En octubre de 2015 escribí unas notas sobre los libros que leí en mi infancia y preadolescencia, de 1979 a 1993, desde mis 0 a mis 14 años de edad, siendo los primeros años de mi vida sin lecturas, lógicamente. Se puede leer en Noticia 1532ª, Noticia 1533ª y Noticia 1534ª. Era una evolución de los libros que suelo destacar a final de cada año desde 2007 y que os comparto. En esos destacados suelo decir en cifra los libros completos que leí y destaco comentándolos dos libros más una novela gráfica, tarea que muchas veces no es algo matemático ni categórico. En la Noticia 204ª se pueden leer los libros que destaqué en aquellos 1979 a 1993, y el porqué sé qué libros leí y cuándo. También se podrá leer allí cuáles destaqué en esta segunda entrega que os voy a hacer en cinco partes, dedicada a mi adolescencia, encuadrada esta de 1994 a 1998. Más o menos esos años son los que coinciden con haber cursado por entonces los estudios de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y los del Curso de Orientación Universitaria (COU), así como el examen de Selectividad para la admisión en estudios universitarios. De hecho incluyo mi primer curso universitario en la carrera para mí fallida de pedagogía, donde comencé y abandoné, si bien de aquella experiencia me llevé conmigo un innumerable número de artículos, temarios y libros de pedagogía, filosofía y de psicología que me dejaron un regustillo agradable que me hicieron leer de esto ininterrumpidamente hasta la fecha, aunque a menudo se trata no tanto de libros sino de análisis, reportajes, artículos y estudios científicos sobre ello. Como sea, aquí sólo os comentaré los libros que leí completos, no los artículos, los reportajes, estudios, periódicos, revistas, cómic, textos sagrados, poemas y demás de numerosos autores que también leí en estos años. Es indudable que los personajes de cómic, los poetas (principalmente de habla castellana), determinados periodistas, filósofos (muchos, casi todos los más destacados en Occidente, Descartes, Hume, Locke, Kant, Santo Tomás, San Agustín, Aristóteles, Platón, Sócrates, Ortega y Gasset, Marx, Rousseau, Voltaire...) y demás están también presentes en mis lecturas. Ciertamente, además, por problemas laborales de mi padre a mediados de la década de los 1990 volví a la relectura interminable de cómics de la editorial Marvel, de la DC y de Bruguera, luego Ediciones Z, de revistas de cómic que tenía por casa, así como de la compra de ejemplares en las ferias del libro antiguo y de ocasión del mes de octubre, como por ejemplo Batman, Superman, Spiderman, Conan, Mortadelo y Filemón, Bichos, Anacleto agente secreto, Zipi y Zape, Hulk, Patrulla X, Green Lantern, Capitán Trueno, El Jabato, El Guerrero del Antifaz y otros muchos. Algunas de esas revistas hoy día son novelas gráficas que se venden en libros recopilarotorios, como por ejemplo el dedicado al exilio de Superman.
El primer curso de bachillerato lo comencé en la segunda mitad de 1993, por lo que los libros referentes a 1993, con 14 años de edad, están recogidos aquí en la última parte de la anterior entrega, ya citada, aqui comenzaré desde 1994, o sea, desde la segunda mitad de ese primer curso de bachillerato. Las lecturas son siempre algo interesante en cada uno. Nos hacen vivir y pensar. A mí me resulta en estos momentos atrayente la idea de poder compartir con vosotros mis percepciones sobre aquellos libros de adolescencia, los cuáles, para mucha gente, igual que los de preadolescencia e infancia, son libros que guardan un determinado recuerdo vital difícil de igualar en años posteriores de la vida.
1994: 15 años de edad.
Leí 25 libros completos.
La vida es sueño (Calderón de la Barca, 1635): Fue un libro de obligada lectura para cualquier estudiante de bachillerato, supongo que hoy día también, o eso quiero creer. Nos los mandó el profesor de Literatura Julio Huélamo. La verdad es que la lectura de esta obra de teatro me gustó mucho. Su parte álgida en su monólogo existencial que le da nombre es sin duda lo que más me llamó la atención. Releí pasajes de este libro posteriormente, incluso hoy día. En los años 2000 una compañía de teatro de una amiga, María Gento, cuyo nombre y sobrenombre bautizan a varios personajes de mis obras, readaptó esta obra de manera experimental en una obra que adaptando este texto se interpretó en un teatro de una escuela de teatro del barrio de Ventas de Madrid, duraba cinco horas o seis, me pareció tan fascinante como el original. Mi ejemplar es una edición barata de bolsillo comprada en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Alcalá de Henares, en la Plaza de los Santos Niños en octubre. Muchos de los estudiantes de la época no comprábamos los libros a leer nada más comenzar el cuatrimestre, sino que esperábamos a esa fecha para comprarlos en bloque. Mi ejemplar, aunque usado, está tan mimado que sigue, salvando las distancias, como nuevo.
La zapatera prodigiosa (Federico García Lorca, entre 1921 y 1928, estrenada en 1930): No es la obra de teatro mejor acabada de Lorca para mi gusto, también es cierto que es su primera obra de teatro y que fue muy experimental, aunque en principio fue un fracaso de público por incomprendida. Yo había leído ya y leía poemas sueltos de Lorca, como dije en la anterior entrega, pero esta era la primera vez que leía un libro suyo completo. Fue mandado también por el profesor Huélamo, que parecía muy interesado en la necesidad de conocer lo experimental de esta obra. Lo cierto es que yo mismo regresé a leer otras dos veces más otra vez este libro en años posteriores de mi vida. No es que sea mi obra preferida del autor, pero supongo que hay algún tipo de nexo sentimental con el libro, el cual tengo en dos ediciones diferentes. En aquellos momentos me dio las pistas para escribir pequeños fragmentos de teatro y una relativa experimentación que en 1996-1997 me llevaría a escribir y grabar un cortometraje para las fiestas del instituto de bachillerato con una serie de amistades y compañeros de estudios, aquello fue Desde la boca del Infierno, aunque nada tiene que ver con el mundo lorquiano, quizá sí con otros autores de terror que leí en aquella época.
