Perdón, lectores, por la tardanza en la renovación de esta bitácora. Por un lado he estado trabajando por las mañanas, teniendo que acostarme muy temprano, pues me levanto a las 6:20 horas. Por la tarde me entretuvieron asuntos como la comida, la compra para la casa, a veces planchar, la atención y cena de mi tío materno y el escaneado de todas las fotografías familiares. Digitalizar todas las fotografías que conservaban los seres queridos
cuando se mueren es lo más sensato, justo y lo que se debe hacer según
mi punto de vista para conservar esos recuerdos si hay varios sucesores,
como es el caso. Y eso, se esté o no se esté en la fotografía, y sean
las personas que aparezcan personas directas o no a tu propia
existencia. Todo es historia familiar y todo es un acercamiento humano y
un respeto a los que dejaron esas fotos. Escaneé el año pasado
lo que he llamado el archivo fotográfico de los abuelos maternos, y
ahora el de mis padres. Este de mis padres me ha llevado de cuatro a
cinco semanas de escaneos, y ahora me toca un poquito más para su
descripción y fechación en lo que sea posible. Un baúl entero de fotos,
que ahora podremos tener al completo ambos hermanos en digital,
decidamos repartir o hacer lo que decidamos con las fotos de papel. La
conservación de los recuerdos y de la memoria no puede ser exclusiva de
una sola persona, o parcelada, es derecho y es deber de todos los
sucesores. Hubo muchos recuerdos con esas fotos, y muchas sensaciones
revividas, pero también una nueva lectura emocional, o una relectura, de
mis padres y otros familiares sobre las que ya de por sí existían.
Recomendable que lo hagáis, y no esperéis a que se mueran, vivos os
pueden completar muchos datos y muchas claves, aunque algunas imágenes
hablan diez mil palabras por cada palabra que se quiera decir de ellas.
Entretanto, el pasado miércoles 8 comenzaron las proyecciones del festival de cine de Alcalá de Henares, Alcine, en su edición 47ª. El festival comenzó de manera plena y oficial el viernes 10. Toda aquella persona que me conoce y toda aquella persona que lee esta bitácora sabe que voy a Alcine desde los años 1990 y que en concreto desde el año 2000 soy ininterrumpidamente jurado del público. En los últimos años hago análisis y comentarios del festival que, por otra parte, son muy leídos y solicitados en esta misma bitácora. Sólo hubo un año que no pude ejercer de jurado del público y que prácticamente no fui a ninguna proyección, creo que sólo fui a una película, o poco más, se trató de 2003, pues ese año moría mi padre en ese mismo mes. A comienzos de noviembre de 2003 tuvo una crisis hospitalaria que apuntaba a su muerte inminente, coincidiendo con la mayor parte de los días del festival, pero la muerte no se produjo hasta el día 24 de ese mes. Tan sólo el año pasado, 2016, ocurrió algo similar, cuando mi madre tuvo una de sus crisis de salud (y también mi tío materno que vive con nosotros desde septiembre de ese año) y evitó que fuera a algunas proyecciones, pero pude ir a bastantes, pues se recuperó (se recuperaron). Por lo demás, siempre he asistido fielmente, y trato de ir a todo lo que me comprometo a juzgar. Sin embargo, este año no ha podido ser. Pido disculpas, pido perdón, a los lectores más fieles que me habían comentado ya de antemano que estaban esperando leer mis comentarios. Lo siento, la razón, no obstante, ha sido totalmente ajena a mí.
