jueves, abril 30, 2020

NOTICIA 1962ª DESDE EL BAR: LA GRAN RECESIÓN, LA GRAN RECLUSIÓN, EL GRAN BATACAZO

Si hay algo que de cara al Día del Trabajador, mañana, 1º de Mayo, habría que destacar este año 2020 es que por primera vez en muchos años, en décadas, al menos en España, los trabajadores han recuperado un orgullo de ser trabajadores. Quizá no han recuperado una conciencia de clase, pero sí han recuperado su orgullo y la conciencia de su importancia en la sociedad. No ha venido de la mano de una concienciación de sus problemas, aunque los tengan presentes, ni de sus posibles mejoras, aunque tengan ideas sobre cómo lograrlas, ha venido de la mano de una serie de obligaciones por ley que ha creado el estado de alarma iniciado el 14 de marzo por la pandemia de la Covid-19. Una serie de obligaciones que se dan por un estado de funcionamiento del gobierno que, si bien es una herramienta de la democracia para poder sobrevivir en situaciones excepcionales y graves como la presente, toma para sí herramientas que minimizan precisamente el orden democrático. Podría haber sido peor, con otras personas al frente del gobierno, con otros partidos políticos ejerciendo los ministerios, tal vez no se hubieran tomado todas las medidas sociales, económicas y laborales que se tomaron en defensa de más o menos todos los sectores de la sociedad, en especial los trabajadores, y tal vez no se hubieran hecho prórrogas del estado de alarma cada quince días, con la idea de comparecer en el Congreso de los Diputados a dar cuentas, a toda vista de que la Constitución permite que eso pudiera no haber ocurrido nunca y el gobierno haber ejercido de manera excepcional con plenos poderes sin necesidad de pasar por aprobaciones y visiones de los partidos de la oposición. Probablemente hemos tenido dentro del mal, en cuanto al gobierno, la mejor de las posibilidades plausibles.

Igualmente, la recuperación de la concienciación de la gente de su importancia como trabajadores, ha venido por el miedo. Miedo potenciado al máximo, hasta el sensacionalismo y el alarmismo, por los medios de comunicación y el bombardeo continuo de la sobreinformación. Miedo que el propio gobierno ha usado para poder lograr una sociedad más voluble a sus medidas. Miedo que las cifras nacionales e internacionales ayudaban a dar, sobre todo al darse en cifras totales y no en cifras porcentuales relativas a la población del país. Miedo potenciado al fijar los ojos en historias particulares, siempre escogidas las más terribles aunque la mayoría de los enfermos sanaban. La potenciación del miedo ha sido una herramienta tremenda para potenciar otra de las herramientas del gobierno: la manipulación mental sobre la unidad de acción bajo un mando único y fuertemente jerarquizado en una hipotética guerra contra un enemigo indefinido y sin plan de ataque que sin embargo nos atacaba. Con ese panorama, con la suma de todo lo expuesto, la gente aceptó opiniones y visiones únicas como la única verdad posible, sin cuestionar y sin controlar la verdad de todo lo que le llegaba, a fin de cuentas hay una gran verdad que siempre estaba ahí: los muertos. Y si los muertos no eran suficientes, se apelaba a la emocionalidad sobre tú valía humana si no eras capaz de sensibilizarte ante la salud de los ancianos. Ni que decir tiene que los ancianos mueren de manera generalizada con y sin Covid-19 cuando contraen una enfermedad cualquiera, su organismo es ya débil. Los argumentos en las primeras semanas apelaban a esa sensibilidad, pero no explicaban que siendo coherentes con ese planteamiento, deberíamos estar confinados de por vida con objeto de que ninguna de nuestras enfermedades comunes puedan matar a un anciano. Esto no quita para que la Covid-19 en sí misma, por su novedad y por su agresividad sea una pandemia altamente letal ante la que estar alerta, ya que escala grados de gravedad y letalidad similares a la de la gripe española de 1918.

Cuando todo el mundo fue enviado a sus casas menos los considerados trabajadores esenciales, ahí es donde la gente comenzó a recuperar su orgullo como trabajador, no su conciencia de clase, pero sí su orgullo. De ahí en adelante hay un paso para esa conciencia de clase, pero para eso la gente debería recibir los mensajes y discursos que no reciben y que no desean recibir: el mensaje sobre sí mismos, sobre sí mismos como grupo, de sí mismos como gente con problemas y soluciones que son comunes y que son negados por otros grupos con otros intereses y que se alimentan de ellos mismos. Todo eso está en el ambiente, pero no está interiorizado. Se han aplaudido a médicos y enfermeras, y fue ahí cuando el gobierno y algunos partidos políticos comenzaron a fomentar que se aplaudiera a policías y militares y guardias civiles, pero salió de la gente común, desde sus redes sociales, la reivindicación de su propio trabajo y el aplauso a ellos mismos y a sus vecinos comunes, los políticos no pudieron menos que sumarse a lo evidente, y con ellos el periodismo de escala estatal, y se aplaudió a mujeres de la limpieza, barrenderos, cajeras de supermercado, reponedores, transportistas, pequeños autónomos de tiendas de barrio (panaderos, fruteros, carniceros, charcuteros, pescaderos, etc.), trabajadores del mundo rural como ganaderos y agricultores, pescadores, matarifes, conductores de transporte público, y demás, a los que hay que recordar a basureros, trabajadores de las depuradoras de aguas, de las presas, etcétera. Sin ellos la situación hubiera colapsado. Y se reconoció la labor de los trabajadores culturales e intelectuales, y se aplaudió a músicos, actores, escritores y hasta a determinado periodismo, pero no a otro que la gente entendió como nocivo. 

Los trabajadores de los trabajos más comunes son los trabajadores más apreciados en estos momentos. Ahora bien, cuando las autoridades sanitarias recomendaron al gobierno cerrarlo todo, mandar a todo el mundo a casa, y a estos se les sumó la gente con más miedo y los políticos de la oposición (no se sabe bien si con vistas en el bien común o en la crítica constante al gobierno), el gobierno les hizo caso. Yo ya entonces dije que la economía no paraba ni en tiempos de guerra, siguiendo su metáfora bélica, de la que no creo que haya  sido un acierto que se usara, pero se usó, y lo sigo diciendo. Aquellos políticos a la contra del gobierno y sus seguidores y las personas con más miedo que entonces pidieron la paralización de todo, ahora critican al gobierno por haberles hecho caso, sin citar que ellos mismos lo pidieron, precisamente porque al pararlo todo lo que se ha provocado es el hundimiento económico de todo, lo que puede sumar a la desgracia, más desgracia, tal como yo mismo dije en su día, y repito: ni en tiempos de guerra se para la economía. Aunque algunas cifras nos remonten a tiempos de la guerra civil de 1936-1939 y la primera década de la dictadura, como también anoté en la entrada anterior a esta, en realidad esto no es una guerra, como se han hartado a decir, los campos no están arrasados, las fábricas no están destruidas, la gente no ha muerto por cientos de miles o millones, la gente no se ha arruinado económicamente (al contrario, muchas familias han ahorrado al no poder salir a comprar o gastar dinero). Por muy duro que es el golpe económico, la posición de salida para superarlo es mejor que en 2008, sólo hay que esperar a que se acaben las restricciones especiales por la pandemia, y no sólo en España, en todo el mundo, pues la ruina de empresas norteamericanas o europeas las sentiremos aquí y de esto ya no se sale si no se piensa tanto en lo de España como en lo que ocurra fuera. La situación es muy grave, pero la parrilla de salida es mejor que en 2008, por muy malos que nos vengan ahora los datos macroeconómicos que sin duda, en los próximos meses, nos van a dar. No es una crisis estructural, esa ya estaba en marcha desde 2008, dentro de la crisis de 2008, esta es una crisis grave pero coyuntural, atada a la pandemia. Acabar la pandemia es acabar la crisis coyuntural. 

Los médicos y científicos sanitarios saben de lo suyo, si un dueño de bar opinara sobre una operación a corazón abierto probablemente se daría lo que se llama una "opinión de cuñado", esto es una opinión de alguien que opina de todo imponiendo su voz como la verdad absoluta, aunque en realidad no sabe de lo que habla o sabe extremadamente poco. Pero si un médico opinara sobre cómo sacar adelante un bar, probablemente el cuñado sería ahora él. En las medidas contra la Covid-19 los criterios científicos médicos han prevalecido sobre el resto de criterios, al menos eso ha dicho el gobierno. Lo más cierto es que esto no sea cierto. Los políticos han de hacer su trabajo y eso implica tener en cuenta todos los factores posibles para tomar decisiones. Por mucho peso que tuvieran los informes y recomendaciones médicas, con total seguridad habrán tenido en cuenta otros parámetros que no tienen que ver con lo médico. Tener cerrado un país al completo implica hundir al país. No se puede operar a alguien de corazón y a la vez paralizarle los pulmones durante la operación y tras los primeros días mientras se recupera... no se recuperará, morirá. No le puedes decir a los pulmones: "parad mientras se sana el corazón", ni al revés se le puede decir al corazón que pare para que sanen los pulmones. La paralización de los bares, volviendo al ejemplo puesto, ha llevado al límite a muchos dueños, y al paro a gente que no fue necesaria en los locales o que no fueron contratados en las temporadas altas en la que normalmente trabajan, como Semana Santa. Ahora les recomiendan abrir al 30% en esta primera etapa que empieza de superación de la Covid-19. Es una recomendación de las autoridades sanitarias, capacidad al 30% y sólo las terrazas, no con servicio dentro del local, pero los dueños de bares ya han sido claros, volviendo a pagar las facturas propias del negocio abierto, los sueldos necesarios y los impuestos de estar abiertos con "normalidad", lo único que implica es pérdidas económicas, por tanto la ruina y el posible cierre, perjudicando así al negocio, a la economía, a los trabajadores, y a todos los trabajadores y empresas que se dedican a suministrarle productos, pues al desaparecer también desaparece la necesidad de su servicio. Por ello mismo, los sanitarios hacen su labor de recomendación sanitaria y el resto de sectores deben hacer el suyo de recomendaciones en cuanto a lo suyo, el gobierno debería escuchar a todos y, tarea de político, encontrar una solución lo menos dañina posible para la generalidad de todos, y esa solución no pasa por escuchar a una sola de las partes ahora mismo, aunque sea deseable darle más voz o prioridad ahora mismo a las autoridades sanitarias, ya que la Covid-19 no ha desaparecido, se ha desacelerado, que es diferente.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de dar el dato de que el confinamiento ha hundido la economía española un 5'2% en su Producto Interior Bruto (PIB), y esto solo con datos de las dos primeras semanas de confinamiento, esto es: la segunda mitad de marzo, siendo además que la situación de parálisis del país ha impedido que el INE tuviera acceso a todas las fuentes económicas que normalmente tiene, por lo que muchos datos los ha tenido que sacar tratando de entender un comportamiento general, por ejemplo, investigando los movimientos de compras con tarjetas de crédito y de débito. Los datos pueden ser diferentes y, avisa el INE, podrían ser peores. Para entendernos, ese 5'2% de caída del PIB es el doble de lo que se cayó registrado en el primer trimestre de 2009 (comienzo estadístico de la Gran Recesión de 2008), entonces fue un 2'6%, y ya conocemos las enormes calamidades económicas, laborales y sociales que eso conllevó. Para entendernos más aún, sólo en el comienzo del estado de alarma, queda por saberse los efectos de todo el estado de alarma cuando estos se puedan medir, pues solo en el comienzo del estado de alarma se perdió económicamente tanto como en los primeros seis años de la Gran Recesión. Se puede  leer hoy en El País.

