La Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital de Santa María la Rica, en Alcalá de Henares, expone estos días de manera gratuita, y hasta el 8 de agosto, una muestra con fotografías, carteles explicativos, un documental, publicaciones y objetos que se usaron en España para realizar las misiones pedagógicas que debían llevar la cultura a los pueblos de España durante los años de la Segunda República, entre 1931 y 1936, aunque tuvieron una continuidad en algunos pueblos de Hispanoamérica de manos de algunos exiliados españoles en los años 1940.
La misión pedagógica más conocida fue la de la compañía teatral La Barraca, que dirigía Federico García Lorca, y de la que ya hubo una exposición en Alcalá en el año 2012, y sobre la cual hablé en la Noticia 1097ª, incluyendo un comentario sobre su réplica surgida durante la guerra civil de manos de la Falange. La cuestión es que las misiones pedagógicas tenían sus antecedentes en la España de la Restauración borbónica con Alfonso XII en 1881, pero no partió precisamente la iniciativa de la monarquía, si no de la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Franciso Giner de los Ríos. Esta institución educativa había surgido en Madrid de la mano de varios catedráticos universitarios e intelectuales a causa de que la Restauración ideada por Cánovas del Castillo implicaba que los catedráticos, rectores y decanos de las universidades jurasen una serie de lealtades educativas por las cuales la libertad de cátedra quedaba en cierto modo comprometida en favor de educar en ideas monárquicas y acordes a la religión. Estos catedráticos se negaron a tal firma, por lo que se unieron para dar lugar a la Institución Libre de Enseñanza. Sus diversos objetivos pasaban todos por modernizar España desde el conocimiento, abrazando las teorías, experiencias y pedagogías de Europa, sin más sujección que al método científico y al espíritu crítico y creativo. Sin embargo, no se fijaron sólo en un carácter universitario, si no más allá, se fijaron en la pobreza cultural e intelectual de la España rural, por ello idearon estas misiones pedagógicas para acercar los conocimientos y adelantos culturales que con facilidad llegaban a las ciudades. Mediante una sociedad con más conocimientos se podría mejorar España y el bienestar de todos los españoles. Esa era la idea. Por ello, grupos escolares de universitarios o de intelectuales se organizaron para recorrer pueblos y aldeas de no fácil acceso muy a menudo.
Las misiones pedagógicas tuvieron su principal actividad con la Segunda República en la década de 1930. Los gobernantes e intelectuales republicanos llegaron a las mismas conclusiones de la necesidad de llevar el conocimiento a las gentes de la España más profunda. Tal como muestra el director de cine Luis Buñuel en su documental Las Hurdes, tierra sin pan (1932), existían en España muchos pueblos que vivían aún de manera atávica con unas formas sociales y tecnológicas aún casi de la Edad Media o de las épocas del siglo XVI. Lugares donde no sólo no se sabía leer o escribir, sino donde a menudo aparecían evidentes signos de taras por endogamia, no se conocía la electricidad, tampoco llegaba la medicina moderna, ni el agua estaba disponible por tuberías, las casas eran más bien chozas construidas de manera deficiente, se tenían ideas casi medievales sobre el concepto del mundo y de la vida, etcétera. En ese mismo documental se ve y se da fe de la muerte de un niño en la calle por hambre. Una calle que es más bien un reguero de barro que al llover es un pequeño torrente. Si bien Las Hurdes y pueblos y aldeas parecidos están en el extremo de lo atrasado para la época, muchos pueblos algo más mayores y más relacionados con el mundo de las ciudades no tenían problemas mucho más diferentes, el analfabetismo o la falta de electricidad, por ejemplo, era algo común. Tal como se puede leer en uno de los textos de la época expuesto en la exposición, en muchos pueblos no conocían la música y se sorprendían al oírla. Habían aún más pueblos donde la vida era un valle de légrimas, como dice el Antiguo Testamento sobre el mundo, y en sus tradicciones no cabían ni conocían actos celebrados para el disfrute o la fiesta. Jamás habían conocido el teatro, y todo texto que conocían era el que el cura les leía en misa. No había más mundo posible.
