martes, junio 03, 2014

NOTICIA 1351ª DESDE EL BAR: EN TIEMPOS DE FELIPE VI

En el día de ayer ha abdicado del trono español Juan Carlos I. Hoy, el día siguiente, en el cual se convoca extraordinariamente a las Cortes para crear la ley orgánica que lo hará legalmente posible, se publican los datos del paro en España del mes de mayo, curiosamente es la cifra más generosa de todas las cifras que han habido desde que estalló la crisis en 2008 en cuanto a creación de empleo. Como en política nada es gratuito ni casual, simplemente, no me creo las cifras del paro publicadas, y me las tomo como propaganda del Estado, sobre todo teniendo en cuenta que miles de españoles se lanzaron a las calles de todas las ciudades españolas para pedir un referendum sobre si queremos tener Monarquía o República, que no para pedir directamente la República. 

Desde la fundación del Reino Hispánico en torno a 1476 pocas veces ha ocurrido algo así. Con la dinastía de los Austria, nunca. Con los Borbones es matizable. El primero de la saga, Felipe V de Borbón lo hizo en 1724, pero tuvo que regresar al trono tras la muerte prematura de su hijo Luis I de Borbón. Carlos IV de Borbón abdicó en favor de su hijo Fernando VII de Borbón en 1808, quien fue forzado a abdicar en favor de Napoleón Bonaparte, quien le dio la corona a su hermano José, pero Fernando VII se arrepintió más tarde y no reconoció su propia abdicación. José I Bonaparte fue depuesto en 1814. No abdicó por voluntad propia. Isabel II de Borbón no abdicó en 1868, fue forzada a irse, renunció a sus derechos en 1874 en favor de su hijo Alfonso XII de Borbón. Amadeo I de Saboya abdicó en 1873 en favor de la I República. Alfonso XIII de Borbón no abdicó, pero renunció a sus derechos en 1931 en favor de la II República. Juan de Borbón no abdicó, renunció en favor de su hijo Juan Carlos en torno a 1969, sobre todo en 1975. Y todo esto sin contar a aquel Carlos de Austria de 1714 o a la rama de los carlistas borbónicas del siglo XIX, que por una parte de españoles fueron reconocidos como únicos reyes de España en su día histórico. Así que, como se puede ver, aunque los borbones han tenido más renuncias que los Austrias, no son muy dados a la abdicación voluntaria. Pero los tiempos cambian y hasta los Papas renuncian a su cargo en nuestros días.

Ayer esta bitácora recibió una cifra enorme de visitas directas a pesar de que yo tenía publicada una entrada sobre otros asuntos históricos acerca del asesinato de Andreu Nin en 1937 y la posible ubicación de su tortura en Alcalá de Henares. Tal entrada apenas había levantado la curiosidad de los lectores, aunque a mí me parece un tema apasionante, la avalancha de lectores se produjo pasada la primera hora de la abdicación. He de creer pues que muchos buscaban mi opinión sobre tal asunto. Como la entrada de Nin tenía apenas menos de doce horas, decidí no cambiarla. Aparte, quería tener la serenidad de comentario que otorga el paso de un día entero. A lo largo de ayer también recibí a modo personal, en carne y hueso, numerosas preguntas sobre qué me parece a mí el reinado de Juan Carlos I o bien el advenimiento de una República. Respondí muy brevemente en cada ocasión. Yo también me manifesté ayer en petición de aquel referendum sobre Monarquía o República. Si que es cierto que como tenía calor me compré un refresco de Coca-Cola, alguien me vio con ella y se dirigió hacia mí para reprocharme que bebiera Coca-Cola y pidiera República a la vez. Es una nimiedad idiota, pero en los detalles están los grandes asuntos, que dicen los ingleses. Uno puede estar a favor o en contra de respetar el boicot a Coca-Cola por aquello de los despidos, también es verdad que los que se ponen a favor también podrían haberlo hecho cuando sabían que agotaba el agua de pueblos de India para su fabricación, es otro asunto. La cuestión es que contesté que qué tendría que ver beber Coca-Cola con la República. Entonces la persona me dijo como paternalista que me iba a dar lecciones: "¿te lo cuento?". En ese momento decidí darme la vuelta para seguir hablando con mis amigos. Y es que esto es un muy grave problema: la República ha de ser de todos o no será. La República es democracia. La República no es patrimonio ideológico de una tendencia o de un partido o de un sindicato. Quien no lo quiera entender, lo único que hará, aunque no lo crea, es echarla a perder. Y es ahí donde debería empezar toda la pedagogía a favor de una República. Y si esta fracasa, fracasa la República.

