viernes, mayo 31, 2024

NOTICIA 2321ª DESDE EL BAR: DE QUÉ VA LA REGENERACIÓN DEL PERIODISMO

Jimina Sabadú escribía el pasado 20 de mayo en el diario El País: "Me contó un amigo, hace casi dos décadas, que estaba haciendo un casting para un concurso. A los 'feos' los buscaban en la sección de cómics y fantasía de una conocida tienda del centro. Les animaban a participar porque 'eran listos'. A los 'guapos' no sé dónde los buscaban, pero sí sé que les hacían un test de cultura, y que se preguntaba, por ejemplo, quién era Margaret Thatcher. Si alguno respondía por casualidad que 'la Primera Ministra de Inglaterra', se les desterraba. A los que respondían 'actriz' o 'diseñadora', se les pasaba de fase". En el programa televisivo Más Vale Tarde, de La Sexta, su presentadora, Cristina Pardo, ha declarado numerosas veces por un lado su ser hipocondriaco y por otro lado su ser desconfiado y receloso de las tecnologías informáticas. No lo digo yo, lo ha dicho ella muchas veces a lo largo de estos años. Cada vez que aparece una noticia relacionada con la salud o con Internet sabes con total seguridad que el punto de vista del enfoque informativo va a ser a la contra o a la desconfianza. Es sistemático, aunque esto no lo dice ella ni su equipo, pero si eres telespectador con cierta frecuencia, lo ves. En Cadena SER por las mañanas, a lo largo del programa Hoy por Hoy y el respectivo que le sigue (en mi caso es Alcalá de Henares o Madrid, depende de dónde me encuentre), suele ser habitual la aparición de periodistas que a la hora de recomendar o de hablar de libros sólo o mayoritariamente hablan de los que ellos han escrito o de los que han  escrito sus amigos. Esto es común, se reproduce en los telediarios de todas las cadenas de televisión y en el resto de cadenas de radio, hasta en los periódicos. Crean así un algo cerrado como un búnker dónde sólo ellos venden su pescado y además quieren aparentar que sólo ellos saben cosas, aunque suele ser habitual que cuando alguien que no es periodista pero sí se dedica al campo X del que hablan tiene oportunidad de decirles alguna cosa, siempre algo amable, se les nota enseguida una falta de conocimientos o datos, a veces básicos del tema que hablan. Siempre me resultó gracioso que durante dos años en Alcalá de Henares hubo una persona que recomendaba libros una vez a la semana y, fuese el tema que fuese, su libro, una novela, siempre era idóneo, literalmente. 

En las tertulias de noticias, sean de actualidad o del corazón o de cine o de lo que sean, existe la figura del polemista. Nunca se le menciona al público, pero quienes contratan a los colaboradores de la tertulia saben que alguien debe ejercer de polemista, para que la tertulia tenga discrepancias que mantengan al espectador o al oyente pegado. El polemista a veces es contratado a sabiendas de que se le contrata para eso, por ello, en algunos casos, aunque esté de acuerdo o casi de acuerdo con el resto, él o ella hace de abogado del diablo y defiende lo indefendible, se le paga para eso, pero el espectador no lo sabe, se lo cree y entra en el juego... y se va creando opinión pública.

Yo menciono estos casos porque los conozco al ser espectador, lector y oyente habitual. Yo nunca he ocultado ser de izquierdas, por eso estos casos los conozco mejor, por su línea editorial, que me es más acorde en interpretaciones. Leo todo tipo de prensa de todas las tendencias, de todas, pero ese artículo me pareció muy significativo. Desde que el presidente Pedro Sánchez se tomara cinco días de reflexión a finales del pasado mes de abril se ha abierto un debate sobre la regeneración del periodismo, ya que él abrió una puerta a emprender una reforma que evite las falsas noticias y los noticiarios que en realidad no eran noticiarios, sino generadores de opinión a modo propaganda, a veces falsa. Desde que esto ocurriera, en todos los periódicos de todas las tendencias, en televisiones y en radios sólo escucho a periodistas de grandes medios dando ideas que en realidad blindarían los intereses de las grandes empresas de noticias, pero eso, personalmente, creo que es altamente contrario a la libertad de prensa, a la de expresión y a la propia de opinión, porque no nos confundamos: todo genera opinión. Y si no, ¿de qué aquella persona que seleccionaba concursantes televisivos buscaba construir y reforzar el tópico y relato popular donde los feos son listos y los guapos tontos? Se olvidan, por otra parte, que existen lo que se llama "periodistas ciudadanos", el término no es mío, ni siquiera se ha inventado en España, viene del mundo anglosajón. Se refiere a personas que no siendo periodistas usan los medios de los que disponen para informar, normalmente de manera altruista o que no cobran dinero alguno, de aquellos temas y puntos de vista que el periodismo más leído y profesional no informan. Los fanzines en papel están en eso, pero en las últimas décadas se ha potenciado con Internet. No obstante hay que recordar que algunas de estas personas se han transformado en casos conocidos, a costa de informar sobre temas ecológicos o sobre dictaduras en las que viven. Pero no hace falta ser famoso ni a gran escala, incluso se pueden dedicar a cosas culturales, de su municipio, de deportes o ligas deportivas que no aparecen en otros medios, lo que sea. 

