Hay que añadir que entre las lecturas de libros también ha sido una constante la consulta de las enciclopedias tanto de mi casa (donde hay muchas) como de bibliotecas. Cómo funciona, Medicina, Máquinas de guerra, Los últimos paraísos, Enciclopedia general Alfa, Historia de España, Historia universal, Etnografía, El mundo animal, Pueblos de España, Mitología, Dinosaurios, Biografías, Historia del Rock, El siglo XX, Los medios de transporte, etcétera. También ojeaba revistas de informática antiguas, de los años 1980, y leía algo que ya leía de antes, textos religiosos, en estas épocas conseguí pequeños libritos del hinduísmo y del budismo, los sutra y cosas así. Leía (y leo) bastante prensa, pero esto me venía de antes. Yo ya había seguido con ojos preadolescentes la Guerra de Irak de 1990-1991 en prensa. En estas épocas leí con ojos adolescentes y más adultos, la Guerra de Bosnia-Herzegovina, los asuntos de Bill Clinton, el final de la Unión Soviética, los casos de corrupción en España, las peleas políticas, artículos culturales, mucho de cine (mi hermano compraba varias revistas de Cine). No era un joven que huyera de la prensa. También leí pasajes de libros del tipo de la conquista de México de Hernán Cortes, escrito por uno de los soldados que estuvo con él.
En la primera mitad de 1996 yo cursé la segunda parte de tercero de Bachillerato y en la segunda mitad la primera parte del Curso de Orientación Universitaria. Además, me dedicaba de lleno con amigos a crear revistas literarias contraculturales.
En la primera mitad de 1996 yo cursé la segunda parte de tercero de Bachillerato y en la segunda mitad la primera parte del Curso de Orientación Universitaria. Además, me dedicaba de lleno con amigos a crear revistas literarias contraculturales.
1996: 17 años de edad.
17 libros completos.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes y Saavedra, impreso en 1604, publicado en 1605) y Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes y Saavedra, 1615): A todos los alumnos de la época nos obligaban a leer los cinco primeros capítulos de la primera parte. A nosotros nos obligó y nos ayudó a comprenderlo Julio Huélamo en Literatura, pero también él mismo, en Lengua Castellana, nos analizó la obra desde el manejo del idioma. De hecho, las oraciones y frases de Cervantes eran objeto de exámenes, hasta del examen de Selectividad un par de años después. Cervantes es admirable en muchos aspectos de su vida, y como escritor es un maestro en el conocimiento del idioma. Era capaz de escribir una frase que ocupara varias oraciones y un párrafo entero de varias líneas, estando todo perfecto. Me gustó mucho su obra por ello. Yo leí lo obligado, pero quería conocer la obra completa, juzgar por mí si era tan espectacular. Realmente me pareció admirable por sus innovaciones en la época y ese manejo del idioma. Leí los dos libros completos compilados en un sólo ejemplar que tenía mi padre y de vez en cuando aún consulto. Un ejemplar voluminoso con ilustraciones como a carboncillo, muy bonito. Tardé dos o tres meses de verano, por mi cuenta, iniciativa y a solas. Destaqué esta lectura en aquel año en la Noticia 204ª. La primera parte me gustó más que la segunda, me parece más fresca e inspirada. La segunda se nota demasiado más reflexionada. Valiosa, pero menos espontánea. Ahora bien, me queda pendiente, aún hoy, el Quijote que escribió Avellanada, del que se sospecha que pudo ser estudiante de la Universidad de Alcalá, otros dicen que el propio Lope de Vega. Sea como sea, en 1998 se le concedió el título de Patrimonio de la Humanidad a la ciudad de Alcalá de Henares y a los gobiernos municipales se les olvidó la riqueza cultural e histórica de esta ciudad para atragantarse con hacer de ella una especie de parque temático obsesionado con Cervantes y el Siglo de Oro. Un error que muchas veces he contestado y criticado, y tratado de corregir con mis propios actos. No reniego de Cervantes, pero la ciudad no puede ser sólo Cervantes, ni debe honrarle deshonrando su labor intercultural por una labor de mercaderes ante los turistas. Como sea, en 1998 se hicieron actos conmemorativos que se reforzaron en el quinientos aniversario de la publicación de la primera parte, en 2005, y luego en el quinientos aniversario de la segunda parte y de la muerte del autor, 2015-2016. En todos estos sucesos no sólo hubo actos, hubo obras de teatro con sus obras y se nos regaló a los ciudadanos, ya fuese por haber hecho algún acto cultural, recibir un premio o asistir a algún sitio, innumerables ediciones conmemorativas del Quijote que se editaron aquí. Así que por casa tenemos ahora varias ediciones. Un par de mi madre, la que fue de mi padre, varias de mi hermano, que es un actor que ha interpretado a Cervantes varias veces, y yo otras dos, una que me regaló mi hermano porque le volvieron a dar un ejemplar hace años por ser interprete de Cervantes, y otra que me dieron por dar conferencias de Historia del siglo XVIII al XX de esta ciudad. Y visto lo visto, de verdad, ¿no ven saturante este hecho los responsables de las áreas de Cultura de esta ciudad? El próximo que me regalen por participar o colaborar con algo de este municipio, si es que tan obsesiva e imperiosamente necesitados se sienten de regalar algo del Quijote, espero que sea el de Avellaneda, que no le tengo.