En la cripta (H. P. Lovecraft, 1983): De esta recopilación de relatos de terror de Lovecraft, que vivió en la primera mitad del siglo XX, saqué parte de la inspiración para el cortometraje antes mencionado. La recopilación es de la editorial Alianza. Lovecraft no publicó un libro llamado así, de hecho ese título es de uno de sus relatos. Fue un libro que le dejaron a mi hermano unos amigos suyos y él me lo dejó a mí tras leerlo, porque le había gustado mucho. Fue mi primer contacto con este autor y con su mundo de Cthulhu. Muy impactante para mí. Lo destaqué de las lecturas de ese año, Noticia 204ª. Con este y con los dos siguientes libros que os cito, me inspiraba por entonces en una serie de relatos de terror que escribía, no muy buenos, alguno publicado en revista juvenil. Con alguno gané premios literarios, como dije cuando lo destaqué. Fueron un inicio.
El horror de Dunwich (H. P. Loveceraft, 1928): Este relato era ya puramente una historia de Cthulhu. Era un nivel de los relatos de terror que transcendía las historias clásicas que yo conocía. Me fascinaba esa forma de narrar y transmitir ideas terroríficas que, horas más tarde de haber dejado la lectura, seguían dando vueltas en tu cabeza persiguiéndote incluso por la noche en la oscuridad de tu habitación, creyéndote a salvo bajo las sábanas.
Rimas y leyendas (Gustavo Adolfo Bécquer, 1871): En realidad tanto las rimas como las leyendas de Bécquer fueron publicadas a lo largo de la vida del autor en diferentes lugares, fueron sus amistades quienes decidieron recopilar todos estos textos tras su muerte para que no se perdieran y los publicaron en 1871, como no es un libro que compusiera como tal el autor, hay otras ediciones más completas, como las editadas por la Editorial Espasa-Austral en 1941. Como sea, yo había leído y leía de manera suelta tanto las rimas como las leyendas, pero en esta ocasión me leí el libro entero, una vez más gracias a mi profesor de Literatura, que no se conformó con tan sólo una de las dos partes del libro. Yo no tengo un ejemplar de este libro, aunque siempre he querido tenerlo desde que lo leí. Supongo que nunca me urgió comprarlo, por escasez de dinero siempre lo postergué, sabiendo que siempre se podía consultar en bibliotecas. Yo lo leí en concreto del ejemplar que tenía mi hermano, que lo tenía porque antes que a mí se lo mandaron leer a él. ¿Quien de los estudiantes españoles no ha tenido que leer a Bécquer? Sus poemas eran más que imitados entre aquellos que se enamoraban en aquella adolescencia y creían que debían escribir un poema. A mí y a mi grupo de amigos nos atraían sus leyendas, la oscuridad que estas tenían y su cercanía en un mundo castellano y no anglosajón. Además, una de ellas yo la tenía en cómic underground. Recomendable libro de terror decimonónico.
La Iguana (Alberto Vázquez-Figueroa, 1982): Como ya dije en aquella primera entrega de 2015, Vázquez-Figueroa era un autor que me gustaba mucho, una referencia para mí, que quería ser por entonces ya no tornero como mi padre, sino periodista reportero de guerra. Este libro me lo regalaron mis padres no sé si en mi cumpleaños o en unas Navidades. Cuando lo leí la gente decía que era muy bueno que me interesara la ecología y me preguntaban que porqué las iguanas. En realidad yo no les contestaba, les dejaba creer lo que quisieran. No sólo me lo comentaba gente de mi edad, también alguna persona adulta, y me parecía cansado repetir siempre la misma explicación. En realidad es la historia real pasada a novela de "La Iguana Oberlus", una especie de pirata que vivió en soledad en el siglo XVIII o el comienzo del XIX, no recuerdo bien ahora, en las Islas Galápagos. Aislado del mundo se dedicaba a hacer naufragar barcos para saquear los restos y asesinar a quien sobrevivía. Tenía cierta deformidad, por lo que la superstición le tomaba por una especie de diablo. Su crueldad llegó al culmen cuando en uno de los naufragios decidió mantener raptada a una joven noble a la que encadenó y violó durante años. La truculencia de esta historia se mezclaba con un tono de aventuras de sus rescatadores, pero también con un tono que en cierto modo hacía introspección en el personaje de La Iguana no como un clásico pirata malo, si no como un caso patológico de enfermedad mental que le lleva a la sociopatía. ¿Cómo explicar que con 15 años leía la historia de un sociópata? El libro está entre mis predilectos de ese tipo de relatos de piratería.
Nuevos dioses (Alberto Vázquez-Figueroa, 1980): Este libro también fue un regalo de mis padres. El original se lo presté a una amiga del instituto, Ayna-Alida, pero nunca me lo devolvió en 1994, cuando se acordó de dármelo años más tarde yo ya lo había vuelto a comprar en la misma edición de Plaza & Janés. Lo hice no recuerdo si a finales de 1994 o en 1995. El libro es innovador para su época. Se trata de una obra de ciencia-ficción acerca de la clonación. El tema me era nuevo, muy nuevo. Era la primera vez que leía sobre clones. Pronto leería más, en 1995 se publicaría bastante sobre ellos en artículos de prensa y en 1996 no sólo la prensa, sino cualqueir medio de comunicación hablaría mucho sobre ellos a costa de que se dio vida a la oveja Dolly, primer clon vivo. Ahora, ya sea por la ciencia ficción actual o por la ciencia real, estamos familiarizados con el término y con lo que es, pero por aquellas épocas sólo unos pocos conocían de qué iba el asunto, y no solían ser de mi edad en 1994. Por entonces el tema era un tema de discusión científica, de ciencia ficción y, mucho, metafísico. En todo caso, este libro tenía de fondo una relativa lucha de clases mediante las posibilidades del poder adquisitivo y la decisión de quién vive y quién muere.
Revista de ciencia ficción de Isaac Asimov, nº 6 (Varios autores recopilados por Isaac Asimov, 1980): Se trata de un libro donde se recopilaban relatos de diversos autores de la época que Asimov introducía y valoraba como autores y autoras a tener en cuenta en la ciencia ficción, Aldiss, Chandler, Gardner y bastantes más. Me compré este libro, o revista editada a modo de libro, en la misma feria del libro citada. Me gustó mucho su lectura. Me gustaba mucho la ciencia ficción, sobre todo las historias del espacio. Estaba escribiendo pequeños relatos del espacio y veía gran cantidad de películas y series del espacio. Mi padre nos había hablado bastante de Asimov y mi hermano ya se había comprado algo de Asimov. Esta fue mi primera aproximación a él desde un libro comprado por mí con mi escasa paga semanal, aunque los relatos eran de otros autores. Me enseñó que la ciencia ficción era algo más apasionante que las meras historias de peleas galácticas. Le tengo cariño, pero no he vuelto a encontrar más libros de esta colección en una feria del libro, aunque hoy día es sumamente fácil encontrarlos por Internet... algo de magia se pierde, no es lo mismo.