Una de las cosas que se trata de decir en los debates que escucho, leo o veo estos días es aquel que quiere diferenciar qué es un informativo y que no, quieren delimitar qué es un periódico y que no, con referencia a algunos periódicos digitales que, mejor o peor trabajados, lanzan ideas normalmente acordes a la extrema derecha o a una derecha tendente a señalar conspiraciones de izquierdas que no existen. Algunos de estos periódicos, hay que decirlo todo, cuando han publicado un error, han pedido disculpas, aunque eso no se ha solido difundir tanto como el error, de hecho algunos de esos errores los usan una y otra vez los diputados en el Congreso o los senadores en el Senado, así que los propios políticos a veces hacen de altavoz de la desinformación. Así pues, más bien, reconociendo la libertad de expresión, de opinión y de prensa, por tanto: reconociendo la pluralidad ideológica de cada medio, lo que habría que hacer es educar a la ciudadanía en reconocer que es un periódico, qué es una revista, que es un reportaje, qué es un artículo, que es un artículo de opinión, que es un telediario, qué es una tertulia, qué es una entrevista, que es una bitácora o blog, qué es un periodista profesional y cual es un periodista ciudadano, que es un influencer (influenciador), qué es insulto o una actitud de insulto o difamación, etcétera. Es más, hace años que se ha catalogado como informativo tanto a telediarios y partes radiofónicos, como a programas de opinión y tertulia. A menudo estos programas se han lanzado a mantener la atención constante de los espectadores dando meros titulares, normalmente sensacionalistas, igual que en Internet no se busca que leas la noticia, sino que pulses en la noticia para cobrarles tu visita al publicista. Cuanto más polémica crean, más espectadores generan... quizá ese tipo de programas son los que hay que diferenciar como que quizá eso, aunque tenga noticias, no es exactamente un informativo, sino un producto de entretenimiento, de charla como de bar. Te puedes informar también por programas de humor, pero los chistes y las opiniones, aunque te enteres de la noticia con ellos, son eso: chistes y opiniones expresadas con humor. 

Hay que diferenciar también entre lo que son medios públicos y los que son privados, pues las motivaciones de unos y otros no son las mismas. En los privados hay que hacer negocio, en los públicos esto no es necesario. Y eso tiene sus consecuencias en sus informativos.

Algunos de los programas de tertulias políticas más vistos han usado informaciones a sabiendas de ser falsas, nunca corrigieron, ni pidieron perdón, ni destituyeron a nadie. Estoy recordando el caso Villarejo y varios periodistas afamados y que siguen en sus sitios, uno de ellos con cargos importantes en su cadena televisiva. Así pues, en este debate tal vez la voz exclusiva de los periodistas de los grandes medios no es lo único que se deba tener en cuenta. Pretender que sólo tengan el control de la información las grandes o medianas empresas de noticias, a menudo con intereses económicos por las subvenciones o por los que contratan publicidad o les financian, es eliminar una gran cantidad de voces que, incluso desconocidas, son legítimas. No iríamos bien eliminando voces. 

El mismo 20 de mayo, en el mismo periódico El País citado, Jesús Maraña publicaba un artículo de opinión  al respecto donde desarrollaba siete puntos como propuesta de regeneración: 

1.- Diferenciar qué es periodismo y qué no es periodismo. Qué es un informativo y qué es un producto de entretenimiento que usa noticias. En principio parece lo que he dicho antes, lo que es útil, pero al poner el punto de vista Maraña en diferenciar periodismo de lo que no es periodismo, pudiera creerse que quiere blindar sólo a los medios de comunicación de las grandes empresas. Eso puede ser un grave error.

