El 2017 es muy rico en imágenes de todo tipo. La verdad es que la calidad de lo que han captado los fotorreporteros es muy alta. Me ha sido difícil decidir qué destacar de la colección de fotos que hice este año. Pero supongo que lo más destacable del año realmente es el cambio climático, porque, como dijeron los científicos de todo el planeta: "muy pronto será muy tarde" (Noticia 1753ª). A finales de verano, pero de manera algo tardía respecto a la temporada de huracanes en el Caribe, se juntaron hasta tres huracanes a la vez y en tiempo muy breve, según remitieron estos, aparecieron otros dos, acompañados de la erupción de un volcán y hasta de un terremoto. Mientras, España sufría una de las mayores sequías de su Historia. Fotos sobre el cambio climático había muchas: un huracán gigante visto desde el espacio, lagos vacíos en España, cielos amarillos por la contaminación en las ciudades españolas, Macron (presidente de Francia) alzándose como nuevo líder mundial tomando decisiones y dando discursos combativos contra la acción humana que altera el clima, ciudades norteamericanas inundadas, animales sufriendo consecuencias... Me quise fijar en ese momento de los huracanes y me pareció que la imagen más espectacular y representativa de 2017 es la que tomó Ramón Espinosa del huracán Irma en La Habana (Cuba), el 11 de septiembre, publicada en los periódicos el día 12. Este huracán había arrasado previamente Puerto Rico y Antigua y Barbuda, sin embargo los telediarios españoles sólo atendieron a la noticia preocupados porque iba en dirección a Florida (Estados Unidos), aún con fuerza, pero muy desinflado. Los huracanes se prolongaron hasta octubre, lo que era algo anormal, pero la prensa española lo presentaron como una curiosidad, y no como una anomalía por el cambio climático y sus efectos sobre los mares y océanos, como sí lo hacían científicos y la prensa internacional. La fragilidad y lo pasajero del ser humano ante la grandiosidad de la Naturaleza queda reflejada en esa foto. Somos endebles, aunque no se quiera ver.
Sin duda, otro tema clave del 2017 fue el escenario bélico contra el ISIS entre Siria e Irak. Las grandes y últimas batallas se fueron sucediendo ciudad a ciudad reconquistada en más tiempo del que se estimó que durarían. Fue imprescindible la milicia kurda y el esfuerzo bélico del ejército regular irakí, pero es indudable que las ayudas militares de Rusia, Estados Unidos, Turquía, Irán, Arabia Saudí, Líbano u otros, y el papel del ejército regular sirio, las milicias de Hezbolá o las de los rebeldes sirios han sido claves para poder hablar de una guerra internacional en toda regla donde se jugaba también una partida de posiciones y demostraciones de fuerza. Se cruzaron los intereses de unos y otros y quedan estos en el aire, mientras Irak y Líbano declararon hace poco el final de la guerra contra el ISIS en sus territorios y Siria lo podrá decir en breve. En medio se han visto fotos altamente dramáticas de ciudades arrasadas como si hubieran vuelto a la Edad de Piedra por el efecto de las bombas, como Homs, militares rusos volando por los cielos de Damasco, las milicias kurdas entrando en Mosul con una infantería que iba a pie, la pelea por las orillas del río, la resistencia de Raqqa, la población civil tratando de huir, los kurdos reclamando un Estado propio como se les prometió tras la Primera Guerra Mundial y como sienten tener derecho tras su esfuerzo abnegado contra el ISIS, o las imágenes de los múltiples atentados por todo Occidente de aquellos combatientes del ISIS que veían con sus ojos como su Estado Islámico caía irremediablemente pese a la resistencia titánica que opusieron. Son muchas las fotografías espectaculares