La Segunda República, proclamada en abril de 1931, aprobó en mayo de ese año un decreto por el cual organizar y potenciar las misiones pedagógicas. Giner de los Ríos encargó a Manuel B. Cossio que las pusiera en marcha. Así, estas misiones ofrecieron Servicio de Bibliotecas, Museo del Pueblo, Cine, Coro y Teatro del Pueblo y una sección de Música y Retablo de Fantoches (guiñoles). En estas misiones no sólo se embarcó la Institución Libre de Enseñanza, como hemos visto hubo iniciativas particulares también, como las de Federico García Lorca, e incluso organizadas por los estudiantes universitarios a través de la FUE, por ejemplo.
En los informes de la época de algunos de los misioneros expuestos en la exposición se puede leer también como se valora que las gentes de los pueblos se asombran mucho de las cosas que traen. Algunos no han visto nunca automóviles, otros jamás han conocido antes la electricidad y se sorprenden de esta. Otros nunca han visto un gramófono ni sabían que se pudieran grabar voces. Todos se sorprenden del cine y es lo que más piden, aunque las películas que más les gustan es las de dibujos animados y las atienden, dicen los informes, igual que atienden en misa, pidiendo incluso el mismo respeto que piden cuando habla un cura. hay pueblos que nunca han escuchado música, y en algunos lugares han encontrado gente que se sorprende o alarma por el sonido de la risa, que no conocen. Allá donde hay quien sabe leer un poco o donde han atendido a lecturas realizadas por el cura, dicen que, sin excepción, todos querían libros de la biblioteca ambulante, pues es la primera vez en su vida que ven textos que pueden escoger ellos libremente y que tratan temas que no son sagrados, algunos de los cuáles conectan con ellos o se sienten afectados directamente por ellos. El teatro es una de las actividades que más les atrae, también. Es mediante los textos y el teatro donde de manera indirecta pueden hacer mayores avances culturales entre ellos, ya que pueden tocar temas cercanos a la vida en los pueblos, pues estos temas son los que más público atraían, ya que el resto los veían poco útiles. Así por ejemplo, en un informe se pide documentales sobre pesca con técnicas modernas y que se instruya a los universitarios participantes de las misiones en temas de pesca y agricultura para poder usar el material de enseñanza de leer o de escribir mediante estos temas como elemento de mayor atracción.
Es llamativo también el Museo ambulante que llevaban. Tenían copias de cuadros del Museo del Prado. La mayor parte de las gentes de los pueblos no habían visto ni conocido cuadros o temáticas de cuadros que no fueran necesariamente Cristo. Parece ser que el Museo ambulante era una de las actividades que terminaba moviliando a todos los habitantes de todos los pueblos por los que pasaron. Sin llegar a comprender del todo los significados de lo pintado, comprendían los cuadros desde sus propios valores, y esto era importante. Tenían mucha aceptación los cuadros con temas rurales como los pintados por Velázquez o Zurbarán en algunas ocasiones.
La exposición es una oportunidad para conocer mejor en qué consistieron estas misiones pedagógicas en una España falta de cultura y de modernidad en el siglo XX. La experiencia se vio cortada con la guerra civil española en 1936, aunque algunos grupos siguieron su actividad en ambas zonas, de manera dificultosa. Tras la guerra civil, Falange llegó a realizar algunas de estas misiones por corto tiempo y con valores totalmente imbuídos de ideas fascistas que llevar a esos pueblos. En el exilio algunos republicanos siguieron estas misiones en pueblos de Hispanoamérica. En las leyes de depuración de la enseñanza (elaboradas desde 1939) y la Ley de responsabilidades políticas (1939), la España de Franco indicó que los intelectuales, los maestros y en especial la Institución Libre de Enseñanza eran responsables de la guerra por inculcar ideas perniciosas. Por ello fueron perseguidas y represaliadas todas aquellas personas que participaron activamente de estas experiencias. Aquellas ideas perniciosas eran llevar la educación, el alfabetismo, la cultura y los avances modernos a todos los españoles posibles.