Mi madre murió el 10 de mayo de este año. En principio ha pasado tiempo suficiente para que eso no interfiriera en mi presencia en Alcine, pero no ha sido así. De manera indirecta no ha sido así. El trabajo de dos meses no me lo ha impedido. El problema ha venido a costa del cuidado de mi tío materno, un hombre mayor dependiente, como alguna vez ya he comentado cuando he tenido que anular mi presencia en una gran y numerosa cantidad de actos en los que normalmente participo y otros en los que había sido invitado o se me esperaba. Demasiados actos cancelados por mi parte. He perdido una gran cantidad de vida social, casi toda, eso por no hablar de las grandes dificultades para encontrar trabajo, como ya dije, dificultades que se ampliaron a partir de aquel 10 de mayo, pero que ya estaban presentes desde octubre de 2016, cuando mi tío estaba ya plenamente instalado en casa desde septiembre. Creo además que eso enrareció la vida en casa y ayudó a empeorar la tensión arterial de mi madre, que es en buena parte lo que desembocó en su fallecimiento dentro de un complejo cuadro de problemas médicos. Como sea, mi trabajo actual de dos meses hace que no vaya a poder acudir a la cita que desde el año 2000 siempre ha sido la más constante y favorita: la de Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores. Estas proyecciones son de lunes a jueves y cuatro de ellas están programadas a las 22:00 horas, por lo que su finalización y mi regreso a casa me obligarían a irme a la cama cerca de la 1:00 de la noche, y debo levantarme a las 6:20 para ir a Vallecas, por lo que este penoso y malísimo horario evita que pueda ir a esas proyecciones. Hay una de sus proyecciones a las 19:45 horas, pero eso también me daría problemas, ahora explicaré porqué, antes he de comentar que existe otra de esas proyecciones a las 17:30 horas, el miércoles, y sólo esa proyección podría contar conmigo, tal vez, si no surge ningún problema y si pudiera confiar en dejar sólo a mi tío un par de horas. La de la sesión de las 19:45 del jueves que decia tiene el mismo problema que las de Pantalla Cero de las que me han dado también carnet de juez; el tío, que no se vale por sí sólo, necesita siempre de alguien que le haga la cena y que le dé la cena, y a veces (las menos) que le ayude en alguna cosa mínima a irse a la cama. Él cena a las 21:00, pero la cena hay que cocinarla antes, y la duración de los metrajes evitaría que todo eso pudiera hacerse. Mi hermano no está en casa, por sus propias labores, aunque alguna vez, rara, ha estado temprano en casa. Sólo si supiera con seguridad que el jueves va a estar él en casa, podría ir, pero este caso nunca se da. No puedo saberlo, por tanto: no puedo ir, porque hay que atender al tío.
¿Y qué ha pasado con las proyecciones de este fin de semana?, diréis. Es cierto que existía una proyección de Pantalla Abierta el viernes 10, La mano invisible, de David Macián. Es cierto que yo había quedado para ir a verla. Es cierto que estaba muy jodido por saber que esta sección se me escapaba este año por causas que no tienen que ver con mi vida propia, pero que me alegró mucho saber que podría ver al menos esta película... sin embargo, no pude ir a verla porque tuve que estar al cuidado del tio, igualmente para los cortometrajes europeos de ese día. En fin, pensaba que podría ir a ver los cortometrajes europeos del sábado 11. Me contentaba con eso. Pero llegada la hora del primer bloque me vi pillado de tiempo tratando de dejar hecha la cena de mi familia, y para el segundo bloque mi hermano tuvo que salir y me volvi a quedar al cargo de mi tio. Creía perdido el tercer bloque, pero afortunadamente pude ir (a la carrera) a verlo al Corral de Comedias. De él os puedo hablar y ahora os hablaré. Es el único bloque que he juzgado, ya que el que quedaba de europeos de este domingo 12 se ha visto con el serio problema de... la depresión, pese a estar yo hoy en la calle. Depresión porque me siento fuera de mi vida desde hace mucho tiempo. Depresión porque necesito de mi tiempo para poder dedicarme a mí, en estos días tiene que ver con mi vida y dedicaciones, pero en otros días, la mayoría, lo necesito para poder buscar y tener trabajo. Necesito de mi vida, de mi espacio, de mi tiempo y de mi todo. Me siento como enjaulado, mermado en mi vida social. Depresión porque me noto y siento más de las paredes de la casa, de mi tio, o de lo que sea, de todo, menos de mí mismo. Quien me conoce sabe de mi gran actividad en todas partes, y de mi mucha vida social... y quien me conoce sabe que estoy muy mermado... y también anímicamente en esto. Quien me conoce bien, digo, no quien me conoce sin haber profundizado jamás en mí. Sinceramente, anímicamente estoy mal. Necesito recuperar mi vida. Y en esta depresión, opté por abandonar las puertas hoy del Corral de Comedias, abandonando el bloque de europeos, y venir a mi casa con una amiga para ver la película París, je t'aime, de varios autores, que es una colección de cortometrajes en torno a París rodados en 2006. A falta de pan, tortas. A fin de cuentas, pensaba en mi desánimo, me he perdido más de la mitad de los cortometrajes a juzgar, y eso profundizaba mi desaliento.
Tampoco pude ir a las charlas sobre cine a las que fui invitado a participar, ni a un cuentacuentos de cine donde una amiga que vive en Madrid esperaba mi presencia, tal como me escribió al teléfono. Ni siquiera sé si podré ir al concierto sinfónico de clausura de este próximo domingo 19, por estos motivos imprevistos y por motivos económicos (me deben el primer sueldo), por lo que no puedo comprar la entrada. Triste vida esta.
