jueves, noviembre 16, 2017

NOTICIA 1750ª DESDE EL BAR: DIÓGENES DE TREINTA AÑOS


Los libros son un camino. Un camino lleno de caminos. La Historia de la Humanidad comienza con la escritura, por ende con la lectura y también con los soportes de escritura. No siempre se ha leído ni ha tenido la lectura y sus soportes el mismo modo de hacerse ni de entenderse. La lectura moderna, la actual, a mejor decir, está sufriendo una revolución ahora mismo con las nuevas tecnologías, pero no sólo por sus soportes o sus capacidades de almacenamiento o de interactuación con otras herramientas para el intelecto, sino también porque se adquiere una mutación en los hábitos y en las formas de lectura, y por tanto en la forma de entender lo leído, de interiorizarlo y de pensar. Sin embargo, la lectura en soporte de papel, en libros, sigue siendo algo muy vivo y muy activo. Su existencia en su modalidad actual tiene varios momentos claves. Uno de ellos es en torno al siglo III o el IV, no está claro, en el que los libros en rollo ven el nacimiento de los libros en códice. Otro momento fue la invención del papel por parte musulmana a mediados de la Edad Media. En torno al siglo XIII el surgimiento de Universidades encuentra nuevos usos a los márgenes y pies de las páginas, y para el siglo XV el italiano Petrarca decide poner orden en los tipos de letras manuscritas inventando la humanística o itálica, que facilitaba la lectura. El alemán Gutenberg inventó en ese mismo siglo la imprenta y se abaratan y facilitan las fabricaciones de libros y tal revolución no verá otra hasta el siglo XVIII, en la que los alemanes inventarán los libros de bolsillo y los libros de tapas blandas un siglo después, altamente propagadas esas ediciones por los anglosajones, en especial por la editorial Penguin Books desde 1935.

Junto a la revolución libraria van unidas las revoluciones diversas que le atañen, técnicas, escriturarias, de lectura, culturales... pero también de ventas. El Renacimiento y la imprenta multiplicaron las imprentas, ediciones y los negocios de venta de libros universitarios, la Ilustración del siglo XVIII multiplicó las librerías con libros de ocio y los libros pedagógicos y reflexivos, el siglo XIX llenó las ciudades de librerías de todo tipo y para todas las clases sociales y en el siglo XX esto es un hecho abundante dado el avance de la alfabetización, especialmente en el mundo Occidentalizado desde pasada la Segunda Guerra Mundial tras 1945. El modelo de ventas de libros ha cambiado, obviamente, no sólo desde un punto de vista editorial, también desde el comercial. Es una gozada entrar en las librerías de toda la vida, y se puede distinguir entre las librerías de toda la vida que buscan libros que se editan actualmente, y libros que venden libros que son antigüedades y de segunda mano, otras que venden libros universitarios o formativos, otras que se combinan con ventas de papelería (aunando esas ventas a su origen como negocio siglos atrás), pero también están las ventas de libros por catálogo, por clubes de lectura, las de las grandes editoriales, las de las pequeñas, las de las grandes superficies comerciales y gasolineras, hoy día incluso de los libros vendidos a través de Internet, que es la tradicional venta a domicilio pero en negocios nuevos, y la venta de libros como productos que transcienden el objeto de lectura por el objeto de consumismo por su temática fácil y no por su calidad en sí (cuántos libros cuyo reclamo es que su portada es la portada de una producción de cine o televisión).

De entre todas estas librerías han habido bastantes en la Historia de Alcalá de Henares. Pero hoy quiero hablar de una de la que me siento cerca, que es la Librería Diógenes, a la que voy desde niño, y donde incluso he presentado mis dos primeros libros y donde allí se pueden comprar hoy día, Relatos de la Gran Guerra y Balada triste de una dama. Una librería con la que he tenido y tengo una trayectoria de colaboración también en otros aspectos. Que me gusta por su actividad de apoyo cultural a los nuevos autores y a la cultura escrita de esta ciudad. Podría intentar hacer un ejercicio de memoria de cómo ha evolucionado el lugar, pero no escribo esto con esa intención. Juan Miguel Salvador ya se explicó bastante bien en la entrevista que le hizo el pasado 8 de noviembre La Luna de Alcalá (se puede leer por aquí), y es que acaban de cumplir treinta años como librería al servicio de la gente y de Alcalá de Henares. 

La Librería Diógenes abrió sus puertas en 1987, en otra ubicación diferente a la actual, y con mesa camilla, ahora, en 2017, son dos locales en la calle Ramón y Cajal, tras pasar también por la calle Mayor. Escribo esto para felicitarles y ofrecerles desde este espacio mi reconocimiento pleno. Gracias por su labor.

Los libros hacen un camino y las librerías nos adentran en ellos. Dice Juan Miguel Salvador que el libro que más han vendido en su historia de existencia es El niño del pijama de rayas, publicado en 2006 y escrito por John Boyne. Yo nunca me lo he leído, ni lo tengo, sinceramente: tampoco me llama la atención. Pero son muchos los libros que he comprado y ojeado en esta librería. Buena parte de mi librería personal está construida con compras a estos libreros y algún otro de la ciudad, pero por cuestión de longevidad en el tiempo, casi todos son de este lugar. Bien sabíamos en los años 1990, por ejemplo, que para comprar un libro para regalar había que ir a Diógenes. Y en los años 2000 que los libros de la Universidad y los libros de encargo tenían allí su punto de referencia. No sabría decir qué libro de esta librería sería el más significativo para poderlo reseñar en este articulito, aunque me acuerdo de momentos concretos de compras para personas queridas. Hace poco compré un ejemplar del nuevo cómic de Astérix para una amiga, y es que el espíritu joven está en mí en los libros, que me abren puertas innumerables. Allí compré para mí muchos libros de Historia para mis estudios, pero también muchos de poesía y de novela. 

Muchas felicidades y muchas gracias, Diógenes. Por más tiempo encontrándonos juntos.

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