La siguiente investigación que realicé para el XV Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, y que se puede leer en su libro de actas publicado en noviembre de 2016, la hice en torno a la figura de una persona muy conservadora del Alcalá de Henares de comienzos del siglo XX: Francisco García Cuevas. Este hombre era un ultracatólico que era propietario, director y redactor del periódico local El amigo del pueblo, del que se pueden encontrar ejemplares en el Archivo y Hemeroteca Municipal de Alcalá de Henares. A la vez era propietario de la papelería y tienda de prensa y libros La Bola de Oro, ubicada en la Plaza de Cervantes y que, como se verá, daba nombre a la propia "editorial", o servicio editorial, desde el que García Cuevas publicó diversas cosas. Además es uno de los primeros nombres que aparecen en activo en la Mutual Obrera Complutense, hoy Mutual Complutense, fundada por el catolicismo social de principios del siglo XX con la idea de alejar a los obreros alcalaínos de los movimientos socialistas y republicanos donde estaban arraigando. Si bien es cierto que en su día presenté a este hombre en la conferencia correspondiente como fundador de tal Mutual, quería indicar no tanto que fuera un fundador de los que mueven la burocracia y el dinero inicial para hacer la fundación, ni que fuera un miembro del primer minuto, si no que fue un miembro muy activo casi desde el principio. Es cierto que la palabra "fundador", atendida en su literalidad, puede hacer que se me tire de las orejas por no serlo, pero no me refería a lo literal de la palabra, sino al hecho de que sin primeras personas inscritas en esta asociación, por mucho papel que se rellenara y mucho local que se aportara, o normas, no hubiera habido asociación o viabilidad de su supervivencia. Así pues me refería a que era uno de los primeros mutualistas, y muy activo, y en ese sentido es uno de los fundadores, o pioneros, si se prefiere esa palabra a las posibles connotaciones literales de "fundador" que no sería. Esta nota la anoto a causa de que Pilar Lledó, que dirige el Instituto de Estudios Complutenses, y Vicente Sánchez Moltó, cronista oficial de la ciudad, me tiraron amistosamente de las orejas por usar esas palabras. A veces hay que entender el contexto en el que se usan las palabras, más que la literalidad de las palabras. Como buenos historiadores, al menos como historiadores de carrera y método científico, no como aficionados, sabemos todos los que ejercemos como tales que no importa tanto que por ejemplo se discuta si un personaje dijo un metro más acá o un metro más allá de un muro o una puerta unas palabras transcendentales, pues lo que importa es explicar y comprender el porqué de las palabras, el porqué del personaje, el porqué del lugar, etcétera. Por ello creo que es pertinente e importante la corrección que se me hizo para que nadie se llevara a error, pero a la vez creo que a buenos entendedores, pocas palabras bastan.
García Cuevas escribió en 1910 lo que pudiera ser un preludio de novela distópica, aunque ya habían existido preludios en relato. Hay que recordar que el género fue propiamente ya fijado por Zamiatin en 1920-1922, por ello es un antecedente importante del que casi no se tiene noticia en España, y aún poca fortuna menos se tiene en Alcalá de Henares. El libro no es estilísticamente muy bueno, ni narrativamente. Sin embargo es un precedente digno de estudio que no llega a ser distopía, pues aún no se imbuye del todo en los recursos propios que marcan el género, y coge mucho de la crítica satírica política de la España del XIX que recién había terminado en fechas. Yo pude leer el libro en un ejemplar original que me prestó mi amigo el doctor en Historia Julián Vadillo, quien lo había encontrado a buen precio en un puesto de libros antiguos en la Cuesta de Moyano de Madrid. A veces se venden cosas que los vendedores no saben muy bien lo que están vendiendo. Os dejo con la primera entrega de tres de aquella investigación.
VILLAFELIZ O EL
PARAÍSO PERDIDO, UN PRELUDIO DE DISTOPÍA EN 1910 (parte 1 de 3)
Daniel López-Serrano
Páez
Licenciado en Historia
17 de febrero de 2016
Licenciado en Historia
17 de febrero de 2016
Resumen:
La distopía es un género literario que muestra la deformación de un mundo
utópico, en otras palabras: una sociedad ideal, en un mundo no ideal para
vivir. El autor ruso Zamiatin estableció sus formas en 1920, antes de esa fecha
existieron algunos preludios en novelas y relatos utópicos y de ciencia ficción
que anticipaban dudas sobre la planificación de los mundos ideales. Uno de esos
preludios se dio en España en Alcalá de Henares de manos de un católico
monárquico llamado Francisco García Cuevas, en 1910.
