domingo, julio 09, 2023

NOTICIA 2243ª DESDE EL BAR: INDIANA, CREED, RAMBO Y SUPERMAN

 Vista la nueva entrega de la saga de películas de Indiana Jones hoy me apetece escribir sobre películas que se han hecho actualmente como evolución de historias que comenzaron con gran éxito en la década de 1980 en el género de aventuras. Que han vuelto a modo crepuscular de los héroes o de las historias. Empiezo

Superman Returns: el regreso (Bryan Singer, 2006): Ahora que se proyecta crear una nueva entrega de Superman, y esta vez sin retomar sus inicios e incluso incluyendo a uno de sus mayores enemigos que hasta la fecha no ha salido en cine, Brainiac, cabe mencionar que la saga de Superman más célebre en cine, la iniciada en 1978 con el protagonismo de Christopher Reeve (Superman, Richard Donner, 1978), no tuvo su final en la cuarta entrega de 1987, donde se enfrentó a un supervillano manipulado por Lex Luthor. El accidente que sufrió el actor principal que lo retiró de escena, así como un nuevo modelo de superhéroe adorado en el cine, el de Batman, parecía que ahí quedó la cosa, pero no. Esta saga tuvo su continuación con un actor nuevo, Brandon Routh, que además era un admirador incondicional de este superhéroe. Parecía llamado a cumplir todo un sueño personal retomando él la saga, sin embargo, el público le tomó por un Superman sin carisma y sin el sentido del humor que gozaba el Superman de la década de 1980. No volvió a ser requerido para interpretar el papel y la productora decidió no volver a arriesgarse a rodar algo del superhéroe, por las pérdidas económicas, pero en 2013 le dieron otra oportunidad escogiendo por actor a Henry Cavill, un hombre con una cara tan característica que parecía sacada de los cómic. Volvieron a recomenzar la historia y a volverla a contar en El Hombre de Acero (Zack Snyder, 2013), la cual tuvo mucho éxito a pesar de que tenía un tono belicista y malhumorada, presentaba además a un Superman aparentemente al margen de toda emoción y tratando de entender a los humanos. Esta otra saga tuvo su continuidad y empalmó con Batman y después con la Liga de la Justicia, permitiéndonos poder ver en cine historias clásicas de cómic no rodadas antes, como el enfrentamiento entre Batman y Superman, la muerte y resurrección de Superman y la creación de la Liga. ¿Termina ahí? Pues no, ya he dicho que preparan una nueva entrega del superhéroe en solitario, pero este mismo año se ha estrenado, está en cines, Flash (Andy Muschietti, 2023), una historia que recoge la saga de cómic "Crisis en los mundos infinitos", en la cual se cruzan todos los mundos y alternativas de todos los superhéroes de DC. Efectivamente, aparecen todos los Batman y Superman creados hasta la fecha, por lo que resucita Christopher Reeve (nunca mejor dicho), así que incluso el Superman del que voy a hablar no sería el final de la saga de la década de 1980, ahora es cuando se cierra el círculo, en este 2023, como si hubiera sido ideado en 1978. La cuestión es que Superman Returns fue muy mal valorada, ya lo he dicho, pero comparativamente superaba a su antecesora, Superman IV: en busca de la paz (Sydney J. Furie, 1987). Entre 1987 y 2006 habían pasado muchos años. El propio Reeve, tras un accidente y muchos años tetrapléjico, había muerto en 2004. Las formas de narrar historias en cine también habían cambiado. Ahora, además, estaban de moda los antihéroes, y en cuestión de superhéroes se quería lo oscuro de Batman y lo espectacular de Marvel. El regreso de Superman narra la historia de otro cómic, el de su regreso al planeta Tierra. Así es. La película jugó con la realidad de que la última película fue de 1987 y que parecía imposible rodar sin Reeve, pero usaba un cómic en el que Superman regresaba a la Tierra porque... se había autodesterrado tras saber que habían muerto inocentes en sus acciones superheróicas. Surcó la galaxia buscando respuestas de su pasado en lo que se llamó Superman exilio, una historia que sería interesante en cine y no se ha rodado, aunque probablemente no sería entendida por no ser una historia usual de Superman en el cine. Este exilio es mencionado en el comienzo de la película como algo que ha ocurrido, pero no se explica, sólo se da por hecho que Superman ha regresado y que ahora retoma su vida como Clark Kent y como Superhéroe, mientras Lex Luthor está planeando otro plan que pone a la humanidad en un gran peligro ecológico y sísmico. El argumento no estaba nada mal y de hecho la historia no es mala. El problema era que eran otros tiempos, que Reeve seguía teniendo su peso en los espectadores, que el guión ya no usaba del sentido del humor y que además la película, de mucha duración, giraba en torno a la historia de amor con Louis Lane y las escenas de acción, casi reservadas para el final, aunque dignas, quedaron como algo que mucha gente recibió cansada de llevar un gran rato viendo un romance retomado. La carrera de Routh quedó malograda... y le afectó psicológicamente en una gran depresión. No era culpa suya. La película es muy digna, no me parece una mala historia, pero ni es el Superman carismático de la década de 1980, ni el Superman violento y enfadado de los 2010, pero eso no hace que su Superman fuera un mal Superman, es simplemente una historia incomprendida... pero, claro, mucha gente que no lee cómic no sabe ni que Superman estuvo exiliado con un problema de crisis existencial que le llevó a ser un paria en la galaxia... sin esa historia, esta del regreso queda coja, a pesar de que esta historia habla de la persona que lo abandona todo por un problema de salud mental y cuando sana debe retomar y coser todas las costuras rotas.