Viaje alucinante (Isaac Asimov, 1966): De acuerdo que la novela la escribió Asimov a partir de la idea del guión de la película que rodó Richard Fleischer el mismo año, pero la historia es del propio Asimov. Nosotros habíamos visto la película en televisión, tal vez en Televisión Española o en Telemadrid. Mi padre creo que nos descubrió a Asimov entonces. Buscamos su nombre en la enciclopedia familiar. Su pasado en la URSS, su exilio en Estados Unidos, su contribución pedagógica a la ciencia en las mentes comunes, sus relatos de ciencia ficción... Mi hermano se compró este libro y me lo prestó tras leerlo. La historia de miniaturizar a alguien para introducirlo en otra persona se ha llevado al cine posteriormente en otros relatos, pero este relato, con fines de cierta pedagogía médica y anatómica, revestido de aventuras propias del espionaje y los complots, era toda una historia que en esos momentos nos apasionaba. Era una ciencia ficción al margen de la construida en ideas de guerras.
Crónica de una muerte anunciada (Gabriel García Márquez, 1981): Fue el primer libro que leí de García Márquez. Después de este me leí artículos de prensa suyo, cuando publicaba alguno en la prensa que compraban en mi casa. Lo leí en una edición de Seix Barral que tenía mi padre, de muy buen acabado, no era un ejemplar de bolsillo, sino de estantería. Mi padre me lo recomendó cuando me vio cogerlo, pero me dijo que no sabía si lo iba a entender. Lo entendí. Me pareció oscuro, fuerte, potente, y tal como me dijo, era muy de reportero periodístico si quería ser uno. A su manera supongo que ayudaba en ese sentido orientativo. Luego me recomendó Shogun, de James Clavell, lo tengo pendiente. Lamento no haberlo leído con él en vida, para poderlo comentar, más ahora, que soy más mayor, pero por entonces no me atraía esa lectura y posteriormente no tuve tiempo para esa lectura. Luego lo he ido postergando. No hay ni hubo malicia en ello, siempre las cosas van surgiendo como surgen. Sí es verdad que tenía pendiente leerlo para comentarlo con él. Como sea, respecto al libro de García Márquez, fue el otro destacado de las lecturas de este año, Noticia 204ª. Como dije entonces, la lectura de este libro sobre rencillas y un asesinato planificado y visceral a la vez, hizo que mi tutora se preocupara porque yo leyera este tipo de libros a mi edad. Supongo que no le cuadraba esta temática y sí otra más edulcorada de presuntos temas juveniles.
La mortaja (Miguel Delibes, 1970): El segundo libro que leí de Delibes, el primero, como dije en la primera entrega de mis lecturas, fue El camino, que leí en 1993, el año anterior. Este otro libro era una recopilación de relatos. Tenía lo que para mí eran algunas innovaciones narrativas y un lenguaje claro que me hacía aprender algunas cosas.
De la Tierra a la Luna (Julio Verne, 1865) y Alrededor de la Luna (Julio Verne, 1870): Ya dije en la primera entrega de mis lecturas que Julio Verne era uno de los autores que más leíamos. Leí las dos novelas sobre una de sus historias de ciencia ficción que más influyó en numerosos científicos que posteriormente iniciaron la carrera espacial del siglo XX. Se pisó La Luna por primera vez en 1969, y estas dos novelas, sobre todo la primera, se transformaron en todo un referente mitómano como acierto total sobre las capacidades científicas de la Humanidad, ya que algunas de las cosas que pensó Verne se aproximaban a lo que realmente se usaron como ideas para llegar al satélite terrestre. Además, en esos años y un poco antes, los programas infantiles y juveniles de la televisión usaban iconos de este relato y del cortometraje de cine mudo de Meliés que lo honró. Verne, siempre muy preocupado por la verosimilitud científica, era profuso y aventurero en estos libros. Le teníamos gana como imprescindible de Verne en nuestra biblioteca de Verne.
La cueva de La Luna (Juana Aurora, 1990): A pesar de que algunos buscadores de Internet dicen que su primera edición es de 1998, el libro fue publicado por primera vez en 1990, y por eso lo leí en 1994. Fue un libro obligatorio, pero no lo mandó el profesor de Literatura. No es un libro que me marcara. Incluso en aquella época me parecía excesivamente dedicado a crear una historia para adolescentes sin conocer los intereses de los adolescentes de aquellos momentos. Pero ahí está, era un libro de los que se escribían y mandaban leer en aquella época. Aventuras muy poco aventuradas de adolescentes que descubren que abandonan la infancia en un verano de vacaciones en su pueblo, si no recuerdo mal, básicamente era eso. Era de la editorial Bruño.
Concierto de libertad (Gioanni Podoan, 1988): Otro de los libros de la editorial Bruño, lecturas escritas para adolescentes que mandaban leer algunos profesores. En este caso se trata de aproximar al adolescente en lo que fue la Segunda Guerra Mundial y lo que es la música clásica como valor de pacifismo y de humanidad. No se trata tanto de una lección de Historia, si no de una lección moral y ética sobre los valores humanos. Me resultó más entretenido que el anterior.
El Conde Lucanor (Don Juan Manuel, 1330-1335, publicado por primera vez en 1575): Don Juan Manuel era familiar del rey Alfonso X. Tenía su cargo nobiliario y de gobierno ubicado en Murcia. Fue conocer a este personaje e interesarme por él esencialmente porque su libro es una recopilación de relatos de su época tanto de índole castellana como musulmana, como sea: de la península Ibérica de la plena Edad Media. Combina cuentos, relatos y fábulas que me son novedosos, a pesar de su antigüedad y que contrarresta algunos de los relatos más que conocidos de la Edad Media del resto de Europa. Me sorprende que incluso hoy día haya gente que no conozca ni al autor ni a su obra, a pesar de ser uno de los referentes de nuestra Literatura y de nuestra cultura. El libro lo compré en aquella feria del libro citada, también una edición muy barata, que es lo que me podía permitir, lo que me puedo permitir incluso hoy día. Lo he consultado varias veces, pero lo conservo como nuevo.