En todo caso, las grandes pérdidas se han dado en los pequeños comercios de barrio, el transporte público, la hostelería y las actividades culturales, mientras que las actividades financieras han aumentado, no han disminuido, estas no necesariamente son inversiones o fondos de pensión, son por ejemplo la actividad del pago o uso con y de tarjetas de crédito y débito, o pagos con el teléfono o con Internet. ¿Qué nos indica esto? Que ese gran batacazo puede que tenga una rápida recuperación en cuanto se permita que la gente salga a comprar lo que necesite con total normalidad, salga a entretenerse con normalidad y salga a trabajar usando el transporte con total normalidad. No con una "nueva normalidad", que dice el gobierno que quiere alcanzar, sino con normalidad. Ahora, bien es cierto que ante otra grave crisis, la ecológica, sería ideal que algunas de las costumbres adquiridas en el confinamiento persistieran, como es el menor consumo, y eso, es cierto, puede hacer perdurar aspectos de la crisis. Estamos en todos los aspectos vitales, ya sea sanitario, económico, social o ecológico, ante una espada de Damocles. No se puede hacer bien a uno sin dañar a otro ahora mismo, quizá para hacer bien a todos hay que hacer a la vez mal a todos, aunque suene raro y polémico, pero sería un "mal" relativo, pues se referiría a que el ritmo ultracapitalista no sería sostenible, por lo que el mal vendría sobre todo a los más poderosos, que enseguida intentarían hacerte creer que lo que es malo para ellos es malo para ti, no siendo realmente así. Siempre se podría argumentar que lo que es bueno en general, es bueno para todos.

Los datos de desempleo ya dieron pistas ayer, cuando se sobrepasó el 14% de desempleo en España, cifra que no se daba desde 2013, el año que recibió los efectos de todas los recortes y la reforma laboral de Rajoy en 2012 para enfrentar la Gran Recesión de 2008.

Estamos ante un 1º de mayo, en todo caso, muy peculiar, pero no inexistente. La gente ha recuperado la conciencia de su orgullo como trabajadores, y eso ya es un comienzo importante para comenzar a hablar.

domingo, abril 26, 2020

NOTICIA 1961ª DESDE EL BAR: SU PELO NO ERA ORO

¿Ha aumentado el número de suicidios en España desde el comienzo del confinamiento por la activación del estado de alarma ante la pandemia de la Covid-19? ¿Se confirma la relación del aumento de la violencia machista y doméstica a costa del confinamiento y, de ser así, cómo afecta en la cabeza del violento el confinamiento mismo, como estímulo de violencia o como agravante de procesos mentales no saludables? ¿Han aumentado los divorcios por la ansiedad y otros problemas derivados por el confinamiento? ¿Han aumentado las depresiones? ¿Han aumentado los cuadros de ansiedad y las crisis nerviosas? ¿Han aumentado casos de fobias que pueden causar traumas psicológicos? ¿Cómo de intensos y graves pueden ser los traumas que provocan en familiares y allegados de los fallecidos y enfermos por Covid-19 confinados en casa y lejos de la persona afectada? ¿La soledad en algunas personas está afectando a su salud mental? ¿El bombardeo informativo ahondando en lo negativo, el enfrentamiento, el sensacionalismo, la muerte y la enfermedad está provocando traumas? Y en otro orden de cosas, ¿está el confinamiento deteriorando la salud física de los confinados, si es así en qué modos y cómo?

Las relaciones sanitarias del confinamiento insisten tanto en la idea de superar a la Covid-19 (vencer, según los términos bélicos del gobierno, cuando ni siquiera se ponen de acuerdo los científicos sobre si un virus es o no es un ser vivo), que ni mencionan que por tratar de enfrentar una enfermedad con medidas estrictamente sociales se pueden estar estimulando o creando otras enfermedades a nivel social generalizado, como mínimo. No hay informaciones sobre varias de las preguntas anteriormente planteadas, o al menos no las hay de una manera tan fácilmente accesible estos días como pueda ser el parte diario de muertos que ofrece el gobierno por la televisión. Hoy, día 26 de abril, 43º día de confinamiento a nivel estatal y 44º a nivel de la Comunidad de Madrid, pueden salir los menores de 14 años de edad de nuevo a la calle, acompañados por un adulto, en un máximo de tres menores por adulto, no más allá de un radio de un kilómetro de distancia de su hogar y sin pisar los parques infantiles para jugar, aunque podrán llevarse juguetes, hemos de suponer que para jugar en la calle en algún lugar que no sea un parque. Para adoptar esta medida se ha eliminado la principal razón que el gobierno y los medios de comunicación han dado desde diez días antes de que comenzara el estado de alarma, dado que ellos fueron mandados a la recomendación del confinamiento una semana antes que el resto, aduciendo que eran los principales transmisores potenciales de la enfermedad dada su actividad social común. La realidad es que en la práctica se cerró los colegios e institutos pero niños y jóvenes estaban en la calle y parques socializando como en vacaciones. No es real que lleven más tiempo que los adultos en casa. Como sea, aquella razón bombardeada incesantemente no era compartida por muchos otros países, que no fueron tan drásticos con los niños, pero en España fue aceptada sin rechistar, sin cuestionar, aquel que cuestionaba era estigmatizado, perseguido y denunciado públicamente, tanto desde los balcones de las casas, como desde algunos medios de comunicación, quizá resabio de una cultura popular aún con herencias de entender la sociedad al estilo jerárquico de una dictadura que educó españoles a su gusto durante cuarenta años... muchas generaciones de españoles transmitiendo valores que a ellos mismos les fueron transmitidos. Ahora, se desdecía el gobierno, con la boca pequeña y sin reconocer posibles exageraciones o errores, y se desdecían los medios de comunicación sin mencionar jamás que ellos participaron de potenciar el error. Así por ejemplo, ahora que los niños pueden volver a salir, los telediarios y periódicos daban noticias esta semana sobre que no hay ni una sola evidencia científica sobre que ellos sean los mayores transmisores de la enfermedad. Del mismo modo el gobierno salía al paso sobre la supuesta prohibición de que salieran los niños recordando que en el primer decreto de estado de alarma, del 14 de marzo, ellos permitían salir a los menores de edad acompañados por sus padres. Y así es. Los menores de edad y los dependientes no se pueden quedar solos en casa, con y sin pandemia, eso no cambió. Por lo que si uno va al BOE o tira de hemeroteca, encontrará que se dijo que podían salir con su padre o su madre a acompañarles a sus tareas permitidas (no las laborales), siempre y cuando no pudieran quedarse acompañados por alguien responsable en casa. Fue la estigmatización social, el sensacionalismo informativo caído en alarmismo, la actuación policial (con avisos o multas que pudieran ser recurridas), el acoso de vecinos denunciantes, lo que fomentaron la idea de que los niños no podían salir de casa. A la segunda semana se fomentó las noticias que defendían los paseos de los niños con problemas especiales, como los autistas, acosados por "vigilantes" de balcón, pero lo cierto es que podía salir cualquier niño que no pudiera quedarse en casa solo. El miedo y la psicosis generado por los medios de comunicación ante la letalidad de la enfermedad y la creencia ciega en una prohibición inexistente a fuerza de las denuncias de actitudes aparecidas, el miedo a la estigmatización social y vecinal, hicieron el resto. El miedo es libre y puede crear certidumbres que se transforman en verdades en las mentes de quien tiene miedo. 

Igual pasó con los paseos de los perros, que se asumió que debía ser sólo cerca de casa, hacer sus necesidades y a casa, cuando hasta la máxima autoridad sanitaria para la Covid-19, Fernando Simón, tuvo que salir al paso para recordar que las medidas pretendían que no hubiera contacto social entre dueños, pero que eso no afectaba a la duración del paseo del perro... se le debía pasear con la misma duración que normalmente se le paseaba, sólo que no podían juntarse los dueños entre sí. Sólo hay que ir a hemeroteca a comprobar esto. El imaginario acusatorio hizo el resto y este argumento fue olvidado, a los medios de comunicación no les interesaba nada que no diera sensación de caos, prohibición, alarma, negatividad y negación de la vida normal, eso vendía y en algunos casos ayudaba a reforzar percepciones políticas en uno y otro sentido, habitualmente en contra del gobierno.

Ahora con los niños se dice que salen porque el confinamiento les puede crear traumas, sin mencionar todos los posibles traumas y enfermedades mentales antes mencionados en pregunta que afectarían a todas las edades, no sólo a los niños. Por otra parte, nadie hace autocrítica de haber pasado cuarenta días de informaciones sobre muerte y enfermedad y de poner el punto de mira en los niños como principales transmisores potenciales, por no hablar de todos y cada uno de los programas de televisión que han gastado bromas sobre lo insoportable de tener hijos y tener que estar encerrados con ellos. Nadie midió sus palabras, y probablemente eso también provoca traumas en mentes infantiles en formación, especialmente las palabras referentes sobre si son o no son una carga o soportables para su familia, principal grupo social en sus primeros años y en la preadolescencia. Si es por una cuestión de traumas, todo el mundo, de todas las edades, es susceptible de estar adquiriéndolos, y la gravedad del trauma de cada uno, si lo adquiere o los adquiere, dependerá de cada caso individual y sus múltiples circunstancias externas e internas, porque, esto también está ahí, nadie ingresó en el confinamiento estando al completo sano ni libre de preocupaciones o pensamientos que no hayan podido tener estas semanas rumbos imprevisibles. La incertidumbre, por tanto el futuro, es en el presente tanto o más grave que los días pasados con todos sus agravantes.

