jueves, noviembre 25, 2021

NOTICIA 2096ª DESDE EL BAR: UNA DE CÓMIC (1 de 2)

 

Hace un par de semanas Marcos, dueño de Domiduca Libreros y amigo mío, me regaló varios cómics que habáin sido suyos de chaval. Fueron varios de Purk, Superman, Spiderman, El Llanero Solitario, Patrulla X y Misterix. Quiero dedicarle atención a ellos, puesto que son cómic publicados en España a mediados de la década de 1970, Purk durante el franquismo, en 1974, y el resto con posterioridad a la muerte de Franco, en una franja entre 1976 y 1981, aunque con historietas que en Estados Unidos fueron publicadas muy anteriormente, de hecho en Spiderman, de 1981, aparece una historia de 1978, y los superhéroes de la historia invitada, Los Cuatro Fantásticos, aparece su primera historieta, que era de 1961, aunque en este caso coloreada. Sobre el asunto de los cómic de Marvel hablaré en una segunda entrega. Voy a obviar Purk, El Llanero Solitario y Superman, aunque serían muy dignos de comentario, sobre todo el primero, que curiosamente sorteó la censura total, aunque intuyo que con muchos y grandes cambios a causa de una censura parcial bastante amplia. 

En esta primera entrega de dos en realidad voy a centrarme en la revista de cómic que me ha parecido más curiosa de entre todas las que me regaló. Una auténtica reliquia, una pieza de coleccionista, pero también una rareza en aquella España. Hablo de la revista Misterix. Me pareció extraña en sí misma, aunque me dijo Marcos que algunos de los cómic los había heredado él de niño de sus tíos, por lo que esta revista sin duda hizo su entrada en España bastante antes de que el propio Marcos naciera. Digo que hizo su entrada porque la revista Misterix no era una revista española, era una revista argentina. Eso me llamó la atención. Era la típica revista juvenil de cómic muy popularizada en las décadas centrales del siglo XX. Es famosa en Estados Unidos Detective Comics, que dio lugar al nombre de la editorial y donde aparecieron todos los superhéroes de esa editorial, así como sirvió de ejemplo a la posterior editorial Marvel y todas sus revistas. En Europa podría citar como ejemplo la francesa Pilote, donde hicieron aparición Astérix o Spirou. En España, para entendernos mejor, serían revistas como Pulgarcito, TBO, DDT o Mortadelo. Pues bien, en Argentina una de las revistas, o comic-book, con bastante auge fue Misterix, que recibía el nombre de su personaje principal, el héroe de ciencia ficción Misterix, una copia a su manera del norteamericano Flash Gordon, al cual en España también se le copió con Diego Valor. 

El ejemplar original que yo he recibido es el número 297, publicado el 28 de mayo de 1954. No recibe censura española de la dictadura de Franco, pues evidentemente de alguna manera la revista entró en España. Para quien no lo sepa, los cómic también recibían censura. Tal vez, por ser un cómic, cuando pasó la frontera no llamó demasiado la atención a los guardias de aduana, o tal vez pasó hasta desapercibido. La revista, a la que he repasado varias veces, no tiene ningún sello de censura española. Toda su publicidad hace referencia a negocios ubicados en Buenos Aires. Su precio está en céntimos argentinos y los precios de sus obras publicitadas están en plata argentina. Incluso se anuncia una escuela panamericana de creación de historietas. La ciencia ficción en cómic estaba también férreamente censurada en España para las publicaciones infantiles y juveniles, a pesar de que se publicaron obras ubicadas en el espacio del futuro. El permiso recibido para publicar historias de Diego Valor intentaba españolizar a un Flash Gordon que recibió todo tipo de impedimentos, según pudo historiar Vicente Sanchís con documentación en la mano de la oficina de censura. 