¿Que qué me ha parecido a mí el reinado de Juan Carlos I?, me preguntaban muchas personas ayer. Y yo preguntaría hoy, ¿y a ti? ¿Qué te ha parecido a ti? Uno puede dar una visión como historiador, y también como afín a la República, son dos visiones distintas, pero podría, claro, ¿por qué no? Pero, ¿es que acaso España no es el país donde vivimos todos y todos hemos formado opinión de ella? Repasos al reinado de Juan Carlos I los va a haber estos días en todos los sitios. Y repasos al reinado por mí parte los he dado por escrito y hablados en numerosos lugares, algunos rastreables. Quizá, para quien quiera un repaso biográfico crítico a su reinado, publica uno hoy el periódico quincenal Diagonal

Juan Carlos de Borbón nació exiliado mientras en España se desarrollaba una guerra civil. Su familia se había exiliado a partir de la proclamación de la II República en 1931. Su abuelo Alfonso XIII había elegido para ellos vivir en Roma, en aquella Italia de los fascistas gobernados por Mussolini, después de haber dado el visto bueno desde 1923 a la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que no era fascista pero simpatizaba con sus formas. Cuando estalló la guerra civil en 1936 porque la derecha quiso dar un golpe de Estado, su padre don Juan de Borbón incluso se había escapado a España para combatir al lado de los partidarios de Franco, pensando que luchaban por restaurar la monarquía. En ese contexto nació él en 1938 en Roma. La cosa no queda ahí, porque don Juan de Borbón discutió con Franco. Franco veía en la monarquía borbónica los mismos males que habían visto los republicanos. Además, sus simpatías en ese momento estaban del lado del fascismo, que en España lo representaba Falange Española, la cual no era monárquica. Don Juan tenía muchas restricciones para pisar España. Igual que Fal Conde, representante de los carlistas, había sido exiliado por Franco. Don Juan decidió trasladar a su familia cerca de España al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939. Se fueron a Estoril, en Portugal, donde había en marcha otra dictadura de derechas, la de Salazar, que había contribuído con tropas a la victoria de Franco. Se trasladarían allí en torno a 1940, más o menos. En 1945, con la guerra mundial muy evidentemente acabada a favor de las democracias, don Juan escribió una carta manifiesto, donde hablaba de su deseo de reinar para todos los españoles creando incluso un gobierno de concentración nacional en el cual los exiliados dejaran de serlo y todos los españoles pudieran gozar incluso de algunas garantías democráticas. Eso le alejó totalmente de Franco. La República en el exilio tomó entonces las riendas de las conversaciones y en 1947, con gran escándalo para muchos exiliados, una comisión del gobierno republicano exiliado que avalaba el PSOE anticomunista de Indalecio Prieto, se reunieron con don Juan en San Juan de Luz, en Francia, cerca de España. Allí hablaron de crear una monarquía parlamentaria y democrática. Tendría sus restricciones en cuanto a algunos partidos políticos, eso también es cierto. La cuestión es que Prieto solicitaba que el infante Juan Carlos fuera educado por republicanos exiliados, o al menos en su entorno. Sin embargo, don Juan jugaba con dos barajas de cartas diferentes y en secreto. Franco en 1947 proclamó que España era un reino, aunque no tenía rey, el rey lo designaría él. Don Juan conversó también con Franco, y este le dejó la puerta abierta para que su familia estuviera entre las que optarían a ser designados reyes de España, pero para eso debía ser él quien educara a Juan Carlos. En 1948 llegaron a ese acuerdo. Indalecio Prieto declararía públicamente que le habían puesto unos cuernos que no entraba por las puertas del Congreso, y se retiró de la política. Don Juan no podía pisar España, así que Juan Carlos se educó al lado de Franco pasando su infancia y su juventud lejos de su familia. Quizá es a partir de ahí que se formó en él una personalidad estoica. Tenía diez años de edad.