Pero todo este caos de percepciones se da en múltiples informaciones, algunas interesadas. Esta última semana hemos podido ver durante tres días en los informativos de Antena 3 y La Sexta (ambas del grupo Atresmedia) y en los de Telecinco noticias donde se entrevistaba a toreros defendiendo la idea de que se estaba demostrando que los ecologistas y los animalistas no amaban a los animales porque los toros iban a morir igualmente en los mataderos y sin la oportunidad de ser toreados en una plaza de toros. La noticia no daba voz a nadie que no fuera torero o del mundo empresarial de la cría del toro de lidia. Lo que no contaba la noticia tampoco es si realmente se estaba mandando a los toros de los San Fermines o de la Feria de Abril, por ejemplo, a los mataderos, o bien no contaban que un toro vendido a un matadero produce menos beneficios económicos que uno vendido para su toreo. Otra noticia de estos telediarios fue la que dio voz a los ganaderos de ovejas y cabras defendiendo por un lado la necesidad de permitir que vengan trasquiladores de Marruecos para poder hacer el trasquilamiento de lana, y razonaban que de no hacerse podían quedar estériles las ovejas y perderse la raza, razonamiento un tanto extraño teniendo en cuenta que las ovejas con o sin humanos cuidándolas han existido durante miles de años y no se han quedado estériles cuando no se las ha trasquilado. Obviamente que no se trasquile la lana impide la venta de este producto, lo que es un problema económico para estos ganaderos, esa es otra historia, que podían haber defendido, pero el razonamiento dado en televisión sobre la esterilidad si no hay trasquilación era extraña. Ni un solo argumento cuestionando este asunto. Claro que estos mismos defendían también otro tipo de cuestiones como las matanzas en matadero, si los corderos siguen vivos, siguen mamando y si crecen llega un momento que ni venden el cordero como cordero, ni venden leche para quesos. Y todavía en otro bloque de este tipo de noticias, dentro del espacio de deportes, Antena 3, repitió varias veces noticias de grupos de cazadores defendiendo su derecho a seguir cazando aduciendo que de no hacerlo los animales se apoderarán de los lugares de habitación humana y provocarán enfermedades peores que la Covid-19. Ni una sola voz contraria ni científica sobre ninguno de los argumentos que se dieron sobre animales. La cosa es que todo se dio a modo entrevistas, por lo que no pasaba de ser opiniones, sin embargo, al ser entrevistas dentro de telediarios y al no ofrecerse un contraste de la información o una verificación de la realidad de esas opiniones, para mucha gente lo que eran y son meras opiniones, más o menos profesionales, pasará por ser hechos fácticos e inquebrantables. Así se crea la manipulación, el sensacionalismo y el alarmismo. insisto en uno de los puntos de este aspecto, no hubo en ningún caso ni una sola explicación de los posibles intereses económicos detrás de algunas de estas entrevistas, detrás de los entrevistados. 

Hagamos una reflexión sobre las comunicaciones y los posibles falsos caminos de estas. Lo que son opiniones no son noticias falsas ni bulos, son opiniones. Otra cosa es como se presente el argumento. El buen entendedor entenderá lo que es opinión, mejor o peor informada, con más o con menos propiedad a la hora de hablar, con más o con menos conocimiento por parte de quien opina, esa es otra cuestión, sin embargo hay en España mucha gente que no está acostumbrada a entender lo que se le dice. No nos engañemos, no toda la sociedad está ilustrada (por usar un término que pueda ser útil para entendernos) para comprender algunos datos y algunos niveles argumentales y su funcionamiento. Los mismos sucesos de interpretación que se ven en redes sociales nos dan la pista de que mucha gente o se les dice las cosas de manera literal y detallada o no entiende el mensaje tal cual se le ha dado a modo de interpretación y valoración propia. No olvidemos que no obstante en el país que más libros se editan se da también la cifra de uno de los países que menos libros lee por habitante. La lectura ayuda al pensamiento. Muchos de los bulos no eran bulos, si uno rastrea parte de las cosas que se han leído y escuchado estos días se encontrarán de bruces con que su origen estaba en una noticia cuyo titular era sensacionalista, pero su contenido era diferente. Mucha gente se queda en el titular, o bien toma opiniones o partes de párrafos como hechos fácticos. Hay que fomentar la lectura, pero no sólo su acto mecánico, si no su acto de comprensión. Y hay que volver a fomentar los conocimientos humanísticos, las llamadas Letras, tan deterioradas desde que en 1996 José María Aznar llegó al poder y consideró que sólo las Ciencias producían algo útil. Pero seríamos falsos al echarle la culpa a Aznar tan solo, la primera reforma educativa que llevó a cabo el PP, la ESO, estaba diseñada y aprobada por el último gobierno de Felipe González, del PSOE, pues comenzó a ponerse en práctica de manera graduada desde 1994. He aquí que la Covid-19, aunque aún nadie se lo haya planteado, nos vuelve a situar ante un problema español de las últimas décadas, sino va ya apuntando para cumplir un siglo, el problema educativo.

El asunto ya de cómo se dan las comunicaciones por parte del gobierno, que apuntaba el Vicepresidente de Gobierno, Pablo Iglesias, o el Ministro de Fomento, Ábalos, o bien algunos diputados, como Gabriel Rufián en la más reciente sesión del Congreso (fue él quien recomendó una vez más al presidente que prescindiera del lenguaje bélico, por cuanto esto supone en las psicologías personales, y de las personas con uniforme para dar comunicados), es también un asunto importante en todo este orden de cosas. Obviamente  un lenguaje bélico se sostiene en una identificación grupal y común frente a un enemigo, y por tanto a una apelación nacional de unidad de destino frente a una amenaza externa determinada que nos tiene en su punto de mira. Ahora bien, insisto, los científicos no se ponen de acuerdo siquiera entre ellos si los virus son o no son seres vivos, por lo que difícilmente pueden ser un enemigo de guerra. ¿Sería tu enemigo bélico la baldosa suelta de enfrente de tu casa porque una vez tropezaste con ella? Parece salido de los dibujos animados de El asombroso mundo de Gumball. Tampoco el virus es un bicho. Un bicho implica ser como mínimo, sino un animal, un insecto. Un virus no es un insecto con una "voluntad" más o menos implícita de ser multiorgánico. Una pandemia es una pandemia, una catástrofe es una catástrofe, un drama humano es un drama humano, y las guerras, pues son guerras. En las guerras las fábricas se destruyen por bombardeos, y las vías de comunicación, los trabajadores escasean porque se van al ejército y mueren o son mutilados en cifra de cientos de miles o millones, los campos son arrasados, las materias primas agrícolas son imposibles de producir en número suficiente, la materias primas industriales son objeto de control y batalla o de destrucción. Por supuesto la crisis económica de la Covid-19 será enorme, gigante, pero a diferencia de una guerra, ni las fábricas son destruidas por bombardeo y con ellas sus infraestructuras y máquinas, ni las personas mueren en batalla, ni los campos están siendo arrasados, ni las materias primas se pierden por ejemplo en incendios de oleoductos. En una guerra, tras ella, hay que recomenzar de cero, partiendo de algo tan básico como la recuperación de los recursos humanos... la natalidad o la emigración, después de la Covid-19 todo este trabajo no es necesario hacerlo, porque nada de lo inicial está perdido. Las herramientas no están perdidas... ni siquiera la capacidad de consumo de los ciudadanos, que además ahorran estos días a fuerza de no poder salir de casa y cuando todo acabe tendrán unos recursos económicos mejor situados que previamente, si bien es cierto que la amenaza del paro es brutal, sobre todo por la crisis económica desatada en Estados Unidos, que nos afectará. No seré yo quien le quite la razón a todos los indicadores que nos sitúan en una crisis más fuerte que la de 2008 y la de 1929. Pero sí aseguraré que hay que tener cuidado con algunos argumentos y datos que se den económicamente, pues los grandes empresarios, bancos y algunos gobiernos saben perfectamente que a río revuelto, ganancia de pescadores. Aumentar  y repetir algunos argumentos en los medios puede que sirva para enriquecer más a los ricos, sea, por ejemplo, abaratando el petróleo hasta donde les interese a algunos, o ayudando a abaratar sueldos o destruyendo derechos laborales adquiridos, todo bajo la consigna de "sacrificios en beneficio de todos", siendo ese "todos" ellos solos.

Otro argumento peligroso es el que el gobierno ha repetido ya varias veces sobre que no se acabará las medidas excepcionales hasta que no se descubra una vacuna, aunque haya una desescalada de medidas, pues todos tendremos que cambiar nuestras vidas y adaptarlas a esas medidas excepcionales. Así por ejemplo se habla de mamparas en las barras de bar (destruyendo con ello parte de la vida social que supone una barra de bar, todo sea dicho de paso), se habla de distanciamiento social en los medios de transporte público (cosa imposible en horas punta), se habla de tener que cambiarse de ropa y echarla a lavar cada vez que vuelvas del trabajo (económicamente inviable para mucha gente poner una lavadora todos los días y deteriorar ropas a un ritmo más acelerado a costa de lavados, así como ecológicamente altamente perjudicial), se habla de controlar la temperatura en determinados lugares de uso público con la idea de impedir el paso a quien dé una temperatura ligeramente alta, se habla de plataformas de Internet en casa para ver cine (quedan excluidos todos aquellos que no las tengan por ser caras o por no poder pagar cuotas mensuales por estos productos), se habla del uso de teléfonos móvil para realizar pagos e identificaciones (en perjuicio de todos los que no tengamos las más nuevas tecnologías de telefonía que permitan esto y obligando a adquirir teléfonos con cualidades y datos que quizá no deseen realmente tener), etcétera. Pero lo cierto es que en un par de entrevistas ya he escuchado a científicos decir que hasta la fecha la vacuna contra una enfermedad que tiene el récord de descubrimiento y ponerse en utilidad está en cuatro años. Hay muchos avances en cuanto a la búsqueda de la vacuna contra la Covid-19 estos días, pero incluso el mejor y más positivo de los pronósticos hablan de ella para 2021 o para 2022... y estamos en abril de 2020. Tampoco se garantiza que se descubra, pueden no descubrirse, o puede no descubrirse una vacuna efectiva al 100%. No obstante podría ser una enfermedad que, como otras, su vacuna tenga unos límites de caducidad en su efectividad. Más aún, la Organización Mundial de la Salud afirma que no hay ninguna evidencia de que quien ha pasado la Covid-19 no pueda volver a pasarla, o sea, de que haya quedado inmune. ¿En qué nos sitúa todo esto? ¿En que jamás se levantarán las medidas puestas en marcha en su totalidad? ¿En que los gobiernos tienen ahora una herramienta más de control o una forma de obligarnos a actitudes o productos que anteriormente no queríamos? Los científicos y los médicos hacen su trabajo y sus recomendaciones, pero no son políticos, al igual que los políticos no son médicos ni científicos y deben hacer su trabajo y decisiones. Las decisiones políticas no pueden sustentarse sólo de lo que digan los científicos y los médicos, por muy buena que se está promocionando esta idea estos días. ¿Se puede sanar a una persona enferma del corazón si al operarla del corazón y después del post-operatorio se decide que dejen de funcionar sus pulmones entretanto? No. No se puede. Cada uno tiene su tarea, y la tarea del político cuenta con más variables al margen de las científicas y las médicas, y más allá también de las económicas, aunque todas ellas sean ahora las más importantes sobre la mesa. No se puede estar creando políticas con la idea de que no cambien hasta que ocurra algo que no se sabe ni cuándo va a ocurrir ni si va a ocurrir (en este caso, una vacuna). El no saberse el cuándo de algo es algo bastante habitual en política, pero siempre se pueden hacer previsiones en algunos casos, ¿es este uno de estos casos? De no serlo es grave querer mantener algunas medidas, pues al final pareciera que lo que se quiere a toda costa es el control de la sociedad y con él y mediante la propaganda el aniquilamiento de valores democráticos en nombre de la democracia, como ya hicieran César y César Augusto en la antigua República Romana. 