Palabras
clave: Alcalá de Henares, distopía, Francisco García Cuevas, literatura,
siglo XX, socialismo, catolicismo, monárquico
Abstract: Dystopia is a literary genre that
shows the deformation of an utopian world, in other words: an ideal society in
the not ideal for living world. Russian author Zamiatin established its forms
in 1920, before then there were some preludes and utopian novels and science
fiction anticipating questions about planning ideal worlds stories. One such
preludes was in Spain in Alcalá de Henares, written by a royalist catholic
named Francisco Garcia Cuevas, in 1910.
Key words: Alcalá de Henares, dystopia, Francisco García Cuevas,
literature, twentieth century, Socialism, Catholicism, Monarchy
1910:
UNA NOVELA ALCALAÍNA
La
ciencia ficción española comienza a aflorar en nuestra literatura en torno a la
década de 1880, situando a España una vez más en una posición de retraso en los
avances culturales respecto al resto de Europa. Sin embargo nuestra literatura
contaba con una amplia travesía de textos sociales y de ensayos sobre la
situación y las posibles formas de mejorar la vida de las personas. Cuando en
1898 ocurrió la guerra con Estados Unidos, perdiendo los territorios de Cuba,
Puerto Rico y Filipinas, este tipo de lecturas se multiplicaron dentro de la
corriente de regeneración social y política. Ya no sólo sería los socialistas y
republicanos los únicos en pensar y escribir sobre su ideal social. Los
conservadores comenzarán a escribir textos similares y a criticar las
soluciones liberales, republicanas y socialistas. En este contexto apareció de
manera modesta y poco difundida una novela en Alcalá de Henares que preludiaba
lo que a partir de 1920 se conocerá como novela distópica, nacida de manos
rusas. No quiere esto decir que no hubiera otros preludios en otros lugares, H.
G. Wells en Reino Unido ya había anticipado también algunos, y en cierto modo
Julio Verne en Francia con El dueño del mundo (1904).
En
1910 la imprenta de El Amigo del Pueblo, situado en el número 8 de la
Calle Mayor de Alcalá de Henares, publicaba en papel barbado, cubierta de
cartoné y encolado, una novela llamada Villafeliz o el paraíso perdido.
El libro se anunciaba en su primera página como novela histórica. Contaba con
316 páginas, de unas dimensiones 20 x 13 cm., que presentaban la narración en
cincuenta y siete capítulos y un epílogo, por lo general de una extensión breve
entre las cuatro y las seis hojas por capítulo. En la cubierta de portada se
podía ver una escena popular con personajes en vestidos rurales arquetípicos de
un pregonero, un niño, un cura, un maestro, una mujer, y otros tantos que eran
los protagonistas de la historia [1]. En la
contraportada se indicaba que se encontraba en venta en Alcalá de Henares en el
comercio La Bola de Oro, situado en el número 37 de la Plaza de
Cervantes y en la casa del autor, situada en la calle Cisneros, número 5. En
Madrid también se vendía, en la Librería Don Enrique Hernández, de la calle de
la Paz, número 6. El coste era de dos pesetas, y se le sumaban veinticinco
céntimos si se hacía el pedido por correo certificado, para costear el sello
postal. A la vez se anunciaba del mismo autor La verdad cristiana, cartas de
un librepensador, de 350 páginas a dos pesetas y media. Cuya portada sería
una cruz atravesando una nube [2]. Si
atendemos a la fechación del epilogo el autor lo comenzó a escribir en 1909. La
publicación sólo fue editada una vez.
Ese
autor era Francisco García Cuevas, un prolífico autor periodístico en Alcalá de
Henares de carácter antiliberal y propagandista del catolicismo desde posturas
ultracatólicas, mezclando su religiosidad con posturas políticas y sociales
profundamente conservadoras. Si bien La verdad cristiana, cartas de un
librepensador deja bastante claro en el título y su portada, ya no sólo en
su texto, ese perfil ideológico, la novela Villafeliz o el paraíso perdido,
la cual era una novela de ficción y no histórica como se indicaba en aquella
primera página, es una novela que marca también unas muy claras ideas
contrarias al liberalismo político de principios del siglo XX español, el cual
se identificaba con la izquierda política, pero especialmente carga contra el
socialismo español. Entre los ejemplares que editó se puede encontrar aún en
cierta librería de viejo uno de ellos que García Cuevas llegó a dedicar al
señor director de El Pueblo Católico, una publicación cuya cabecera
dejaba claro el carácter del tipo de público lector interesado en esta obra y
al cual iba destinada [3]. Es
muy evidente en el título de la obra la referencia a El paraíso perdido
de John Milton publicado en 1667, en donde el Diablo desea vengarse de Dios
utilizando a Adán y Eva llenándoles la cabeza de ideas que les hace perder el
Paraíso, el cual recuperan al final de la obra con arrepentimiento y devoción.