Balada de un castellano (María Isabel Molina, 1981): Lo mandó mi tutora, creo recordar, Rocamador, que daba clases de Historia. Esta novela me atrajo mucho a decantarme por el estudio de la Historia. Es un relato ficcionado de los hechos reales que llevaron a la proclamación del Condado de Castilla como autónomo del Reino de León. La interculturalidad medieval se mezcla con las intrigas nobiliarias y un cierto relato de luchas entre guerreros y caballeros que no están reñidas con historias de amor y de vida cotidiana de palacio. Enseña la compleja Historia medieval a un adolescente de una manera amena. Muy recomendable. Lo tengo en mi biblioteca con gran cariño y estima. Muy ejemplar como novela juvenil para explicar aquellos acontecimientos.
El asno de oro o Las metamorfosis (Apuleyo, siglo II después de Cristo): Nos lo mandó leer Miguel Ángel, mi profesor de latín. Nos hacía leer el cómic de Astérix en latín, y también textos de las obras de Ovidio y de Cicerón, hasta de Julio César, pero a Apuleyo nos lo facilitó en castellano en unas copias autorizadas para alumnos. Aún guardo las fotocopias en mi casa. Básicamente era una forma más de aprender algo del contexto cultural y literario de la antigua Roma. Recuerdo especialmente el relato centrado en la Historia de Cupido y Venus y los amoríos. Entrañables aquellas clases, aunque el latín a veces se hiciera duro de aprender.
Ética para Amador (Fernando Savater, 1991): Era un libro muy reciente para aquel 1994. Nos lo mandó el profesor de Filosofía, que a la vez era el de Ética, Juanjo. Savater tomaba como referencia un libro de ética escrito por otro autor de la Edad Antigua que también nos fue enseñado, pero sólo se nos mandó leer el libro de Savater. Me prestaron el libro, porque era caro para mí y para mi familia. Recuerdo que los compañeros de clase con los que poco después comencé a crear revistas coincidían en que este libro era bastante ejemplar y muy didáctico en ideas de aceptación del otro y sus ideas, sin embargo, pocos años después, todos coincidíamos en que Savater nos defraudó en su coherencia, porque no encontramos coherencia entre su libro y sus actos posteriores. No recuerdo ya bien qué fue lo que dijo o hizo, pero recuerdo una cierta sensación de no ser consecuente con algunas de las ideas de respeto democrático a las ideas diferentes que nos lanzó con aquel libro. Puede que Savater nos lo discutiera si leyera esto, pero para bien o para mal esa es la sensación de defraudados que tuvimos y mantenemos. Como sea, Juanjo también nos mandaba innumerables textos largos de innumerables filósofos de todas las épocas, si bien no eran libros completos, eran textos tan extensos con las palabras de los propios autores que casi se podrían considerar libros. Salimos muy llenos de reflexiones y de ser mentes críticas.
Apología de Sócrates (Platón, siglo V-IV antes de Cristo), Critón (Platón, siglo V-IV antes de Cristo) y Carta VII (Platón, siglo V-IV antes de Cristo): Son tres libros diferentes, pero yo lo leí compilados en un sólo ejemplar de la editorial Austral. Nos lo mandó leer Juanjo, el profesor de Filosofía. Creo recordar que mandó leer el primer libro, para conocer a Sócrates a través de Platón, y el segundo, para conocer a Platón, y que yo me leí el tercer libro tras acabar el curso, para acabar de leer el ejemplar. Leíamos y reflexionábamos sobre las ideas de Platón y Sócrates poniendo esto en relación a la manera de entender y comprender determinados modos de argumentar sea cual sea la época, a la vez que analizábamos cuestiones éticas y morales, así como cuestiones de la circunstancias de estos personajes y de su época propia. La idea era comprender sus argumentaciones y sus porqués para poder aprender a formarnos nosotros mismos. Interesante, incluso alguna relectura parcial cuando comencé la carrera de Historia para otro tipo de cuestiones.
El Lazarillo de Tormes (anónimo, 1554): Ya había leído fragmentos, pero esta fue la primera vez que me lo leí completo, como libro de obligada lectura en el instituto. Se leyó, y con mucho gusto, en una de aquellas ediciones de Cátedra cuyo respeto al castellano antiguo por entonces nos volvía la cabeza locos por no comprender algunas cosas, pero que con el tiempo se agradece, porque amuebla aún más la cabeza y sus capacidades de comprensión, aunque mi madre nos compró un segundo ejemplar en una edición con castellano actual. Además, a mi madre le gustaba la vieja película de 1959 rodada por César F. Ardavin, y ya la había visto varias veces, más una serie televisiva de los años 1980. El análisis en las clases de la lectura nos enseñó tanto cuestiones literarias como cuestiones de Historia, de la España empobrecida del siglo XVI mientras sus dirigentes se enriquecían o querían aparentarlo, pero también, aportación del profesor, que esta vez era de Literatura pero no era Huélamo, sino Jacinto, aprendimos a fondo el significado e implicaciones de la censura y el autoritarismo contra el que piensa diferente, a costa del anonimato de la obra.
Coplas a la muerte de su padre o Coplas a la muerte del maestre don Rodrigo (Jorge Manrique, en torno a 1460 y 1476, y alguna con posterioridad en los años más cercanos a 1476): Este es otro de los libros de referencia para mí. Lo leí en un ejemplar de la Biblioteca Pública Municipal María Zambrano, de Alcalá de Henares. No me importaría tenerlo en mi biblioteca personal. Me marcó mucho la precisión de estas coplas, es una lírica muy directa. Son versos que, sin abandonar las metáforas o los símiles, van directos a lo que quieren comentar. En mi propia obra, como en la de otros autores posteriores a Manrique, hay referencias a esta obra, especialmente en mi libro En un jardín de flores muertas (2003), escrito con motivo de la agonía y muerte de mi padre. La idea de Manrique de ser directo en su tema sin abandonar la poesía, o en otras palabras: sin ser laberíntico para poder ser entendido, dota a todo de una sencillez que llega a todos los lectores. Es un poema que no necesita de grandes dosis de intelectualidad para conocer el tema del que habla, el cual nos alcanza a todos por igual: la muerte. En su época necesitaría aún menos referencias, pues varios personajes que cita y de los que hoy necesitamos estudios y comentarios de investigación, eran personajes de renombre o conocidos en aquellos años. Obra breve, pero muy decisiva. Recuerdo, por otro lado, leer esta obra en una mesa de la biblioteca y que dos chicas se dedicaban a pasarme notas. Yo no las conocía de nada y allí se quedó aquello, sólo querían pasar aquellas notas, era simplemente una historia más de tonterías de adolescentes sin demasiado sentido. No tiene que ver con la impresión que me causó el libro, que releí, pero es un recuerdo anexo a su lectura.