A España le habían arrebatado de golpe una República que había proclamado de forma pacífica tras unas elecciones en 1931. Una experiencia democrática que había traído la igualdad de la mujer en la educación, derechos y el mundo laboral, que había traído la extensión de la educación, la separación de Iglesia y Estado, un intento de repartir las tierras de cultivo, la libertad de expresión y de imprenta, reformas laborales muy importantes a favor de los trabajadores, etcétera. La guerra de 1936 y las represiones de 1939 extendidas hasta 1948 en su etapa más sangrienta fue muy traumático. Se destruyó buena parte de la cultura y de las voces republicanas. Se inició una etapa de adoctrinamiento acerca de la perversidad de la República que hoy día aún pervive en muchas mentalidades, especialmente en aquellas altamente católicas. La dictadura de Franco era obvio que no tenía por primera intención restaurar la monarquía de Alfonso XIII en la figura de don Juan de Borbón. No tenía la intención de restaurarla. Su origen nacionalcatólico tenía sus raíces iniciales hundidas en el fascismo. La proclamación de España como reino sin rey en 1947 respondía a los intentos de Franco por dejar de ser un país aislado de la comunidad internacional, cosa que logró plenamente desde 1953, con el reconocimiento de Estados Unidos y del Vaticano. Que no tuviera rey el reino significa que no se iba a crear una Restauración como ocurrió en 1874. A pesar de que algunos telediarios han llamado ayer al reino de Juan Carlos como Restauración, está mal dicho. No se dio una restauración. No se restauró la monarquía. Ni se devolvió la Corona a su heredero, ni se reimplantaron las Cortes propias de Alfonso XIII. No se restauró. Iba a haber monarquía, pero de otro cuño a pesar de que los posibles candidatos eran la rama alfonsina, la rama carlista e incluso la propia familia de Franco.

Se empezó así una carrera entre los candidatos para que Franco les eligiera como sucesores. La familia de Franco quedaba descartada por sí misma, a pesar de que se buscaban matrimonios con casas nobiliarias. Los carlistas estuvieron muy bien posicionados durante mucho tiempo. Tenían en sí todos los valores propios de la dictadura por vía del catolicismo más extremo. Problema de ellos: se dividieron en dos ramas. Por un lado una rama que empezó a hablar de crear una monarquía parlamentaria con partidos de derechas, y por otro lado otra rama que se mezcló, aunque parezca mentira, con ideologías de izquierdas casi comunistas... estos segundos fueron exiliados. La rama alfonsina, representada por Juan Carlos, jugó la baza de hacer las cosas como le gustaba a Franco: de modo autoritario y militar. Además, buscaron un matrimonio con una familia Real que había apoyado a otra dictadura militar, la griega. Juan Carlos se casó con Sofía en 1961. Y empezaron a tener hijos, lo que significaba poder tener sucesión garantizada. Así que Franco le designó heredero del gobierno a título de Rey en 1969. A partir de ahí, Juan Carlos pudo desarrollar en secreto sus intenciones de crear una monarquía parlamentaria para todos los españoles, tal como había planeado su padre en 1947 como segunda opción a Franco. Pero también es aquí donde surgen muchas dudas y discrepancias entre los historiadores sobre si esto es real. Quizá no se sepa hasta que no se puedan consultar sus archivos.

Como sea, dejando este tema para los múltiples artículos y reportajes que se van a publicar en otros lugares estos días, la verdad es que la Transición española es incomprensible sin... sin la gente común de la calle. Normalmente se ha puesto como protagonistas a Juan Carlos I y a Adolfo Suárez. Y muchas veces no se reflexiona que poner esa importancia en ellos responde también a una propaganda política de la segunda mitad de los años 1970 y primeros 1980 para reforzar sus figuras y con ellas la monarquía. Los españoles llevaban mucho tiempo pidiendo cambios de un modo u otro. Los exiliados desde el exilio, los clandestinos desde la clandestinidad, los que habían reforzado las comisiones obreras frente a los sindicatos oficiales, parte del ejército se organizaba en secreto en favor de una democracia, aunque suene raro el terrorismo ejercía sus presiones incluso a nivel internacional, los sacerdotes de barrio habían creado un gran movimiento vecinal, los empresarios veían obstáculos en su desarrollo económico si no se cambiaba a las políticas flexibles de una democracia, los jóvenes rompían con las tradiciones españolas, la comunidad europea le había dado la espalda a la dictadura, etcétera. Al morir Franco en 1975 el número de huelgas y manifestaciones se multiplicaron con mucho. Juan Carlos se vio en parte forzado a crear una monarquía parlamentaria ampliamente democrática si no deseaba perder sus derechos dinásticos y sus derechos heredados de manos de Franco. Es significativo que no llamara a Ruiz Giménez para crear un partido de derechas democrático, y que llamara a Fraga, es significativo que no se quisiera legalizar al PCE hasta pasadas las elecciones, pero que se hiciera forzado por Santiago Carrillo, es significativo que Izquierda Republicana no fuera legal hasta 1979, cuando los españoles ya habían podido elegir a otras referencias políticas alejadas ya de la opción republicana por haberse visto obligados a aceptar al Rey renunciando a banderas y a ideales. En ese sentido, si hoy Felipe VI aceptara un referendum sobre Monarquía o República, me consta que haría las mismas jugadas para garantizar el momento y las formas oportunas en las que su convocatoria supusiera la victoria de los monarquicos. Dejar a los monárquicos que sean ellos los que pongan todas las condiciones de tal convocatoria es como dejar que te dejen opinar entre diez personas sobre el color de la pintura de la casa, siendo nueve de esas personas partidarias del blanco. 

