martes, agosto 23, 2022

NOTICIA 2157ª DESDE EL BAR: NO DIJE LORCA, DIJE BONALD

 Hace pocos días se ha producido el aniversario de la ejecución de Federico García Lorca en el primer mes de la guerra civil española. Sí, he escrito ejecución, porque eso es lo que fue. Me parece un auténtico dislate y cortina de humo que este año se haya resucitado aquella vieja polémica donde si se debía decir que Lorca murió o si que asesinado. Lo cierto es que es señalar la Luna para que los habituales miren solo al dedo sin jamás mirar la Luna. Lorca murió, sí. Así tal cual: Lorca murió en agosto de 1936. Formas de muerte hay muchas, evidentemente Lorca no murió por causa natural. Aunque los más estrictos criminólogos dirán que nunca se encontró el cuerpo, y ahí tienen espacio para seguir jugando a los sofismos y los mareos de perdiz. Es cierto: nunca se encontró el cuerpo, que se sepa. Pero sí: Lorca murió y no está mal usar ese verbo, ahora bien, lo que plantean aquellos que dicen que fue asesinado es que quieren destacar que Lorca murió por asesinato. Me parece estúpido que los que usan un término se peleen con los que usan el otro, porque a fin de cuentas, dicíendolo de un modo más suave o más duro, en el fondo todos hacen referencia a las circunstancias de la muerte de Lorca. Sí: Lorca fue asesinado. No está mal decir que Lorca fue asesinado. Ahora bien, incluso estos que usan el término del asesinato creyéndose más autorizados que ninguno, también le hacen una injusticia a Lorca, ya que se ponen tan folclóricos con la defensa de la palabra exacta. Hay muchos tipos y causas de asesinatos. Alguien pudiera pensar al afirmarse que fue asesinado y nada más que se le da la razón a aquellos que para descargar culpas al franquismo y sus seguidores lo achacaron todo a una mera pelea entre familias, cosas del pueblo, rencillas, homofobia quizá... Sí: Lorca murió por asesinato, pero cuidado, no fue un asesinato sin que sepamos porqué se produjo, se produjo dentro de un contexto de guerra civil donde se produjeron ejecuciones tanto extrajudiciales como judiciales. Así pues no sé porqué, dado que tanta lata se da con la palabra exacta, cuesta tanto decir: Sí, Lorca fue ejecutado. Lorca murió asesinado por ejecución por parte de quienes se identificaron como personas contrarias a sus ideas y forma de vida. 

Y sin embargo, esta pelea por las palabras me parece que está de sobra, porque realmente quien más quien menos, todos sabemos que Lorca fue ejecutado, se quiera decir de un modo o de otro, y todo el mundo sabe de lo que se habla cuando siendo su aniversario se le recuerda. No hablamos siquiera de su ejecución, aunque se hable de ella, hablamos de algo más que afecta aún hoy a numerosas familias. Leonard Cohen cantaba a Lorca preguntándose en la letra de su canción porqué los españoles no escarbábamos con las manos para encontrar su cuerpo, pero es que los españoles no pueden usar sus manos para buscar innumerables cuerpos. 

Este año, sin ser un aniversario redondo, ha tenido la particularidad de que todas las redes sociales de España se han saturado de mensajes de personas que o bien han puesto versos de Lorca, o imágenes de Lorca o reflexiones sobre Lorca. Los noticiarios se hicieron eco de esto, que parece ser inesperado. 

Tengo serias dudas de que la gran mayoría haya leído a Lorca o comprenda la poesía de Lorca, que no es una poesía fácil. El gesto es bonito, en todo caso, y es muy indicativo de por dónde está yendo posiblemente la sociedad española en este momento a pesar de las cosas que se oyen estos meses en boca de los políticos. Y no es baladí que haya ocurrido esto con Lorca en este año tan de trompetas de guerra y de ascensos de ultraderecha en Europa. Pero bien es cierto que parece fácil al común de la gente en España la cita a Lorca, Hernández o Machado, como una trilogía única de poetas del siglo XX, cuando otros poetas y escritores, sin tener esos finales trágicos, tienen poemas formidables desde todos los ángulos posibles en torno a la paz, contrario a la guerra o a la dictadura, y que tambén padecieron, si bien no les alcanzó la muerte envuelta en tragedia. Pienso en un siempre genial y exiliado León Felipe, en un Aleixandre, en un prosista como Max Aub o Ramón J. Sender, por poner ejemplos, y es de señalar que en esa triada Lorca, Hernández y Machado, bien pudiera caber Alberti y tampoco Alberti es llamado con trompetas por el público, a él no le alcanzó la muerte trágica. 

Incluso dentro de España tenemos aquellos escritores del realismo social, del desgarro, del exilio interior y la poesía de la experiencia, como Blas de Otero, o uno de los novelistas más destacables del siglo XX español, Martín-Santos, pienso en López Pacheco, que acabó exiliándose, o en poetas nunca revalorizados a la altura que se les debe como Salustiano Masó. 

Y luego tenemos a aquellos otros que partiendo desde lo conservador y algunos incluso desde el apoyo a la dictadura dieron un viraje personal posterior que les llevó a una confrontación consigo mismos y a una crisis personal de mutación. Pienso por ejemplo aquí en un Caballero Bonald que yo mismo estoy descubriendo en poesía ahora mismo. Y como también de ellos puede ser la palabra, la misma palabra con que nos hablaba Lorca, hoy os dejo, precisamente con un poema de él, de Bonald, "Defiéndame Dios de mí", de 1956.

 

Entre muros de vidrio
y de papel, sangrientas láminas
de tinta agraz y vino
intraducible, voy recogiendo
cada furtiva noche alguna
palabra, algún rescoldo
de humildad o de olvido
con que pueda perder
mi lucha contra mí.
 

Yo imploro al miedo,
a la locura, al delincuente
corazón, para que no mancillen
este piadoso vértigo de tierra
podrida, esta borrosa efigie
del desdén, y que me dejen
desoír los oráculos,
andar a tientas hasta
poder llegar a equivocarme
impunemente, mereciendo
mi propia perdición.

Usurpadores panes, sucios
oros coléricos,
vaso y libro malditos,
libradme del laurel
alevoso, de la paz
enemiga.

¿Quién eres tú
que osas profanar este inviolable
cerco de esclavitud: la mesa vil,
la sábana cobarde, los oficios
degradados del tiempo? ¿Para qué
tanta propiciatoria rebelión?

                                        Nunca
más, nunca más. Estoy solo
mirando las cenizas de la noche
indefensa, los rastros del azar
trunco en vida sin nadie.
Tumba y tesoro, duermo
conspirando conmigo, levantando
setenta veces siete
la bandera del miedo, la culpable
rapiña de los años.

Madre
primera, búscame entre los hijos
de la ira, ciégame el pecho
injusto, restáñame este vidrio
desolado, este papel
escrito para nunca. Aquí
se yergue la equidad de mi derrota.
Defiéndame Dios de mí.

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