Quince años de ayuntamientos democráticos, 1979-1994, Alcalá de Henares (Varios autores, ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1994): Uno de los libros de referencia a los que más he recurrido y de los que más aprendí en principio de mi ciudad. Me lo dieron en una excursión del instituto, a través de un trabajo escolar, y desde entonces me parece un libro de obligado conocimiento, aunque quede desfasado hoy día. Hubiera sido deseable que hubieran editado libros similares con posterioridad. Lo tengo desgastado y en algún momento lo he usado en alguna guía que he realizado por la ciudad a gente amiga. Muestra un antes y un después, y también una Alcalá muy diferente a la actual, y no hablo ya de la de 1979, sino también de la de 1994, donde se notaba una preocupación por construir una ciudad más social, más ecológica, menos orientada a transformarse en un motor de turismo, más preocupada por ser respetuosa con sus ciudadanos y no tan cortesana del dinero del turista.
El primer curso de bachillerato lo comencé en la segunda mitad de 1993, por lo que los libros referentes a 1993, con 14 años de edad, están recogidos aquí en la última parte de la anterior entrega, ya citada, aqui comenzaré desde 1994, o sea, desde la segunda mitad de ese primer curso de bachillerato. Las lecturas son siempre algo interesante en cada uno. Nos hacen vivir y pensar. A mí me resulta en estos momentos atrayente la idea de poder compartir con vosotros mis percepciones sobre aquellos libros de adolescencia, los cuáles, para mucha gente, igual que los de preadolescencia e infancia, son libros que guardan un determinado recuerdo vital difícil de igualar en años posteriores de la vida.
1994: 15 años de edad.
Leí 25 libros completos.
La vida es sueño (Calderón de la Barca, 1635): Fue un libro de obligada lectura para cualquier estudiante de bachillerato, supongo que hoy día también, o eso quiero creer. Nos los mandó el profesor de Literatura Julio Huélamo. La verdad es que la lectura de esta obra de teatro me gustó mucho. Su parte álgida en su monólogo existencial que le da nombre es sin duda lo que más me llamó la atención. Releí pasajes de este libro posteriormente, incluso hoy día. En los años 2000 una compañía de teatro de una amiga, María Gento, cuyo nombre y sobrenombre bautizan a varios personajes de mis obras, readaptó esta obra de manera experimental en una obra que adaptando este texto se interpretó en un teatro de una escuela de teatro del barrio de Ventas de Madrid, duraba cinco horas o seis, me pareció tan fascinante como el original. Mi ejemplar es una edición barata de bolsillo comprada en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Alcalá de Henares, en la Plaza de los Santos Niños en octubre. Muchos de los estudiantes de la época no comprábamos los libros a leer nada más comenzar el cuatrimestre, sino que esperábamos a esa fecha para comprarlos en bloque. Mi ejemplar, aunque usado, está tan mimado que sigue, salvando las distancias, como nuevo.
La zapatera prodigiosa (Federico García Lorca, entre 1921 y 1928, estrenada en 1930): No es la obra de teatro mejor acabada de Lorca para mi gusto, también es cierto que es su primera obra de teatro y que fue muy experimental, aunque en principio fue un fracaso de público por incomprendida. Yo había leído ya y leía poemas sueltos de Lorca, como dije en la anterior entrega, pero esta era la primera vez que leía un libro suyo completo. Fue mandado también por el profesor Huélamo, que parecía muy interesado en la necesidad de conocer lo experimental de esta obra. Lo cierto es que yo mismo regresé a leer otras dos veces más otra vez este libro en años posteriores de mi vida. No es que sea mi obra preferida del autor, pero supongo que hay algún tipo de nexo sentimental con el libro, el cual tengo en dos ediciones diferentes. En aquellos momentos me dio las pistas para escribir pequeños fragmentos de teatro y una relativa experimentación que en 1996-1997 me llevaría a escribir y grabar un cortometraje para las fiestas del instituto de bachillerato con una serie de amistades y compañeros de estudios, aquello fue Desde la boca del Infierno, aunque nada tiene que ver con el mundo lorquiano, quizá sí con otros autores de terror que leí en aquella época.
En la cripta (H. P. Lovecraft, 1983): De esta recopilación de relatos de terror de Lovecraft, que vivió en la primera mitad del siglo XX, saqué parte de la inspiración para el cortometraje antes mencionado. La recopilación es de la editorial Alianza. Lovecraft no publicó un libro llamado así, de hecho ese título es de uno de sus relatos. Fue un libro que le dejaron a mi hermano unos amigos suyos y él me lo dejó a mí tras leerlo, porque le había gustado mucho. Fue mi primer contacto con este autor y con su mundo de Cthulhu. Muy impactante para mí. Lo destaqué de las lecturas de ese año, Noticia 204ª. Con este y con los dos siguientes libros que os cito, me inspiraba por entonces en una serie de relatos de terror que escribía, no muy buenos, alguno publicado en revista juvenil. Con alguno gané premios literarios, como dije cuando lo destaqué. Fueron un inicio.
El horror de Dunwich (H. P. Loveceraft, 1928): Este relato era ya puramente una historia de Cthulhu. Era un nivel de los relatos de terror que transcendía las historias clásicas que yo conocía. Me fascinaba esa forma de narrar y transmitir ideas terroríficas que, horas más tarde de haber dejado la lectura, seguían dando vueltas en tu cabeza persiguiéndote incluso por la noche en la oscuridad de tu habitación, creyéndote a salvo bajo las sábanas.