John Rambo: vuelta al infierno (Sylvester Stallone, 2008): El más digno de los regresos crepusculares. Hubieron otros como los dedicados a Predator, Allien o Terminator, pero este de Rambo era insospechado. Lo dirigió el mismísimo actor protagonista Stallone. La primera entrega, Acorralado (Ted Kotcheff, 1982), era una buena película basada en una novela antibelicista que narraba las secuelas psicológicas y sociales de los traumas de la guerra, pero para mucha gente pasó a ser todo lo contrario: una película belicista mala y exagerada. En realidad esa percepción belicistaa está injustamente volcada en esa primera entrega, pues la narración belicista y sensacionalista estuvo en realidad en las dos entregas siguientes. Con la tercera parte, estrenada en 1988, parecía completarse esta historia de un traumatizado en Vietnam que provoca un choque con la policía de Estados Unidos, pero que en esas dos otras películas se metía de lleno en la guerra encubierta estadounidense con su regreso como comando en Vietnam en tiempos de paz y luego en Afganistán luchando junto a los talibanes contra la URSS. Su regreso en 2008 nos muestra a un Rambo envejecido que se gana la vida de barquero en Tailandia, en un mundo hostil y duro, pero con una vida donde él no busca problemas. Esto cambia cuando estalla una guerra civil en Birmania y le encargan llevar a unos voluntarios humanitarios a ayudar a una aldea. La aldea será arrasada y ellos aprisionados, por lo que es contratado como mercenario para llevar a otros mercenarios a ese lugar y ahí empieza la particular justicia al margen de la ley de Rambo. Esta película rompe con las anteriores, aunque en cierto modo abraza el mensaje de la primera entrega. Aunque parezca mentira es antibelicista, ¿cómo? Pues porque en esta película Rambo, reticente a la guerra, recupera todos sus fantasmas y fanatismos en unos actos de violencia tan explícita y falta de heroismo que nos muestra incluso los efectos reales de un apuñalamiento, de una explosión o de calibres de bala enormes. Este canto a la violencia ultra sangrienta y deshumanizada nos muestra incluso el llamado minuto de locura que ocurre en los combatientes en pleno combate a vida o muerte. No es una película para los estómagos delicados. Con esto Stallone viene a decir que nos da una película de acción más, pero que la guerra no es esa cosa casi de aventura de los años 1980, sino esta otra cosa descarnada e indeseable. La cosa es que hizo tan buena crítica que se animó a hacer una quinta entrega en 2019, de nuevo con Rambo en Estados Unidos, pero esta vez en lugar de traumatizado, como un vengador por el secuestro de su sobrina por parte de una mafia mexicana. De nuevo gira a una historia de acción heroica, en lugar del rumbo de denuncia de la anterior. Sea como sea, la cuarta entrega, aunque es una historia simple, se transforma en un regreso decente al transformarse en una auténtica denuncia de la guerra mostrando lo que esta supone, aún con todas las exageraciones de lo que una sola persona puede hacer.

