En 1997 cursé en su primera mitad el final del Curso de Orientación Universitaria (COU), pero no estaba seguro de qué quería cursar en la Universidad, además tenía mucho apego a la revista que escribía con mis amigos y a mis amigos mismos. Uno de ellos repetía curso, y todo ello, combinado con otras cuestiones, me hizo decidirme a suspender a drede tres asignaturas con la idea de quedarme a repetir de nuevo COU para decidirme por una carrera universitaria. Por ello, la segunda mitad de 1997 volví a cursar la primera parte de COU. En 1997 yo cumplía la mayoría de edad y mi padre quiso, quizá también mi madre, que me fuese a trabajar con él de aprendiz de tornero siderúrgico. Así que pasé el verano roscando tornillos, fabricando pernios de ascensor, varillas de motos y otros objetos de metal. Fue mi primer trabajo. En ese mismo año también repartiría publicidad de una editorial de libros con temarios para oposiciones a enfermería y doctores médicos, por medio de la Librería Diógenes. Era también otra forma de aprender, y eso está bien, muy bien. Entre tanto, seguía creando la revista El Recreo.
1997: 18 años de edad.
Leí 37 libros completos.
Tres sombreros de copa (Miguel Mihura, 1932, no publicada y estrenada hasta 1952): Nos lo mandaron leer en las clases de Literatura. Mihura era surrealista cuando escribió la obra en los años de la Segunda República. Seguía la estela del humor del absurdo que en esos años estaba de moda gracias a los hermanos Marx en el cine. Por esta misma razón diré que Televisión Española tuvo unos años antes un ciclo de películas de los hermanos Marx, las había visto prácticamente todas. Me gustaban mucho. Me hacían y me hacen reir. Así que este libro lo leí con ganas y no me defraudó. Nos enseñaron las claves y el funcionamiento de los recursos estilísticos y trucos que usaba esta obra de teatro para hacer reir, los cuales le hacían diferente a otras obras de teatro de humor. Tomé buena nota de ello. Los efectos de la Literatura en las personas no era algo que ocurriera porqué sí. Había métodos y había intenciones. Hasta el humor del absurdo respondía a una lógica pensada, quizá eso es algo que en algunas creaciones del absurdo actuales parece haberse olvidado y caen a menudo en un sin sentido efectista y efectivo, pero sin sentido.
Maribel y la extraña familia (Miguel Mihura, 1959, estrenada en 1960): Mientras que el anterior libro era comprado por mí de la editorial Cátedra, este otro libro no era mío. Lo leí porque quise sin más, no porque me pidieran leerlo. Era más flojo que el anterior, o eso me lo parecía. Tenía humor y aún guardaba algo del absurdo, pero ya no tanto. Cuando lo escribió eran otras épocas y, además, a pesar de que Mihura era un conservador que no entró en conflicto con Franco, su obra anterior a la guerra civil y la inmediatamente posterior sí tuvo algunos problemas como obras de teatro del surrealismo y el absurdo. Eso hizo que Mihura suavizara mucho su literatura y que se aproximara incluso a algunos formulismos del teatro costumbrista.
El romancero gitano (Federico García Lorca, 1928) y Poema del cante jondo (Federico García Lorca, 1921, publicado en 1931): La repetición del COU trajo consigo que ese año volvieran a pedir que leyera El romancero gitano, como yo ya lo había leído pedí a mi profesor leer yo por propia voluntad Poema del cante jondo, que también lo tenía en el mismo volumen del ejemplar que había en casa. El profesor aceptó pero debía leer igualmente el otro, porque el resto de compañeros debían conocer las claves del otro. Asíque por gusto y voluntad propia leí los dos. El profesor, de todos modos, llegó a analizar alguno de los poemas de Poema del cante jondo en clase. No serían estas las últimas veces que lo leyera, volvería a hacerlo tiempo después y, por supuesto, a veces suelo ir a sus páginas a leer poemas sueltos. El romancero gitano y Poema del cante jondo me hacían fijarme ahora en su valor como nexo moderno con la tradición y lo popular. Por mucho tiempo me fijaba en estas formas compositivas, pero pronto comenzaría a hacer comparativas con romanceros castellanos y araganoses, pero también de otros sitios. Muy enriquecedor. Para completar esto respecto a El romancero gitano, hablé de él en esta serie en Noticia 1681ª.