Pensemos que si esto es una guerra, en metáfora y alegoría del gobierno, en toda guerra las comunicaciones dependen de una oficina de comunicación férreamente dependiente de otra oficina de propaganda y estas a la vez subordinadas a la oficina de censura. No creo que esto esté siendo exactamente así. Las metáforas y alegorías para la política son peligrosas porque pueden disparar por la culata en su defecto. Ahora bien, las metáforas y alegorías funcionan de tal modo que la figura oníricamente apegada a la forma real tiene alguna similitud que las iguala y hacen que una expresión haga comprensible a la otra, o en otras palabras, toda mentira tiene un sustrato de verdad para poder levantarse, por muy recóndito que sea ese sustrato. Así por ejemplo, cuando Garcilaso de la Vega escribía "el cabello, que en la vena del oro se escogió", no se refería a que la mujer de la que habla tuviera pelos de oro, ni que por sus venas corriera oro del que se alimentaba su pelo, nos habla de una mujer rubia, tan rubia y de pelo tan brillantemente rubio que a todos nos hace una idea de cómo era físicamente su pelo, siendo el pelo, pelo y no oro. Así pues, a la hora de rebuscar en las metáforas y alegorías bélicas del gobierno, pensemos que también en sus palabras, en cada uno de sus argumentos, habrá algo tan creíble como increíble. Otro asunto más de reflexión y, sin duda, de debate.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

martes, abril 21, 2020

NOTICIA 1960ª DESDE EL BAR: EN EL DÍA 39º DEL CONFINAMIENTO

Cumplo 41 años, un año más junto a Reina, todos los días junto a Reina. Cumplo 41 a varias horas de la muerte de uno de mis tíos paternos por Covid-19, cumpliéndose un día exacto justo cuando pulso la orden de publicar. En la entrevista que vengo concediendo a los lectores  con ese motivo cumpleañero propio, este año cedo la palabra a una conversación pública que tuve con dos amistades por red social el pasado 15 de abril. En aquel espacio estaba abierto a todas las amistades, conocidos y lectores aceptados en mi perfil, ahora, con permiso de ellos, lo comparto cumpliendo así con esa entrevista que suelo conceder anualmente. En realidad el peso de las preguntas lo lleva Alfonso, más conocido por Domingo, su segundo apellido, uno de los dueños iniciales del ya veterano y clásico de rock en Alcalá de Henares, La Ruina. El otro participante es Luis Abad, uno de mis viejos amigos al que, además, le cedí el espacio del último relato para uno de los suyos en mi libro Relatos de la Gran Guerra, que hasta la fecha sigue siendo, de los tres hasta ahora publicados, el más vendido. Sin más, os dejo con ello, que yo me quedo con la gata, contentos juntos.


Conversación  ("entrevista") en la red social Facebook el 15 de abril, en estos días de confinamiento por el estado de alarma ante la pandemia de la Covid-19.

Canichu Espía del Bar: Leído Viaje del Parnaso (1614), de Miguel de Cervantes.

Alfonso Rubio, de La Ruina:  ¿Lees esos libros porque te gustan, para hacerte el bohemio o porque históricamente los ves imprescindibles? 
Canichu Espía del Bar: Porque me da la gana.

Alfonso Rubio, de La Ruina: Eso está claro. Te lo preguntaba porque tú leerás mucho y quizás no tengas la necesidad de discriminar. Pero para mí, que leo muy, muy poquito, tengo que elegir muy, muy bien lo que voy a leer, porque me tiene que encantar. No puedo arriesgarme a terminar el libro o ir por la mitad y pensar que vaya truño me estoy tragando. Voy a leer tan poco en lo que me quede de vida que tengo que seleccionar muy bien lo que leo. Tú, supongo, que te puedes permitir algún patinazo. 
Canichu Espía del Bar: Pues este no te lo recomiendo. Es excesivamene pesado. Si lees poco, lo mejor es coger el tema que más te guste y elegir a partir de ahí. ¿Qué tipo de historias te gustan?

Alfonso Rubio, de La Ruina: Pero, ¿dejas libros a medias o te empecinas en terminarlo aunque te esté aburriendo? Yo prácticamente solo leo novela fantástica. Ahora estoy con Memorias de hielo, de Steven Erikson. Son una saga de libros, pero que me voy a tirar años para terminar
Canichu Espía del Bar: Bueno, pues si te gusta esa saga, sigue con ella. Yo normalmente los leo todos. Son excepcionales los que he dejado sin terminar en mi vida, se podrían contar con los dedos de una mano. La razón de lectura de cada uno depende de él mismo. Este de Cervantes me lo he leído más como parte de mi autodisciplina para Las notas de los cíclopes libreros de cara a la nota del sábado que viene.

Alfonso Rubio, de La Ruina: ¿Cuántos libros puedes leer al año? 
Canichu Espía del Bar: Pues los llevo contabilizados... De hecho lo publico todos los años en Noticias de un espía en el bar. La cosa es que llevo un diario personal desde 1989 sin interrupción y los libros que me leía los anoto, los libros previos eran los de mi casa y algunos los tenía en ejercicios escolares... Así que tengo constancia de todos los libros que he leído completos en mi vida, faltarían los que por razones profesionales he leído solo las partes que me interesaban para trabajar. Depende del año y de los volúmenes de cada libro, pero la media (sin calcularla) a ojo, podría ser entre treinta y cuarenta.

Alfonso Rubio, de La Ruina: Pues un montón. Aún así a mí, por mí manera lúdica de entender la lectura, me chirría la expresión que utilizaste de que te habías leído el último por "auto disciplina". ¿Llevas un registro, o lista, de los que, digamos, han resultado ser tus preferidos? 
Canichu Espía del Bar: Pues que no te chirríe, porque aparte de por algo lúdico, mi trabajo y dedicación es de carácter intelectual, y a menudo hay que leer cosas no tanto por lo lúdico. Tengo una lista de todos los que me he leído. Dentro de eso podríamos hablar de unos o de otros, cada lectura tiene su tiempo, su momento, y puede variar.

Alfonso Rubio, de La Ruina: O sea, que no tienes un top ten. ¿Qué le dirías a alguien en una cita que te preguntase por tus libros favoritos? ¿Si te pregunta esto convertirías la cita en un monólogo? 😝 Puntualizo, me chirría a mí. Entiendo que a ti no te pase. Me chirría porque soy muy perezoso para leer o estudiar algo que no me atraiga mucho lúdicamente. Yo no busco por ahora en ningún caso que me aporte intelectualmente. Solo que me distraiga. 
Canichu Espía del Bar: No me parece cabal hacer de un diálogo un monólogo. Quien más quien menos todos tenemos algo que contar. No podría decir tal o cual libro es mi favorito, cada uno tiene su cosa. Algunos pueden gustar más, otros menos... Cuando a veces estoy en Domiduca y alguien me pide que le recomiende algo, me dé o no me dé más datos, me parece un marronazo, porque lo que a mí me llame la atención para ti puede ser una gran cagada, además, escuchar las impresiones o conocimientos del otro abre más vías de conocimiento, me parece interesante eso. 

Luis Abad: Yo leo unos treinta al año, cierto es que el 75% de ellos son de solo dos tipos de género. Pero reservo el otro 25% (mas menos) para leer cosas "necesarias" por su valor objetivo o objetivable y para leer cosas que me estimulen intelectualmente, que me aporten puntos de vista distintos (cosas de la que haces gala en cuanto a otros formatos Alfonso Rubio) que amplíen mi conocimiento, derriben mis prejuicios y a veces también mis juicios. Y eso a veces requiere disciplina y tragar algunos cardos, por muchas razones, pero sobretodo por dos: porque para encontrar una perla a veces hay que sumergirse un rato y abrir varias ostras vacías o defectuosas. Y porque la mente, como el cuerpo, requiere alimento para no quedarse fofa; porque, como el cuerpo, hay que entrenarla para que llegue más allá y eso se consigue con agujetas, aburrimiento, repetición y mucho esfuerzo; porque debería ser un imperativo moral para todos intentar saber más, saber mejor y amar saber. Es como la eterna conversación sobre la apreciación del "arte pictórico", sin formación y conocimiento solo nos queda la percepción, la más básica opinión basada en la impresión sensorial. Tan aceptable como básica, tan carente de relevancia como de profundidad. Alimenta tu cerebro y hazle hacer ejercicio. "Esto no es una manzana":

Alfonso Rubio, de La Ruina: Totalmente de acuerdo. Sin embargo, conozco gente que no para de leer libros y son igual de pazguatos que cuando empezaron tres mil libros atrás y otros que no se han leído ni el abecedario y tienen la mente más ágil que una mangosta.

domingo, abril 19, 2020

NOTICIA 1959ª DESDE EL BAR: MI CINE DURANTE EL CONFINAMIENTO (2)

Prosigamos con la segunda parte del cine que vi durante el confinamiento por el estado de alarma ante la Covid-19 hasta la fecha, y luego daremos un salto a la espera de reunir más títulos para una tercera entrega... a la espera del final del confinamiento. Mientras llegue y no llegue la tercera parte ya os escribiré otras cosas. Empecemos con la segunda parte, y os enlazo lo que fue la primera en la Noticia 1958ª.