Ahora bien, hay que ser justos. Con Juan Carlos I se ha vivido la primera monarquía española donde no ha habido penas de muerte, no han habido presos políticos (salvo los relacionados con casos de terrorismo, y en todo caso se les ha encarcelado por terrorismo, no por pensar diferente a la monarquía), ha existido un gran número de libertades, ha habido una relativa libertad de prensa y de expresión (relativa, pues los casos de Pedro Ruiz y los inspectores de Hacienda, o el de la revista El Jueves y su secuestro, son más que evidentes mordazas cuando se han pasado algunas líneas que nadie sabe cómo ni cuando marcó la Casa Real), las clases trabajadoras han mejorado su calidad de vida en general, y otras cuestiones. Es cierto que el sistema se construyó prácticamente de tal modo que parece funcionar como el sistema turnista de 1874 que creó Alfonso XII y más concretamente que crearon Cánovas y Sagasta en 1885. Es cierto que la Casa Real goza de privilegios que les has salvaguardado de los Tribunales hasta hace bien poco, en los que el núcleo familiar de una de sus hijas está acusado de corrupción. O también es cierto que los excesos de la vida privada del Rey en plena crisis económica nos horrorizan, y de entre ellos nos horroriza y nos indigna su afición por la caza mayor de especies animales muy nobles, como puedan ser los elefantes. Pero todas estas cosas se deben ver en el conjunto de la Historia. Su reinado ha sido uno de los más largos de la Historia de España. Es cierto que guió a España de una dictadura a una monarquía parlamentaria que se basa en una democracia universal que parece querer imitar a la República, sólo que al jefe del Estado no se le elige, pues es el Rey, y se es por derechos sucesorios de nacimiento. Pudo no haber optado por dar pie a una monarquía de este talante. Pudo haber optado en 1981 por apoyar a los golpistas y no a los demócratas. Muchos antiguos y nuevos republicanos en aquel 1981 se pusieron del lado de la Corona al verle uniformado apostando a favor de la democracia frente a la guardia civil que entró en el Congreso de los Diputados. Por poner un ejemplo, mis dos abuelos, uno del PCE durante la guerra, y el otro de la CNT, le tenían respeto desde ese 1981 y se declaraban "juancarlistas" desde entonces, que no monárquicos.

¿Las cosas se pudieron hacer mejor a partir del 20 de noviembre de 1975? Eso es algo que tendremos que valorar cada uno. No se convocó un referendum sobre Monarquía o República, ni se dio la oportunidad de poder votar a partidos republicanos en las elecciones de 1977, las cuales darían diputados que escribirían la Constitución monárquica de 1978. El razonamiento actual sobre que la gente refrendó con su voto positivo la Constitución de 1978 es insuficiente, no se nos dio oportunidad de votar nada diferente. La elección era: democracia o dictadura, en la persona del Rey ambas. La elección era clara. Así pues, como dije cuando murió Adolfo Suárez, el reinado de Juan Carlos I tiene muchas luces, pero también muchas sombras. Queda entonces revisar la Historia tal y como hasta ahora nos la han contado. Y a partir de ahí que cada uno opine, pero con conocimiento de lo bueno y de lo malo. Queda también el caso de todos aquellos republicanos y familiares de los mismos que nunca encontraron justicia habiendo defendido una democracia frente al fascismo de Franco, una democracia a la que ya he dicho que en cierto modo y salvando las distancias imitó Juan Carlos I cuando desde su posición se puso a trabajar en crear el régimen monárquico actual. Siempre maltratados incluso en la memoria, por maltratárseles hasta se les niega hoy día aún desenterrar a sus muertos de las cunetas donde les mataron los fascistas. Peor aún cuando en todos estos años de reinado nunca se ha hecho absolutamente nada para iniciar una campaña pedagógica que creara en España una sociedad realmente de mentalidad democrática; en lugar de eso tenemos un franquismo social vivo y perviviente, más que notable en gran parte del periodismo español de nivel estatal y en gran parte de las conversaciones de bares de la gente corriente.