La Eneida (Virgilio, entre el 30 y el 19 antes de Cristo): Lo leí en parte por mi profesor de Latín, Miguel Ángel, y en parte por gusto propio. Una edición de la editorial Austral, pasada a castellano en prosa. quizá no sea la edición mejor lograda, pero es desde luego la edición que mucha gente de la época leía. Era práctica. La obra la escribió Virgilio como propaganda política, aunque suene extraño. El largo poema épico cuenta la historia de Eneas, uno de los héroes de Troya, después de la guerra de Troya. En su exilio vaga por el Mediterráneo ocurriéndole numerosas aventuras y desventuras a causa de los dioses hasta que llega a Italia y se enfrenta a uno de los reyes de allí, logrando establecerse y transformarse en un antepasado directo de Rómulo y Remo, fundadores de Roma, y de este modo de César Augusto, que es quien gobernaba y quien encargó a Virgilio la obra. Emulaba y recordaba a La Odisea de Homero. El mensaje era reconstruir el pasado histórico y la propia versión religiosa de los hechos ocurridos siglos atrás, milenio ya, para justificar el poder que había acumulado César Augusto, que además se endiosaría, teniendo en cuenta que a su tío Julio César le habían asesinado por acumular tal cantidad de poder. De paso justificaba a Roma como heredera de Troya y el poder y gloria que cosechaba. Un clásico de la Literatura que, sin ser trilogía, se podría leer como el tercero detrás de La Iliada y La Odisea de Homero. Un ejemplo no sólo de literatura, sino de su utilización como instrumento de poder y propaganda. Es de suponer que en su época la obra sería polémica, pero pocos o ningún testimonio público y abierto sobre esto nos ha llegado.
El Satiricón (Petrarca, siglo I después de Cristo): Petrarca murió en el año 65 ó 66 después de Cristo, así pues, la obra no puede ser posterior a estos años. Fue leída en su época, en el Imperio Romano, pero la Edad Media hizo que tuviera que ser ocultada primero de las hordas bárbaras y después de la censura cristiana que tenía a este relato, considerado la primera novela, en su punto de mira por ser sus personajes seguidores de los dioses de Roma y por abarcar temas y escenas polémicos para la moral cristiana, como por ejemplo la homosexualidad. Fue publicado de nuevo tras varios siglos escondido en 1476, en el comienzo del Renacimiento. En mi casa hay un ejemplar que debía ser o de mi padre o de mi madre. Una encuadernación muy bonita que imita cubiertas de cuero repujado. Tuve curiosidad por leerlo, por leer algo de la antigua Roma que no fuera más mitología y cuestiones épicas. El libro me gustó. Además me sorprendió encontrar en sus páginas un pasaje de licantropía. Es probablemente la referencia a hombres lobo más antigua que he encontrado personalmente. Contiene algo de erotismo, lo que no deja de ser algo significativo teniendo en cuenta a tiempo pasado que Petronio vivió con Nerón de emperador.
La Colmena (Camilo José Cela, 1950): Nos lo mandó leer don Jacinto, en Literatura, pero lo tenía en la estantería de mi habitación como otro de esos libros que eran de mi padre. Había visto la película hacía tiempo, pero no la recordaba bien. Le tenía ganas, de todos modos. Cela podía ser una persona antipática con muy malos modos, pero es indiscutible que probablemente sea el mejor escritor español de la segunda mitad del siglo XX. Como Cervantes, maneja el idioma y las palabras con un conocimiento y una precisión muy agudos. Cela era un funcionario de la dictadura franquista, conservador y de las oficinas de censura, que se rumorea que escribió esta novela usando los folios de su trabajo. Yo ya conocía de él, porque lo ojeaba, su Diccionaro secreto (1968), en dos volúmenes. Esta novela pertenece al realismo social y, a pesar de las simpatías políticas de Cela, era una crítica a la sociedad que había generado el franquismo, no tanto una crítica al franquismo. Criticaba una sociedad indolente cuyos individuos se preocupaban sólo de sus asuntos cotidianos personales, una sociedad que de fondo ocultaba una misma preocupación, pero que envuelto en un cierto costumbrismo aparecía como una sociedad nada interesada en nada que no fuera lo insignificante, una sociedad sin inquietudes y una sociedad ensimismada. Aunque Cela tenía las simpatías que tuviera, él mismo tuvo problemas con sus escritos en algunos momentos por la censura.
