martes, diciembre 13, 2022

NOTICIA 2183ª DESDE EL BAR: MIRANDO

Han llegado las lluvias, no hay duda. El otoño tal cual es ha llegado hace un par de semanas ahora, apenas a una semana de que empiece el invierno. Tengo en mi terraza una planta de hoja caduca que este año en estas fechas sigue teniendo sus hojas, pero esta mañana al levantarme y ver llover encontré que ya ha tirado la primera hoja mientras las otras van tomando un color amarillento. En la televisión el hombre del tiempo barajaba la posibilidad de que este invierno hubiera otro reventón térmico en el Círculo Polar Ártico como el que en 2021 provocó el temporal de frío y nieve de la Filomena, que alcanzó hasta a los países del Mediterráneo. Decía el hombre que la posibilidad existía, afectando este año de manera seria al norte de Europa, si llega al sur o no es otra cosa, pero que sí se daban factores que podían provocar una situación como aquella para el norte europeo. Esto les llevó a hablar de las reservas de gas que tenía Alemania par afrontar tal frío en plena crisis energética por la Guerra de Ucrania y los cortes de recursos desde Rusia. Según él y corroborado por un economista en Televisión Española 1 aseguraban que al ritmo que se está consumiendo los recursos energéticos, un reventón térmico en el norte europeo supondría no tener gas suficiente para calentar los hogares alemanes y su industria par marzo de 2023. Esto, evidentemente, haría que el sur mandara recursos energéticos al norte y todos los precios de absolutamente todo subirían de manera desorbitada. Hablaban solo dentro de los términos de la hipótesis de que se diera ese reventón térmico. Sin reventón térmico y con el mismo gasto de sus reservas, sin mejorar en nada la situación, esa escasez fatal vendría un poco más tarde para el invierno 2023-2024. Así que más o menos lo que nos hacía desayunar Televisión Española era un enfoque fatalista para 2023 al no introducir en sus reflexiones ningún factor positivo de mejora de la situación internacional.

Entre tanto yo veía llover mientras preparaba mi ordenador y el desayuno. Mi gata se recostaba de mi cama al sofá del salón. Aún estaba el cielo oscuro, más aún por las nubes y la lluvia, aunque poco a poco iría clareando con el grisáceo plomizo de las nubes. Me quedé mirando desde la puerta de la terraza al largo que dejaba ver de la calle.

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