QUÉ
ES LA DISTOPÍA, SU ORIGEN. APROXIMACIONES EN ESPAÑA
"Distopía:
Del lat. mod. dystopia, y este del gr. δυσ- dys- 'dis-2' y utopia 'utopía'.
1. f. Representación ficticia de una sociedad
futura de características negativas causantes de la alienación humana." [4]
Así
acogió la lengua española este término contrario al de utopía en 2013. El
término, complementario con el no reconocido de antiutopía, era ya muy usado en
los medios anglosajones muchos años antes, décadas antes, teniendo incluso
ensayos y hasta enciclopedias al respecto. Se atribuye a John Stuart Mill su
primer uso en 1868 como antónimo de la utopía de Thomas More de 1516 [5]. Yo
mismo en 2005 traté de acercar el término distopía al lector describiéndolo en
un ensayo como la degeneración de la sociedad utópica al querer alcanzar la
sociedad perfecta a través de un control social que transformaba la futura
sociedad feliz y perfecta en algo asfixiante y peligroso para el individuo. En
uno de los párrafos de aquel ensayo describí: “La distopía, como relato
equivalente a los relatos utópicos, nace en el siglo XX. Ya existían factores
críticos con las utopías, como hemos visto, pero aún no existía una estructura
relatada de la distopía. Al igual que la utopía puede rastrearse en cierto modo
en relatos y conceptos religiosos o míticos, la distopía puede rastrearse en esas
críticas e, incluso, en relatos catastrofistas. En la propia religión, sin ser
distopía, el Infierno puede ser la distopía del Cielo, en casi todas las
religiones hay equivalentes de estos términos. No obstante, el propio Diablo
es, en diversas religiones, un ángel caído por intentar hacer cumplir los
deseos de Dios de modo impropio” [6]. La
distopía, aunque pueda ser rastreados algunas de sus características siglos
atrás, propiamente dicha como género literario con todos sus factores ya
establecidos nace en el comienzo del siglo XX de manos de Yevgueni Zamiatin.
Escribió una novela sin título entre 1920 y 1921 que fue publicada años después
por entregas en Checoslovaquia al estar prohibida, y también por los miedos de
Zamiatin, en la Unión Soviética, de donde él era. La novela fue titulada We
(Nosotros). Pronto transcendió a Reino Unido y a Francia. Le causó
serios problemas al autor que intentó su exilio en diversas ocasiones hasta que
lo logró al fin muchos años después con la intermediación del escritor Máximo
Gorki con Stalin. Básicamente en esa novela, junto a algunos relatos breves,
Zamiatin había hablado de una sociedad comunal donde el Estado vigilaba hasta
el más mínimo detalle la vida de sus ciudadanos y los desindividualizaba
llegando al punto de controlar sus actividades diarias, desproveerles de
nombres a favor de numeraciones y eliminarles todo gusto por lo que llamamos
conocimientos humanísticos y sensaciones como el amor. Todo estaba tecnificado
y planificado desde el Estado. Zamiatin, que era un antizarista y un convencido
de la sociedad soviética y la revolución, comenzó una deriva crítica con la
sociedad utópica prometida a costa de darse cuenta de que existía un control y
una represión por parte del Estado que no daba pie a aquella sociedad utópica.
Es así como nace el género distópico con todos sus ingredientes ya propiamente
asentados. Toda violencia de cualquier tipo contra el individuo para lograr un
objetivo positivo, transformaba este en negativo [7].