Por motivos de salud de mi tio, por motivos de sus cuidados, por motivos de descanso familiar, por motivos de la trayectoria de la familia, por motivos de muchas cosas, por motivos económicos propios, por muchos motivos, yo estaba y estoy convencido totalmente de que el tío debería estar en una residencia, donde estaría además mejor tratado. Visitarle, atenderle dentro de las posibilidades, pero él atendido en una residencia. Bueno para él, principalmente. Ahora, que me he ido mermando anímicamente desde el 10 de mayo por perder mi vida social, mi actividad de entradas y salidas de casa, mis actividades creativas, mis actos, etcétera, que incluso no pude ir a la comida de un amigo que vino de Francia a ver al resto de amigos este verano, toco con los sucesos de este fin de semana un fuerte pico doloroso de pérdida de mi propio ser... y eso me convence aún más totalmente de la necesidad de la residencia también desde esta otra óptica. Desde 2000 no he faltado a esta cita, y supongo que lo tenía interiorizado como algo muy propio, y me ha dolido perder muchos actos desde octubre de 2016 y sobre todo desde mayo de 2017, muchas oportunidades de todo tipo, recitales de poesía, reuniones con personas muy queridas, muchas cosas que solía hacer, pero esto de Alcine 47, no sé porqué, quizá sea por la suma de todo lo perdido, me ha dolido muy profundamente y me ha ahondado un estado depresivo y una desesperanza en mi necesidad de recuperarme a mí mismo y verme sin embargo aquí enmadejado, al servicio de mi "deservicio".
En fin, aunque han sido pocos, os hablo de los cortos que vi este año:
The transfer (Michael Grudsky, Alemania, 2017). Pertenecía al segundo bloque del sábado, pero hubo un problema técnico con los subtítulos y el director, que estaba en la sala, pidió que lo volvieran a proyectar y a votar en el siguiente bloque, que es al único al que fui. Se trata de la historia de tres militares israelíes que tienen la misión de trasladar a un preso palestino que va a quedar libre en dos semanas. Su coche se avería en el desierto, por lo que se ven obligados a entenderse entre ellos. No me resultó un cortometraje especialmente llamativo en su temática, de conciencia social y política con llamada al diálogo y al entendimiento. Lo mejor: la interpretación del oficial de los militares. El tratamiento de la historia es muy convencional, la fotografía es buena porque el paisaje desértico vale lo suyo, lo que facilita el trabajo. No es memorable, pero quizá es un mensaje necesario en Oriente Próximo, más que en esta zona de Europa, donde ya estamos concienciados de lo que se nos quiere concienciar. No contiene sorpresas de ningún tipo.
Prima Noapte (Andrei Tanase, Rumania, 2016). Un padre recibe a su hijo adolescente que cumple años. Como regalo le tiene preparada una sorpresa un tanto fuerte: una prostituta de su edad. El hijo no ha tenido nunca sexo. El cortometraje no denuncia la prostitución, no se trata de eso, sino que habla sobre esa crítica social del padre que quiere "hacer un hombre" a su hijo proporcionándole su primer acto sexual aunque sea pagado. El ambiente de pobreza material y cultural queda bien reflejado en el cortometraje, donde además se nos da la sorpresa de libre interpretación acerca de los posibles problemas y carencias emocionales de un joven que probablemente tiene un serio problema psicológico en la formación como persona adulta. Queda evidente las miserias de este personaje que es víctima de lo que se espera de él y de su intento de ser verdugo, cuando en realidad le invade la mediocridad de su ser pusilánime. En definitiva es el cortometraje de las carencias y lo que se espera de uno por encima de las posibilidades de uno mismo. La ambientación y la interpretación del acto de prostitución no alcanzada es lo más destacable.