Love story (Erich Segal, 1970): En su día esta novela romántica fue uno de los libros mejor vendidos. Segal la escribió al principio como guión de cine para la productora Paramount, pero lo pasó a novela. La película se hizo y fue también una de las más vistas, lo que logró salvar económicamente a la Paramount, cuyas últimas superproducciones no habían recaudado lo suficiente para cubrir sus costes. Vista o leída esta historia a fecha de hoy nos pasaría desapercibida. Un drama sentimental con todo tipo de recursos fáciles para apelar a la empatía, pero la historia funcionó en su día. Este libro era de mi padre, tal vez lo compró para mi madre cuando se casaron o antes, y también se guardaba en mi habitación. Yo lo quería leer, pero no por la historia en sí, que todavía no sabía de qué trataba, si no porque conocía a Erich Segal. Para mí Segal era el autor del guión cinematográfico de Yellow Submarine en 1968, la película de dibujos animados de The Beatles. Me leí el libro siempre asociándolo a ese hecho, si bien el libro en sí no me marcó especialmente.
Luces de bohemia (Ramón María del Valle-Inclán, 1920, publicado en formato libro en 1924): Una obra de teatro que quería leer porque quería leer algo de Valle-Inclán. Coincidió que nos lo mandaron leer en Literatura. El esperpento en estado puro, la película que le hizo Miguel Ángel Díez en 1985 está muy bien lograda y conseguida. Con el tiempo yo trabajaría como archivero en la Filmoteca Española teniendo al nieto de Valle-Inclán por jefe. Una obra de teatro que me recuerda en buena parte la realidad de muchos de los creadores de Alcalá de Henares actual en su "convivencia". Me gustó mucho. Tiene sin duda un fino sentido del humor y la realidad.
¿Por quién doblan las campanas? (Ernest Hemingway, 1940): Lo destaqué entre los libros de ese año en la Noticia 204ª. Era de mi padre. Uno de los motivos por el que quería leerlo era por conocer más de la guerra civil española, a través de una novela. Además, Hemingway tenía cierto renombre y quería saber porqué. Lo leí en verano. Recuerdo a un amigo de mi familia que salía por las noches al parque donde también salían mis padres para tomar un poco de fresco. Ese hombre era un guardia civil retirado. Cuando una noche me preguntó qué leía a la luz de una farola, dijo que era un libro del maquis, que había conocido a los últimos, pero que su causa estaba perdida. El maquis era la guerrilla española que quedó en activo en España tras la guerra civil contra la dictadura de Franco. Se equivocaba. El libro va sobre la guerrilla republicana, pero durante la guerra civil, no tras ella. Es curioso que durante la guerra ninguno de los dos bandos hiciera mucho uso de las guerrillas. Sea como sea, me quedé imbuido en esta historia. Tiene una gran potencia, una gran fuerza. Dibuja muy bien los personajes, hasta el punto que te hace padecer e inquietarte por las mismas cosas que pasan ellos. Por cierto, el título está mal traducido, en inglés está en singular, pero además es de lógica, pues cuando se toca por un funeral no suena el repiqueteo de varias campanas, si no que el toque es de una sola campana.
El estudiante de Salamanca (José de Espronceda, 1840): Lo leí por curiosidad. Era un ejemplar de la biblioteca municipal. Tras leerlo siempre he querido escribir un relato de terror o de otra cosa en verso, pero nunca he llegado a hacerlo, aunque en algunas ocasiones me he aproximado. Luego leí poemas sueltos de Espronceda. Me parece uno de los autores del romanticismo español más digno. Su terror en esta historia alcanza una cuota bastante impecable. Me atrajo de él su manera de controlar los ritmos y la musicalidad saltándose el rigor de la métrica en favor de lo que cuenta. De ahí que me entregara cada vez más al verso libre y su escritura.
Ancia (Blas de Otero, 1958): Uno de mis libros de poesía favoritos es en realidad dos libros, Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), que el autor unió añadiéndole un prólogo de Damaso Alonso en 1958, usando por título la primera y la última sílaba de cada libro: Ancia. Me mandaron leer algunos de estos poemas en el instituto, pero yo me compré el libro y me lo leí entero. Lo he consultado innumerables veces. Alguno de sus poemas han estado presentes en alguno de mis recitales. Tiene un gran poder de desgarro y desarraigo. Su violencia está latente, una violencia existencial y de crisis religiosa. Es un poemario imprescindible. En más de una ocasión traté de acercarme a él en alguno de mis poemas de la época.
