lunes, febrero 14, 2022

NOTICIA 2117ª DESDE EL BAR: LOS LIBROS, COMENTADOS, QUE LEÍ EN 2010-2014 (adulto, primera mitad de treintañero, 5 de 5, último)

Llegamos al final de esta parte del serial. En 2014 yo cumplía 35. Iba del desempleo a contratos breves de archivo, otros trabajos, recitales de poesía... Seguía las reivindicaciones, pero ya se estaba configurando lo que iba a ser Podemos, que se formalizaría en 2015, y ahí hubo desmovilización porque la gente lo encauzó al voto. Yo no participé de su creación. No hice el 15M para hacer partidos políticos. La creación era legítima y no negaré que para algunas cosas, útil, pero yo estaba en otra cosa. De hecho, hacía un programa de radio.

2014: 35 años.
Leí 40 libros, de los cuales 3 eran novelas gráficas, y no incluyo numerosos artículos profesionales de Historia principalemente escritos sobre Alcalá de Henares, la Primera Guerra Mundial y sobre el cómic.

De los delitos y las penas (Cesare B. Beccaria, 1764): Lo empecé en 2013 y lo terminé en 2014. Fue escrito en 1764, pero dados los acontecimientos que afectaron a España en 2013, en cuanto a los presos que mandó liberar el Tribunal de los Derechos Humanos de la Unión Europea, está claro que mucha gente no conoce su contenido. Beccaria, abogado italiano, habló contra la pena de muerte, contra la tortura, contra lo aleatorio de la justicia, contra las condenas injustas, contra las condenas excesivas, contra las condenas por un mismo crimen, contra las pasiones a la hora de sentenciar o de hacer cumplir su condena un reo, sobre el carácter reintegrador de la justicia y no sobre el carácter punitivo, sobre el imperio de la ley natural basada en provecho para la sociedad y no en criterios religiosos o políticos, en resumen, habló de la necesidad no sólo de reformar la ley sino de reformar su concepción y de hacerla comprender a los ciudadanos en su funcionamiento. Habló de humanizar la justicia en la búsqueda de que toda persona llegue a convivir en sociedad y con la intención de, a la vez, disminuir los crímenes. Pero hizo además unas duras críticas al sistema de justicia en todos sus niveles y protagonistas, como uno de los problemas que no evitan los crímenes sino que los retroalimentan con sus actos y decisiones. En breve, en España estalló el motín de Esquilache en 1767, y después la Revolución Americana, la Francesa y la Haitiana. El mundo comprendió sus ideas y las intentó aplicar, aunque con tiras y aflojas entre izquierda y derecha política. En España el libro fue censurado o publicado con "peros" hasta bien entrado el siglo XIX. En el siglo XX el partido fascista italiano manipuló el texto para justificar la pena de muerte, todo lo contrario de lo que defendió en su día Beccaria. Hoy día es un libro muy recomendable para comprender porqué la justicia ha de ser como es, guste o no guste a determinadas partes de la sociedad, sean estas mayoritarias o minoritarias. Incluso en 2022 sigue estando más que vigente y debería ser conocido. Es parte de un sistema democrático y con garantías judiciales. Recuerdo que en 2014 ocurrieron más cosas polémicas en decisiones judiciales, hablé de este libro a mucha gente para razonar con ella. Entre esa gente había gente de acuerdo o que lo entendían, y entre ellos gente que después formó Podemos o Somos Alcalá en Alcalá de Henares en 2015 y me dijeron que debía hablar de esto a la gente en general, pero yo no estaba en formar partido alguno. No me metí en el 15M para formar ningún partido. Lo mío es otra cosa. 

Federico García Lorca. Obras completas (Federico García Lorca, 1957): Seguía con la lectura de este libro, ya comentado en la anterior entrega, Noticia 2116ª. No lo terminé, lo haría en 2015, porque leía los libros que contenía con espacio de tiempo entre ellos, para poder darme algo de aire a mí mismo con otras lecturas. Varios de los libros ya los había leído o bien los leería más tarde en ediciones actuales. Como sea, con este libro me acuerdo que una tarde traté de explicar como se podía interpretar la poesía o entender algunas metáforas de Lorca a María Gómez. Era un preludio de lo que fue un recital especial de Lorca que hice tras leer toda su poesía, a modo didáctico en la tetería Güaima y donde estuvo la que sería dueña de El Laboratorio, a punto de crearse, Zia Mei, a la que conocí en ese momento. Años más tarde me invitaron a otro homenaje de Lorca, este realizado por el ayuntamiento en 2018 ó 2019, y me decanté por hacer algo parecido pero con tres poemas. Me resultaba interesante la idea de hacer comprensible Lorca a la gente que le era más difícil. Enseñar también que no hay interpretaciones únicas, aunque hay una dirección del poeta. A lo largo del año, con este libro, leí veinte libros, los siguientes: Poema del cante jondo (1921, el cual ya había leído, como señalé y comenté en una entrega anterior de este serial, es uno de los poemarios más perfectos de Lorca), Primeras canciones (1921), Canciones (1921), Romancero gitano (1928, que ya leí y destaqué en 1995, como dije en la entrega correspondiente de este serial, aquí aprecié y contrasté los efectos de la censura en uno y otro ejemplar), Poeta en New York (1930, uno de los más complejos, tenía un ejemplar actual y también comprobé en él los estragos de los cortes de la censura), Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935, cuyo original vi más tarde en una exposición temporal de la Residencia de Estudiantes y donde descubrí que se lo había autopublicado el poeta), Seis poemas galegos (1935, me sorprendió un Lorca escribiendo en gallego), Diván del tamarit (1940, se publicó póstumo y apunta la dirección que iba tomando su poesía que cada vez producía menos en favor del teatro), Poemas sueltos, Cantares populares (hay que tener en cuenta que actualmente algunos de los poemas que aparecían en este obras completas se agruparon luego en obras como Sonetos del amor oscuro, del mismo que aparecieron con posterioridad a 1957 otras obras de Lorca o se levantó la censura), El maleficio de la mariposa (1920, obra experimental que no fue un éxito en su día), Los títeres de cachiporra (1922, una obra infantil para un teatro normalmente infravalorado y que él revalorizó), Mariana Pineda (1927), Teatro breve, La zapatera prodigiosa (1930, que ya leí en los años 1990 y que comenté en su día), Retablillo de don Cristóbal (1930), Así que pasen cinco años (1931), El público (1931, la obra más mutilada por la censura), Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933) y Bodas de sangre (1933, que me pareció aquel año lo mejor que había leído de él en teatro). 

The bus (Paul Kirchner, 1987): Lo leí a través de Internet. Era un cómic corto de humor al estilo de las historietas cortas que se publicaban en los periódicos, más en los anglosajones que en los españoles, que fueron abandonando estas tiras cómicas en favor de las viñetas sueltas. Me pareció inteligente y gracioso. 

A través de la metralla (Armand Guerra, 2006): Me prestó el libro Julián Vadillo. De hecho, tras leerlo hice una colaboración escribiendo sobre él en Fraternidad universal que luego reprodujo la Aurora intermitente. Se trata de la biografía de este cineasta anarquista que realizó la primera película con un desnudo integral, Carne de fieras (1936), la cual sufrió la coincidencia de ser rodada justo cuando estalló la guerra, por lo que en algunas secuencias salen militares y milicianos reales que Armand supo integrar como si fuera parte de la historia y no hubiera guerra. Tiene en su haber también el rodaje de escenas del sitio del alcázar de Toledo la cuales perdió en una retirada precipitada y peligrosa, aquellas imágenes fueron capturadas e incautadas por las tropas de Franco y se usaron para un documental sobre el triunfo de Franco para recuperar el alcázar. Como sea, también es destacado en el primer cine mudo, incluso rodó en Alcalá de Henares. Me era una historia bastante inédita para mí, pero me gustó conocerla y le di mucha difusión. Me hice con una copia de la película e incluso compré una caja de DVD con todo el cine que rodó la CNT durante la guerra civil. Tiene peculiaridades muy interesantes que han sido poco o nada reivindicadas por la propia academia del cine español. Es muy desconocido, pero es muy significativo sobre todo en torno a romper varios de los tópicos del anarcosindicalismo y su papel en retaguardia, así como descubrir a través del cine cual era su visión de una sociedad diferente. Descubrimos su admiración por el cine de Hollywood, usan recursos de él y hasta pequeñas referencias.

Europa, una tarea inacabada (Antonio Sánchez-Gijón, 1975): Era un libro que compré en Domiduca, creo recordar. Se trataba de un ensayo escrito en España en el último año de la dictadura de Franco sobre la Comunidad Económica Europea (CEE), posterior Unión Europea. España en esos momentos había intentado ingresar varias veces, pero su propio carácter de dictadura, especialmente su origen fascista y con ayuda de Hitler y Mussolini, lo impedía. Muchos tecnócratas y empresarios veían necesario entrar por cuestiones económicas que lograran la supervivencia de España en una Europa que al romper sus barreras fiscales entre los miembros de la CEE hacía que las importaciones fueran altamente caras y las exportaciones muy difíciles de hacer, por lo que la economía se hundía y más con la crisis del petróleo de 1973. El libro analizaba la creación de la CEE y su funcionamiento, pero razonaba sus propios problemas al no incluir algunos países de la Europa occidental, no solo faltaba España, también Portugal, Grecia y algún otro. Como sea, pese a ser testimonio de aquel momento, el análisis en sus líneas generales es útil y vigente incluso para hoy día, donde algunos de sus puntos de vista se han cumplido para Reino Unido tras el Brexit de 2020. Yo quería conocer más técnicamente de estas cosas y completar así mis reflexiones como historiador y como ciudadano.

Cuatro relatos cortos (Alberto Cerezo, 2014): Alberto Cerezo es un autor que conozco y bien. Junto a otro amigo hicimos la revista La botella vacía. Además dimos recitales juntos en la década del 2000. Es un poeta contracultural, pero también hace relatos al estilo Bukowski. Por Internet me pidió un libro de poesía mío para leer y le pasé uno. Él me pasó este suyo. Yo ya he leído poemas suyos. Siempre me parece un autor muy recomendable. Esta compilación me pareció otra de sus genialidades. Al leerlo pensé que yo en esos momentos estaba escribiendo otras cosas, pero él seguía totalmente cómodo y fresco en este estilo. Son épocas, supongo. 

Ireland, a history (Robert Kee, 1984): Creo que el libro estaba actualizado en algún momento de la década de 1990, porque contenía algún dato posterior a 1984. Me lo mandó una amiga que en esos momentos vivía en Irlanda, Isabel Vique, con quien mantengo frecuente correspondencia. Ella sabía que había leído Frankenstein y que trataba de mejorar mi inglés por mí mismo. Con total sorpresa para mí me mandó este libro por correo. Lo había buscado en librerías e incluso pidió consejo a un librero sobre un libro con la Historia de Irlanda para alguien que estaba aprendiendo inglés. Le recomendó este, que es un libro de Historia tal cual, y aprendí nuevo vocabulario. Me gustó tanto el detalle como el leerlo. Trataba de mirar el diccionario lo necesario, para poder avanzar y captar el lenguaje por sí. La Historia de Irlanda no me era desconocida, pero era la primera vez que leía de ella desde la perspectiva de un irlandés. La cosa es que este libro era mayoritariamente de la época contemporánea, y más allá, del siglo XX. Así pues tenía una gran cantidad de información sobre la independencia de Irlanda, la fundación del IRA y otros grupos, y todo el conflicto del Ulster, así como el proceso de paz de los años 1990 y las divisiones políticas entre partidos irlandeses. En cierto modo empalmaba con mis conocimientos de otro proceso que yo había trabajado, el de ETA, y en esos años ayudaba a crear en mí asociaciones comparativas que me dieron perspectivas más amplias para explicar la Historia actual tanto de Irlanda, como de España, como de los convulsos nacionalismos europeos de después de la Segunda Guerra Mundial.

Poems (Wilfred Owen, 1915-1918): Lo leí por Internet. El periódico Diagonal preparaba un especial sobre los cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial y me encargó por medio de Vadillo un reportaje sobre la literatura en esa guerra. Sí comencé una serie de lecturas y búsquedas y esta fue la primera. Owen era un oficial británico que sufrió neurosis de guerra en 1915 y fue enviado a un hospital donde conoció a otro oficial que era poeta. Le enseñó formas de refinar el estilo literario y así comienza la obra poética de Owen. Volvió al frente pero en 1917 tuvo que volver a otro hospital militar convaleciente. Allí conoció a otro militar herido del que se enamoró, descubriendo en él su homosexualidad. Sus poemas son pacifistas, pero al estar escritos dentro del contexto de su experiencia bélica fueron tomados por sus superiores como fomentadores de la moral militar, por lo que los publicaron en revistas del ejército. Para mí fue un descubrimiento. Lo leí en inglés porque no le encontré en español y de paso seguía ejercitando el idioma.