El
siguiente autor distópico en novela, pues hay que recordar la obra de teatro R.U.R.,
de Karen Çapek en 1920, es el célebre autor británico Aldous Huxley, con Un
mundo feliz, de 1932. El cual, al igual que George Orwell, con Rebelión
en la granja (1945) y 1984 (1949), reconoció que Zamiatin y su obra
había sido vital en sus respectivas obras famosas. Huxley tiene influencias de
las experiencias genéticas de sus abuelos y padres y de autores literarios
utópicos y de la ciencia ficción que en algunos pasajes de sus obras dejaban
desprender algunos aspectos de las utopías que mal tratados al aplicarse podían
ser elementos peligrosos para la felicidad real o total del individuo [8]. De
hecho uno de los más célebres autores utópicos y de ciencia ficción británicos
de finales del siglo XIX y principios del XX que el propio Zamiatin conoció en
los primeros años de la Primera Guerra Mundial, en Londres, es H. G. Wells. La
amistad de ambos, plasmada sobre todo en sus relaciones literarias, se truncó
cuando Zamiatin se hizo seguidor del bolchevismo, pero previamente se habían
leído entre sí. En aquellas épocas Wells ya había iniciado diversos relatos y
novelas que giraban su optimismo vital en la confianza en los avances humanos,
hacia un pesimismo por la Humanidad y el uso de sus conocimientos que, sin ser
aún distopías, incluyen en sus utopías de esos años algunos rasgos que
prefiguran la distopía que terminó de dar forma clásica Zamiatin. Léase por
ejemplo significativo de Wells La guerra de los mundos. [9]
La
ciencia ficción será un elemento clave para poder generar la distopía, ya que
esta es un producto de mezclas básicamente con las utopias, la ciencia ficción,
la filosofía y la sociología. En España la ciencia ficción llega tardíamente
respecto al resto de literaturas occidentales, que a través de autores como
Julio Verne, el más conocido, ya la disfrutaban. Nuestro primer novelista de
ciencia ficción es Enrique Lucio Eugenio Gaspar y Riambau, conocido como
Enrique Gaspar, diplomático y dramaturgo de zarzuelas. En 1887 escribió El
Anacrónepete, una novela sobre una máquina capaz de viajar en el tiempo,
escrita ocho años antes de La máquina del tiempo (1895) de H. G. Wells [10]. Sin
embargo, previo a este autor español existe otro autor de ciencia ficción, sólo
que este en el género de los relatos, se trata de Nilo María Fabra, padre del
poeta Nilo Fabra. El padre escribiría diversos relatos y cuentos de ciencia
ficción en periódicos y revistas españolas que recopiló en sus libros Por
los espacios imaginarios (1885), Cuentos ilustrados (1895) y Presente
y futuro (1897) [11].
El
catalán Nilo María Fabra (1843-1903) fue un corresponsal periodístico que
terminó fundando su propia revista y agencia de noticias. Fue un pionero como
corresponsal de guerra e la prensa española. Informó de los diferentes
conflictos bélicos que supuso la unidad de Alemania en la década de 1860. Era
un apasionado de las nuevas tecnologías, por lo que hizo un uso intenso del
telégrafo y del teléfono como instrumentos de transmisión inmediata de los
acontecimientos a largas distancias. Del mismo modo usó de lo que por entonces
era el novedoso código Morse aplicado a señales luminosas por parte de los
ejércitos, que él adaptó para comunicarse periodísticamente a largas
distancias. Era un hombre monárquico y conservador. En sus obras hay una gran
influencia de Julio Verne y de H. G. Wells. Recibió por ello los apodos de “el
pequeño Julio Verne” y “el H. G. Wells de provincias”, de forma despectiva por
sus adversarios políticos y otros literatos [12]. En
sus relatos tocó la ciencia ficción no sólo desde las ciencias exactas, también
desde las humanísticas. De este modo creó ucronías, anticipó en su imaginación
una guerra entre España y Estados Unidos por Cuba con tal lujo de detalles del
detonante bélico que se sospecha que quizá alguna autoridad norteamericana pudo
leerla un año antes de que ocurriera de verdad en 1898, imaginó trenes
ultrarrápidos al estilo de los actuales trenes de alta velocidad y también que
podían vigiar por debajo del mar, como el eurotúnel que une Reino Unido con
Francia, pensó en un sistema de noticias inmediatas en una pantalla que
rápidamente las renovaba por las más actuales, como si hubiera adivinado
Internet, etcétera [13]. De
entre todos sus relatos de ciencia ficción cabe destacar para este ensayo “El
dragón de Montesa o los rectos caminos de la posteridad”. Se burla de la
ciencia arqueológica pero más allá de ello se trata de un relato futurista con
tonos catastrofistas tras una nueva era glacial por causa de un meteorito que
roza La Tierra. Sin tener los elementos exactos de una distopía, allí aparecen
algunos de sus rasgos al imaginar un futuro no ideal. Igual ocurre en “Teitán
el soberbio” y la capacidad humana de usar la telekinesia con fines
destructivos, lo que recuerda a algunos relatos de Phillip K. Dick en el siglo
XX. Otro relato que sin ser distópico se aproxima a ello, pues no imagina un
sistema social, es “El fin de Barcelona”, relato en el que la ciudad se
deja llevar por el pánico ante la posibilidad de ser arrasada por el mar.
