sábado, septiembre 28, 2024

NOTICIA 2346ª DESDE EL BAR: LA CONQUISTA DEL RÍO DE LA PLATA (parte 6 de 7)

Juan Ortiz de Zárate y Juan de Garay.

El nombramiento de Zárate deponiendo a Vergara como adelantado lo había legitimado el licenciado García de Castro, presidente de la Audiencia de Perú, en aquellos años. Este no tenía poderes para realizar tal acción por lo que Zárate quiso ser ratificado en la Corte. Por ello marchó a España en busca de su ratificación. Tuvo la mala suerte de ser asaltado por piratas nada más salir de Río de la Plata con su embarcación. Perdió mil pesos de oro y plata. La piratería en el mar ya comenzaba a ser algo endémico, incluso en aquella región pobre en metales preciosos, perlas o joyas. Aún así llegó a España, como veremos.

Antes nos ocuparemos de lo que ocurrió en el Río de la Plata en su ausencia. Fue dejado en el gobierno en calidad de su lugarteniente Felipe de Cáceres. Su gobierno tuvo serios enfrentamientos con el obispo Pedro Fernández de la Torre, llegado en 1556. En realidad era una reproducción del enfrentamiento del poder Papal y el poder Imperial dado en Europa. Cáceres bajó a la entrada del Río de la Plata en 1570 y 1572 creyendo que estaba a punto de llegar Zárate. Ambas bajadas sólo sirvieron para explorar nuevas zonas. Introdujo durante su gobierno más ganado caballar, vacuno, ovino y cabrío. Mandó a Juan de Garay traer a Asunción a aquellos que se fueron a Charcas. Nuflo de Chávez le acompañó durante la primera etapa del camino, pero se desvió y murió emboscado por los indios itatines. Mientras, las intrigas del obispo De la Torre lograron que Cáceres fuera encarcelado y llevado con cadenas en un barco capitaneado por Melgarejo con dirección a España. Esto ocurría el 14 de Abril de 1573. Para esa fecha Garay estaba de vuelta con la gente que había traído a Asunción dispuestos a asentarse en la entrada del Río de la Plata. Acompañaron al barco de Melgarejo hasta la boca del río Paraná. Desde allí separaron sus caminos. El obispo De la Torre, que viajaba con Melgarejo para cuidar a su prisionero, dejó una nota más adelante para cuando Zárate llegara. Decía que Garay estaba asentado cien leguas más arriba. Efectivamente Garay fundó el 15 de Noviembre la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz.

Dado que De la Torre se fue con Cáceres, y Zárate aún no había regresado, dejó en el gobierno a Martín Suárez de Toledo. Este era un conspirador muy activo que había sabido utilizar las rivalidades entre Cáceres y el obispo. Su nombramiento había sido obtenido por los votos a favor que logró a ojos de De la Torre, pero estos habían sido comprados o amañados en el Cabildo de Asunción, la mayor de las fundaciones del Río de la Plata. El gobierno de Suárez de Toledo se enfrentaba a la mayoría de edad de la primera generación de mestizos nacidos durante el gobierno de Irala. Por consideración Real debían ser considerados españoles, y no indios o población autóctona de América. Sin embargo suponían un problema en cuanto a que militaban en los conflictos tanto en el bando español como en el indio, cuando no en los bandos de españoles rebeldes contra el gobierno. Eran muy orgullosos y guerreros. Querían su parte de los beneficios en la conquista y la colonización, pero estos les estaban vetados en gran cantidad de ocasiones. Eran mirados con miedo por los españoles blancos. Se crearon ciertas leyes por las que se les restringía llevar determinadas armas, o armas en general, o montar caballos o determinada clase de caballos. Se sentían resentidos con los blancos, por una parte, al sentir ultrajadas, por ellos, a sus madres indias, por lo que en muchas ocasiones se identificaban con el pueblo indio y se unían a él. Por otra parte, también se sentían resentidos de ser apartados del reparto sustancioso de los beneficios, pese a que a veces participaban de las mismas vicisitudes que otros exploradores. Y por otra parte más, había mestizos que veían desventajas en vivir al modo indio, por lo que se unían a la causa blanca, pese a que a veces se rebelasen contra sus jefes. Tan sólo Garay supo ver en ellos, con el tiempo, la auténtica nueva energía que necesitaba el Río de la Plata. Pero eso ya se verá.