El movimiento obrero en Alcalá de Henares (1868-1939) (Julián Vadillo, 2014): Escribí de él ampliamente en Las notas de los cíclopes libreros. Lo destaqué en los libros que leí en 2014, en la Noticia 1426ª. También habló mucho de este libro en esta misma bitácora el mismo autor, en una entrevista que le hice el 20 de mayo, publicada en la Noticia 1345ª. Es verdad que ambos nos conocemos desde los tiempos del bachillerato, en la primera mitad y la mitad de la década de los años 1990, y que incluso he ayudado y colaborado en investigaciones suyas, pero también es verdad que este libro es toda una primicia y una innovación con datos nuevos sobre la Historia de Alcalá de Henares en ese momento crucial en el que se desarrolló una España moderna truncada por la dictadura de Franco, la cual nos iba a provocar una gran diferencia social, económica y política con el resto de Europa. El libro más avanzado de una Historia general de Alcalá de Henares hasta la fecha, y estamos en 2015, quizá sea el que escribió Esteban Azaña en 1883, Historia de Alcalá de Henares. A partir de esa fecha es verdad que se han escrito varios libros más de temática histórica alcalaína, pero siempre de una manera parcelada e incluso en exceso específica en algunos temas. Con la reapertura de la Universidad de Alcalá de Henares en 1977, y sobre todo con la reapertura de su editorial, y con la existencia de la desaparecida Fundación Colegio del Rey, se avanzó mucho en este tipo de obras. Actualmente también gracias a los encuentros de Historiadores del Valle del Henares y los Anales Complutenses, pero seguía y sigue sin existir libros de Historia general de la ciudad con las técnicas actuales y científicas de historiadores, como lo que hizo, sin ser exactamente eso y aproximándose a la crónica, Esteban Azaña en 1883. Los dos libros que más se han aproximado a hacerlo, pero completando el lapso de tiempo de los siglo XVIII al XX, hasta 1939, serían este citado de Julián Vadillo y otro llamado La ciudad oculta: Alcalá de Henares 1753-1868, el nacimiento de la ciudad burguesa (2003), de tres autores diferentes a la vez, el principal es Gutmaro Gómez Bravo, libro del que he leído muchos de sus capítulos este año. Es cierto que existen libros muy a tener en cuenta como el de Pilar Lledó sobre la guerra civil en esta ciudad, y que desde hace unos años se han puesto de moda los libros recopilatorios de fotografías antiguas de Alcalá sin explicaciones, ni análisis, ni trabajo profesional de Historia alguno, por mucho valor documental (que no artístico salvo algunos casos, ni pecuniario, por mucho que insistan los libreros, pues ese valor lo tendrán las fotografías originales, pero no las reproducciones en los ejemplares de los libros). Es el libro de El movimiento obrero en Alcalá de Henares (1868-1939) el que nos arroja muchas luces de la Historia general de la ciudad, junto al de Gutmaro, en la Historia Contemporánea complutense. Nos falta un trabajo que analice la dictadura de Franco, la Transición y la actual monarquía parlamentaria. Ese campo no se ha pisado. Hay demasiadas personas no muy afables, y algunas con cargos o actividades muy conocidas en la ciudad, que están vivas, o están vivos sus descendientes y herederos, pendientes de que no se diga, de que no se vea, de que no se sepa, de que no se descubra. Como si en Alcalá todo hubiera sido un paraíso terrenal donde todos eran buenos. Y no se trata de buenos o malos, sino de Historia. No voy a entrar en esto. El libro destacado me parece que es uno de los hitos historiográficos de la historiografía de Alcalá de Henares y tenemos la fortuna de haber vivido su creación y su presentación. Y lo es por cubrir con datos que habían caído en el olvido en archivos lejanos la Historia social alcalaína en un periodo donde se gestaban ideales de democracia, por cubrir científicamente parte de la Edad Contemporánea aún sin historiar en la ciudad. Se trata de la tesis doctoral de Julián Vadillo, que, caso único, comenzó a trabajarla no en la Universidad, sino desde el bachillerato, siendo adolescente. Yo que le conozco y que le conocí entonces, doy fe de ello. Él ya habló mucho de su tesis en aquella entrevista y remito a ella. El libro contiene muchas cosas importantes y destacadas que debiéramos conocer. Pero el libro también es un ejemplo de cómo es la nueva tendencia historiográfica de los nuevos historiadores, un compendio que trata de comprender el mundo desde lo multidisciplinar. Dando voz a todos y a todo. Quizá, única pega a resolver en una segunda edición, se debe repasar alguna frase donde desapareció algún artículo o alguna letra, y se debe mejorar la calidad de la cubierta, no por su diseño, sino por su material. Este es, para mi gusto, el mejor libro escrito por Julián Vadillo hasta la fecha. Tiene dos años menos que yo, así que se puede esperar mucho de él en el futuro si siendo joven es capaz de historiar tan concienzudamente.