Hay
otro aspecto que nos interesa de Nilo María Fabra, su conservadurismo y su ser
monárquico tan férreos que escribe relatos de ciencia ficción totalmente contra
las ideas socialistas y liberales. Tenemos en este sentido “La locura del
anarquismo”, en el que desde una burla a la frenología trata el ideal
social anarquista precisamente como si fueran ocurrencias de loco. “El
futuro ayuntamiento de Madrid” trata a los liberales republicanos como
gente sin cultura y aprovechada, cuyo conjunto de actos y de ideas son cosas
sin sentido y ocurrencias del momento, sin recapacitación de las consecuencias.
La corrupción, los acuerdos y cambios de nombres de calles hacen de este relato
uno a tener en cuenta para lo que es este ensayo, ya que Francisco García
Cuevas seguirá muchas de las pautas que aquí ya se leían en 1897. Pero no menos
importante para el asunto que nos toca es recordar el relato “El triunfo de
la igualdad”, de 1885. Un nuevo gobierno afronta la vida comunal y el
reparto de todos los bienes para la igualdad de todas las personas, siguiendo
la máxima socialista de que el hombre no debe explotar al hombre, siendo la
riqueza material la causa. Usando de las matemáticas y de la economía, con un sentido del humor conservador, sin atender
a lo que realmente proclamaban las ideas socialistas sobre la abolición de la
propiedad y el dinero, se crea un ambiente de injusticia, de pobreza, de hambre
y de envidias que también aparecerá en la obra de Francisco García Cuevas, cuyo
libro Villafeliz o el paraíso perdido publicado en 1910 fue escrito entre
veinte y diez años después de los relatos de Nilo María Fabra. Queda la duda de
si el autor alcalaíno leyó en algún periódico conservador alguno de estos
relatos, o si bien contaba con alguno de sus libros recopilatorios.
[1] Se ve una fotografía de esta portada en Todo
Colección, consultada el 15 de febrero de 2016 en http://cloud2.todocoleccion.net/libros-antiguos-novela-historica/tc/2015/09/28/13/51519909.jpg
[2] Se ve una fotografía de esta portada en Todo Colección, consultada el 15 de febrero de 2016 en http://cloud2.todocoleccion.net/libros-antiguos-religion/tc/2009/03/11/12376438.jpg
[2] Se ve una fotografía de esta portada en Todo Colección, consultada el 15 de febrero de 2016 en http://cloud2.todocoleccion.net/libros-antiguos-religion/tc/2009/03/11/12376438.jpg
[4] VV.AA., Diccionario de la Real Academia
Española, consultado en su página web el 15 de febrero de 2016 en http://dle.rae.es/?id=DyzvRef
[6] Daniel LÓPEZ-SERRANO PÁEZ, “El informe
Zamiatin”, en Noticias de un espía en el bar, partes 1 y 2, de 30 de diciembre
de 2005, publicadas en:
http://espiadelbar.blogspot.com.es/2005/12/noticias-2-y-3-1-desde-el-bar-el.html
http://espiadelbar.blogspot.com.es/2005/12/noticias-2-y-3-1-desde-el-bar-el.html
[7] Se puede leer en la referencia de la nota 6,
y también en las introducciones de la novela de Zamiatin publicadas en: Sergio
HERNÁNDEZ-RANERA, “Prólogo”, en Yevgueni Zamiatin, Nosotros, ed. Akal,
Madrid, 2008, pp. 5-29; y en: Fernando Ángel MORENO, “Introducción”, en
Yevgueni Zamiatin, Nosotros, ed. Cátedra, Madrid, 2011, pp. 10-97.
[13] Daniel LÓPEZ-SERRANO PÁEZ, “El pequeño Julio
Verne, el H. G. Wells de provincias, el padre de la ciencia ficción española”,
en Noticias de un espía en el bar, de 16 de junio de 2015, publicado en:
http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/06/noticia-1494-desde-el-bar-el-pequeno.html
http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/06/noticia-1494-desde-el-bar-el-pequeno.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario