sábado, abril 11, 2020

NOTICIA 1956ª DESDE EL BAR: SEÑOR MINISTRO ACULTURAL

He estado mirando estos días de qué iba la huelga de Cultura de ayer y hoy, que al final se desconvocó. La mayoría ya lo sabréis bien y mejor. Básicamente el Ministro de Cultura hizo unas declaraciones donde vino a decir que no iba a ayudar a la Cultura en este estado de alarma porque no era tiempo de Cultura sino de acabar con el Covid-19. Enseguida un montón de artistas famosos protestaron. No me parece mal, la gran mayoría de ellos no tendrán problemas económicos, pero saben bien que sus voces suenan más y son más importantes para ser atendidas, ayudando así a todos aquellos creadores que no son famosos y que viven al día o que no viven de lo que crean, pero lo que crean les ayuda de algún modo. Cuando empezó la crisis de la Gran Recesión de 2008 también fue Cultura la primera que se recortó con esos mismos argumentos. Son argumentos populistas y tópicos efectivos y efectistas de cara a la población. Hay mucha persona que si le dicen "Cultura" aún piensan en "los de la ceja", en alusión a los actores y cantantes que apoyaron la campaña electoral de Zapatero para su segunda legislatura. Pero el problema no viene de los tiempos de Zapatero, viene de lejos. No obstante entre la Ley de Responsabilidades Políticas, la Ley de Depuración de la Enseñanza, las respectivas a censura en cine, teatro, literatura, cómic, etcétera, se señaló con el dedo a todas aquellas personas que se dedicaban a la Cultura como culpables de todos los males que asolaron España y principalmente de la guerra civil, excusando así la dictadura que esta había estallado por el golpe de Estado fallido que dieron los propios militares, Iglesia y sectores civiles que en esos momentos eran ellos mismos y gobernaban y administraban. Pero el problema viene también de más lejos, pues más atrás de la guerra civil, incluso antes de la Segunda República, metiéndonos en el siglo XIX, aún si nos retrotraemos al siglo XVI, tenemos en España una serie de testimonios donde se ha querido asociar y hay quien ha terminado relacionando a Cultura poco menos que con vagos y maleantes, gente que se aprovecha de los demás para vivir del cuento, como quien dice. No nos engañemos, en el siglo XVI España apoyó y apostó por ayudar a desarrollar todo el ideario del Concilio de Trento y en el Concilio de Trento todo lo que no fuera religión o de carácter religioso era pernicioso. No obstante, si nos vamos a nuestros días, entre los sectores críticos con la Cultura, ponedles una procesión de Semana Santa, una película religiosa, una obra literaria costumbrista y conservadora, una telenovela respetuosa con sus valores, una canción que hable de España... o una cabalgata de Reyes Magos ("¡Esto no te lo perdonaré nunca, Carmena!", que clamaba una política del PP a la alcaldesa de Madrid cuando se puso en escena un vestuario no clásico a los Reyes Magos), entonces no son tan críticos con la Cultura. ¿En tal caso de qué estamos hablando?