The Beatles: Eight days a week - The touring years (2016, Ron Howard): Esta película documental fue emitida por primera vez en la televisión española (que yo sepa) en estos días, en La 2, pero yo la vi dos semanas antes, dentro del mismo confinamiento, pues la tenía comprada en DVD con edición especial de coleccionista desde 2016. Aunque parezca mentira siendo yo uno de los seguidores beatlemaniacos, aquel año retrasé su visionado por tener que atender la salud de mi madre y mi tío a la vez, a lo que sumó en los pocos tiempos que tenía el tener que esperar a una amistad que quería verla también. A fin de cuentas me la compré hacia finales de año, así entró 2017 y hubo más de lo mismo, a lo que sumó la muerte de mi madre y tener que cuidar a tiempo completo a mi tio y a la casa, más toda la burocracia que implica una muerte. Perdí todo el tiempo de mi propia vida, y el que me quedaba se remitía a alguna noche de fin de semana. Llegó 2018 y la película había quedado un poco relegada, aunque ya mis circunstancias habían cambiado, en concreto a partir de la primavera. En 2019 intenté verla un par de veces con la misma amistad, que seguía sin verla (definitivamente la vio por si sola en su propia casa en este confinamiento a través de La 2), y llegados a 2020 sentí llegado el momento de verla yo en el confinamiento y, si esa amistad quería verla, ya la revisionaría entonces juntos. Sobre todo quería verla porque ando pendiente de la reestructuración que The Beatles está haciendo a la película Let it be (1970, Michael Lindsay-Hogg) por su cincuenta aniversario, que se cumple este año. Aquella película estuvo envuelta de polémicas dentro del grupo musical y no se montó como se quería, sino con mucha autocensura y muchas rencillas y tretas bajo cuerda a modo golpes bajos entre los componentes. Ahora los Beatles supervivientes y herederos de los fallecidos retoman esa película para montarla como hubiera sido deseable, le dieron el encargo al director Peter Jackson, conocido mundialmente por la trilogía de El Señor de los Anillos (2001-2003). Lo cierto es que ese director tiende a añadir de su propia cosecha matices y líneas argumentales a las historias que le llegan a sus manos, por lo que en principio puede producir reservas, a estas se reservas hay que sumarles el protagonismo de Paul McCartney en el proyecto, ya que con la edad se ha vuelto más acaparador de una línea de "verdad" acaparada de los Beatles bajo su visión única de las cosas, algo que le es fácil con un Ringo Starr que suele evitar los conflictos, una Olivia Harrison que no litiga y una Yoko Ono que ha llegado a una especie de pacto de no agresión con McCartney que lleva años respetándose mutuamente. A la vista de lo que hicieron con Eight days a week, me temo que lo que nos llegue en otoño de las manos de Peter Jackson puede ser una manipulación y una vuelta de tuerca de la historia real, pero habrá que mantener la confianza de que esto no sea así, hay que esperar a otoño. La película de Eight days a week - The touring years se acompañó de un disco a modo banda sonora que en realidad no era tal, era Live at the Hollywood Bowl, del que hablé cuando me hice con él en la Noticia 1659ª. Quizá esa reedición remasterizada sea de los pocos aciertos de esta iniciativa, pero pertenece a la música, no al cine. Lo cierto es que el documental confiado a Ron Howard, autor más que reconocido por películas como Loca escapada a Las Vegas (1977), Cocoon (1985), Apolo XIII (1995), Ángeles y demonios (2009) o Han Solo: una historia de Star Wars (2018), entre otras, es innecesario y parece más un producto para sacarle dinero a sus seguidores más incondicionales y como mucho atraer a nuevos seguidores que ni por asomo se hayan acercado a todo lo anterior realizado, por edad. De hecho la película sólo estuvo ocho días en las salas de cine, como truco promocional. Obviamente reventó las taquillas de todo el mundo dentro de esos ocho días, pero estaba predispuesto para hacer esa caja y luego sumarle la venta del DVD en edición especial de manera segura. Les funcionó bien. Más el disco. Realmente, visto y leído ya muchas de sus biografías en todos sus formatos, documentalmente en cine sigue teniendo la máxima de las valías la serie documental Anthology (1995, Bob Smeaton y Geoff Wonfor). Esa es la mejor de las producciones, aunque sea en varios volúmenes, y probablemente la más sincera consigo mismos. Esta de Eight days a week no aporta absolutamente nada nuevo. Tiene unas imágenes y un sonido más limpios, incluye breves fragmentos de grabaciones de conciertos inéditos en cuanto al material oficial conocido, testimonios nuevos de personas de los inicios de los Beatles, que quizá sea lo más interesante de todo, por ser su punto de vista, pero poco más. El documental relata la historia de sus años de conciertos. Faltan datos y partes de la misma historia, teniendo en cuenta la existencia de los documentales de 1995. Más aún, Paul McCartney se permite el lujo de contar de una manera diferente, dotándose a sí mismo de todo el protagonismo, lo que durante cincuenta años todos contaron determinadas cosas de otro modo, incluido él. Lujos que se puede permitir quizá con Lennon y Harrison muertos, y una Yoko Ono fuera de juego, aunque vigilante. Que aparezcan actrices famosas como testigos de algunos conciertos a los que acudieron de adolescentes, sin ser famosas, es una curiosidad, pero no es vital. Quizá lo que más vale de este documental es justamente lo que no forma parte del documental, sino de otro documental añadido precisamente en la ampliación del DVD en edición especial. Allí hay más pluralidad de voces, fuera de la de Paul McCartney, que a este paso en Let it be es capaz de decir que todos eran amigos y lo pasaron muy bien ese año. Además se tocan en ese segundo documental especial para coleccionistas algunas perspectivas que todavía no habían sido tocadas en otros documentales. No termina de ahondar, pero es de agradecer. Es lo mejor de la labor de Ron Howard, aunque me temo que no sé si eso dice mucho a su favor, cuando el plato especial era el documental que se pasó por los cines. Quizá era el cebo para darle al espectador lo que creen que quieren ver, pero reservar el plato fuerte auténtico para los que estuvimos dispuestos a pagar el precio alto del DVD. Me queda pendiente un documental serio que interrelacione a los Beatles con el resto de músicos de su momento, cosa quizá compleja, porque no hablamos de autobombo, sino de historiar y documentar aquel momento, y hay muchos egos y mucha política de mercado en juego, y mucha versión oficial de la Historia, y no solo en los Beatles, también en los Rolling Stones, en los Who, en los Beach Boys, en Bob Dylan, en Elvis Presley, etcétera. En fin, me prolongo mucho con este comentario. Mi beatlemanía... Documental apto para legos, necesario para completar filmografía por parte de sus seguidores (aunque no aporte nada, el segundo documental extra del DVD sí lo hace), y en fin, tuve disfrute de ver imágenes limpias y fragmentos de conciertos más o menos inéditos, y cal y arena sobre el resultado final de los dos documentales.

16 Calles (2006, Richard Donner): Richard Donner siempre es un acierto del cine de acción y espectáculo, solo hay que mirar varias de sus películas para darse cuenta, La Profecía (1976), Superman (1977), Lady Halcón (1985), Los Goonies (1985), toda la serie de Arma letal (1987-1998) o Los fantasmas atacan al jefe (1988), invito a que reviséis su filmografía, pues muchas han hecho las delicias especialmente de la gente de mi generación. En este caso, 16 Calles la tengo en DVD por un regalo que me hizo tres años atrás mi vendedor de prensa por una colección de películas de un periódico que llevaba más de un año sin vender. Me la puse por la noche, ante la gran penuria de las parrillas televisivas. La protagoniza Bruce Willys, y cualquiera que haya visto cine con abundancia sabrá enseguida que readapta y es un remake de la clásica película de Clint Eastwood Ruta suicida (1977). La verdad es que de lo mejor que he visto estos días. A pesar de que las readaptaciones cinematográficas de películas muy conocidas son un riesgo y suelen salir perdiendo, salvo alguna excepción, este largometraje ha sabido meterle toda la intriga y toda la complejidad de la personalidad del policía alcohólico, hasta meterla en el ritmo de una película de acción de los años 2000. Es una buena revisión del relato. Un policía alcohólico debe trasladar a un testigo de un asesinato, delincuente común, de la comisaría al juzgado, a dieciséis calles de distancia, pero las cosas se complican cuando aparecen numerosas personas dispuestas a matarles. Ahonda respecto a la original de 1977 en el asunto de la corrupción y en el antihéroe que lucha contra sí mismo. El guión está interesado tanto de la acción como de la corrupción del sistema de justicia referente al eslabón de su cadena depositado en los policías, el cuál es un eslabón intermedio entre el sistema de garantías legales por vía judicial (abogados, fiscales y jueves) y el mundo del crimen al que aplicar la ley y el orden. En esa especie de frontera la ley parece desdibujarse y es ahí donde tanto Eastwood en 1977 como Donner en 2006 infunden su crítica y su reflexión, dentro de un argumento de acción fácilmente asumible por el telespectador, lo demás llegará por vías indirectas quiera ese espectador reflexionar o no sobre el argumento. Además, la película tiene algunos movimientos de cámara y algunas perspectiva de composición de escena un tanto inusual para el cine comercial, aunque en la década de 2000 no será el único director de cine de acción en tirar de experimentación. El DVD incluye toda la escena final completa planteada con un final alternativo que descartó. Sinceramente los dos finales me parecen buenos finales y me resultaría difícil elegir cuál hubiera escogido yo para el montaje definitivo, creo que Donner, buen conocedor de su oficio, y siendo su obra, escogió correctamente y quizá pensando en un final más positivo al gusto del público general, quizá no se atrevió a cruzar la última frontera de esta historia, aunque quisiera mostrarla en los extras del DVD. Película recomendable, con los ritmos de acción y de guión de toda la vida pasados por el tamiz oscuro y sin más horizonte que la violencia que se imponía en las películas inmediatamente posteriores a los sucesos de 2001. También es verdad que, quizá sea por ser el mismo actor, algo hay que nos recuerda a Jungla de Cristal III (1995, John McTiernan).

La herencia del viento (1960, Stanley Kramer): En el Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, la primera película que podríamos pensar que se emitió con este motivo, muy curiosamente es esta, y más curiosamente, se puso en La Otra, nada sospechosa de haber comenzado su Semana Santa de este modo. No te confundas, lector, no se trata de una película bíblica, pero sí es una película cuyo argumento implica la religión cristiana, que no exactamente católica, pese a que también le concierna. En un pequeño pueblo de Tennessee altamente conservador y creyente, donde aparentemente todo es modélico y se pone en alza los valores nacionales de Estados Unidos de América desde una visión W.A.S.P. (protestante anglosajón blanco, prototipo colonial puro en el imaginario nacionalista de la derecha norteamericana), un profesor de instituto se atreve a explicar en su clase de Historia Natural (Ciencias Naturales) la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin, lo que está prohibido por entrar en contradicción con el Génesis divino explicado por la Biblia. El profesor es detenido en el comienzo del metraje y eso da lugar a la llegada de un periodista demócrata interesado en el tema, eso complica las cosas a todas las autoridades conservadoras cerca de las elecciones, pues son republicanos. El periodista, por medio de su periódico, le consigue al acusado un famoso abogado demócrata, interpretado por Spencer Tracy, mientras que las autoridades republicanas hacen venir para ayudar a su fiscal a un abogado ultraconservador que además hace funciones de predicador religioso y una no disimulada hipocresía manipuladora para imponer sus creencias e interpretaciones personales a afines y no afines, haciéndose pasar por alguien intelectual y moralmente superior para entender a Dios y a la Biblia. El género de juicios es un género muy arraigado en el cine y gusto de los estadounidenses desde el comienzo de su cinematografía. Han recurrido a él en todas sus épocas. Es un género que, por aculturación, han extendido con más o menos aceptación al resto del mundo, aunque se haya recibido por parte de ellos más que por producciones propias. Este largometraje, si lo ponemos en contexto, de fondo expone algo que muy recientemente se acaba de terminar en Estados Unidos, la Caza de Brujas de la administración de Eisenhower contra el comunismo, y por extensión contra toda la izquierda que se atreviera a distanciarse demasiado de una visión conservadora de la sociedad. En 1960 los republicanos ya no gobernaban, sino los demócratas, con Kennedy, y la Caza de Brujas hacía pocos años que había demostrado ser injusta y contraria a las libertades que se supone representaban los americanos. El tema no es planteado frontalmente, sino a través de otra persecución, la de la Ciencia en pelea con la fe religiosa. Aunque parezca mentira, a esas alturas de 1960 la legislación de algunos lugares de Estados Unidos aún prohibía la enseñanza de Darwin en las escuelas, e incluso hoy día, en 2020, todavía en algunos lugares de la América profunda existe polémica y prohibiciones sobre lo mismo. El metraje tiene grandes momentos de denuncia política y social, como la escena donde se reúnen en secreto todas las fuerzas vivas del pueblo, como son el sacerdote, el alcalde, el fiscal, el juez, el banquero y los terratenientes, para decidir condenar al maestro de manera rápida si no se retracta sin llamar la atención, pero el anuncio de la llegada del abogado demócrata les pone nerviosos, al estar expuestos a la opinión general de todo el país. La corrupción del sistema queda patente, pero también queda patente las medidas de manipulación de la sociedad en favor de los intereses de la clase dirigente (tanto política, como económica, como religiosa). Campañas de concienciación, activismo orientado por las elites, impulso de actos personales que hacen pensar a la gente que se hacen para proteger a todos cuando en realidad protegen los intereses de una parte de ellos, manipulación personal y de las masas, amenazas veladas, infiltración del abuso de poderes y autoridad adulterando o intentando adulterar el proceso... Nada tiene desperdicio. Cito la escena donde las autoridades del pueblo que llaman a la moral cristiana y fuera de vicios y pecados juegan y apuestan su dinero en una timba de póker ilegal todos juntos, detrás de una estatua alegórica de la Justicia con los ojos vendados. De guinda, un final donde además los tópicos sobre izquierda y derecha y sentido de familia y de moral, etcétera, quedan desmontados con situaciones que no cabían dentro de los tópicos de la época, incluso hoy día en algún lugar. Kramer antepone los valores humanos por encima de todos los valores. Buena película, cuidadosa de que todo lo que aparece en pantalla tiene un valor y un significado, con una fotografía en blanco y negro muy clara, y llena de luz o de oscuridad al servicio del argumento alegórico.

