martes, agosto 28, 2018

NOTICIA 1811ª DESDE EL BAR: DE LAS FIESTAS Y LAS FERIAS COMPLUTENSES

Las ferias y fiestas de Alcalá de Henares comenzaron el pasado sábado 25 de agosto y ahí están durando hasta que el próximo domingo el desfile de carrozas y el castillo de fuegos artificiales cierren sus actos por la noche. Entre medias buena parte del plantel más llamativo está por venir, como pueden los muy esperados y más que comentados conciertos de los japoneses The Neatbeats y de los españoles Sobrinus (estos tocaron cuando iniciaron su carrera en Alcalá de Henares en dos ocasiones, y como conciertos programados fuera de fiestas y festejos, tras muchos años de separación se reagruparon el año pasado y este año vuelven a Alcalá). Claro que ya hubo previamente, en las fiestas de los Santos Niños a comienzos de agosto, un gran conciertazo, también gratuito, con Mozart Heroes, que por gustar gustaron sorprendentemente hasta a la gente de la tercera edad. Yo también estuve allí y merecieron la pena muy mucho. Hay que reconocer que en el apartado musical este año se han hecho muy bien los deberes en los conciertos gratuitos, si bien en los conciertos de pago se sigue dando bandazos al volante en plena carretera, aún queriendo respetar a todos los gustos es inexplicable que se siga programando a un determinado tipo de músicos para tocar dentro del escenario estrella, que son las murallas (por sus dimensiones y por su estética), Dúo Dinámico (cada vez menos dinámico), Hombres G (por enésima vez de conciertos en nuestras ferias), Seguridad Social (y ojo, que a mí estos me gustan y disfruté mucho el que dieron gratuito en la Plaza de Cervantes... en los años 1990) y otros. Por supuesto, tienen su público. Y a mí mismo me gustan varias de las elecciones, como esos Seguridad Social o algunas canciones de los dos también ya citados, quizá Sara Baras y Diego "El Cigala" sean lo mejor elegido para el escenario grande que son las murallas. Pero desde luego a mí me da la sensación que los conciertos que están más en sintonía con el día de hoy son los gratuitos del Campo de la Paloma. Y no despreciemos nunca, porque hacen su función, el escenario menor de todos (al margen de los conciertos que programen las peñas en sus recintos, como Los Jardineros con su festival de todos los años), el escenario del kiosco de música de la Plaza de Cervantes, que ofrece dos pases, uno para gente mayor y otro para gente más joven donde suelen sonar temas precisamente propios de los años 1990 y 2000 de grupos que a menudo son lo que copan el escenario de la muralla. Estos son los conciertos de las orquestas y, sinceramente, algunas veces dan muchos buenos momentos. Todo es acertar en la orquesta. Es más humilde pero no menos divertido. He bailado más con estos conciertos en años anteriores que en algunos de los dos escenarios más grandes. Como sea, anotáos The Neatbeats y Sobrinus que no os van a defraudar.

Pero las fiestas son algo más que música. Las peñas cumplen su función con las comparsas que acompañan a gigantes y cabezudos y con los juegos para niño. Los títeres y el teatro tienen también unas jornadas extensas estos días, y las exhibiciones de danzas. Los actos solidarios de comida. El ejército y sus exhibiciones, las exposiciones de obras de arte o de coches antiguos (la gran mayoría de cuando yo era niño y adolescente, allá entre los años 1980-1990, o envejezco o se desplaza la fecha de antiguo), etcétera. Siempre lo digo, de todos modos, las fiestas lo mejor que tienen es que son un lugar de encuentro de amistades y familiares que hace tiempo que no se ven. Gracias a estas fiestas, por ejemplo este año, un año más he podido reencontrarme con amistades que se fueron a vivir a otros países con la crisis económica y nunca más volvieron, salvo por estas fechas, y algunos otros que teniendo hijos ya sólo salen casi en este tipo de actos tan sólo. Hay que entender que las ferias y fiestas son algo más que un montón de eventos programados, son una oportunidad de reencuentro.