José Manuel Rodríguez Uribes, el Ministro de Cultura, es del PSOE. No podríamos decir que su intención sea la de la ideología más ultraconservadora, no obstante se han suspendido las procesiones de Semana Santa... aunque si hacemos memoria, en un primer momento no se suspendieron los oficios religiosos de ninguna clase y sólo se recomendó no procesionar, fue la Iglesia la que pidió no procesionar, dejarlo para septiembre, sólo entonces en el siguiente decreto del gobierno se prohibió las celebraciones de Semana Santa, asunto que parecía en un primer momento más en manos de las cofradías y de la Iglesia que del propio gobierno. Pero volvamos, en principio el Ministro no hizo sus declaraciones contra "los de la ceja", que serían sus supuestos partidarios mismos, pero sin duda probablemente sus palabras hayan sido bien acogidas por los sectores más conservadores que ven en pintores, cantantes, escritores, cineastas y otros un enemigo hipócrita al que toda ocasión es buena para abatir. Estos mismos días muchos ciudadanos anónimos no se han cansado de reenviar contenidos en las redes sociales denunciando a aquellas personas famosas de la Cultura que, según ellos, no habían donado dinero para combatir a la Covid-19, la realidad es que buena parte de esas personas sí habían donado dinero. Pero ellos los ponían en evidencia a la vez que les acusaban de ser soliviantadores, demagogos, falsos y vividores del cuento, a la vez aplaudían o hasta celebraban el cumpleaños del gran empresario Amancio Ortega y le defendían, sin querer entrar en lo que fiscalmente realmente hace o en las condiciones laborales de sus trabajadores en todo el planeta o en que buena parte de sus factorías están fuera de España precisamente para beneficiarse de políticas laborales inexistentes o totalmente laxas.

Los ataques recurrentes a la Cultura vienen desde todos los lados políticos, esa es la verdad, desde la izquierda y desde la derecha. No desde todas las personas o sectores de ambos lados, también es verdad, pero dentro de la población y dentro de algunos líderes, esto es así. De hecho a algunos líderes a veces parece que valoraran que les compensa periódicamente de algún modo mantener un desconocimiento sobre qué es y a cuántos implica la Cultura y sus políticas y economía. Es popular, es populista. "En estos tiempos, menos fiesta", que se podría resumir, como si todos aquellos que se dedican a la Cultura estuvieran en una fiesta continua y sus trabajos y obras no fueran trabajos, esfuerzos y años.

La cosa es que de la Cultura no sólo viven los artistas (en cualquiera de las ramas creativas tipo actores, cantantes, escritores, bailarinas, directores y demás), viven también los profesores, los ujieres, los bibliotecarios, los archiveros, los editores, los impresores, los libreros, los fabricantes de papel y tintas, los revisores, los transportistas, los diseñadores, los transportistas de obras de arte, los montadores de exposiciones, los transportistas de escenarios, los montadores de escenarios, los transportistas en general, los almacenistas, los restauradores de Arte y antigüedades, los museístas, los tramoyistas, los técnicos de luz, los técnicos de sonido, los técnicos de cámara, los electricistas, peluqueros, maquilladoras, sastres, los que trabajan en servicios de cocina y de bar en eventos, el personal de seguridad, los equipos legales, los gestores, los publicistas, los taquilleros, los servicios de limpieza, los acomodadores, los proyeccionistas, los fisioterapeutas al servicio de artes escénicas tales como la danza, los que trabajan en fábricas de CD, de DVD, o en fábricas de productos de pintura, equipos tecnológicos y otros etcétera de material que se necesite en un arte, los carpinteros de las artes escénicas, los gruistas, empresas de autobuses y de camiones, los vendedores de todo tipo que se dediquen a vender productos artísticos, incluso los jugueteros, los promotores, todos y cada uno de los puestos de trabajo que necesita el funcionamiento de Internet o de la televisión o de la radio, etcétera.

Y todo eso sin contar que sin cine, música, cómic, libros, televisión, danza o pintura, hace semanas que al gobierno se lo hubieran comido con patatas una sociedad encerrada un mes. No olvidemos que hasta el presidente de gobierno, en la comparecencia para anunciar las medidas especiales para regular los ERTE nada más tras tener activado el estado de alarma uno o dos días antes, dio las gracias precisamente a todas las personas creativas, y quien no quiera creerlo, que recurra a hemeroteca, videos o documentos del gobierno en su web, todos ellos servicios a los que podrán recurrir y disponer gracias a trabajadores del sector de la Cultura. 