Fuenteovejuna (Lope de Vega, 1619): Yo creo recordar que este nos lo mandaron leer en Literatura pero no recuerdo si fue Jacinto o Huélamo. Una obra de teatro obligatoria también para todos los alumnos de la época. Además, su desenlace está idealizado como una lección ética y moral. Recuerdo que quien nos enseñó este libro aprovechó para hablarnos del mal gobierno, de las teorías del tiranicidio y del poder del pueblo dentro de los valores democráticos, todo ello envuelto en las ideas monárquicas del siglo XVII. De Lope de Vega por entonces me llamó la atención su capacidad para ser un ídolo de masas siendo sólo un escritor en aquellos años.
Don Álvaro o la fuerza del sino (Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, 1835): Obra de teatro con fragmentos en narrativa de novela y fragmentos en poesía, experimentación pura del romanticismo español. Lo leí de una bilbioteca, no recuerdo si pública o del instituto público al que iba. He de reconocer que esta obra siempre me ha admirado precisamente por la capidad que tuvo el Duque de Rivas por romper con toda norma preestablecida y crear una muy buena historia a pesar de que el romper las normas, el experimentar y crear libremente, hacía que muchos le criticaran. Se unía así esto a Lorca y a The Beatles en mi formación. Se reflejaba en mis creaciones de entonces en la revista literaria que creaba con unos amigos. Todo ello empapado de episodios fantásticos, sobrenaturales. Recomendable apertura. El siglo XIX cada vez me gustaba más.
El extraño caso del doctor Jeckyll y mister Hyde (Robert Louise Stevenson, 1886): Era el segundo libro que me leía de Robert Louise Stevenson, el primero fue entre 1990 y 1993, como dije en la primera entrega, en la de la preadolescencia, fue entonces el de La isla del tesoro. Compré el libro en la feria del libro antiguo y de ocasión. Su cubierta asemeja un cuaderno. Yo ya conocía prácticamente todas las películas de terror clásico de los años 1930 y 1940. Jeckyll y Hyde eran unos personajes que además se habían abordado incluso desde versiones de humor. Lo leí con gran curiosidad por saber cómo escribió tal obra Stevenson, recordando además lo mucho que me había gustado su prosa en la novela de La isla del tesoro. No salí defraudado. El relato me dio muchas claves que no me dieron ninguna de las producciones de cine o televisión sobre esta historia. Es mucho más que una historia de terror, o de ciencia ficción con consecuencias catastróficas. Habla sobre los límites éticos y morales, habla sobre la dualidad y lo relativo en el ser humano, en cierto modo trata del transtorno bipolar, pero también de la capacidad del bien y del mal en un ser humano que no tiene porqué usar correctamente su racionalidad. La obra es digna de conocimiento, disfrute y reflexión. Además es muy de la época victoriana.