Tenemos entonces el caso de los "juancarlistas". Gente que se declara no monárquica pero leal a la monarquía de Juan Carlos I. Voy a contar sólo con aquellos que están vivos, pues aquellos que se declararon serlo y han muerto ya no cuentan. Los que vivieron la guerra y se declaran lo mismo, ya son muy ancianos como para tener peso en las decisiones futuras. Así que quedan los "juancarlistas" que principalmente forman el núcleo de nuestros padres, los que eran jóvenes en los años 1960 y 1970, que en buena parte fueron los que protagonizaron la Transición. Debatían determinados periodistas ayer si estos ahora se volverían republicanos. Eso a mi juicio es una falta de realidad. Muchos de estos "juancarlistas", una gran mayoría, lo fueron por inmovilistas. La mayor parte de ellos son personas que mientras estuvo vivo Franco no hicieron nada. Aquello de las manifestaciones estudiantiles o de las huelgas obreras, aunque masivas, no fueron de todo el país. Había más miedo que ganas de salir a la calle. No obstante, Franco murió de anciano muy anciano en una cama y gobernando. Hicieron cosas en sus actitudes cotidianas, sí, pero no todos tomaron actitudes que pudieran serles altamente contraproducentes, o sea: arriesgadas. Es probable que en 1976 y 1977 salieran a manifestarse en más de una ocasión, pero tampoco ninguno tomó las riendas como para encararse a la cúpula militar (no hay que olvidar que Juan Carlos I fue Rey con Arias Navarro de presidente hasta bien entrado 1976, y que Suárez no legalizó partidos hasta 1977), ni tampoco ninguno cuestionó la ausencia de los partidos republicanos en las elecciones, aunque es cierto que sindicalmente fueron mucho más activos que ahora. La gran mayoría participaron votando, lo que es lo mismo que participar asumiendo los menos costes personales posibles. En 1981 tampoco salieron a la calle de manera masiva armados para hacer frente a los golpistas, en todo caso la gran mayoría se quedó en sus casas esperando acontecimientos. Estos son los hitos de donde nacen los "juancarlistas". No les censuro, ni les critico, ni creo que hicieron mal. La Transición salió bastante bien. Pero con esto lo que expongo es que esas tertulias que ayer cuestionaban la lealtad a Felipe VI por parte de los "juancarlistas" son absurdas. Esta gente dejará hacer a Felipe VI, les gustará porque verán que todo sigue como siempre y se llamarán a sí mismos monárquicos ya propiamente dichos, o felipistas, o como quieran llamarse. No es malo tampoco. No es bueno, ni malo, será simplemente su opción personal. Ni mejor, ni peor. 

El Rey ha abdicado en un año complejo para que empiece a reinar su hijo, con el asunto de Cataluña, los disturbios de Can Vies, el desempleo en cantidades desaforadas, el Fondo Mundial Internacional pidiendo más recortes económicos, más bajadas de sueldos y más impuestos, el ascenso de Izquierda Unida y de Podemos palpable hace menos de una semana en las urnas, y la gente no para de usar las redes para pedir un referendum sobre Monarquía o República. Las televisiones no decían nada de los hechos republicanos asociados a la abdicación a lo largo de la mayor parte de la mañana de ayer. Es noticia, pero no se decía, no se informaba. Sólo se empezó a mencionar en las televisiones a partir de las 13:30 horas, cuando ya era muy evidente, a pesar de que el comunicado lo dio el presidente de gobierno a las 10:30 horas. Llegados aquí, a nivel informativo, ya no de posicionamiento político, ¿no será que la culpa desinformativa de la Casa Real no sólo ha sido del Rey si no también de nuestros periodistas, me refiero de los que controlan las grandes cadenas informativas?