En la Transición iuna serie de estudiantes universitarios y profesores se unieron para realiar una idea similar inculcando valores de democracia y de las nuevas ciencias y artes de Occidente. Saludos y que la cerveza os acompañe.
La misión pedagógica más conocida fue la de la compañía teatral La Barraca, que dirigía Federico García Lorca, y de la que ya hubo una exposición en Alcalá en el año 2012, y sobre la cual hablé en la Noticia 1097ª, incluyendo un comentario sobre su réplica surgida durante la guerra civil de manos de la Falange. La cuestión es que las misiones pedagógicas tenían sus antecedentes en la España de la Restauración borbónica con Alfonso XII en 1881, pero no partió precisamente la iniciativa de la monarquía, si no de la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Franciso Giner de los Ríos. Esta institución educativa había surgido en Madrid de la mano de varios catedráticos universitarios e intelectuales a causa de que la Restauración ideada por Cánovas del Castillo implicaba que los catedráticos, rectores y decanos de las universidades jurasen una serie de lealtades educativas por las cuales la libertad de cátedra quedaba en cierto modo comprometida en favor de educar en ideas monárquicas y acordes a la religión. Estos catedráticos se negaron a tal firma, por lo que se unieron para dar lugar a la Institución Libre de Enseñanza. Sus diversos objetivos pasaban todos por modernizar España desde el conocimiento, abrazando las teorías, experiencias y pedagogías de Europa, sin más sujección que al método científico y al espíritu crítico y creativo. Sin embargo, no se fijaron sólo en un carácter universitario, si no más allá, se fijaron en la pobreza cultural e intelectual de la España rural, por ello idearon estas misiones pedagógicas para acercar los conocimientos y adelantos culturales que con facilidad llegaban a las ciudades. Mediante una sociedad con más conocimientos se podría mejorar España y el bienestar de todos los españoles. Esa era la idea. Por ello, grupos escolares de universitarios o de intelectuales se organizaron para recorrer pueblos y aldeas de no fácil acceso muy a menudo.
Las misiones pedagógicas tuvieron su principal actividad con la Segunda República en la década de 1930. Los gobernantes e intelectuales republicanos llegaron a las mismas conclusiones de la necesidad de llevar el conocimiento a las gentes de la España más profunda. Tal como muestra el director de cine Luis Buñuel en su documental Las Hurdes, tierra sin pan (1932), existían en España muchos pueblos que vivían aún de manera atávica con unas formas sociales y tecnológicas aún casi de la Edad Media o de las épocas del siglo XVI. Lugares donde no sólo no se sabía leer o escribir, sino donde a menudo aparecían evidentes signos de taras por endogamia, no se conocía la electricidad, tampoco llegaba la medicina moderna, ni el agua estaba disponible por tuberías, las casas eran más bien chozas construidas de manera deficiente, se tenían ideas casi medievales sobre el concepto del mundo y de la vida, etcétera. En ese mismo documental se ve y se da fe de la muerte de un niño en la calle por hambre. Una calle que es más bien un reguero de barro que al llover es un pequeño torrente. Si bien Las Hurdes y pueblos y aldeas parecidos están en el extremo de lo atrasado para la época, muchos pueblos algo más mayores y más relacionados con el mundo de las ciudades no tenían problemas mucho más diferentes, el analfabetismo o la falta de electricidad, por ejemplo, era algo común. Tal como se puede leer en uno de los textos de la época expuesto en la exposición, en muchos pueblos no conocían la música y se sorprendían al oírla. Habían aún más pueblos donde la vida era un valle de légrimas, como dice el Antiguo Testamento sobre el mundo, y en sus tradicciones no cabían ni conocían actos celebrados para el disfrute o la fiesta. Jamás habían conocido el teatro, y todo texto que conocían era el que el cura les leía en misa. No había más mundo posible.