Este año el pregón de fiestas lo dieron las peñas. Raro es el pregón que me he perdido en mi vida desde que me llevaban mis padres de niño. Alguno me perdí de más mayor, pero pocos, muy pocos. Aunque era un merecido reconocimiento a la labor de las peñas en las fiestas (a pesar de que el pregonero lo votan las peñas, por lo que tuvieron que votarse a sí mismos para dar el pregón) tengo que decir que a mí este año no me gustó el pregón. Me pareció el peor de todos los que he visto. Y lo siento mucho, conozco a mucha gente metidas en peñas, incluida una de las personas que leyeron desde el balcón del ayuntamiento. No me gustó un pregón grabado y proyectado en una gran pantalla sobre la fachada del ayuntamiento y sobre el kiosco de música. Nos obligaban a ver una película, una pantalla, como si no viéramos suficientes pantallas en este mundo moderno. Un ritmo lento y serio, aburrido, diciendo cosas sin gran sustancia y queriendo hacer algo de comentario cultural cuando a las peñas, a pesar de que tienen gente muy culta entre ellos, no les caracteriza un afán de expandir la Historia y Literatura de la ciudad de una forma formal y sesuda. Años y años pidiendo que se tiren los papeles del pregón o gritando al pregonero, lo que tenía su gracia, para que ahora, con pantalla y gran altavoz, nos pusieran a escuchar a ritmo lento propio de anuncio de Telemadrid, una especie de paradójico e hipotético "Alcalaínos por Alcalá". ¿Pues no van a estar en Alcalá los alcalaínos y a saber los alcalaínos de las cosas de Alcalá? En fin, lo mejor del pregón, con creces, y muchas gracias por ello, fue el peñista que cantó y tocó una canción a la ciudad. Fue lo mejor, lo salvable del pregón. Y lo siento mucho, pero es así. Ese músico sí entendió muy bien cuál era la función de un peñista como pregonero de sus fiestas.

Lo que sí ha sido un aciertazo ha sido el cartel de fiestas, pintado por Malagón, el ilustrador que vive en Alcalá y colabora con diferentes revistas y periódicos con dibujos de humor. Ha representado a una gran cantiada de personas reales que se suelen ver por el centro ciudad. Ha llegado incluso a firmar carteles en Santa María la Rica. Me gusta. Ha recogido un espíritu.

Quizá una de las novedades más trascendentales para la Historia de la ciudad es el estreno el mismo día del comienzo de ferias de la peatonalización de la mitad de la Plaza de Cervantes, la mitad que en otra época, en el siglo XVI, perteneció al concejo, mientras la que se ha quedado con las vías para circulación de automóviles son las que correspondían a la Universidad. Las obras han sido muy rápidas este agosto, pero aparentemente se ha acabado la obra bien. Queda bonito. Las nuevas losas de granito verdugadas de adoquines para desaguar el agua de lluvia en las alcantarillas sintonizan bien con el conjunto entre medieval y resto de siglo en adelante que fueron cambiando la fisonomía de la plaza en sus edificios y en la propia plaza. Cuando yo era niño la Puerta de Madrid veía pasar los coches por debajo de ella y estos podían circular por la Calle Mayor. Hace ya unas décadas que la Puerta de Madrid tiene una plaza peatonal y que por la Calle Mayor no pueden circular más coches que los que a horas restringidas proveen de mercancía a los comercios. La semipeatonalización de la Plaza de Cervantes es sólo otro pequeño cambio que no tiene porqué ser malo, como se ha dicho desde las posturas más conservadoras. Es sólo un cambio. Un cambio como lo dio Ávila en su día, Madrid en varias de sus calles principales hace ya años, o cualquier otra ciudad. No les ha ido mal. No es un cambio a malas. Y tal como va el clima y la evolución de las ciudades, es necesario empezar a ir cambiando hábitos. Todos los años miden en El Encín la radiación por aquello de que hubo una bomba de rayos gamma allí (Noticia 563ª), y en comparación con los niveles de radiación que se recogían en la Plaza de Cervantes, resultaba que había más radiación en el centro de la ciudad que en aquel lugar. Esto se debe a la contaminación principalmente, sobre todo a la de los automóviles. Peatonalizar es necesario. Nos va mucho en ello. Es cierto que hay que mejorar el transporte público urbano y modificar o introducir rutas de un modo diferente a cómo se ha hecho (hay que hacerlo de un modo útil de verdad), y es cierto que es excesivo e incomprensible el plan de rotondas que han ideado, pero lo que está sujeto a mejora que no empañe una labor necesaria como era esa peatonalización, que por otra parte no es tan restrictiva como la que llevó a cabo el PSOE-IU de comienzos del siglo XXI, con Peinado de alcalde y Machota de segundo alcalde.