Pedro Páramo (Juan Rulfo, 1955): La única novela escrita por el mexicano Juan Rulfo es todo un torpedo en la línea de flotación. Su experimentación crea una narrativa que hay que leer muy atento y dejarse caer en sorpresas. El desorden cronológico se une a una idea de no atenerse a las normas clásicas. Vivos y muertos se entremezclan. Un libro que me gustó mucho. Estaba en un punto alto de experimentación yo mismo.
Los ojos del dragón (Stephen King, 1987): Es una novela que llegó a España de manera tardía. No es un relato obvio de Stephen King. No es de terror ni de la tópica fantasía suya. Es un libro de fantasía épica medieval. Interesante curiosidad en su obra, aunque no trascendente.
Carrie (Stephen King, 1974): La película que hicieron de este libro me tenía aterrorizado desde niño. Apenas había visto la escena en la que a Carrie le cae sangre encima, pero me impactó. Leer este libro ahora, tardíamente, era un modo de enfrentarme a mis miedos con la idea de superarlos y para poder hablar de esta historia más propiamente y más allá que de aquella sensación de miedo que me dio de niño aquella imagen. La lectura me fue útil. Está considerado el mejor libro de Stephen King, no podría juzgar.
Los tres mosqueteros (Alejandro Dumas, 1844): En realidad son dos libros en un sólo ejemplar, pues la novela son dos novelas, bueno, en realidad de verdad son tres novelas, la tercera parte sería La máscara de hierro. Hace muchas décadas que esas dos novelas primeras se venden como una sola, por eso la he contado como un libro. Hay otras tres novelas centradas en D'Artagnan, en exclusiva. Como sea, leí este libro de entre los libros de mi padre. Una historia clásica que había visto en diferentes versiones cinematográficas e incluso de dibujos animados. Aventuras clásicas en la Francia del siglo XVIII. Muy recomendable. Me gustó mucho.
Mostelaria, Aulularia, Anfitrión, Asinaria, Casina, Báquides, Captivi, Cistellaria, Curculio, Epidicus y Los Menecmas (Plauto, siglo III a siglo II antes de Cristo): De estas once obras de teatro ya había leído las dos primeras, las releí. Hablé de aquellas en la Noticia 1681ª. Son la mitad de las obras conservadas de Plauto. Son del ejemplar que me compré y cité en aquella noticia. Quería leer el ejemplar completo. Además, al ser una edición crítica me fue muy instructivo todos los análisis y artículos de Historia y Literatura que acompañaban a cada obra. Me llevó un tiempo leerlas todas, pero menos que otros libros. Aprendí mucho más de la antigua Roma de este modo, por iniciativa propia.
Narración de Arthur Gordon Pym (Edgar Allan Poe, 1838 en libro, previamente por entregas en prensa): Es la única novela que escribió Edgar Allan Poe. Este autor es otra de mis referencias. Había leído relatos y poemas suyos, saber que escribió esta novela me hizo inveitable comprarla. La compré en unas vacaciones familiares en Cullera, creo que las últimas que pasamos juntos en la playa toda la familia. La vendían en un puesto callejero del paseo marítimo por la noche. La fantasía y misterios de esta novela me sumergió mucho. Su final me parece perfecto, aunque mucha gente lo haya criticado desde el mismo día de su publicación. Poe era sin duda un hombre atormentado que sabía reflejar en relatos una gran sombra. Lo destaqué como lectura de aquel año en la Noticia 204ª. La experimentación y alcoholemia de Poe también está en algunas de mis obras.