¿Hay panorama ahora mismo para una Tercera República? En las juventudes sí. En mi generación hacia adelante. Pero cuidado, no todos. Un sector decisivo son los empresarios. ¿Por qué el Rey ha tenido en su agenda mucha vida agitada en 2014 yendo por los países de Próximo y Medio Oriente? Para buscar inversiones extranjeras en empresas españolas. ¿A quién beneficia eso? Se nos dice que a España, pero en realidad a los grandes empresarios españoles, porque lo que es a los trabajadores españoles de a pie de calle no lo hace. Los trabajos se realizan en los países contratantes con su propia gente principalmente. ¿Indirectamente a quién beneficia? A la Casa Real. El Rey les encuentra negocios y los empresarios se ven agradecidos al Rey, al Rey como figura institucional, ya no sólo como persona. En este sentido Juan Carlos I, que ha declarado que llevaba meses planeando la abdicación, ha dejado plantada la semilla de la lealtad empresarial a Felipe VI, y son ellos los que tienen el dinero, y el dinero es lo que hace triunfar o fracasar movimientos sociales. 

La creencia de una parte de la gente de que el voto masivo a Podemos en las elecciones europeas pudo ayudar a la decisión de abdicar... No tiene peso. La monarquía ha pasado por peores trances. Los votantes de Podemos son alrededor de 1.200.000 personas, su peso político es relativamente muy escaso frente a 47.000.000 millones de personas. Aparte de que por estrategia política a lo largo de la campaña electoral Pablo Iglesias no mencionó para nada la República, a pesar de que ayer se explayara hablando de ella. A mí me parece oportunismo político, pero bueno, cada uno tiene su estrategia y sin duda lo que dice este hombre parece que es lo único que quieren oír muchos. Aquí lo trágico no es eso, aquí lo trágico es que aquellos que hemos hablado de República muchas veces no somos escuchados. ¿Queremos protagonismo? No. Queremos sensatez. La República no ha de ser patrimonializada por ningún ideal político o fracasara, pero dentro de eso la República debe atender a las clases trabajadoras o sino también fracasará con consecuencias incalculables. Pero además la República puede ser de diversos modos, presidencialista, parlamentarista, federal, confederal, autonomista, cantonal, liberal, social, laica, religiosa, civil, militar, etcétera. Y eso es algo que mucha gente no comprende, ni entiende, ni desea que le expliquen. Mucha gente cree que una República es no tener Rey, solamente, y no comprenden las implicaciones democráticas que deben y han de implicar a todos los ciudadanos de manera activa en sus vidas, por ejemplo. Pero es verdad que las generaciones jóvenes toman las riendas en estas cuestiones y tal vez mañana haya más concienciaciones y otros despertares.

El Rey declaró en su discurso de abdicación a las 12:30 horas de ayer que asumió la jefatura del Estado para que los ciudadanos eligieran su propio destino. Dijo que se siente orgulloso de todos estos años, siendo el periodo más largo de paz y prosperidad. Recordó a don Juan, su padre, queriendo ser Rey de todos los españoles (aludiendo así a los va y vienes del exilio). La dictadura dejó cicatrices, la crisis también. Tenemos un balance autocrítico de nuestra sociedad, pero ahora tenemos valores críticos sobre lo que queremos ser, queremos corregir errores. En la forja del futuro una nueva generación reclama ser protagonista, es el mismo impulso de cuando ocurrió la Transición, y es por ello que es justo cederles el paso y que sean todos ellos quienes afronten los desafios del mañana, dijo. Su única ambición es contribuir a la mejora de lo que desean los españoles. Declaró que dedica todas sus capacidades en eso. Su hijo Felipe, dijo, encarna todas las virtudes de la estabilidad. Lleva preparando el relevo desde hace meses. El Príncipe de Asturias tiene preparación y responsabilidad. Él puede impulsar a la nueva generación con un firme apoyo de la princesa Letizia, le apoyó. Él como Rey decidía abdicar y poner fin a su reinado conforme a la Constitución. Ya lo había comunicado al presidente de gobierno. Dio su gratitud a todas las personas e instituciones que le han ayudado en su labor y a la Reina en especial. Y cerró diciendo que guarda España en lo más hondo de su corazón.

