aficionarme a él.

Anaconda (Alberto Vázquez-Figueroa, 1975): La vida de este autor, publicado por Plaza & Janes, es digna de conocer por sus muchas aventuras. Fue un periodista independiente que vivió el proceso de descolonización de África. Eso es este libro autobiográfico. Por entonces yo quería ser un reportero de guerra como él. Mis padres me regalaron este libro. Con el tiempo Arturo Pérez-Reverte siempre me pareció una personas que seguía la estela de Vázquez-Figueroa, con algo más de éxito literario, pero su estela. Llegué a escribirle una carta, se la mandé a su editorial, pero jamás me contestó.

La llamada de la selva (Jack London, 1903): Otro escritor cuya vida acabó joven de lo que no está claro si fue suicidio o afección. Otro que me atrajo. La vida de este curioso comunista estadounidense está llena también de aventuras, eso se refleja en sus novelas. También me leí de él ese año Colmillo Blanco (1906). La naturaleza salvaje como expresión del ser humano y la lucha por la supervivencia, sea desde los ojos del humano o de un lobo, eran relatos altamente vitales y vitalistas.

El camino (Miguel Delibes, 1950): Delibes era un autor que nos mandaban leer a todos los colegiales. También aquí el protagonista se llamaba Daniel, apodado "El Mochuelo". Es una historia iniciática de un niño que pasa a adolescente en su paso del colegio a la universidad y su último verano en su pueblo.  ¿Quién me diría a mí que años más tarde investigaría en el Archivo General de la Administración el expediente de censura de este libro para un colega italiano y para una amiga que conoció en vida al autor? El libro pudo haber sido uno de los más destacados de los que leí. De hecho, todos, en cierto modo, lo son.

Leer es vida, vida extra. En mi día de hoy eso es algo... bueno, es algo.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

viernes, octubre 23, 2015

NOTICIA 1533ª DESDE EL BAR: LOS LIBROS, COMENTADOS, QUE LEÍ EN 1979-1993 (2 de 3, preadolescencia)

Siguiendo con los libros que leí durante mi infancia, en los de la anterior entrega comenté los que más probablemente leí en los años 1980, en su mayoría, aunque puse el tope en 1993. Hay quien se sorprende de que comenzara a leer libros completos a los 6 años, pero he de volver a insistir que las sucesivas leyes educativas EGB, LOGSE, LOE y LOMCE marcaba las edades para empezar a aprender determinadas cosas en diferentes edades, desde 1970 que empezó la EGB, que es la que yo hice en los años 1980, a este 2015 donde ha empezado la LOMCE, la tendencia ha sido comenzar la educación obligatoria básica a edades más tempranas y se ha entendido por conocimientos básicos cosas cada vez más complejas. Así por ejemplo, a niños de 5 años, o más jóvenes, se les puede estar introduciendo ya el idioma inglés, mientras que con la EGB eso no ocurría hasta el 6º curso de EGB, que se daba con 12 años si no se había repetido ningún curso. De ese mismo modo, la enseñanza de la lectura y la escritura empezaba en los colegios públicos a los 6 años en esa época. Se puede contrastar mirando los BOE donde se aprobaron cada una de las leyes, o en cualquier manual de Historia o de Pedagogía donde se recoja los programas escolares que han existido desde el tardofranquismo a la actualidad. Eso no quiere decir que los colegios privados, el que quisiera, optara por empezar antes esa enseñanza, me consta casos de amistades que empezaron a leer a los 4 años en colegios privados religiosos, pero si quien lee esto estudió la EGB en colegios públicos le invito a que rescate del recuerdo sus cartillas de calificación trimestral y observe el año y las asignaturas de sus cursos, a pesar de lo que su memoria le pueda sugerir, verá que los documentos que en su día firmó su padre o su madre, dicen claramente fechas donde empezó a leer a los 6 años. Esa fue nuestra realidad, y no fue mala, ¿no se dice, aunque estemos la mayoría en el paro o fuera del país, que somos hasta ahora la generación mejor preparada de la Historia de España? Pues eso mismo. 

Tampoco quiere decir que a alguien no le enseñaran sus padres o abuelos unas primeras letras antes de ir al colegio, yo no guardo ese recuerdo, pero no me extrañaría que hubiera ocurrido. Si recuerdo vagamente, inconexo, sin contexto, a mi madre o a mi padre ayudándome a leer, si eso fue antes de 1º de EGB, o sea antes del curso a caballo entre los 5 y 6 años, o durante ese curso, no lo sé. Puede, imagino, que quizá leí cuentos clásicos, del tipo Caperucita Roja, los Tres Cerditos, Hamelin, Rijk Van Vinkle y cosas similares, pero no me consta ni por escrito, ni en recuerdos, ni me lo han contado, aunque sea muy probable. De hecho recuerdo lecturas en torno a un libro infantil para educar a los niños en las diferencias y las funciones sexuales.

Como sea, en esta segunda entrega de tres, me toca escribir libros que en esa infancia leí ya no de 1985 a 1993, si no que me consta que los leí en algún momento entre 1990 y 1993, por diferentes razones y detalles que sirven por lado de documentación (año de impresión del libro) y de recuerdos personales que sirven de trucos memotécnicos. Libros leídos entre los 11 y los 14 años de edad, o sea una infancia ya previa a la adolescencia o preadolescente. No podría decir qué año exacto de ese comienzo de los años 1990, justo los años del fin de la Guerra Fría y de la Primera Guerra de Irak, de los que guardo muchos recuerdos, a pesar de mi juventud de entonces. Era precoz en esto. Muy precoz. Para la tercera entrega dejo reservados los libros que leí entre 1990 y 1993 sabiendo el año con exactitud gracias a mi diario personal, que escribo ininterrumpidamente desde 1990.

Como sea, entre 1990 y 1993 realizaba los cursos de 6º, 7º y 8º de EGB, y con ello terminaba el colegio, el final de una etapa educativa obligatoria donde se nos consideraba niños. Seguían todas esas lecturas que dije de cómics, por supuesto, aunque con problemas económicos familiares que impedía comprar tanto como antes estos artículos, aunque se compraban, y añado ahora la lectura de poemas sueltos de poetas que estaban por casa comprados por mi madre o bien de la biblioteca escolar, clásicos como un libretillo en fotocopias de Miguel Hernández, un libro de Editorial Cátedra de Federico García Lorca, Antonio MachadoGarcilaso de la Vega, mi preferido por aquella época, Francisco de Quevedo, que me caía mejor que Góngora, Santa Teresa de Jesús, fray Luis de León, San Juan de la Cruz y poemas sueltos más o menos así, de esa índole, de la Edad de Oro y de la Edad de Plata de la Literatura Española.

1990 - 1993: 11 a 14 años (sin saber fijarlos en algún año concreto dentro de esos años). 

Amadis de Gaula (anónimo, 1508, aunque se sospecha que ya existía en el siglo XV): Le pasa un poco lo que conté con el libro de Heidi en la entrega anterior. En un trabajo escolar de lectura teníamos que escoger un libro de la bilbioteca, leerlo y escribir sobre él. Mis compañeros y compañeras elegían libros de historias más juveniles y modernas... y menos gruesos. Yo vi este libro, que aparte de estar escrito en castellano antiguo, tiene entre seiscientas y novecientas hojas. La profesora se quedó extrañada, eso lo recuerdo, pero en lugar de decirme que cogiera otro, me dejó leer ese recomendándome que cuando no supiera una palabra usara un diccionario o le preguntara a ella. Creo que leí aquel libro y el diccionario en sí. Aprendí mucho vocabulario, desde luego. Era una historia de caballería y aventuras fantásticas, era entretenido, la verdad es que tenía su emoción. Cuando años después descubrí la importancia de este libro en El Quijote, me alegré mucho de conocer de antemano tanto a Amadis de Gaula, el personaje, como el libro, como la clase de libros a los que se refería Cervantes, y sí: me pareció la obra de Cervantes una comedia pura y dura en comparación entre lo que se dice y como se dice en uno y otro libro. Fue duro leerlo, creo que tardé mucho tiempo, pero creo que mereció la pena. Además, incluso hoy día, no he encontrado a nadie de mis amigos y conocidos que me diga que se lo ha leído.

Ben-Hur (Lewis Wallace, 1880): Muchos conocerán a Lewis Wallace por esta novela, aunque tiene otra donde aportó a la imaginación del posterior siglo XX, y a este XXI, una de las innovaciones de la ciencia ficción, hoy ya casi realidad, más apasionantes: el rayo láser, aunque lo llamó de otro modo, Vrip-La o algo similar. Como sea, este libro lo leí en una edición adaptada juvenil de la editorial Susaeta. La verdad es que creo que a toda la familia nos gustaba mucho la película que le hizo en 1959 William Wyler. Yo como niño disfrutaba mucho con aquella carrera de cuádrigas. A mi padre también le gustaba mucho esa película protagonizada por Charlton Heston. Creo que por eso me compró este libro, aunque en parte porque le había regalado otro de temática similar a mi hermano, me refiero a que hicieron una película que nos gustaba de ese otro también, no me acuerdo ahora exactamente cuál, creo que Miguel Strogoff. En 2007 descubrí que un pintor español de finales del XIX y principios del XX, Ulpiano Checa, se había apasionado también con esta novela y le había pintado un cuadro que se anticipaba a los fotogramas del cine... ¡cuando en la época en que pintó el cuadro no había cinematógrafo! Hablé de ello en la Noticia 326ª. Desde entonces también me hice apasionado de Ulpiano Checa, unidos por esta historia de romanos y forcejeos con los pueblos vencidos entre las disputas personales de ocupantes y ocupados, antiguos amigos, luego enemigos.

Miguel Strogoff, el correo del zar (Julio Verne, 1876): Ya que lo he mencionado lo escribo ahora. También lo leí, y creo que era el que compró mi padre para mi hermano junto al otro que fue para mí. Curiosamente Ulpiano Checa también realizó una estatua precisamente de Miguel Strogoff. Se puede ver en el museo que tiene dedicado en Colmenar de Oreja. A mí hermano y a mí nos gustaba mucho leer libros de aventuras. Son esos libros que en el siglo XIX eran para adultos y que en el siglo XX eran considerados para jóvenes y adolescentes. Aunque estos libros no tienen edad, y quizá sean los que se han apasionado y se apasionan con estas historias los que más viva tengan la imaginación y el sentido de la aventura, o de la búsqueda. Aquello de la Rusia de los zares, los tártaros, los cosacos, los peligros en el invierno ruso, las conspiraciones de Estado... apasionante.

Los viajes de Gulliver (Jonathan Swift, 1726): Lo leí en una edición íntegra para adultos de la biblioteca pública María Zambrano. La mayor parte de mis compañeros leyeron esta historia en libros adaptados juveniles, donde faltaban importantes pasajes y prácticamente se quedaban con el país de los gigantes y el de los enanos, pero yo pude ver que también había otros, como el de los caballos que hablaban y algunos más. Desde entonces supe que a través de los libros se podía saber más o menos, y que era preferible intentar leer las versiones íntegras, las que escribieron los autores, no las adaptaciones juveniles, aunque era inevitable leer libros adaptados juveniles, ya que la mayor parte de los libros te los compraban tus padres y a veces compraban abundantes novelas adaptadas, aunque en general a nosotros nos compraban muchísimos libros íntegros.

La vuelta al mundo en ochenta días (Julio Verne, 1872-1873): Este es de la biblioteca particular de mi hermano. Los dos habíamos visto de niños, unos muy pocos años antes, la serie de televisión que adaptó esta historia en dibujos animados, y más tarde la película de actores protagonizada por Mario Moreno Cantinflas. Creo que fue mi madre la que le compró el libro adaptado a adolescentes y a mi padre le gustó la idea, porque nos presentaba la historia tal cómo era, de personajes humanos y sin ser una comedia. Era como acercarnos desde una historia que conocimos infantilmente a un mundo un poquito más adulto. La historia habla de un montón de culturas y regiones del mundo diferentes, excitaba mucho a la imaginación.

20.000 leguas de viaje submarino (Julio Verne, 1869-1870): En este caso estábamos encantados con una película que protagonizó Kirk Douglas, sobre todo mi hermano, así que el libro era suyo, aunque como los compartíamos todos, pues también lo leí. Fue una suerte leer este libro en este momento ya que hay otro relacionado con él, La isla misteriosa, que para entenderlo había que conocer la historia que contaba este. Este estaba en versión íntegra no adaptada a edad. En 1996 parodié este título en un relato de humor que publiqué en El Recreo.

Un capitán de 15 años (Julio Verne, 1878): El gran maestro de la ciencia ficción del siglo XIX era uno de nuestros autores favoritos, quizá porque también le gustaba a mi padre. La mayor parte de los libros que nos compraron eran de una editorial llamada PPP, que era una editorial barata, lo que era necesario por las circunstancias de la familia, y que se podía adquirir en las ferias del libro antiguo y de ocasión de Alcalá de Henares. No todos los de Julio Verne los compramos de esa edición, hay otros de editoriales más lujosas y más trabajadas, pero muchos sí los compramos de esa editorial, por cuestiones económicas. Algunos los compraron mis padres y otros directamente los comprábamos nosotros con nuestras pagas semanales.

El último mohicano (James Fenimore Cooper, 1826): Si los libros mayoritarios de la anterior entrega, la de la infancia propiamente dicha, los de los años 1980, corresponden sobre todo a la nunca del todo reconocida como es debido editorial Barco de Vapor, los de estos años preadolescentes corresponden mucho a este tipo de novelas clásicas de aventuras, más bien del siglo XIX, y muchas veces los títulos se nos daban o nos interesaban porque nos habíamos acercado a estas historias por medio de películas y series, Este también es el caso. Gracias a este libro comencé a conocer a las culturas indias de Norteamérica un poco más allá de las películas del Salvaje Oeste, que también me apasionaban y de las que he visto una gran mayoría. También fue estupendo para mí descubrir años más tarde por medio de mi pasión por la Historia que este relato está inmerso en la Guerra de los Siete Años en su frente bélico americano.

Juegos de guerra (D. Bischoff, 1984):  Este libro ejemplifica lo dicho en el anterior. Se hizo una afamada película en esa misma década de 1980. Es una historia sobre los peligros de la Guerra Fría, las nuevas tecnologías y una posible guerra termonuclear por un error informático combinado con un pirata informático. El protagonista es un niño. La historia le gustó a mi padre, el libro era suyo, así que nos animó a ver la película y luego a leer el libro. En este caso ambos están a la altura, aunque he de confesar que para un preadolescente leer el posible fin del mundo de manera inminente por errores informáticos, justo en una era de la Guerra Fría en el que eso era una posibilidad muy real y muy cercana, era como heredar el miedo a la guerra nuclear venido desde nuestros abuelos, con aquellas bombas de 1945. Hay que recordar que el mundo vivió una extraña sacudida política con la caída del muro de Berlín en 1989, la separación de Estonia, Letonia y Lituania de la Unión Soviética, luego la Primera Guerra de Irak entre 1990 y 1991 que amenazó por un momento a hacer saltar la guerra mundial por un juego de alianzas que después no ocurrió, luego un golpe de Estado en la Unión Soviética y el secuestro de Gorbachov en 1991, después su rescate a manos de Yeltsin y la proclamación de la democracia, su economía precaria a lo largo de 1992 y sus arsenales militares que aparecían de repente en la recién empezada guerra de Yugoslavia de manera clandestina... y su material nuclear en Pakistán e India... Aunque ahora parezca tontería, era un mundo que bien pensado, apabullaba, porque podía terminar realmente de un momento a otro, más teniendo Alcalá de Henares tan cerca una base militar norteamericana, que era Torrejón de Ardoz, que hoy no es de ellos. Este libro lo volvi a leer completo una segunda vez con seguridad en 1992.

Las Indias Negras (Julio Verne, 1877): Entre mi hermano y yo hicimos un listado enorme de los libros que escribió Verne y tratábamos de leerlos todos... sumamos cerca de doscientos. Leímos muchos. Nos fascinaban sobre todo estos, las novelas menos conocidas de Verne, las que la televisión y el cine aún no te habían contado sus sorpresas y seguían sorprendiéndote página a página.

El Conde de MonteCristo (Alejandro Dumas, 1844): Este me lo compré con mi paga, me acuerdo de aquel día, porque esta historia me llamaba mucho la atención. Una vez la oí mencionar y le pregunté a mi padre sobre ella. Él me contestó que era la historia de una venganza pensada durante muchos años, me dijo algo así, algo similar. Cuando me compré el libro sólo pude pagar un ejemplar de la editorial PPP. No me defraudó. Me enganchó. Vi la película más tarde, la antigua, luego vi otra más moderna, y con los años he visto ya varias versiones, ninguna se ha igualado a cómo imaginé yo la historia. Aquí comienza en mí aquello de querer leer primero el libro antes que ver la película, para sorprenderme y enterarme, aunque en algunos casos creo que es necesario hacerlo justo al revés.

Tartarín de Tarascón (Alfonso Daudet, 1872): Una novela de humor que se reía de las grandes historias de cacerías en una África que estaba sufriendo la etapa más dura de su colonización. En este caso sería en el África francesa. Curiosamente para el año de la escritura de este libro, quedaban ocho años para la Conferencia de Berlín de 1880 que asentaría las bases de las normas europeas para hacerse con cada pedazo del continente negro. Siempre recordaré a Tartarín intentando cazar a un león más muerto de hambre que de sus balas. Es una crítica social total a las costumbres burguesas de su época y todo un alegato proafricanista y proecologista.

El príncipe y el mendigo (Mark Twain, 1881): En este caso también había visto una vieja película antes de leer el libro. Creo que es de esos libros que en cierto modo me acercaron de algún modo a interesarme por temas de Historia, a pesar de que es un libro de ficción que critica el el choque de clases social y pone en tela de juicio las clases sociales más afortunadas por razones de nacimiento, lo que en cierto modo, supongo estimulaba una educación republicana, ya más directa o indirectamente iniciada desde varios cuestiones de mi vida. Era precoz en estos temas, lo dije antes.

El dueño del mundo (Julio Verne, 1904): Es la segunda parte de otra novela de Verne, Robur, el conquistador (1886), que no he leído, no tuve oportunidad. Aunque es una de las novelas de anciano de Verne, aún es capaz de anticipar máquinas voladoras más allá de avión, que era mero proyecto por entonces. Seguía siendo un genio. Aparte de lo oscura que era su temática, porque bien leído este libro parece que Verne intuía una hipotética guerra a nivel mundial por el dominio territorial del mundo y sus recursos para seguir avanzando en la producción industrial. Un visionario.

El pirata (Walter Scott, 1822): Mi padre, o mi madre, seguían observando que me gustaban esas historias de piratas. Era inevitable leer a este autor. También escribió otro libro que leí en esta época, Robin Hood (1819), que sale en su también novela Ivanhoe. Era innevitable porque la importancia literaria de este novelista del Reino Unido se fundamenta en ser el inventor de lo que se conoce hoy día como novela histórica, entendida como la conocemos ahora mismo. Escogió temáticas de aventuras propias del siglo XIX en un estilo romántico, pero es innegable que tanto las mencionadas, como Rob Roy y otras siguen inspirando a numerosos creadores y autores de muchas obras, y se siguen creando innumerables versiones de sus historias. ¿Cómo un futuro historiador no se iba a topar con Walter Scott, a quien le dediqué un cuento e aquellos años de 1990 a 1993? ¿Cómo no iba a ser si además creó a un personaje tan atractivo para un joven como es Robin Hood, el ladrón que roba a los ricos para dárselo a los pobres, que busca la justicia y no la ley, que puede ser injusta, y que aparentemente se enfrenta al rey, que es la autoridad? ¡Pero si éramos preadolescentes! Era inevitable. Eran los personajes de nuestra preadolescencia, que tenían total relación a la de nuestros padres, abuelos, bisabuelos... aunque pongo en duda que tengamos relación con los personajes e ídolos de las actuales nuevas generaciones, que estas historias si no se revisten de sexo y violencia extrema no les atraen demasiado por sus ideales, aunque les gusten sus ideales.

Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África Austral (Julio Verne, 1871-1872): Verne te hacía viajar y conocer mundo, era muy descriptivo y con unos conocimientos enciclopédicos, su biblioteca debía ser prodigiosa. En este caso te acercaba a la ciencia de la geografía mediante aventuras de descubrimientos coloniales. Es el choque de un mundo tradicional lleno de misterios y pasiones que pervivía en África contra el mundo científico y calculado de la nueva Europa. Con estos libros terminabas amando África, a los africanos, a su naturaleza, a su virginidad perdida, digan ahora lo que digan los que se las dan de bienpensantes y guardianes de la "correcta" educación mediante los libros. Las cuestiones racistas muchas veces existen, como tantas otras acusaciones en tantos otros asuntos, más en la mente del acusador que en la realidad viva de quien plantea determinadas historias, expresiones o formas de concebir.

El rey y el cabeza de turco (María Gripe, 1991): Entre tanto libro del siglo XIX, aunque hay que recordar algunos títulos citados en la entrega anterior de Barco de Vapor, en esta segunda entrega aparece con este el segundo libro escrito en el siglo XX, y exactamente era una novedad justo en el periodo de tiempo del que hablo. Se trata de un libro juvenil de la editorial SM que yo creo que se lo mandaron leer a mi hermano en el colegio y de rebote lo leí yo también. Con él aprendí el significado de la expresión "cabeza de turco" y en cierto modo me recordó la historia del príncipe y el mendigo, y su intercambio de personalidades, la de Mark Twain. Era una literatura juvenil que ya iba preparando el camino a un lenguaje más seco de adulto, pero, teniendo en cuenta las cosas que me había leído, eso estaba un poco de más para mí.

La herencia de los Bisnenti (J. Soligoni, 1987): Este también era de la editorial SM, y también fue mandado leer por algún profesor, pero no recuerdo a quien. No me dejó ninguna impronta, que yo sepa.

La historia interminable (Michael Ende, 1979): Un clásico del siglo XX. Uno de los libros más leídos por la juventud, también con película. De un autor inolvidable, que contaba con otro libro imprescindible como es Momo. En la Noticia 204ª lo destaqué como uno de los dos libros que destaqué de los leídos en esa etapa, me remito a leer lo que entonces dije. No podía abandonar su lectura. Se confundía la realidad con la ficción, no tanto en el texto, como que lograba transportarte a un mundo irreal. A veces parecía que tú eras Bastian, el protagonista. Quizá hay que decir que su tipografía verde y roja no podía ser muy saludable para la salud visual de los ojos, pero creo que todos los que lo leímos de jóvenes y vimos luego la película, soñamos con que todo aquello era real. Para mí los mundos fantásticos existen, en algún lugar, como en el libro. Hay que creer.

El sombrero de tres picos (Pedro Antonio de Alarcón, 1874):  Es un autor español no muy recordado ahora, en 2015, tengo la ligera impresión, pero no estaba mal. Una novelita de costumbres y engaños maritales, más o menos apta para jóvenes. No me disgustó.

Viaje al centro de La Tierra (Julio Verne, 1864): Quizá uno de los más conocidos y versionados de Julio Verne. Este lo leí en una versión íntegra ilustrada. La cuestión es que Verne era muy pedagógico y muy científico. Seguía esa corriente positivista de su época que hace que a veces llenase páginas y páginas de detalles de geología, minerología y geografía. Esa parte, por aquel entonces, no me entusiasmó nada, pero la historia que contaba sí, y mucho. Interesante. En el fondo era muy emocionante. Además me hacía conocer algo que desconocía, Islandia. He de reconocer que este libro, que leí con gusto a pesar de toda la geología que llenaba páginas y páginas, me instruyó precisamente en geología.

La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson, 1883): En todos esos libros de piratas que leí de niño y de preadolescente, este libro llegó justo en su momento, cuando debía. Es el libro por excelencia de los piratas románticos y las aventuras. También había una película antigua, pero este libro se merecía leerlo con total atención. Indudablemente podría haber sido elegido en  aquella mención de 2007 como uno de los libros más destacados, porque lo fue. La historia y el autor me dejaron totalmente atrapados. Me alegro mucho de haber leído el libro. Lo disfruté y en alguna ocasión busqué la construcción de historias como él. Era todo un inicio. De lo más recomendable, en versión íntegra, por supuesto. Todo arranca con la mota negra, esa amenaza de muerte, luego todo detrás de todo, una tras otra.

Artículos (Mariano José de Larra, 1828-1837): Leí algunos artículos de Larra en 8º de EGB, el último curso, probablemente ya nos hicieron leer alguno previamente. A mí me gustó, extrañamente para mi edad, hasta el punto que ahorré dinero de mis pagas para encargar y comprar un libro que recopilara artículos de Larra. No pude comprar un libro con todos sus artículos, pero sí compré uno de la editorial Anaya que contenía varios muy sarcásticos, con explicaciones de Historia y lingüisticas. Más tarde he vuelto sobre él varias veces, sobre estos y otros artículos de ese periodista humorístico e incisivo que fue Larra. Su historia y su suicidio me pareció algo muy atrayente, sus ideas, sus desamores, su frustración política, sus críticas sociales... y un retrato esbozado a lapicero que mantengo en casa. Varias veces he hecho referencias explícitas o implícitas a Larra en algunos escritos míos. No sé porqué pero a veces me siento algo extrañamente unido a él. Y a Poe. Y a otros escritores del siglo XIX con vidas malogradas.

Como se puede ver, en mi preadolescencia, de los 11 a los 14 años, predominaron los libros decimonónicos entre mis lecturas. Los libros del género de aventuras que probablemente me unen a muchas generaciones de jóvenes anteriores a mí. Soñar, es lo importante. Creer. Vivir.

lunes, octubre 19, 2015

NOTICIA 1532ª DESDE EL BAR: LOS LIBROS, COMENTADOS, QUE LEÍ EN 1979-1993 (1 de 3, infancia)

En enero de 2007, en la Noticia 204ª, comencé a escribir la cantidad de libros que había leído a lo largo de mi vida y reseñaba dos libros destacados por cada época/año. Es algo que ido completando a finales y comienzos de cada año siguiente desde entonces. La exactitud es total, por cuanto a que como escribo un diario personal desde 1990, yo con once años, están allí todos anotados. Son los libros de mi infancia los no anotados en un diario que no existía aún, pero que también tienen exactitud puesto que leía los libros que me compraban y que conservo en casa, así como otros del colegio que recuerdo por motivos muy concretos. Me apetece ahora poner el listado comentado completo de esos libros, aunque no de seguido, escribiendo hoy una entrega de los libros que leí hasta 1993, hasta mis 14 años de edad, o sea: durante mi infancia. Son esos primeros libros, libros importantes en la vida de cada persona. Próximas entregas las haría con el tiempo, distanciadas en el tiempo, quiero decir, pues comprendo que una serie así de entregas sería en exceso largo en el blog. Creo que en cierto modo me faltaba comentar esos libros, siempre hubo algún lector que me decía que tenía que leer tal o cual libro, cuando yo nunca dije que no lo hubiera leído, sólo que no lo mencioné. Venga ahora ese listado comentado.

1979 - 1985: 0 a 6 años.

Tal como escribí en su día, yo nací en 1979, por lo que no pude leer nada, por razones evidentes entre mi nacimiento y mis primeros años de vida. Hay alguna amistad que me dice que si es que no leí nada con 4 años, o sea: a partir de 1983, y la cuestión es que no por razones sencillas, aunque hoy día se les escape a muchos. La escolarización en aquella época era más tardía que ahora. Se comenzaba a escolarizar con lo que se llamaba guardería, donde literalmente "te guardaban", y luego se pasaba al ya no existente parvulario, cuya tarea esencial era estimular las cualidades psicomotrices, puedo citar vagos recuerdos con pinturas en las manos y punzones, que se usaban, pero por entonces no se tenía en los planes pedagógicos la idea de enseñar inglés o lectura en esas épocas. En todo caso, si alguien es capaz de comparar los planes educativos de la Enseñanza General Básica (EGB) en los años 1980, descubrirá que se entraba al colegio, o sea a 1º de EGB, antecedente de la LOGSE desde los años 1970, de manera más tardía a como se hace ahora. En concreto, yo hice la guardería de 1982 a 1984. Eso nos ubica entre los 3 y los 5 años. Era una guardería de barrio, de las que ya no existen, montada en un local montado en una casa particular. Eran mis cuidadoras Loly y Charo y de esa etapa conservo, aunque parezca mentira, dos amigos con los que aún hago muchas cosas. Entre 1984 y 1985 hice el parvularios en el desaparecido colegio Puerta de Madrid, mi profesora era Ana. 

Así pues, al llegar el año 1985 y cumplir yo 6 años, lectura de libros, no había. Eso no quita para que quizá entre 1984 y 1985 leyera por medio de mi padre, que siempre fue muy educador en eso, alguna palabra o frase suelta de cuentos o cómics, por entonces más conocidos en España como tebeos. Se empezaba la EGB a los 6 años, yo empecé 1º de EGB en 1985, con la señorita Josefina, supongo que ya jubilada o muerta, y fue mi tutora hasta 1988. Entre 1º y 3º de EGB se enseñaban las primeras letras y las primeras matemáticas. Tras 3º de EGB se hacían 4º y 5º de EGB, con asignaturas más complejas que te acercaban a la Historia, la ciudad donde vivías, la geografía y otras cuestiones, mientras se completaba con actividades extraescolares, la catequesis católica (con la señorita Nina) y se daba natación durante dos años con tutores del polideportivo El Val, que yo no aproveché mucho. En esos años mi tutora era María de Carmen. Todo ese periodo se puede entender como la actual Primaria de la actual LOGSE, o LOE o de lo que quiera que haya ahora tras el ministro Wert, ya me pierdo en leyes educativas de tantas que hay. Los cursos de 6º, 7º y 8º de EGB, serían el equivalente de la secundaria actual, con la salvedad de que la secundaria actual también sería parte de lo que antes era bachillerato o, en su otra opción, formación profesional. 6º de EGB empezaba con 11 años, en mi vida eso era 1990. Mi tutora era Mercedes Roj, pero ya cada asignatura tenía un profesor diferente. Cambié la religión por la ética, se daban ya materias cada vez más complejas y específicas, como literatura, pretecnología, gimnasia, matemáticas más complejas, ciencias naturales, etcétera. Además comencé a dar mecanografía en clases particulares con la señora Loly. En 7º tuve de tutora a Teresa, una veterana profesora muy estricta. En 8º tuve a Dolores Gudiño, recién salida de la Universidad y llena de ideas educativas que a toda la clase nos gustaba mucho, porque nunca nos habían educado del modo que ella lo hacía, otorgándonos mucha libertad de elección. El final del colegio, o sea de la EGB, se producía en ese momento, que coincide con 1993, o sea: con el final de la infancia. Ya debías elegir entonces si hacías bachillerato, cosa que elegí yo, o formación profesional. Pero es aquí donde nos paramos ahora mismo, puesto que voy a comentar los libros que leí hasta ese año, hasta ese momento de mi vida.

1985 - 1993: 6 a 14 años.
Fueron leídos unos 80 libros completos.
  
Es un periodo donde leí aparte de libros muchas otras cosas, como a lo largo de toda mi vida. En concreto leí en este periodo ya fragmentos del Antiguo y del Nuevo Testamento, pero según me hacía mayor también me acerqué a otros libros religiosos de otras religiones a los que tuve acceso. Estas no eran en absoluto mis lecturas principales. De hecho mis lecturas principales de esta época eran numerosos cómic de autores españoles, como Francisco Ibáñez, Escobar, Vázquez, Jon, Victor Mora... o sea: la producción Bruguera. Colecciones fragmentadas o completas de historietas de personajes como Mortadelo y Filemón, agencia de información, Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio, Chicha, Tato y Clodoveo de profesión sin empleo, Zipi y Zape, Anacleto, agente secreto, 13 Rue del Percebe, el Botones SacarinoMonstruos, Capitán Trueno, Azañas Bélicas, Superlópez, Pafman, Porrambo, Terre y Moto, Rompetechos, la familia CebolletaIndirrana Jones y muchísimos otros. Mis favoritos eran Mortadelo y Filemón y Superlópez. Por supuesto también leía muchos superhéroes, de hecho yo solito llegué a completar con esfuerzo económico toda una serie de Batman yendo durante varios años a la feria del libro antiguo de la Plaza de los Santos Niños. Antes no había a la venta en España tantos Batman como ahora, no hasta que no se hizo la película de Tim Burton en 1989. De la DC cómics ese era mi favorito, pero mi hermano tenía por favorito a Superman, y también leí un montón de este y de La Liga de la Justicia. Sin duda los superhéroes más de moda en esos momentos eran de la Marvel Comics, a mi hermano le gustaba mucho Spiderman, y leímos mucho de él, a mí me gustaba más La Patrulla X, luego X-Men. Teníamos Los 4 Fantásticos, Hulk, Conan, Capitán América (de este muy pocos, no nos entusiasmaba), El Castigador, Dare Devil, Thor, Capa y PuñalSpiderwoman, HulkaVietnam, Secret Wars, Estela Plateada (Silver Surfer), los mundos alternativos de What if?, Excalibur,  el Juez Dredd, que no era de Marvel, igual que números viejos de Tarzán, que nos lo regalaba la abuela materna, Antonia, teníamos también cómics que se editaban de películas como Willow, Indiana JonesRobocopStar Wars, el retorno del jedi, 2001 y otras. Ya fuese porque nos los compraba mi madre para darnos una sorpresa de cuando iba a la compra, nuestro padre los fines de semana cuando nos llevaba a pasear por la Plaza de Cervantes porque sabía que así estimulaba el gusto por la lectura, o regalo de la abuela materna o de su vecina, o comics que vendían en la playa, durante las vacaciones de verano, la verdad es que por nuestras manos pasaron una gran cantidad de personajes de cómic de todo tipo, no sólo los mencionados, Dragones y MazmorrasTom y Jerry, los Pitufos, Maguila el gorila, Don Mickey, Pato Donald (estos eran regalo de una vecina de la abuela que trabajaba en una editorial), Los FraguelEl Jabato, Pequeña Lulú, Transformers, el Guerrero del Antifaz, un libro en cómic sobre medicina, SOS, doctor al habla (lo comenté en Noticia 898ª) en fin, una variedad enorme que estimulaban nuestra imaginación. Recuerdo mañanas de sábado despertándome y quedándome en la cama leyendo horas mientras mi madre preparaba la comida. La mayor parte de estos comic, siendo de ambos muchos y otros comprados por mí, otros por mi hermano, los conserva mi hermano. Había otros cómic que sólo nos eran accesibles por medio de la prensa y siempre de modo incompleto a causa de su muy elevado precio de mercado, hablo de Tintín, Asterix, Mafalda, Spirou, Blueberry... 

Había otras lecturas que no eran libros completos, del tipo, textos en inglés hacia los 13-14 años, cuentecitos sueltos, y demás. Estas lecturas, todas las mencionadas, se prolongarían a lo largo de mi vida, aunque siempre con los ojos que se van adaptando a la edad de cada uno, sin perder parte de la infancia, pero con la experiencia que se acumula con el paso de cada año de vida. 

Intentando anotar el año de escritura o publicación de cada libro al lado del autor, los libros que con seguridad leí completos, aunque no podría decir en que año exacto entre 1985 y 1993, son:

Entre 1985 y 1993 (sin saber fijarlos en algún año concreto dentro de esos años):

El maestro y el robot (José A. Cañizo, 1983): De la colección de libros infantiles y juveniles El Barco de Vapor. Mis padres siempre nos regalaban estos libros en nuestros cumpleaños y en Navidades. Nunca nos faltaban. Este era una historia de ciencia ficción sobre la igualdad, a pesar de ser un robot.

La grandeza de Tito (J. A. Gabriel y Galán, 1988):  Este fue un premio que me dio mi profesora Dolores Gudiño, tutora mía en 8º de EGB, por un relato que escribí llamado Dindey, publicado en esta bitácora en 2012 y con el cual representé a mi colegio en un concurso en 1993. Se puede leer en Noticia 1163ª, Noticia 1164ª, Noticia 1165ª, Noticia 1166ª,  Noticia 1167ª y Noticia 1168ª. Sobre un niño que descubre su futuro jugando al baloncesto.

De profesión fantasma (H. Monteilhet, 1978): Uno de los más divertidos y recomendables para alguien preadolescente. Me divertí mucho con este libro. Conservo un buen recuerdo de él. También es del Barco de Vapor. Trata sobre un chico que se queda atrapado en un castillo y no tiene otro remedio que simular ser un fantasma. En cierto modo está relacionado en mi mente a otro libro de esa editorial que leí en esas fechas, Fantasmas de día (Lucía Baquedano, 1987). Es otro libro de humor que me gustó. Esta vez es un grupo de chicos los que se quedan atrapados en un caserón, sólo que esta vez sí que están muertos, son fantasmas y necesitan hacer determinadas cosas para poder seguir su camino. Esos mundos fantasmales desde el humor juvenil era algo muy propio de los años 1980, estimulaban deseos muy comunes de la imaginación de esas épocas, como el querer estar en sitios sin que se sepa que estás y cosas así.

Asesinato en el Canadian Express (1976), Pesadilla en Vancouver (1978) y Terror en Winnipeg (1979), todos del canadiense Eric Wilson, publicado en España por Barco de Vapor. Los tres libros fueron regalados en diferentes años a mi hermano. Me leí los tres. Compartíamos nuestros libros. En los años 1970 y 1980 era muy común que los niños y jóvenes leyeran libros de misterio del tipo, "Los cinco" y cosas por el estilo de moda por entonces y que nosotros no comprábamos. Esta trilogía seguía ese camino. La verdad es que eran muy entretenidos y daban emociones que aparentemente estaban reservadas al mundo adulto. 

El collar del lobo (J. Ballaz, 1993): Del Barco de Vapor, colección adolescente. No me entusiasmó. Al igual que Lad, un perro (A. P. Terhune, 1986), que también leí. O igual que Perro Lobo (J.L. Castillo Puche, 1980), al que leí sin saber que trataba de aproximar a la juventud al estilo de Hemingway. Eran ese tipo de libro que se compraban y se regalaban por recomendación de algún librero y que mostraban la vida a través del animal, de algún modo. Pero para eso, el único que me pareció único fue Jack London, que también leí. Era alguien muy avanzado en mis lecturas para mi edad, decían mis maestras.

Grandes sabios (varios autores): Una especie de enciclopedia infantil y juvenil fácil de leer. Me acercó al mundo de las biografías, y me gustó mucho... y ahí sigo. Es importante conocer las biografías para entender mejor algunos porqués.

La isla menguante (Pilar Mateos, 1989): Piratas, aventuras, humor... Era otro libro de Barco de Vapor. Yo creo que este nos lo compraron porque a mí me había gustado mucho El Pirata Garrapata (J. Muñoz Martín, 1982), que también leí, y no sólo eso, fue el que comenté y destaqué como uno de los dos favoritos en ese periodo de 1985 a 1990 en la Noticia 204ª. Me remito a lo que escribí por entonces, como destacado que elegí de este periodo. Además, El Pirata Garrapata era un libro que me habían comprado específicamente para mí, y eso me ata emocionalmente más a él. El humor y los piratas fueron una constante en mí, quizá por estas lecturas que incluso hoy día siguen atrayendo a jóvenes lectores a ser adeptos a la lectura. Un acierto de libros. Otro de J. Muñoz Martín que me regalaron específicamente a mí y que me gustó mucho, fue un regalo de mi madre, fue Fray Perico y su borrico (1980) otra historia de humor. Creo que mi madre la asemejaba en su imaginación a la película de Marcelino Pan y Vino (1955, Ladislao Vajda). La verdad es que Muñoz Martín me parece el autor más acertado de la literatura juvenil de los años 1980 en España, aunque aún no le hayan hecho justicia los libros de Literatura, que no hablan de él, aunque probablemente por calidad y temática él haya sido uno de los autores que más lectores ha gestado en este país, gente treintañera ahora que le debemos muchos buenos momentos de lectura en estas horas actuales.

Operación rescate (Jean Van Laewen, 1989): Este es de mi hermano, se lo compraron específicamente a él. Otro del Barco de Vapor. Esa editorial era toda una máquina de éxitos juveniles. Este era también de un humor increíble. Muy recomendable. Unas ratas tienen que rescatar a otra en unos grandes almacenes. En cierto modo recuerdan al Mundodisco que creó Terry Prattchett precisamente desde 1989. Él se hizo famoso y ha creado un clásico de una literatura irónica, que se ríe de los géneros que se toman con una gran seriedad el mundo de las aventuras épicas, pero Laewen ese mismo año ya lo había hecho en este otro libro.

El mensaje de maese Zamaor (Pilar Molina, 1984): Este era otro Barco de Vapor, algo más serio, de aventuras y casi de espía. Me parece otro libro recomendable para iniciar en lecturas. 

El abrazo del Nilo (Montserrat del Amo, 1988): Otro de misterio, bastante correcto. Jugaba con la egiptología... pero claro, yo de ese tema ya estaba encandilado con la historia de la momia de la película clásica de los años 1930, que ponían en la televisión cuando la televisión era lo suficientemente valiente como para programar películas antiguas en blanco y negro. El libro no era de terror, pero jugaba con el misterio.

Simbad el marino (Abu Abd-Allah Muhammad el-Gashigar, siglo IX): En realidad leí una adaptación infantil ilustrada, el que adaptó el texto no sé quién fue. Era de la editorial Susaeta y sería publicado en los años 1980. El original pertenece a la colección de cuentos de Las mil y una noches. A mí y a mi hermano nos gustaban mucho las películas de efectos especiales Harryhausen, que contaban habitualmente historias de mitología griega y árabe.

Mendelson y la Luna (Joan Aiken, 1986): Este es del Barco de Vapor, aunque la autora es una británica que escribía desde muy joven en los años 1930, este es de los últimos que escribió. Me lo regaló mi madre. Por entonces yo me creía muy mayor para este tipo de historias donde un burro está enamorado de la nocturnidad y tiene por amigas unas ratas que le quieren ayudar a volar. Secretamente este libro me gustaba mucho por cuanto significado de regalo de mi madre. Tontería de niños que a veces quieren aparentar ser adultos. Cuando me hice mayor le ayudaba con los deberes de inglés, matemáticas y otras cosas a las hijas de la vecina de enfrente, ya que ella no podía hacerlo. Se me ocurrió estimular la lectura de ellas regalándoles libros de mi infancia. A una de ellas le regalé este libro. Ellas ahora son más mayores, y aunque son más jóvenes que yo, por fuerza, una hasta se va a casar el año que viene. He perdido el contacto un poco con ellas, pero supongo que es ley de vida, ellas crecen y hacen su vida. A fin de cuentas ni siquiera soy su familiar. Pero me gusta pensar que en algún momento ayudé a que se formaran. Me pasó igual con El coleccionista de agujeros (Eveline Hasler, 1988). Otro de Barco de Vapor.

Las aventuras de Vania el Forzudo (Otfried Preusler, 1987): Mi primer autor ruso. Se me hizo duro leerlo al principio, pero en un segundo intento lo hice. Está escrito en esa Rusia aún Unión Soviética, sólo que la historia está ambientada en la Rusia de los zares. A través de un profesor de Historia, don Antonio, a mí me había gustado mucho la Historia de Rusia que nos había enseñado, pequeños retazos del siglo XVIII y la revolución de 1917. Además me gustaban películas que venían de libros, como El doctor Zivago, y no sé si cuando mi padre me compró este libro eso tenía que ver, o bien sólo la aventura que contaba, sobre un hijo forzudo que saca adelante a su familia. Mi primera aproximación a la literatura rusa, desde el Barco de Vapor.

Tónico y el secreto de Estado (A. Dias de Moraes, 1987): Aunque el autor es brasileño, ambientó esta historia en un país indeterminado de América del Sur que a mí siempre me recordó Bolivia, o eso me imaginé. Era de la serie adolescente de Barco de Vapor. Me costó tres intentos leerlo entero. Pero es una literatura de espías y golpes de Estado que me aproximó en cierto modo a comprender lo que significaban las dictaduras sudamericanas, de las que hacía poco habían salido países como Chile, Argentina, Paraguay o el propio Brasil. En este libro creo que empezó en mí un modo diferente de entender las novelas, quizá también porque mi propia familia tiene exiliados en Argentina y Perú desde la guerra civil.

Los buscadores de tesoros (Edith Nesbith, 1987): Otro de Barco de Vapor. No me dejó una gran impronta. Mis padres nos compraban una gran cantidad de estos libros. Creo que este lo compraron por nuestros muy habituales juegos de aventuras que imaginábamos.

La cazadora de Indiana Jones (A. Balzola, 1989):  De Barco de Vapor. Mi madre nos lo compró creo que porque se mencionaba a Indiana Jones, que es un personajes que nos ha estimulado mucho a mi hermano y a mí. De hecho lo de historiador vienen en parte por él. Pero lo cierto es que este libro no era muy glorioso, el título engañaba.

Frisk, la nutria y Timur, el tigre, ambos de Bernard Rutley, en 1967. Eran libros pequeños e ilustrados donde una vez más el protagonista era el animal. En este caso su idea era pedagógica y naturalista. A modo de historia narrada autobiográfica cada animal te educaba en cómo es su vida. Pertenecían a una biblioteca parroquial que hubo de desmontarse. El cura al cargo, Rufino, que nos bautizó, dio la comunión y enterró a nuestro padre años después, nos dio uno a cada uno a mi hermano y a mí.

Dimensión maldita, Astros en desintegración y Planeta hechizado, todos de Christopher Black en 1984, en editorial Susaeta. Se trata de libros de ciencia ficción y aventuras espaciales. Todos ellos son de una tendencia literaria que se pudo de moda en los años 1980, son libros de "elige tu propia aventura", una especie de juego de lectura donde no había una historia clásica de principio y fin, si no que te iban planteando diferentes opciones y tú debías elegir por el protagonista, como si fueras el protagonista, así, según elegías, saltabas a una página o a otra, y te ocurrían unas u otras cosas. Intentabas solucionar la misión que te tocaba, pero a veces el final no era bueno para ti. Todo unos libros de aventuras en sí. Estos pertenecían a la colección El reto de las galaxias. Añoro este tipo de literatura. Los leías y siempre era una lectura diferente. En este mismo sentido, pero ya de misterio y crímenes, también leí y releí Odisea en el Gran Cañón (Jay Leibold, 1985), El misterio del medallón escocés (Louise Mounroe Foley y Paul Granger, 1984) y OVNI 54-40 (Edward Packard y Paul Granger, 1982), de editorial Timun Mas. Y todavía tengo otro de esa editorial pero de una colección específica llamada La máquina del tiempo, sobre ciencia ficción de viajes en el tiempo, llamado El Imperio Mongol (Carol Gaskin, 1987).

Heidi (Johanna Spyri, 1880): A mí la serie de dibujos animados, de la que participó Hayao Miyazaki en 1974, me gustaba. La ponían por las tardes en televisión y me gustaba estar en casa para verla merendando. Muy posterior a esos años 1980 donde ponían la serie en España, en un trabajo escolar donde debíamos ir a la biblioteca y escoger un libro para luego escribir sobre qué nos parecía, encontré el libro original de 1880 y lo leí. Eso debió ser entre 1990 y 1993, o sea entre 6º y 8º de EGB, con 11 o 14 años. Me acuerdo que se había estropeado la antena de la televisión y un día vino un antenista polaco a arreglarla y le gustó verme leer, por lo que se acercó a preguntarme qué leía, le mostré este libro y os aseguro que tomó distancia de mí, de verdad. Pero me dio igual. Sé que en aquellas épocas había una mentalidad más machista en este sentido y cosas como estas eran sospechosas de homosexualidad, sin serlo necesariamente. No era asunto de homosexualidad. La lectura, por otra parte, no dejaba de ser un libro suizo de 1880, por lo que mi maestra estaba impresionada con el tipo de libros que yo escogía por leer, y es que entre 1990 y 1993 yo leía cosas que otros no leían, esas ya las comentaré en la próxima entrega. La historia de esta niña huérfana forzada a vivir con su abuelo huraño de Los Alpes es suficiente para hacerse una aproximación de que de todos estos libros de Barco de Vapor que me formaron saqué un trampolín que me impulsaba a leer otro tipo de historias cada vez más complejas.

viernes, octubre 16, 2015

NOTICIA 1531ª DESDE EL BAR: ECHO DE MENOS

El pasado día 14 unos ocho o nueve poetas alcalaínos fuimos a Madrid capital para participar de una lectura de poemas propios en un bar llamado El Rincón del Arte Nuevo, en la calle Segovia, cerca del Palacio Real. No todos leyeron, algunos sólo fueron espectadores, pero el acto contó con el romancero castellano de Enrique Sabaté, la poesía Antonio Eme, Hazel Messiatz  y Rosario Delgado, la voz cantante de Diana, y unos pocos poemas míos. Hubo además tres poetas madrileños leyendo. El convocante del acto era Fernando Sabido Sánchez, que lleva tiempo recopilando lo que él llama una Antologia de Poesía Mundial del siglo XXI. Tiene allí compilados a diecisiete mil doscientos poetas de todo el planeta. Busca por Internet, por bibliotecas, por librerías, por prensa... Es un trabajo enciclopédico y puede que llegue a tener alguna utilidad en el futuro, aunque yo no lo llamaría antología, ya que una antología implica selección, a veces hasta temática, y en este caso simplemente es sumar y sumar poetas y poetisas. Como sea, varios de los que leyeron estaban ya en esa antología.

Lo cierto es que el bar lleva unos treinta y seis años colaborando con la creación de eventos literarios. Por sus paredes han pasado poetas famosos y no famosos, profesionales y aficionados. La noche del 14 se nos ofreció a poetas alcalaínos y la cosa es que aunque es de agradecer el reconocimiento, allí llenamos el bar los alcalaínos. Entre público y poetas de los madrileños habría unos seis, ¡sólo seis!, y de esos seis creo que tres eran de Alcobendas. Así que creo que el bar no supo publicitar bien el evento. De hecho el viaje a Madrid capital es caro económicamente desde Alcalá de Henares; dado este resultado, hubiera sido más rentable recitar en un bar de Alcalá de Henares, sobre todo sabiendo que esa noche aparte de nosotros el resto eran poetas que estaban pendientes de leer también. Además, la bebida, da igual cuál fuera esta, costaba 5 euros. No sólo le llenábamos su oferta cultural al dueño, le llenábamos el bar e íbamos allí gratuitamente, si no que además perdíamos dinero exageradamente entre viaje y consumiciones. Yo sólo consumí un tercio de cerveza (5 €), pero por la duración del acto podría haber bebido de tres a cuatro (de 7'5 € a 10 €, si el precio fuera el normal de 2'50€), así que creo que ese empresario llevará mucho tiempo organizando actos, pero no tiene mucha idea de mantener su negocio en el sentido de que la gente consuma, ni creo que haya tratado bien a los que allí fuimos a leer, según expongo esto. Peor aún es que el acompañamiento de la cerveza fuese un cuenco de palomitas y una ausencia casi total del camarero en la sala.

Siempre está bien que existan esos espacios, pero está mejor cuando además se demuestra un respeto al que actúa, y más si actúa gratis. Porque si no, que lo hagan ellos mismos, que son los dueños del bar. 

El recital estuvo bien, con voces muy variadas. El ambiente era más de biblioteca o salón de actos que de bar, lo que no me termina de convencer. Un bar se ha de comportar como bar. Hay que ser gamberros donde el lugar reclama serlo. 