En la Cultura siempre se piensa en las voces más destacadas, porque son las más visibles y porque son una diana fácil para bien y para mal, aunque también porque en realidad en Cultura hay mucha gente anónima, una gran cantidad de gente anónima, tanto trabajadores por cuenta ajena como empresarios, no sólo creadores artísticos y culturales, que si fueran atacados en bloque podrían perfectamente enfadarse en bloque y declarar una auténtica huelga general que, si es seguida mayoritariamente, dejaría en evidencia a cualquier gobierno... y en estos momentos, como en otros, en graves problemas. ¿O es que alguien concibe su aislamiento o su vida común sin música, sin cine, sin series de televisión, sin libros, sin cómic, sin prensa, sin radio, sin museos, sin lugares turísticos que visitar, sin productos para entretener o educar a sus hijos, sin servicios de archivos que ayuden a la administración o al conocimiento, sin profesores, sin bibliotecas a las que recurrir cuando las librerías también cierren, etcétera? Se ha fomentado desde los tiempos de José María Aznar, desde 1996, unas políticas centradas en las Ciencias exactas como las materias que realmente podrían hacer avanzar a la sociedad. Cada vez se fue relegando y anulando más asignaturas como el latín, la filosofía, la Lengua, la Literatura, el Arte y demás. No es que el gobierno Zapatero, el de Rajoy o lo que va de Sánchez haya mejorado este asunto y eso ha reverberado en una sociedad que en su mayoría no ha pasado de los estudios generales cada vez más polarizada en el progreso que supone los conocimientos técnicos o las Ciencias exactas, tecnológicas y médicas, y minusvalorando las Ciencias Humanas y Artísticas como si fueran objeto de entretenimiento y curiosidad, pero no de ayuda y progreso de la sociedad misma. En este sentido, por ejemplo, pareciera que ahora todo el mundo es historiador, todo el mundo es filósofo, todo el mundo es poeta, todo el mundo es todo, no sólo todo el mundo es ahora experto en solucionar epidemias y crisis económicas, aunque antes fueran todos seleccionadores futbolísticos y entrenadores de las más selectas barras de cerveza con jamón o aceitunas, depende del equipo. 

Todo el mundo es guionista y escritor y hasta productor de cine. Todo el mundo es creador de efectos especiales y todo el mundo es todo. Pero si tan fácil es... cuando haya un concierto, ve tú y toca la guitarra, deja al músico en paz. 

Está claro que hay una degradación del valor que se pone sobre los creadores y un desconocimiento de lo que implica y mueve la Cultura. A la vez hay un ansia viva por consumir todo tipo de productos culturales, especialmente gratis. Ahora mismo está en auge las series de televisión por Internet o los conciertos, pero ocurre con todo en todo momento. "Quiero mi serie y quiero sostener que no es tiempo de Cultura"... ¡Pues deja de ver tu serie favorita!

Dejemos los productos culturales, ya que el Ministro dice que no es el momento, y centrémonos todos en este encierro en lo que está ocurriendo con la política o de puertas para adentro con nuestra familia o en nuestra soledad... vaticino que el gobierno en pleno iba a mandar lo más cerca a Sidney al señor Ministro de Cultura, maniatado y con cinta aislante en la boca, y eso si no le cortasen la lengua. 

La gran mayoría de los creadores, centrémonos ahora en ellos, son desconocidos. Algunos como mucho son populares en sus municipios y si acaso en alguno más cercano al mismo, o bien son relativamente conocidos en los escenarios de España, pero lo justo para hacer algún bolo o alguna exposición o alguna presentación de libro o alguna proyección de cine que les permita simplemente vivir al día o sacar un extra de dinero, nada más. Lo cierto es que una gran mayoría suele perder dinero, aparte de su tiempo, nunca su ilusión y su visión de la vida. Los hay que combinan su actividad con otros trabajos que les permitan vivir, y los hay que pasan serios apuros, siempre con la espada de Damócles pendiente. Estos día la gran mayoría de estos se han dedicado o bien a vender en común pinturas y dibujos para recaudar dinero para material sanitario para los hospitales (como está pasando en Alcalá de Henares), o bien dan conciertos a través de las redes sociales o en los balcones de sus casas, quienes producen cortometrajes gratuitos rodados o grabados en sus casas, los que escriben poemas y relatos y los comparten sin cobrar un céntimo, los que han producido discos y los han dejado gratis en la red, a pesar de que eso hace que pierdan una gran cantidad de dinero, etcétera. Y luego están los museos que han abierto exposiciones cibernéticas, los cantantes famosos con iniciativas parecidas a las anteriores y demás. Pero son los anónimos los que mayoritariamente se están volcando en solidarizarse y regalar sus obras y creaciones para mantener los ánimos, gente que en su gran mayoría, repito, no logran vivir de su obra. A todos estos es a los que ha abofeteado el señor Ministro de Cultura.