Ben-Hur (1959, William Wyler): La película más cara, más taquillera y la que más premios Oscar había ganado hasta que llegó Titánic (1997, James Cameron). La ponen todos los años en Semana Santa. En concreto este año la pusieron un año antes de Semana Santa, creo que en Telemadrid, y luego otra vez durante la Semana Santa, no sé si en La Otra o en cual. Pero yo no la vi en televisión, tengo comprado el DVD en edición especial. He visto la película innumerables veces, como todos, y fue una de las que tuve que analizar durante la carrera universitaria, y Espartaco (1960, Stanley Kubrick). De hecho también fue una de las primeras novelas que me regalaron, sólo que adaptada para público joven. El autor, Lewis Wallace, era un oficial federal de la Guerra de Secesión norteamericana (1861-1865), que posteriormente se hizo escritor y alcanzó gran fama con esta historia, una novela histórica ficticia ambientada en los tiempos y lugares de la vida de Jesucristo. La novela tenía trasfondo religioso, no obstante el escritor era religioso, pero en realidad se trataba de una historia de competición, rivalidad y odio entre dos amigos que se tenían por hermanos. El relato incluye el sueño americano, basado en hacerse a uno mismo partiendo de la nada y de las peores condiciones y acabando triunfando en la vida en todos los aspectos y con ostentación material del hecho (una visión por otra parte un tanto calvinista y de otras corrientes protestantes, donde se cree que Dios favorece a los elegidos). La película de William Wyler le suma, por su año de 1959, connotaciones alegóricas entre los valores de sociedad y de sometimiento confrontados ente Estados Unidos y la Unión Soviética en plena Guerra Fría, e incluso tiene algún toque casi de película de duelo del Oeste entre dos antagonistas que fueron amigos. El argumento es archiconocido, un príncipe heredero de Judea, sin gobierno, porque este país está en manos de Herodes y es un protectorado de Roma que termina siendo absorbido como parte territorial del Imperio, se reencuentra con su amigo de la infancia, un romano que es ahora un alto mando militar y administrativo de Judea. Este le pide colaborar para someter a los judíos y Ben-Hur se niega. Esto lleva a la enemistad entre ellos. Sucede un accidente que casi mata al nuevo gobernador romano, lo que sirve de pretexto y venganza de Mesala, el romano, contra Ben-Hur. Le manda a galeras a la espera de que muera, encarcela a su madre y hermana y le incauta sus posesiones. La fortuna quiere que en una batalla naval Ben-Hur salve la vida y sea transformado en hijo adoptivo de un cónsul. Pasa unos años de ocio desenfrenado alejado de sus ideales judíos en Roma, pero no para de pensar en su familia. Cuando Poncio Pilatos es enviado a gobernar Judea, él regresa allí para encontrarse con Mesala y pedirle cuentas de su familia. Ben-Hur cree que su familia a muerto, ha sido engañado, en realidad tienen la lepra en un valle de leprosos, asíque él se confabula con un rico comerciante de caballos aficionado a las apuestas (es corredor de apuestas) y reta a Mesala a una carrera en el circo, con la idea de que allí puede alcanzar la venganza. Llegado allí, Ben-Hur planea su venganza simplemente humillándole y dejándole sin dinero en una apuesta un tanto tramposa, sin embargo Mesala intenta matarle en la escena de la carrera más famosa del cine y que bebe de las aguas de un pintor español, Ulpiano Checa (Noticia 326ª). Mesala acaba mal, pero el afán de venganza no cesa, aunque en Ben-Hur, que recupera su sentimiento judío, sí. Como sea, Ben-Hur descubre el engaño por parte de su amada y va al encuentro de su madre y hermana. Puesto que Ben-Hur, cuyo linaje emparenta con el rey David, y por tanto con Jesucristo, cosa que se deja caer en el libro pero no es algo evidente en la película al menos que se reflexione porqué es príncipe, se cruza con Jesucristo varias veces en su vida, terminan llevando a la familia ante él para que las sane. En este proceso la familia entera recibe la buena nueva en el monte de las bienaventuranzas y luego en el vía crucis, pasan del judaísmo al cristianismo justo en el mismo momento donde esta creencia nace, ante el Dios vivo muriendo en la cruz. Madre y hermana sanan y todo comienza un nuevo comienzo, no han visto el final, como le dice la madre a la hija, sino el final del comienzo. Como veis, es también una película con una trama donde se ahonda en el alma humana y las venganzas, el perdón y el rencor. La verdad es que llevaba muchos años sin verla con detenimiento ni completa, al revisarla he descubierto detalles interpretativos muy llamativos y hasta cierto humor donde Wyler se burla de César. Hay claras escenas cuya fotografía hace referencia al platonismo pasado por el tamiz de Santo Tomás de Aquino, en su pasaje de la oscuridad de la cueva (donde vivían en tinieblas las leprosas a punto de morir) y la luz del exterior (la verdad del nuevo mundo, al que renacen, una vez que Cristo redime en la cruz a la humanidad). Pero también hay una serie de escenas que muy evidentemente me llevaron a pensar que los Monty Python tomaron nota para hacer sus chistes en La vida de Brian (1979, Terry Jones), como la escena del carcelero hablando con el militar romano en términos administrativos sobre los presos que van a ser crucificados. Me valió mucho la pena revisar con total atención este largometraje épico. Sus escenas, sus interpretaciones, su guión... aunque, a pesar de sus más de tres horas y veinte minutos de duración, conociendo los detalles de la novela, se me hizo corta. A pesar de la perfección del metraje, no se explican debidamente algunas cuestiones, como por ejemplo la vida de juerga que se toma Ben-Hur en Roma y su distanciamiento y dudas sobre su Dios en  ese momento, implicando la épica de su reencuentro con el mismo en persona. Pero sí ahonda muy bien en una idea central del relato: la sed de venganza de Mesala y de Ben-Hur fratricida y la necesidad de superarlo, pensemos que Lewis Wallace al escribir su novela tenía muy reciente al guerra civil de su propio país, en la que había visto combates y odios a muerte  entre familias y amigos, por no hablar de una posguerra que, lejos de lo ideal, tuvo campos de concentración y desigualdad social. Al final del DVD me llevé la sorpresa de contener un documental de una hora sobre el Ben-Hur mudo que primero se grabó, muy teatral, y el siguiente Ben-Hur mudo precedente de la película en color y sonora de 1959. Se trataba de la versión muda de Fred Niblo de 1925. Ambas primeras versiones llegó a tener conocimiento de ellas Wallace. La primera la desautorizó, por no respetar sus derechos de autor y no haberle consultado, hoy día es muy complejo acceder a ella. La segunda respetaba un acuerdo legal en la que el autor dio el visto bueno para obras de teatro ya desde el final del siglo XIX, se respetó la cláusula en la cual se pedía que la figura de Jesucristo no podía ser representada. En el caso de 1959 se respetó hasta cierto punto, nunca se le ve la cara. La película de 1925 contó con los mayores medios jamás representados, se levantó una ciudad entera, se gastó más dinero que jamás se hizo en cine y se rodó con encuadres imposibles y muchísimo más difícil de obtener que en 1959. La carrera de cuadrigas es tan digna como la de 1959, innovaron con ella la invención de las cámaras sobre plataformas móviles, tan habituales y corrientes desde aquel 1925. La verdad es que los montajes de 1925 y los de 1959 implican una serie de planos contrapuestos con un valor narrativo muy alto. Son películas muy dignas, por muy manoseada que esté en las televisiones la de 1959, sería interesante que un año pusieran la de 1925.

