jueves, septiembre 02, 2021

NOTICIA 2072ª DESDE EL BAR: PIERDE, CON RAZON, LO PROPIO QUIEN LO AJENO DESEA (FEDRO)

(...)
Mas el Amor juguetón proporciona a la discusión palabras malditas
y, entre los amantes enojados, tardo se siente.
¡Ay, es hierro y piedra quien a su amada
maltrata! (...)
Pero quien con sus manos sea cruel que escudo y lanza
le toque llevar y quede lejos de la suave Venus.
(...)

(Tíbulo, 50 al 19 antes de Cristo)

Compré en la librería de libros antiguos, rarezas y segunda mano Domiduca un ejemplar de la Antología de la poesía latina que compilaron y tradujeron los poetas Alberto de Cuenca y Antonio Alvar en 1981. No es la primera vez que leo poesía antigua, pero tenía curiosidad por esta antología que tocaba todo tipo de poemas de los tiempos de la República y del Imperio Romano. No solo mitológicos, sino también eróticos, sociales, íntimos, amorosos, políticos y todo tipo de temáticas. Me llevé la grata sorpresa de encontrar un mundo más rico del que hasta ahora no llegaba a ver del tipo en la literatura clásica romana. Un mundo donde los autores se atrevieron a romper moldes para su época mucho más allá de lo que los tópicos y las deficiencias de nuestros conocimientos generales nos han hecho creer, incluido los malos caminos del conocimiento que nos hacen recorrer todas aquellas militancias que si no dices lo que ellas dicen te tratan de iletrado. Así por ejemplo, en este poema del siglo I a.C., de Tíbulo, pude leer hacia su parte final un ataque total y frontal contra los maltratadores de mujeres, hasta el punto que desea que aquel que pegue a una mujer sea mandado a la guerra y le quede así lejos las posibilidades del amor.

De entre todos los poetas romanos que allí aparecen me ha gustado mucho conocer mejor la obra de Marcial, del que sabía algo, pero del que no había leído tanto y del que deseo leer más. Quizá es el más rompedor de su época. De él tenemos este poema que le dedica a la ciudad de Acerra, que nos puede recordar a muchos municipios europeos, españoles también, por supuesto, en fin de semana.

Si alguien cree que Acerra apesta por el vino de ayer,
se equivoca: Acerra acostumbra a beber hasta la madrugada.

 Marcial atiza con humor a los críticos, a los que les saca toda su hipocresía al criticar según sea el autor, también descarga contra los plagiadores, se ríe de los que elogian por hacer favores, de los que prestan dinero, habla sin tapujos de la vida de los ciudadanos rodeados de burocracia y política frente a la ventaja de los que viven en el campo, critica, siempre con humor, tanto los amores malos como los malos profesionales y todo cuanto de criticable tiene una sociedad que, cierto es, en su detalle humano, no está tan lejos del actual siglo XXI, pese a que Marcial vivió entre el año 40 y el 104. En un poema breve duda incluso de la religión.

No existen los dioses, el cielo está vacío,
afirma Segio: y lo confirma el hecho de que él,
a pesar de hacer tal afirmación, se ve feliz.

Otro poeta se preguntará a sí mismo de forma crítica en otro poema lo siguiente: ¿Qué tiene que ver el oro con la religión?

Un poeta que se hizo pasar por Catón a finales del siglo III escribió:

Sé fuerte de ánimo cuando sufras un mal injusto.
Nadie goza mucho tiempo, si vence con la injusticia.

Varios poetas avisarán de que la Fama y la Fortuna son volubles, a veces vengativos, a veces preparan trampas a los mortales y recuerdan al lector que no maltrate a nadie y que sepa ser siempre buena persona con todo el mundo, pues Fama y Fortuna se fijan en él y si hoy te va bien, mañana pueden quitártelo todo, en una especie karma oriental entendido dentro de la religión clásica grecorromana. En ese sentido, uno de los poemas más bellos lo presenta Pentadio en el año 290. Nos recuerda en un poema largo lo que les pasó a innumerables personajes mitológicos a traves de dos versos encadenados por cada uno de esos personajes. Si en en primer verso nos dice lo bueno que le ocurrió, en el segundo resume su vida contando lo malo que le pasó por no seguir el buen rumbo en su vida. Termina ese poema extenso con dos versos que nos advierten de esta manera:

Los males y las alegrías nacieron como cosas contrapuestas,
mas, con frecuencia, van juntos los males y las alegrías.

Terencio, entre el 190 y el 159 antes de Cristo nos dirá en un poema cuya interpretación parece clara, pero que queda abierto a diferentes posibilidades:

Despeinada, los pies desnudos, sucia
la cara y sucios los vestidos, temblorosa
y deshecha en llanto, nada contribuía
a dar realce a la belleza, pero nadie
hubiera dejado de mirarla al pasar:
su cuerpo era perfecto entre tanta pobreza.
Era hermosa a pesar de todo.

Lucrecio describirá con todo detalle el amor pasional, o lo que es lo mismo el amor de la juventud que en realidad es pasión carnal, sexualidad y deseo, mientras que Plauto, más pícaro, nos comentará como ir contra los amores prohibidos por la ética y la moral colaborando ella en abrirle la puerta nocturnamente a él. Y es que, como dirá Cátulo:

La mujer que amo dice que a nadie se entregaría
sino a mí, ni aunque el mismo Júpiter se lo pidiera.
Lo dice. Pero lo que dice la mujer al ansioso amante
hay que escribirlo en el agua y en el viento que huye.

Lucano, por contra, se meterá en temas políticos. En un largo poema recuerda los tiempos de la guerra civil en tiempos de César. De manera muy bella irá describiendo la mañana de la batalla, cuando los soldados sean dispuestos en hileras confrontadas. Se acercarán hasta quedar pocos metros entre sí antes de empezar los combates. En ese momento, sigue describiendo soldado por soldado, unos descubrirán en los rostros de los otros las caras de sus amigos de infancia, de sus vecinos, de familiares, de amigos o incluso de compañeros de armas junto a los que combatieron en otras guerras. Algunos llorarán y terminarán rompiendo filas para irse a abrazar y a declararse mutuamente el sinsentido de querer matarse, pero entonces los oficiales que los mandan ordenará asaetar y lancear a todos los que eso hacen considerándoles traidores, obligando así a que los que viven abandonen sus deseos de reconciliación y comiencen a librar las batallas de la guerra civil matando a hermanos y amigos. Culpa Lucano de la guerra de este modo a los mandos militares y los políticos, siendo las víctimas la sociedad más sencilla. 

(...)
Se apuntalan con los golpes. Hierve ya el campamento con la confusión,
y, como si el crimen ya a escondidas se malograra, las salvajadas todas
las pusieron ante el rostro de sus jefes: les complace ser asesinos.

Este poemario me ha sorprendido mucho y muy gratamente, y no podía menos de compartirlo con vosotros, tal como hacía tiempo no compartía por aquí algunas de las ideas que me surgen de mis lecturas.

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