Territorio comanche (Arturo Pérez-Reverte, 1994): Fue un regalo de Reyes que me hizo mi padre en 1994 o en 1995. Es la primera edición. Una encudernación muy bonita con cubiertas de papel verjurado de la editorial Ollero & Ramos. Mi padre me lo regaló por aquello de que quería ser reportero de guerra. Esta autobiografía de Pérez-Reverte, de sus épocas de reportero de guerra en Bosnia-Herzegovina, era un referente para muchos jóvenes que querían ser periodistas. Sin embargo, como lector de prensa de la época, sé que muchos compañeros de oficio de Pérez-Reverte se sintieron muy molestos con muchas de las cosas que este dijo, por lo que sacaron historias y trapos sucios que desmentían y dejaban en entredicho muchas de las afirmaciones del autor como periodista de guerra. Sea como sea, el libro me gustó mucho y me dio más información sobre el oficio y sobre esa guerra. Pero, aquí viene otro "pero", también es cierto que el libro era la misma idea e imitaba al de Vázquez-Figueroa de Anaconda, que leí en 1993, Noticia 1534ª.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Philip K. Dick, 1968): Es más conocido como Blade Runner, el título de la película que le inspiró a Ridley Scott en 1982, de hecho, muy penosamente algunas ediciones lo venden con ese título y no con el del autor. Mi edición tiene por portada el cartel anunciador de la película. Fue un regalo de cumpleaños que me hizo mi hermano. A mí me gustaba mucho la película. El libro no era exactamente la película, pero básicamente contenía los elementos de esta. Todas las cosas las medía en este libro y los Beatles ese año. Destaqué el libro como lectura en Noticia 204ª. Las revisiones de la película en las décadas de 1990 y de 2000 no me terminaron de convencer, pero las tengo compradas. Además, en esta misma década de 2010, mis amigos más antiguos, con los que por entonces escribía una revista literaria con ellos, me regalaron este mismo libro en novela gráfica. El autor tenía sus patologías psicológicas, pero quizá sea uno de los mejores escritores de ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX. Todas sus historias son referentes generacionales.
Si te dicen que caí (Juan Marsé, 1973): Era de mi padre, una edición de 1977 de Mundo Actual de Ediciones. Está muy bien conservado, como nuevo, con tapas rojas como recubiertas de tela. Lo guardaba en el dormitorio de mi hermano y mío, que pasó a ser mío sólo desde hacía unos años. No sé porqué me dio por sacarlo de la estantería y tratar de leerlo. Tuve uno, dos, tres... varios intentos. No sé porqué lo leí, o porqué me empeñé, me costó, pero lo leí. No le encontraba sentido a nada y no se lo encontré hasta pasada más de la mitad de la novela. ¿Quién me diría a mí que el año pasado, 2016, archivaría en uno de mis trabajos de archivero el original manuscrito que Marsé entregó a la Agencia Carmen Balcells como representantes? Constancia para encontrar el sentido, sería mi resumen de mi experiencia. Un libro sobre la postguerra.
Drácula (Bram Stoker, 1897): Este fue otro regalo de mi hermano, supongo que por aquello de lo ocurrido con el libro de Anne Rice el año anterior. Me lo regalaría en las Navidades de 1995, o en el cumpleaños de 1995, pero yo lo leía ahora, en 1996. La cosa es que ambos habíamos visto en el cine la película de Francis Ford Coppola de 1993, aunque ya habíamos visto las películas antiguas de Lughosi y Christopher Lee. En esta ocasión ocurrió al revés, primero lo leí yo y luego él. Como pasaba con otros libros leídos de este año yo quería saber cómo era la historia original, más allá de lo que nos habían contado versiones y películas. Lo que más me gustó del libro fue su carácter epistolar. Muy influyente. Tomé nota de varias cosas. Es un libro más romántico que de terror, claro que el terror del siglo XIX era otra cosa. Me atraía además la historia que circulaba de que Stoker comía carne cruda casi descompuesta para tomar estados de conciencia que le inspirasen mejor y le acercaran a Drácula. Mis padres me regalaron la película en video.Y yo me interesé también por la biografía real del auténtico Drácula.
Los mitos de Cthulhu (H. P. Lovecraft, 1977-1980): Realmente esta edición que me leí estaría incompleta, pues sería el primer tomo de varios. Me lo dejó mi amigo y escritor Pedro J. Maza, con quien era uno de los que hacía la revista literaria. Este libro compilatorio no lo creó Lovecraft, fue posterior a su muerte. Él en realidad escribió una serie de relatos de terror sobre el ser diabólico Cthulhu entre los años 1921 y 1935, completándolo con una serie de poemas en 1941. El conjunto de esos escritos sería Los mitos de Cthulhu. Era el tercer libro que leía de este autor. Tan perturbador y apasionante como los otros. Inspirador. Dotaba de lenguaje y de percepciones a la hora de contar historias.