La Segunda República, proclamada en abril de 1931, aprobó en mayo de ese año un decreto por el cual organizar y potenciar las misiones pedagógicas. Giner de los Ríos encargó a Manuel B. Cossio que las pusiera en marcha. Así, estas misiones ofrecieron Servicio de Bibliotecas, Museo del Pueblo, Cine, Coro y Teatro del Pueblo y una sección de Música y Retablo de Fantoches (guiñoles). En estas misiones no sólo se embarcó la Institución Libre de Enseñanza, como hemos visto hubo iniciativas particulares también, como las de Federico García Lorca, e incluso organizadas por los estudiantes universitarios a través de la FUE, por ejemplo.
En los informes de la época de algunos de los misioneros expuestos en la exposición se puede leer también como se valora que las gentes de los pueblos se asombran mucho de las cosas que traen. Algunos no han visto nunca automóviles, otros jamás han conocido antes la electricidad y se sorprenden de esta. Otros nunca han visto un gramófono ni sabían que se pudieran grabar voces. Todos se sorprenden del cine y es lo que más piden, aunque las películas que más les gustan es las de dibujos animados y las atienden, dicen los informes, igual que atienden en misa, pidiendo incluso el mismo respeto que piden cuando habla un cura. hay pueblos que nunca han escuchado música, y en algunos lugares han encontrado gente que se sorprende o alarma por el sonido de la risa, que no conocen. Allá donde hay quien sabe leer un poco o donde han atendido a lecturas realizadas por el cura, dicen que, sin excepción, todos querían libros de la biblioteca ambulante, pues es la primera vez en su vida que ven textos que pueden escoger ellos libremente y que tratan temas que no son sagrados, algunos de los cuáles conectan con ellos o se sienten afectados directamente por ellos. El teatro es una de las actividades que más les atrae, también. Es mediante los textos y el teatro donde de manera indirecta pueden hacer mayores avances culturales entre ellos, ya que pueden tocar temas cercanos a la vida en los pueblos, pues estos temas son los que más público atraían, ya que el resto los veían poco útiles. Así por ejemplo, en un informe se pide documentales sobre pesca con técnicas modernas y que se instruya a los universitarios participantes de las misiones en temas de pesca y agricultura para poder usar el material de enseñanza de leer o de escribir mediante estos temas como elemento de mayor atracción.
Es llamativo también el Museo ambulante que llevaban. Tenían copias de cuadros del Museo del Prado. La mayor parte de las gentes de los pueblos no habían visto ni conocido cuadros o temáticas de cuadros que no fueran necesariamente Cristo. Parece ser que el Museo ambulante era una de las actividades que terminaba moviliando a todos los habitantes de todos los pueblos por los que pasaron. Sin llegar a comprender del todo los significados de lo pintado, comprendían los cuadros desde sus propios valores, y esto era importante. Tenían mucha aceptación los cuadros con temas rurales como los pintados por Velázquez o Zurbarán en algunas ocasiones.
La exposición es una oportunidad para conocer mejor en qué consistieron estas misiones pedagógicas en una España falta de cultura y de modernidad en el siglo XX. La experiencia se vio cortada con la guerra civil española en 1936, aunque algunos grupos siguieron su actividad en ambas zonas, de manera dificultosa. Tras la guerra civil, Falange llegó a realizar algunas de estas misiones por corto tiempo y con valores totalmente imbuídos de ideas fascistas que llevar a esos pueblos. En el exilio algunos republicanos siguieron estas misiones en pueblos de Hispanoamérica. En las leyes de depuración de la enseñanza (elaboradas desde 1939) y la Ley de responsabilidades políticas (1939), la España de Franco indicó que los intelectuales, los maestros y en especial la Institución Libre de Enseñanza eran responsables de la guerra por inculcar ideas perniciosas. Por ello fueron perseguidas y represaliadas todas aquellas personas que participaron activamente de estas experiencias. Aquellas ideas perniciosas eran llevar la educación, el alfabetismo, la cultura y los avances modernos a todos los españoles posibles.
En la Transición iuna serie de estudiantes universitarios y profesores se unieron para realiar una idea similar inculcando valores de democracia y de las nuevas ciencias y artes de Occidente. Saludos y que la cerveza os acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario