Leía yo la semana pasada en el semanario Puerta de Madrid que el ayuntamiento de Alcalá de Henares va a colocar hasta dieciséis placas para recordar nombres de mujeres que han hecho Historia en esta ciudad, a propuesta del Consejo Municipal de la Mujer y dictaminar la Comisión de Derechos Sociales y Servicios Públicos. Nada dice la noticia de los historiadores que hayan avalado o a los que hayan consultado. Alguno habrá, supongo, o alguno debiera haber. Quien dice historiador incluye también historiadora, que no hay mejor entendedor que quien quiere entender, ni hay peor embarullador que quien quiere embarullar. De todos modos, se intuyen los nombres de los historiadores que con su esfuerzo y trabajo han dado lugar al nombre de algunas de esas placas, aunque no se les haya citado. Baste con pasarse por las bibliotecas y librerías de Alcalá para encontrar libros donde aparecen por primera vez en la Historia de Alcalá de Henares algunos de los nombres elegidos, historiadores que las han descubierto como Ignacio Ruiz para Francisca de Pedraza, o como Julián Vadillo para mujeres del movimiento obrero y socialista del siglo XIX y el XX. Por supuesto hay otros historiadores, pero cito a estos dos por ser breve. Sin embargo, a lo que me refiero, es que la noticia no cita qué historiadores han avalado o han sido consultados para asesorar los nombres de las placas y sus porqués, y si alguno ha sido consultado, o alguna asociación de historiadores, cosa que no consta que haya ocurrido, pues no se menciona aunque haya ocurrido, debiera citarse y a la vez estos debieran citar de dónde y de quién han sacado sus conclusiones históricas, pues como historiador, archivero e investigador, son muchos años de esfuerzo no pagado que bien merece el reconocimiento de la contribución lograda con el propio tiempo de uno en su vida. Las cosas no salen de la nada, y menos sin esfuerzo, merece su reconocimiento, no la apropiación de sus logros sin más.
Cerca de mi calle existe una calle llamada Martín de Irala, uno de los exploradores, conquistadores y colonizadores de la zona del Río de la Plata hacia tierra adentro, remontando el río allá en una concatenación de personas con la misma misión entre el final del siglo XVI y el comienzo del XVII. Hace ya unos años, unos diez, o tal vez quince, que a la calle Martín de Irala le cambiaron la placa por otra donde se lee "calle de Martín de Iraola". El personaje es el mismo, un hombre que vio claro que su supervivencia pasaba por casar y emparejar sexualmente a sus españoles al cargo con las indias, por aquello de crear parentescos que, según las costumbres indias, creaban auténticos clanes de aliados militares, claro que te llevabas así también a sus clanes enemigos en contra suya. Tanto ocurrió así que se dieron diversos casos de poligamia que dieron pie a diversos conflictos legales y amenazas de denuncias por parte de rivales españoles que querían contarlo al gobierno español, al Rey y a la Inquisición. No voy ahora a decir cómo acabó aquella aventura, ni los pros y los contras que tuvo, esas son otras historias. La cuestión es que a Martín de Irala, que durante siglos así se le ha conocido y que en vida de él, por lo que vemos en textos y en documentos, así se le llamó, le cambiaron el nombre del castellanizado Irala al vascuence Iraola, por ser él de pertenencia vasca. Respondía eso a una ley que instaba a poner los nombres que pertenecieran a territorios de España con lengua propia en esa lengua propia. Fue la época, un poco posterior en el caso de los nombres de personas, en la que La Coruña fue pasando a ser A Coruña en las carreteras de España, Gerona fue pasando a Girona, País Vasco a Euskadi o Valencia a País Valenciá. Curiosamente Reino Unido nunca pasó a ser United Kingdom, aunque New York comenzó a volverse a nombrar Nueva York en los mapas españoles. Irala, que llevaba muerto varios siglos, pasó a ser Iraola en respeto a su origen vasco, por ley, aunque él en vida jamás se llamó a sí mismo Iraola, sino Irala. Era de unas épocas en la que los vascos se consideraban a sí mismos los españoles más puros de sangre, los más nobles y origen de los castellanos. Sin entrar en la Historia de las mentalidades y de los nacionalismos en España, Irala entraba en el final del siglo XX vasquizando por ley su nombre a Iraola. ¿Qué hubiera pensado él? Ni lo podremos saber, ni es realmente algo que venga al caso, aunque siendo noble y queriendo ser alguien, según su biografía, bien podemos pensar que si hubiera visto que le hubiera servido para medrar ante la Corte lo hubiera aceptado. Pero no sabemos nada, simplemente se hizo el cambio desde un punto de vista políticamente correcto de final del siglo XX, sin atender a que el personaje nació en el siglo XVI, con otras mentalidades.
No es algo que no venga ocurriendo en los ámbitos de las personas vivas hoy día. Se pone preferencia a la forma de nombre de la lengua del lugar donde nació. Hemos encontrado casos curiosos de nacionalistas españoles históricos, algunos casi fascistas, del siglo XX que han encontrado su apellido catalanizado y al revés. En el comienzo del siglo XXI yo mismo en archivos he podido ver y he tenido que aplicar estas normas, desatendiendo razones históricas y atendiendo razones de no herir sentimientos de alguien que nació en el mismo lugar que el otro alguien afectado. Nombres de personas, de lugares o de instituciones, dando igual que en un documento aparezca mencionada una iglesia o un pueblo al modo castellano, si hay que ponerlo a la lengua que sea, se pone, aunque eso sea un falseamiento en parte de la realidad histórica y una dificultad en la búsqueda para el historiador, sobre todo para el que no conoce lenguas de España. La decisión más salomónica y práctica que yo he trabajado fue con una contrata en el Archivo Histórico Nacional, haciendo un trabajo para el Archivo Histórico de Simancas sobre normalización de puntos de acceso al documento, si encontrábamos un nombre de pueblo, ciudad, región, río, montaña, persona, etcétera, susceptible de tener un nombre más aparte del castellano, se anotan los dos para que el investigador lo pueda encontrar teniendo la referencia que tenga. El problema es que el castellano cambia con el tiempo... y las lenguas regionales también, y a veces cambia el patronímico y las formas de escribirlo. Como resultado hay lugares que les puedes encontrar por cuatro, cinco o seis nombres diferentes, viniendo todos a ser lo mismo. No exagero. La decisión no es mala, porque ciertamente estas cosas ocurren y uno no sabe quién va a buscar qué y cómo.. Se intenta no perder la información y que esta siempre pueda ser accesible. Lamentablemente esto no son matemáticas, y no es todo tan fácil. Siempre ocurre algo que la decisión a tomar como punto de acceso puede ser excluyente de otro modo, sin que ese otro modo pueda tener cabida. No se hace a mala fé, es que hay casos complejos. Así por ejemplo, yo que tengo nombre compuesto, hay numerosos archivos y documentos que no aceptan el guión que compone la unión de dos apellidos para formar uno sólo. El problema no es de los archiveros, es de los informáticos que se niegan y dan sus razones, vagas y sin razón archivística alguna, para que no exista el guión en los nombres compuestos. Así ocurre, que a menudo hay funcionarios que al verlos sin guión ponen medio apellido en lugar del apellido completo, te transforman en otra persona o te preguntan por qué tienes tres apellidos, cuando en realidad tienes dos apellidos. Lo malo es que esto queda falseado para la administracion y para la Historia y a la vez hace perder información y tradición cultural en nuestros nombres.
Como sea, en ese trabajo que citaba estaba yo tratando documentos del siglo XVI sobre asuntos a caballo entre la península y América, en una serie dedicada a la Cancillería del Sello. Se nos indicó que debíamos incluír los nombres de todas las personas implicadas en esos documentos, gentes anónimas la mayoría, pero algunos conocidos de la Historia. Por ello, el equipo donde yo estaba decidimos incluir el nombre de todas las mujeres que aparecieran, y no como esposa de tal o cual, aunque esto se indicaba en otro apartado para que no se perdiese la información de cara a un investigador, en los de ellos también poníamos en ese apartado ser esposos de tal o cual. Así sus documentos y sus historias quedaban ligados en el archivo para su consulta posible, igual que en la vida de esas personas, cuando estaban vivas e hicieron esos documentos. Las compañeras eligieron poner los nombres de las mujeres más destacadas en cada documento cuando las principales afectadas eran muchas, yo optaba por incluir todos los nombres de esas principales afectadas por el tema del documento, fueran muchas o pocas.
La cosa es que si me he entretenido en contar estas cosas es por el cómo se explica la propuesta de las dieciséis nuevas placas dedicadas a mujeres en la Historia de Alcalá. Ciertamente la noticia explica que se quiere visibilizar a la mujer en la Historia de Alcalá de Henares, lo que no implica que la mujer visibilizada sea alguien que hiciera algo bueno o malo, simplemente sería alguien que hizo algo en la Historia y que es mujer. Sin embargo, luego se dice que las placas llevarán un color morado para crear una ruta. El morado es el color elegido por el feminismo entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, en principio del feminismo comprometido con ideas de clase obrera, pero feminismo. Así pues hemos de pensar que es un reconocimiento a la mujer en la Historia de Alcalá y a la vez una llamada a lograr la igualdad de género desde todos los ámbitos. Ahí es donde me recuerda lejanamente al caso de un Irala pasado a llamarle Iraola, pues el nombre de algunas de las mujeres incluídas no dan la sensación de haber compartido las ideas que pudieran sostentar el color morado del feminismo actual. ¿Es lícito incluirlas siendo así? Es lícito si sólo se trata de visibilizar a la mujer en su papel en la Historia de esta ciudad, o al menos a determinadas mujeres con nombre y apellidos, porque la historia de las gentes de esta ciudad es otra sin tanto nombre y apellido anotado, pero tengo mis dudas de que sea lícito visibilizarlas bajo un color del feminismo que, en la vida real, quizá hubieran rechazado por no comprender algunas de ellas algunas de las ideas del feminismo actual y del orden social actual. Por ejemplo, ¿la beata sor María de Jesús Yepes, fundadora del Convento de las Carmelitas Descalzas en 1562, estaría de acuerdo de ser recordada con ese color que también implica que una mujer pueda estar liberada sexualmente o que, como recordará otra placa, se pueda casar por lo civil, o que tenga derecho al aborto, o al divorcio, o que etcétera, etcétera? La misma pregunta para Luisa de Cervantes, hermana del escritor Miguel de Cervantes, que fue abadesa del convento citado, o para Santa Teresa de Jesús, que estuvo en sus últimos meses de vida viviendo en el mismo convento (murió en otro lugar, algunos historiadores forenses sospechan que por una gripe mal curada contraída en Alcalá de Henares), o María Orozco, una mistica del siglo XVII.
La inclusión del color morado, segun se anota en la noticia, persigue la finalidad doble de crear una ruta turística, y es aquí donde surge otra de mis dudas. Entonces, ¿quiere esto decir que el objetivo de recordar la Historia de Alcalá o de mostrarla, de remarcar nuestra cultura social, de reivindicar a la mujer en la Historia y de fomentar la igualdad social de género que desea alcanzar el feminismo, queda reflejado en aquellos textos donde se declaran las intenciones, pero en la práctica sólo es una excusa más al servicio del interés económico del turismo y no del cultural y formativo de la persona con la Historia? Una ruta que una vez más desde la estación de tren nos llevará de la mano hasta determinadas calles del centro de la ciudad lo más cerca posible de los mismos bares de comida y bebida que se lo llevan crudo a cada remesa de turistas que llegan. No obstante, en una placa colectiva que se quiere colocar leemos que Petronila de Lucena, afectada por un proceso de la Inquisición, tenía con su familia una finca en La Garena. Compartirá placa con unas poetisas del siglo XVI que fueron de aquí, pero que no se sabe dónde hubo algún capítulo importante de sus vidas o su residencia. Tal placa no se colocará en La Garena, ya que de al menos una de ellas, Petronila, sabemos que su familia tenía esa finca allí, sino que se colocará al lado de la puerta de la Oficina Municipal de Turismo, en la Plaza de Cervantes. Da qué pensar sobre la finalidad práctica del proyecto.
El nombre de las poetisas sería Isabel de la Vega, Catalina de la Paz e Isabel de Vergara, esta sería experta en lenguas y erasmista, todas del siglo XVI. Habrá otra placa, esta ya propia, no en esta colectiva, dedicada a Franscisca de Nebrija, hija del filólogo Antonio de Nebrija, que fue catedrático en la Universidad de Alcalá y uno de los que participaron en la Biblia Políglota. No tendrá placa por ser "hija de", sino por la leyenda que dice que llegó a dar clases universitarias cuando su padre no podía o no acudía a darlas. ¿Es real la leyenda? Quien ha querido incluir su nombre sostiene que probablemente sí, pero evidencias exactas en la Historia no hay. No se le niega sus conocimientos, su intelectualidad, sus aportaciones, y tal vez dio las clases dichas, pero no hay ninguna certeza de que eso ocurriera, y hay argumentos que lo cuestionan de manera sólida, como por ejemplo el propio funcionamiento varonil de la Universidad en el comienzo del siglo XVI, por mucho que fuera una España gobernada por una reina. La que sí tendrá una placa sin que su historia se base en una leyenda será Isidra de Guzmán, primera doctora universitaria de España, la cual se doctoró en la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII. Pudiera ser un reflejo lejano de una Universidad de Alcalá más avanzada de lo que siempre se ha dicho. Pensemos que esta universidad tuvo un fuerte protagonismo en el movimiento comunero, que fue de las primeras en crear becas para estudiantes pobres y que estaba creando esa biblia en plan polígrota con ideas erasmistas. Era avanzada, puede cuadrar la leyenda de la hija de Nebrija, del mismo modo que es real que aquí se doctoró por primera vez una mujer. Décadas después sería la Universidad de Alcalá la que aportaría a un rector para apoyar y aportar a la Carta de Bayona de José I Bonaparte, y la primera que en 1820 imprimiría y trataría de explicar la Constitución de 1812. Hay que revisar la historia de la Universidad, pues parece mucho más avanzada en ideas de lo que los tópicos han querido dar a conocer.
Por otra parte, la citada Petronila era una alumbrada que sufrió proceso de Inquisición, pero en Alcalá de Henares fueron varias mujeres y varios hombres los que sufrieron procesos inquisitoriales (la Inquisición duró de 1480 a 1823 en activo, y en 1833 anulada del todo). Ninguna placa recuerda a ninguna persona, mujer u hombre, como personas que pasaron por esos procesos. Tampoco se recuerda en placa a la Plaza de la Cruz Verde como lugar donde se hacían cumplir sentencias inquisitoriales, ni hay nada que hable sobre ello en el Museo Arqueológico Regional, donde se hacían juicios. Se conocen varios nombres de personas de Alcalá de Henares que pasaron esos procesos, no se conocen todos los nombres, se destruyeron documentos en 1808-1814 y otras etapas de la Historia, y hay otros documentos que aún están por consultarse en la historiografía actual, pero se conocen nombres, como los celebrados contra las brujas de Alcalá, y entre ellas un brujo, en los siglos XVII a XIX. ¿Son esas personas, hombres y mujeres, menos personas para recordar sus padecimientos? ¿No se debiera recordar lo que significó para la sociedad las barbaridades de la Inquisición? Y si lo que se quiere es poner un nombre destacado, ¿por qué sólo recordar el de una mujer y no también el de algún hombre? Y si lo que se quiere es elegir a una mujer como representante de todo ello, ¿por qué Petronila en concreto y no ninguna otra? ¿Es su padecimiento más padecimiento o más concreto que otros padecimientos?
Reflexión similar me hace venir a la cabeza Francisca de Pedraza, primera mujer en lograr un divorcio y orden de alejamiento a su marido en el siglo XVI. Eso afirmó Ignacio Ruiz. En Historia, como en Prehistoria, cuando encuentras la evidencia más antigua de algo y, tras mucho contrastar, no encuentras nada más antiguo, eso más antiguo pasa a ser lo que marca el primer hito de ese hecho, pero el primer hito no quiere decir que sea la primera vez. Dados los expurgos de los archivos a lo largo de la Historia y los diferentes criterios habidos, afirmar con firmeza ante algo que no tiene un reconocimiento más que sonado en la época que se hizo que es la primera "vez que", es algo atrevido. Puede ser así, puede ser la primera vez, o puede no serlo. En principio sabemos que es la vez más antigua que conservamos, o mejor dicho, la vez más antigua que se ha encontrado hasta el momento. En otro de mis trabajos, con los papeles del corregimiento de Alcalá de Henares, en el Archivo General de la Administración, pude ver varios casos de mujeres que logran separaciones matrimoniales con las legislaciones de la Edad Moderna. Los casos que yo vi y archivé son de los siglos XVII y XVIII, y pidiendo permiso al Rey tras exponerle al Papa el caso y dando este su "sí", si es que lo daba, que no solía darlo. La mujer estaba demasiado supeditada al hombre, pero no era imposible esa separación. La legislación que se usaba era legislación derivada desde el siglo XVI. No hay que olvidar por ejemplo que, como se conserva en el Archivo de Indias, se prohibía a los hombres casados o comprometidos marchar a América sin permiso de sus mujeres. Otra cosa es lo que hicieran en la práctica saltándose la ley. Existen en ese sentido demandas de mujeres contra sus maridos por haberse ido a Indias, pero una vez en Indias... Esta era demasiado grandes. Los casos humanos que puedan encerrar cada expediente son interesantes, y se adivinan en ellas y en ellos unos deseos de nuevas vidas que hubieran sido posibles si el divorcio hubiera sido más accesible a todas las clases sociales, o si las costumbres sociales y las conveniencias matrimoniales no hubieran sido como fueron. También hubo mujeres que, huyendo de sus maridos, se embarcaban a América cambiando su nombre y asegurando ser solteras. En todo caso, me parece totalmente acertada la placa de Francisca de Pedraza, aunque me haga reflexionar de la seguridad de la afirmación que se hace sobre ser la primera divorciada. Todo sea que indagando más en algún archivo con documentación histórica nos salga algo más antiguo, incluso dentro de los fondos de donde salió este personaje de la Historia.
Me recuerda en cierto modo esa guía turística que se hace al Convento de las Bernardas en la que se asegura que una de sus abadesas, una de las mujeres de la familia Briones, había sido dueña de su propio negocio de imprenta. Los Briones fue una familia de impresores de Alcalá de Henares que vivían en la Calle Mayor, más o menos enfrente de la llamada Casa Natal de Cervantes, que fueron unos de los primeros impresores del Quijote en el siglo XVII. Hicieron dinero, pues fue una familia burguesa con muchas propiedades en el siglo XVIII, lo sé porque yo mismo descubrí como archivero, describí y archivé el testamento gigante de uno de ellos, muerto, si no recuerdo mal, sin descendientes directos, no me acuerdo si abintestato. La cuestión es que una de las Briones, que acabó de abadesa en las Bernardas, hubiera llegado a ser dueña del negocio familiar no se puede "vender" así como hito feminista de ella y su actitud, es cosa de la época, en esos mismos fondos documentales encontré numerosas veces mujeres que eran dueñas de sus propios negocios. La mujer podía ser empresaria, siempre que no estuviera casada o que no viviese con su padre. Muchas mujeres viudas heredaban los negocios de sus maridos, y muchas mujeres solteras heredaban el negocio de su padre si no tenían hermanos. Lo único que debían hacer era permanecer sin matrimonio. Esto nos abre un amplio abanico de posibilidades y de historias individuales, a cada cual más de atender. Sin duda. A lo que voy es que la Historia debe ser correctamente explicada, no explicada de modo que se crean protagonistas concretos como si sus actitudes fueran exclusivas, negando así un contexto y una realidad de su momento, o sea, no se puede negar la Historia para poder comprenderla mejor a ella y a nosotros como sus herederos.
Y ya que he mencionado a Cervantes, bien me parece la que se le dedicará a sus familiares femeninos, aunque su familiar más conocido hasta hace unos pocos años, el padre, por cirujano, no tiene placa alguna en ningún lugar, su recuerdo es más oral que escrito en las últimas épocas. La labor de ellas fue fundamental para la liberación de su cautiverio en Argel, y ya que los Trinitarios tienen ya esa inscripción, no está nada mal recordar que fue su familia, y en concreto las mujeres, quienes hicieron los trámites y reunieron parte del dinero para rescatar a Cervantes.
Más conflictivo me parece la inclusión de la Príncesa de Éboli, Isabel I, Catalina de Aragón y Juana I. Me resulta cómico que a Isabel I se la quiera mencionar por su sobrenombre que destaca un reconocimiento religioso: Isabel la Católica, pero que sin embargo a Juana I no se la llame Juana la Loca, si no Juana de Castilla. Extrañamente se elimina el sobrenombre de una, probablemente para que no se confunda con una posible injusticia machista, la Loca, aunque es evidente que así se la conoció incluso en vida dados sus desórdenes mentales, y se mantenga otro sobrenombre, la Católica, creyendo que eso no ofende a nadie, aunque es evidente que así se la conoció en vida. La inclusión de estos nombres responden a la lógica durante siglos de encumbrar con placas, calles, plazas, estatuas, instituciones, etcétera, el nombre de las personas poderosas. No es diferente a placas dedicadas a Cánovas del Castillo, Alfonso XII u otro. Isabel I puede generar polémica o no, recordemos que su estatua en la ciudad aparecía llena de pintura más de una vez y se terminó cambiando su ubicación, pero es indudable que tuvo bastante relación con esta ciudad en la época en la que esta comenzó su apogeo. Isabel I tiene varios hitos históricos en Alcalá, y quizá no estaría mal recuperar el jardín del que disfrutaba en el Palacio Arzobispal, ubicado en el aparcamiento que hay actualmente en las murallas, y del cual se conserva sus planos y sus especies vegetales en el Archivo Histórico Nacional y creo que en el archivo de la Fundación Lázaro Galdiano, que conserva grabados del siglo XIX del mismo. Juana I tiene por mérito haber dado a luz al emperador de Austria-Hungría, Fernando, hermano de Carlos I de España. No más. Catalina de Aragón nació aquí, y aunque no tiene tampoco mucha más relación, al menos esta estuvo interesada en reivindicar su derecho por ser una mujer culta con decisiones propias, aunque pasase a la Historia por ser la esposa de Enrique VIII de Inglaterra por cuyo divorcio (otro divorcio del XVI, pero en Inglaterra y anterior al de Pedraza) comenzó la Iglesia Anglicana. En cuanto a la Príncesa de Éboli, como miembro de la familia Mendoza, es cierto que tuvieron diversas propiedades en la ciudad, la principal era una casa en cuya puerta ponía "Aquí vive un rico-home", razón por la cual hay una calle Rico-Home, y la puerta daría donde hoy hay una panadería. La casa se destruyó en la guerra civil, Tenía un jardín cuya puerta era custodiada por dos leones de piedra, tal jardín, con el paso de los siglos, fue donado a la iglesia de los Santos Niños, y pasó a ser huerto. Es el huerto de los Leones, luego propiedad municipal como parque, el Parque del Huerto de los Leones. Los leones desaparecieron en la guerra... y a comienzos del siglo XXI un ayuntamiento del PP tuvo la desafortunada idea de borrar la Historia de la ciudad renombrando el parque como Jardín de las Palabras, y haciendo de él más piedra que parque con vegetación. Un horror. Según Esteban Azaña ahí fue la boda de la princesa de Éboli, aunque historiadores modernos tienen dudas con otras propiedades en la ciudad, y ubican la boda en la Plaza del Mercado. Sea como sea, tiene lógica este personaje y su placa, dado su poder en España, en el Imperio y en la ciudad, sin embargo, y a pesar de la imagen romántica, sufrida y teñida de ideas del siglo XXI del feminismo y no de las ideas de las lógicas del poder del XVI, la princesa de Éboli es un personaje un tanto oscuro y conspirativo no exento de alguna que otra muerte alrededor de su vida por causas no naturales. ¿Merece una placa? Tiene quien la admira y quien no, quien la defiende y quien no, es, cuando menos, una mujer de la Historia de esta ciudad, aparte de la del Imperio.
Placas colectivas como la del motín de las mujeres por el precio del pan en 1898 son necesarias. Fue en el contexto de las reivindicaciones obreras de la época. Se declaró el estado de guerra en la ciudad para darle fin, pero por entonces lo que se barajaba era un descontento por hambre y una conciencia de pertenencia obrera. Es obvio y evidente que fueron las mujeres las que se amotinaron, pero su motín está imbuido en ese contexto de organizaciones y protestas obreras en la ciudad iniciado desde la Revolución Gloriosa de 1868.
En otra placa colectiva se recordará a las mujeres que fueron presas políticas en la cárcel Galera. Aquella fue una prisión política para mujeres durante la dictadura de Franco, pero resulta que fue una prisión femenina desde el siglo XIX (la cual llegó a sufrir un incendio con las presas dentro), y antes, desde el siglo XVI, había sido un colegio universitario donde dio clases fray Luis de León, el poeta. No hay ni una sola placa que recuerde todo esto en el lugar. Junto a esa placa se pondrá otra a Victoria Kent diputada socialista durante la Segunda República y Directora General de Prisiones, luego del Cuerpo Femenino de Prisiones. Introdujo mejoras penitenciarias. Parémonos primero a remarcar lo ya dicho sobre la falta de otras placas informativas en el edificio de La Galera, pero ahora sumemos el esperpento humorístico que resulta colocar estas placas conmemorativas en un edificio que antes que placas lo que necesita es la extremaunción. El edificio se haya muchas décadas abandonado, desde los años 1970. Su techo se ha derrumbado en buena parte, sus vigas de madera están podridas, o en ello, se caerán un buen día. Su entrada son manojos de rastrojos. Sus ventanas rotas y desvencijadas. Sus muros probablemente estén ya tan atacados por la climatología que estén a punto de ceder. A pesar de que es un edificio protegido por el Patrimonio de la Humanidad y que el gobierno del PSOE de Zapatero dictaminó a finales de 2011 que ese edificio debía recuperarse para ubicar el Archivo de Autores de España, sigue abandonado y un buen día se desplomará sin más, siendo un escándalo para quien se quiera escandalizar tras el desastre. A mí lo que me escandaliza es la condena a muerte que le supone la indiferencia mientras le quieren ubicar placas conmemorativas encima. La pared más sana que tiene es la que se renovó para crear un teatro universitario que no se usa por los problemas estructurales del resto del edificio, que si cae puede tirar consigo ese teatro, que era la capilla de la cárcel. Es como ponerle medallas a un enfermo en coma cuyas constantes vitales apuntan a una muerte segura. No dudo de los méritos de esas medallas, a pesar de que el edificio necesita también de otras placas que informen lo que fue, pero me parece una broma de mal gusto colocárselas cuando el edificio está amenazando desplome.
Por otro lado, la cárcel política masculina del franquismo en Alcalá, hoy Parador Nacional y en el siglo XVII parte de los edificios de la Universidad (y cárcel común desde el siglo XIX), no contiene ninguna placa que recuerde a los presos políticos de allí dentro como la que quiere recordar a las mujeres presas políticas. Por esa cárcel política pasaron numerosas personas conocidas de la Historia del siglo XX, de los sindicatos y partidos, de los periódicos, de la Cultura... Se crearía una descompensación un tanto injusta si se reconoce a las mujeres presas políticas, pero no se hace nada por recordar a los presos varones políticos. En cuestiones de recuperación de memoria histórica hay que hacer un esfuerzo común, por encima del esfuerzo de los reconocimientos de género, pero sin olvidar ese reconocimiento de género. A fin de cuentas, todos los contrarios a Franco siguen en su mayoría sumidos en un silencio profundo. Hay, eso sí, una placa colocada este año dedicada a la acción de Melchor Rodríguez, el anarquista encargado de prisiones en Madrid, por cuando en la guerra civil paró a una muchedumbre que deseaba crear una matanza de presos de derechas a costa de un bombardeo franquista sobre la ciudad. Aunque en la cárcel de mujeres se quiere colocar la placa a Victoria Kent, nadie ha hablado de colocar una placa a García Oliver, Ministro de Justicia anarquista que trató de parar con leyes y normas las sacas y los procesos y ejecuciones extrajudiciales, razón por la cual actuó Melchor Rodríguez. Digo con esto que en estas cuestiones hay cuestiones que trascienden los asuntos de género, aunque los asuntos de género estén. Cuando alguien era condenado a muerte por sus ideas, iba a su fusilamiento por sus ideas.
En este apartado de la Historia bien están las placas dedicadas a Victoria Aparicio, primera concejala en Alcalá, en 1939, del gobierno republicano, y a Clara Campoamor, que fue diputada republicana y defendió el derecho al voto femenino, pero que previamente fue colegiada como abogada por el Colegio de Abogados de esta ciudad.