que nos han ofrecido, especialmente en la primera mitad del año, pero también hacia el final de la contienda en Irak este diciembre. Me he decantado por la foto de los milicianos combatiendo en Damasco el 3 de abril, realizada por Mohamed Badra. Metidos en la oscuridad de una casa que es más ruinas y cascotes que casa, se contempla su escasez de medios contra el ISIS en una batalla que duró una gran cantidad de meses y contó con apoyo aéreo ruso. Una batalla donde se combatió por cada palmo de tierra que se pisaba, más que casa por casa, se combatió habitación por habitación de cada casa. Y mientras en Siria pasaba eso, en Irak tenemos la imagen de la reconquista de Mosul por tropas irakies y kurdas el 10 de julio. La foto que captó Felipe Dana nos muestra a los primeros soldados del ejército regular irakí que logró pasar al otro lado de la orilla del río que divide la ciudad tras semanas, meses, de combates enquistados para poder lograrlo. En la batalla de Mosul fueron los kurdos quienes más esfuerzos bélicos y sacrificios realizaron contra el ISIS, con apoyo aéreo estadounidense, estaban coordinados por las tropas regulares irakíes, pero el control de las orillas del río fue una carrera de fondo para poder asentar los intereses particulares de cada parte de cara a la gestión de la victoria posterior. La batalla fue tan cruenta que no había momento para poder enterrar ni encontrar a los muertos, ni para desactivar todas las bombas ocultas. La ciudad olía a muerte y los cadáveres putrefactos contaminaban el agua que beber. Peor aún, la entrada aliada tras tantas atrocidades cometidas por el ISIS se hizo dejando hacer libremente a irakíes y kurdos, lo que supuso, según testigos del lugar y agencias no gubernamentales, que se cometieran ajusticiamientos extrajudiciales de venganza que alcanzaron niveles aterradores, hecho que no se informó en los grandes medios de comunicación más que en pequeñas columnas a modo de anécdotas.
Pero en el mundo ocurrieron otras cosas, células defectuosas a las que por primera vez se les pudo neutralizar posibles enfermedades hereditarias, parlamentarios venezolanos sangrando dentro del Parlamento, actores de Hollywood alterados por un error garrafal al leer el principal ganador del año, argentinos protestando por millones porque se les quiere quitar sus pensiones públicas de jubilación, varios meses de protestas laborales marroquíes represaliadas con gran dureza, el último criminal de guerra de la Guerra de Bosnia-Herzegovina suicidándose con veneno en el Tribunal de la Haya, mujeres deportistas acumulando premios de manera excepcional en lo que es el deporte en general... En Kenia, uno de los países más tranquilos del África subsahariana, fue año de elecciones democráticas. Hubo un gran número de fotos llamativas de enormes colas de gente esperando para ir a votar, mujeres con vestidos muy vistosos votando, algunas con trajes de tribus arcaicas... Sin embargo, hubo un fraude electoral y, aunque el ganador dijo que todo era correcto, la gente se echó a la calle a protestar. El gobierno, que era del partido ganador, mandó a la policía antidisturbios contra ellos en los dos días siguientes. La violencia se instaló en el país mientras los organismos internacionales dictaminaban que sí había habido fraude. Los muertos y los heridos estaban en las calles, pero el gobierno reculó y reconoció las irregularidades. El gobierno hubo de cambiar de partido. B.C., de Associated Press, captó a un hombre de las protestas que se entrega a los antidisturbios de Kenia el 11 agosto rodeado de una enorme nube de gas utilizado contra los manifestantes que, por el mismo humo, no se pueden apreciar en la imagen. Hay más mundo en el mundo.