Guerra del tiempo (Alejo Carpentier, 1956): Un breve relato editado en una colección de moda en esos momentos: "Literatura a 100 pesetas", o lo que es lo mismo a: 0'60 céntimos de euro de hoy día. Creo que lo editaba Alianza Editorial o Anagrama. Aunque lo cierto es que Carpentier editó este relato con este nombre pero junto a otros relatos en 1956. Dentro de mi búsqueda por la experimentación esta breve historia fue de lo más relevante. Se narra la vida de una persona desde su muerte a su nacimiento. La forma como está escrito es lo más relevante. Fascinante a más no poder, y más cuando, repito, estaba yo en esos momentos sumergido en lo experimental.
Historia de los dinosaurios (Isaac Asimov, 1986): De la misma colección que el anterior. Era un librito de divulgación científica que escribió Asimov sobre los periodos de existencia de las especies de dinosaurios y las propias especies. A la vez yo ya había hecho pocos años antes la compra por fascículos del primer tomo (y único que compré) sobre dinosaurios. La película de Spielberg sobre ellos los había puesto sobre la palestra y había un cierto interés por publicar sobre ellos y por conocer sobre ellos. Quien más, quien menos, leyó algo sobre dinosaurios en esos años.
San Manuel Bueno mártir (Miguel de Unamuno, 1931): Nos mandaron leer este libro en el instituto y me lo compré en una edición con anotaciones didácticas en los márgenes. La cosa es que me gustó mucho. Tenía una prosa sencilla. Años más tarde supe que Unamuno se inspiró en un amigo suyo alcalaíno, el padre Lecanda. Como sea, presté este libro a una compañera que repitió curso, jamás me lo devolvió y jamás he vuelto a tener el libro. Lo hecho en falta. He leído textos de Unamuno desde entonces, y conocido su vida, pero la verdad es que aunque he querido leer otras novelas suyas, no he vuelto a leer una novela completa suya... a pesar de que conozco el contenido de sus novelas. Una paradoja.
Soledades. Galerías. Otros poemas (Antonio Machado. 1907): Soledades es un poemario publicado en 1903, pero Machado lo amplió y le cambió el nombre en 1907. Hacía referencia al libro Soledades de Góngora de 1613. El poemario es altamente simbolista. Si se llega a comprender el significado de esos símbolos la lectura se agiliza, si no, cuesta hasta que se logra. Me lo compró mi madre, y me lo pidió leer Huélamo, así que se combinó el asunto. Sólo tenía que leer algunos poemas, pero preferí leérmelo entero. Aprendí mucho del simbolismo y de su fuerza y uso en la tradición literaria española. Conocer las claves de este libro permite tener un manojo de llaves para leer otros libros de poesía españoles. Pero no son llaves únicas, sólo son un principio, un inicio. Además, da herramientas que te estimulan a crear tu propio lenguaje poético. Aunque, eso sí, intuía en Machado una cierta tristeza, un ser melancólico. Yo conocía poemas de este y también de Miguel Hernández a través de lecturas sueltas y, también, de los discos de Joan Manuel Serrat, que teníamos en casa.
La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca, 1936, no publicada hasta 1945, y hasta 1956 con censura en España, sin censura hasta después de la muerte de Franco ocurrida en 1975): He regresado varias veces a la lectura de esta obra, e incluso la he visto en teatro. Quizá es la obra más perfecta de Lorca. Una obra de teatro que respira ya un simbolismo con lo que se vivía socialmente en España, a las puertas de la guerra civil y de la propia ejecución del poeta. Hay quien la ha llevado al escenario también de manera experimental. Como sea, tiene unas frases contundentes y un dibujo de los personajes tan perfeccionados que es una medida para crear personajes creíbles. Un ejemplo de drama y de denuncia.