El coche de pedales (2003, Ramón Barea): A mí por lo menos me pasó desapercibida esta película en 2003, quizá sea porque coincidió con el año de la muerte de mi padre. Fue un descubrimiento muy grato que me hizo La 2 en la noche del Viernes Santo. La verdad es que recomiendo la película. Tiene un reparto de actores muy brillante y muy bien dirigido, que quizá coincidieron todos ellos en un momento muy iluminado de sus carreras personales, que probablemente disfrutaron entre ellos, y que hacen notar que se creen sus papeles. Gente como Álex Angulo, Rosana Pastor, Pablo Gómez (aquí niño) o Cesáreo Estébanez. De hecho, los intérpretes infantiles son niños creíbles, no están sobreactuados, no actúan mecánicamente, no tienen diálogos que no te crees, ni actitudes que ni por casualidad son de niños. La dirección es excelente. La interpretación de todos es buena. El guión es inteligente. La dirección artística es perfecta, todas y cada una de las localizaciones, del vestuario, de la peluquería, de las máquinas y vehículos, todo, es una auténtica réplica de una España de mediados del siglo XX, tanto en su entorno urbano como rural. Los que vivieron aquellos años lo reconocerán como lugares y formas sociales comunes, y los que en los años 1980 fuímos niños, incluso los niños de los 1970, reconocerán en sus recuerdos todas esas casas, ventanas, muebles, vehículos, formas de hacer negocios, relaciones vecinales, ropas y objetos que aún sobrevivían, y especialmente en nuestros abuelos y barrios y pueblos de nuestros abuelos. En principio pudiera parecer una película española más. En la Semana Santa de 1959 una familia cuyo padre es un profesor de idiomas y vendedor de grifos con necesidades económica, hijo de una familia republicana derrotada en la guerra, se prepara para celebrar las procesiones en las que no cree él, pero que social y políticamente se ve obligado a hacer ver públicamente que las celebra, por la presión represiva social y policialmente. La esposa, de familia adinerada vencedora de la guerra y con un hermano que fue de Falange, se prepara para lo mismo, pero totalmente entregada a las procesiones, aunque dándoles un valor nacional y de ultraderecha que, quien no lo comparta, es tomado por contrario a España. A todo esto está la madre, hermano y hermana de ella, con sus hijos, y el padre y la madre de él, con otro hijo que ha optado por dirigir una banda musical procesional. El padre de él fue comunista. El choque está garantizado. La película es una comedia con trasfondo social. De hecho él planea con unos amigos cometer lo que se consideraba terrorismo en aquella época: lanzar boletines propagandísticos contra la dictadura al paso del coche de Franco por el barrio. Ahora bien, la familia tiene tres hijos, uno en la cárcel por delito político, una hija mayor moderna y defensora de sus derechos, y el hijo pequeño, que es el protagonista, el cual quiere un coche de pedales, al cual su abuelo califica de juguete de ricos. El niño observa todo aquello con sus ojos de niño, y son su imaginación aparece tanto el héroe de cómic Diego Valor, como un ángel de la guardia que le atemoriza por los remordimientos que le da una enseñanza religiosa. Contiene choques generacionales a varias bandas, así como choques de interpretación de cada personaje sobre la realidad que les ha tocado vivir a través de sus propias experiencias. Los personajes están muy bien dibujados. La película es buena. Hace pasar un buen rato, y ya desde un análisis de historiador, hay que reconocer que Barea ha sabido reproducir todos los elementos favorables y contrarios de la sociedad y de la forma local de funcionar el gobierno a pequeña escala durante la dictadura franquista. No se aleja del recuerdo personal de la gente común y la inserta correctamente dentro de su contexto. Recomendable en todos los niveles, aunque no sea una película que fuera reconocida y recompensada por el público en los cines.

El gran combate (1964, John Ford): Una película del Oeste que programó Telemadrid en sus sobremesas. En general me parece muy moderna para su año. Me atrajo de ella precisamente eso, aunque ya la había visto años atrás. El pueblo sioux, confinado en tierras desérticas improductivas, sin medicinas, moría de hambre, enfermedad e intemperie, lo que hizo que tras la Guerra de Secesión se movilizara para solicitar al gobierno norteamericano el cumplimiento de los tratados, para que velara por ellos. La incomparecencia del gobierno hace que estos den por rotos los tratos y salen de su territorio asignado para dirigirse a un territorio indio sagrado donde viven otros sioux y donde esperan sobrevivir, por ser más próspero. La prensa norteamericana comenzó a crear alarmismo ante esto, pues son hechos reales, aunque la historia narrada en la película sea una recreación de ficción dentro de un hecho real. Con la prensa se soliviantó a varios ganaderos. El racismo quedó animado y con él el cruce de intereses económicos de toda clase que chocaban con los indios. Las mentiras y las noticias falsas sobre los actos de los indios en su marcha fuera de su territorio provocó el asesinato de varios de ellos. Así comienzan las guerras indias de este periodo que enfrentó a sioux y gobierno norteamericano, así como ciudadanos norteamericanos en general. Una guerra tal cual. Aunque el grupo en el que se centra la película y al que sigue este relato trató de mantenerse pacífico en su ida al territorio sagrado, aunque se defienden de algunos ataques. Ante la cantidad de noticias falsas que empeoran la situación, parte del ejército se debate entre cumplir su mandato de protegerles o su mandato de exterminarles. En la película se refleja las divisiones internas de los jefes sobre cómo afrontar la situación, el debate político en la Casa Blanca, los intereses de los empresarios, los miedos, racismos y también posiciones a favor de los ciudadanos, así como la vida de frontera del Oeste. Un sólo periódico comienza a publicar a favor de los indios para poder recaudar las compras de prensa de aquellos norteamericanos que comprendían las razones de los sioux. Los indios son los protagonistas y víctimas, sin escatimar su carácter guerrero, y también un oficial norteamericano y una mujer cuáquera. Incomprensiblemente la mitad del metraje se ve interrumpido por un episodio donde aparece Wyatt Earp y Doc Hollyday durante una partida de póker en la que se enfrentan violenta y humorísticamente a uno vaqueros criminales, en un estilo de cine espectáculo de los años 1960, quizá más años 1950, antiguo ya para aquel 1964, momento además donde brevemente actúa James Steward de anciano. No viene demasiado a cuento, al menos que Ford quisiera reflejar todos los aspectos de las guerras indias. El protagonista es Richard Widmark. Bonita fotografía, y película adelantada, extraña en Ford. Sólo le pongo de pega esa parte central no muy bien encajada para mi gusto. Pensemos que este largometraje se realizó en el mismo año en el que la lucha por los derechos sociales de la gente de raza negra en Estados Unidos estaba en uno de sus momentos más altos de reivindicación, en diciembre Martin Luther King recibiría el Premio Nobel de la Paz. John Ford en 1956 ya había hecho un largometraje del Oeste en reivindicación contra el racismo, Centauros del desierto, si bien el director salía en defensa de las naciones indias, hemos de pensar que los sucesos de 1964 en relación a la gente negra en su país eran igualmente apoyados por él. Tal vez la razón de ser esta película, llevada hacia los derechos civiles de los indios, esté fuertemente vinculada a su contexto histórico.

El oro de Mackenna (1969, J. Lee Thompson): Otra de las películas del Oeste (Western) con una estética moderna y que sirve de puente entre un Oeste con valores y tramas renovadas ya en la década de 1970 y la etapa anterior del género, más o menos vigente desde 1950-1960 (el género nació casi con el cine mismo, en 1903,  y a lo largo del tiempo ha ido adoptando diferentes etapas). Lo cierto es que el Western comienza a cambiar con el éxito de Sergio Leone y su Por un puñado de dólares (1964), pero el cambio de las viejas formas se irá realizando a lo largo de lo que quedaba de década. El oro de Mackenna está a medias entre las viejas fórmulas y las nuevas fórmulas. El protagonista, Gregory Peck, es un comisario que previamente ha sido un criminal. Su antigua banda le fuerza a volver a colaborar con ellos en la búsqueda del oro de una leyenda india. Él ha sido la última persona que estuvo con un viejo jefe indio que tenía un mapa y ha memorizado el mapa. No cree en él, pero su antigua banda sí, liderada por Omar Sharif, que interpreta a un mexicano en tierras norteamericanas y cuyos socios son criminales de ambos lados de la frontera, así como indios. La banda ha matado al único hombre honrado del lugar, que fue quien le dio el cargo de sheriff a Peck, y han secuestrado a la hija sin saber que es la hija. Por ello el protagonista se ve forzado a colaborar con una banda criminal. Por el camino se les juntará todo un pueblo y sus fuerzas vivas, totalmente corrompidas por la ambición y la llamada fiebre del oro. Película imprescindible del Oeste. Denuncia la ambición y la corrupción frente al sentido de lo honrado. En el año donde el movimiento hippie está en su máximo con el concierto en Woodstock, no es casual lo intercultural, ni lo místico, no es casual el retrato corrupto de quienes se erigen como pilares de la sociedad, una sociedad que no se sostiene más que en la fachada, y no es casual que contenga algo anómalo en los Western hasta ese momento: un desnudo masculino y otro femenino, íntegros, pero tapando las zonas frontales del cuerpo, para darse un baño en un entorno natural. Película, repito, imprescindible dentro del género e incluso acerca de la corruptible del ser humano. Baste la cita de la escena en la que un miembro del pueblo, hablando con el comisario que les recuerda el asesinato del juez del pueblo, afirma su muerte y argumenta que ya que no se puede cambiar esa situación, ¿por qué no hacerse con el oro?, siendo el oro precisamente la causa del asesinato de aquel hombre justo.

Sigo como Dios (2007, Tom Shadyac): Emitida el 14 de abril por Antena 3 por la noche. No me había propuesta verla, pero la terminé viendo. Es la segunda parte de Como Dios (2003), del mismo director y protagonizada por Jim Carrey. Podemos considerarla una película rezagada de la Semana Santa. La primera película en su día me hizo reír, la vi unos años después de su estreno, pero me hizo reír. La combinación de Jim Carrey y Morgan Freeman haciendo de Dios era graciosa, el argumento era novedoso, dentro de lo que cabe, los chistes estaban bien, los efectos especiales eran el espectáculo, el morbo irreverente y con punto sacrílego, aunque al final respetuoso, eran lo que atraía. En esta otra segunda parte se pierde todos los recursos gestuales de Jim Carrey, y el protagonismo pasa a Steve Carell. Ni Morgan Freeman salva este largometraje. Lo novedoso de la primera parte ya no es novedoso, el primer impacto ya no impacta. Los chistes son previsibles, los efectos especiales discutibles. Aunque la película trata de denunciar los desastres ecológicos de la vida corriente por culpa de políticos corruptos ambiciosos, ni eso termina de tener gancho ni fuerza. el primer fuerte de la película son los efectos por ordenador que nos hacen ver a animales comportándose con el protagonista como si fueran personas. En resumen, es un político llegado al Senado del que se quiere el apoyo para unas leyes que atentan contra la Naturaleza. El político recibe la visita de Dios que le transforma en un nuevo Noé y le obliga a recrear un arca. Es una película totalmente prescindible, innecesaria, sólo sería recomendable para ponerla a un público infantil de cara a la concienciación de la importancia de la política en las decisiones ecológicas. Puede servir para pasar un rato, pero de verdad, prescindible totalmente. 