Mientras tanto, Zárate lograba el 10 de Julio de 1569 en Madrid la capitulación que le concedía el adelantazgo del Río de la Plata. El licenciado Matienzo, oidor de Perú, abogó por su nombramiento ante Felipe II. Zárate era un capitán natural de Orduña que se había creado cierta importancia durante la conquista de Perú. Matienzo había comprendido que la riqueza de aquella región estaba en las enormes posibilidades que ofrecía en lo agrícola y lo ganadero, aspectos estos en los que todos los informes habidos destacaban que era altamente productiva. Fue por esa vía por la que interesó a Felipe II y le sonsacó la confirmación del título para Zárate. Matienzo le venía insistiendo desde el 6 de Enero de 1566 con el argumento de la necesidad de fundar un puerto en Buenos Aires que daría salida a un fructífero comercio con Chile y Perú, mediante las rutas interiores. Le intentaba convencer a la vez de la necesidad de poblarlo de mercaderes y labriegos, ya que estos eran más emprendedores y trabajadores que los soldados, los cuales solían ser holgazanes y tendían a vivir del indio. El título era concedido por dos generaciones, quedando unido a su mayorazgo. Debía fundar tres pueblos nuevos y crear de una vez una ciudad que sirviera de puerto en San Gabriel (por donde estuvo la antigua Buenos Aires). Además debía crear tres fuertes de piedra, para protegerlo de piratas y de indios. Llevaría quinientos hombres, de los que doscientos serían oficiales y el resto soldados, labradores y trabajadores de todas las clases. Debía llevar matrimonios, para evitar problemas de una población plenamente mestiza que pudiese rebelarse contra España. Y para asegurar la ganadería aún más se le pedía llevar 4.000 vacas, 4.000 ovejas, 500 cabras y 300 equinos (de los que 600 cabezas entre vacunas y ovinas se perdieron tratando de llegar a Paraguay). Además debía llevar 2.000 ducados de oro, los cuales los buscó entre sus riquezas de Perú. Pero a la hora de buscar la tripulación tuvo muchos problemas. A nadie le interesaba una región donde habrían de vivir como en España de la agricultura y el ganado, y de la que habían oído tantas miserias. Tuvo que pedir prórrogas del viaje desde 1570, hasta que logró quinientos diez andaluces en 1572, más cinco naves. Estos andaluces eran conocidos como "de escoria", por ser de la más baja ralea que había por el lugar. Aparte viajaron ciento cuatro marineros, cuatrocientos seis soldados, cincuenta y ocho mujeres (veintitrés casadas), cuarenta y cinco artesanos, sesenta y nueve labradores y veintidós religiosos. Lo que fue denunciado al haber poca comida para todos. Ya en Canarias tuvieron ocho deserciones, en Cabo Verde hubo otras catorce. Luego, el calor mató a doce hombres en la travesía. El 9 de Marzo de 1573 llegaron a Santa Catalina, pero los problemas del viaje no acabaron ahí. Zárate tuvo que buscar provisiones en Mbiazá, en Brasil, cuando regresó habían muerto en la espera cincuenta y cinco personas por malnutrición. Zárate podía haber llegado antes, e incluso haberles dejado a la espera en un lugar fértil, pero no lo había hecho. Además hubo malestar ya que Zárate reservó comida para sí mismo y su familia. Hubo varias deserciones en Mbiazá, lo que provocó castigos. En seis meses había sesenta muertos de inanición y tres bateles hundidos. Para colmar la paciencia de su tripulación, en San Salvador (más o menos la altura de Buenos Aires) decidió cortar árbol de sasabrás para sacar beneficios en Europa, en lugar de cargar alimentos.