Algunos de los momentos más significativos de este reinado, aparte de los propiamente de la Transición que se desarrollaron entre la muerte de Franco en 1975, la creación de los Premios Cervantes en 1976 junto a una mayor inversión en colegios y Universidades públicos, la legalización de partidos y sindicatos con las elecciones de 1977, la Constitución de 1978, el regreso de republicanos exiliados, la construcción de un sistema autonomista para las regiones españolas y la reordenación del mapa a partir de 1979, y el freno del intento de golpe de Estado fallido de Tejeros en 1981, son: el cambio del emblema nacional en la bandera en 1981, la mejora de todos los sectores públicos, especialmente la sanidad, desde 1982 con el gobierno del socialista Felipe González, la entrada en la Comunidad Económica Europea en 1985 (posterior Unión Europea desde 1992) y en la OTAN, la creación del Centro de Arte Reina Sofia (posterior Museo de arte contemporáneo Reina Sofia) en 1986, la participación española en un conflicto internacional por primera vez en 1990-1991 (en Kuwait-Irak), la conferencia de paz entre israelíes y palestinos en Madrid en 1991, el inicio de las cumbres iberoamericanas desde ese mismo 1991, los juegos olímpicos de Barcelona, la exposición internacional de Sevilla y Madrid capital cultural de Europa en 1992, la intervención en Bosnia-Herzegovina entre 1992 y 1995, la crisis económica y de corrupción política destapados entre 1993 y 1996, la abolición del servicio militar obligatorio en 2001, el cambio de la peseta por el euro en 2002, la invasión marroquí al islote de Perejil igualmente en 2002, la intervención militar con la OTAN en Afganistán como consecuencia de los sucesos de los atentados de New York por parte del terrorismo islámico en 2001 y posteriormente la participación en el inicio de la invasión de Irak en 2003 apoyando a Estados Unidos de América, la matanza por parte del terrorismo del extremismo islámico en los trenes de Madrid el 11 de marzo de 2004, la retirada de tropas de Irak ese mismo año, la legalización del matrimonio homosexual en 2005, la crisis económica iniciada en 2008, la tregua indefinida y el cese del fuego de la banda terrorista vasca ETA en 2010, las nuevas oleadas de corrupción política destapadas desde 2011, las cuales afectan a la familia Real, el Movimiento 15 de Mayo de 2011 pidiendo más democracia y el regeneracionismo democrático que se ha iniciado desde entonces, el retroceso atroz en décadas en derechos sociales y en las condiciones que regulan el mundo laboral desde 2012 con múltiples reformas del gobierno conservador de Rajoy, los escándalos sobre la vida privada del Rey en 2012 y finalmente su abdicación en 2014.

El expresidente socialista Zapatero declaró poco después de la comparecencia del Rey que él conocía la decisión desde hacía semanas, pero después de la muerte de Adolfo Suárez. Puede haber sido esta muerte la que haya sido decisiva en la voluntad del Rey, quien hasta hacía bien poco en sus mensajes de Navidad y en una entrevista en enero del año pasado decía que no tenía en mente abdicar. Pero los años pasan y pesan. Últimamente le veíamos tropezar, trastabillarse con los discursos y hasta dormirse con frecuencia. ¿Serán realmente motivos de salud? Eso ya se verá. La cuestión es que preparó su abdicación con cuidado pactándolo con los conservadores del PP de Rajoy, presidente de gobierno, y los socialistas del PSOE de Rubalcaba, principal partido de la oposición. Justo después de las elecciones europeas donde otras opciones de izquierda más han crecido de la mano de IU, Podemos y los ecologistas, caso aparte de Ezquerra Republicana en Cataluña. Al PP le llega hoy con fuerza con los datos del paro, y al PSOE le llega sin líder y en medio de un congreso donde hay unas juventudes que hablan de referendum.