Superman, ¿qué hay detrás del Juicio Final? (Louise Simonson, 1995): Ediciones B tradujo mal el título, pues no preguntaba por qué había detrás del Juicio Final, si no de Juicio Final, que es el nombre del supervillano que mató a Superman. El superhéroe Superman había sido exiliado en cómic, casado con Lousie Lane, asesinado y resucitado entre el final de los años 1980 y la primera mitad de los años 1990. Todo ello logró mejorar las ventas del cómic para la DC. Mi hermano y yo leíamos Superman. A mi hermano le gustaba mucho, a mí me gustaba, pero yo era más de Batman. El cómic de la muerte de Superman fue llevado a novela, se trata de esta novela. Se lo compré como regalo de cumpleaños a mi hermano, pero creo que creyó que lo compré porque lo quería yo. No era sí, lo compré porque creía que le haría ilusión tener aquella historia en novela, ya que el cómic, en esos momentos, era excesivamente caro para mi bolsillo, mientras que Ediciones B había podido publicar la novela de modo barato en una edición de bolsillo. Como sea, yo también leí el libro. No era muy bueno. Ni era buena la traducción ni la narrativa, pero yo lo compré con la ilusión de ilusionar, aunque no lo lograra. Decepcionante en todos los sentidos, supongo. En todo caso, el cómic de la muerte y resurrección de Superman me fue regalado por mis amigos como novela gráfico bastantes años más tarde.
La vida salvaje de Sailor y Lula (Barry Gifford, 1990): De esta novela salió Corazón salvaje, la película de 1990 de David Lynch. En 1995 se reeditó en España por Plaza & Janés con el cartel de la película por cubierta, ese es la edición que yo tengo. Me lo regaló mi hermano. Lo cierto es que yo no había visto la película, ni sabía de la existencia del libro. David Lynch tampoco era un cineasta que me llamara la atención, y a Gifford no le conocía. Supongo que mi hermano sí conocería la película y le habría gustado como para regalarme el libro, supongo que con la idea de que me atrajera una historia de carretera llena de acción y escándalos. A fin de cuentas más o menos todos los jóvenes del momento estábamos viviendo en el cine las primeras películas de personas como Tarantino, los Coen, Oliver Stone o Álex de la Iglesia, entre otros. De hecho, Álex de la Iglesia hizo una película sobre Perdita Durango, uno de los personajes secundarios de esta historia, también novelizado por Gifford, y esa película sí la vi. Era una ruptura donde los antihéroes cobraban protagonismo por encima del héroe puro. Esta historia realmente no era tan salvaje como aquellas u otras, pero estaba inmersa en ese tipo de historias. Imagino que mi hermano me la seleccionó como regalo que seguía esa estela de historias, las cuáles en parte escribía con mis amigos en la revista literaria El Recreo.
Fuenteovejuna (Lope de Vega, 1619): Yo creo recordar que este nos lo mandaron leer en Literatura pero no recuerdo si fue Jacinto o Huélamo. Una obra de teatro obligatoria también para todos los alumnos de la época. Además, su desenlace está idealizado como una lección ética y moral. Recuerdo que quien nos enseñó este libro aprovechó para hablarnos del mal gobierno, de las teorías del tiranicidio y del poder del pueblo dentro de los valores democráticos, todo ello envuelto en las ideas monárquicas del siglo XVII. De Lope de Vega por entonces me llamó la atención su capacidad para ser un ídolo de masas siendo sólo un escritor en aquellos años.
Don Álvaro o la fuerza del sino (Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, 1835): Obra de teatro con fragmentos en narrativa de novela y fragmentos en poesía, experimentación pura del romanticismo español. Lo leí de una bilbioteca, no recuerdo si pública o del instituto público al que iba. He de reconocer que esta obra siempre me ha admirado precisamente por la capidad que tuvo el Duque de Rivas por romper con toda norma preestablecida y crear una muy buena historia a pesar de que el romper las normas, el experimentar y crear libremente, hacía que muchos le criticaran. Se unía así esto a Lorca y a The Beatles en mi formación. Se reflejaba en mis creaciones de entonces en la revista literaria que creaba con unos amigos. Todo ello empapado de episodios fantásticos, sobrenaturales. Recomendable apertura. El siglo XIX cada vez me gustaba más.