Estamos de fiestas. Aún no me he prodigado mucho por ellas, algo pero no mucho, porque tengo otras cuestiones que atender estos días y, además, ayer y hoy, he combinado esas cuestiones de ineludible atención, como el reparto del periódico El Salto, con disfrutar de mi gata en mi casa. Aunque sí he tenido ese encuentro de amigos de cada año, impagable. Me he cruzado con un par de desfiles de gigantes y cabezudos, por ejemplo en mi barrio, con una música muy divertida este año. Y pienso que las citas que más me atraen de estas ferias de este año, comienzan a partir de mañana, quizá más bien del jueves. Saludos y que la cerveza os acompañe.

miércoles, agosto 22, 2018

NOTICIA 1810ª DESDE EL BAR: NAM


NAM

Unos negros habían quitado la aguja del percutor de unas granadas de mano la noche anterior. Fueron a una cantina llena de soldados blancos y arrancaron las anillas de las granadas mientras las lanzaban al interior gritando: "¡os vamos a matar a todos!". Todo el mundo se puso muy nervioso. Saltaron como resortes de sus asientos tratando de correr fuera del lugar, algunos se refugiaban malamente debajo de los taburetes y las mesas de donde se caían con estrépito las bebidas y cigarros. Cuando el lugar quedó súbitamente vacío sólo se oían las risas de los soldados negros, a sabiendas de que ningún oficial andaba cerca con aquella broma. Algunos blancos volvieron malhumorados a la cantina, otros se lo tomaron como una broma más de compañeros de armas que trataban de matar lo que allí se vivía.

Aquellos negros ahora estaban colocados. El médico de campaña les había pasado algo de morfina. No lo consideraba un desperdicio. A veces los soldados más indemnes tenían heridas que iban más allá de lo físico. Los negros estaban en la ribera del río por donde llegaban las barcas techadas de paja de los vietnamitas que traían sus productos para vender en el pueblo que ocupaba aquel destacamento norteamericano. A unos diez metros unos soldados de Tennessee habían colocado una bandera confederada en su camión. Querían reafirmar su pertenencia al Sur estadounidense. No parecía que tuvieran nada concreto contra los negros, estos entendían aquello y no les tenían en cuenta aquella bandera, salvo cuando volvían de algún combate en el que les habían colocado en la primera linea de fuego o haciendo la cobertura en las evacuaciones por helicóptero. Entonces, cuando veían aquella bandera, solían tener fuertes discusiones con los soldados de Tennessee, pero al cabo del día las heridas se guardaban y se sacaba como mínimo la camaradería de los compañeros de armas.

Aquellos negros eran algo más. Eran compañeros de sangre. Combatían juntos y trataban de no morir. Unos eran de Michigan, otros de Louisiana, alguno de Vermont, allí todos eran de Vietnam. Pertenecían al ejército y a una guerra de blancos que habían ido al país de los amarillos. En una fábrica de Detroit podían trabajar un par de negros juntos y morir uno de ellos. El jefe podía darle un par de días de permiso al amigo vivo y así se podía tratar de recomponer un orden de vida. En Vietnam los compañeros eran amigos y podían reír juntos, emborracharse o colocarse con la morfina o la marihuana, pero cuando ibas a la jungla una bala podía atravesar el pecho de tu amigo y llenarte de su sangre. Tu oficial no te daría ningún día de descanso, porque había que avanzar. Había que avanzar en una linea de frente inexistente, porque toda la jungla, todo Vietnam, era un frente de vietcongs que aparecían de la nada a través de túneles excavados en el barro o de frondosas vegetaciones de los arrozales llenos de mosquitos y agente naranja lanzado semanas atrás desde un avión amigo tras salir de las fábricas de Monsanto Corporation y Dow Chemical a miles de kilómetros de donde la gente moría.