En España también había donde elegir, las de la contaminación, las de la sequía por el cambio climático, las de Urdangarín condenado por la justicia o las de la moción de censura fracasada de Podemos contra el gobierno. Todos estos acontecimientos dieron pie a muy buenos trabajos de nuestros periodistas gráficos, pero si algo define al 2017, aparte de los problemas ecológicos, es el proceso independentista catalán. Indiscutible. La cantidad de fotografías de estos hechos en cada uno de sus momentos son dignas de crear todo un volumen fotográfico donde el testimonio es amplísimo. Yo me he decantado, con dificultad, por elegir una que me parece muy simbólica de todo este proceso, la de la manifestación de estudiantes en la Plaza Cataluña de Barcelona el 29 de septiembre, a un día del referéndum convocado sin garantías democráticas por el gobierno catalán (expliqué el porqué de ese hecho en la Noticia 1741ª, siendo crítico con ambas partes), la foto la realizó Claudio Álvarez. Un estudiante ondea una bandera independentista subido a una señal de tráfico, rodeado de otros estudiantes con banderas. El momento álgido de euforia aún no sabe de las cargas policiales que habrán el 1 de octubre, ni de los encarcelamientos, la ida de Puigdemont a Bélgica, ni mucho menos de que la proclamación de la República Catalana durará 8 segundos y supondrá la anulación del gobierno catalán para ponerlo en manos del gobierno central hasta la celebración de unas elecciones autonómicas el 21 de diciembre. Serán estos estudiantes los que llamarán a Puigdemont "traidor" cuando creían que no proclamaría la independencia, su presión será fundamental para que el presidente catalán optara por aquellos 8 segundos de independencia que provocaría la debacle que no deseaban. Pero las elecciones del 21 de diciembre, a pesar de que da la mayoría absoluta de nuevo a un bloque en el que se unieran los tres partidos independentistas, dieron por resultado el ascenso de Ciudadanos como partido más votado. Inés Arrimadas, de Ciudadanos, se transforma así en la líder política catalana más votada, con sus ideales de unidad y liberalismo altamente beligerante con las clases trabajadoras, las mismas que la votaron por razones de nacionalismo. Cuando el 7 de septiembre el Parlamento catalán debatía y votaba sobre la ley que abriría formalmente el proceso de independencia, o sea: el del referéndum del 1 de octubre que la Justicia española prohibió, se produjo una imagen muy significativa y que a estas alturas de final de año puede ser alegórica de la situación actual. La diputada Inés Arrimadas suplica desde un plano inferior a la Presidenta del Parlamento catalán, Forcadell, que se presentará por ERC en diciembre, el tercer partido más votado. La imagen recoge en símbolo dos bloques: el independentista y el unionista, más allá, recoge la imagen de dos personas que en diciembre de 2017 se ven en la tesitura del futuro gobierno de Cataluña con posturas altamente opuestas. Una de ellas con más posibilidades de gobernar, la otra, la más votada, imposibilitada de gobernar porque, simplemente, nadie ganó claramente las elecciones de entre los bloques. La foto la captó Manissiliano Manocri.
Y de entre las fotografías no puede faltar una del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos. Probablemente es el presidente que más fotos extraordinarias nos da. Algunas muy burdas, otras más serias. Comiendo hamburguesas en la Casa Real de Arabia Saudí, reconociendo Jerusalén para instalar la embajada estadounidense en Israel, derogando leyes y retirándose de tratados internacionales, acusaciones de espionaje ruso a su favor, peleándose con sus colaboradores más cercanos, enfrentándose verbalmente con Corea del Norte, intentando hacer fuertes apretones de manos con los líderes europeos... Los fotógrafos tienen con él una mina de oro, todo lo que hace lo hace físicamente de tal modo que da pie a una imagen simbólica, alegórica, espectacular, irónica, sarcástica, ninguna tiene desperdicio. Quizá sea el presidente norteamericano que de seguir a este ritmo legue a la Historia el álbum de fotos más interesante desde Kennedy. Personalmente me hayo enamorado profundamente de una imagen que se publicó el 1 de marzo en la prensa. Donald Trump y su asesora Kellyanne Conway recibieron en el Despacho Oval de la Casa Blanca a múltiples líderes universitarios africanos. El acto solemne se celebraba justo en ese despacho desde el que se dirige el mundo y que para los estadounidenses es tan intocable y formal como el salón del trono de Reino Unido. Todo lo que ocurre allí implica una solemnidad que ni el humor de Obama con su familia había roto. Sin embargo, mientras todas estas eminencias de las Universidades africanas eran recibidas por Trump, Kellyanne decidió estar en uno de los sofás de invitados como si fuera el sofá de su casa, con una postura tan familiar como propia de las fotografías de revistas eróticas. El hecho levantó una polémica que para Europa no pasaba de las bromas intrascendentes y para Estados Unidos eran un flamante escándolo por la falta de respeto al lugar, al acto solemne y a los invitados. La foto la hizo Brendan Smialowski. Me tiene enamorado esta imagen, aunque he de reconocer que no sé si por lo que desprende de la personalidad del equipo de gobierno Trump, si por lo simbólico de cómo se toman al resto del mundo o, sinceramente, por sueños desde la adolescencia que recoge Kellyanne.
Como siempre: las fotos se amplian pulsando sobre ellas.
Saludos y que la cerveza os acompañe. Por cierto:
Feliz Año Nuevo.
Paz, Felicidad, Deseo y Arte.
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