Serenity (2005, Joss Whedon): Tampoco me había propuesto verla, más que nada porque la tengo y ya la he visto varias  veces, es una de mis películas a tener en cuenta de ciencia ficción, pero no tienen sentido si no se ve después de la serie de televisión a la que corresponde, Firefly (2002), que también tengo. Remito a la serie antes de ver la película. El largometraje es la conclusión de aquella historia. Se trata ya de un relato de culto para los aficionados a la ciencia ficción de historias galácticas en el futuro. La serie resultó muy cara de producir respecto a los beneficios que recaudaba en cuanto a audiencia, fue cancelada sin dar lugar a grabar su final. Paradójicamente su éxito creció a nivel mundial a través de Internet y canales de televisión de países fuera de Estados Unidos que compraron los derechos de emisión. Varios directores y actores de películas míticas de ciencia ficción el dieron su visto bueno de manera pública y eso hizo que la productora reculara y rodara un final, pero en lugar de hacerlo en una nueva temporada, lo hizo con un largometraje. Al perderse la referencia de lo sucedido anteriormente para mucho espectador en las salas no gozó de todo el éxito que pudo. aún con todo, lo poco que va de 2020 se ha rumoreado de volver a rodar una continuación de la serie después del desenlace de la película. No recuerdo que canal de la televisión digital terrestre la emitió, puede ser Energy, Factoría de Ficción, Neox... o quizá fue Cuatro. La vi por inercia de lo mucho que me gusta esta historia. Estoy acostumbrado en verla en su idioma original subtitulado, por lo que al comparar las voces en español me parecieron un muy mal trabajo por parte de los actores de doblaje, todos los matices interpretativos que enriquecen a los personajes estaban eliminados, sin excepción. Se trata de una historia retrofuturista en la que la humanidad ha colonizado el espacio, pero no hay otras vidas diferentes a las conocidas, salvo los Ravers, una especie de salvajes, piratas, caníbales e indios del espacio que no se sabe muy bien qué son. El futuro es un Western en sí mismo, con naves espaciales, el chino como lenguaje universal, crisis y deficiencias de bienes básicos, contrabando, colonias y un gobierno central autoritario que se presenta como los antagonistas tras ser los vencedores de una guerra civil semejante a la Guerra de Secesión. Los protagonistas son parte del ejército perdedor, secesionista. Se ensalza el valor de la libertad individual y de asociación frente a la libertad codificada en deberes y derechos reflejados en leyes estrictas. Como sea, el control de los medios de comunicación, la manipulación informativa, las falsas noticias, un experimento sanitario fracasado y ocultado al provocar una pandemia, mueven la película. Vista en castellano quizá me pareció que resumía demasiado rápido algo que necesitaba más detalles, hubiera necesitado o más tiempo de metraje o haber sido otra temporada de serie televisiva. Como sea, producción de culto indisociable a la serie previa. 

Drácula (1931, Tod Browning): He visto varias películas de Drácula a lo largo de mi vida, pero quizá la que protagonizó Gary Oldman en 1992, Drácula de Bram Stocker (Francis Ford Coppola), la cual vi el primer día de su estreno en los desaparecidos cines de El Val, en Alcalá de Henares, me parece la mejor de las versiones en cuanto a que es la que más se ajusta realmente al libro de Bram Stocker, el cual leí a partir de ver esa película misma. Pero de niño la que más miedo me dió fue la que protagonizó Christopher Lee en 1958, Drácula (Terence Fisher), y una que me dio pesadillas, sin ser el vampiro de la novela de Stocker, y que más tarde vi varias veces y analicé durante la carrera universitaria, fue Nosferatu (1922, F. W. Mornau). Por supuesto vi al personaje en otras películas, y en series de televisión y dibujos animados, incluso en cómic, y vi y leí otras historias de vampiros. La versión por excelencia, la protagonizada por Bela Lugosi en 1931, la de Tod Browning, fue una de las primeras versiones que vi de niño, y también me dio miedo, creo que fue en las épocas de La Bola de Cristal, aunque no durante el horario infantil, antes la televisión pública, al no tener que competir por las audiencias se permitía emitir películas antiguas con calidad artística, aparte de que la cultura popular del momento estaba totalmente abierta y enriquecida con todo tipo de referencias audiovisuales de todo el siglo XX, cosa que en muchos casos las generaciones posteriores han perdido. Yo creo que llevaba más de veinte años sin ver esta película entera. Una plataforma me brindaba la oportunidad de verla, pero únicamente en idioma original subtitulado. Pensemos que es una de las primeras películas sonoras, pues el sonoro comenzó en 1927 y se generalizó en los años posteriores. Tuve curiosidad y me la puse. La verdad es que es impagable la pronunciación interpretativa de Lugosi, no sólo tiene el acento del Este europeo es que lo modula según avanza el metraje y se supone que va rejuveneciendo con cada una de sus víctimas que se cobra. Además, logra sacar adelante un personaje que lleva siglos sin hablar con nadie y expresándose en un inglés que no es su lengua y nos hace creíble que según avanza su historia logra domar sus deficiencias idiomáticas. Además cobra un gran protagonismo uno de los personajes secundarios que más me llaman la atención en el cine, entre otros, se trata de Renfield, cuya perturbación interpretada por Dwight Frye solo es equiparable a la interpretada recientemente en El Jocker (2019, Todd Phillips) por Joaquin Phoenix, quien no haya visto este Renfield no podrá juzgar con toda propiedad la locura de Jocker en ese otro metraje. Es una película donde claramente se invirtió mucho dinero, en la que se nota una preocupación estética y artística, no solo la intención de hacer una película para el espectáculo. Los decorados, la luz en sombra, lo gótico, lo cuidado de todo detalle es destacable. El relato fue tomado por mucha gente que no leyó el libro como el relato oficial, aunque en realidad adaptaba la novela y la cambiaba para lograr las necesidades del lenguaje cinematográfico y contentar al público. Toma muchas cosas de la historia de Stocker, pero muchas las cambia o las pasa a otros personajes. Viendo esta película uno se da cuenta que Ford Coppola la tuvo muy en cuenta en 1992, hay muchas referencias visuales y argumentales a ella, incluso guiños en algunas de las frases de los personajes. Por otra parte, en 1931 los efectos especiales no permitían determinadas escenas, las cuales sí aparecen en Coppola y se recrea en ellas, sin embargo lo que gana el relato en 1992 en violencia, crudeza o detalles, o incluso en las posibilidades de ser más ajustado al libro al ser normal un metraje de dos horas en 1992, pero sólo de una hora en 1931, lo pierde en cuanto a la crudeza y sinceridad de 1931 en cuanto por ejemplo enseñar un desnudo femenino. Recurrir a los clásicos siempre nos da pistas sobre cómo orientar las nuevas ficciones en la actualidad, o incluso para enriquecer los matices de la historia. Siempre recomendable.

Mi super ex-novia (2006, Ivan Reitman): La vi sin proponérmelo, dejé la televisión puesta una noche y al final terminé viéndola. La vi en Neox. Está protagonizada por Uma Thurman. Es una comedia romántica en la que un chico se enamora de una superheroína, pero son incompatibles y termina rompiendo con ella cuando descubre que es celosa, inestable, violenta y dominante. Además, él está enamorado de verdad de una compañera de trabajo. A todo esto un supervillano (villano en realidad) le compromete a él para acabar con la superheroina, la cual está preocupada por dar toda clase de problemas a su exnovio en lugar de hacer sus labores de heroína. La comedia ahonda de fondo mediante la sátira al extremo tanto en el feminismo que termina viendo al hombre como enemigo, como en el machismo que termina viendo a la mujer como objeto sexual. Aún con todo la película tiene un mensaje feminista dentro de una historia de amor en sentido de comedia. No es una gran comedia, y por mucho que me guste Uma Thurman, tampoco creo que sea su mejor película. Como película coral tiene un pase, pero realmente no tiene mucha gracia. No es un guión inspirado. Parece que crearan la película sólo somo excusa para crear una escena donde una superheroína lance un tiburón vivo a la habitación de su exnovio en la cama con otra mujer. Es el único plato fuerte, donde debieron dejar todos los esfuerzos productivos y que promocionalmente debieron explotar, pero que no deja de ser algo que adorna el argumento, sin más. Entiendo que pueda tener su público, pero me pareció una comedia romántica más que no termina de cumplir su función humorística. Malograda.

Tierra prometida (2012, Gus Van Sant): Conocía el título, pero nunca me acerqué a este largometraje hasta ayer por la noche que la vi comenzar en TVE 1 y me gustó tanto el diálogo y la fotografía que me quedé a verla entera. Además, Matt Damon cuadra con esta historia, y está respaldado por una más que sólida Frances McDormand en un papel contrapunto total al que hizo en Fargo (1996, Joel Coen). Una pareja de comerciales de gas natural se dedican a ir a los pueblos de la América profunda para ir comprando derechos de extracción de gas de debajo del subsuelo de sus propiedades, decisión que además ha de ser respaldada por los ayuntamientos. El método de extracción implica la perforación y y fracturación de un subsuelo de piedra que libere el gas al exterior. Tal práctica es ecológicamente muy peligrosa para las construcciones y las vidas, y puede echar a perder los campos de cultivo y ganados, arruinando a la población una vez que el gas se agote. Esta información la callan, a la vez que no confiesan la cifra real de dinero que valen la compra de los derechos en relación a lo que el gas puede generar. Ellos presionan diciendo medias verdades y dando expectativas de futuro ruinoso de no aceptar una oferta que se ofrece como salida de trabajo y económica de éxito ante las pobres ganancias y posibilidades del mundo rural. Además, al ser gas natural, se venden como energía sostenible más limpia que otras energías. El pueblo, compuesto en general por muchas familias que viven del campo sin muchos recursos y sin muchos conocimientos más allá de lo básico y la televisión, está por aceptar, incluido el ayuntamiento que vende la idea como la única posible, pero en ese momento, en una reunión asamblearia del ayuntamiento para aprobarlo, a la que no asiste ni la mitad del pueblo (todo recuerda a la propia actualidad española), se levanta la voz de un profesor de instituto anciano que, cuando era más joven era un reconocido físico que se prejubiló en aquel pueblo. Comienza a plantear dudas sobre todo lo que la empresa no dice, y sobre los métodos de la misma, logrando que se decida tomar dos semanas de reflexión y una votación de todo el pueblo sobre si dar los permisos. La empresa está molesta y usa un equipo de investigación para encontrar todo tipo de información con la que manipular a la población. Entre tanto los comerciales hacen su vida normal. Mientras para ella es un trabajo, para él es algo que asocia a su propia vida, pero él conoce a una chica del pueblo de la que se va enamorando. En esto llega un ecologista que da razones emotivas y científicas contra la gasística, y en fin, se entabla una guerra de estrategias por ganarse al pueblo. La trama se enriquece con la evolución psicológica de los personajes y toca de fondo la manipulación informativa, la alteración de datos ciertos para presentarlos a conveniencia, las falsas noticias, el poder de las grandes empresas energéticas y su conocimiento de la inteligencia emocional para manipular a la gente en el sentido de que voluntariamente hagan y crean hacer lo correcto en defensa de todos, aunque en realidad sólo benefician a unos pocos y se perjudican a sí mismos... ¿Os suena algo en vuestros pensamientos? Sí, el cine de este confinamiento en las televisiones ha rondado estos temas una y otra vez, y lo sigue haciendo, incluso en metrajes que yo no vi, por haberlos visto ya, o que vi fragmentariamente estos días. Con lo cual uno piensa, el mensaje de los informativos está siendo contrarrestado por las historias de ficción que nos lanzan, algo nos quieren decir desde las televisiones los que trabajan en ellas. Como sea, película muy recomendable por muchos motivos. Anotadla también.

Y aunque ha sido largo, hasta aquí la segunda parte. La tercera se compondrá de las películas que vea completas en el confinamiento a partir de hoy, y ya veremos si necesitará de una cuarta parte. Saludos y que la cerveza os acompañe.