Urban cowboys (Pawel Ziemilski, Polonia, 2016). Tengo mi duda de si se trata de un falso documental o de un documental, o de un falso documental dentro de un documental de una realidad social en un pueblo de Polonia de escasos habitantes fuertemente empobrecidos y analfabetizados. Se trata de otro corto que habla de las carencias emocionales y los efectos de estas en la persona. Un niño ha vivido en primera persona la muerte de su madre. Muy claramente le ha quedado un trauma y una negación de lo sucedido que se refleja en la evasión de enfrentarse a ese hecho. Libera su dolor mediante la captura e intento de doma y mantenimiento de un caballo salvaje, tal como hacen el resto de jóvenes del pueblo, que, como ellos confiesan, de otro modo, sin la adoración a sus caballos, caerían en la droga o el alcohol. El problema es que el cariño hacia su caballo no tiene la correspondencia o el reflejo que él desea. Un caballo no es una madre, por lo que tiene conductas agresivas y violentas mezcladas con arrepentimientos y actos de amor al caballo. Un tratado psicológico y una muestra de la Polonia profunda. Lo mejor del cortometraje: su banda sonora. Trepidante. Yo la pondría en algún bar de rock para bailar. Rebusqué en los créditos que música era, pero... ¡no venía referenciada! Eso es imperdonable. Premiaría esa música, la verdad.
In Kropsdam is iedereen gelukkig (Joren Molter, Países Bajos, 2016). Para mí es el ganador de estos muy poquitos que he visto este año. Además creo que es un mensaje que en España se podría extrapolar a la situación actual entre nacionalistas catalanes y nacionalistas españoles. Se trata de un pequeño pueblo de Holanda, olvidado de las grandes ciudades, a los que llega una empresa de molinos de viento para la producción eléctrica. Los vecinos son claramente contrarios a su instalación y se presentan unidos contra ellos, marcando el hecho diferenciador de ellos como gente del pueblo de Kropsdam. Uno de sus vecinos, goloso, parece darle igual su instalación o no, pero acepta un pedazo de tarta que ofrece la empresa en una reunión informativa. Los vecinos del pueblo ven en él a un traidor y comienza un acoso y derribo contra su persona muy asfixiante. Él llega a posicionarse en contra de los molinos, pero ya ha sido marcado como enemigo de los intereses de Kropsdam. Los actos contra él van subiendo de nivel y en violencia. Hay algún toque de humor, pero el mensaje político y social de la convivencia rota, y una vez más de las carencias (en este caso, morales) y de lo que se espera de uno por encima de sus posibilidades, es algo muy inteligentemente expuesto en este metraje. Su escena final, abierto, puede recordar al teatro o al cine mudo, pero la mirada directa al espectador cuestiona al espectador mismo. La cosa no va de molinos de viento, viene a hacer pensar, si no de ti y de ti y de ti también sobre qué estás haciendo tú en estos tiempos en los que la intolerancia asciende posiciones políticas y sociales en Europa.
Moms on fire (Joanna Rytel, Suecia, 2016). Es el que menos me gustó. Un stop motion que nos relata los cuatro últimos días de embarazo de dos madres con muchas apetencias sexuales, su descubrimiento del lesbianismo, su falta de sentimiento maternal y todo un conjunto de diálogos que hacen proselitismo de todos los argumentos posibles en contra de la maternidad, presentando esta, de paso, como un mal que soportan las mujeres de parte de los hombres. En fin, no me gustó aunque se presentaba como una comedia y había gente que se reía. No me gusta esta corriente actual donde parece que feminismo y femeneidad sean incompatibles con maternidad, cuando debería ser todo lo contrario. De todas maneras, es otro cortometraje sobre las carencias emocionales de las mujeres embarazadas, que se sienten incomprendidas sexualmente por sus parejas varones y que además toman a estos por personas que las someten mediante el ejercimiento de la maternidad. Como stop motion tampoco me gustó. No hay nada que me llamara la atención, pero además los muñecos, salvo el gato egipcio, me producían un rechazo estético, me resultaban desagradables a la vista.
Pues esto es todo por hoy, a ver si os renuevo la bitácora con la regularidad de siempre, cada poco tiempo. Lo intentaré. Y a ver si puedo ir a algo más de Alcine, si pudiera ser y hubiera margen para el comentario, os lo comparto. Saludos y que la cerveza os acompañe.
1 comentario:
Edu Vega, un veterano de la organización, me comenta esto por red social:
" Canichu Espía del Bar. Mucho ánimo y siento no tenerte este año por el festival. Se te echa de menos. Esperemos que en próximas ediciones puedas volver con regularidad!! Sobre Urban Cowboys: es un documental muy verídico que en realidad no habla de Polonia (el corto es Polaco, sí) sino de Clondalkin (Dublín). Conocía estos casos desde hace algunos años ya que un amigo vivió en Dublín y se hizo eco de la noticia que ahora te enlazo, por si te interesa el tema. A mi mucho y, sin duda, el corto me gustó bastante.
https://www.vice.com/.../exmmnm/dublins-teenage-horse-thugs "
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