A fecha de hoy y tal como están las cosas, cualquier República que naciera en 2014 ó 2015 (cosa por otro lado bastante imposible) nacería con el defecto interno de servir a la Unión Europea y al Tratado de Lisboa, por lo que probablemente al día siguiente de salir a proclamarla saldríamos a gritar contra su previsible constitución al servicio de grandes intereses económicos internacionales. En todo caso se seguiría en la lucha trabajadora. Y ya que lo ha dicho el rey: el futuro nos pertenece a los jóvenes. Nos lo han robado económicamente, y ayer como hoy podemos al menos soñar con reivindicar una parte de él. Es cierto, lleva razón Juan Carlos I, el futuro es de nosotros, deberíamos elegir nosotros. Y sin embargo nos lo han robado, nos han robado buena parte del futuro. El año en que se cree que saldremos del todo de la crisis, en torno a los años 2017-2019, muchos jóvenes que ahora no tenemos trabajo tendremos ya cerca de cuarenta años, algunos ya los tendrán cumplidos, y entonces no nos contratarán por cuarentones. Nos han robado el futuro económicamente y también la juventud por ponerlos al servicio de los grandes empresarios y de los banqueros. Lleva razón Juan Carlos, el futuro es nuestro y por eso debemos tomar las riendas del mismo ya mismo nosotros, sin esperar ya. Hemos esperado desde 2008 demasiado.

Ayer muchas ciudades salieron a las 20:00 horas a sus plazas para pedir un referendum sobre Monarquía o República, Alcalá de Henares también lo hizo. Fue en la Plaza de Cervantes. La manifestación fue convocada expontáneamente a título individual por personas simples, luego hicieron convocatorias más oficiales IU, PCE y Equo a través de las redes sociales, aunque había bastante gente de Podemos de Alcalá de Henares estos no hicieron una convocatoria oficial, que yo sepa. La manifestación fue delante del ayuntamiento. Yo estuve. Fui a las 19:30, pero la gente no acudió hasta las 20:10. De hecho hubo un momento que éramos apenas unas ocho personas en grupos de a dos personas y el doble de policía, eso sí: sin equipos antidisturbios. La manifestación en su momento más álgido llegó a ser unas doscientas personas, yo me fui cercas de las 21:00 horas. En otras ciudades hubo miles de personas. Madrid fue la mayor concentración. Algunos municipios izaron la bandera republicana. 

Hay una fotografía histórica del 14 de abril de 1931 donde un soldado llamado Pedro Mohíno, elevado sobre la multitud, levantaba una bandera republicana, ese hombre era alcalaíno, y lo de ayer era la respuesta a aquel gesto de hace 83 años. Pero quizá todo queda en el gesto, porque no hay una madurez de pensamiento republicano como la hubo en aquel año. 

Estamos en los últimos días del reinado de Juan Carlos I, nos adentramos en tiempos de Felipe VI, y este nuevo rey, cuya esposa tiene un pasado de simpatías republicanas (según se dice por las calles), hereda una España con su juventud plenamente republicana tan a la par como desempleada, un movimiento nacionalista en Cataluña fuerte, una democracia secuestrada por los grandes empresarios, una Unión Europea por cuyo parlamento campa la extrema derecha, su familia acusada de corrupción, y un sin fin de problemas más o menos graves para la pervivencia de su cargo monárquico. Pero el mundial de fútbol está cerca y Juan Carlos I sabe elegir muy bien los momentos de todo aquello que era relevante en su reinado. A ver si nos vamos a creer ahora que la Casa Real hace las cosas a ciegas. Hace unos meses, en el último informe sobre que operarían la rodilla del Rey, la Casa Real anunció que se iba a anunciar algo importante, dando lugar a creer que iba a anunciarse la abdicación. No fue así, pero las redes se inundaron de reacciones republicanas. Yo por entonces dije que me parecía que nos habían sondeado, y creo que no me equivoqué. No hay nada que no tengan previsto. A fin de cuentas a la gente le sigue pareciendo más cómodo participar de reivindicaciones al mínimo coste personal posible, como pueda ser votando X opciones, que asumir el riesgo de declararse, por ejemplo, en huelga general indefinida, y aquí quien sigue teniendo la sartén por el mango son los que controlan el dinero.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

2 comentarios:

Canichu, el espía del bar dijo...

Este viernes 6 en Radio Arrebato (www.radioarrebato.net) 107.4 fm, será el último programa de esta temporada. Esperamos estar los cautro locutores, curiosamente esta temporada sólo logramos hacerlo con Adolfo Suárez, cuando se murió. Si lo hiciéramos ahora sería casualidad que fuera con la abdicación del Rey.

Canichu, el espía del bar dijo...

En consonancia con lo que decía en el artículo, hoy 4 de junio, uno de los últimos actos del rey Juan Carlos I está siendo fundar, iniciar y dar el Premio Reino de España a los empresarios.

En fin, blanco y en botella.

La coronación de Felipe VI será en dos semanas.