De todas las placas me reservé comentar para la última la que me resulta totalmente extraña, la dedicada a Constancia de la Mora. Se colocará en el Museo Arqueológico Regional, ya que este fue en los siglos XIX a XX juzgado de instrucción, al ser Alcalá cabeza de partido judicial. Como tal juzgado se dirigió allí Constancia de la Mora para casarse por lo civil en 1932. Fue así la primera mujer casada por lo civil en esta ciudad, y ese sí en un hecho totalmente indudable de ser la primera vez. Ocurrió con la Segunda República una vez que legalizaron el divorcio y se legalizó ese matrimonio civil. Ahora bien, me resulta extraño por varias razones esta placa. Primero porque para casarse se necesita la decisión de dos personas, no sólo de una. Al menos en épocas contemporáneas y actuales. En una boda no va sólo una persona y la otra, en este caso el novio, es un invitado o un elemento secundario. La decisión es mutua, es común, es de dos. Reconocer a Constancia de la Mora por ser la primera mujer casada por lo civil en la ciudad, como personaje principal de la placa y no al mismo nivel que su pareja, resulta cuando menos extraño. Por otro lado me resulta extraño porque se destaca el hecho del matrimonio civil como parte de un logro de la Historia de la Mujer o de la mujer en la Historia. No entiendo muy bien porque el matrimonio civil se ha de recordar como logro exclusivo de ese aspecto de la Historia. El matrimonio civil puede ser analizado como parte de una Historia con puntos de vista separación Iglesia-Estado, un punto de vista religioso, uno laico, uno feminista, claro que sí, uno de lucha obrera y socialista, y en fin, muy diversos puntos de vista. Enfocarlo como logro de una sola visión explicativa de la Historia puede distorsionar la comprensión de la Historia. Por otro lado, no entiendo porqué destacar con una placa que sea un hito la primera mujer que se casa por lo civil (siendo ese hito propio de mujeres y hombres a la vez). ¿Es menos mujer comprometida con sus derechos o la defensa de sus decisiones como mujer aquella que se casa religiosamente? ¿Es menos mujer también la que decide no casarse? ¿Por qué no poner una placa a todas las mujeres que decidieron casarse por la Iglesia? ¿O por qué no poner una placa a la primera mujer que optó por la fórmula legal de pareja de hecho, que es algo más liberador incluso que casarse, sea como sea que se case alguien? ¿Por qué no poner una placa a todas las que optaron por no casarse y por no usar fórmulas legales o simplemente que decidieron no tomar pareja estable? ¿Por qué no poner una placa al primer matrimonio homosexual en la ciudad? Y siguiendo lo de antes, ¿a todos aquellos que decidieron simplemente no casarse? En serio, ¿casarse por lo civil es el hito? Lo es desde varios puntos de vista cruzados, pero si se quiere destacar el protagonismo de la mujer en la Historia, igual me da la que decide casarse por lo civil que la que lo hace por la Iglesia. No se entiende (lo digo retóricamente) que se destaque lo civil de su matrimonio, lo que implicitamente descarta como mujer con decisiones propias las que se casan por la Iglesia. Sinceramente, si es por libertad, que busquen a la primera mujer que decidió ser pareja de hecho. Estará viva, esa ley no es tan antigua, es otro hito de la Historia y mucho más revolucionario que el matrimonio civil. ¿O es que no se trata de libertades si no de otra cosa? Por otro lado, la pareja de Constancia de la Mora fue Ignacio Hidalgo de Cisneros. Quizá ese nombre sea para muchos un desconocido hoy día, pero se trata de una persona importante de la Historia de España en el siglo XX. Fue la máxima autoridad militar de la aviación española de la Segunda República. Por ello, durante la guerra civil, tuvo un papel muy destacado en la defensa de Madrid y en la defensa aérea de la República desde el aeródromo de Alcalá, hoy campus universitario de Ciencias. Es una persona que ha hecho correr ríos de tinta y todo tipo de especulaciones. Fue miembro del Partido Comunista y hay quien ha sugerido su implicación y la de su casa en la desaparición de Andreu Nin en 1937. Su casa hoy día es una tienda de ropa propiedad de unos ciudadanos de origen chino. Hablé de ello y mostré la casa en la Noticia 1350ª. Hidalgo de Cisneros no tiene ninguna placa que le recuerde en la ciudad, ni tampoco el edificio que fue su casa, la misma que compartió con Constancia de la Mora, su esposa. Y esto es lo que más gracia me hace, porque Hidalgo de Cisneros, que para quien conozca la Historia reciente de España sabe bien quién fue, pues aparece en todos los libros de Historia actual, no tiene recordatorio en la ciudad como defensor de la República, pero su esposa tendrá una placa por casarse con él por lo civil, lo que me hace gracia porque, a pesar de la auténtica intención de estas placas, que me parece necesaria, con esta placa se viene poco menos a decir que Constancia de la Mora era "esposa de", pero oye, por lo civil, no se vaya usted a pensar que...
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