Unos días atrás unos doce soldados blancos de otro batallón habían bajado de una lancha para aprovisionarse en el pueblo. Encontraron a un vietnamita comiéndose una lata de peras en conserva. Le preguntaron de dónde la había sacado. Él les contestó que se lo había dado uno de los americanos de la intendencia. Los nuevos no le creyeron, le acusaron de robo y le dieron una paliza. Acudió en su ayuda una niña de catorce años. La chica era menuda. En un mal inglés trataba de pedir que dejaran en paz a su padre. El que parecía ser un cabo que no guardaba el más correcto orden en su vestimenta decidió que sería mejor dejarle la lata de peras si le cobraban un precio. Entre los doce hombres violaron a la niña por turnos mientras se pedían permiso entre ellos, impacientes. El padre lloró cuando vio a su hija sangrando después de todo aquello. Uno de los soldados sacó su pistola y le disparó en la cabeza. La niña, que aún no había roto a llorar, por mucho que gritó, lloró entonces. El artillero de la lancha desenganchó su cañón más potente y disparó contra la cara de la niña. Decía que no le gustaba ver sufrir a la gente, que sería una crueldad dejarla sola en el mundo en medio de aquella guerra. La cabeza de la niña prácticamente había quedado esparcida por el lugar. Luego, los doce hombres saltaron sobre los restos. Ese fue el panorama que se encontró el destacamento cuando todos los que lo componían regresaron al pueblo. Ya había ocurrido todo para cuando ellos estuvieron de vuelta de una misión de reconocimiento. Lo cierto es que entre aquellos doce soldados blancos había uno que era negro. Lo sabían porque los vieron alejarse yéndose en la lancha río abajo justo cuando ellos entraban a su base. 

"¿Cómo pudieron hacer aquello?", preguntó en voz alta Paul Winchester al resto de los negros colocados que esa mañana estaban al lado de la ribera del río mientras ondeaba la bandera confederada en el camión de sus compañeros de armas. No esperaba respuesta. Nadie respondería, porque todos sabían la respuesta. Sandra, la enfermera de la Cruz Roja, volvió a acercarse a ellos de parte del médico y les pasó un par de dosis más de morfina. Los soldados andaban adormilados con aquello, sólo de vez en cuando fumaban un cigarrillo.

Daniel L.-Serrano "Canichu"
22 de agosto de 2018
(Este relato tiene registro de autor bajo licencia creative commons, al igual que el resto del blog según se lee en la columna de links de la derecha de la página. De este relato no está permitido su reproducción total o parcial sin citar el nombre del autor, y aún así no estará bajo ningún concepto ni forma permitida la reproducción si es con ánimo de lucro. La Ley de Propiedad Intelectual le protege.)

martes, agosto 14, 2018

NOTICIA 1809ª DESDE EL BAR: YōKAI. ICONOGRAFÍA DE LO FANTÁSTICO

En el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la calle Alcalá de Madrid, casi en la Plaza del Sol, se está celebrando los ciento cincuenta años de relaciones diplomáticas entre España y Japón. La Fundación Japón, con los comisarios Koichi Yumoto y Daniel Sastre de la Vega (este de la Universidad Autónoma de Madrid) han organizado una exposición temporal que nos muestra una gran galería de los monstruos y diablos de la mitología fundacional de Japón, algunos incluso anteriores a la llegada completa del budismo a aquellas tierras. Estos monstruos son llamados por una palabra compuesta de dos palabras y Kai, los yōkai, por lo que la exposición se llama: Yōkai. Iconografía de lo fantástico. El término no tiene traducción exacta en español, por eso se encontrará traducido como "diablos", "monstruos", "espíritus", "algo sobrenatural" o "algo extraño", dependiendo del traductor. 