Creed (Ryan Croogler, 2015): Han habido tres entregas del personaje Creed, la última en este 2023, pero la primera me parece de lo más destacable, aunque las otras dos también son a tener en cuenta. Es la continuación de la saga basada en el boxeador Rocky (John G. Avildsen, 1976), protagonizada por Stallone. El personaje de Rocky será el principal durante seis entregas junto a su familia hasta 2006. Se nos narra ahí la historia biográfica de un joven de los bajos fondos de Philadelphia al que el campeón del mundo de boxeo, Apolo Creed,  le ofrece una oportunidad de luchar por el título mundial en lo que era un combate para ganar dinero en publicidad. A pesar de lo que mucha gente cree recordar, Rocky perdió el combate. Ganaría el título en la revancha que se narra en la segunda parte. A partir de ahí se narra la historia de la trayectoria deportiva y personal de Rocky, incluidas las crisis de éxito y las bancarrotas. Por narrarse se narra hasta su retiro de los combates, o su ancianidad viudo contando viejas batallas en su restaurante, mientras su hijo le tiene atravesado. La mejor entrega sin duda es la primera, pero la segunda película completa dignamente esa narración. En conjunto toda la saga tiene mérito, al ser toda la biografía de un deportista de élite. Si bien las entregas centrales tienen menos calidad, pese a ser entrañables, las últimas entregas son destacables al mostrarnos la historia de un hombre que teniéndolo todo, vino a menos y está sumido en una profunda depresión por absolutamente todos los aspectos de su vida. Creíamos en 2006 que ya estaba cerrada la historia, pero en 2015 apareció Creed. Rocky cedía su puesto a Creed. El hijo de Apolo Creed aparece en su vida y le pide que le forme como boxeador. Ocurrirá y muy notablemente. De repente se nos narra la formación de un nuevo boxeador desde una lógica de deporte, más que de enfrentamientos personales. Y llegaremos a ver en entregas sucesivas el fin de Rocky. La vida completa de Rocky llevada a cine. La película de Creed es una puesta al día del ascenso de una persona por su éxito personal en el deporte. Muy decente y muy recomendable, pues esta historia enraíza con toda la historia familiar de los personajes y de repente estamos ante una historia que entendemos bien porque conocemos todo lo que en esas vidas había pasado previamente. 