Adiós a las armas (Ernest Hemingway, 1929): Fue el otro libro destacado de mis lecturas de 2014 en la Noticia 1345ª. La primera vez que leí a Hemingway fue con 18 años, en 1997, ya lo conté entonces, con ¿Por quién doblan las campanas? En todo caso, ya sabéis que podéis seguir mis selecciones y la cantidad de libros que he leído a lo largo de toda mi vida a través de Libros que leí. Adiós a las armas lo leí con motivo del encargo que me hizo el periódico Diagonal para el suplemento especial que publicaron en verano. Leí muchas novelas y poemas que se escribieron en aquella época y posteriormente por escritores famosos que combatieron en esa contienda. El artículo fue publicado parcialmente (por problemas de espacio) en Diagonal, de manera íntegra se puede leer en esta bitácora en la Noticia 1373ª, "El día que las balas fusilaron a las palabras". Esta novela fue la tercera de Hemingway, aunque ya tenía varios relatos largos y varias obras de teatro. La escribió en 1929. Él había sido camillero de la Cruz Roja y periodista en el ejército italiano, aunque era estadounidense. La novela es una historia de ficción de unos personajes que mezclan y confunden muchas de sus vivencias con las vivencias personales reales del autor. Como ya hablé de ella en el artículo citado, diré que leerla me supuso un no querer despegarme del libro, o mejor dicho, del ordenador, pues yo no la tenía en mis estanterías y llené el cupo de libros a sacar en la biblioteca pública con otros títulos de misma temática escritos por Hasek, Jünger y Erich María Remarque. Me la pasaron en un archivo informático y la he leído de ese modo. Prefiero el libro de papel, pero en esta ocasión hay que reconocer que fue de esta otra manera, con el inconveniente de las baterías y su recarga o de tener la vista pegada a una pantalla más tiempo del que uno quisiera. Sin embargo, con esta lectura todo eso no me incomodó demasiado. Hemingway supo combinar aquí el relato bélico con el relato romántico, aunque con austero y seco realismo violento. Es verdad que su vivencia de la guerra es desde su posición como oficial de la Cruz Roja, lo que lo suaviza todo mucho, pero el final del libro describe el desmoronamiento de un frente de combate de la manera más patética y asfixiante que he leído.

Los surcos del azar (Paco Roca, 2013): Fue un regalo de cumpleaños de dos de mis más antiguos amigos, me lo leí y me gustó mucho. Ya hablé de él largo y tendido en la Noticia 1358ª, comparándolo con El arte de volar, de Altarriba y Kim. Aunque me gustó mucho, me parecía un tanto tramposo vender el cómic como recuperación de la memoria histórica cuando todo lo que contaba como algo novedoso hace muchos años que lo hemos contado los historiadores. Es verdad, reconozco que Los surcos del azar es más atractivo de leer que otros libros o que escuchar a un historiador, aunque depende del historiador, pero una cosa es el cómic, otra cosa es la Historia y otra cosa es que comerciantes y lectores aficionados le quieran vender una moto que es una bicicleta a un historiador. Es muy recomendable. Tiene buen guión, está bien documentado, está bien guionizado, está bien dibujado y tiene un sentido artístico de la composición extraordinario. Y sí, mucha gente ha conocido esta parte de la Historia a través de estre cómic. Es buen cómic, por supuesto, y está bien documentado. Es un cómic biográfico que recrea además el episodio de los españoles que liberaron París en la Segunda Guerra Mundial, mayoritariamente anarquistas exiliados al mando de Lecrec, pero está ficcionado para que la historia pueda fluir como lo que es, un cómic que también se puede entender como aventura bélica o como aventura vital de un combatiente. En todo caso, es muy destacable y recomendable y es uno de los mejores cómic editados en España.