España fue el primer Estado europeo que realizó contactos diplomáticos con Japón, fue en el siglo XVI, como ya conté al hablaros de las conferencias que se dieron en el Ateneo de Madrid en febrero de 2011 (Noticia 900ª) o cuando hablé de un combate entre piratas japoneses y tropas españolas en Filipinas al descubrir estas un nido de piratas por casualidad, lo que fue llevado a cómic en 2016 (Noticia 1597ª). Tal como conté en esos mismos lugares, en las primeras décadas del siglo XVII Japón decidió aislarse del resto de países, especialmente de los occidentales, para preservar su cultura, sus creencias y su autonomía, por ello esta relación España-Japón se cortó e incluso empeoró cuando varios misioneros se infiltraron en secreto en tierras japonesas, fueron ejecutados o presos y obligados a renunciar a su fe cristiana. Japón mantuvo unas relaciones comerciales mínimas una vez al año, especialmente con los holandeses, y persiguieron al cristianismo, el cual estaba corrompiendo las creencias que sustentaban el mundo japonés, y por tanto los cimientos de aquel Estado. En el siglo XIX los estadounidenses decidieron obligar a los japoneses a abrir todos sus puertos al comercio occidental, especialmente con ellos mismos, por lo que tras encontrar un "casus belli" bombardearon uno de aquellos puertos para imponer esa condición de paz. El emperador de Japón se dio cuenta que su sociedad vivía aún con tecnologías, organización y conocimientos medievales. La llegada masiva de europeos, especialmente de empresarios y comerciantes, podría hacer que Japón siguiera los pasos de China, o de otros países de Asia, y terminar siendo un protectorado colonial y un lugar de disputas bélicas de las potencias europeas, mientras a la vez la esencia del ser japonés entraría en decadencia y aculturación. Por ello inició una revolución cultural, la revolución Meiji. Se trataba de modernizar Japón por sí mismos. Mediante la concienciación y políticas culturales y educativas logró poner a Japón al mismo nivel que las grandes potencias europeas. En los primeros años del siglo XX Japón ya podía hablar de tú a tú con cualquier país occidental. Por supuesto eso llevó a una serie de ideas que desembocarían en la Segunda Guerra Mundial, pero esa es otra parte de esta historia. La cuestión es que el año clave de la revolución Meiji es 1868, año en el que Japón abrió relaciones diplomáticas con la gran mayoría del resto de países del mundo, entre ellos España, de ahí que este 2018 se cumpla ese ciento cincuenta aniversario.

Los yōkai nacen de las creencias populares japonesas más humildes en su relación con la Naturaleza. Son hechos inexplicables y seres sobrenaturales, sucesos paranormales.  No se sabe muy bien cuándo comienzan las historias de estos seres oralmente, pero hay constancia ya del uso del término yōkai para referirse a ellos desde el siglo VIII, a través de las Crónicas de antiguos hechos de Japón (Kojiki). Cobra especial relevancia la historia conocida como "Desfile nocturno de los cien demonios" o "Desfile nocturno de los cien monstruos", que da la génesis fundacional de estos seres y del propio Japón y que con el pintor Totsa Mitsunobu, desde un templo de Kioto entre los siglos XV y XVI, se mezcló esta mitología con el budismo. Los yōkai volvieron a tener una fuerte relevancia cuando en el siglo XVIII Toriyama Sekien realizó diversas enciclopedias y narró por escrito muchas de las historias y de las criaturas de estas creencias populares, y fue más allá, se inventó treinta criaturas nuevas. La verdad es que no hay un número fijo de estas criaturas, ni siquiera el desfile nocturno cuenta con un número exacto de seres participantes aunque se diga que son cien, y en sus diversas narraciones y representaciones tampoco son siempre ni las mismas criaturas ni las misma disposición de orden al desfilar. 

En el siglo XX y lo que va del XXI la cultura popular volvió a relanzar a estos seres a través de los productos de masas como son los dibujos animados, las películas, las series de televisión, los cómic... Los Estudios Ghibli, y en particular Hayao Miyazaki, son dos de los motores más importantes de su promoción e incorporación a historias y cuentos actuales que más o menos conocemos todos, como La princesa Mononoke, La batalla de los mapaches del Valle Pompoko, El viaje de Chihiro, El castillo ambulante, etcétera. Pero también otras producciones de otros autores como puedan ser las diversas producciones de Godzila, Power Rangers, la pelicula de terror Ringu (de Hideo Nakata en 1998, pero popularizada en Occidente por la versión estadounidense The Ring, de Gore Verbinski en 2002), la serie de dibujos animados Pòkemon, Bola de Dragón, o la serie propia y literalmente llamada Los yōkai.

