Otro Mercado Cervantino que empieza mañana, ocupando desde el miércoles al domingo... un largo Mercado Cervantino, y caro, muy caro y abusivo... como todos estos últimos años donde el evento ha ido creciendo e incluso forzando el cambio físico del centro de la ciudad bajo pretexto de que es por los vecinos, cuando en realidad se ganaba espacio para casetas, pues, haya quien haya en el ayuntamiento, parece que les gusta más ejercer de empresarios turísticos con la ciudad que como gestores políticos para la ciudadanía en todo su conjunto e intereses.
Al comienzo de todo esto, que ya queda un poco lejos, cerca del nombramiento de Patrimono de la Humanidad, apenas ocupaba un fin de semana y un espacio menor donde, además, convivía con muchos más árboles y ajardinamientos (revisad esta bitácora o fotografías de la Plaza de Palacio, por ejemplo). Ahora me da la sensación que incluso la Plaza de los Santos Niños cambiará al servicio de ver si caben más casetas. Los cambios los programó el PSOE en el gobierno pero los va a realizar el PP en el gobierno, lo mismo da que da lo mismo para bastantes cuestiones de este tipo en el municipio. No obstante hasta la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión fue desplazado de ese lugar tradicional para ella a la Calle Libreros y es un secreto a voces entre los vecinos más informados lo que algunos libreros decían de la voracidad de quien desea más espacios para casetas cervantinas. Y como es un secreto a voces, quien quiera saberlo, que pregunte a quien corresponda. Aunque bien es cierto que muchos de esos libreros acabaron contentos, pues la gente que viene de fuera al mercado dobla caminando por la Calle Libreros, pasa obligadamente delante de ellos y han aumentado sus ventas respecto al emplazamiento tradicional en Santos Niños. Sin embargo, una cosa, no quita la otra, y viene bien saber, aunque eso debería haber sido trabajo de la prensa local en su día.
En las primeras ediciones me gustaba ir al Mercado Cervantino. Luego iba días determinados porque quedaban algunas amistades. En los últimos años he procurado no pasar, aunque siempre se termina pasando. Los precios desorbitados. El ambiente, aunque festivo, totalmente ido de la idea que se supone ha de promover. El descarado panorama de parque turístico al que parece encaminarse dolorosamente la ciudad. El darte cuenta que realmente quienes se benefician no son todos los que se dicen que lo hacen y los que no lo hacen son, normalmente, los que de verdad son de Alcalá. En fin, la saturación agobiante que te impide caminar o desplazarte a lo largo de... todo un centro de ciudad. Inimaginable lo que esto supone para vecinos de todas las edades y casuísticas de las calles y plazas más céntricas cinco días seguidos.
Pero es innegable que también tiene algunos atractivos y que algunas de sus cosas unos años pueden más o menos atraerte, aunque sea por morriña de saber que tú estás aquí desde el principio. La costumbre. El paseo inevitable a ver artesanos y artesanías y a ser posible a alguien disfrazado, aunque sea anacrónico o descabellado para lo que se supone que es. Recordarle siempre a alguien amigo, que también te lo recordará a la vez, que parece un mercado medieval y no lo debería ser, y que si es por medieval tenemos al Arcipreste de Hita. Nuestras historietas de alcalaínos, vamos, que también nos hacen disfrutar a nuestro modo de este evento, aunque no sea del modo que se da a entender desde las instituciones y medios locales. Creo que son conscientes de que este otro modo también existe, más crítico y ácido, pero igualmente como algo nuestro, a defender porque es nuestro y será criticable, pero nuestro.
Este año una amiga me acaba de escribir para que vayamos mañana 8 de septiembre por la tarde a verlo. Estará recién abierto y como es laboral seremos menos gente, la mayoría de Alcalá de Henares. Puede que falte algún feriante que prefiera venir el jueves 9, que es festivo en la ciudad, aunque laboral en el resto de la Comunidad de Madrid, o que venga el viernes 10, que ya empezará a ser un caos de gente. No sé si como cada año lloverá algún día, aunque parece que hay cielos despejados. La cosa es que para nosotros parte del encanto que le va quedando para nuestro disfrute está en estos días tipo mañana miércoles o el domingo a última hora, cuanto la gran mayoría de turistas no están. Cuando aún es una cantidad de gente más o menos manejable que no te pone en ansiedad porque quieras avanzar o ver algo con tu propio ritmo.
Tal vez alguna otra amistad me llame para ir al mercado en los días peores y más asfixiantes y tal vez, como el año pasado, prefiera cambiárselo por tomar algo juntos en algún otro barrio, donde el negocio es de aquí, evidentemente, que también necesita ingresos, y cuyos precios sean más baratos y, las tapas, mejores, eso es así. No serán cosas braseadas durante horas a la intemperie del polvo y la polución, y cuidadas con la idea de la calidad para los que han de comer en ese momento, y no con la idea casi industrial de asados que se hacen artesanos, pero en trabajo en serie, despersonalizado el cocinero de sus piezas de comida. Pero sobre todo en un ambiente que, no necesariamente vacío, no necesariamente del todo tranquilo, es más tranquilo y menos agobiante ante la amenaza constante de que tu sitio en un banco corrido lo ansíe ya algún camarero que quiere sentar a otro grupo, porque lo que importa es la caja, que el alquiler del puesto es caro también para ellos.
Iré a estar con amistades si eso se tercia, pero no soy de los que les gusta pagar la cerveza normal y corriente cara. Pero es a eso a lo que voy. Incluso mis circunstancias hacen de esto un esfuerzo económico que, para algunas amistades no lo es, o no lo aparenta, y ahí vamos, si es por vernos, y no me refiero en concreto a mi caso, si no a cualquier caso similar, debiera darnos igual que se den o no estos eventos, quedar dentro o no de estos eventos. Ir o no a lugares caros si alguien no puede ir a lugares caros o de poder es porque, lo diga o no, hace una excepción. Debiera sera así. Evidentemente ayudan a animar a que la gente se reúna, como ayuda que sea Navidad o Añoviejo o ferias, pero deberíamos poder vernos porque queremos vernos. No hay mayor motivo de celebración. No debería. Pero es evidente que, siendo, estos mercados pasan a tener ese valor a tener en cuenta también... y un motivo de reflexión.
En cierto modo estos eventos y su encarecimiento, su enfoque a transformar las ciudades en parque turístico y no tanto en lugar realmente propio del ser de ese sitio, ayudan un poco más a la expulsión de aquellos que no pueden pagar determinadas cosas o que, y que, viviendo su municipio lo notan que les desplaza económica, culturalmente y en sus costumbres más cercanas a la realidad diaria.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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