2.- Que la administración cree un organismo independiente que decida quién es periodista y quién no, y qué es periodismo y que no. Propone además que periodista sólo sea el que realizó la carrera universitaria o, en su defecto, lleve cinco años informando acorde al código deontológico del periodismo (el que se aprende en la carrera). Dice además que este organismo debe señalar y hacer sentir vergüenza a aquellos que se hagan pasar por periodistas o su medio por periodismo, si este no ha sido reconocido por ese organismo. Sobran las palabras del peligro que supone todo esto. Aunque alguna cosa, mejor definida, podría ser útil. Eso de señalar y hacer sentir vergüenza desde luego no parece muy acorde a la libertad de expresión ni a la libertad de prensa de nuestra democracia. Y ese deseo de señalar y hacer sentir vergüenza es lo que propone Maraña. Literalmente dice: "(...) puede y debe existir un órgano independiente con autoridad para avergonzar y sancionar a medios y periodistas que incumplan el código deontológico de este oficio". Básicamente con esto se podría perseguir a todo aquel que no esté reconocido oficialmente como periodista, como en otros tiempos en los que se requería ficha y permiso para ejercer, se puede comprobar en el Archivo General de la Administración (AGA), en documentación de 1939 a 1978. Yo le veo sus peligros, aunque alguna idea de este punto, mejor desarrollada, sin señalamientos que puedan suponer censura, acoso y ceses, puede ser útil siempre que se desarrolle dentro de la libertad. No se puede ignorar al llamado "periodista ciudadano". Los tiempos de 2024 no son los de 1900. Por cierto, algunas de las mayores mentiras de la Historia del periodismo aparecieron en los grandes medios, repásese la prensa española y estadounidense de 1898, por ejemplo, o cualquier periódico de países en tiempos de guerra, o cualquiera de los grandes periódicos españoles durante el periodo del 15M de 2011 y años siguientes referente a los movimientos que generó... o algunas de las grandes cabeceras españolas tratando los atentados del 11 de Marzo de 2004. Cuidado, que ser periodista de carrera y con procedimiento deontológico no garantiza nada. Por eso hay que afinar más y mejor.

3.- España es el tercer país de la Unión Europea que más oculta quién está detrás de las grandes empresas de comunicación con su dinero, en contra de lo que indica el reglamento europeo. Propone acelerar la aplicación de un reglamento ya existente para que exista la transparencia y así poder dar más o menos credibilidad a las noticias que aparecen en los medios que pertenecen a esas grandes empresas de comunicación, que por cierto, en España apenas dos o tres grandes empresa de comunicación acaparan todas las cabeceras de periódicos, televisiones y radios más leídos, vistas y escuchadas. Normalmente se defienden que tienen pocas cabeceras respecto al gran número de medianos y pequeños medios que no están integrados en ellas (municipales, en Internet, autonómicas y alguna nacional), pero lo cierto es que aunque eso es así, ellas como grande empresas tienen las cabeceras con más público, por tanto con más influencia social. Apenas están en manos de unos pocos y opacos. 

4.- Propone desacreditar a quienes se reiteren en dar noticias falsas a sabiendas y aplicarles el Código Penal como nuevo delito. Aquí podría haber problemas, porque una cosa es mentir a sabiendas, otra cosa es contar media verdad, y otra decir algo que no es cierto o no del todo cierto, pero te ha faltado información, cosa diferente es que si luego te das cuenta no corrijas. Este punto es delicado.

5.- Propone cortar la financiación pública a los medios que falsean sus datos de distribución o de audiencia o lectores, así como a los que dicen mentiras. Pero lo cierto es que muchos medios de comunicación locales sobreviven gracias a esas subvenciones, y a veces por aportaciones de partidos políticos, o eso parece. Pienso que hay que acabar con la opacidad y hay que regular esto, pero hay que tener cuidado en que no se transforme en un arma de represión contra los que dan noticias que no te gustan. En todo caso, que la administración pública o los partidos y sindicatos financien prensa, no siendo esta un órgano de comunicación propio, como pueda ser Mundo Obrero, del sindicato Comisiones Obreras, provoca un servilismo tremendo... y una distorsión y falta de información de la realidad. Especialmente en los municipios. En Alcalá de Henares, por ejemplo, se hace evidente décadas de algunos medios de comunicación especialmente tendentes a la derecha y/o extrema derecha posiblemente no tanto por afinidad, sino porque por ahí podría estar entrándole la financiación vía publicidad o cualquier otro modo legal. Una cosa es la línea editorial, lo que es legítimo siempre que la dejen clara, como el ABC como monárquico o El Salto como obrero y feminista, y otra cosa es que las noticias y su interpretación dependan de quien pague. En ese mismo sentido, en prensa nacional muchas cuestiones de problemas ecológicos o también de salud se han visto silenciados a fuerza de lo que pagan algunas grandes empresas cuyos intereses no pasan por informar de ellos. Con esto volvemos a lo dicho en el punto 3.