Rimas y leyendas (Gustavo Adolfo Bécquer, 1871): En realidad tanto las rimas como las leyendas de Bécquer fueron publicadas a lo largo de la vida del autor en diferentes lugares, fueron sus amistades quienes decidieron recopilar todos estos textos tras su muerte para que no se perdieran y los publicaron en 1871, como no es un libro que compusiera como tal el autor, hay otras ediciones más completas, como las editadas por la Editorial Espasa-Austral en 1941. Como sea, yo había leído y leía de manera suelta tanto las rimas como las leyendas, pero en esta ocasión me leí el libro entero, una vez más gracias a mi profesor de Literatura, que no se conformó con tan sólo una de las dos partes del libro. Yo no tengo un ejemplar de este libro, aunque siempre he querido tenerlo desde que lo leí. Supongo que nunca me urgió comprarlo, por escasez de dinero siempre lo postergué, sabiendo que siempre se podía consultar en bibliotecas. Yo lo leí en concreto del ejemplar que tenía mi hermano, que lo tenía porque antes que a mí se lo mandaron leer a él. ¿Quien de los estudiantes españoles no ha tenido que leer a Bécquer? Sus poemas eran más que imitados entre aquellos que se enamoraban en aquella adolescencia y creían que debían escribir un poema. A mí y a mi grupo de amigos nos atraían sus leyendas, la oscuridad que estas tenían y su cercanía en un mundo castellano y no anglosajón. Además, una de ellas yo la tenía en cómic underground. Recomendable libro de terror decimonónico.
La Iguana (Alberto Vázquez-Figueroa, 1982): Como ya dije en aquella primera entrega de 2015, Vázquez-Figueroa era un autor que me gustaba mucho, una referencia para mí, que quería ser por entonces ya no tornero como mi padre, sino periodista reportero de guerra. Este libro me lo regalaron mis padres no sé si en mi cumpleaños o en unas Navidades. Cuando lo leí la gente decía que era muy bueno que me interesara la ecología y me preguntaban que porqué las iguanas. En realidad yo no les contestaba, les dejaba creer lo que quisieran. No sólo me lo comentaba gente de mi edad, también alguna persona adulta, y me parecía cansado repetir siempre la misma explicación. En realidad es la historia real pasada a novela de "La Iguana Oberlus", una especie de pirata que vivió en soledad en el siglo XVIII o el comienzo del XIX, no recuerdo bien ahora, en las Islas Galápagos. Aislado del mundo se dedicaba a hacer naufragar barcos para saquear los restos y asesinar a quien sobrevivía. Tenía cierta deformidad, por lo que la superstición le tomaba por una especie de diablo. Su crueldad llegó al culmen cuando en uno de los naufragios decidió mantener raptada a una joven noble a la que encadenó y violó durante años. La truculencia de esta historia se mezclaba con un tono de aventuras de sus rescatadores, pero también con un tono que en cierto modo hacía introspección en el personaje de La Iguana no como un clásico pirata malo, si no como un caso patológico de enfermedad mental que le lleva a la sociopatía. ¿Cómo explicar que con 15 años leía la historia de un sociópata? El libro está entre mis predilectos de ese tipo de relatos de piratería.
Nuevos dioses (Alberto Vázquez-Figueroa, 1980): Este libro también fue un regalo de mis padres. El original se lo presté a una amiga del instituto, Ayna-Alida, pero nunca me lo devolvió en 1994, cuando se acordó de dármelo años más tarde yo ya lo había vuelto a comprar en la misma edición de Plaza & Janés. Lo hice no recuerdo si a finales de 1994 o en 1995. El libro es innovador para su época. Se trata de una obra de ciencia-ficción acerca de la clonación. El tema me era nuevo, muy nuevo. Era la primera vez que leía sobre clones. Pronto leería más, en 1995 se publicaría bastante sobre ellos en artículos de prensa y en 1996 no sólo la prensa, sino cualqueir medio de comunicación hablaría mucho sobre ellos a costa de que se dio vida a la oveja Dolly, primer clon vivo. Ahora, ya sea por la ciencia ficción actual o por la ciencia real, estamos familiarizados con el término y con lo que es, pero por aquellas épocas sólo unos pocos conocían de qué iba el asunto, y no solían ser de mi edad en 1994. Por entonces el tema era un tema de discusión científica, de ciencia ficción y, mucho, metafísico. En todo caso, este libro tenía de fondo una relativa lucha de clases mediante las posibilidades del poder adquisitivo y la decisión de quién vive y quién muere.
Revista de ciencia ficción de Isaac Asimov, nº 6 (Varios autores recopilados por Isaac Asimov, 1980): Se trata de un libro donde se recopilaban relatos de diversos autores de la época que Asimov introducía y valoraba como autores y autoras a tener en cuenta en la ciencia ficción, Aldiss, Chandler, Gardner y bastantes más. Me compré este libro, o revista editada a modo de libro, en la misma feria del libro citada. Me gustó mucho su lectura. Me gustaba mucho la ciencia ficción, sobre todo las historias del espacio. Estaba escribiendo pequeños relatos del espacio y veía gran cantidad de películas y series del espacio. Mi padre nos había hablado bastante de Asimov y mi hermano ya se había comprado algo de Asimov. Esta fue mi primera aproximación a él desde un libro comprado por mí con mi escasa paga semanal, aunque los relatos eran de otros autores. Me enseñó que la ciencia ficción era algo más apasionante que las meras historias de peleas galácticas. Le tengo cariño, pero no he vuelto a encontrar más libros de esta colección en una feria del libro, aunque hoy día es sumamente fácil encontrarlos por Internet... algo de magia se pierde, no es lo mismo.
Viaje alucinante (Isaac Asimov, 1966): De acuerdo que la novela la escribió Asimov a partir de la idea del guión de la película que rodó Richard Fleischer el mismo año, pero la historia es del propio Asimov. Nosotros habíamos visto la película en televisión, tal vez en Televisión Española o en Telemadrid. Mi padre creo que nos descubrió a Asimov entonces. Buscamos su nombre en la enciclopedia familiar. Su pasado en la URSS, su exilio en Estados Unidos, su contribución pedagógica a la ciencia en las mentes comunes, sus relatos de ciencia ficción... Mi hermano se compró este libro y me lo prestó tras leerlo. La historia de miniaturizar a alguien para introducirlo en otra persona se ha llevado al cine posteriormente en otros relatos, pero este relato, con fines de cierta pedagogía médica y anatómica, revestido de aventuras propias del espionaje y los complots, era toda una historia que en esos momentos nos apasionaba. Era una ciencia ficción al margen de la construida en ideas de guerras.