Antes de entrar al concierto estuve hablando con los poetas y poetisas que son amigos, con los que fui, los citados ya, más Sofía Winter y Enrique Ascordebeitia, pero también fui dando un paseo como yendo hacia la Plaza Mayor yo solo, en busca de un cajero automático para sacar dinero antes de entrar en el bar. Eché de menos a una amiga querida y la llamé. me hubiera gustado que viniera, que estuviera allí. Son días confusos para mí. Desde el final de mi contrato de trabajo el pasado 16 de septiembre han ocurrido tantas cosas en mi vida y todas tan... Estoy hecho un jaleo y tengo a veces momentos melancólicos. Echo de menos. 

domingo, octubre 11, 2015

NOTICIA 1530ª DESDE EL BAR: BLUES Y COUNTRY

En los años 1950 se compusieron numerosas canciones preciosas que luego pasaron al rock and roll y sus derivados, aunque venían del blues o del country, del western y del folk, o de otros estilos. Dinah Washington decidió cantar y reinterpretar a Bessie Smith en su blues. Mientras, Hank Williams arrasaba entre los ambientes folk, western and country. Hoy quería compartir con vosotros dos canciones de puro dolor amoroso. Las dos son canciones despechadas, o canciones tal vez dolidas por un abandono cuando ellos aún amaban a la persona que les amaba. Quizá con Williams emocionalmente me hace sentir más cercano a mí en sus dos primeros párrafos de diez versos. Su canción podría suscribirla mucha gente, pero no empatizo con la segunda parte, o mejor expresado, no me reconozco aunque otros lo hagan. Pero la primera parte me es muy cercana. Su forma de cantar transmite cierta tristeza. En cuanto a Dinah Washington sólo decir que sabe poner el énfasis adecuado, hasta hacernos estremecer, con una letra profundamente dolida de la gran, pero desafortunada a lo largo de su vida, Bessie Smith. 

Hay cosas que siempre son del hoy, son cosas humanas. Saludos y que la cerveza os acompañe. Disfrutad de las canciones. Merecen la pena en esta tarde de otoño de un 11 de octubre.





DESPUÉS DE QUE TE HAYAS IDO

Ahora escucha, cariño, mientras te digo:
¿cómo puedes concentrarte al decirme que te marchas lejos?
No digas que nos debemos separar.
No rompas de dolor mi corazón
sabes que me amaste de verdad durante muchos años.
Te amé noche y día,
¿es que no ves mis lágrimas?
¿Cómo puedes dejarme?
Escucha mientras digo,
después de que te hayas ido,
y me dejes llorando,
después de que te hayas ido,
no hay negación,
te sentirás melancólico, te sentirás triste,
echarás de menos a la amiga más querida que
alguna vez tuviste,
llegará un momento, no lo olvides,
llegará un momento en el que te arrepentirás.
Algún día...
cuando madures solo,
tu corazón se romperá como el mío,
y me querrás sólo a mí,
después de que te hayas ido,
después de que te hayas ido lejos...
después de que me vaya,
después de que rompamos,
después de que me haya ido,
querrás arreglarlo,
te sentirás melancólico, te sentirás triste,
echarás de menos a la mejor chica
que alguna vez tuviste.
Llegará un momento,
no lo olvides,
llegará un momento,
en el que te arrepentirás.
Algún día,
cuando madures solo,
tu corazón se romperá como el mío,
y me querrás sólo a mí,
después de que te hayas ido,
después de que te hayas ido lejos,
cariño,
después de que te hayas ido,
después de que te hayas ido lejos.

(Dinah Washington, 1958, del álbum: Dinah Washington sings Bessie Smith).




TÚ GANAS DE NUEVO

La noticia está por toda la ciudad,
que te han visto corriendo por ahí,
supongo que te tendré que dejar ir,
pero luego no podré volver,
tú ganas de nuevo.

Este corazón mío nunca pudo decir
lo que todo el mundo sabía, que eras mía.
Confiando en que era mi gran pecado,
¿qué puedo hacer?
Tú ganas de nuevo.

Lo siento por tu víctima de ahora,
porque pronto su cabeza, como la mía, le dará vueltas.
Él te va a dar su corazón,
pero todo va a ser en vano
y algunos dirán que tú ganas de nuevo.

Tú no tienes corazón,
no tienes vergüenza,
tú tomas el amor verdadero
y luego devuelves culpa,
supongo que no debería quejarme,
todavía te amo,
tú ganas de nuevo.

(Hank Williams, 1952, cara B del single "Settin' the woods on fire / You win again").

jueves, octubre 08, 2015

NOTICIA 1529ª DESDE EL BAR: EL GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI EN LA SEMANA CERVANTINA

Hoy empieza el Mercado Cervantino en Alcalá de Henares, que todo el mundo confunde con un mercado medieval. En otros años el ayuntamiento llegó a autojustificar que se programaran actos medievales en tal mercado alegando las historias de caballería de Don Quijote, pero de esto ya hice un razonamiento y una crítica y un análisis el año pasado, en la Noticia 1396ª, creo que sigue vigente y pertinente, y creo que ya que la gente sigue llamándolo medieval (siglos V a XV) y no cervantino (siglos XVI a XVII), quizá es mejor que se lo dediquen al escritor Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que también era de Alcalá de Henares y al menos él sí era del siglo XIV. Quizá lo único a añadir es esa crítica que se ha leído en algún sitio en la que a costa de que el concejal de Medioambiente, Alberto Egido, de Somos Alcalá, ha sostenido la idea de prohibir en la ciudad por normativa municipal los circos clásicos que usan animales, entonces, decía aquella crítica que les lanzaban, ¿por qué no eliminar también todas las intervenciones de animales también en este evento cervantino tan dado a exhibir aves rapaces, ocas, caballos, mulas, camellos, serpientes y otros a los que obligan a hacer cosas de espectáculo...? Escribir esto no quiere decir que yo comparta esta idea, no la comparto ni en circos ni en el mercado, aunque no es una cuestión de blanco o negro, tengo importantes matices en ambos asuntos, sólo creo que la contradicción de gobierno que han señalado en otros lugares de la red cibernética es pertinente que se señale, puesto que se da. Aún no he leído ninguna declaración del grupo Somos Alcalá en contra del uso de animales en el Mercado Cervantino. E insisto que no es que yo comparta la visión de la prohibición, aunque pondría grandes matices también a la no prohibición, puesto que por lo que se ha visto otros años, ni creo que se deba prohibir, ni creo que se deba permitir determinadas prácticas con esos animales dentro de esta ciudad, puesto que alguno ha parecido más bien estar sufriendo tras muchas horas y días seguidos encajonados y forzados a determinadas actividades con montones de personas a su alrededor, varazo mediante. La normativa municipal vigente desde hace muchos años referente a animales en la ciudad es clara en esto: está prohibido con multa el sufrimiento animal. Cito: según la Ordenanza reguladora de la tenencia y protección de animales domésticos, Alcalá de Henares, de sesión ordinaria 15 de octubre de 1996, publicada en el BOCAM el 22 de noviembre de 1996, vigente en la actualidad, en su artículo 10 prohíbe los actos de crueldad y malos tratos a los animales, en su artículo 55 a.6 considera infracción leve mantener a los animales en la intemperie sin protección adecuada, en su artículo 55 c.16 considera infracción muy grave usarlos en espectáculos y fiestas populares, a excepción de la tauromaquia, que impliquen que les genere sufrimiento o les haga objeto de tratos antinaturales, que generen crueldad, o maltrato. La cuantía de las multas quedan inscritas en el artículo 57 según los casos. Más aún se podrían usar otros artículos, como el que obliga a recoger toda deyección animal de manera inmediata. Por supuesto leer la normativa entera depara muchas sorpresas, como la prohibición de usar perras como guardianes en la ciudad, sólo se admite el uso de machos, o la prohibición de tener reptiles como mascotas e incluso venderlos (y las tortugas lo son). Como sea, ahí queda eso, y la policía municipal, garantes hipotéticos de las normativas municipales, debiera conocer todo esto.

La cosa es que el Mercado Cervantino empieza hoy y mucha gente se plantea inaugurarla (con su ya tradicional lluvia de todos los años) antes de que lleguen todos los turistas el fin de semana y no se pueda ni hacer vida normal la gente que somos de aquí, porque nos impidan caminar por la calle o descansar a determinadas horas los que vivan en el distrito centro. Mientras eso ocurre, en El Laboratorio, de la calle Vaqueras esquina con el Paseo de los Curas, casi en la Puerta del Vado, un servidor y Mario Misas proyectaremos El gabinete del doctor Caligari, un clásico del cine rodado por el alemán Robert Wiene en 1920. Una película muda del expresionismo y del cubismo alemán creada en la inmediata postguerra de la Primera Guerra Mundial. Es una de las primeras que dieron pistoletazo de salida a lo que sería el cine de terror del periodo de entreguerras. Un cine marcado por el vanguardismo en toda Europa. Su cartelería es parte de colecciones museísticas hoy día. El cine pensado como Arte muy por encima de una concepción comercial. La película fue mutilada y restaurada pocos años después de su estreno, su restaurador fue poco menos que Murnau, otro de los grandes directores alemanes de estas tendencias, creador del primer Drácula cinematográfico, conocido como Nosferatu, en 1922. La película fue inspirada por una serie de crímenes reales que ocurrieron en Hamburgo. El proyecto iba a ser entregado a Fritz Lang, otro de los grandes, pero Erich Pommer, de la productora Decla Bioscop, terminó dándoselo a Wiene, que venía del mundo del teatro. Después de la proyección aspiramos a poder conversar de la películas y de cine con el público asistente. Así pues, entre Miguel de Cervantes, el medievo, lo que sea, y Caligari, acompasados por la feria del libro, queda hecha la propuesta de este jueves que abre algo más de una semana de continuidad de la actividad cultural de Alcalá de Henares que ha empezado tan fuerte este mes de octubre, como dije la vez anterior con otros actos y también como especifiqué la otra vez a la anterior

Saludos y que la cerveza os acompañe. La proyección será a las 19:30 horas de hoy jueves 8 de octubre, en El Laboratorio.

lunes, octubre 05, 2015

NOTICIA 1528ª DESDE EL BAR: EL OTOÑO PRIMAVERA

"Tan pronto como empieces a caminar, te será cada vez más fácil seguir", con esa frase de John C. Maxwell me anuncia mi calendario que es octubre. 