6.- Hay que reeducar a los periodistas en códigos éticos y morales ya que son los principales responsables de difundir mentiras o medias verdades, a menudo para contentar a un mayor número de público potencial, a las plataformas digitales y a los que pagan que son esas grandes empresas con claros intereses de difundir lo que más les convenga, normalmente en lo económico y en la política. Las noticias en el sector privado es un negocio y esto contamina a menudo el periodismo... y la gente en general no se entera de que los telediarios también son negocio.

7.- Reforzar los medios de comunicación públicos y protegerlos, ya que sus intereses no son empresariales.

El debate abierto, como se ve, es delicado y aunque debería haber comenzado por sí solo hace tiempo, ha empezado ahora por la acción personal del presidente de gobierno. Tiene numerosos peligros, tanto desde la política, como desde las grandes empresas de noticias y las que financian a estas, así como de la propia acción de los periodistas incapaces de separar sus intereses particulares de los generales que se supone que implica su trabajo. Recordemos lo dicho: todos esos periodistas y presentadores que solo hablan de sus libros y de sus amigos cuando sacan libros. No existen más. 

Otro problema serio es que sólo se dé cabida a un único punto de vista y de entender la vida, creyendo contrario a todo aquel que no coincida con exactitud. Esto no es algo sólo propio de valores conservadores, pues seguro que alguno ha pensado en la orientación de lo que se consideraba y se considera valores españoles desde el franquismo, más o menos perdurando en un grado mayor o menor según qué medios se sigan. También es algo generalizado en la izquierda actual, que tiende a señalar y despreciar, así como a censurar u obligar a la autocensura al que piensa contrario o al que, pensando en un sentido de izquierda, no coincide con los que tienen los grandes medios, que suelen coincidir con los postulados de los grandes partidos políticos, pero estos no lo son todo. Un ejemplo básico está en el propio Congreso la semana pasada en torno a la aprobación de leyes sobre prostitución. Mientras el PSOE quiere abolir la totalidad, Sumar reconoce que hay algunas personas que la ejercen por voluntad totalmente propia, sin proxenetas ni mafias, por lo que entiende que hay que regularla y dar garantías de todo tipo a quienes así opten, a pesar de que lo deseable sea la inexistencia de la prostitución. Al final el punto de vista es ese: hay que evitar la prostitución, pero el matiz está en reconocer o no que hay quien se prostituye por opción personal sin que sea forzada u obligada, y ante eso algo hay que hacer. El tema es peliagudo... pues vamos a un ejemplo clásico de la Historia de España. La primera ley del aborto en España la hizo una ministra anarcosindicalista durante la guerra civil, Federica Montseny. Personalmente ella era de la opción y creencia de que la maternidad realiza a la mujer, pero no se podía ignorar que hay mujeres que abortan, por lo que había que regular eso por ley para que hubiera garantías a mujeres y médicos o matronas. Esto la enfrentaba a otras visiones de la izquierda, de la derecha por supuesto, que consideraban que el aborto debía ser totalmente prohibido. La cuestión de todo eso a lo que nos atañe es que en los últimos años parece ser que si alguien opina diferente, ya sea a la contra de los que se creen en la superioridad ética y moral, o ya sea compartiendo objetivos, pero no formas, se le condena, o se le insulta, o se cree que es lo peor de lo peor. La autocensura se ha impuesto a costa de esto en nuestra sociedad. En parte han hecho mucho para ello tanto políticos como periodistas. Algunos telediarios, como los de Antena 3, o algunos presentadores de televisión y sobre todo de radio, ya sea la COPE, Onda Cero o la SER, lanzan campañas sociales y opiniones personales como si fueran sentencias contra las que no cabe ir en contra, ni matizar, ni cuestionar. Si alguna vez dan cabida a la opinión distinta o la matizada es para, a continuación, criticarla duramente como algo deleznable o erróneo.