La esfinge de los hielos (Julio Verne, 1897): Lo compré en el mismo lugar que el anterior, a la vez. Julio Verne era admirador de Poe, que había muerto muchas décadas antes de que él fuera un escritor, no sé ni si habría nacido. Verne había leído la novela Narración de Arthur Gordon Pym, de Poe. Era uno de esos lectores que no le gustaba el final que tenía. Creía que era algo inconcluso e indigno. En su admiración a Poe decidió escribir por entregas una novela que fuera la segunda parte y que diera fin lógico a todo aquello. Lo cierto es que el resultado es muy desigual. Poe era más visceral, más romántico, le gustaba el misterio y lo sobrenatural. No necesitaba tanto de explicaciones lógicas para los acontecimientos. Verne sin embargo necesitaba del racionalismo, de la explicación científica, del orden lógico. Esto hace que su novela sea muy de Verne, mientras que la de Poe es muy de Poe. A pesar de la buena intención de Verne, no le hace justicia. Mientras Poe invita al misterio irresoluble de las leyendas viejas, Verne genera un cuerpo científico que lo explica absolutamente todo. Por completar la historia no está mal tenerlo, pero su lectura como segunda parte es prescindible, sólo para los más curisoso y los que tienden a completar.
Carmilla (Sheridan Le Fanu, 1872): Me lo compré en verano. Pocas personas saben que la primera historia de vampiros en clave de literatura occidental, romántica, neogótica, no es la historia de Drácula, ni siquiera es la historia de un vampiro varón, es la historia de Carmilla, una vampiresa. El libro recopila varios relatos de terror de Le Fanu, incluyendo los fantasmas clásicos. En esta historia aparece el lesbianismo, lo que hace del relato algo revolucionario, innovador y contrario totalmente a los valores morales y éticos de la época. Era algo tan escandaloso como morboso. A mí me encantó su lectura. Años después se lo dejé a una amiga que al hablarle de este libro quiso leerlo. Jamás me lo devolvió y volví a comprar la misma edición en una libería de viejo donde lo encontré el año pasado o el anterior. Lección: no prestar libros, al menos que sea a muy contadas personas a las que, además, uno visite en su casa y tenga la facilidad de recuperar el libro por uno mismo. Habían desaparecido ya varios libros por préstamos no devueltos. Ahora es muy difícil que yo preste un libro.
Las aventuras del barón de Münchhausen (anónimo, 1781): Aunque el autor es anónimo, no se descarta que fuera el propio Rudolph Erich Raspe, barón de Münchhausen, ya que este narraba sus propias historias desde que regresó de la guerra contra los turcos en 1750 y en alguna ocasión las escribió. El libro de 1781 compila todas esas historias. Aunque es una comedia, está claro que eran una serie de mentiras y exageraciones de este barón, que, por otro lado, también ha pasado a la Historia como estafador. Cuenta una serie de acciones imposibles, como que llegó a La Luna subido en la bola de un cañón. Su lectura me era tardía, pero algo me llevó a verla. Quizá fuera que estaba hablándose de la película de los Monty Python.
El Árbol de la Ciencia (Pío Baroja, 1911): Con este libro aprendí el significado de la palabra "ataraxia". En realidad era una de esas lecturas de Literatura que no tenía porqué hacer. El profesor había mandado leer San Manuel Bueno mártir, de Unamuno, pero como yo ya lo leí, preferí leer por mi cuenta este otro. Se lo comenté a mi profesor y me dio el visto bueno. Baroja combinaba la psicología con la filosofía, la combinación me gustaba. Pensaba en que yo no podría alcanzar ese nivel. Ahora creo que todo es cuestión de ser una persona reflexiva y tener práctica escribiendo. Aunque Baroja era Baroja, claramente. La vida era contada como una sucesión de sucesos comunes a todas las personas, desde un punto de vista de tragedia inexorable. Deprimía la idea, pero el libro está muy bien escrito.
Cinco horas con Mario (Miguel Delibes, 1966): El tercer libro que leí de Delibes. Era otro de esos libros que no tenía porqué leer, porque ya leí La Colmena, de Cela, que era la otra opción ese curso, pero leí los dos. El soliloquio de la viuda de Mario en el velatorio de este es un libro que recoge igualmente algo de experimentación. Algunas personas lo han transformado en obra de teatro, pero realmente es una novela. Interesante repaso de Historia familiar. Ponía de relieve los pormenores y miserias de ese matrimonio de una manera magistral, ya que muchos de sus pasajes eran o son probablemente comunes en la vida conyugal de muchas personas, pasajes que en parte no se sienten capaces de confesar por miedo al conflicto. De ahí que el soliloquio parezca un diálogo, pero en realidad un diálogo con un muerto es un soliloquio, manera en la que una persona se envalentona al hablar.