El extraño caso del doctor Jeckyll y mister Hyde (Robert Louise Stevenson, 1886): Era el segundo libro que me leía de Robert Louise Stevenson, el primero fue entre 1990 y 1993, como dije en la primera entrega, en la de la preadolescencia, fue entonces el de La isla del tesoro. Compré el libro en la feria del libro antiguo y de ocasión. Su cubierta asemeja un cuaderno. Yo ya conocía prácticamente todas las películas de terror clásico de los años 1930 y 1940. Jeckyll y Hyde eran unos personajes que además se habían abordado incluso desde versiones de humor. Lo leí con gran curiosidad por saber cómo escribió tal obra Stevenson, recordando además lo mucho que me había gustado su prosa en la novela de La isla del tesoro. No salí defraudado. El relato me dio muchas claves que no me dieron ninguna de las producciones de cine o televisión sobre esta historia. Es mucho más que una historia de terror, o de ciencia ficción con consecuencias catastróficas. Habla sobre los límites éticos y morales, habla sobre la dualidad y lo relativo en el ser humano, en cierto modo trata del transtorno bipolar, pero también de la capacidad del bien y del mal en un ser humano que no tiene porqué usar correctamente su racionalidad. La obra es digna de conocimiento, disfrute y reflexión. Además es muy de la época victoriana.
Territorio comanche (Arturo Pérez-Reverte, 1994): Fue un regalo de Reyes que me hizo mi padre en 1994 o en 1995. Es la primera edición. Una encudernación muy bonita con cubiertas de papel verjurado de la editorial Ollero & Ramos. Mi padre me lo regaló por aquello de que quería ser reportero de guerra. Esta autobiografía de Pérez-Reverte, de sus épocas de reportero de guerra en Bosnia-Herzegovina, era un referente para muchos jóvenes que querían ser periodistas. Sin embargo, como lector de prensa de la época, sé que muchos compañeros de oficio de Pérez-Reverte se sintieron muy molestos con muchas de las cosas que este dijo, por lo que sacaron historias y trapos sucios que desmentían y dejaban en entredicho muchas de las afirmaciones del autor como periodista de guerra. Sea como sea, el libro me gustó mucho y me dio más información sobre el oficio y sobre esa guerra. Pero, aquí viene otro "pero", también es cierto que el libro era la misma idea e imitaba al de Vázquez-Figueroa de Anaconda, que leí en 1993, Noticia 1534ª.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Philip K. Dick, 1968): Es más conocido como Blade Runner, el título de la película que le inspiró a Ridley Scott en 1982, de hecho, muy penosamente algunas ediciones lo venden con ese título y no con el del autor. Mi edición tiene por portada el cartel anunciador de la película. Fue un regalo de cumpleaños que me hizo mi hermano. A mí me gustaba mucho la película. El libro no era exactamente la película, pero básicamente contenía los elementos de esta. Todas las cosas las medía en este libro y los Beatles ese año. Destaqué el libro como lectura en Noticia 204ª. Las revisiones de la película en las décadas de 1990 y de 2000 no me terminaron de convencer, pero las tengo compradas. Además, en esta misma década de 2010, mis amigos más antiguos, con los que por entonces escribía una revista literaria con ellos, me regalaron este mismo libro en novela gráfica. El autor tenía sus patologías psicológicas, pero quizá sea uno de los mejores escritores de ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX. Todas sus historias son referentes generacionales.
Si te dicen que caí (Juan Marsé, 1973): Era de mi padre, una edición de 1977 de Mundo Actual de Ediciones. Está muy bien conservado, como nuevo, con tapas rojas como recubiertas de tela. Lo guardaba en el dormitorio de mi hermano y mío, que pasó a ser mío sólo desde hacía unos años. No sé porqué me dio por sacarlo de la estantería y tratar de leerlo. Tuve uno, dos, tres... varios intentos. No sé porqué lo leí, o porqué me empeñé, me costó, pero lo leí. No le encontraba sentido a nada y no se lo encontré hasta pasada más de la mitad de la novela. ¿Quién me diría a mí que el año pasado, 2016, archivaría en uno de mis trabajos de archivero el original manuscrito que Marsé entregó a la Agencia Carmen Balcells como representantes? Constancia para encontrar el sentido, sería mi resumen de mi experiencia. Un libro sobre la postguerra.