La exposición que se puede ver en Madrid contiene rollos de papel ilustrados, libros, kimonos, colgantes de cerámica, empuñaduras de sables samuráis, dagas, cartas y otros objetos donde aparecen muchos de estos seres o se narran algunas de sus historias. Se exponen en dos tandas, del 17 de julio al 20 o 21 de agosto hay una determinada serie de estos objetos, mientras que el 21 o el 22 de agosto y hasta el final en 23 de septiembre se expondrán otros objetos, por motivos de conservación ante la exposición a la luz. Aunque ya he dicho que los yōkai aparecen así llamados por primera vez en el siglo VIII, pese a ser más antiguos oralmente, esta exposición cuenta como piezas más antiguas libritos y dibujos del siglo XVIII, centrándose más bien en la abundancia de lo producido en el siglo XIX y primeras décadas del XX, especialmente desde 1868, la fecha clave que sirve de excusa para mostrarnos esta riqueza visual.

Algunos de los dibujos del siglo XIX se asemejan sorprendentemente al cómic actual y a los coloridos del Arte Pop de los años 1960, no siendo algo que pertenezca a esas corrientes. Es bonito también ver las combinaciones artísticas entre las grafías de la escritura japonesa combinada con los dibujos de los libros, donde a veces cobran parte de la historia al transformarse los iconos japoneses en algo semejante a lluvia, por ejemplo. Samurais y monstruos van desfilando, como en el dibujo donde unos samurais combaten con una araña gigante. 

Por intuición, a fuerza de verlos repetidos en diferentes obras de cine o televisión, yo pensaba que varios de los seres que aparecían tenían algo que ver con la mitología japonesa, sin saber exactamente nada sobre ello. Las tres cabezas que caminan y hablan, el gato que agita su pata, la mujer que estira su cuello, las niñas fantasmales de pelo negro largo y caído, los seres como piedras que dan vida y magia a los bosques, los espíritus del bosque, los mapaches mágicos que estiran su escroto, el zorro blanco de las siete o nueve colas, el ser negro que devora otros seres y come pelo, el sapo gigante, los dragones, el esqueleto gigante que sobrevuela los cielos, el fuego con vida que alimenta la magia de una casa, etcétera. Esta exposición hace para mí una serie de descubrimientos que asientan algo que a veces sólo intuía. Enriquece mi mundo y me hace pensar además en lo mucho que Miyazaki habrá buceado en sus mitologías tradicionales más remotas para crear todos esos cuentos modernos que hoy nos hacen disfrutar. 

Intuyo también, tras ver bastantes de estas producciones, que el sentido de monstruo en Japón no tiene exactamente las mismas connotaciones que en Occidente, aunque hay zonas comunes. Así por ejemplo, cuando veo a estos seres en sus obras japonesas, o incluso cuando veo alguna película de zombies hecha en Corea del Sur (Tren a Busan, de Sang-ho Yeon en 2016) o en el cine de China y otros países del Extremo Oriente, intuyo que incluso el personaje que ejerce de malo no es malo en sí mismo. Es una persona o un ser que obra mal por alguna razón que encierra o un sufrimiento interior por motivos concretos, o por miedo, o bien por una maldición o por cuestiones de honor familiares. Pensemos que hasta las brujas de los cuentos de Miyazaki, por muy malas que sean, tienen un fondo de buena persona. O tomemos en otras de las películas de Miyazaki el ejemplo del yōkai negro y sin rostro que no hablaba y devoraba a otros yōkais en la Casa de los Baños tras explorar en la codicia de ellos para comprar lo que a él le faltaba, el afecto o el amor, en El Viaje de Chihiro (2001). Tal vez es cosa de una perspectiva diferente entre su cultura de transfondo budista y la nuestra de transfondo judeocristiano. Los conceptos del bien y del mal, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, el Cielo y el Infierno, y demás, puede que difieran en algunas de sus partes más sustanciales.

Una exposición gratuita muy recomendable e instructiva. Sugerente.