Del viaje al menos se sacó algo útil, creó el primer derrotero del Río de la Plata para navegantes. El 26 de Noviembre un temporal hizo cortar los anclajes cerca de San Gabriel. La nave capitana encalló. Fue allí donde encontró la carta de De la Torre acerca del asentamiento de Garay. En esas circunstancias apareció un cacique indio llamado Yamandú que buscaba rescates y que quería ayudarles. Zárate aceptó aquello y le pidió que le enviase unas cartas a Garay. El indio no cumplió su palabra y fue apresado y obligado a cumplirla, tras la intervención de su pueblo. Entretanto intentaban paliar el hambre pescando sin protección alguna. Eso provocó una de las mayores humillaciones del ejército español en lucha con las tribus indias. El 29 de Diciembre  doscientos indios guaraníes y charrúas emboscaron a cuarenta y cinco hombres, matando a cuarenta y dos. Zárate mandó recoger los cadáveres al capitán Pablo de Santiago y al sargento Martín de Pinedo, con un grupo de hombres armados de arcabuces y rodelas. Cuando llegaron al lugar de la emboscada aún había indios. De Santiago y De Pinedo decidieron atacarles, pero no se pusieron de acuerdo en como atacar y discutieron la forma dentro de la espesura que les cubría. La tardanza hizo que los indios les descubriesen y les atacasen a ellos otra vez por sorpresa, esta vez rodeándoles. Entre muertos y presos hubo unas ochenta o noventa bajas, esta vez Zárate decidió quitar los metales de los barcos encallados, para usarlos de rescate,  e irse de allí. Se produjeron en la ida más cantidad de deserciones.

Estando aún en San Gabriel llegó el barco de Melgarejo con De la Torre y Cáceres. Viendo que Zárate estaba de vuelta, Melgarejo decidió acompañarle, por lo que embarcó a Cáceres en otro barco de vuelta a España. El obispo De la Torre se encontraba moribundo por alguna enfermedad de la tierra, murió en la playa. El 5 de Febrero de 1574 aún tenían un campamento en San Gabriel a la espera de los refuerzos de Garay. Se encontraban en Martín García mal protegidos. Uno de los barcos se perdió y con otro hubo que reutilizársele para construir un bergantín. Todo esto estuvo a cargo de Melgarejo, quien además se movía buscando comida y cautivos. Zárate desoía todo y pasaba el tiempo a bordo de su nave con sus criados. Eran los más sanos y gordos de aquellos hombres. En uno de los viajes Melgarejo se encontró con Garay, que había recibido las cartas que le enviaron y bajaba a ayudarles. Ambos se dirigieron entonces a Martín García, pero llegó antes Melgarejo, ya que Garay iba lento a causa de que se paraba a combatir a todos los indios de la región (los de su región eran todos pacíficos).

Cuando Zárate supo que venía Garay se animó a moverse, aunque empezaron a hacerlo cuando estalló una tormenta de forma sorpresiva. Zárate remontó el Uruguay y fundó San Salvador de nuevo en el mismo lugar donde lo había hecho Grajeda. El día de la fundación estuvo presente Garay. El nombre que le puso no fue exactamente ese, si no el de Ciudad Zaratina de San Salvador. Buscaba con ello perpetuar su nombre en la historia del Nuevo Mundo. El lugar ahora era malo. El hambre y la enfermedad marcaron toda la historia de esa nueva refundación, la cual duró sólo tres años. No tenía organización, ni agua potable. Sólo se pasaban privaciones en ella. Durante dos meses no tuvieron cerca alguna y las casas se cubrían de paja, pese a que conocían el anterior final del San Salvador de Grajeda. Garay contribuyó a pacificar a los indios del lugar, tras eso se marchó. El 7 de Junio de 1574 había sido nombrado Capitán General y Teniente de Gobernación y Justicia del Plata por Juan de Zárate.

Zárate se fue el 14 de Diciembre a Asunción donde le concedió a Martín Suárez de Toledo los mismos títulos que dio a Garay, pero aplicados al distrito de Asunción. Se debía a que Vergara, exgobernador del lugar, había muerto. Había dejado a Juan Alonso de Quirós al cargo de la Ciudad Zaratina de San Salvador. 


Aún quedaban más golpes efectistas, pues a Zárate le gustaba más ostentar sus títulos que ejercerlos correctamente. El 8 de Febrero de 1575 fue con Garay a Asunción para proclamarse gobernador en un acto oficial. Por aquellas fechas la Ciudad Zaratina de San Salvador tenía serios problemas y aprovechó la ocasión para mandar a Garay allí con ropa de fabricación indígena, comida y municiones.