Drácula (Bram Stoker, 1897): Este fue otro regalo de mi hermano, supongo que por aquello de lo ocurrido con el libro de Anne Rice el año anterior. Me lo regalaría en las Navidades de 1995, o en el cumpleaños de 1995, pero yo lo leía ahora, en 1996. La cosa es que ambos habíamos visto en el cine la película de Francis Ford Coppola de 1993, aunque ya habíamos visto las películas antiguas de Lughosi y Christopher Lee. En esta ocasión ocurrió al revés, primero lo leí yo y luego él. Como pasaba con otros libros leídos de este año yo quería saber cómo era la historia original, más allá de lo que nos habían contado versiones y películas. Lo que más me gustó del libro fue su carácter epistolar. Muy influyente. Tomé nota de varias cosas. Es un libro más romántico que de terror, claro que el terror del siglo XIX era otra cosa. Me atraía además la historia que circulaba de que Stoker comía carne cruda casi descompuesta para tomar estados de conciencia que le inspirasen mejor y le acercaran a Drácula. Mis padres me regalaron la película en video.Y yo me interesé también por la biografía real del auténtico Drácula.
Los mitos de Cthulhu (H. P. Lovecraft, 1977-1980): Realmente esta edición que me leí estaría incompleta, pues sería el primer tomo de varios. Me lo dejó mi amigo y escritor Pedro J. Maza, con quien era uno de los que hacía la revista literaria. Este libro compilatorio no lo creó Lovecraft, fue posterior a su muerte. Él en realidad escribió una serie de relatos de terror sobre el ser diabólico Cthulhu entre los años 1921 y 1935, completándolo con una serie de poemas en 1941. El conjunto de esos escritos sería Los mitos de Cthulhu. Era el tercer libro que leía de este autor. Tan perturbador y apasionante como los otros. Inspirador. Dotaba de lenguaje y de percepciones a la hora de contar historias.
Guerra del tiempo (Alejo Carpentier, 1956): Un breve relato editado en una colección de moda en esos momentos: "Literatura a 100 pesetas", o lo que es lo mismo a: 0'60 céntimos de euro de hoy día. Creo que lo editaba Alianza Editorial o Anagrama. Aunque lo cierto es que Carpentier editó este relato con este nombre pero junto a otros relatos en 1956. Dentro de mi búsqueda por la experimentación esta breve historia fue de lo más relevante. Se narra la vida de una persona desde su muerte a su nacimiento. La forma como está escrito es lo más relevante. Fascinante a más no poder, y más cuando, repito, estaba yo en esos momentos sumergido en lo experimental.
Historia de los dinosaurios (Isaac Asimov, 1986): De la misma colección que el anterior. Era un librito de divulgación científica que escribió Asimov sobre los periodos de existencia de las especies de dinosaurios y las propias especies. A la vez yo ya había hecho pocos años antes la compra por fascículos del primer tomo (y único que compré) sobre dinosaurios. La película de Spielberg sobre ellos los había puesto sobre la palestra y había un cierto interés por publicar sobre ellos y por conocer sobre ellos. Quien más, quien menos, leyó algo sobre dinosaurios en esos años.
San Manuel Bueno mártir (Miguel de Unamuno, 1931): Nos mandaron leer este libro en el instituto y me lo compré en una edición con anotaciones didácticas en los márgenes. La cosa es que me gustó mucho. Tenía una prosa sencilla. Años más tarde supe que Unamuno se inspiró en un amigo suyo alcalaíno, el padre Lecanda. Como sea, presté este libro a una compañera que repitió curso, jamás me lo devolvió y jamás he vuelto a tener el libro. Lo hecho en falta. He leído textos de Unamuno desde entonces, y conocido su vida, pero la verdad es que aunque he querido leer otras novelas suyas, no he vuelto a leer una novela completa suya... a pesar de que conozco el contenido de sus novelas. Una paradoja.