El planeta de los simios (Pierre Boulle, 1963): Esta novela de ciencia ficción se la compró mi hermano en una feria del libro. No es muy fácil de encontrar. Nosotros habíamos visto la película de Schaffner de 1968. Tiene algunos pasajes preciosos que no salen en el metraje y que en breve podrían no ser ciencia ficción, como por ejemplo que la nave espacial se impulsaba por energía solar gracias a una especie de vela hecha con placas solares. El libro es tan estimulante como la película. Muy recomendable. Una distopía muy propia de la ciencia ficción de la década de los años 1960 y de los miedos de los resultados catastróficos de una guerra nuclear en la Guerra Fría. Todo un aviso pacifista.
Los Beatles (Peter Brown y Steven Gaines, 1983): El título original sería The love you make an insider's story of The Beatles. En España lo editó Javier Vergara en 1991, ampliado. Peter Brown fue uno de los road manager de los Beatles. Conocía desde dentro y desde el principio toda la Historia de The Beatles. En 1983 se lanzó a publicar esta biografía para la que los Beatles supervivientes y herederos de Lennon no le dieron permiso. De hecho Ono y McCartney mostraron su enfado con él. La cuestión es que Brown y Gaines no se callaron nada, o se callaron poco. Contaron tanto lo bueno como lo malo. Era una Historia total. Me compré el libro en librería Diógenes por 1.100 pesetas, algo caro para un adolescente de esos años. Hoy día serían unos 6'60 euros. Yo era y soy muy seguidor de los Beatles. Me interesaba leer este libro. Su lectura se me reveló como algo más que una biografía. Estaba escrito de tal manera que incluso hoy día lo considero una biografía ejemplar como libro de Historia. Años después los Beatles editaron Anthology y superaron aún el nivel de exploración y confesión en su propia historia. Más allá de los personajes, el libro no es un libro de noticias del corazón, es realmente una biografía al más puro estilo anglosajón y con metodología de historiadores. Como historiador que soy hoy día este libro fue una referencia tanto para hablar de los Beatles como para tomarla como deontología de historiador.
The Beatles, obra completa, canciones volumen 1, volumen 2 y volumen 3 (traducciones de Alberto Manzano, prólogos de Joan Ribera Ribera, 1991): Estos tres libros pertenecen a la editorial Fundamentos, a su colección Espiral. Puede sonar ya algo de viejo lo que voy a decir, pero lo cierto es que hasta hace muy poco tiempo no había otro modo de conocer las letras de las canciones que comprarlas en libros si estas eran compiladas y editadas. Fundamentos publicó a numerosos grupos y cantantes de rock, soul, blues y jazz. The Beatles les ocupó tres volúmenes, cada uno a 850 pesetas. Los compré en librería Diógenes. Recuerdo que al comprarlos había a mi lado una pareja que se rió de mí, creyendo que me compraba novelitas del corazón de los Beatles. No les conocía de nada, pero la vendedora, que sigue trabajando allí, dijo en voz alta que hacía muy bien en comprarme un libro sobre los músicos que me gustaban. La verdad es que me dejaron sin dinero por dos semanas. Sólo publicaron las canciones compuestas por ellos, por orden cronológico y siguiendo el orden de álbumes, singles y EP's. Conseguí el resto imprimiéndolas de Internet y encuadernándolas. Estaban en versión bilingüe, inglés y español. Asíque estos libros me servían tanto a conocer el contenido de las letras, como a aprender inglés. A veces hasta cantaba con ellos delante. Sé que ahora es fácil conocer las letras a través de Internet, pero tener estos libros ha sido todo un acierto, antes no había las ventajas en Internet que hay ahora. De hecho se siguen vendiendo libros de esta colección, hay quien los quiere tener como consulta en sus estantería, de los Doors, Bruce Springteen, Bob Dylan, Blur, Metallica, Bob Marley, Leonard Cohen y otros muchos. Por esas épocas comenzaba a tener discos en CD, sus carpetillas en inglés las leía o trataba de leer. Algunas contenían letras, otras eran explicaciones de cómo se hizo ese álbum (sea del grupo que sea), sobre todo en las ediciones conmemorativas. Era otra forma de aprender sobre música, cultura popular y el idioma inglés. Además, las letras de los grupos anglosajones eran muy distantes de la de los españoles, y eso enriquecía mucho también mi poesía. Otra fuente más de conocimiento.
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