Sin novedad en el frente (Erich María Remarque, 1929): Otro de los libros que leí para el reportaje de la Primera Guerra Mundial y la literatura. Este me lo prestó Vadillo. Remarque, escritor de la generación perdida, fue reclutado para combatir. Era alemán. Profesó el anarquismo, pero en estos años de guerra ejerció de soldado raso, tras la guerra fue la carrera de escritor lo que le hizo superar lo vivido. En este libro, escrito a modo de novela bélica, cuenta sus experiencias, es muy autobiográfico, y también cuenta sus reflexiones. Es un libro muy crudo y muy violento, pero también es muy crítico tanto con el sistema educativo alemán que alentó a los jóvenes a combatir, como con el nacionalismo alemán y las razones de la guerra y como usaron a la gente en los frentes de combate. Narra todo tipo de horrores sin dejar detalles sueltos. Es un libro claramente contrario a la guerra desde la experiencia de haberla protagonizado. Funciona como novela, ya digo. Todas estas lecturas que hacía me servían a la vez para inspirarme y documentarme también para una serie de relatos de ficción míos que fui publicando hasta que terminaron formando mi primer libro publicado, Relatos de la Gran Guerra, el más vendido de todos los que he publicado hasta la fecha. El libro de Remarque tiene mucha influencia en mí en esa obra mía.  

Las aventuras del valeroso soldado Svejk (Jaroslav Hasek, 1921): En este caso el autor era polaco y está considerado uno de los clásicos de la literatura polaca del siglo XX, de hecho ese libro lo equiparan a un Don Quijote de la Mancha para los polacos. En esete caso Hasek combatió en la Primera Guerra Mundial en los dos bandos. Es un caso peculiar. En ambos bandos consideraba ridículo la jerarquía y las normas militares. Solía no ser muy disciplinado, siempre con sentido del humor, por lo que hubo quien se planteó si mentalmente era una persona capaz. Lo cierto es que lo era y mucho. Con la guerra y por lo que vivió se hizo anarquista y pacifista, pero murió joven con esta extensa novela inacabada, aunque tan completa que se la puede leer como si estuviera acabada. Es una aventura de ficción, pero recoge numerosos paralelismos con vivencias del propio autor. Es una sátira del absurdo de la vida militar y de la guerra. Casi sigue las películas de humor de Chaplin en algún pasaje. Lo leí en un ejemplar de las bibliotecas públicas de Alcalá de Henares. A veces es un poco repetitivo, pero era otro punto de vista más de aquella guerra.

Tempestades de acero (Ernst Jünger, 1920): Este filósofo y escritor alemán llegó a ser oficial, pues también ejerció la carrera militar. De hecho combatió en las dos guerras mundiales, en la Segunda estuvo en la ocupación de París cuando se recibieron la orden incumplida de destruirla a causa del avance aliado. Jungüer no era nazi, aunque aquella participación le ha puesto bajo sospecha alguna vez. En todo caso a mí me interesaba sus libros sobre la Primera Guerra Mundial. Eran dos novelas que igualmente recogían mucho de su autobiografía en esas guerras. Aunque parezca extraño, también eran alegatos pacifistas, denunciando la guerra. Jungüer sea alistó por su propio pie, aunque denuncia también a la educación alemana para convencer a los jóvenes sin darles demasiadas explicaciones. Es otro libro muy crudo y muy explícito. Lo leí de la biblioteca.

El estallido de la guerra de 1914 (Ernst Jünger, 1920?): Es un relato reflexivo más breve. Es también muy crudo, pero aquí Jünger hace análisis desde la paz y la derrota de después de la guerra. Ayuda a comprender más la reflexión abierta entre los alemanes tras el trauma de una guerra atroz que perdieron y de la que nacerán ideologías que llevarán a otra guerra más. En este caso Jünger también era militar, así que queda abierto un análisis más allá del filósofo que era. Lo leí en el mismo volumen que la anterior novela.