El presidente Mariano Rajoy dice que para la campaña electoral de diciembre ahora el Partido Popular (PP) comenzará a hacer una política de "economía con alma", eso ha dicho literalmente. ¿Eso quiere decir que el PP reconoce que en estos cuatro años de gobierno han sido unos desalmados? Ellos sabrán, y su conciencia (supongo). Los demás creo que hace tiempo que tenemos una ligera idea de los efectos de su política en nuestras vidas diarias.

Pero en esta entrada de cambio de mes no me apetece mucho hacer un análisis de la actualidad. Octubre ha comenzado con un precioso aspecto de otoño, con cielos grises y ligeras brisas, alguna lluvias suaves. Este fin de semana hubo el recital de poesía contra el cáncer, el festival del X aniversario del Flamingo Rock Bar, un paseo de automóviles de los años 1920 y 1930 por la ciudad, un concurso de fotografía al aire libre, otro más de pintura, se inauguraron varias exposiciones, comenzó la feria el libro antiguo y de ocasión... y ahora nos preparamos para realizar el mercado cervantino. A empezado octubre y no sólo el otoño nos saluda, también parece que ha habido una explosión de actos culturales. 

Esta mañana me dio por salir a dar una vuelta. Estuve por varios sitios, entre ellos el Parque O'Donnel. Al regreso hacia el centro de la ciudad pasé por la calle que bordea el convento de la Bernardas. Junto al Arco de San Bernardo se encuentra una tienda de fotografía desde la que me lanzaron un grito. Al volver pudo ver a Juan Manuel Peña, un amigo que conocí en 2002. Los dos somos de Alcalá de Henares, pero nos conocimos muy lejos, en Carnota, limpiando petróleo (chapapote) de las costas gallegas cuando el buque Prestige se hundió creando un desastre medioambiental de los más grandes de su tipo en la Historia reciente. Fuimos allí cada uno por su cuenta, de voluntarios. Por entonces también gobernaba el PP y Mariano Rajoy era Ministro del Interior, decía cosas por entonces que aquello sólo eran "como hilillos de plastilina", la realidad es que cuando yo llegué en el autobús vi petróleo desde las playas al horizonte, todo el mar lleno de petróleo. Ya por entonces, mentía, o faltaba a la verdad, como dicen en el Congreso para no ofenderse entre sí claramente ofendiendo. Lo cierto es que nuestros caminos se volvieron a juntar tiempo después en 2011, en el Movimiento 15 de Mayo, cuando ocupamos durante un mes la Capilla del Oidor. En ambos casos Juan Manuel había hecho un poco de reportero grabando imágenes para que constara testimonio de todo aquello. Luego, tiempo después, supe que se lanzó a realizar un cortometraje de ficción algo metafísico que presentó a Alcine el año pasado, 2014, tras vivir una temporada fuera de España por trabajo.

La cuestión es que estaba en la puerta de aquella tienda porque era su tienda. Es su tienda junto con otros fotógrafos y artistas conocidos, pero no es exactamente una tienda, sino todo un proyecto fotográfico llamado Trendy Photo. De Juan Manuel Peña ya hablé en 2013, pero aún más destacadamente en 2012 cuando inició un proyecto llamado Éxodo, Estudio Fotográfico, donde pretendía realizar fotografías de la vida diaria de una sola calle de Alcalá de Henares a lo largo del tiempo. Por entonces ya trabajaba con otros fotógrafos que ahora están en este otro proyecto de 2015, como Javier Cardenete, del que hablé hace poco a raíz de un cortometraje que hizo, como Sandra Santiago y como Miguel Díez, que hace siempre unos retratos muy estudiados. Parte de ellos vienen de la fotografía de reportaje periodístico, otros de fotografía de posado, todos con sentido artístico. Lo que es innegable es que llevan todos juntos una etapa de inquietudes creativas a las que tratan de darle algo de salida y vida en Alcalá de Henares. Ahora tienen este estudio de la calle de San Bernardo compartiendo inquietudes con la de artistas como el cineasta complutense Ugo Sanz, realizador de películas, del que he hablado muchas veces por ser otro amigo personal. Hablé de él por su cortometraje Ya no voy a hablar más (2009) o también por el de Los ojos de Alicia (2008). Más recientemente hablé de él porque era creador de un proyecto llamado Cuadros de Cine, en el que pintaban carteles y fotogramas de películas él y unos cuantos pintores. Parece ser que ese proyecto iniciado en 2014, ahora está unido a este otro de Trendy Photo. En él también participa la pintora Zaida Escobar, a quien entrevisté en primavera de este año. Así que he de suponer que se trata de un proyecto inserto en lo que últimamente se llama "co-working", que en español es "co-trabajo", y cuya explicación es un conjunto de gente que se une para poder hacerse y gestionar un mismo espacio que compartir para desarrollar sus diferentes proyectos laborales y artísticos, quizá incluso para interactuar, cosas de los nuevos tiempos de crisis económica combinadas con viejas ideas comunales.

En ese sentido ese proyecto es ya una innovación en Alcalá de Henares, ya que es más normal encontrar esa nueva relación social, laboral y creativa en grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao. Alcalá es una gran ciudad, pero estas cuestiones, donde normalmente somos pioneros en silencio, no suelen visualizarse tanto a ojos de la gente de aquí. Hay otros proyectos de co-working alcalaíno, yo conozco otros, pero el asunto es ese: la discreción. 

Trendy Photo cuenta con varios espacios, allí se puede ir como una tienda de fotografía de barrio normal y corriente, hacerte fotos, comprar marcos, revelar, tal vez... pero a la vez puedes contratar reporteros para cubrir una boda o cualquier evento. Su enfoque es muy variado al venir de orígenes muy diferentes, del fotorreportaje periodístico al mundo de la moda. Sin embargo su mayor apuesta es un espacio de club de fotografía donde dan cursos muy variados con cuestiones estéticas y fotográficas, donde se reúnen para hablar de fotografía, de proyectos, de ideas... Hay un espacio para exponer fotografía, que debiera ser más publicitado, solicitado y usado. Tienen el mayor estudio fotográfico que he visto en Alcalá y en muchos otros sitios, una gran cantidad de medios... Todo con un sentido artístico muy cuidado. Un par de alcaldes precisamente eligieron el lugar y a esas personas para que les hicieran sus fotografías políticas de posado. Son ellos los que este fin de semana organizaron el concurso de fotografía al aire libre por todo el centro de la ciudad.

Ellos dicen de sí que crean fotografía contemporánea, servicios fotográficos, escuela de fotografía y que incluso alquilan su espacio fotográfico. Yo creo que ahora mismo lo que necesitan en ser conocidos e cuanto a todo lo que desean hacer. Llevan mucho tiempo, años, trabajando en la ciudad, y su espacio realmente, bien entendido y usado por unos y otros, podría ser un interesante espacio, por ejemplo la sala de exposiciones. No pongo ninguna fotografía suya por aquí, porque prefiero que uséis los enlaces para ir a su página, Trendy Photo. Es duro hacer estos proyectos tan ilusionantes, a los que nos gusta no debiéramos dejar de escucharles.

Como sea, octubre comenzó, y su otoño con sus hojas comenzando a hacerse doradas, y parece que ha estallado una extraña primavera de encuentros culturales complutenses. Recitales de poesía en los bares, exposiciones de fotografías, pintura, concursos, conciertos, coches antiguos, cine, teatro... Y lo demás, lo de la economía con alma... riámonos, que eso lo ha dicho el mismo que quiere celebrar las elecciones generales casi en Navidad, cuando mucha gente marcha a sus pueblos con su familia y no estarán para ir a votar ni siquiera en lo anímico. Que el Señor de los Hilillos diga lo que quiera, total, ya sabemos cómo es su palabra.

Saludos y que la cerveza os acompañe.