Mientras todo esto ocurría en Río de la Plata, el Virrey del Perú empezó a considerar muy provechosa y necesaria la repoblación española del estuario del río de la Plata. Cada vez era más gente quien veía convenientes en llevar a la práctica tal cosa. Debían comunicar Perú y Asunción para comunicar el Mar del Norte con los Mares del Sur. Eso podría evitar ciertos peligros extranjeros como los portugueses, los piratas ingleses, franceses y holandeses, etcétera. El Virrey pidió la realización de su idea en la Audiencia de Charcas y al resto de poderes gobernantes en Perú. Francisco de Aguirre, como ya se dijo, había tenido la misma idea en 1552. Para la década de 1570 Aguirre aún estaba en aquellos lugares de sierra donde pudo establecerse. Fue depuesto y se designó como su sucesor a Cabrera. Este se dedicó a crear ciudades por toda la Sierra de Córdoba, fundando la propia Córdoba americana en 1573. Llegó al Paraná y a las minas que se conocían como "De Caboto". Finalmente puso frontera al territorio por donde se expandió con la fundación de San Luís. Cerca de ese lugar Garay había fundado Santa Fe, utilizando a los mestizos, que fueron más emprendedores de lo esperado al luchar y trabajar algo que iba a ser suyo. El conflicto de jurisdicción entre el territorio de Cabrera y el de Garay se evitó gracias a que el primero salvó al segundo de una emboscada que le habían preparado los timbúes. Cabrera regresó entonces a Córdoba para hacer encomiendas que asentasen a la gente que iba a poblar todo aquello. Por este motivo Garay comenzó a dudar de la validez de su gobierno en Santa Fe dados los títulos que Cabrera tenía del Virrey de Perú. Por eso los títulos que le otorgó Zárate el 7 de Junio de 1574 confirmaban su autoridad y tenían un gran valor para él. Garay llegó a defender a Zárate de sus acusadores diciendo cosas como que el hambre que pasaron con él sus hombres, cuando llegaron a Mbiazá se debía a que estos sólo querían comer cosas finas.

El 26 de Enero de 1576 Juan de Zárate murió repentinamente "de cámaras de sangre" . Dejaba establecido en su herencia que la gobernación del Río de la Plata la legaba a su hija mestiza Juana Ortiz de Zárate, una adolescente casi niña, y que gobernaría quien se casase con ella. Entretanto gobernaría Diego de Mendieta. El nuevo gobernador en funciones mandó a Garay y a Pedro de la Fuente a la Audiencia de Charcas, en el Alto Perú, para presentar la copia del testamento de Zárate. Allí debían ver al Virrey de Perú, Francisco de Toledo. El viaje fue aprovechado por unos arcabuceros para fugarse y quedarse en el Alto Perú. En el testamento se decía exactamente que se prometía al futuro marido de Juana de Zárate, hija de Juan de Zárate y Leonor Yupanqui, ñusta (princesa inca) de la casa de Manco Inca, el adelantamiento de Río de la Plata e incluso el marquesado sobre el mismo, ya que el Rey le había prometido otorgárselo si se cumplía una serie de condiciones de la capitulación. Esto hizo del matrimonio de Juana de Zárate algo muy deseado de alcanzar por muchos varones.

Mientras Garay se encontraba fuera, Mendieta aprovechó para ir a la Ciudad Zaratina de San Salvador y a Santa Fe con la muy probable intención de anexionarlas a su jurisdicción de Asunción. Los modales que empleó no gustaron nada a los capitanes que quedaron con él. Cuando llegó a Santa Fe, un militar llamado Francisco de Sierra se refugió en el suelo santo de una iglesia, por ser fiel a Garay. Mendieta irrumpió en la iglesia sin reparos y le sacó de allí para apresarle. Aquello le valió que los capitanes, hartos de su conducta, le engrillaran y le pusieran en un barco para llevarlo a la Corte por sus delitos, pero sobornó a la tripulación de su barco prisión y apareció en la Ciudad Zaratina de san Salvador, donde pidió a Quirós, dentro de una iglesia, que le reconociese como su gobernador. Quirós le entregó. Pasado este capítulo, la Ciudad Zaratina de San Salvador se veía el 20 de Junio de 1577 desbordados por el hambre y la desnudez. Sólo quedaban treinta habitantes, que terminaron por huir de aquella ciudad. Aún quedaba, por otra parte, poblar la entrada del Río de la Plata, lo que significaba que no podía prosperar la región.