Historia de Alcalá de Henares (Esteban Azaña, 1882-1883): Es la Historia general de Alcalá de Henares más moderna, aunque parezca mentira. Últimamente se han sacado libros de Historia mucho más documentados y actualizados de diversos aspectos de la Historia local o de épocas concretas de Alcalá, pero una Historia general probablemente este es el más reciente, y ya han pasado unos ciento cuarenta años. Más bien era una crónica, que no es lo mismo que Historia. Esteban Azaña, padre del político y escritor Manuel Azaña, fue alcalde de la ciudad y responsable de la estatua de Cervantes de la Plaza de Cervantes. Falta una labor de actualización en este sentido, que por otra parte tiene personas que lo reclaman. El libro fue reeditado en la década de 1980 en tapa blanda y uniendo en un solo volumen sus dos volúmenes originales. Contenía fotografías de lugares emblemáticos tal como estaban en el momento de esa reedición. En 2006 lo volvieron a reeditar sin esas fotos y en tapa dura. Mi padre tenía el primero, a mí me regalaron el segundo en un encuentro de historiadores del valle del Henares. Lo leí completo a lo largo del verano, aunque en el pasado lo había consultado en algunas ocasiones. Como a veces hago de guía por la ciudad para algunas amistades que me lo piden para sus amigos o familiares, este año coincidió con un par y di algún dato de este libro.

Diario de un patriota complutense en la Guerra de la Independencia, con un prólogo y notas (Juan Domingo Palomar, 1894): En aquel encuentro de historiadores del valle del Henares también me dieron un fac-simil de este libro. Escribí de él en Las notas de los cíclopes libreros. Se trata de un diario personal que alguien escribió durante la Guerra de Independencia entre 1808 y 1814. El documento era anónimo, aunque contenía unas siglas. Por esas siglas y por le lugar donde se encontró se asoció que el autor era Juan Domingo Palomar, un hombre que estuvo relacionado con el ayuntamiento de la época. El libro se publicó en 1894, y se reeditó fac-símil en dos ocasiones décadas después, una de ellas en 2006, que es la que yo tengo. Me pareció un documento muy interesante y muy importante para rellenar esa parte de la Historia de Alcalá. Una amistad me pidió hace tiempo que le asesorara sobre esta guerra en Alcalá, quería hacer un cómic o relato que al final no se hizo, pero sí le hice una introducción sobre el siglo XIX. Lo completé para mí con esta lectura. El texto está inédito, pero es para mi uso particular.

Meditaciones metafísicas (René Descartes, 1641): Numerosas veces había leído textos de este libro y lo había analizado tanto en el Bachillerato como en la Universidad, posteriormente también, pero esta vez era la primera que leía el libro completo, aunque ya lo conocía al completo. Lo compré de segunda mano en Domiduca, en tapa dura. Tengo que decir que tanto en Bachillerato como en la Universidad ayudé en, y enseñé, filosofía a varias amistades que se les atragantaba. A mí se me da bien y además me interesa. Descartes es un autor más o menos fácil, al menos en sus ideas centrales, pero el libro al completo es más complejo y escribía con el típico retorcimiento barroco, lo que le complica un poco. En todo caso, tenía interés por leer este libro completo y de seguido. Yo nunca dejé de leer filosofía tras mi formación académica. Como es sabido este libro trata de la racionalidad y la existencia y aunque al final habla de la necesidad de existir un ser divino para que se dé la existencia, lo cierto es que es probable que lo hiciera por miedo a la reacción de las autoridades religiosas, ya que toda la evolución de sus razonamientos en un principio pareciera que se dirige a, como mínimo, un agnosticismo.