Soledades. Galerías. Otros poemas (Antonio Machado. 1907): Soledades es un poemario publicado en 1903, pero Machado lo amplió y le cambió el nombre en 1907. Hacía referencia al libro Soledades de Góngora de 1613. El poemario es altamente simbolista. Si se llega a comprender el significado de esos símbolos la lectura se agiliza, si no, cuesta hasta que se logra. Me lo compró mi madre, y me lo pidió leer Huélamo, así que se combinó el asunto. Sólo tenía que leer algunos poemas, pero preferí leérmelo entero. Aprendí mucho del simbolismo y de su fuerza y uso en la tradición literaria española. Conocer las claves de este libro permite tener un manojo de llaves para leer otros libros de poesía españoles. Pero no son llaves únicas, sólo son un principio, un inicio. Además, da herramientas que te estimulan a crear tu propio lenguaje poético. Aunque, eso sí, intuía en Machado una cierta tristeza, un ser melancólico. Yo conocía poemas de este y también de Miguel Hernández a través de lecturas sueltas y, también, de los discos de Joan Manuel Serrat, que teníamos en casa.
La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca, 1936, no publicada hasta 1945, y hasta 1956 con censura en España, sin censura hasta después de la muerte de Franco ocurrida en 1975): He regresado varias veces a la lectura de esta obra, e incluso la he visto en teatro. Quizá es la obra más perfecta de Lorca. Una obra de teatro que respira ya un simbolismo con lo que se vivía socialmente en España, a las puertas de la guerra civil y de la propia ejecución del poeta. Hay quien la ha llevado al escenario también de manera experimental. Como sea, tiene unas frases contundentes y un dibujo de los personajes tan perfeccionados que es una medida para crear personajes creíbles. Un ejemplo de drama y de denuncia.
Superman, ¿qué hay detrás del Juicio Final? (Louise Simonson, 1995): Ediciones B tradujo mal el título, pues no preguntaba por qué había detrás del Juicio Final, si no de Juicio Final, que es el nombre del supervillano que mató a Superman. El superhéroe Superman había sido exiliado en cómic, casado con Lousie Lane, asesinado y resucitado entre el final de los años 1980 y la primera mitad de los años 1990. Todo ello logró mejorar las ventas del cómic para la DC. Mi hermano y yo leíamos Superman. A mi hermano le gustaba mucho, a mí me gustaba, pero yo era más de Batman. El cómic de la muerte de Superman fue llevado a novela, se trata de esta novela. Se lo compré como regalo de cumpleaños a mi hermano, pero creo que creyó que lo compré porque lo quería yo. No era sí, lo compré porque creía que le haría ilusión tener aquella historia en novela, ya que el cómic, en esos momentos, era excesivamente caro para mi bolsillo, mientras que Ediciones B había podido publicar la novela de modo barato en una edición de bolsillo. Como sea, yo también leí el libro. No era muy bueno. Ni era buena la traducción ni la narrativa, pero yo lo compré con la ilusión de ilusionar, aunque no lo lograra. Decepcionante en todos los sentidos, supongo. En todo caso, el cómic de la muerte y resurrección de Superman me fue regalado por mis amigos como novela gráfico bastantes años más tarde.
La vida salvaje de Sailor y Lula (Barry Gifford, 1990): De esta novela salió Corazón salvaje, la película de 1990 de David Lynch. En 1995 se reeditó en España por Plaza & Janés con el cartel de la película por cubierta, ese es la edición que yo tengo. Me lo regaló mi hermano. Lo cierto es que yo no había visto la película, ni sabía de la existencia del libro. David Lynch tampoco era un cineasta que me llamara la atención, y a Gifford no le conocía. Supongo que mi hermano sí conocería la película y le habría gustado como para regalarme el libro, supongo que con la idea de que me atrajera una historia de carretera llena de acción y escándalos. A fin de cuentas más o menos todos los jóvenes del momento estábamos viviendo en el cine las primeras películas de personas como Tarantino, los Coen, Oliver Stone o Álex de la Iglesia, entre otros. De hecho, Álex de la Iglesia hizo una película sobre Perdita Durango, uno de los personajes secundarios de esta historia, también novelizado por Gifford, y esa película sí la vi. Era una ruptura donde los antihéroes cobraban protagonismo por encima del héroe puro. Esta historia realmente no era tan salvaje como aquellas u otras, pero estaba inmersa en ese tipo de historias. Imagino que mi hermano me la seleccionó como regalo que seguía esa estela de historias, las cuáles en parte escribía con mis amigos en la revista literaria El Recreo.
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