En Abril de 1577 Garay llegaba a Santiago de Estero, en Charcas. Allí se enteró de la muerte de Cabrera, que había sido ejecutado por Gonzalo de Abreu, un conquistador nombrado por el Rey que anteriormente vimos en 1548 matando al gobernador delegado de Irala en Asunción. Nada más presentar el testamento de Zárate le surgieron a la niña adolescente numerosos pretendientes para casarse con ella. Era conocida en las intrigas amorosas de Perú como "la niña de plata", por ser una de las más ricas herederas de todo el Perú. Francisco de Matienzo, hijo del oidor de Perú era uno de los pretendientes, también estaba Antonio de Meneses, ahijado del Virrey de Toledo, y hasta un peso pesado para competir con él: uno de los oidores de la Audiencia de Perú, de gran linaje, llamado Juan Torres de Vera y Aragón. Este se dedicó a enamorar directamente a Juana de Zárate, cosa que logró con facilidad (no obstante era una adolescente). A causa de aquel matrimonio que echaba al traste muchos sueños de pretendientes poderosos e influyentes, a Torres de Vera y Aragón se vio con muchas complicaciones. El Virrey no les dio permiso de matrimonio, aunque se casaron. Por ello dictó una ley por la que si Torres de Vera y Aragón abandonaba Perú perdería todas sus pertenencias que allí tuviera. Torres de Vera y Aragón apeló al Rey para que zanjara esa injusticia, mientras esperaba la respuesta nombraba a Garay gobernador suplente el 9 de Abril de 1578. Debía fundar Buenos Aires.

Garay llegó en septiembre a Asunción, donde fue reconocido como nuevo gobernante en funciones sin problema alguno. De diciembre de 1579 a Enero de 1580 reclutó tan sólo a diez españoles, un portugués, una mujer llamada Ana Díaz y unos cincuenta mestizos (habría más gente ya que algunos estaban casados y les seguía su familia) para fundar Buenos Aires. No había ningún sacerdote de Asunción, todos eran muy viejos, aunque sí se apuntaron dos franciscanos que previamente iban a viajar de vuelta a España o a Perú. Uno de ellos era el padre Rivadeneyra, su presencia cubría el cupo legal para iniciar una fundación. También consiguió armas, caballos y ganado. Nadie quería moverse de un lugar donde ya estaban bien asentados, para ir a otro donde habrían de partir de cero y que tenía fama de estar habitado por indios muy hostiles. En el tiempo de espera de 1578 a 1580 Garay había realizado incursiones alrededor del territorio de Asunción para dejar bien asentado el lugar.

En Santa Fe se encontraba Alonso de Vera, sobrino de Garay, que era conocido como "cara de perro" (era mestizo). Él optó por ir con su tío Juan de Garay y se le unieron bastantes criollos, por ver que tenían mucho que ganar en esta empresa. Sorpresivamente se encontraron con la manada de caballos salvajes que había crecido a partir de los caballos escapados en los tiempos de Mendoza. Esta era tan grande que resultaban un gran beneficio económico y militar. Garay los prometió en propiedad a los habitantes de Buenos Aires, ya que el núcleo original de la manada había partido de los caballos del Buenos Aires original de Mendoza. Esto provocó un largo juicio entre si debía ser así, si pertenecían a la Corona, si eran libres y por tanto de uso para todos... Fue un juicio que ocupó gran parte del siglo XVII, mientras que en la práctica eran usados cuando se les necesitaba. Lo que sí proporcionó a corto plazo fue la ley que obligaba a castrar a todos los caballos militares y a no llevar yeguas en los ejércitos a ser posible. Por otra parte estos caballos, en celo, habían creado problemas con las yeguas en algún momento militar de relevancia.