Pero también tenemos que recordar que no sólo los espacios de noticias lanzan conciencia social. Recordemos también el inicio de esta entrada: seleccionadores de concursantes de televisión que eligen personas que refuercen ideas como que los feos son listos, los guapos son tontos, entendamos también por feos esos tópicos de belleza contrarios a los que llevamos gafas, tenemos calva o tienen obesidad. La gente que ve los concursos y creen que lo que ven es real, y hasta cierto punto lo es en cuanto a las personas seleccionadas, normalmente no entienden que eso es un relato construido por el propio medio de comunicación para reforzar una idea social que te tranquiliza y por ello te agrada y la sigues queriendo recibir, por tanto: consumir. Por supuesto los cánones de belleza o fealdad son subjetivos, y quien sea más o menos listo no depende de esos cánones físicos. 

Pensemos también que se han cambiado los paradigmas de los concursos de televisión, y eso también crea mentalidades. Hace muchos años el Un, Dos Tres, de Televisión Española, reforzaba las ideas de las parejas obreras heterosexuales, jóvenes y con una cierta belleza física y estilo que si bien no era de modelos, entraba dentro de lo común, sin sobresalir para bien o para mal en ningún  sentido. Normalmente, además, el trabajador por cuenta ajena era él, aunque alguna vez se mostró a una ella, aunque el hombre siempre trabajaba, lo de ella era opcional, aunque esto probablemente iba acorde con una sociedad que en general era así. Los concursos fueron evolucionando a concursantes que debían mostrar unos conocimientos prodigiosos en otros concursos, como si fueran héroes de la clase trabajadora, ignorados. Hacia el siglo XXI fueron desapareciendo las personas comunes como concursantes y comenzaron a aparecer famosos y millonarios realizando pruebas físicas o de actitudes que servían para hacerte reír, y aunque parecían humildes con ello, nunca quedaban mal, se reforzaba sus figuras. Luego vinieron los concursos donde nos mostraron jóvenes con culto al cuerpo y la estética, habitualmente muy deficitarios en conocimientos, a veces violentos, y siempre dispuestos a las pasiones básicas, como ocurría en Gran Hermano, de Telecinco. Ahora hay una mezcla de eso y los famosos, pero al contrataque hay otros concursos de "inteligencia", que en realidad son concursos de habilidad de la memoria o de habilidad para intuir una respuesta. Uno de los concursos más vistos en este sentido, yo lo veo a menudo, Palabras encadenadas, de Telecinco, trata a sus concursantes de gran inteligencia (por cierto, no cumplen los requisitos tópicos de modelos, lo que nos devuelve a lo del principio), pero en realidad más que inteligencia es una habilidad para relacionar determinadas posibilidades de relación de un término con una palabra. Habitualmente sus reflexiones son equivocadas, confusas, faltas de datos o directamente no tienen nada que ver con la respuesta, pero acumulan numerosos aciertos. No siempre es así, pero esto demuestra que no se trata de conocimientos, no importa el medio como se acierte, sino que se acierte, el fin, es un concurso de habilidades. Como si dices pulpo razonando que es un animal de compañía y, como decía el anuncio de televisión, te lo aceptan, porque la pregunta no es si con la "p" puedes decir un animal de compañía, sino si con la "p" puedes decir un animal inteligente y da la cosa que el concurso se refiere al pulpo, que es inteligente, pero no de compañía. Sin embargo, se fomenta la habilidad de acertar sea como sea y lo hacen pasar por inteligencia racional (a veces los concursantes no usan el raciocinio, ni aún usando razones equivocadas, les vale acertar si una palabra les viene por razones que no tienen que ver con la razón, si no por algo psicológicamente personal). Que conste que a mí este concurso me gusta, aunque soy consciente de lo dicho sobre cómo funciona, cosa que creo que otras personas no lo perciben, más que nada por conversaciones de bar que he tenido a veces con este programa de fondo. Reitero, se fomenta la habilidad de acertar sea como sea y lo hacen pasar por inteligencia racional. Se fomenta la idea de lograr el fin sin que importe el medio, el fin a toda costa, lo que viene de Maquiavelo. Eso también contribuye a cómo percibe la sociedad la realidad y cómo va cambiando esa percepción, la cual, luego, tiene su reflejo a la hora de reflexionar el entorno de la propia vida y las noticias que nos afectan.

Lo que se hace necesario es reforzar los estudios de Letras desde la mismísima Educación Primaria en adelante, No es que se tenga que reformar un sistema de informativos, es que hay que crear una sociedad pensante y consciente, capaz de discernir qué es qué... y quién le toma el pelo. Al margen de las ideas y las opciones que desarrolle cada cual.

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