Indiana Jones y el dial del destino (James Mangold, 2023): La vi ayer en el cine. A ver, es crepuscular, sí, pero a los seguidores del personaje no nos la pueden vender como el final de Indiana Jones para que vayamos a la sala de cine. El buen seguidor sabe que Steven Spielberg, acorde con George Lucas, hicieron saber que todo lo que ocurrió en la serie de televisión Las aventuras del joven Indiana Jones (1992-1993) eran historias canónicas del personaje; esto quiere decir que era parte de la historia oficial de Indiana, por lo que todo ello ocurrió en su biografía y además debía cuadrar con todo lo que se narre en las películas. Si se hace memoria, en tal serie aparece un Indiana Jones tuerto y nonagenario, casi centenario, narrando sus batallitas de niño y de adolescente a todos cuantos incautos visitantes de un museo de Historia se paran a hacer caso a un señor mayor y muy hablador, como si añorase los tiempos de cuando daba clases en la Universidad y que no tiene otra cosa que hacer que pasarse el día en ese museo contando sus tiempos mejores. Sabemos por ejemplo que combatió con el ejército belga en la Primera Guerra Mundial. Como sea, Indiana Jones comienza en En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981) y se prolongó hasta 1989 en dos entregas más, siendo que en 1992-1993 su historia prosiguió en la serie de televisión citada. Realmente su regreso se produjo en El Reino de la Calavera de Cristal (Steven Spielberg, 2008), pero es ahora, en 2023, cuando lo hace de manera crepuscular, con permiso del entrañable (y presumiblemente falto de compañía) anciano de la serie. Vistas las cuatro películas, dejando al margen la serie de televisión, para mi gusto quizá sea la más floja e invito a revisar la anterior, pues pese a las malas críticas que tuvo, creo que tiene un ritmo y una historia más valorable de lo que se le valoró en su día, a pesar de que había cosas del personaje que a muchos no nos cuadraba ni nos cuadra con la personalidad del Indiana Jones tanto de las películas de 1980 como de la serie de los 1990. En el ritmo de la actual hay un notable desequilibrio respecto a todas sus antecesoras y, un poco encubierto, guiños a cosas de las otras historias. Incluso la banda sonora parece desarrollada a desgana, a repetición sin pasión, pero es que John Williams también tiene ya una importante edad como para jubilarse, 91 años, y no ha parado de dirigir este tema por todo el planeta en innumerables conciertos. La historia se ubica ahora en el momento justo en el que el profesor Jones tiene que jubilarse en 1969, coincidiendo con las celebraciones de la llegada a La Luna, por cierto, otro desarreglo en su biografía no explicado como en la anterior: siendo un apasionado de la Historia, no le interesa nada ese acontecimiento. Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, se encuentra peleando con el ejército nazi por una falsa reliquia arqueológica, la lanza de Longinos, dentro de un tren (sin ser nazis, ¿os suena este comienzo de película? seguro que sí). En el tren encontrará otra reliquia, aunque rota, que no es una falsificación, un dial invento de Arquímedes. La pelea resulta algo irreal por aquello de las leyes de la inercia y de la gravedad, pero si uno hace de tripas corazón se puede perdonar. Se nota sin embargo que no dirige Spielberg, sino Mangold. Por cierto que Spielberg llegó a afirmar en su día que se avergonzaba de retratar el problema nazi a modo intrascendente en Indiana, de ahí La lista de Schindler o Salvar al soldado Ryan. La cosa es que el pasado regresará a él en 1969 para recuperar la otra parte perdida en Europa y de ahí completar una aventura, esta vez no buscada por el arqueólogo (¿os sigue sonando el argumento? seguro que sí). Se meterá en cuevas llenas de insectos, cuevas con líquidos que no son agua, un aparato antiguo con poderes inimaginables capaz de cambiar el rumbo de la guerra mundial (pues puede saltar en el tiempo), un nazi con gafas redondas, aviones que se van a estrellar, un Indiana que alardea con el látigo y le responden sacándole armas de fuego, un adolescente de cultura no anglosajona como aliado (marroquí)... (¿os suena todo esto? seguro que sí). Bueno, no todo es eso, alguna parte recuerda a Tintín, el rodado por Spielberg, perseguido por calles del Norte de África... y un personaje viste gorra de Corto Maltés... Como sea, no os dejéis engañar por esto que os escribo, en realidad todo cuadra bien. La cosa es que la película, para mi gusto, se anima a partir de la segunda mitad del metraje. A pesar de que he desvelado cosas, no voy a desvelaros el argumento ni lo que ocurre. De lo mejor que tiene el metraje es la dirección artística. El choque entre aquellos años de 1930 y esos otros 1960 de sociedad de consumo es perfecto, la ambientación es exacta, incluso en los comportamientos de los figurantes, con actitudes y costumbres propias de aquellos años. La película reincide en la idea de las personas que habiendo hecho grandes cosas en su vida son ignorados y ninguneados llegados a la ancianidad, pero no sólo eso, también un joven marroquí que ha vivido grandes historias, es tomado por un don nadie por un grupo de turistas. Juega con la denuncia de los prejuicios de las personas y de las prepotencias de la juventud. Incluso el personaje nazi se permite decir, ya anciano y olvidado su pasado, la pregunta de quién ganó la guerra a un botones de hotel de raza negra que le sirve a él en una habitación de lujo. La película toca rozando la guerra sucia estadounidense con sus servicios secretos y con el uso de nazis en la fabricación de cohetes. Pero la película va de ese momento crepuscular donde Indiana comienza a tener sus achaques y su evidente quedada en tiempos mejores, cuando las alumnas le admiraban y ahora no. Con las carnes flojas llama la atención a sus vecinos por la música alta, o bien sigue teniendo en gran estima a viejos amigos que ya no están en las condiciones que estaban pero él cree que sí. Es el choque del Indiana Jones de otra época con su edad anciana, viendo otra oportunidad de aventura... pero esta vez por la cabezonería de la necesidad de que los objetos de museo estén en el museo... lo que nos lleva al anciano charlatán de la serie de los 1990. No es mala película, pero sí debería dar por completada la saga junto a la serie. Ahora bien, ya que nos metemos en lo crepuscular, hubiera sugerido ir de lleno, ir con todo, no a medio camino... y ya que de nonagenario es tuerto, pues... ¿por qué no? En algún momento debe ser... haberle dejado tuerto. Hay épica aventurera y humor, pero es sobre todo la muestra de un héroe fuera de su tiempo que aún tiene algo que decir... y en el fondo los espectadores éramos un poco eso, pocos jóvenes en la sala, muchos cuarentones que fuimos niños en los 1980 con él... En la calle, los jóvenes con los que yo hablo, me dicen no interesarles Indiana Jones... pues eso, de eso va la película, y eso va con nosotros.

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