Crónica de una muerte anunciada (Gabriel García Márquez, 1981): Fue el primer libro que leí de García Márquez. Después de este me leí artículos de prensa suyo, cuando publicaba alguno en la prensa que compraban en mi casa. Lo leí en una edición de Seix Barral que tenía mi padre, de muy buen acabado, no era un ejemplar de bolsillo, sino de estantería. Mi padre me lo recomendó cuando me vio cogerlo, pero me dijo que no sabía si lo iba a entender. Lo entendí. Me pareció oscuro, fuerte, potente, y tal como me dijo, era muy de reportero periodístico si quería ser uno. A su manera supongo que ayudaba en ese sentido orientativo. Luego me recomendó Shogun, de James Clavell, lo tengo pendiente. Lamento no haberlo leído con él en vida, para poderlo comentar, más ahora, que soy más mayor, pero por entonces no me atraía esa lectura y posteriormente no tuve tiempo para esa lectura. Luego lo he ido postergando. No hay ni hubo malicia en ello, siempre las cosas van surgiendo como surgen. Sí es verdad que tenía pendiente leerlo para comentarlo con él. Como sea, respecto al libro de García Márquez, fue el otro destacado de las lecturas de este año, Noticia 204ª. Como dije entonces, la lectura de este libro sobre rencillas y un asesinato planificado y visceral a la vez, hizo que mi tutora se preocupara porque yo leyera este tipo de libros a mi edad. Supongo que no le cuadraba esta temática y sí otra más edulcorada de presuntos temas juveniles.
La mortaja (Miguel Delibes, 1970): El segundo libro que leí de Delibes, el primero, como dije en la primera entrega de mis lecturas, fue El camino, que leí en 1993, el año anterior. Este otro libro era una recopilación de relatos. Tenía lo que para mí eran algunas innovaciones narrativas y un lenguaje claro que me hacía aprender algunas cosas.
De la Tierra a la Luna (Julio Verne, 1865) y Alrededor de la Luna (Julio Verne, 1870): Ya dije en la primera entrega de mis lecturas que Julio Verne era uno de los autores que más leíamos. Leí las dos novelas sobre una de sus historias de ciencia ficción que más influyó en numerosos científicos que posteriormente iniciaron la carrera espacial del siglo XX. Se pisó La Luna por primera vez en 1969, y estas dos novelas, sobre todo la primera, se transformaron en todo un referente mitómano como acierto total sobre las capacidades científicas de la Humanidad, ya que algunas de las cosas que pensó Verne se aproximaban a lo que realmente se usaron como ideas para llegar al satélite terrestre. Además, en esos años y un poco antes, los programas infantiles y juveniles de la televisión usaban iconos de este relato y del cortometraje de cine mudo de Meliés que lo honró. Verne, siempre muy preocupado por la verosimilitud científica, era profuso y aventurero en estos libros. Le teníamos gana como imprescindible de Verne en nuestra biblioteca de Verne.
La cueva de La Luna (Juana Aurora, 1990): A pesar de que algunos buscadores de Internet dicen que su primera edición es de 1998, el libro fue publicado por primera vez en 1990, y por eso lo leí en 1994. Fue un libro obligatorio, pero no lo mandó el profesor de Literatura. No es un libro que me marcara. Incluso en aquella época me parecía excesivamente dedicado a crear una historia para adolescentes sin conocer los intereses de los adolescentes de aquellos momentos. Pero ahí está, era un libro de los que se escribían y mandaban leer en aquella época. Aventuras muy poco aventuradas de adolescentes que descubren que abandonan la infancia en un verano de vacaciones en su pueblo, si no recuerdo mal, básicamente era eso. Era de la editorial Bruño.
Concierto de libertad (Gioanni Podoan, 1988): Otro de los libros de la editorial Bruño, lecturas escritas para adolescentes que mandaban leer algunos profesores. En este caso se trata de aproximar al adolescente en lo que fue la Segunda Guerra Mundial y lo que es la música clásica como valor de pacifismo y de humanidad. No se trata tanto de una lección de Historia, si no de una lección moral y ética sobre los valores humanos. Me resultó más entretenido que el anterior.
El Conde Lucanor (Don Juan Manuel, 1330-1335, publicado por primera vez en 1575): Don Juan Manuel era familiar del rey Alfonso X. Tenía su cargo nobiliario y de gobierno ubicado en Murcia. Fue conocer a este personaje e interesarme por él esencialmente porque su libro es una recopilación de relatos de su época tanto de índole castellana como musulmana, como sea: de la península Ibérica de la plena Edad Media. Combina cuentos, relatos y fábulas que me son novedosos, a pesar de su antigüedad y que contrarresta algunos de los relatos más que conocidos de la Edad Media del resto de Europa. Me sorprende que incluso hoy día haya gente que no conozca ni al autor ni a su obra, a pesar de ser uno de los referentes de nuestra Literatura y de nuestra cultura. El libro lo compré en aquella feria del libro citada, también una edición muy barata, que es lo que me podía permitir, lo que me puedo permitir incluso hoy día. Lo he consultado varias veces, pero lo conservo como nuevo.
Balada de un castellano (María Isabel Molina, 1981): Lo mandó mi tutora, creo recordar, Rocamador, que daba clases de Historia. Esta novela me atrajo mucho a decantarme por el estudio de la Historia. Es un relato ficcionado de los hechos reales que llevaron a la proclamación del Condado de Castilla como autónomo del Reino de León. La interculturalidad medieval se mezcla con las intrigas nobiliarias y un cierto relato de luchas entre guerreros y caballeros que no están reñidas con historias de amor y de vida cotidiana de palacio. Enseña la compleja Historia medieval a un adolescente de una manera amena. Muy recomendable. Lo tengo en mi biblioteca con gran cariño y estima. Muy ejemplar como novela juvenil para explicar aquellos acontecimientos.
El asno de oro o Las metamorfosis (Apuleyo, siglo II después de Cristo): Nos lo mandó leer Miguel Ángel, mi profesor de latín. Nos hacía leer el cómic de Astérix en latín, y también textos de las obras de Ovidio y de Cicerón, hasta de Julio César, pero a Apuleyo nos lo facilitó en castellano en unas copias autorizadas para alumnos. Aún guardo las fotocopias en mi casa. Básicamente era una forma más de aprender algo del contexto cultural y literario de la antigua Roma. Recuerdo especialmente el relato centrado en la Historia de Cupido y Venus y los amoríos. Entrañables aquellas clases, aunque el latín a veces se hiciera duro de aprender.
