En los últimos días he asistido a conversaciones donde el desprecio a la gente que hemos tenido y tenemos estudios es total, a menudo manifestado de dos maneras. O bien frontalmente, sumándole además una minusvaloración a aquella persona que no requiera de su fuerza para trabajar, peor aún si se trabaja sentado; o bien dejando hablar a los que sí han estudiado para a continuación hacer todo tipo de bromas donde se haga ver que en realidad no sabe nada de la vida, ni de nada, y que, más aún, cualquier opinión que pueda tener es porque, según ellos y ellas, tiene pájaros en la cabeza producto de que lee mucho.
No es una broma. He sido generoso diciendo "en los últimos días", en realidad llevo viéndolo en los años más recientes, pero en los últimos días se han concatenado varias de estas conversaciones y actitudes. En un extraño orden inverso también se produce algo similar entre los que sí han estudiado hacia aquel otro que tiene estudios y conocimientos pero no ha accedido a puestos de trabajo acordes, o bien sí lo ha hecho pero de manera precaria, o ha combinado con trabajos de otro tipo, es ninguneado en las conversaciones de sus amistades y conocidos que sí han accedido a puestos de trabajo de más o menos sus conocimientos, o bien se han podido permitir una vida de clase media y no de obrero, por así decirlo. Peor es cuando es cuestionado en todas y cada una de las cosas que diga, como si fuera un iluso o un idiota o un desinformado o alguien de opiniones a tirar a la basura.
Rizando el rizo, ya sin conocimientos de ninguna clase necesarios, también me he encontrado en varias situaciones donde no ser joven, alto, ni fuerte implica ser objeto de burla o de descarte. Curiosamente en este aspecto concreto nunca he oído ni visto una actitud así entre la gente de las generaciones más jóvenes que conozco. Lo he visto en gente de mi generación. Y puede que alguno y alguna sea más alto o más fuerte, pero no más joven.
Más aún, tanto el primer grupo citado como el segundo coinciden en un nexo: valoran mucho lo material. Unos tendrán por centro unas cosas materiales determinadas, los otros, otras, aunque en algunas coinciden, pero es un nexo. Y lo material también como medida del otro. Lo material como propiedad, lo material como gusto, lo material como uso y disfrute. Medida de uno y medida del otro. Y esto se deja incluso oír en los medios de comunicación, aunque sea sin darse cuenta del significado.
¿Qué tipo de sociedad se está construyendo?
Pienso que cuando acabe la oleada ultraconservadora puede que alguien aparezca capaz de entender este proceso, y haga surgir de ahí algo que no sepamos muy bien qué es. No necesariamente bueno. Tampoco necesariamente malo. La historia ha tenido ejemplos de personas que supieron ver el cambio de las sociedades y usarlo como inercia para su propia visión del mundo. Una visión afectada por todos esos cambios igualmente, pero a su modo. Evidentemente esta última reflexión no tiene porqué darse. No siempre se dio. Pero todo lo demás dicho sí está ocurriendo y quizá más que nunca habría que poner en valor los conocimientos humanísticos, los que forman a las personas, por estas y por otras razones.
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