Las pasiones del alma (René Descartes, 1649): Estaba en el mismo volumen del anterior libro. Este libro es menos conocido que el anterior, pero gira en un tema parecido. En esta ocasión Descartes piensa sobre el raciocinio y las pasiones, lo que humaniza al ser humano y la relación que debe existir entre raciocinio y el espíritu, lo que une con Dios. Básicamente lo que Descartes quiere desentrañar es qué hace al ser humano ser humano y cómo deben equilibrarse el raciocinio y la moral. Pensemos que en tiempos de Descartes estaba en marcha la Guerra de los Treinta Años y una enorme cantidad de violencias en torno a las diferentes tendencias del cristianismo entre católicos y los diferentes tipos de protestantes. El tema de buscar soluciones al belicismo y a las barbaridades desde el raciocinio era algo que comenzaba a ser visto como necesario de parte de varios pensadores de la época, entre ellos Descartes, que le dedicó esta obra a una reina. 

El invierno del dibujante (Paco Roca, 2010): Lo destaqué como la novela gráfica de mis lecturas de 2014 en la Noticia 1345ª. Me lo prestó Esther Claudio. Tenemos bastantes intereses comunes, entre ellas el inicio de una investigación sobre la censura en Superman y Batman que terminé haciendo yo y que me ocupó años. Precisamente con los años me lo compré. Me gustó mucho. Esther estaba interesada en que leyera este libro de cara a la investigación, aparte de que Roca es uno de sus autores favoritos. Me lo prestó entonces a costa de dos cosas: el ocio propio y la documentación para un trabajo de investigación que estamos haciendo conjuntamente ahora mismo. Este cómic combina bien con la película El gran Vázquez (2010, de Óscar Aibar). Se trata de la crisis de dibujantes que sufrió la editorial de cómic Bruguera en los años 1950 por la cual adquirió contrato con Francisco Ibáñez para Pulgarcito mientras a la vez se les iban durante unos meses gente como Escobar o Giner para fundar la revista Tío Vivo. Para quien no lo sepa, Bruguera era una empresa familiar de republicanos que originalmente se llamaba El Gato Negro. Tras la guerra civil los dueños sufrieron la represión política, pero recompusieron su negocio de manera leonina y fingiendo aceptar los ideales del franquismo, fingiendo, pues todos sus empleados eran antiguos republicanos quien más quien menos represaliados. Incluso Víctor Mora, creador del Capitán Trueno, el cual llegó a exiliarse hacia el tardofranquismo. Como sea, esta novela gráfica muestra muy bien la presión psicológica de la censura, de los valores de la dictadura, la presión social, el hambre en los años del hambre de la dictadura, etcétera. Está igualmente de bien planteada la puesta en escena, incluyendo fondos de color diferentes para mostrar saltos en el tiempo a la hora de narrar. La composición de las páginas igualmente nos da varias formas de apreciar el cómic, mirando la viñeta en concreto o en el general de la página, dándonos dos mensajes diferentes a la vez. Los trazos son sencillos, pero su coloreado y sombreado los hacen complejos. No me gustó tanto de Paco Roca su obra premiada Arrugas, de la que hicieron película y de la que ya hablé en un Alcine, y que con el tiempo también me lo compré, pero estas dos obras suyas hay que reconocerlas como obras de Arte muy pensadas, a la vez que son cómic con los que disfrutar. Paco Roca decía hace poco que siempre pinta la misma historia y que no sabe cómo la gente no se ha dado cuenta. Es la historia de una persona que no cuadra en un sitio, independientemente del personaje y el relato. La verdad es que un artista que de lo cotidiano hace una historia extraordinaria, y las historias extraordinarias hace que se acerquen a lo cotidiano, lo que nos explica muy bien a todos cómo se fueron haciendo las cosas, formando las cosas.

Tebeos mutilados. La censura franquista contra la editorial Bruguera (Vicent Sanchís, 2010): También me lo prestó Esther Claudio para la investigación en marcha. Sanchís es periodista, pero investigaba sobre estos temas. También tiene otro libro sobre la censura en Flash Gordon. Es un libro muy completo y toda una innovación. De hecho es una referencia para muchas investigaciones posteriores sobre la censura, incluida la mía, aunque contiene algunas inexactitudes, pero son leves y quizá se deban más a que con esa posterioridad se ha podido afinar un poco más la puntería investigadora. Es un pionero. Muy esclarecedor y muy recomendable. Se agradece la inclusión de fotografías de viñetas censuradas y documentación, aunque el maquetado sigue una dinámica divertida, aparentemente informal, pero es un libro de Historia con todo su peso. No hay que ignorarlo.

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