jueves, mayo 02, 2019

NOTICIA 1871ª DESDE EL BAR: UNA ANTIGUA RESEÑA INÉDITA


En enero de 2018 le entregué a El Tornillo de Klaus esta reseña, pero se quedó inédita. La rescato y la comparto por aquí.

LOVING VINCENT (Dorota Kobiela y Hugh Welchman, 2017)
Por Daniel L.-Serrano (Canichu el espía del bar)

Quizá sea la película experimental clave del año. Indudable. Ahora bien, su experimentación, que es de tipo técnico, no es algo prodigiosamente innovador y clave para la evolución del cine. A estas alturas casi todo el mundo sabe que esta película está creada como una animación que en lugar de usar dibujos realizados a mano o por ordenador, se han usado única y exclusivamente óleos. Es la primera vez en la Historia que se realiza una película donde la animación son eso: cuadros al óleo. Ello ha requerido en torno a doscientos artistas seleccionados de todo el mundo, entre ellos dos españolas, que han creado hasta sesenta y cinco mil cuadros para poder dar vida en movimiento una historia narrada en una hora y media. Esto nos pone en la cifra de doce cuadros por segundo para engañar al ojo con la sensación de movimiento. Entre ellos aparecen hasta noventa y cuatro pinturas del artista Vincent Van Gogh (1853-1890) de las más de quinientas que realizó. Cifras apabullantes, sobre todo si se tiene en cuenta que no es lo mismo realizar dibujos que pintar óleos. Ahora bien: son cifras. La técnica cinematográfica es la misma que una animación clásica, sólo que la materia prima requería de otro trato para su creación y para su recreación, pero no se innova más allá del material con el que se pinta.

Loving Vincent, de Dorota Kobiela y Hugh Welchman desarrolla su historia un año después de la muerte del pintor. Oficialmente esta muerte se produjo por suicidio de un disparo en el estómago en medio del campo donde solía pintar. En 2011 los investigadores Steven Naifeh y Gregory White Smith realizaban nuevas indagaciones sobre Van Gogh para poder escribir la biografía más completa hasta esa fecha, fueron ellos quienes sostuvieron la teoría de que cabía la posibilidad de que se hubiera tratado de un asesinato encubierto y no de un suicidio, a raíz de los testimonios contradictorios o insostenibles que se recogieron en la época de los testigos y personas cercanas. Kobiela y Welchman se acogen a esta teoría de la muerte y no a la tradicional versión del suicidio. Transforman el repaso biográfico de los últimos meses de vida de Van Gogh en una película de cine negro, detectivesca, llena de interés por su propio guión, si es que no tenía ya de por sí interés ver recreados y con vida los cuadros de Van Gogh y los personajes que pintó.

Van Gogh, que sólo vendió un solo cuadro en toda su vida y cuya fama le vino tras la muerte, tiene en su haber numerosas películas en torno a su figura, de las cuáles la más famosa de todas es El loco del pelorojo (Vincente Minelli y George Cukor, 1956). Mucho me parece que a ella se le va a sumar ahora mismo la actual Loving Vincent. Lo hará de forma merecida por tres motivos: primero por la hipotética innovación técnica que supone ser la primera película realizada sólo con óleos, lo que implica un trabajo artístico, nunca mejor dicho, insuperable en un metraje; segundo por recoger una teoría nueva sobre la biografía de Van Gogh que no sólo es viable, sino que además actualiza y moderniza el conocimiento de su vida y obra difundiendo al artista y su innovación artística de hace más de cien años a las nuevas generaciones del siglo XXI; y tercero porque el guión detectivesco, rodado al estilo de las películas de misterio de décadas atrás, al combinarse con una pintura vanguardista y tratar además de un tema truculento, hace que lo que pudiera ser un personaje conocido porque se seccionó la oreja, lo conozcamos de un modo remozado para ponerse acorde a los tiempos narrativos de violencia y truculencia de las historias que cuentan series y películas del comienzo de este siglo XXI. De este modo, una historia de hace cien años cobra de nuevo nueva vida aparentemente actual al narrarla de un modo que parece nuevo.

A las tres cualidades citadas hay que sumarle un excelente montaje. No será en lo técnico muy diferente al de un montaje de una película tradicional de animación, pero contiene en sí dificultades diferentes: coordinar a todos los artistas para que traten de copiar un mismo estilo sin añadir nada personal y grabar cada cuadro en condiciones óptimas para montar sus imágenes.

Kobiela y Welchman quieren seguir explorando esta forma de crear animaciones, para poder acercar y profundizar en el Arte pictórico de cara a las grandes masas que se acercan a un cine antes que a un museo, a pesar de que es indiscutible que con películas así el cine se llenara sin duda de amantes de los cuadros. Su próximo objetivo es producir con el mismo método alguno de los aspectos de la vida de Goya.

Lo cierto es que a pesar de que la película se disfruta incluso si no conoces apenas la obra y vida de Van Gogh, pues lo vas conociendo según avanza la historia que narra, aquellas personas que más disfrutarán serán aquellas que conozcan más del autor. Podrán bucear en cada detalle del metraje. No es algo tampoco nuevo. A nadie le extraña películas que referencian películas. Es una frase vieja entre los críticos de cine aquella que indicaba que para ver determinadas películas hay que ver previamente otras películas, había que conocer cine para poder ver determinadas películas de cine. Ocurría mucho en las películas de humor absurdo creadas a partir de los años 1980, por ejemplo. Ahora simplemente se usa la misma idea, sólo que ahora lo que se necesita es conocer Arte si lo que quieres es disfrutar al máximo de la historia que se presenta, pero si no conoces mucho Arte, no importa, podrás entender el metraje igualmente, pero en otro nivel. Así de real, así de crudo, pero en el fondo esto es algo muy antiguo, en la Literatura viene ocurriendo desde que se inventó en los años del 2700 antes de Cristo.

Escrito el 15 de enero de 2018

1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

Pues ayer, 15 de mayo, fiesta de San Isidro en Madrid capital, me fui con El tornillo de Klaus a ver el otro western que me quedaba de los dos estrenados, el de Los Hermanos Sisters. Es curioso, además se menciona que quieren fundar un falansterio y aunque no va de falansterios exactamente, algo de sus ideas socialistas sí hay en la película aunque metidas como de rondón, quizá para que sean más digeribles por el público, y dentro del contexto de un Western de acción. Además, se llega a mencionar una frase de Thoreau. Aunque no es un Western al uso y puede que le falte algo, pero no es malo... aunque es un western francés con actores estadounidenses.