Otra cosa que me llamó la atención era encontrar los nombres italianos de guionistas e ilustradores que han hecho Historia del Noveno Arte en Europa y América, como Ongaro y Campani, o el guionista alemán Oesterheld. Pero sobre todo me ha llamado la atención encontrar al italiano Hugo Pratt. El cómic argentino posterior a la Segunda Guerra Mundial tuvo un gran auge al nivel del cómic norteamericano, pero con cierto toque europeo que se alimentaba del cómic francés. Tomaba para sí elementos de ese cómic anglosajón y elementos del cómic francés. Mientras tanto, en la Italia salida de la derrota de la Segunda Guerra Mundial, hubo varios jóvenes creadores que habían combatido y que comenzaran a hacer sus primeras creaciones con relativa calidad pero con cortas expectativas para que ellos pudieran vivir de ello. Fue un empresario argentino de las revistas infantiles y juveniles el que viajó a Europa en busca de creadores que crearan nuevas líneas de cómic que le dieran una clase europea que les diferenciara de sus competidores. De ese modo se llevó a varios de los grandes creadores del cómic europeo antes de ser famosos. Tomaron relativa fama en Argentina antes de que decidieran ir a Francia o Bélgica, donde encontraron la fama total creando personajes míticos, como Corto Maltés en el caso de Hugo Pratt.

 En Misterix, Pratt comenzó varias historietas, de las cuales hubo una que le lanzó a la fama mundial, aunque no tanto como lo haría Corto Maltés, pero sí suficiente para que le reclamaran de Francia. Se trata de Sargento Kirk. Es un personaje del Oeste norteamericano que pretendía competir con este tipo de cómic que se generaba en Estados Unidos. Curiosamente tuvo gran éxito incluso allí. Es un precedente de lo que llamaríamos el Western italiano, pero en cómic en lugar de en cine. Lo cierto es que los europeos le tomaron ventaja a los estadounidenses, un francés, Jean Giraud, crearía al teniente Blueberry en 1963, y ese sería el cómic del Oeste más definitivo. Sargento Kirk había nacido en 1953, un año antes de la revista que yo tengo, y llegaría a tener su propia revista años más tarde y hoy en día incluso se le publica por tomos en obra completa integral, como cómic de culto, tanto en color como en blanco y negro. Efectivamente, la edición primigenia era en blanco y negro y por entregas dentro de Misterix. Hugo Pratt era un maestro total en el manejo del blanco y negro, aparte de que publicar así era más barato, hay que recordar que no todas las imprentas de cómic tenían planchas para tintas de color, y de tenerlas a veces no abarcaban todas las gamas, a menudo, por su precio, las reservaban para las cubiertas.

Resulta impresionantemente bello observar la impresión original de esta historieta, que, por cierto, tengo pendiente de tenerla en los tomos actuales, pues es de lo poco famoso de Pratt que no tengo nada, solo esta revista. Las viñetas dispuestas en la revista apaisada son extremadamente pequeñas, no como ahora que se editan ampliadas par apreciar sus detalles. Pero es su tamaño pequeño lo que hace que se les pueda apreciar casi como pequeñas obras de arte en miniatura. Pratt no usaba el blanco y negro de manera habitual en la época, con cierto sentido de artista, más que de trabajador de revista juvenil, dibujaba sus historietas, guionizadas por Oesterheld, como si estuviera pintando cuadros en blanco y negro altamente contrastado. Son las sombras las que dan el dibujo. El paso del tiempo en una calidad del papel pensada para un uso breve ha hecho que la rugosidad del papel, bien conservado, le dé matices a cada uno de aquellos golpes de tinta que tuvo la linotipia de la época, a diferencia de la impresión digital actual. No hay offset, hay golpe de tinta. 

Únase a esto la preciosidad de esa portada a color donde se nota claramente una tipografía de letra realizada a mano y unos trazos claramente clásicos. Llama la atención la gran calidad de color que tenía esta revista, en la segunda viñeta hay un degradado de coloreado que hoy día es común por ordenador, pero que entonces era complejo ya que imprimirlo era altamente complicado y solo se lo permitían las editoriales que tenían las máquinas más caras y modernas del momento, como los norteamericanos. Ahí sí hay offset. 

Una preciosidad. Toda una joya para mi colección de cómic.

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