Ética para Amador (Fernando Savater, 1991): Era un libro muy reciente para aquel 1994. Nos lo mandó el profesor de Filosofía, que a la vez era el de Ética, Juanjo. Savater tomaba como referencia un libro de ética escrito por otro autor de la Edad Antigua que también nos fue enseñado, pero sólo se nos mandó leer el libro de Savater. Me prestaron el libro, porque era caro para mí y para mi familia. Recuerdo que los compañeros de clase con los que poco después comencé a crear revistas coincidían en que este libro era bastante ejemplar y muy didáctico en ideas de aceptación del otro y sus ideas, sin embargo, pocos años después, todos coincidíamos en que Savater nos defraudó en su coherencia, porque no encontramos coherencia entre su libro y sus actos posteriores. No recuerdo ya bien qué fue lo que dijo o hizo, pero recuerdo una cierta sensación de no ser consecuente con algunas de las ideas de respeto democrático a las ideas diferentes que nos lanzó con aquel libro. Puede que Savater nos lo discutiera si leyera esto, pero para bien o para mal esa es la sensación de defraudados que tuvimos y mantenemos. Como sea, Juanjo también nos mandaba innumerables textos largos de innumerables filósofos de todas las épocas, si bien no eran libros completos, eran textos tan extensos con las palabras de los propios autores que casi se podrían considerar libros. Salimos muy llenos de reflexiones y de ser mentes críticas.
Apología de Sócrates (Platón, siglo V-IV antes de Cristo), Critón (Platón, siglo V-IV antes de Cristo) y Carta VII (Platón, siglo V-IV antes de Cristo): Son tres libros diferentes, pero yo lo leí compilados en un sólo ejemplar de la editorial Austral. Nos lo mandó leer Juanjo, el profesor de Filosofía. Creo recordar que mandó leer el primer libro, para conocer a Sócrates a través de Platón, y el segundo, para conocer a Platón, y que yo me leí el tercer libro tras acabar el curso, para acabar de leer el ejemplar. Leíamos y reflexionábamos sobre las ideas de Platón y Sócrates poniendo esto en relación a la manera de entender y comprender determinados modos de argumentar sea cual sea la época, a la vez que analizábamos cuestiones éticas y morales, así como cuestiones de la circunstancias de estos personajes y de su época propia. La idea era comprender sus argumentaciones y sus porqués para poder aprender a formarnos nosotros mismos. Interesante, incluso alguna relectura parcial cuando comencé la carrera de Historia para otro tipo de cuestiones.
El Lazarillo de Tormes (anónimo, 1554): Ya había leído fragmentos, pero esta fue la primera vez que me lo leí completo, como libro de obligada lectura en el instituto. Se leyó, y con mucho gusto, en una de aquellas ediciones de Cátedra cuyo respeto al castellano antiguo por entonces nos volvía la cabeza locos por no comprender algunas cosas, pero que con el tiempo se agradece, porque amuebla aún más la cabeza y sus capacidades de comprensión, aunque mi madre nos compró un segundo ejemplar en una edición con castellano actual. Además, a mi madre le gustaba la vieja película de 1959 rodada por César F. Ardavin, y ya la había visto varias veces, más una serie televisiva de los años 1980. El análisis en las clases de la lectura nos enseñó tanto cuestiones literarias como cuestiones de Historia, de la España empobrecida del siglo XVI mientras sus dirigentes se enriquecían o querían aparentarlo, pero también, aportación del profesor, que esta vez era de Literatura pero no era Huélamo, sino Jacinto, aprendimos a fondo el significado e implicaciones de la censura y el autoritarismo contra el que piensa diferente, a costa del anonimato de la obra.
Coplas a la muerte de su padre o Coplas a la muerte del maestre don Rodrigo (Jorge Manrique, en torno a 1460 y 1476, y alguna con posterioridad en los años más cercanos a 1476): Este es otro de los libros de referencia para mí. Lo leí en un ejemplar de la Biblioteca Pública Municipal María Zambrano, de Alcalá de Henares. No me importaría tenerlo en mi biblioteca personal. Me marcó mucho la precisión de estas coplas, es una lírica muy directa. Son versos que, sin abandonar las metáforas o los símiles, van directos a lo que quieren comentar. En mi propia obra, como en la de otros autores posteriores a Manrique, hay referencias a esta obra, especialmente en mi libro En un jardín de flores muertas (2003), escrito con motivo de la agonía y muerte de mi padre. La idea de Manrique de ser directo en su tema sin abandonar la poesía, o en otras palabras: sin ser laberíntico para poder ser entendido, dota a todo de una sencillez que llega a todos los lectores. Es un poema que no necesita de grandes dosis de intelectualidad para conocer el tema del que habla, el cual nos alcanza a todos por igual: la muerte. En su época necesitaría aún menos referencias, pues varios personajes que cita y de los que hoy necesitamos estudios y comentarios de investigación, eran personajes de renombre o conocidos en aquellos años. Obra breve, pero muy decisiva. Recuerdo, por otro lado, leer esta obra en una mesa de la biblioteca y que dos chicas se dedicaban a pasarme notas. Yo no las conocía de nada y allí se quedó aquello, sólo querían pasar aquellas notas, era simplemente una historia más de tonterías de adolescentes sin demasiado sentido. No tiene que ver con la impresión que me causó el libro, que releí, pero es un recuerdo anexo a su lectura.
Quince años de ayuntamientos democráticos, 1979-1994, Alcalá de Henares (Varios autores, ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1994): Uno de los libros de referencia a los que más he recurrido y de los que más aprendí en principio de mi ciudad. Me lo dieron en una excursión del instituto, a través de un trabajo escolar, y desde entonces me parece un libro de obligado conocimiento, aunque quede desfasado hoy día. Hubiera sido deseable que hubieran editado libros similares con posterioridad. Lo tengo desgastado y en algún momento lo he usado en alguna guía que he realizado por la ciudad a gente amiga. Muestra un antes y un después, y también una Alcalá muy diferente a la actual, y no hablo ya de la de 1979, sino también de la de 1994, donde se notaba una preocupación por construir una ciudad más social, más ecológica, menos orientada a transformarse en un motor de turismo, más preocupada por ser respetuosa con sus ciudadanos y no tan cortesana del dinero del turista.
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