Y por supuesto tenemos a los empresarios que difícilmente podrán sobrevivir en su mayoría, libreros, editores, dueños de cines, dueños de teatros, compañías de teatro, promotores de conciertos, bares, pequeñas salas de exposiciones, pequeños productores y distribuidores de cine, etcétera, hablamos de los pequeños y medianos autónomos, ni que decir tiene que con lo prolongado de este confinamiento lo único que se fomenta, si no se toman otras medidas, es que terminen sobreviviendo aquellos que al empezar tenían un gran volumen de dinero, las grandes empresas y los medianos empresarios más cerca de ser gran empresa que pequeña. Y todos ellos que pierdan, como empresarios, a la vez llevaran al despido de sus trabajadores, a la no renovación de sus artistas o del pago a los productos artísticos a los que recurran, y por ende arrastraran a todos aquellos otros negocios y oficios asociados a su actividad, pues sin actividad nuclear no hay actividades aledañas. Sin raíz no hay tronco, sin tronco no hay ramas, sin ramas, no hay hojas.

El Ministro reculó, al menos en cuanto a excusarse en sus declaraciones ("Parece que no me he explicado bien", dijo al recular cuando vio que iban a vivir una huelga cultural de dos días, había que apagar el incendio). Lo cierto es que ningún artista había declarado abiertamente y en alta voz reclamación alguna, aunque los empresarios del sector sí lo hicieron porque la soga ya estaba en el cuello, por lo que la protesta generalizada viene más bien, o eso parece, por la indignación de las palabras de un Ministro de Cultura que no parece dispuesto a defender la Cultura, como muy indignadamente vino a decir el actor Juan Echanove. La gran mayoría de los artistas, especialmente los anónimos, aguantaban el chaparrón sin reclamar nada. Fue hablar el ministro e indignarse por las redes sociales una buena parte de ellos, si bien no todos se hicieron eco, o al menos no públicamente. El recular del Ministro puede apaciguar las aguas, de hecho los famosos retiraron la convocatoria de huelga de la Cultura, que sería inédita en España, no sé si en el mundo, pero lo que piense el Ministro y el gobierno es en fondo lo que se hará, lo declaren o no lo declaren. El problema está en que se sigue desconociendo, se sigue despreciando y se sigue minusvalorando a los creadores y a los sectores que tienen  que ver con la Cultura, incluido algo tan poco vistoso como el pensamiento, avalado por la educación, la filosofía, la lectura...

Saludos y que la cerveza os acompañe.

1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

El periodista y poeta alcalaíno Guillermo Martinez Martinez ha escrito un artículo para el diario Público sobre el peligro de extinción del pequeño comercio como sigan las restricciones. Entrevista a Marcos A. González López de Domiduca, la librería de antigüedades, rarezas y segunda mano más veterana hoy día (en ese tipo de libros) de Alcalá de Henares.

https://www.publico.es/sociedad/coronavirus-comercios-barrio-pandemia-da-puntilla-comercios-barrio.html?fbclid=IwAR3hTJ1TS0c8h5TrgFThtOS772oY-R82RUSCaX1ZdpCsJDxq5gTTaa01coE