El 11 de Junio de 1580 se fundó Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de Buenos Aires, conocida por todos como Buenos Aires, cerca del río San Gabriel (El Riachuelo), a la entrada del estuario del Río de la Plata. Estaban bien pertrechados con mil caballos y quinientas vacas propias, ninguna cabeza de ese ganado venía de Asunción. En la fundación se siguió un ritual medieval en el que leían un rollo con instrucciones de justicia, se daban mandobles con la espada a los cuatro puntos cardinales y se levantaba acta del hecho. Se dedicó los cuatro primeros meses en delinear la ciudad, repartir los solares y construir las casas. El 30 de Octubre le dieron un escudo de armas a la ciudad y se eligió como santo patrón a San Martín de Tours. Garay había buscado el lugar estratégicamente para llegar fácilmente al resto de las poblaciones del interior (pudiendo usar todas las desembocaduras de los ríos), a la vez que podía tener facilidad para comunicarse con España. Esa, además, había sido la idea de Matienzo padre. Defendió el poblado con una amplia red de fortificaciones. Nombró alcalde a Rodrigo Ortiz de Zárate, pariente de doña Juana de Zárate. La primera nave que despachó a España desde allí llevaba la noticia de la fundación de la ciudad, portando cuero y azúcar en lugar de oro. Tras todo esto Garay tuvo que partir a Santa Fe para sofocar una rebelión provocada por cuatro jóvenes asunceños, con trasfondo comunero y en la que el gobernador de Tucumán, Abreu, había sido cómplice. Abreu buscaba tomar la jurisdicción de Asunción, que había disputado con Garay tiempo atrás, pues no reconocía la autoridad que Zárate había legado en su testamento. La traición del propio cabecilla de los rebeldes sofocó la rebelión.

Rivadeneyra escribió en Buenos Aires que de ser cierto el mito de la Ciudad de los Césares debía estar al sur de aquellas tierras, en La Pampa. Aún estaba vivo el mito. En la Pascua de 1581 Garay llevó treinta pobladores y otro clérigo más. La gente en aquella fecha consideraba Buenos Aires como un lugar de destierro . Era una tierra hostil. En 1582 tuvieron que levantar fortificaciones de cara al mar, a causa del ataque de los piratas. Exactamente les atacó Fenton, un pirata inglés de la flota corsaria de Francis Drake, quien llegó a apresar un barco donde viajaba Rivadeneyra.

Garay exploró el sur hasta Cabo Corrientes, donde sólo veía una inmensa llanura, ríos, pastos y patos. Les defraudó no encontrar la Ciudad de los Césares. Mientras, varias tribus confederadas y lideradas por los indios querandíes atacaban Buenos Aires para destruirla y echar a los blancos. Fueron derrotados en el que se llamó el Campo de la Matanza. En eso estaban cuando Garay intentaba regresar a Santa Fe, pero aún estaba en ese territorio de Buenos Aires. Se encontraba con los suyos acampado en el río de Las Palmas. Fueron degollados por los indios itatines, participantes de la confederación derrotada en Matanzas. Garay moría de este modo el 20 de Marzo de 1583.

Antonio Torres de Pinedo, que había llegado a Buenos Aires en Febrero de 1583 para ver que sólo quedaban veinte soldados, se hizo cargo del gobierno de la ciudad. Tuvo el error de ahorcar a cuatro caciques sospechosos de la muerte de Garay. Esa era una muerte deshonrosa para un cacique indio y en consecuencia se retiraron seiscientos indios aliados del socorro de la ciudad. Se vio privado de servicios, ayudas agrícolas, armas, municiones, fuerzas, comida e incluso, ropa.

Asunción pasó a cargo de Juan Torres de Pinedo por tres años. Mandó a Alonso de Vera fundar una ciudad que les uniese con Perú. A esta misión se apuntó mucha más gente que para fundar Buenos Aires o Santa Fe, debido a que Perú era muy rico. Se corría el riesgo de sufrir otro éxodo masivo como el de 1564. Fundó Concepción del Bermejo. La mayor preocupación, sin embargo, era el cultivo de la tierra más que el oro y la plata, que no había. Y es que ya era un hecho que el Río de la Plata tenía su riqueza únicamente del trabajo de la tierra.

Se podría dar por terminada así la conquista del Río de la Plata, pero aún quedaría la expansión por el sur argentino y la consolidación estable de Buenos Aires, así que considero oportuno proseguir hasta, al menos, el comienzo del siglo XVII, si bien no entrando ya en tantos detalles como hasta ahora.

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